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del-estratega
Publicada en julio 6, 2014 por altagerencia2030
Pensar en forma estratégica significa algo más que estar alerta ante las oportunidades; se
necesita tener un fin determinado y un claro sentido de propósito. Se requiere tener una
visión y con ella, un claro sentido de dirección de hacia dónde se quiere avanzar. Dice
un dicho “sin visión no hay ocasión”. El elemento clave que mueve la mente del
estratega es una visión proyectada a largo plazo.
La mente del estratega siempre tiene planes para el futuro, constantemente están
visualizando opciones y evaluando escenarios, porque tienen un propósito articulado en
objetivos definidos. No solamente ve las circunstancias presentes, sino que está
captando patrones y alternativas que otros no ven, como consecuencia de no haber
desarrollado el hábito de “alzar sus ojos hacia el horizonte y ver más allá de la
coyuntura en que vive” lo cual, permite tener capacidad de respuesta ante situaciones
imprevistas y, prever problemas y soluciones; la mente del estratega piensa con visión
de largo plazo, con sentido de propósito, no se entretiene con la prosaica cotidianeidad.
La visión que guía al estratega no sólo está en su pensamiento sino también en sus
emociones; emerge de sus propias necesidades. El gerente (estratega), necesita tomar
contacto emocional con la visión, así es como asume el más profunda compromiso por
alcanzarla. Es la pasión que desarrolla por la visión, lo que lo mantiene motivado a
realizar acciones extraordinarias, dirigidas a materializar ésta. Su contacto emocional
con la visión y sus propias necesidades, convierte su visión en una brújula interna que
guía al estratega. Si en algún momento pierde esa guía y los acontecimientos lo fuerzan
a actuar, dejará de accionar en forma estratégica, y comenzará a reaccionar en forma
desordenada ante las crisis.
Como dice Kenichi Ohmae, en relación con el mundo empresarial: “… las estrategias de
negocios que llegan a tener éxito no provienen de un riguroso análisis, sino más bien de
un particular estado mental”. En tal sentido, deberíamos preguntarnos: ¿dónde nace y se
desarrolla la visión estratégica? Nace en el corazón del estratega. Es fruto de su
dinámica interna, de cómo percibe la realidad, de cómo se movilizan sus emociones, de
cuáles son sus sueños, sus mapas y sus talentos dominantes.
Es en el propio corazón del hombre donde se atiza o ahoga la visión estratégica del
gerente.
Es en el corazón del hombre donde surgen las resistencias o las fuerzas para perseverar
en los propósitos, donde se alojan los miedos a fracasar o el coraje para triunfar, donde
se hace evidente la incapacidad o la flexibilidad para manejar la incertidumbre y la
ambigüedad que exige emprender los cambios que exige materializar una visión.
Penetrar hasta allá, hasta la mente de él, y saber lo que piensa o cómo piensa un
estratega, es una tarea monumental por cuanto este proceso se mueve en medio del
conocimiento tácito y las potencialidades naturales con que cuenta un estratega.
¿Qué es lo que hace que un estratega tenga éxitos, mientras que otros fracasan? ¿Por
qué empresas que utilizan las mismas estrategias obtienen resultados diferentes: unos
mejores que otros?
A fin de hallar explicaciones para la forma cómo piensa un estratega se han sugerido
diferentes definiciones y conceptualizaciones. K. Ohmae (conocido como Mr. Strategy),
afirma que el éxito no suele ser producto de un análisis riguroso sino de un estado
mental particular que se caracteriza por procesos de pensamiento creativos e intuitivos
más que racionales. «…sin embargo, los estrategas no rechazan el análisis. En realidad,
trabajan permanentemente haciendo análisis, pero lo usan sólo para estimular el proceso
creativo, para probar las ideas que surgen, para averiguar las consecuencias estratégicas
o para no fallar en la ejecución de ideas «transformadoras» que tienen grandes
posibilidades y que, de otro modo, nunca se habrían puesto en práctica.
La forma de pensar del estratega es compleja; comporta una serie de elementos que no
están al alcance del pensamiento común. Es una mezcla particular de procesos mentales
que se conjugan con una serie de elementos: Pensamiento intuitivo, conocimiento tácito,
pensamiento creativo, talentos, chispa (capacidad para generar ideas brillantes que
despuntan espontáneamente) creando una directriz que es la forma de pensar-actuar del
estratega.
El estratega no tiene definida una forma fija de pensar y proceder. El puede ser el león
que ataca ferozmente en el mundo empresarial, o el camaleón que se mimetiza, para
pasar desapercibido mientras avanza y deja atrás a su competencia. El estratega puede
ser un perro que olfatea de lejos su oportunidad, y sigue el rastro a los acontecimientos
pasados, presentes y los que se ven venir. Puede ser un astuto felino que se oculta al
acecho y, cuando el mercado es turbulento, repentinamente cae sobre su competencia.
El estratega es hormiga que trabaja en el verano, para que la llegada del invierno no le
tome por sorpresa. Es el tiburón temido en las profundidades de los negocios, es el
águila en las alturas que certeramente lanza sus ataques y obtiene resultados efectivos.
El estratega es el caballo que se niega a seguir la marcha, pues adelante está el enemigo
al acecho y, por tanto, decide cambiar la dirección para ubicarse mejor, conocerlo y
avanzar.
¿Pero como hace un estratega para moverse en medio de tantas situaciones que no es
dable definir en detalle en su estructura mental? El es – por definición – un analista de
símbolos que lee códigos encriptados en el entorno y que son emitidos y transformados
permanentemente por la sociedad.
El pensamiento estratégico
Entendido por la psicología como una habilidad natural, resulta lógico pensar que estos
individuos son escasos y altamente diferenciados por su potencial para conducir y
liderar organizaciones en contextos que suman una gran cantidad de variables.
Es importante mencionar que los trabajos recientes sobre liderazgo establecen diferencia
entre el líder y el gerente en el ámbito organizacional, siendo el primero la fuente de la
visión, estrategia y fuerza primaria detrás de un cambio eficaz. En este sentido Kother
afirma:
Hasta aquí podemos afirmar que el pensamiento estratégico se entiende como una
habilidad natural de individuos que se ubican comúnmente en el estrato superior de las
organizaciones; capaces de inspirar una visión y plantearse un curso de acción para
hacerla realidad, a partir de un proceso mental que involucra el manejo de una gran
cantidad de variables que afectan el accionar de la organización; estableciendo opciones
y resultados posibles en virtud de la construcción de escenarios mentales, los cuales son
inferidos de patrones identificados en el aparente caos de los hechos.
Estado mental
Por otra parte, están los aportes de K. Ohmae, cuya premisa es, “…las estrategias de
negocios que tienen éxito, no provienen de un análisis riguroso, sino más bien de un
particular estado mental. En lo que yo llamo la mente del estratega, la percepción y la
consecuente determinación en pos de su cumplimiento, a menudo equivalentes a un
sentido de misión, alimentan un proceso mental básicamente creativo e intuitivo, más
que racional”.
Ohmae añade más adelante, “Las grandes estrategias, al igual que las grandes obras de
arte o los grandes descubrimientos científicos, exigen gran maestría técnica en su
elaboración, pero originan ideas fuera del ámbito del análisis consciente”, esto último
porque son procesos particulares, propios de individuos con una gran diversidad de
experiencias, formación y motivaciones, en contextos únicos que marcan la generación
de nuevas ideas.
Finalmente en este sentido, G. Hamel pregunta: “¿Buena suerte o previsión? ¿De dónde
provienen los conceptos radicalmente nuevos de las organizaciones? La respuesta es
que no surgen de un proceso deliberado de planeación sino de un cóctel de deseos,
curiosidad, ambición y necesidad. Pero al fin y al cabo tiene que haber cierto grado de
previsión, así que la innovación siempre es en parte fortuita y en parte visión”.
Hoy muchos consideran al pensamiento estratégico, como una característica innata del
individuo para la consecución de objetivos. El estratega responde con flexibilidad a los
cambios que enfrontan las organizaciones y el talento es el protagonista del éxito.
Los nuevos tiempos traen una manera de competir en la cual triunfan aquellas
organizaciones que superen las barreras que permitan diferenciarlas. Al respecto, M.
Hammer acota que “cuando se piensa que se es bueno, ya se está muerto”, pues el éxito
en el pasado no lo garantiza en el futuro, es decir, las fórmulas para el éxito de ayer, son
garantía del fracaso del mañana.
El pensamiento estratégico
Ahora bien, para conjeturar acerca del futuro es necesario pensar. Nunca se tiene
suficiente información sobre el futuro y, sin embargo, es allí donde se desarrollan y
tienen consecuencias todos los actos, por eso se necesita el pensamiento creativo para
prever las consecuencias de la acción y para generar nuevas alternativas a tener en
cuenta.
Por ello es importante conocer los dominios del cerebro y su capacidad para establecer
la relación esencial entre diferentes tipos de creatividad y la concepción e implantación
de las estrategias.
La corteza cerebral es la parte del cerebro que se encarga de controlar la mayoría de las
funciones superiores como el pensamiento, el juicio, la memoria y los procesos
ejecutivos de control.
En este marco,el modelo del cerebro de Herrmann, sobre el que se basa una parte
importante de nuestra propuesta de NEUROGERENCIA, a partir de los dos
hemisferios cerebrales y de sus respectivas partes frontales y posteriores se divide,
siguiendo el sentido inverso de las manecillas del reloj y, empezando por el ángulo
superior izquierdo, en cuatro Modos de Conocer:
__________________________________
* Con la colaboración de Arnoldo Arana
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Pensar en forma estratégica significa algo más que estar alerta ante las oportunidades
que se nos presentan. Se necesita tener un fin determinado, un claro sentido de
propósito. Se requiere también tener una visión clara: sentido de dirección de hacia
dónde se quiere avanzar. Dice un dicho “ sin visión no hay ocasión” . El elemento clave
que mueve la mente del estratega es la visión proyectada a largo plazo.
En este sentido, la mente del estratega siempre tiene planes para el futuro,
constantemente están visualizando opciones y evaluando escenarios, porque tienen un
propósito claro, articulado en objetivos definidos. No solamente ve las circunstancias
presentes, sino que está captando patrones y alternativas que otros no ven, como
consecuencia de haber desarrollado el hábito de “ alzar sus ojos hacia el horizonte y ver
más allá de la coyuntura en que vive” , lo cual le permite tener capacidad de respuesta
ante situaciones imprevistas, al prever los problemas y sus soluciones, porque la mente
del estratega piensa con visión de largo plazo, con sentido de propósito, no se entretiene
en lo cotidiano y de corto plazo.
Ahora la visión que guía al estratega no sólo está en su pensamiento sino también está
presente en sus emociones; emerge de sus propias necesidades. El estratega (líder o
gerente) necesita tomar contacto emocional con la visión, así es como asume el
compromiso y la responsabilidad de alcanzar ésta. Es la pasión que desarrolla por la
visión, lo que lo mantiene motivado a realizar acciones estratégicas dirigidas a
materializar ésta. Su contacto emocional con la visión y sus propias necesidades,
convierte su visión en una brújula interna que guía al estratega. Si en algún momento
pierde esa guía interna y los acontecimientos lo fuerzan a actuar, dejará de accionar en
forma estratégica, y comenzará a reaccionar ante las situaciones de crisis.
Desarrollar un enfoque estratégico, pues, no significa llenarnos de cuentas y análisis
rigurosos, aunque el análisis es necesario, sino más bien de adoptar un estado mental
flexible y abierto al cambio; de embarazarnos de una visión que es alimentada y
sustentada, como la mujer al feto, desde nuestras propias entrañas y energía interna; de
concebir un proyecto de vida que es apuntalando con nuestra fuerza interior. Es
llenarnos de una perspectiva real del cambio que está operando, sin perder la
perspectiva de que “ los verdaderos cambios se instalan de adentro hacia fuera”
(Manuel Barroso). Es desarrollar la capacidad de ver los obstáculos que se pueden
presentar, las posibilidades ocultas y las diferentes opciones por las que se puede optar,
lo que requiere también desarrollar la capacidad de visualizar e imaginar los pasos
requeridos para alcanzar los objetivos planteados. Este es un proceso más intuitivo que
racional, un proceso que va más allá del ámbito consciente y meramente analítico.
Como dice Kenichi Ohmae, en relación con el mundo empresarial: “ … las estrategias
de negocios que llegan a tener éxito no provienen de un riguroso análisis, sino más bien
de un particular estado mental” . En tal sentido, deberíamos preguntarnos: ¿dónde nace
y se desarrolla la visión estratégica? Nace en el corazón del estratega. Es fruto de su
dinámica interna, de cómo percibe la realidad, de cómo se movilizan sus emociones, de
cuáles son sus sueños, de cuáles son sus mapas, de cuáles son talentos dominantes.
La visión estratégica del líder o gerente estratega está matizada por su conocimiento /
aprendizaje, su experiencia, su motivación, su intuición, sus mapas metabolizados o
introyectados, su cosmovisión de la vida, su desarrollo de carácter y por la conciencia
que tiene en sí mismo de lo que está ocurriendo en el entorno, en la organización donde
lidera o gerencia y dentro de los límites de sí mismo. Todos estos elementos configuran
el ambiente interno en el que florece o se marchita la visión, y en donde se construyen
las estrategias o se obstaculiza el proceso de definición estratégica.
Es en el propio corazón del hombre donde se atiza o ahoga la visión estratégica del líder
o gerente. Es en el corazón del hombre donde surgen las resistencias o las fuerzas para
perseverar en los propósitos, donde se alojan los miedos a fracasar o el coraje para
triunfar, donde se hace evidente la incapacidad o flexibilidad para manejar la
incertidumbre y la ambigüedad que genera emprender procesos de cambios necesarios
para alcanzar la visión.
Por otra parte, desarrollar una mentalidad de estratega supone cultivar el hábito de
pensar en forma estratégica, al punto de que se constituya en una actitud de vida, una
forma de ser y estar en el mundo. Como dice Kenichi Ohmae: “ Es una disciplina diaria
y no un recurso que puede dejarse en hibernación durante las épocas tranquilas y
despertarse cuando surge una emergencia” . Ver la estrategia como un recurso o
metodología para abordar “ situaciones de crisis” o apagar fuegos inesperados,
equivale a actuar reactivamente; pero el estratega no improvisa, no reacciona, no vive
en “ automático” , por inercia, según el dicho “ como vamos viendo, vamos haciendo” ,
sino que actúa con proactividad, con intencionalidad, más aun, con mentalidad de
oportunista, o como dice Peter Drucker: “ oportunista con propósito” .
Lo vertiginoso y complejo del cambio no deja lugar para las improvisaciones. La falta
de previsión y sentido estratégico puede resultar un error demasiado costoso, un lujo
muy caro en estos tiempos de cambio permanente. Al respecto dice Peter Drucker
“ estar sorprendido con lo que ocurre es un riesgo muy grande para tolerar” , sobre todo
en un mundo tan complejo, competitivo y cambiante. El líder / gerente estratega está
consciente de esta realidad, por lo que no deja al azar o bajo la responsabilidad de otro,
el curso de acción a seguir, sino que explora dentro de sí y en el entorno, para definir su
estrategia.
Jesús de Nazaret también nos alerta sobre la necesidad de ser previsivo y de pensar
estratégicamente. “ Porque ¿quién de vosotros, que queriendo edificar una torre, no se
sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea
que después que haya puesto el cimiento, y no pueda, todos los que lo vean comiencen a
hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. O qué
rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede
hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y sino puede, cuando el
otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz” (Lucas
14:28-30).
Esta ilustración nos habla de la necesidad de actuar en la vida con previsión, con
enfoque estratégico, lo cual es opuesto a la improvisación y a la acción ligera e
irreflexiva, que no pondera las posibles consecuencias de las decisiones que se toman.
LA MENTE DE ESTRATEGA
https://www.buenastareas.com/ensayos/Formacion-De-La-Mente-De-
Estratega/3639511.html
La formación de la mente del estratega
El estratega observa todo es decir particulariza, pone atención en los detalles y además
ve el contexto y sus interacciones. Losestrategas reúnen las siguientes características:
1. Examinan y comprenden el conjunto y los niveles de detalles.
2. Van a la profundidad de las cosas.
3. Analizan y sintetizan informaciónpara comprender la esencia del problema.
4. No se aferran a sus planteamientos.
5. Leen
6. Preguntar para penetrar en el fondo del problema
7. Saben que siempre hay más de una solución8. Contrastan ideas y opiniones
La creatividad está en la forma de preguntar
En empresas grandes y diversificadas, por lo general los directivos están inmersos en las
actividades del día a día del negocio por lo que a veces les falta tener una visión a largo
plazo para lograr el crecimiento y la transformación de la organización. Ésta es la forma
más común de dirigir una empresa pero no precisamente es la que mejores resultados
otorga.
Cuando los CEOs y altos ejecutivos entienden el qué, quién, y cómo del liderazgo
estratégico, y comparten ese conocimiento con los demás, contribuyen a las
posibilidades de que el éxito de la organización sea duradero. Hughes y Beatty ofrecen
perspectivas e ideas sobre la búsqueda efectiva de cada uno de esos elementos.
Mientras que el CEO es en última instancia responsable de decidir el camino que debe
tomar la organización, muchas personas juegan un papel importante en la dirección
estratégica de las organizaciones.
La conclusión de la investigación del Center for Creative Leadership mostró que para
desarrollar la capacidad del liderazgo estratégico hay que comenzar con un cambio en la
mentalidad de las organizaciones y de las personas.
https://www.cerem.es/blog/claves-para-ser-un-lider-estrategico
En este artículo se van a apreciar las diferencias entre ser un buen gestor y ser un líder
visionario con un liderazgo estratégico que sea capaz de motivar y dirigir a su equipo
de trabajo hacia el éxito cumpliendo debidamente con los objetivos de una
organización.
¿Es un buen gestor o un buen líder? Hoy desgranaremos cuáles son las competencias
del líder para ahondar en la diferencia entre la gestión y el liderazgo.
La diferencia principal que se puede advertir entre estas dos figuras es que los gerentes
tienen personas que trabajan para ellos y los líderes son seguidos por las personas.
Para tener un negocio exitoso, una persona debe ser un gran administrador, pero
también debe ser un buen líder para catapultar al éxito a su equipo.
El liderazgo consiste en que todo el equipo crea en la misma visión para conseguir
el éxito y que se trabaje codo con codo para hacer realidad las metas. En cambio, la
gestión o administración trata de cerciorarse de que a diario se llevan a cabo las
acciones preestablecidas de la forma establecida.
Los rasgos que definen a una persona con una gran capacidad de liderazgo son:
Cuando en el seno de una empresa no se puede mejorar, se alude a que no se tiene una
clara mentalidad estratégica. Este enfoque es la capacidad de liderazgo más ficticia en el
mundo empresarial, pero es necesario comprender, analizar, definir y desarrollar cuál es
realmente el significado de necesitar líderes más estratégicos.
Una persona con un liderazgo estratégico muestra una gran curiosidad por tendencias
externas, plantea preguntas disruptivas, desafía el status quo, tiene una amplia
perspectiva, es capaz de lograr un equilibrio entre los intereses de todas las partes
afectadas y es capaz de ser consciente de las fortalezas y debilidades individuales o las
tendencias conductuales. Llevan al final del día y tienen la capacidad de utilizar toda la
información o las tendencias para analizar los resultados actuales y futuros, sin olvidar
tomar una decisión acerca de las necesidades competitivas para que el negocio pueda
seguir avanzando.
Un líder necesita ser ágil. No es eficaz que se trabaje solo a nivel estratégico, es
necesario que un líder ejecute un plan y entregue los resultados.
Muchos clientes abandonan los planes estratégicos de cinco años en favor de los de 24
meses. Se supone y se espera que los líderes identifiquen oportunidades, pero hoy en día
se enfrentan a una avalancha de información que suele estar incompleta y, en ocasiones,
también suele ser contradictoria con el objetivo de encontrar productos e incluso
mercados para determinados clientes que ni siquiera saben que necesitan esos
productos.
Un líder es exitoso y fuerte cuando piensa a través de preguntas como qué cosas son las
más correctas. Un liderazgo efectivo describe y considera la misión de la empresa
además de establecerla de forma abierta. El líder establece los objetivos empresariales y
define qué estándares son necesarios para alcanzarlos.
Una de las tareas del liderazgo exige saber cuándo se ha obtenido el máximo beneficio
de algo que se ha utilizado en su totalidad. Ese momento es el mejor instante para pasar
a otra cosa nueva o diferente.
Los dos son vitales en cualquier organización y, por tanto, pueden y deben coexistir,
pero es una relación interdependiente en la que ambos hacen que el lugar de trabajo sea
más productivo.
Si un líder olvida las operaciones cotidianas y centra todos sus esfuerzos para que su
empresa sea competitiva, es necesario establecer objetivos estratégicos para el
crecimiento. Es un hecho que el liderazgo disminuye cuando el líder trata de ocupar el
lugar del gerente, pero si se establece un fuerte liderazgo enfocado en los objetivos
estratégico de la empresa, se pueden seguir aumentando las ganancias.
Si se pretende que un equipo pueda ofrecer el mejor servicio a sus socios, huéspedes o
clientes es importante que la visión del líder se les impregne y se alineen con ella.
Deben entusiasmarse. En las pequeñas organizaciones el desafío consiste en asegurarse
de que el líder sea también un buen gerente al mismo tiempo, lo cual les confiere una
gran ventaja competitiva.
Qué es liderazgo estratégico?
http://parquesalegres.org/biblioteca/blog/
que-es-liderazgo-estrategico/
4 May 2018 | Edgar De los santos | Blog | estrategia, liderazgo, liderazgo estratégico,
organización, sociedad
Estar orientado al cambio, el líder es a menudo quien dirige los cambios que
ocurren dentro de la organización. El impacto de las decisiones tomadas por él y
su trabajo se expanden en toda la organización.
http://igestion20.com/el-proceso-de-administracion-estrategica/
El proceso de administración estratégica está compuesto por ocho pasos que cubren la
planificación estratégica, su puesta en práctica o implementación y la evaluación. Aunque
los primeros seis pasos describen la planificación que debe darse, su puesta en práctica y
evaluación son igualmente importantes. Hasta las mejores estrategias pueden fallar si la
gerencia no las realiza o evalúa de manera debida.
Los gerentes de cada organización necesitan analizar su entorno. Tienen que saber, por
ejemplo, qué es lo que la competencia hace, que legislación podría afectar a la
organización y cuál es la disponibilidad de mano de obra en las localidades donde opera.
Este paso estará completo cuando la gerencia tenga un control exacto de lo que ocurre
en su entorno y esté consciente de las tendencias importantes que pudieran afectar sus
operaciones.
Este paso obliga a la gerencia a reconocer que cada organización, sin importar su tamaño
o poder, está restringida de alguna manera por los recursos y habilidades de que dispone.
El análisis del punto anterior debe llevar a una evaluación clara de los recursos internos
de la organización. También debe señalar las capacidades de la organización para
desempeñar actividades funcionales distintas. Cualquier actividad que la organización
haga bien o cualquier recurso del que dispone son conocidos como fortalezas. Las
debilidades son actividades que la organización no realiza bien o recursos que necesita
pero no dispone. SI cualquiera de estas capacidades o recursos organizacionales son
excepcionales o únicos, se les llama competencia distintiva de la organización. La
gerencia puede utilizar estas capacidades únicas para determinar las armas competitivas
de la organización.
Comprender la cultura de la organización y sus fortalezas y debilidades es vital para la
gerencia en este paso, y con frecuencia ignorado. Específicamente, los gerentes deben
estar conscientes de que las culturas fuertes y débiles tienen efectos diferentes en la
estrategia, y que el contenido de una cultura tiene un efecto importante en la estrategia
elegida. Las culturas difieren en el grado en el que fomentan el asumir riesgos, explotar
la innovación y recompensar el desempeño. dado que las elecciones estratégicas incluyen
dichos factores, los valores culturales influyen en la preferencia de la gerencia por ciertas
estrategias.
La fusión de los pasos 3 y 5 da como resultado una evaluación de los recursos internos
de la organización y de sus capacidades, oportunidades y amenazas en el entorno externo.
Con frecuencia a esto se le llama Análisis FODA ya que reúne las Fortalezas,
Oportunidades Debilidades y Amenazas de la organización con el fin de identificar un
nicho estratégico que la organización pueda explotar.
A la luz del análisis FODA, la gerencia también tiene oportunidad de evaluar su misión
actual y sus objetivos. Si hay necesidad de hacer cambios en la dirección general, es aquí
donde probablemente se origine. Si no hay necesidad de cambios, la gerencia estará lista
para empezar la formulación actual de estrategias.
Este paso se completa cuando la gerencia ha desarrollado una serie de estrategias que
darán a la organización una ventaja competitiva. Es decir, la gerencia también buscará
posicionar a la organización de manera que pueda ganar una ventaja relativa sobre sus
rivales. Esto exige una evaluación cuidadosa de las fuerzas competitivas que dictan las
reglas de la competencia dentro de la industria de la organización. Los gerentes de éxito
elegirán estrategias que den a su organización la ventaja competitiva más favorable; luego
tratarán de sostener esa ventaja a lo largo del tiempo.