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Si hubiésemos usado el de alguien que quiere ser un entrenador

de fitness, entonces las zapatillas serían elemento clave en su


estrategia, y el micrófono sólo un capricho.
Así que aplica el mismo principio a tu caso personal.
Reemplaza “ese micrófono para mejorar tus vídeos” por “la pieza
de la guitarra que te acercará un paso más al estrellato” o “aquellos
libros extra que van a darte ventaja en la carrera que estudias” o
“estas clases de actor”.
O lo que quiera que se aplique a tu visión, metas y plan ganador.
La cuestión es que, si te sirves de la ley de la concentración con tu
dinero, verás que puedes convertirlo en un empleado tuyo.
Oliva: ¿Alguien que trabaja para mí? Interesante.
Tu Mejor Tú: Exacto.
En lugar de concebir el dinero como algo para pagarte caprichos,
empieza a imaginarlo como el principal trabajador de la corporación
que posees.
Pollo: ¿Mi propia corporación? Qué va… Si yo soy un
curreta.
Oliva: Doy fe. Si te dicen algo de “espíritu emprendedor”,
te crees que es una peli de fantasmas.
Pollo: Ya te vale, prima.
Oliva: Te lo digo con cariño, tonto.
Pollo: Búrlate tú, que eres muy negocianta. Pero yo…
Nunca he tenido una empresa.
Tu Mejor Tú: ¿Cómo que no?
Mario Luna: ¿No recuerdas quién es el CEO de la Yomimeconmigo
Corporation?
Como ya te adelantamos en “Sé artista”:
Todo ganador es emprendedor.
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Independientemente de que te constituyas como sociedad limitada,
autónomo o trabajes por cuenta ajena, al final siempre eres
tu propia empresa.
Pollo: Yo soy el tercero. Siempre trabajando para alguien.
Tu Mejor Tú: ¿Y qué? ¿Acaso no hay negocios que sirven
a otros?
Por eso, si trabajas para otro, empieza a concebirte como la empresa
que provee servicios a dicha empresa.
Oliva: Está claro. Siempre trabajamos para la Yomimeconmigo
Corp.
Pollo: Vale, lo capto.
Oliva: Y debemos usar la ley de la concentración con
nuestro dinero.
Tu Mejor Tú: Con todo.
Te hemos puesto el ejemplo del dinero, pero

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