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Cátedra: Hist.

De la cuestión criminal
Profesor: Cristián Palacios
Nombre: Paulina Villena – Felipe Leal
Fecha: 16/09/19

Entre lo jurídico y lo moral: Sobre el delito y el crimen desde la Ilustración

El problema del delito y la criminalidad siempre ha sido un debate que ha abrumado a las
ciencias sociales pues, las diversas interpretaciones de este han llevado a distintas
conclusiones sobre como comprenderla y desde donde comprenderla. En la sociedad
contemporánea, y nuestro contexto latinoamericano, la criminalidad es abordada desde lo
conductual, siendo trabajada desde la perspectiva de la reinserción social, es decir,
“corregir” la conducta individualizada de un sujeto que comete un delito, por lo tanto,
sancionada corporal e individualmente. Así, surgieron herramientas coercitivas para
prevenir la actividad delictual, como la vigilancia, la sanción pública y corporal. ¿De que
forma se construyó esta perspectiva sobre la criminalidad y el delito? El siguiente ensayo
propone retomar los debates de la ilustración y los contextos sociales del siglo XIX y XX
para comprender el trazo teórico que ha tenido este debate en la historia. Para esto,
utilizaremos principalmente la teoría que propone Dario Melossi sobre la influencia del
contrato social en la cuestión criminal, y a Máximo Sozzo y Rosa del Olmo quienes
investigan sobre las primeras políticas publicas entrono a la criminalidad en Argentina y la
recepción de las ideas europeas en América latina respectivamente.

En primer lugar, debemos entender de entrada que en la cuestión criminal y del


delito se conjugan tres actores claves: el Estado, la economía y el individuo. Esto quiere
decir que, en todo el camino que repasaremos, observaremos como la relación entre estos
tres componentes va cambiando y se va reinterpretando de acuerdo con las necesidades del
contexto social de la época. Por lo tanto, el primer antecedente relevante es el contrato
social de Thomas Hobbes. El contexto en el que escribe es durante el siglo XVII, en medio
de la guerra civil en Inglaterra, que acaba con el rey Carlo I decapitado por su propia gente
y, posteriormente, la consagración de la única Republica inglesa. A propósito de aquello es
que Hobbes escribe el Leviatan en donde retoma el debate de Maquiavelo sobre el papel del
Estado, y afirma que el estado natural de la humanidad es la guerra y el caos, por lo que la
sociedad y sus integrantes conceden sus libertades individuales al gobernante, para que este

1
legítimamente instaure un régimen de paz y orden; es decir, existe un contrato social (que
es hipotético, no un echo histórico) que, en pro de la paz, le entrega las herramientas al
gobernador que evite el leviatan.1 Las ideas de Hobbes, junto a las de John Skinner respecto
a la idea de sociedad civil, permitió expresar a la naciente era moderna la idea de orden.2

Dario Melossi sostiene que las ideas de Hobbes y Locke sobre la sociedad y el
Estado fueron consecuencia de un análisis heredero del renacentismo, respecto con la idea
de que la época medieval supuso un retroceso en el desarrollo humano. Aunque esto es
relevante, también destaca que no solo los componentes del poder fueron transformados,
sino que también, y como sosteníamos antes, la economía. A esto se refiere cuando sostiene
que la sociedad comenzó a racionalizarse mediante el nuevo flujo económico, el
capitalismo. Es decir que, a partir del objetivo central por producir bienes para enriquecer la
economía tanto individual como colectiva, los parámetros del orden social se basaron en la
propiedad privada que permitía la producción. El orden dejo de ser solo la mantención de la
paz y paso a ser, además, la vigilancia y defensa de la propiedad privada. 3 Podríamos
plantear, muy superficialmente, que en este contexto se racionaliza el robo y el delito.

Bajo estas ideas se fundó el desarrollo de la criminalidad, sin embargo, como hemos
planteado, estas dependerán de las realidades sociales del contexto. Para el siglo XVIII y el
progresivo desarrollo industrial por el que pasaría Europa afectó en la dinámica urbana. La
migración excesiva del campo a la ciudad produjo innumerables conflictos de salubridad,
pobreza y marginalidad al interior de los sectores más populares. Entre los trabajadores que
tenían donde laborar y quienes aún no lo tenían, la política institucional racionalizo a estos
en dos tipos de personas: los trabajadores que están incorporados al sistema, y los que no
trabajan y son de peligro potencial. Es decir, Melossi nombra a esto como la subjetivación
del sujeto al incluir a todos en la dinámica moderna del Estado industrial e identificar a
quienes se han involucrado en este ritmo, y quien no. Todos los que caen en este último son
los sujetos criminales, pues carecen de herramientas para incorporarse al mercado o a la
dinámica productiva, están al margen y por lo tanto, ajenos al orden. 4 Esta invención

1 HOBBES, Thomas. Leviatán. Madrid: Editorial Nacional, 1980. Pp. 227-234.


2 MELOSSI, Darío. Controlar el delito, controlar la sociedad. Teorías sobre la cuestión criminal. Del siglo
XVIII al siglo XXI. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2018. p 33.
3 Ibíd., p. 35.
4 Ibíd., p. 43.

2
penitenciara agrupaba tres conductas como delictuales: el vagabundeo, la mendicidad y la
cesantía.

El Estado como el contenedor del orden social, tiene la legitimidad absoluta para
sancionar estas conductas y lo hará de un modo. Según Beccaria, intelectual fundador de
este debate, el castigo tenía que tener un carácter disciplinario, es decir, ser exhibido a los
demás en señal de temor para no tener intenciones de hacerlo. Como observamos, la
caracterización del crimen toma una connotación normativa, es decir, más allá de las
conductas delictuales que lo pueden definir es su papel de exhibición de lo que está
prohibido. De este modo, uno de los instrumentos que se convirtió en el lugar de los
criminales para la sanción de sus faltas es la cárcel. Para Beccaria, la cárcel y las sanciones
que recibían los criminales no tenían relación con la misma medida que se utilizaba en
época medieval, a partir del juicio moral respecto a su falta, sino que al contrario. Beccaria
proponía que la sanción de un delito debía ser proporcional al daño al contrato, es decir, a la
sociedad, por lo que su castigo debía ser separado de lo moral y apegado a lo jurídico,
siendo el Estado el legítimo ejecutor de esta tarea.5

Por lo tanto, hasta Beccaria, vemos que la caracterización de la criminalidad se basa


en el principio de productividad y trabajo del capitalismo, separa a quienes trabajan y
quienes no para establecer características respecto a la población potencialmente delictual.
Sus sanciones y castigos, además de contener un elemento disciplinador, giran en torno al
vagabundeo y la mendicidad. Sin embargo, luego de los aportes de Charles Darwin sobre el
evolucionismo y las conductas humanas, surgió una nueva corriente de pensamiento que
debatió las ideas de Beccaria, la corriente positivista. Centrados en la conducta humana y su
naturaleza evolutiva, el positivismo se planteaba que los humanos gozan de características
naturales dadas por la cadena evolutiva y que los criminales o sujetos de delito, son una
especie que se ha visto afectada en el proceso evolutivo y que, más que malas personas, son
naturalmente tendientes a realizar este tipo de acciones delictuales. 6 Esta escuela se
concentro en dar respuesta al proceso migratorio de gran intensidad que sucedió durante el
siglo XIX del campo a la ciudad y el asentamiento de villas y poblaciones de muy escasos
recursos. Clasificó desde un lenguaje científico a la población trabajadora en deseable y

5 Ibíd., p. 55.
6 Ibíd., pp. 61-65.

3
peligrosa. Existieron dos escuelas importantes de esta corriente, la francesa compuesta por
Adolphe Quetelet y Michel Guerry, el primero un físico social que compuso un esquema
para la determinación estadística de un “hombre común” en base a comportamientos y
conductas cotidianas de las personas; el segundo quien estudio las causas para el delito y
concluyo que existe una relación estrecha, de echo crucial, entre pobreza y desarrollo
desigual socioeconómico. La otra escuela era la italiana, más cercana a la definición que
entregamos al inicio respecto al darwinismo. Esta era compuesta por Cesare Lambroso y
Enrico Ferri, ambos científicos convencidos que los sujetos de delito eran sujetos atávicos,
atascados en una etapa evolutiva inferior a la que cruzaba el humano común.

Estas ideas recibieron varias criticas que fueron debatiendo sobre la idea
determinista del enfoque positivista o la idea de disciplinamiento de la propuesta de
Beccaria. Por ejemplo, encontraremos que Durkheim debatió con Lambroso y Ferri,
sosteniendo que el delito es el resultado de la aplicación de una etiqueta legal a una
conducta o hecho social, agregando asi un nuevo actor en la relación: la cultura. Por otro
lado, Freud también realizo alcances a esta teoría y sostuvo que la conducta humana, y así
el delito, tiene relación al trauma infantil que se trae desde la primera etapa de crecimiento,
al postular el complejo de Edipo, relacionando el estado salvaje (el ello), la racionalidad (el
yo) y el marco jurídico (el superyo).

La caracterización del delito y la cuestión criminal, que tiene como centro


epistemológico la Europa moderna, trae consigo además procesos políticos claves para el
transito de estas ideas a nuestro continente y región, América latina. Es decir, los procesos
de colonización que se ejercieron desde Europa a América produjeron nuevas
interpretaciones, esta vez desde las políticas publicas y en las formas en como los poderes
políticos establecieron el control del delito en el continente americano.7

Aunque por proceso de colonización, la exportación de la idea sobre el delito en


América Latina obedeció a nuevas problemáticas sociopolíticas del contexto regional. En
contexto de los nacientes estados, el aparente conflicto étnico que se presentó con la
población indígena, más el forzado proceso de instalación de un modelo político
republicano, la tarea de disciplinamiento fue fundamental en la agenda política. Según Rosa

7 DEL OLMO, Rosa. América Latina y su criminología. México D.F: Siglo XXI, 1981. pp. 123-125.

4
del Olmo, las ideas que mejor se adoptaron en los países americanos fueron las de la
Lambroso y Ferri, respecto a la idea de atavismo aplicado, principalmente, a los sectores
indígenas. Según Olmos, Lima fue la primera ciudad que decretó la construcción de una
casa de correccional durante el 1825, proyecto que no prospero finalmente. 8 Respecto a
casos específicos, el de Chile y Argentina nos parece los más cercanos,

Criminología, determinismo y exclusiones: ¿Cómo entender históricamente el surgimiento de


discursos y representaciones basadas en la ciencia sobre el crimen? Incluya una reflexión sobre la
construcción de la “esencialización de la diferencia” del delincuente y/o malviviente.

8 Ibíd., p. 131.

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