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BIOGRAFÍA DE LOS PRISIONEROS

Los Prisioneros fue una banda de rock subterráneo y new


wave chilena considerada una de las mejores y más influyentes
de su país y de Latinoamérica. Estuvo constituida desde 1983
por Jorge González (voz y bajo), Claudio Narea (guitarra y
coros) y Miguel Tapia (batería y coros). En sus inicios, el grupo
desarrolló un simple sonido punk con matices de new wave,
para posteriormente acercarse al synth pop.

Se hicieron conocidos porque su música y, especialmente, sus


letras —que criticaban diversos aspectos del acontecer político y
social en Chile y en el resto de América Latina— despertaron y
animaron a una generación de jóvenes reprimidos por la
dictadura militar de Augusto Pinochet quienes emplearon estas
canciones en sus protestas contra el régimen. Por esta razón,
Los Prisioneros fueron censurados en los principales medios de
su país hasta el fin de la dictadura, transformando al grupo en
una de las bandas más importantes del rock chileno y
latinoamericano.

A principios de la nueva década, y coincidiendo con el retorno


de la democracia en 1990, se produjo un primer quiebre y
reestructuración del grupo. Claudio Narea abandonó la
agrupación, Jorge asumió la guitarra en su reemplazo y se
incorporaron Cecilia Aguayo (teclados y coros) y Robert
Rodríguez (bajo y coros) como respaldo en vivo hasta inicios de
1992, fecha en que la banda se separó. En esta primera fase,
Los Prisioneros publicaron cuatro álbumes, tres de ellos
incluidos en la lista de los 50 mejores discos chilenos de la
historia publicada por la versión chilena de Rolling Stone: La
voz de los '80 (n.º 3), Corazones (n.º 9) y Pateando piedras
(n.º 15). La canción «Tren al sur» fue elegida por los lectores
de la revista digital Satélite Natural como la séptima mejor
canción del rock latino de todos los tiempos y en julio de 2018,
la revista estadounidense Rolling Stone incluyó el tema en las
50 canciones más importantes de pop latino ocupando el puesto
n.º 18, mientras que el videoclip fue nominado en la categoría
de «Mejor video latino» para los MTV Video Music Awards 1990.
De igual manera, «We are sudamerican rockers» fue el primer
vídeo emitido para la filial de MTV Latinoamérica en octubre de
1993.

En 2001 la formación original se volvió a reunir, ofreciendo dos


conciertos en el Estadio Nacional con más de 140 000 asistentes
en total. Durante los dos años siguientes realizaron giras en
todo Chile, como asimismo en Latinoamérica, Estados Unidos y
España, concitando también cientos de miles de espectadores.
Sin embargo, el grupo tuvo nuevas dificultades en 2003, con un
nuevo álbum que no tuvo mucho éxito, y con Narea despedido
del grupo. González y Tapia intentaron continuar junto con
nuevos integrantes, publicando un último álbum en 2004. A
principios de 2006, Los Prisioneros se disolvieron de forma
definitiva.

Historia
Formación y primeros años (1979-1985)
En marzo de 1979, Jorge González, Miguel Tapia —de catorce
años— y Claudio Narea —de trece años de edad— ingresaron al
primero año de enseñanza media (la secundaria en Chile) y se
conocieron siendo compañeros de sala en el Liceo 6 (actual
Liceo Andrés Bello) de la comuna de San Miguel, en Santiago.
González y Narea descubrieron que ambos apreciaban al grupo
Kiss, lo que constituyó la base de afinidad que los llevó a
estrechar lazos de amistad. En 1980, ambos se unieron a los
hermanos Álvaro y Rodrigo Beltrán (vecinos de Claudio), para
crear Los Pseudopillos, ocurrencia de nombre que surgió en
clase de biología, cuando su profesora mencionó la palabra
«pseudópodo». Este era un cuarteto vocal con el que grabaron
más de un centenar de canciones humorísticas, escritas
principalmente por Jorge y Claudio, para las que empleaban
únicamente objetos caseros como percusión. Paralelamente,
Jorge se reunía con Miguel a componer, mientras planificaban
un proyecto musical más ambicioso: querían ser tan famosos
como The Beatles. Inspirados en la dupla Lennon-McCartney,
sobre quienes, erróneamente, pensaban que se dividían las
labores de composición, Tapia escribía la letra de las canciones
y González componía la música en piano o guitarra, pero al
poco tiempo Jorge decidió hacerse cargo también de los textos.
Ya que Miguel se refería a los Beatles como «Los Escarabajos»,
Claudio bautizó al grupo como Los Vinchukas haciendo
referencia a la vinchuca, mencionada también en clase de
biología. Posteriormente invitaron a Claudio a unirse a la
banda, y poco después, se unió Álvaro Beltrán. Además la
banda consiguió adquirir su primera batería de segunda mano,
que le había pertenecido a un grupo de cumbia, gracias a un
préstamo obtenido por la hermana de Miguel.

El cuarteto hizo debut el 14 de mayo de 1982 en su propio


liceo, seguido de una segunda presentación, dos meses más
tarde, en el Liceo 1 de Niñas en su misma comuna. Sin
embargo, a pocos días de egresar de 4° medio ese mismo año,
el grupo tuvo sus primeras diferencias serias, lo que motivó su
división. Tres meses después de ese quiebre, Claudio volvió a
unirse con Jorge y Miguel, mientras que Álvaro se mantuvo
alejado. Los Vinchukas, ahora convertidos en un trío, estaban
muy decididos a dedicarse profesionalmente a la música y
buscaron un nuevo nombre, más definitivo para esta nueva
etapa. Primero habían escogido «Los Criminales», pero pronto
Miguel sugirió «Los Prisioneros», idea que finalmente prosperó.
El 19 de diciembre de 1986, el mismo Miguel registraría el
nombre con el giro de «grupo musical» en el Ministerio de
Economía, quedando como marca de su propiedad. La primera
vez que tocaron bajo el nombre Los Prisioneros fue el 1 de julio
de 1983 en el Festival de la expresión joven del instituto Miguel
León Prado.

En marzo de 1983 Jorge ingresó en la Facultad de Artes de la


Universidad de Chile para estudiar licenciatura en música, allí
conoció a Igor Rodríguez (futuro miembro de Aparato Raro),
Robert Rodríguez (futuro miembro de Banda 69) y a Carlos
Fonseca. Con el último entabló rápidamente una amistad y poco
después Carlos le planteó ser el mánager de su banda. Muy
pronto, González dejó la carrera para enfocarse en el grupo,
mientras que Fonseca también lo hizo para descubrir a nuevos
talentos. Este tenía un programa en Radio Beethoven
llamado Fusión contemporánea y tenía pensado hacer un
especial para fin de año con artista chilenos nuevos. Jorge llevó
una canción grabada en una radio-casete de su casa y la
presentación en vivo de la banda en su colegio. Asombrado
cuando escuchó estas canciones, convenció a su padre, Mario
Fonseca (propietario de la disquería Fusión), de que la banda
tenía proyección a futuro, y este decidió invertir dinero en el
proyecto. Cuando Carlos conoció al resto del grupo, sugirió
reemplazar a Claudio, ya que consideraba que este no era un
buen guitarrista. Sin embargo, Jorge y Miguel se negaron, ya
que los tres formaban Los Prisioneros.
En noviembre Los Prisioneros grabaron los primeros demos en
un estudio amateur armado por Carlos en el segundo piso de
Fusión. Al otro mes Fonseca presentó «La voz de los '80» y
«Brigada de negro» en su programa radial. Además habló
favorablemente del grupo en la revista Wikén —suplemento
de El Mercurio— para la nota sobre el especial, y en abril de
1984, escribió un artículo sobre Los Prisioneros en la
revista Mundo Diners Club, bajo el nombre de Alberto Velazco.

La voz de los '80


El 13 de diciembre de 1984 lanzaron su primer álbum en
formato casete, La voz de los '80, bajo el sello independiente
Fusión, producido por el propio González aunque este lo
acreditó a nombre de la banda. Todos los temas fueron
escritos, compuestos y cantados por él, a excepción de «¿Quién
mató a Marilyn?», escrito y cantado por Miguel Tapia. El disco
se grabó inicialmente y en su mayor parte en el estudio de
Francisco Straub, pero se terminó y mezcló en el Estudio A de
Alejandro «Caco» Lyon, donde igualmente se grabarían los dos
discos siguientes. «Ese fue un casete que grabamos sin tener
ninguna experiencia, tanto nosotros como los técnicos», señaló
Miguel Tapia a la revista Super Rock: «Nadie entendía bien la
idea de sonido que envolvía el pop y por eso pienso que muchas
canciones que están ahí podrían haber rendido más; pero para
ser un verdadero experimento, pensamos que estuvo bien,
aunque ahora lo veamos todo desde otra perspectiva».

El periodista Freddy Stock señaló en la revista Rolling Stone


Chile que La voz de los '80 es el disco más importante del rock
chileno, asegurando que fue el primer álbum en la historia
musical de Chile que mezcló la ruptura social con la fuerza
del rock. «Cada canción del disco es resentimiento. Es un álbum
agnóstico en esencia, desconfiado, simple, directo e irónico y,
por esto, intensamente rocanrolero. Llamó a no ir detrás de un
líder ni creer en la representatividad en dictadura. Vaya osadía.
Pero también disparó contra la cultura en masas ("Mentalidad
televisiva"), el amor ("Paramar"), las tribus juveniles ("Brigada
de negro"), el hedonismo machista ("Sexo"), o en
los chantas acomodados ("Nunca quedas mal con nadie")».

Se editaron mil copias de esta primera edición de La voz de los


'80 y se agotaron seis meses después ya que los medios de
radio, prensa y televisión acogían principalmente a artistas
argentinos. Apenas tuvieron rotación por Radio Galaxia y
tuvieron intervenciones televisivas solo en Sábados Gigantes,
Canal 11 y la sexta edición de la Teletón. Fue en este último
evento donde la banda sufrió su primer episodio de censura:
mientras interpretaban el primer sencillo del álbum, «La voz de
los '80», Televisión Nacional de Chile, en ese entonces
controlado por la dictadura militar, sacó la señal del aire y
emitió publicidad. Según Narea, los militares habían
considerado que Los Prisioneros podían ser peligrosos para la
estabilidad del régimen de Pinochet.

A mediados de agosto de 1985, Carlos Fonseca consiguió una


cita con Julio Sáenz, un argentino afiliado del sello EMI que
estaba interesado en editar a bandas chilena, es así como Los
Prisioneros junto con Aparato Raro —quienes también eran
representados por Fonseca— obtuvieron un contrato
discográfico y para celebrarlo, organizaron un concierto en el
Teatro Cariola, con el grupo Cinema de invitados. En esa
presentación Los Prisioneros hicieron debut con los teclados y
presentaron temas nuevos, algunos de los cuales que formarían
parte del segundo álbum. En octubre, EMI reedito La voz de los
'80 en todo Chile, vendiendo 105 000 copias. «Sexo» tuvo
mejor acogida en las radios aunque no llegó a los primeros
lugares, de acuerdo a revista Vea, especializada en las listas
musicales de Chile en esa época. Mientras que en la televisión,
la canción era prohibida por su título, esto molestaba a Jorge,
ya que se encontraban promocionando su segundo sencillo, a
causa de esto, abandonaron el estudio de Martes 13 cuando no
les permitieron tocar «Sexo» pese a tratarse a una crítica a la
banalización del cuerpo; enemistándose con la estación
televisiva Universidad Católica.

La consolidación (1986-1989)
Pateando piedras
El 15 de septiembre de 1986 lanzaron su segunda
producción, Pateando piedras. El grupo pasó del sonido simple
de guitarra, bajo y batería de su disco predecesor al tecno. Este
trabajo se destacó por un sonido mucho más sintético y
elaborado, con la abundante utilización de teclados,
sintetizadores, secuenciadores, samplers y baterías
programadas. Claudio en su autobiografía indicó: «Siete de los
temas no tienen bajo, sino bajo teclado. Todas las baterías son
programadas y tres de los temas no tienen guitarra». Narea no
se sintió cómodo con esta nueva forma de trabajar, por lo que
se limitó a grabar únicamente las partes de las guitarras;
después se iba del estudio para visitar a quien sería su futura
esposa, Claudia Carvajal, mientras Jorge y Miguel seguían
grabando y mezclando. De este trabajo salieron temas como
«Muevan las industrias» sobre la cesantía, «¿Por qué no se
van?» dedicado a los artistas snob y «El baile de los que
sobran» sobre la desigualdad en la educación. La última
canción es considerada una de las más emblemáticas de la
música popular chilena de los años 1980, y tuvo resonancia en
parte de Latinoamérica. Patricio Urzua en Rolling Stone Chile,
señaló que «lo más llamativo del disco era el sonido electrónico
que insinuaba “Estar solo” o los ladridos sampleados de “El baile
de los que sobran”. En ciertos círculos, esto acarreó
comparaciones inmediatas con Depeche Mode. Más allá de esta
novedad que para entonces era cegadora, las guitarras seguían
mandando en el sonido del trío: el riff de “Quieren dinero” no
desentonaría en la banda sonora de un spaghetti western, lo
que de nuevo habla de la inteligencia de la banda».

El álbum vendió 5000 copias en los primeros diez días de su


distribución —un récord jamás alcanzado por un grupo musical
juvenil de Chile—, y, a dos meses y dos días de su lanzamiento,
obtuvieron un segundo disco de platino con 20 000 copias
vendidas, algo que no se había logrado con ningún artista desde
la llamada Nueva Ola. En noviembre lanzaron el disco de forma
oficial en dos presentaciones en el Estadio Chile, con la
asistencia de más de 11 000 personas. El grupo rompió otro
récord al llenar dos veces consecutivas el recinto. En ese
momento de éxito fueron invitados junto con la banda chilena
Valija Diplomática para actuar al Festival Internacional de
Montevideo Rock de Uruguay. Publicaron sus discos en ese país
pero pasaron casi desapercibidos por lo que no regresaron. Ese
año actuaron en el programa infantil Patio Plum, en un episodio
titulado «Los amigos rockeros», presentación que fue muy
significativa ya que en ese entonces, a pesar de su gran
popularidad, Los Prisioneros estaban prácticamente vetados de
la televisión chilena.

En febrero de 1987 quedaron fuera de la edición XXVIII Festival


Internacional de la Canción de Viña del Mar pese a ser el grupo
más popular de Chile de acuerdo a informaciones
especializadas, yendo en su lugar el grupo de la misma
nacionalidad, Upa!. En esa edición se presentaba el grupo
argentino Soda Stereo, quienes gozaban de la misma
popularidad que el trío sanmiguelino en Chile, con la diferencia
que Soda Stereo tenía acceso a los medios masivos que les
cerraban las puertas a Los Prisioneros, por lo que en esa época
era habitual que éstos se burlaran y criticaran a Gustavo Cerati,
Zeta Bosio y Charly Alberti, en conciertos y entrevistas, incluso
llegaron a decir que «Soda Stereo es el rock que le encanta a
Pinochet». Dos décadas después admitieron que solo hablaban
por envidia, e incluso, reconocieron su admiración por Soda
Stereo, y que les ganaron en cuanto a popularidad en toda
América. En 2003, Jorge conoció a Charly, limando las
asperezas que tuvieron sus bandas en los ochenta. Lo mismo
sucedería, un mes después, con Claudio y Zeta.

En marzo se presentaron en el Festival Chateau Rock de


Córdoba y posteriormente en el Estadio Obras de Buenos Aires,
Argentina. La banda casi no gustó al público, obteniendo malas
críticas mientras que la prensa de ese país solo les preguntaba
por Pinochet. Diferente fue el escenario en Perú, donde tres de
sus canciones estuvieron dentro de los diez primeros lugares.
«El baile de los que sobran» ocupó el primer lugar por más de
seis semanas. En septiembre tocaron ante 14 000 personas en
la Plaza de toros de Acho de Lima, y en Ecuador, donde también
tuvieron un éxito similar, tocaron para 7 000 en el Coliseo
Techado de Guayaquil.

La cultura de la basura
En octubre empezaron a grabar su tercer disco, que en un
principio iba a ser un álbum de versiones de intérpretes como
Raphael, Nicola di Bari, Camilo Sesto, Salvatore Adamo,
Sandro, entre otros. Pero finalmente se decidió grabar un
álbum con canciones originales, titulado La cultura de la basura.
Este trabajo contó por primera vez con Narea y Tapia como
compositores. De esta dupla salieron cuatro canciones, todas
incluidas en el disco: «Somos sólo ruido», «Algo tan moderno»,
«El vals» y «Lo estamos pasando muy bien», tres de las cuales
son de autoría de Narea. Jorge les prometió que iban a
componer los tres juntos pero finalmente él lo hizo por su lado,
haciendo un total de diecisiete canciones, por lo que debió
descartar varias, entre ellas, «Lo estamos pasando muy mal»,
un siniestro spoken word sobre un agente de la CNI que іbа
narrando en primera persona la misión que tenía de asesinar a
un dirigente opositor a la dictadura. Cuando Max Quiroz
(ejecutivo de EMI) escuchó la canción, le dijo a Caco Lyon:
«Viejo, si esto lo sacamos, nos vamos todos a la cárcel».
Además, Claudio debutó como cantante siendo el vocalista
principal en «Lo estamos pasando muy bien» y «El vals».
Mientras grababa esta última canción, Caco le insistía que tenía
que afinar más la voz, pero el guitarrista no podía. Lyon
recuerda la grabación como un «parto».

Los Prisioneros venían de haber sacado un disco exitoso y ya


eran reconocidos en Latinoamérica, lo que ocasionó que
perdieran el orden interno. Esto no fue del agrado de Caco
Lyon, que al ver que en el estudio ya no existía la misma
coordinación de los trabajos anteriores, decidió retirarse y dejar
a cargo a su ayudante, Antonio Gildemeister, apenas un novato.
Esto dio como resultado un sonido «sucio». El líder y el
mánager de la banda también tuvieron sus desencuentros para
la elección del primer sencillo. Jorge quería que fuera «Que no
destrocen tu vida», inspirada en la difícil relación que tenía
Claudio con sus padres por esos días, mientras que Carlos —
quien elegía los sencillos— prefería «Maldito sudaca». Al final
se escogió la primera.
La cultura de la basura salió el 3 de diciembre. Empezó
vendiendo 10 000 copias en su venta anticipada, pero no
agradó del todo a los fanes. Con solo 70 000 copias vendidas, la
prensa lo consideró como el primer fracaso artístico y comercial
de Los Prisioneros, a pesar de haber sido certificado con doble
disco de platino. Para González, el disco no fue ningún fracaso,
pero sí, el punto bajo de la banda, mientras que Carlos Fonseca
culpó a Claudio y a Miguel, ya que, según él, Jorge se relajó
cuando ellos se pusieron a componer. Un crítico de la
revista Rockaxis comentó: «El disco, que podríamos definirlo
como de rock-pop, con mucha experimentación, es más extenso
y complejo que los anteriores, lleno de rarezas, gritos, ruidos,
trompetas, pero nunca dejando atrás su irreverencia e ironía
frente a la sociedad. A pesar de que este disco no logró el
impacto social de los otros dos, es quizás el elepé de mayor
calidad, variedad y de madurez composicional por parte de
Jorge González y en general de todos sus integrantes».

Fonseca consideraba que «Lo estamos pasando muy bien» era


un tema genial, pero las otras tres composiciones de Narea y
Tapia eran como «mostrar la hilacha», señaló. Por lo tanto,
esta canción fue la única del dúo que se incluyó en la edición
latinoamericana de La cultura de la basura, en 1988. De las
canciones de Jorge se eliminaron «Otro día» y «Poder elegir».
Se remezclaron algunos temas con un sonido más limpio,
mientras que otros se grabaron nuevamente. «Lo estamos
pasando muy bien» fue regrabada en la voz de González en
lugar de la de Narea. Además, se agregó una nueva canción
para abrir el disco en reemplazo de «Somos sólo ruido»: «We
are sudamerican rockers». En total, la versión latinoamericana
tenía solo diez temas, cuatro menos que la edición original.
Este álbum no se llegó a editar en Chile, tampoco el álbum
recopilatorio titulado Los Prisioneros (reeditado por EMI Music
Colombia en 2006, bajo el título Serie 10) que compone temas
de La voz de los '80 y Pateando piedras, publicado en 1988
también. Se regrabaron algunas canciones, principalmente del
primer álbum, tales como «Sexo», «Paramar», y
«Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos». Esta
versión de «Sexo» fue utilizada para la realización del vídeo
musical del mismo tema, bajo la dirección de Cristián Galaz,
filmado en la casa de Jorge, ubicada en Parque O'Higgins. Fue
estrenado en mayo de 1988, en el noticiero
clandestino Teleanálisis. Diez años más tarde, este videoclip fue
premiado con el Coral Negro en el Festival de Cine de La
Habana, Cuba.

Plebiscito y gira latinoamericana


El 28 de marzo de 1988, Los Prisioneros realizaron una
conferencia de prensa en el cine El Biógrafo para anunciar la
gira promocional de La cultura de la basura que abarcaría
cuarenta fechas de Arica a Punta Arenas y que, más tarde,
seguiría por Sudamérica y México. Concurrieron periodistas,
fanes, y el invitado especial: Julio Sáenz, director regional de
EMI, que estaba de paso por Chile para ver al grupo fenómeno
de la disquera. Cristián Rodríguez, ex dependiente de la
disquería Fusión, que había sido invitado por Miguel, fue el
último en preguntar, consultándole a Jorge sobre el plebiscito
que definiría la continuidad de Pinochet en el poder, convocado
para el 5 de octubre de ese año. González respondió de
inmediato: «En el plebiscito votaremos que no». Hubo un breve
silencio en la sala y luego una ovación para el vocalista, que no
pensó que sus declaraciones harían que de los cuarenta
conciertos programados en Chile, solo pudieran hacer siete. Los
recintos controlados por los militares les cerraron sus puertas y
lo mismo hicieron otros tantos por temor a represalias, por lo
que solo pudieron actuar para particulares, iniciando el 19 de
abril en el Instituto Miguel León Prado de San Miguel. Luego, en
Valparaíso, San Felipe, Los Andes, La Serena y finalmente, en
mayo en Copiapó.

El 19 de septiembre, la revista Análisis reveló que Jorge


González era uno de dos artistas amenazados de muerte por ser
opositores de Pinochet. En aquella revista González declaró que
recibió —a través de su madre— amenazas por teléfono en más
de diez oportunidades y una vez por carta, y que tuvo que
solicitar recursos de protección. A pesar de las amenazas y el
acoso de la CNI, el grupo actuó gratuitamente en tres
concentraciones populares a favor del «no», en La Bandera,
Vicuña Mackenna y el cierre en Avenida Departamental, y más
tarde, en la franja televisiva.

El 14 de diciembre, poco después del plebiscito, volvieron a


Argentina para participar en el histórico concierto global Human
Rights Now!, organizado por Amnistía Internacional para
conmemorar los cuarenta años de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos en el Estadio Mundialista de Mendoza.
Esta gira pretendía pasar por Chile, pero la régimen de Pinochet
no lo permitió. Mientras Los Prisioneros actuaban, los chilenos
presentes alzaron banderas y carteles que decían «No»
aludiendo al triunfo de la oposición democrática. Al cierre se
unieron con Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman, Bruce
Springsteen, Youssou N'Dour, el grupo mendocino Markama y
los chilenos Inti Illimani para cantar el tema «Get Up, Stand
Up» de Bob Marley, ante más de 10 000 chilenos y 18 000
argentinos. Jorge González recordó: «Los chilenos estaban
felices de estar fuera del país. Se sentían liberados. Pero la
experiencia fue rara porque no estuvimos demasiado cómodos.
Siempre existió esa tensión entre argentinos y chilenos. No nos
quedó un recuerdo agradable».

Los Prisioneros pese a ser el grupo más popular en Chile, no


tenía buen sustento económico, y tras el pronto término de la
gira de promoción de La cultura de la basura en su país con las
malas ventas del álbum, coincidiendo con la decaída del rock
chileno, estaban en su punto más crítico. A pesar de eso,
seguían siendo artistas prioritarios de EMI. En septiembre de
1988 se embarcaron en la gira latinoamericana participando en
Concierto de Conciertos, donde actuaron en el Estadio El
Campín de Bogotá, Colombia, ante 70 000 personas, siendo los
artistas más esperados para sorpresa de ellos. Regresaron en
dos giras más en noviembre de ese año y abril de 1989. Mario
Ruiz, gerente de márketing de EMI para el mercado
latinoamericano, aseguró que Los Prisioneros lograron abrir el
mercado colombiano para el rock en español. Antes de dejar
definitivamente el país cafetero recibieron disco de platino; y
posteriormente, la canción «Pa pa pa» fue la más vendida en
las tiendas de discos de Colombia durante abril y mayo.

La gira continuaba en Venezuela, pero la grave crisis social y


política que siguió al «Caracazo» motivó que se cancelaran
todas sus presentaciones en ese país. En mayo llegaron a
México, donde eran un grupo prácticamente desconocido, y sus
canciones «¿Quién mató a Marilyn?», «La voz de los '80» y
«Muevan las industrias» se difundían solo en emisoras no
comerciales. Cuando estaban haciendo sus primeras
presentaciones en el país azteca, Claudio empezó a sentirse mal
a causa de una hepatitis. Por órdenes del médico tuvo que
regresar a Chile para tomar reposo y la banda debió cancelar el
resto de su gira.
Separación (1989-1992)
Primera salida de Claudio Narea
Entre julio y agosto de 1989, Los Prisioneros comenzaron a
trabajar en su cuarto álbum y, para ello, grabaron en Estudios
Konstantinopla (propiedad de Carlos Cabezas, de la banda
Electrodomésticos) una serie de demos que, años más tarde,
circularían entre los fanes como un bootleg bautizado como el
domicilio de Jorge González en ese entonces, Beaucheff 1435.
Sin embargo, gracias a los contactos que consiguió Carlos en la
trasnacional de EMI, en octubre de ese año, viajó con Jorge a
Los Ángeles, Estados Unidos, financiados con 70.000 dólares
para grabar el nuevo álbum. Ni Narea ni Tapia participaron en
este disco, pues el primero ya estaba distanciado de González y
no estaba de acuerdo con el enfoque del mismo, mientras que
el segundo no pudo viajar por problemas con la visa. Los dos
habían planeado repetir la experiencia de La cultura de la
basura y compusieron tres canciones durante las sesiones
de Beaucheff 1435: «Danza porque sí», editada dos años más
tarde como «(En este día aburrido) ¡Danza!» en el álbum debut
de Profetas y Frenéticos, la posterior banda de Claudio Narea;
«Fotos y autógrafos»; e «Historias ocultas», editada cuatro
años más tarde como «Historia ociosa» del álbum debut de
Jardín Secreto, la posterior banda de Tapia. Pero esta vez
todos esos temas quedaron fuera, Fonseca declaró al diario El
Mercurio, doce años más tarde, que fue porque no pudieron
viajar a los Estados Unidos por problemas con la visa. Pero en
realidad fue porque los temas no encajaban con el estilo que
Jorge quería imprimirle al nuevo trabajo. «La ley decía que
Jorge González era el compositor del grupo», comentó Claudio
Narea. Otra canción que no se incluyó en el disco por esta
misma razón fue «We are sudamerican rockers».
Desde febrero de 1989 las relaciones entre González y Narea se
ponían cada día más tensas, luego de que el segundo
descubriese que su esposa, Claudia Carvajal, mantenía una
relación amorosa con el primero. A pesar de esto, Claudio no
dejó la banda ya que esta era su única fuente de ingresos. Sin
embargo, empezó a cuestionar a Jorge y se ponía a pelear con
él durante la gira por Colombia, contó Fonseca quien no se
enteró de la razón del conflicto hasta que el guitarrista se fue
del grupo. En septiembre Narea actuaría por última vez en
directo con Los Prisioneros, hasta el reencuentro en 2001, en
una reunión privada de los ejecutivos del sello EMI Odeón.

En diciembre de 1989, según Claudio, González fue a su casa y


le propuso un trío con Carvajal para resolver sus diferencias, a
lo que Narea se negó. Esa misma noche, Jorge intentó
suicidarse ingiriendo 16 valiums y cortándose las venas. Unas
semanas después del incidente, Jorge logró convencer a Claudio
de permanecer en el grupo, asegurándole que el nuevo disco, a
pesar de ser un trabajo solista, estaría firmado por Los
Prisioneros por motivos contractuales, y que sería un disco de
muy bajo perfil editado solo para permanecer vigentes mientras
preparaban un próximo álbum, en el que volverían a trabajar
los tres como equipo. En enero de 1990 se produjo el único
ensayo al que asistió el guitarrista. Según relataría más tarde,
en lugar de enseñarle a tocar los nuevos temas, Jorge le dejó
solo en la sala de ensayos, obligándole a escuchar las
grabaciones una y otra vez, conocedor de que Narea sabía que
estas canciones las había escrito pensando en su mujer.
Además, al comprobar que González se había escapado de la
sala de ensayos para llamarla por teléfono, Claudio tomó la
decisión de irse de Los Prisioneros. Un mes más tarde le
informó su decisión a Miguel.
En mayo —ya devuelta la democracia— se hizo pública la salida
de Narea de Los Prisioneros, y, aunque en un principio dijo que
el motivo de su alejamiento fue por diferencias artísticas con el
líder y vocalista, se murmuraba fuertemente el triángulo
amoroso. Dos años más tarde, el ahora ex guitarrista dijo: «la
historia no tiene nombre de mujer, sino de un loco peligroso
que es Jorge». Esto lo afirmaría después en su libro Los
Prisioneros: Biografía de una amistad, donde aseguró que se
fue de la banda porque Jorge González estaba obsesionado con
él. Tras el anunciarse la separación de Los Prisioneros, Jorge
dijo en una entrevista al diario La Cuarta, el 26 de octubre de
1991, que el grupo se acabó cuando se fue Claudio.

Corazones y primera separación


El 20 de mayo de 1990, el ahora dúo, lanzó el cuarto álbum,
titulado Corazones, bajo la producción del argentino Gustavo
Santaolalla, siendo este el primero que no produce Jorge, a
diferencia de los trabajos anteriores. El videoclip del primer
corte de esta nueva placa, «Tren al sur», estrenado en Extra
jóvenes, tuvo una excelente rotación, llegando a ser nominado
como el «mejor vídeo latino» en los MTV Video Music Awards
1990. Poco menos de un mes después del lanzamiento
de Corazones, la banda consiguió un contrato con Capitol
Records para editar el álbum en formato CD en Estados Unidos.

Corazones sorprendió a todos por su cambio radical, que hizo


que se distinguiera claramente de sus predecesores en cuanto a
producción, música y temática. La utilización de teclados y
sintetizadores —elementos que González ya había incorporado
en Pateando piedras— impregnó por completo el disco con un
sonido synth pop. En sus letras, llenas de romanticismo y
melancolía, Jorge destapó su lado más introvertido, aunque la
crítica social que hizo famosos a Los Prisioneros durante la
década de 1980, seguía presente. De acuerdo con las palabras
de Javier Sanfeliú en la revista Rolling Stone Chile: «La
búsqueda de González esta vez fue por los surcos de nuestra
intimidad, esa donde residen por ejemplo lugares tan oscuros y
pantanosos como el machismo y el clasismo». En 2004, Jorge
reconocería que creó el álbum gracias a sus experiencias con el
éxtasis, que empezó a consumir en 1988 a través de un grupo
de hippies que venían de lugares como Goa o Poona.

Luego de la partida de Narea se consideró fichar a Rodrigo


Aboitiz —ex miembro de Aparato Raro y posteriormente de La
Ley— en su reemplazo, e incluso llegó a ensayar con ellos,
pero no cuajó con la nueva línea pop de Los Prisioneros, que
querían desarrollar, según detalló Miguel Tapia. Finalmente
Jorge se decantó por su amiga Cecilia Aguayo, ex integrante del
grupo de performance Las Cleopatras, al que también
pertenecieron la primera esposa de González, Jacqueline
Fresard, y la actriz Patricia Rivadeneira. Y, aunque su
experiencia musical se limitaba a unas lecciones de piano que
tomó cuando niña, dejó medicina y comenzó a aprender a tocar
teclado para integrarse a Los Prisioneros. Posteriormente,
Robert Rodríguez —antiguo compañero de Jorge en la Facultad
de Artes de la Universidad de Chile y ex integrante de Banda 69
— actuó con Los Prisioneros en Calama, reemplazando a Jorge
en guitarra a causa de una lesión que este sufrió en una
muñeca y un tobillo. Desde ese momento quedó como el bajista
del grupo. Robert, tras la disolución de Banda 69, tocó
irregularmente con Claudio al poco tiempo que él dejó Los
Prisioneros, sin embargo, cuando Narea estaba armando su
nueva banda: Profetas y Frenéticos, lo dejó.
Ocho meses tardó el álbum Corazones en convertirse en éxito,
pues los primeros recitales para la promoción tuvieron baja
convocatoria. De hecho, hasta mayo de 1990, cuando se
estrenó el videoclip de «Tren al sur», ninguna emisora radial
había querido poner al aire el sencillo, el cual había sido enviado
a las radios seis meses antes. «Nadie quería tocar a Los
Prisioneros, porque Los Prisioneros eran del pasado. Los
Prisioneros eran la banda de los 80, del rock latino. Y el rock
latino ya no funcionaba», según explicó Carlos Fonseca. Pero
luego de presentarse en febrero de 1991 por primera vez, y
durante dos noches, en el XXXII Festival Internacional de la
Canción de Viña del Mar —la primera edición del festival
celebrada en democracia desde 1973—, después de haber sido
vetados del evento en 1987 por la dictadura militar, la
popularidad del disco creció y se convirtió en el más vendido del
año en Chile (180 000 copias), obteniendo triple disco de
platino. A su vez, Jorge González fue elegido como el
compositor del año por la Sociedad Chilena del Derecho de
Autor. Este fue el trabajo más alabado por la crítica en toda la
historia de Los Prisioneros. Se llegó a asegurar que si hubiesen
partido así desde un comienzo, habrían obtenido muchas ventas
y diversos premios, aunque hubieran perdido su trascendencia
final. Logró romper «preconceptos autoimpuestos por el rock y
cambió definitivamente el rumbo de la canción pop», afirmó el
sitio web Santiagocultura.cl, logrando ser un éxito en todos los
países de Latinoamérica y Estados Unidos. Incluso, años más
tarde, en Argentina, país donde Los Prisioneros no tuvieron
mucho reconocimiento, Jorge González recibiría regalías por
concepto de derechos de autor mientras se encontraba
promocionando su primer disco solista, ya que en lugares como
Córdoba o Rosario, Corazones fue un éxito rotundo. En 2005,
los auditores de Radio Concierto eligieron a Corazones como el
mejor disco chileno de la década de 1990.

Pese al éxito, Carlos Fonseca no se sentía a gusto con el rumbo


que estaban tomando el grupo, por ejemplo, al querer incluir un
coro femenino, la incorporación de Cecilia Aguayo (que ni
siquiera era músico) o la manera que se organizaron para
actuar las dos noches en el Festival de Viña (una noche
de rock y la otra de techno), por lo que, al terminar las
presentaciones en el certamen viñamarino, dejó de
representarlos. Con Óscar Larraín ocupando el puesto de
Fonseca, Los Prisioneros continuaron el resto de 1991
presentándose en Chile, Perú, Bolivia y Venezuela. En
noviembre, en este último país, participaron en el Festival Rock
Music '91, el primer festival del rock iberoamericano, antes de
iniciar la gira de despedida. El 24 de octubre, anunciaron en
Santiago su separación, y de paso, lanzaron un álbum
recopilatorio más un VHS titulado Grandes éxitos, que incluía
«We are sudamerican rockers», tema que hasta entonces no se
había editado en Chile. El álbum vendió 120 000 copias en
Chile y 54 000 en el extranjero. El 15 de noviembre, cuando
empezaron el Adiós, Prisioneros, recibieron el premio Laurel de
Oro como «mejor grupo rock pop». En diciembre, en el Estadio
Chile, al intentar presentar la última canción de la noche, el
público empezó a corear el nombre del ex guitarrista del grupo.
Ante esto, Jorge González respondió mofándose de la banda de
Claudio, al referirse a esta como «Proxenetas y Flemáticos»,
pero el público fue cada vez más insistente. Jorge no lo pudo
soportar, tiró la guitarra al suelo y se retiró a camarines para
poder llorar. El último concierto de Los Prisioneros fue en el
Estadio Playa Ancha de Valparaíso, en enero de 1992.

Receso (1992-2001)
Dos meses después de dejar Los Prisioneros, Claudio formó el
grupo Profetas y Frenéticos con el que publicó dos álbumes de
corte rockabilly: Profetas y Frenéticos (1991) y Nuevo
orden (1992). Aunque no obtuvo éxito comercial con ninguno
de estos trabajos, Profetas y Frenéticos se la considera una de
las bandas más influyentes de la década de los noventa en
Chile. En 2000 publicó su primer disco solista, Claudio Narea,
que recibió buenas críticas pero una tibia recepción del público.
Miguel formó un dúo con Cecilia Aguayo y, con el respaldo de
Robert Rodríguez y otros músicos, crearon la banda tecno-pop
Jardín Secreto. Editaron dos álbumes que pasaron
inadvertidos, Jardín Secreto (1993) y El sonido de
existir (1997); este último tenía una versión de «El Albertío» de
Violeta Parra, que fue producido por Jorge González.

Jorge fue el más exitoso de los tres. Su primer álbum


solista, Jorge González (1993), que si bien no vendió como se
esperaba, contenía la canción «Fe» que se convirtió en un éxito
en varios países. De hecho, cuando Los Prisioneros visitaron
México durante la gira de reencuentro, tuvieron que tocarla
obligatoriamente debido a la popularidad de la canción en ese
país, y desde ese momento empezaron a tocarla
ocasionalmente fuera de Chile, y a partir del 2004 formó parte
del repertorio estable de Los Prisioneros en sus presentaciones.
Luego vendrían altos y bajos en la carrera de González, con
discos arriesgados que no tuvieron buena acogida del público —
El futuro se fue (1994) y Mi destino (1999)—, y el proyecto
experimental Gonzalo Martínez y sus congas pensantes (1997),
un álbum de cumbias electrónicas editado en dupla con Martín
Schopf (Dandy Jack) que fue destrozado por la crítica en Chile,
pero que en Europa fue elogiado en el circuito underground.
En 1994 hubo un primer intento de reunir a la formación
original en un concierto, el empresario Luis Venegas (actual
dueño de los canales Vía X y Zona Latina) ofreció diez millones
de pesos como adelanto a cada integrante, y que la suma iría
creciendo dependiendo de las veces que tocaran. Narea y Tapia
aceptaron, y se juntaron algunas ocasiones para hablar de esto.
En cambio, González no respondió. Claudio lo visitó por petición
de Luis, sin embargo, Jorge, que estaba por sacar su segundo
disco solista, no estaba interesado en tocar con Los Prisioneros.

A fines de 1995, los tres fueron contactados por el ex mánager


de la banda y en ese entonces gerente de márketing de Emi
Odeon Chilena, Carlos Fonseca, para proponerles editar un
álbum recopilatorio que, además de contener los éxitos de la
banda, incluyera canciones inéditas. Es así como el trío
sanmiguelino se reunió por primera vez luego de varios años,
con motivo de seleccionar los temas que serían incluidos en el
compilado. El 12 de julio de 1996 fue lanzado Ni por la razón, ni
por la fuerza en formato CD doble, el título hace referencia
irónica en contradicción al lema patrio chileno «Por la razón o la
fuerza». En la portada aparecen los tres integrantes vestidos
como próceres de la independencia y rebautizados como
«Bernardo González», «José Miguel Narea» y «Manuel Tapia».
El diseño estuvo a cargo de Marco González, hermano de Jorge.

Ni por la razón, ni por la fuerza vendió 100 000 discos dobles,


más que cualquier banda chilena activa durante la década de
1990, e incluso, más que los artistas de la Nueva Ola, Los
Jaivas o Violeta Parra. Incluyó canciones descartadas,
versiones de algunos de sus éxitos editados para el extranjero,
remezclas, tomas en vivo, canciones de la época de Los
Pseudopillos, Los Vinchukas, el «lado B» de la banda: Los
Apestosos y Gus Gusano y sus Necrofílicos Hemofílicos, que
fueron nombres que adoptaron Los Prisioneros entre 1987-1988
para grabar temas divertidos, bizarros o transgresores solo por
diversión, y la banda sonora de Lucho, un hombre violento, una
película de humor absurdo realizada en 1988 de forma amateur
por Jorge y Claudio con la colaboración de amigos; aunque
nunca fue finalizada, existen quince minutos de metraje que
circulan por internet.

A fines de 1996, Jorge, Claudio y Miguel se reunieron a tocar en


una sala de ensayo de propiedad del guitarrista, ubicada en
Balmaceda 1215. La única persona que presenció el momento
fue la periodista Marisol García, quien no entregó los detalles a
la prensa ni tampoco estos se enteraron. Una semana después,
Claudio le sugirió a Jorge la posibilidad de reunir a la banda en
un concierto en el Estadio Nacional, pero este descartó la
propuesta. En 1998 Jorge y Miguel crearon la banda Los Dioses
con el venezolano Argenis Brito, ex miembro de Los Chamos y
que participó en Gonzalo Martínez y sus congas pensantes.
Realizaron una gira por Perú y Chile, subtitulada «Lo mejor de
Los Prisioneros», interpretando los clásicos de la banda y
versiones de artistas como Los Tres, Leo Dan, Albert Hammond
y Electrodomésticos, así como algunos temas propios y
proyectos paralelos de cada integrante. Sin embargo, en marzo
de 1999, Jorge colapsó y dejó el grupo. Al año siguiente se
internó en el Centro de Desintoxicación de Villa Quinqué en La
Habana, Cuba, para superar su adicción a las drogas, por lo
cual tuvo que suspender la promoción de su disco solista Mi
destino. Miguel y Argenis Brito continuaron juntos bajo el
nombre de Razón Humanitaria, pero el dúo se disolvió al poco
tiempo sin ningún álbum publicado.
En 2000, se editaron dos álbumes: el primero en octubre se
publicó Tributo a Los Prisioneros, producido por Carlos Fonseca,
bajo el sello Warner Music, que contó con dieciocho músicos
chilenos, entre los que destacan, La Ley, Lucybell y Javiera y
Los Imposibles. Mientras algunos trataron de ser fieles a la
versión original como Canal Magdalena, Glup!, Los Miserables o
Los Ex, otros hicieron sus propias interpretaciones, mezclando
diversos estilos y géneros, como Makiza en «Latinoamérica es
un pueblo al sur de Estados Unidos», una versión electrónica de
«¿Quién mató a Marilyn?» de Pánico, una interpretación al estilo
de Janet Jackson en su álbum The Velvet Rope de Mamma Soul
en «Estrechez de corazón», una versión reggae de Gondwana
de «El baile de los que sobran» o la reinvención de «¿Por qué
no se van?» a cargo de Florcita Motuda, que cambió la letra y el
título a «Mejor yo me voy del país». La versión de Carlos
Cabezas de «Estar solo» contó con el propio Jorge González
haciendo coros, junto con Álvaro Henríquez y Roberto «Rumpy»
Artiagoitia. El segundo, El caset pirata, una recopilación de
registros en directo de la banda entre 1986 y 1992, se lanzó
un mes después por EMI Odeon, con la producción de González.
Vendió 20 000 copias. Como adelanto, el 30 de octubre se
presentó como sencillo «No necesitamos banderas», grabado
durante una presentación de 1992 en la gira de despedida de la
banda.

El 10 de febrero de 2001, después de veinte años de existencia,


Fusión, la tienda de discos que perteneció a Carlos Fonseca y
que abrió las puertas a Los Prisioneros a la música, fue cerrada.
Claudio Narea lo calificó como el segundo hogar de la banda.

Reunión (2001-2003)
El 5 de septiembre, la formación original de Los Prisioneros
anunció su regreso después de doce años y lanzó un nuevo
sencillo de una antigua canción regrabada especialmente para
la ocasión, «Las sierras eléctricas», originalmente registrada
antes de la salida de Claudio Narea en 1989 para Corazones,
publicada póstumamente en Ni por la razón, ni por la fuerza. El
tema se presentó en las radios sin mucha difusión. Ese año EMI
editó el álbum doble recopilatario Antología, su historia y sus
éxitos, un disco más completo que el mezquino Grandes
éxitos de solo cincuenta y cinco minutos de duración, por lo que
decidieron retirar este último de los catálogos. El sello tuvo
problemas contractuales, ya que por contrato no podían editar
un disco sin el consentimiento de la banda, por lo que tuvieron
que adecuarse a las exigencias de ellos. Además, incluía «Las
sierras eléctricas» en su versión grabada en 1989, que no era
propiedad de la casa disquera. Más tarde, González acusó a
EMI de no pagar ningún derecho por sus producciones cuando
pertenecían al sello.

El 9 de octubre, realizaron una conferencia de prensa, su


primera aparición pública en años, en la Feria del Disco, a la
que concurrieron todos los medios de comunicación locales,
mientras una multitud de fanáticos se aglomeraba en el Paseo
Ahumada. En dicha ocasión anunciaron formalmente la
realización de un concierto en el Estadio Nacional, programado
para el día 1 de diciembre de ese año. El 22 de octubre la
banda hizo su primera y única aparición en televisión antes del
recital, en el De pe a pa conducido por Pedro Carcuro. La
producción del programa les llevó a Parmenia Morales, su
profesora jefe cuando estudiaban en el Liceo 6, e interpretaron
en directo «La voz de los '80». El estelar obtuvo treinta y dos
puntos de rating esa noche, y gracias a eso que sirvió como
única promoción para el concierto, al día siguiente se agotaron
las entradas que quedaban, por lo que se decidió fijar un
segundo concierto. Primero se contempló el 2 de diciembre,
pero Universidad de Chile debía jugar el último partido de la
fecha del campeonato nacional y el estadio debía ser entregado
al día siguiente; por lo tanto, el concierto se fijó para el 30 de
noviembre. Dos días antes del primer recital, fueron invitados
al Palacio de la Moneda por la primera dama, Luisa Durán, con
el fin de apoyar la campaña Sonrisa de Mujer.

Más de 140 000 personas repletaron el Estadio Nacional durante


las dos noches que se presentaron Los Prisioneros, siendo los
únicos en llenar dos veces seguidas el recinto de Ñuñoa sin
promociones ni entradas regaladas. Durante los recitales la
banda demostró que su espíritu rebelde y contestatario seguía
intacto. En la canción «Sexo», González repartió condones entre
el público asistente. Al finalizar «Lo estamos pasando muy
bien», hizo alusión al pasado del Estadio Nacional como campo
de concentración y centro de torturas y ejecuciones tras el
golpe militar de 1973, criticando al ex candidato presidencial
derechista Joaquín Lavín por intentar lavar su imagen
distanciándose de la figura de Pinochet y en «Latinoamérica es
un pueblo al sur de Estados Unidos» atacó a Estados Unidos por
su complicidad en el golpe y por su hipocresía al declarar la
guerra al terrorismo a pesar de patrocinar actos de terrorismo
de Estado como los ocurridos en Chile. El evento fue cubierto
por más de trescientos medios acreditados. La mayoría locales
pero también internacionales como BBC, CNN, MTV,
Telemundo; el periódico Chicago Tribune y las
revistas Billboard y Rolling Stone, con sus corresponsales
chilenos. Otros vinieron especialmente, como los canales Puma
TV de Venezuela, Antena 3 y el diario La República de Perú.

El 18 de febrero de 2002, luego de recibir ofertas por parte de


Universal y Warner Music, el grupo finalmente optó por firmar
un contrato con el último para editar el concierto en el Estadio
Nacional en un álbum doble con un total de veintisiete
canciones, que sería lanzado en marzo. El 27 de febrero
realizaron una conferencia de prensa en las oficinas de su nuevo
sello para anunciar el futuro lanzamiento del álbum en directo y
una gira por todo Chile. Como adelanto desprendieron «¿Por
qué no se van?» como sencillo. Sin embargo, la conferencia se
enfocó en los problemas de drogas que se vio envuelto Jorge
González cuando fue detenido por portar papelillos de cocaína
en su vehículo en Cajón del Maipo unos días antes. Este alabó la
piratería justificando que los discos eran demasiados «caros»,
mientras que Narea discrepó argumentando que vender estos
productos era una «mafia organizada» y que podía afectar a
futuro las industrias discográficas. Además señalaron que no
fueron considerados para el XLIII Festival Internacional de la
Canción de Viña del Mar por temor a que hablaran en contra de
Joaquín Lavín en la Quinta Vergara.

El álbum en directo, titulado sencillamente Estadio Nacional,


vendió 30 000 copias y obtuvo disco de platino a tan solo cinco
días de salir en venta. «Todo un récord pensando en la
situación económica que vive el país y los niveles de piratería
que existen», declaró el diario popular La Cuarta. Más tarde,
los lectores de EMOL eligieron Estadio Nacional como el mejor
disco nacional del año 2002. La gira de reencuentro empezó
por el sur en el Estadio Parque Schott en Osorno el 16 de
marzo; luego por Valdivia, Temuco, Concepción, Talca y
Rancagua, solo en el sur ya habían congregado a 61 000
personas. En abril continuaron en el norte (Arica, Iquique y
Antofagasta) y la zona centro (Copiapó, La Serena, cerrando en
Viña del Mar en mayo). En junio actuaron en Estación Mapocho
a beneficio de los damnificados a causa del temporal que afectó
al país ese año, y en julio empezaron la gira internacional en
Perú, donde los lectores del diario local El Comercio eligieron a
Los Prisioneros como el mejor concierto de rock ofrecido en el
país, el año 2002.

El 4 de septiembre, Los Prisioneros publicaron la versión


audiovisual de Estadio Nacional en DVD doble, bajo el título Los
Prisioneros: Lo estamos pasando muy bien, puesto en venta al
día siguiente, que incluyó además un documental realizado por
la periodista Carmen Luz Parot, con entrevistas a cada uno de
los integrantes, los ensayos para los recitales, imágenes de los
entre telones y recitales dados en Concepción y Viña del Mar en
2002, etc. A tan solo veinte días de salir en tiendas, logró
vender 9 000 copias, Tabaré Couto (director de marketing de
Warner Music Chile) comentó que tendría que hablar con la
Asociación de Productores fonográficos para ver como
entregaban un disco de oro, ya que nunca se había entregado
uno por ventas de este formato en Chile. Finalmente obtuvo 20
000 copias con disco de platino, alcanzó el récord de mayor
número de copias vendidas de DVD en Chile, pero pronto sería
destronado por 31 minutos un año después. Más tarde Fonseca
comentó que cuando sacaron el DVD, de ahí en adelante, lo
empezaron a pasar mal.

El 25 de octubre, Los Prisioneros asistieron a la primera entrega


de premios de la cadena MTV Latinoamérica en el Teatro Jackie
Gleason de Miami, nominados en la categoría «Mejor artista
suroeste». En la ceremonia, Jorge junto con Álex Lora (de El
Tri) y Ricardo Mollo (de Divididos) hicieron entrega del premio
al «Mejor vídeo del año», ocasión en la que se recordó que
nueve años antes el videoclip de «We are sudamerican rockers»
abrió las transmisiones de la cadena latinoamericana, momento
en el que estuvo presente el mismo Jorge González. En
noviembre Los Prisioneros hicieron una serie de presentaciones
en España, Estados Unidos y México.

Controversias y Los Prisioneros


De regreso a Chile tocaron en el cierre de la Teletón del 2002
en el Estadio Nacional. Antes de ejecutar el primer tema, Jorge
González comentó que era bueno que el «ego gigante» de los
artistas que querían figurar y la avaricia y el buen sentido del
negocio de las empresas que pueden subir los precios, pagar
menos impuestos, hacerse publicidad y, a través de sus
consumidores «ayudar», sirviera como aporte para los niños del
evento caritativo. Mientras interpretaban «Quieren dinero» el
vocalista siguió con su ironía modificando la letra de la canción,
citando a los políticos Joaquín Lavín y Hernán Büchi; los
empresarios Andrónico Luksic y Anacleto Angelini; y los
Pinocheques. González fue duramente cuestionado, sin
embargo, mantuvo sus dichos reiterando: «Es bueno que se
transforme algo tan tonto como Kike Morandé y Cecilia Bolocco
en algo positivo que es la ayuda para los niños, es bueno
porque todo el año no significan nada más que una cosa
grosera, superficial, de avaricia, de malos ejemplos, que
rebajan la cultura, porque todas esas personas están rebajando
el nivel intelectual de todo el mundo por la televisión».
Posteriormente Los Prisioneros se presentaron en el Estadio
Chile el 6 y 7 de diciembre con 5 500 espectadores.

A principios de febrero de 2003, tras haber tocado en el


Bamboo Square de Perú, ante más de 6 000 personas, Jorge
concedió una entrevista al diario local Correo, donde dijo que
los chilenos eran una «mierda», y además, unos «flojos y
ladrones», rematando que «a veces le daba vergüenza ser
chileno». Durante una conferencia antes del recital, González
mencionó que los chilenos estaban dispuestos a usar sus armas
contra Perú y Bolivia. Al regresar a Chile, la cámara de
diputados acusó a Jorge de cometer una infracción a la Ley de
Seguridad del Estado y los diarios señalaron el descontento
popular. Las Últimas Noticias calificó a Jorge como
«antipatriota». El 6 de febrero Los Prisioneros hicieron una
conferencia de prensa en las oficinas de Warner, donde el líder
pidió disculpas al 99 % de los chilenos y afirmó que sus
comentarios iban dirigidos a las grandes empresas como
Lucchetti que se habían enriquecido durante la dictadura militar.
Esto coincidió en los días próximos en que el trío sanmiguelino
se presentaría en el XLIV Festival Internacional de la Canción de
Viña del Mar, generándose un debate que si debían bajar o no a
Los Prisioneros del Festival. Durante ese lapso, tocaron en el
sur de Chile (Castro, Puerto Montt, Punta Arenas y Talcahuano),
en donde no habían tocado en la gira de reencuentro.

El 22 de febrero finalmente Los Prisioneros se presentaron por


primera vez como formación original en el Festival de Viña del
Mar, luego de las tensas jornadas anteriores, donde el monstruo
hacía silbatinas cada vez que los nombraban. Cuando salieron
al escenario, Jorge González entró desafiante
pidiendo pifias (silbatinas) al público. Para dicha presentación,
González había sido obligado a firmar un contrato en el que se
le prohibía expresamente hablar, debido a sus controvertidas
declaraciones anteriores. Sin embargo, fiel a su estilo
irreverente, se las ingenió para lanzar sus críticas improvisando
durante las canciones. Abrieron con «Sexo», donde Jorge
arremetió contra el doble estándar del canal estatal que
transmitía el evento, Canal 13, en ese entonces controlado por
la iglesia católica. En «No necesitamos banderas» y
«Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos» atacó
duramente a George Bush, la guerra de Irak, el chauvinismo y
la xenofobia, y en «El baile de los que sobran» criticó el
segregacionismo del sistema educacional chileno. Además,
González atacó directamente a la prensa. El público los premió
con antorcha de plata y oro y gaviota de plata. El Festival tuvo
su mayor nivel de audiencia con 34 puntos de rating. La
Cuarta la eligió como la mejor actuación de las seis noches y
los lectores de EMOL como «el mejor concierto popular del
año».

El 29 de marzo, con el financiamiento del gobierno de Chile y la


gestión de la primera dama, Luisa Durán, para recaudar fondos
para becas y compras de instrumentos para la Fundación de
Orquestas Juveniles e Infantiles y las Escuelas de Rock, Los
Prisioneros se presentaron por tercera vez en el Estadio
Nacional con setenta músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional
Juvenil, ante 45 000 personas. González alabó al Presidente de
la República, Ricardo Lagos, por su valentía al no apoyar al
gobierno de Estados Unidos en la guerra de Irak. En mayo se
presentaron en Bolivia, posteriormente, durante junio y julio,
se presentaron en Perú, Ecuador y Colombia, con todos los
recintos llenos.

El 13 de mayo, Los Prisioneros liberaron el primer corte de su


nueva placa, «Ultraderecha», desde la cancha del Estadio
Nacional a través de un móvil para el programa Ciencia
ficción de la radio Rock & Pop, conducido por Sergio Lagos. El
tema se ubicó en el primer lugar en las radios chilenas. El 5 de
junio, Los Prisioneros publicaron su primer álbum con canciones
originales en trece años, y el primero como formación original
desde La cultura de la basura, titulado simplemente Los
Prisioneros. Incluyó el tema «Canción del trabajo», una idea
original de Narea y que permitió que Jorge re-escribiera. A dos
horas de su lanzamiento, obtuvo disco de oro con más de 10
000 copias vendidas. Sin embargo el disco estaba alejado del
sonido que caracterizaba al trío, por lo que fue recibido por los
fanes con extrañeza y de forma negativa por la crítica, quienes
lo catalogaron como un álbum «tecno», a pesar que había
temas que contaban con guitarras y había otros estilos como
el funk. Jaime Meneses de Rockaxis comparó el disco con una
pintura: «es un cuadro hecho con pinturas de diversos colores
que se ven bien de lejos, pero que de cerca irradian algunas
fallas». Con solo 20 000 copias, se le consideró un pequeño
fracaso. El 24 de julio presentaron «San Miguel» como segundo
sencillo en un recorrido en una micro amarilla que hicieron por
la comuna que los vio crecer y forjar como grupo —nuevamente
— para el programa Ciencia ficción de la radio Rock & Pop, en
donde contaron sus vivencias en aquella localidad. La canción
fue compuesta por González para La cultura de la basura, su
hermano, Marco, se la recordó y decidió incluirla en el disco.

El 5 de septiembre volvieron al Estadio Nacional para participar


en el concierto El sueño existe a tributo de Salvador Allende.
Donde, al cantar la última canción, en lugar de concluir la parte
final de «El baile de los que sobran», rápidamente pasaron a
«Bailan sin cesar» de 31 minutos. Durante la prueba de sonido
tocaron esta canción sin darle aviso a Claudio. El 13 de ese
mes también participaron en el homenaje a Víctor Jara en el
recién rebautizado Estadio Víctor Jara (anteriormente Estadio
Chile). Esta sería la última actuación de Narea con Los
Prisioneros en Santiago.

Segunda salida de Claudio Narea


Las tensiones en el grupo ya se habían hecho nuevamente
presentes en septiembre de 2002, luego que Jorge le hiciera
entrega a Claudio de los demos para el nuevo álbum. A
diferencia de Miguel y Carlos, que estaban entusiasmados, éste
se vio defraudado por los nuevos temas. Durante la grabación
no quería grabar las guitarras y ponía en duda constantemente
que las canciones fuesen del agrado del público, cuestionando,
además, que la capacidad del compositor grupo fuera la de
antaño. Esto empezó a molestar al resto de los miembros, en
especial a González, lo que detonó en la expulsión del
guitarrista de la banda dos meses después de la publicación del
disco.

El 16 de septiembre de 2003, Warner Music comunicó la nueva


partida de Claudio Narea de Los Prisioneros. El último concierto
con la formación original se realizó el 21 de septiembre en el
Festival La Pampilla de Coquimbo, ante más 80 000 personas,
donde se pudo apreciar la lejanía de González y Tapia con
Narea.

Al día siguiente, Claudio publicó una carta en la página web de


fanes de Los Prisioneros explicando los motivos de su nuevo
alejamiento:

«Este despido me fue comunicado el día 18 de agosto, en el


marco de una reunión a la que fui convocado por Jorge y
Miguel. Sin mediar diálogos ni discusiones, Jorge González me
comunicó, simplemente, que "no queremos tocar más contigo".
Me acusó de querer sobresalir y de comentar con amigos mis
problemas al interior del grupo. Estaba especialmente molesto
por una entrevista que concedí en junio al diario Las Últimas
Noticias, a pesar de que se trató de una conversación sobre
asuntos personales en la que no revelé ningún tipo de infidencia
sobre la banda».

Tres días después se convocó una conferencia de prensa para


anunciar los proyectos futuros de Los Prisioneros. Aunque desde
un principio, Jorge y Miguel advirtieron que no se iban a referir
sobre la salida de Claudio, los periodistas insistieron en saber su
versión. Ante la presión, Tapia confirmó que ellos despidieron a
Narea, entonces, González interrumpió presentando al líder de
Los Tres y por ese entonces de Los Pettinellis, Álvaro Henríquez,
como el nuevo miembro, quien aclaró que solo era músico
invitado y no el reemplazante de Claudio. Las insistentes
preguntas sobre el ex guitarrista terminaron por hacer que
Jorge perdiera la compostura y botara de la mesa todos los
micrófonos y demás objetos al piso, abandonando el lugar
sumamente molesto. Esto repercutió negativamente la gira con
Café Tacuba en Chile y en las ventas del álbum Los Prisioneros
en las raras tocatas nuevas de la Rock & Pop, que no superó las
1 000 copias. Este disco es una selección de versiones de
artistas tan variados como The Beatles, Virus, Bee Gees, Los
Iracundos, Los Gatos o el programa infantil 31 minutos, y
también contiene reversiones de «En el cementerio» y
«Concepción», temas del álbum Los Prisioneros. Contó con la
colaboración, además de Henríquez, de Pablo llabaca
(integrante de Chancho en Piedra). El álbum fue registrado los
días 25 y 26 de septiembre —apenas unas horas después del
incidente con los micrófonos— durante una sesión de 15 horas
en los estudios de la Rock & Pop para el programa Raras
tocatas nuevas.

El 5 de octubre, Los Prisioneros iniciaron una serie de conciertos


en México. Por esos días la gente empezó a llamarlos «Los
Prisionellis», nombre dado por Álvaro como broma durante la
fallida conferencia de prensa para explicar la nueva alineación
de Los Prisioneros. El 31 de octubre, Los Prisioneros partieron
la gira con Café Tacuba, presentándose en Antofagasta, luego
en Santiago, Concepción y Viña del Mar, no logrando reunir más
de 3 000 personas por función, salvo en la ciudad penquista,
donde tocaron para 5 000. Esto empezó a motivar a González a
querer irse de Chile. Las pérdidas millonarias que dejó la gira,
también afectaron a Claudio, quien a pesar de ya no estar en la
banda, todavía formaba parte de Los Cuatro Luchos Ltda.,
sociedad que creó con Jorge, Miguel y Carlos, durante la
reunión en 2001. Para salirse legalmente, interpuso una
querella en tribunales a su ex grupo por apropiación indebida,
en junio de 2004. Tanto ellos como los fanes, criticaron el
proceder de Narea. Se llegó a un entendimiento extrajudicial
casi dos meses después, pagándose sesenta millones de pesos
al ex guitarrista.

El 23 de octubre de 2003, Los Prisioneros volvieron a Miami,


nominados nuevamente por MTV Latinoamérica, esta vez en la
categoría «Mejor artista central». La cadena celebraba diez años
de existencia y su segunda entrega de premios, por lo que
decidieron crear al supergrupo Los Black Stripes, compuesto por
exponentes del rock latino de la talla de Ricky Martin, Juanes y
Charly Alberti, para abrir la ceremonia, empezando con Alex
Lora interpretando «We are sudamerican rockers», a quien se le
unieron Jonaz y Rosso (integrantes de Plastilina Mosh), para
luego dar paso a Jorge González, que interpretó «Bolero falaz»
del grupo colombiano Aterciopelados, y antes de retirarse gritó
«¡Viva Cuba!». La categoría por la que postulaban Los
Prisioneros dio como ganador a Libido, y para celebrar su
segunda lengua, la banda peruana realizó un concierto en el
Museo de la Nación de Lima, con Narea de invitado,
compartiendo éste, además, escenario con Zeta Bosio, «ambos
representantes de las dos bandas sudamericanas de mayor
popularidad», según el bajista de Libido, Antonio Jáuregui.
Claudio y Zeta se reencontraron cuatro años más tarde en una
tocata en Santiago.
En el marco de la gira con Café Tacuba en México fue donde
Jorge empezó a discutir con Álvaro, pues este no iba a las
pruebas de sonido y en lugar de eso iba a fiestas, a pesar de
esto, la relación entre ellos no se vio afectada solo porque
Henríquez era el líder de Los Tres, según Carlos Fonseca. El 14
de diciembre, actuaron por última vez junto con Álvaro
Henríquez, ante 25 000 personas en Curicó. A principios del
2004, el sitio web de la banda confirmó que ya no seguía como
invitado.

Años finales (2004-2006)


Manzana y separación definitiva
El 30 de enero de 2004, Sergio «Coti» Badilla fue presentado
como integrante formal de Los Prisioneros en Calera de Tango.
Coti formó parte del proyecto de Miguel Tapia, Razón
Humanitaria, y participó en el álbum Los Prisioneros. Se
incorporó al grupo desde 2001 como técnico, acompañándolos
en las últimas treinta presentaciones, incluyendo las giras por
México, Estados Unidos y España. A partir de entonces, Jorge
pasó a ser primer guitarra, tal como en la época de Corazones,
Sergio segunda guitarra —programando las bases y bajos— y
Tapia batería. A finales de enero y principios de febrero hicieron
una gira por Chile, para luego empezar a grabar un nuevo
álbum.

El 27 de marzo participaron en el homenaje a Gladys Marín en


Estación Mapocho, con Gonzalo Yáñez como invitado en tercer
guitarra. El 9 de junio Yáñez fue presentado en el Gimnasio
Regional de Talca como miembro oficial del grupo, convertido
ahora en un cuarteto. Con esta formación presentaron el sexto
y último disco de Los Prisioneros: Manzana, el 19 de agosto
presentaron en el Teatro Providencia. Como adelanto se
presentó el primer sencillo «El muro», tema que trata sobre los
problemas limítrofes entre México y Estados Unidos. El resto
del año promocionaron el álbum en Estados Unidos, Canadá,
Perú y México.

Manzana contó con la colaboración de Beto Cuevas, Álvaro


Henríquez y Uwe Schmidt (alias Atom Heart). La periodista
Marisol García señaló que en este álbum recuperaron la fuerza
roquera descuidada en el homónimo. «La guitarra eléctrica se
utiliza aquí sin timidez (solos, rasgueos rápidos, ritmos ska,
etc.)». El álbum incluyó además el tema «Azota», una versión
en español de «Whip It» de Devo, y la canción «Acomodado en
el rock and roll», una burla a Claudio Narea. El segundo
sencillo, «Manzana», contó con la participación de la cantante
infantil Christell Rodríguez como protagonista del videoclip. A
pesar de esto, en Chile apenas vendió 9000 copias, pero logró
un mayor reconocimiento en Perú, Colombia y México.

En enero de 2005, Jorge y Miguel firmaron un contrato para una


gira en Perú sin su mánager Carlos Fonseca, lo que significó su
retirada como representante de la banda. Le reemplazó el
productor Víctor Varela, amigo de la infancia de Miguel Tapia y
de la adolescencia de Jorge, y que, además, trabajó con
Lucybell y con Los Prisioneros en la época La voz de los '80.
Inicialmente, Fonseca dijo que se iba en buenos términos, ya
que Los Prisioneros se radicarían en México en abril y él quería
priorizar su vida familiar. Sin embargo, casi siete años más
tarde, reconoció que se había peleado con Jorge y sentía que
Los Prisioneros eran un «caballo muerto», pero el vocalista no
quería admitirlo. Gonzalo Yáñez ya había dejado antes el grupo
amistosamente, para enfocarse en la promoción de su primer
disco solista. Durante febrero y marzo Los Prisioneros se
presentaron en Colombia y Perú.
El 9 de abril se despidieron de Chile en el estadio Santiago
Bueras de Maipú, para irse finalmente a México. Sin embargo,
en agosto, Tapia se encontraba comprando sus bienes raíces en
Santiago. Con Miguel y Coti en Chile y Jorge en México, la
banda no podía crear nuevo material ni ensayar para los
conciertos, por lo que pactaron terminar los compromisos y
separarse el 1 de marzo del 2006. El 3 de febrero, participaron
en el Festival de La Serena, y el 10 de ese mes, tocaron en
Coelemu, esta sería última actuación de Los Prisioneros en su
país. El 18 de febrero, tocaron en el Aula Magna de la
Universidad Central de Venezuela, en donde el baterista reveló
al diario local El Mundo que aquella era el último concierto de
Los Prisioneros y que se disolvieron. Según la prensa chilena,
durante el concierto, que duró apenas una hora, el vocalista se
enfrentó duramente con el público, luego se retiró, yéndose al
hotel, quedando a Tapia y Badilla en el escenario, mientras los
asistentes los llamaban «traicioneros»; Jorge aseguró a la
revista Rolling Stone, que los estaban aplaudiendo. Marco
González —mánager de Los Prisioneros en la última etapa—
convenció a su hermano para que volviera a terminar el
concierto. Finalizado, Marco confirmó el nuevo quiebre de Los
Prisioneros. Los asistentes quedaron molestos, González y
Tapia peleados. El primero volvió a México y el segundo a Chile
con Coti.

Después de la separación
Tras la disolución definitiva en 2006, ha habido múltiples
ofertas para reunir al trío sanmiguelino, desde tentativas de
privados hasta algunas de mayor perfil, como la del Maquinaria
Festival 2012. Sin embargo, Miguel Tapia ha sido el único que
se ha manifestado dispuesto a volver a tocar con sus ex
compañeros. Jorge González, radicado en Berlín entonces,
rechazó una propuesta en septiembre de 2014, formulada por
personeros del canal Chilevisión, que pretendía juntarlo con
Tapia en un concierto en el Estadio Nacional. La ausencia de
Claudio Narea en esta propuesta se debió, en primer lugar, al
quiebre de su amistad con Jorge, que llegó a un punto sin
retorno con la publicación del guitarrista de su libro
autobiográfico Los Prisioneros: Biografía de una amistad (2014)
—versión revisada y aumentada de su primer libro, Mi vida
como prisionero (2009)— en el que acusó a González de estar
obsesionado con él, y de acosarlo durante años a él y a su
familia (tanto en persona como por internet, e incluso a través
de canciones), lo que atribuyó a una posible atracción
homosexual no asumida; y, en segundo lugar, por las críticas
de Narea contra la serie televisiva Sudamerican Rockers,
emitida precisamente por Chilevisión.

En enero de 2009, Claudio y Miguel, después de retomar el


contacto tras más de cinco años de separación, aparecieron
juntos en La Cumbre del Rock Chileno II (Jorge actuó más tarde
en el evento, pero no se encontró con sus ex compañeros).
Desde entonces conforman un dúo llamado precisamente Narea
y Tapia, con el que han ofrecido numerosos conciertos
interpretando temas de Los Prisioneros, en compañía de la
banda de apoyo de Narea, Los Indicados. En 2010, el dúo
publicó tres composiciones propias para descarga gratuita en su
sitio web: «No me ves», «Legitimar» y «Fiesta nuclear» —esta
última es una canción que fue desechada del disco Los
Prisioneros—, logrando en dos meses superar el millón y medio
de descargas en más de veinte países de los cinco continentes.
Tenían planeado armar un proyecto estable pero esto no
prosperó por diferencias musicales y cada uno tomó su propio
rumbo, Miguel formó la banda Travesía y Claudio reanudó su
carrera solista, aunque siguen tocando juntos en vivo.

Paralelamente, después de la disolución de su proyecto Los


Updates, y coincidiendo con el 26º aniversario de La voz de los
'80, Jorge González retomó su carrera solista realizando una
gira nacional, entre 2010 y 2011, cantando el álbum debut
íntegramente con su nueva banda de apoyo: Gonzalo Yáñez
(guitarra), Jorge Delaselva (bajo) y Pedropiedra (batería),
quienes lo acompañarían en todos sus conciertos, exceptuando
los días 24 de noviembre de 2012 y 9 de marzo de 2014, en
donde Jorge interpretó en vivo todas las canciones del
disco Corazones acompañado de la ex tecladista de Los
Prisioneros, Cecilia Aguayo, y del marido de esta y, además,
colaborador de González en diversos proyectos, Uwe Schmidt,
primero en el festival Primavera Fauna y después en el Teatro
Municipal de Santiago.

El 7 de febrero de 2015, cuando iniciaba una nueva gira por


Chile, Jorge sufrió un accidente cerebrovascular, quedándose en
Santiago para su rehabilitación. Nueve meses después, Jorge
reapareció en el concierto Nada es para siempre, realizado en
su honor y que tuvo lugar en el Movistar Arena, cantando ocho
temas. El homenaje también significó la reconciliación de
González y Miguel Tapia a casi una década de la violenta
ruptura de Los Prisioneros. Tapia participó interpretando
«Paramar» y «¿Quién mató a Marilyn?» y, posteriormente, «El
baile de los que sobran», a dúo con Jorge. Un año más tarde,
Jorge anunció su retiro de los escenarios en la edición de La
Cumbre del Rock Chileno celebrada el 7 de enero de 2017, en el
Estadio Nacional.

Legado
El legado de Los Prisioneros se ha traducido en homenajes que
han ido desde álbumes tributo, libros biográficos, obras de
teatro, murales, versiones a nivel nacional e internacional, una
serie de televisión (Sudamerican Rockers), y una película
(Miguel San Miguel). Para la reunión de Los Prisioneros en
2001, el suplemento Icarito del diario La Tercera indicó que a
pesar del éxito internacional de La Ley y del prestigio artístico
de Los Tres, Los Prisioneros eran los músicos chilenos más
influyentes de las últimas dos décadas. En 2006, el locutor
radial Sergio «Pirincho» Cárcamo, dijo: «En Chile siempre
hemos tenido tribus. Nunca ha habido movimientos musicales ni
unidad. Se habla el "movimiento" de la Nueva Ola, del
"movimiento" de la Nueva Canción Chilena, se tiraban mierda
para cada lado. [...] No hay ningún grupo que catalice todo eso.
Yo creo que los que catalizaron, que reflejaron el sentir de su
época: Los Prisioneros en los ochentas, Los Tres fueron lo más
importante de los noventas, y no ha reventado el de esta
década». Otros músicos chilenos han reconocido la importancia
que han tenido Los Prisioneros. El cantautor Florcita Motuda
dijo que «El baile de los que sobran» fue un tema
representativo para la época en que se escribió. «De hecho, es
una canción atemporal porque funciona a la perfección en los
tiempos que corren. Ningún grupo encajó mejor en el perfil de
la banda clásica de rock como Los Prisioneros», dijo. El crítico
Marcelo Contreras indicó que «El baile de los que sobran», a
casi treinta años, sigue siendo un himno que refleja la
desigualdad de la educación chilena, añadiendo que el sampleo
del ladrido de un perro en la canción «timbra una chilenidad
conmovedora».

Cuando Los Prisioneros visitaron por primera vez Concepción, el


diario El Sur los presentó como la «piedra inicial de un nuevo
movimiento musical chileno». La publicación del primer casete
del grupo, La voz de los '80, en 1984, se considera como el
«inicio de la historia del pop chileno». Los propios miembros
del grupo han dicho que este disco influenció a varios músicos
chilenos de la época que hacían música jazz rock a atreverse a
hacer rock y pop. Según EMOL: Dejaron a largo plazo una
marca indeleble en el recorrido de la música rock en Chile [...]
No era habitual escuchar sonidos como los de esas canciones en
un medio atrasado de noticias si se trataba de rock. Palabras y
ritmos como reggae, ska, punk, rockabilly, new
wave o tecnopop sonaban de por sí atractivos y novedosos [...]
Tampoco era habitual escuchar verdades como las de esas diez
canciones, entre el entretenimiento dictado sobre todo por la
televisión local de la época». Según la banda chilena de la
década de 1990 Bambú, que estaba liderada por Quique Neira,
«No necesitamos banderas» —de cuyo tema hicieron su propia
versión— fue el primer reggae grabado en Chile.

Según Alex Zapata, en la revista digital Pensamiento Crítico,


comentó que Los Prisioneros son una de las bandas más
importantes del rock chileno, representando un símil de la
rebelión punk en su país, gracias a la contingencia social de sus
letras y su independencia de la política partidista se convirtieron
en un éxito comercial, a pesar de no tener el apoyo de medios
masivos en sus inicios. Siendo fundamentales para que el rock
chileno saliera de la clandestinidad poniéndolo en los medios
masivos, lo que sirvió de modelo para otros grupos. Alex
continuó diciendo que se convirtieron en la voz de la generación
hija de la dictadura, un canal de difusión de la juventud que se
sentía atada de manos y que iba contra todo lo que significara
poder, sistema establecido o establishment. Además encarnaron
un «estado anímico de quiebre con la generación anterior»,
tomando la herencia punk en su esencia básica, una
preocupación por el individuo a que se debe ser auténtico, en
oposición al Canto nuevo que se manifestaba por medio del new
wave, incluso, en la estética, «si el look de estos incluía el pelo
largo, la barba, las vestimentas e indumentarias artesanales,
Los Prisioneros utilizaban el pelo corto, sin barba y las
vestimentas que cualquier joven pobre podía encontrar en las
tiendas de ropa de segunda mano».

Repercusión política y social


Los comienzos de Los Prisioneros no fueron fáciles, siendo
rápidamente considerados una banda contestataria, y sus
canciones fueron interpretadas como temas políticos en contra
del gobierno de Augusto Pinochet, lo que llevó a que fueran
censurados de los principales medios de comunicación oficiales
en Chile. Canciones como «¿Quién mató a Marilyn?» y «¿Por
qué no se van?», de alguna manera fueron interpretadas como
ataques directos a la dictadura. Cuando tocaban en
presentaciones en directo «¿Quién mató a Marilyn?», el público
respondía «Los pacos», según recuerda el guitarrista Claudio
Narea. Por otra parte, la periodista de La Tercera Mónica
Garrido aseguró que algunos de los versos de dicha canción
como: «Dicen que fue un comunista, dicen que fue un
sandinista» despertaron la alarma de la dictadura, llevando a
que fuera censurada. En cuanto a «¿Por qué no se van?», era
dedicado a los artistas snob, pero el público pensaba que iba
dirigido a los militares, también en presentaciones en directo,
la gente coreaba «Pinochet» mientras interpretaban este tema,
también recuerda el guitarrista. Los periodistas Óscar Contardo
y Macarena García comentaron que la censura al grupo no hizo
sino aumentar su reconocimiento, dotándolos de autenticidad
que los acompañó por años. «Eran el correlato pop de las
jornadas de protesta de esos meses», afirmaron.

Según González, sus canciones no estaban sustentadas en una


base ideológica ni contestataria, sino que, una vez hechas,
aparecía el trasfondo: «Sólo contamos lo que cualquiera siente.
Hay gente que reclama contra la sociedad capitalista no porque
se haya leído a Marx, sino porque simplemente no le alcanza la
plata para comprar todo lo que la televisión le enseña que
debiera tener para ser feliz. [...] Decir que somos contestatarios
suena muy publicitario. Nosotros no reclamamos contra una
persona sino contra el sistema como tal». Claudio Narea, en Mi
vida como prisionero, dijo que si bien Los Prisioneros no era una
banda política, simpatizaban con ideas de izquierda:

«Recuerdo cuando Jorge comenzó a hablar de socialismo un día


mientras caminábamos por San Miguel. [...] Pero en realidad no
era tan común que al interior de la banda habláramos sobre
política, pues la música era lo que nos llenaba. [...] No tuvimos
presos políticos en nuestras familias, ni salíamos a protestar,
[...] aunque igual llegamos a detestar a Pinochet observando
las cosas que pasaban por esos días, como el caso de los
profesionales degollados, por ejemplo.
Jorge González ha dicho muchas veces que la letra era un
relleno en las canciones de Los Prisioneros. Él fue quien inventó
aquellas canciones. [...] Nuestra banda será recordada siempre
por los que vivieron la dictadura, precisamente por eso, porque
había dictadura y no se podía hacer casi nada, salvo cantar
canciones de Los Prisioneros. No tengo ni idea si la fama y la
popularidad de la banda hubiesen sido igual sin los milicos, pero
me da la impresión de que no. Creo que pertenecemos a esa
época nos guste o no».
Carlos Fonseca dijo que la visión del trío sanmiguelino era
simplemente ser un grupo exitoso. «Por eso no circunscribían
las letras a Chile. Ahora, con el tiempo, uno se da cuenta de
que pese a eso la gente convirtió esas canciones en una
herramienta de lucha contra la dictadura. Por eso, Jorge se
incomoda cuando le preguntan sobre esto, porque él nunca
sintió haciendo canciones de protesta». El autor Fabio Salas
Zúñiga señaló que surgieron en un momento en que la mayoría
del público andaba tras de un icono en qué creer y que hasta
ese momento no aparecía por ninguna parte. Por lo mismo, las
canciones del trío sonaban tan originales y tenían tanta
repercusión. «Los Prisioneros eran un grupo pop de
características posmodernas que reflejaron el desconcierto vital
de una década donde imperó el relativismo moral y el
descreimiento», señaló.

Relación con la prensa


Los Prisioneros, en especial Jorge González, se caracterizaron
por mantener una pésima relación con la prensa de Chile
adherente con la derecha. González explicó: «Gran parte de
nuestra relación con los medios tiene que ver con que todo
nuestro crecimiento ha sido de nosotros con el público. [...] Con
qué autoridad negocia esa gente de El Mercurio, Copesa, que
está interesada en poner un Gobierno de ultraderecha para
poder pagar pocos impuestos y tener más billete». Era el
mánager, Carlos Fonseca, quien daba la cara a los medios
nacionales en lugar del vocalista.

Desde sus comienzos, en época de dictadura, la prensa, por ese


entonces controlada por Pinochet, acostumbraba a censurarlos,
criticar cuando sacaban uno de sus discos, y sabotearlos a lo
largo de su carrera. En septiembre de 1987, mientras actuaban
en Plaza de toros de Acho de Lima, unas personas estaban
arrojando proyectiles al escenario. Al día siguiente, la prensa
chilena destacó ese hecho en lugar de referirse al éxito que
estaban teniendo en Perú. El Mercurio tituló: «Los Prisioneros
agredidos en Perú»; añadiendo: «Una experiencia inolvidable
vivieron los integrantes del conjunto rock contestatario chileno
Los Prisioneros, durante el concierto que ofrecieron ante más de
7 000 frenéticos jóvenes, que agredieron a los músicos con
diversos objetos».

A pesar del retorno de la democracia, a principios de la década


de 1990, y de la banda en 2001, la relación no pareció mejorar,
los medios de prensa criticaron severamente las declaraciones
del vocalista en la Teletón 2002 y en el Festival de Viña en
2003. Fue en este último evento donde el grupo acusó a la
prensa de querer hacer una campaña de desprestigio contra
ellos en los días próximos a que estos se iban a presentar en el
certamen viñamarino. En octubre de ese año, Miguel Tapia dijo
que estaban cansados de las cosas que inventaban y que solo
querían salir de Chile. En abril de 2005, antes de que
emigraran a tierras aztecas, González se acercó a la prensa y
les dijo irónicamente: «Este adiós no es tan emotivo porque
seguiremos tocando en México».

Tras el despido de Narea en 2003, González acusó al guitarrista


de asociarse con la prensa de derecha y hablar contra Tapia y
él, desde su primer retiro de la banda, diciendo que era el
«alma» de Los Prisioneros o el «auténtico» del grupo, y que
ellos se vendieron. Incluso, durante el reencuentro, según
Jorge, Claudio siguió hablando mal de ellos a sus espaldas,
criticando sus composiciones en el álbum Los Prisioneros, y que
después de abandonar el grupo por segunda vez, continuó
desprestigiándolos. Claudio Narea desmintió esto y aseguró
que la prensa ultraderecha no quería destruir a la banda como
afirmaba el vocalista.

Durante la última etapa, la prensa chilena ni siquiera


mencionaba las giras que Los Prisioneros realizaban entre el
2004 y 2005 en Estados Unidos, Canadá, México, Bolivia,
Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y Chile, o se les bajaba el
perfil como un fracaso. Solo se refirieron al último concierto en
Caracas en 2006, que según los medios chilenos, fueron
«pifiados y se pelearon», siendo esto desmentido por Jorge
González en la revista Rolling Stone.

Influencias y estilo musical


Cuando empezaron en 1983, Los Prisioneros definieron su
música como new wave. Jorge González aclaró en más de una
oportunidad que Los Prisioneros eran una banda pop y no
de rock. Dentro de sus influencias, cuando entraron al Liceo
N.º 6 en marzo de 1979, escuchaban principalmente a The
Beatles, Kiss, Queen, Bee Gees, Supertramp, entre otros. Pero
fue The Clash, los que influyeron de forma decisiva al trío
sanmiguelino; luego de escucharlos por primera vez en marzo
de 1981, a través de un especial de Radio Concierto dedicado al
álbum Sandinista!, los sanmiguelinos quedaron sorprendidos
por la diversidad de sonidos con la que experimentaban los
británicos (punk, rock, reggae, rap, jazz, disco e incluso vals), y
todo esto con un toque humorístico, algo nuevo para ellos que
estaban acostumbrados a un rock más tradicional. The Clash
fue una gran influencia para Los Prisioneros, no solo en el
aspecto musical, sino también lírico e ideológico. «Sus
canciones mostraban una postura política definida, que nos hizo
tomar conciencia de muchas cosas y decidimos que [...], si
hacíamos música, no podíamos callarnos frente a lo que
pasaba», declararía Narea tras la muerte de Joe Strummer.
Esto se reflejó en los discos La voz de los '80 y La cultura de la
basura, así como en la lírica y estética del videoclip «We are
sudamerican rockers». Jorge González ha citado
a Sandinista! como su disco favorito. El asombro por esta
banda los llevó a escuchar otros artistas que también cultivaban
estos géneros, como The Specials, The Stranglers, Bob Marley,
The Cars, Adam and the Ants, Devo, entre otros. Varios
medios han señalado que también tienen influencias de The
Police, pero en diversas ocasiones Los Prisioneros lo han
negado.

La voz de los '80 ha sido señalado como un disco punk, pero la


banda ha negado en diversas ocasiones haber cultivado este
género en el primer disco. Lo más cerca que estuvieron
del punk fue en 1987, con el grupo paralelo a Los Prisioneros:
Los Apestosos. Bajo este seudónimo, con influencias de bandas
como Siniestro Total, La Polla Records, Gabinete Caligari, y el
grupo pop Golpes Bajos, grabaron los temas: «Generación de
mierda», «Invitado de honor», y las versiones de estudio de
temas compuestos durante la época de Los Pseudopillos y Los
Vinchukas: «Policías y ladrones», «King Kong el mono» y
«Dejen respirar», en los que imitaban sus bandas favoritas.

En 1985, Jorge y Miguel fueron influenciados por


artistas tecno como Depeche Mode, Ultravox, Thomas Dolby,
Heaven 17, y también de grupos de new wave como The Cure,
o de indie rock como The Smiths y Aztec Camera, lo cual se
vio reflejado en la utilización masiva de teclados, sintetizadores,
y batería eléctrica en Pateando piedras y que explotó más
adelante en Corazones, siendo estos dos álbumes propiamente
techno. Lalo Ibeas, líder de Chancho en Piedra, opinó que fue
muy arriesgado para Los Prisioneros «haber hecho su segundo
disco cambiando radicalmente el sonido de la banda, pasar de
guitarras al estilo The Clash, al sonido de los sintetizadores, y
así y todo seguían sonando como Los Prisioneros».

La canción «Muevan las industrias» de Pateando piedras, les dio


identidad en Latinoamérica en países como Colombia,
Venezuela, Perú, entre otros, porque sonaba diferente a las
grandes potencias del rock en español y argentino, según Jorge
González. Cristián Heyne, productor musical de artistas como
Supernova y Javiera Mena, señaló «Muevan las industrias»
como una de las canciones mejor logradas del trío: «[Es] una
canción única. Hay una oscuridad allí, una solidez sonora que no
se puede encontrar en ningún otro grupo chileno». El
musicólogo Juan Pablo González dijo que «marcó un puente
sonoro en los años 80, desde una sonoridad artesanal, donde
prevalecían la lana de los chalecos chilotes y las guitarras
arpegiadas, hacia este mundo new wave, de sonidosoológicos y
textos clarísimos, donde no había cabida a las metáforas y a la
agenda política de la época».

La cultura de la basura ha sido señalado como el álbum más


roquero de la agrupación. Para el disco Corazones, orientado
en el synth pop, González se inspiró en artistas melodramáticos
como Salvatore Adamo, Sandro, Camilo Sesto, Julio Iglesias,
Nino Bravo, Los Ángeles Negros, Jeanette, Joe Dassin y Los
Galos, y también en músicos electrónicos y pop como George
Michael, Pet Shop Boys, Rick Astley, The Human League,
Mixmaster Morris, Inner City, A Guy Called Gerald, The KLF y
Phuture. Mientras que Los Prisioneros, según Jorge González,
fue influenciado por los trabajos anteriores de la banda y cómo
podían utilizarlos en esa época.
En 1988, luego de leer la biografía de The Beatles, empezaron a
escuchar los artistas que influenciaron al cuarteto de Liverpool
como Elvis Presley, Bo Diddley, Gene Vincent, Buddy Holly,
Chuck Berry, entre otros. Yogui Alvarado (líder y vocalista de
Emociones Clandestinas) les sugirió que escucharan The
Cramps, mientras que González leía relatos de H. P. Lovecraft.
Con estas influencias, Jorge y Claudio, bajo el nombre de Gus
Gusano y sus Necrofílicos Hemofílicos, comenzaron a
experimentar con el rock and roll, componiendo y grabando
canciones de tres acordes y letras dementes, solo por diversión.
De todo este material emergió posteriormente el rockabilly «We
are sudamerican rockers».

Premios y reconocimientos
Los medios chilenos empezaron a tomar más en cuenta a Los
Prisioneros tras el éxito de su segundo álbum, Pateando
piedras. La revista Super Rock los señaló como el mejor grupo
de Chile. Además, premió Pateando piedras como mejor álbum,
a Jorge González como el mejor compositor y eligió el tema «El
baile de los que sobran» como la mejor canción del año.
Posteriormente, fueron premiados en Perú por el mismo tema,
en Ecuador por «Sexo», en Colombia como el mejor Conjunto
de Rock, además, «El baile de los que sobran» fue elegida como
la canción del año, y Pateando Piedras como el álbum del año.
En 1991 fueron premiados con el premio Laurel de Oro como
«mejor grupo rock pop». En sus presentaciones en el Festival
de Viña en 1991 y 2003, el público los premió con antorcha y
gaviota. En 1998 el videoclip de «Sexo» fue premiado con el
Coral Negro en el Festival de Cine de La Habana. El 1 de
octubre de 1993 el primer videoclip emitido por MTV
Latinoamérica al iniciar sus transmisiones fue «We are
sudamerican rockers».
Miembros
 Jorge González -  Robert Rodríguez - Bajo,
Vocalista, bajo, guitarra, teclado, coros (1990-
guitarra, teclado 1992, apoyo en vivo)
(1983-1992, 2001-  Sergio Coti Badilla - Teclado,
2006) guitarra (2003, apoyo en vivo;
 Miguel Tapia - 2004-2006)
Batería, teclado,  Álvaro Henríquez - Guitarra,
segunda voz (1983- coros (2003, apoyo en vivo)
1992, 2001-2006)
 Claudio Narea -  Gonzalo Yáñez - Guitarra, coros
Guitarra, teclado, (2004-2005)
coros (1983-1990,
2001-2003)

 Cecilia Aguayo -
Teclado, coros (1990-
1992, apoyo en vivo)
Línea de tiempo

Discografía
 1984 - La voz de los '80
 1986 - Pateando piedras
 1987 - La cultura de la basura
 1990 - Corazones
 2003 - Los Prisioneros
 2003 - En las Raras Tocatas Nuevas de la Rock & Pop
 2004 - Manzana

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