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http://www.abc.es/cultural/dossier/dossier86/fijas/dossier_001.asp
John H. Elliott
Advierte Elliott que el mundo hispánico como fenómeno atlántico requiere abrir
una inédita geografía de memorias comunes, de viajes de ida y vuelta, de
ámbitos más sospechados que conocidos. Hoy, 12 de octubre, esa mirada al
espejo del tiempo de América y España adquiere nuevos y relevantes perfiles.
En primer lugar, tuvo como consecuencia que el dominio de una monarquía europea se extendiera a través del
océano sobre millones y millones de nuevos súbditos, de orígenes y capacidades desconocidas, para
proyectarse sobre las lejanas orillas del Atlántico. También implicó la imposición del lenguaje, la cultura, la
religión, la ley y las instituciones españolas, o más bien castellanas, sobre estas tierras y gentes recién
conquistadas, y proyectó la mirada de los españoles sobre horizontes nuevos y lejanos, de modo que
pobladores, oficiales, clérigos e intelectuales tuvieron que enfrentarse a los desafíos que planteaba un mundo
desconocido. Asimismo, tuvo como resultado la aparición de nuevos tipos étnicos por la mezcla de sangres
entre españoles, indios y negros, importados en número creciente desde África como esclavos. Finalmente,
trajo consigo la creación de nuevos mercados ultramarinos para las economías de España y Europa, y el flujo
de retorno, en principio a Sevilla, de productos americanos, entre los cuales la plata extraída en las minas de
México y Perú fue fundamental, precisamente en una etapa en que la plata era soberana.
¿Qué significó «partir a las Indias» para los españoles de aquellos siglos, y para los amigos y familiares que
dejaron atrás? ¿Cómo transformó a los emigrantes esta experiencia? ¿De qué manera las actitudes y conductas
de aquéllos que se movían entre ambos mundos eclesiásticos, mercaderes, oficiales reales, emigrantes
retornados influyeron en las políticas, actitudes y conductas de la España metropolitana? ¿Qué aspectos de la
cultura y las instituciones españolas cruzaron el Atlántico con éxito, y cuáles no, y por qué? Hasta qué punto se
reprodujo una sociedad obsesionada por cuestiones de honor y limpieza de sangre al otro lado del Atlántico, y
hasta qué punto se transformó? ¿Hasta qué límite y de qué manera la experiencia multiétnica de la España
medieval configuró la formación de las nuevas sociedades transatlánticas en las tierras conquistadas y
colonizadas?
Se trata de cuestiones de gran alcance, muchas de las cuales todavía tienen resonancia en nuestros días.
Todas, de una u otra manera, se relacionan con el proceso de globalización desencadenado por España y
Portugal en los siglos XV y XVI. El suyo, como el nuestro, era un mundo en movimiento, y en primer lugar en
movimiento en y alrededor de las tierras que bordea el Atlántico. Por eso, si queremos recuperar algo de aquel
mundo en movimiento, sujeto a un proceso continuo de contacto, intercambio y mestizaje cultural y humano,
no tenemos más remedio que elevar nuestra mirada por encima de las divisiones territoriales que con
demasiada frecuencia han dividido en compartimentos nuestra visión del pasado. Los archivos todavía guardan
muchos secretos, pero no se trata sólo de encontrar nuevas evidencias, también es determinante hacer nuevas
preguntas y lograr responderlas. El mundo hispánico como fenómeno atlántico todavía espera su historiador.