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RUCfOR ES DESENCADENADO
TlM LAHAYE
Jerry B. Jenkins
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«de1.000.«
molares en
mm
EL DESTRUCTOR ES DESENCADENADO
APOLIÓN
TlMLAHAYE
JERRY B. Jenkins
EDITORIAL
UNILIT
Publicado por
Editorial Unilit
Miami,Fl. 33172
Derechos reservados
Producto 495095
ISBN 0-7899-0655-4
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
A Norman Robrer
B.
Amigo y mentor
PROLOGO
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dijo.
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público —
por supuesto también a Carpatia y compañía.
Ken había aterrizado en el pequeño aeropuerto Jerusalén,
al norte de la ciudad y los que deseaban dar sus buenos deseos
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—Ah, ah.
— Ella sabe.
—Ray, entonces anda a casa y pregúntaselo tú mismo.
—Como no fueran
si se en mí que a fijar trato de desli-
zarme de aquí mañana en mañana. la
me a
arriesgaría Yo conozco
eso. que hace compras,
al tipo las
Abrazó a Zión. —
¿Estás tan cansado como yo?
—Exhausto. Sólo tengo la esperanza que el Señor me
permita dormir esta noche. Estoy listo para compartir Su
mensaje con estos amados miembros de la familia y todo lo
que queda antes de eso es conversar con Elias y Moisés. Tú
irás conmigo, ¿no?
—No me perdería por nada.
lo
—yo tampoco — Ken. dijo
Pero que dio Cloé cambió
la noticia planes de Ken. los
mañana.
Después de explicar la situación de Raimundo, Ken deci-
dió sacar el Gulfstream del aeropuerto de Jerusalén y llevarlo
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ridad.
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o que
ella tuviere oídos...
—Yo que no entiendo — Cloé
oí, sólo dijo.
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DOS
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—Ernie dijo.
tumba.
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—Lo Te preocupa
sé. a nosotros capaz de
unirte sin ser
aportar cosas.
—Exactamente.
—Mírame Yo soy uno de
doctor. fundadores y heme los
aquí sin ingresos.
—Quisiera que eso me mejor.
hiciera sentir
—Pienso que podemos proporcionarte cama y comida a
cambio de servicios médicos. Eso te pone bien por delante de
mí. Ahora yo sólo soy un piloto más y no tengo avión.
Raimundo vio la sombra de una sonrisa pero entonces cedie-
—¿Estás bien?
ron las rodillas de Carlos.
—Sólo cansado.
—¿Cuándo fue última vez que dormiste?
la
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patia?
Camilo — Sin duda que Nicolás goza mantenién-
asintió.
dolo en su lugar.
Volvieron a la mansión de Jaime para encontrar al anciano
que burbujeaba de entusiasmo. —
No estoy loco, Zión. Me
doy cuenta que te has puesto contra mi amigo y has polemi-
zado públicamente con él por medio de la Internet. Pero te
digo que lo entiendes mal. Él es un hombre maravilloso, un
hombre santo, si puedo decirlo así. El hecho que esté solici-
tando humildemente un lugar en el programa muestra su
buena voluntad y...
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señor Fortunato
respecto. Si el insiste...
—Zión, no de que
se trata Yo mi él insista. di palabra.
—No tengo una respuesta.
—¿Todo que puedolo que orando por
decirle es estás
ello?
—Exactamente.
—Zión, ¿quién parece que ocupó de seguridad en
te se la
—No sé.
ofrecido? Te has puesto del lado de esos dos del Muro de los
Lamentos que han maldecido a nuestra patria, tu patria Ellos ¡ !
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nó?
— Yo sabía que lo haría.
Su voz era débil y como un hilo. Le costaba respirar
mientras hablaba. —Él envenenó a tu amigo Bruno Barnes.
Raimundo se echó para atrás. —¿Sabías eso?
—Él se ufanaba de eso. Me que era una cosa de
dijo
liberación prolongada en el tiempo. Bruno se iba a poner más
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—Puedo hablar.
—¿Sabes de Amanda?
Los de
labiostemblaron y dio
ella vuelta la cara.
Él —
repitió: ¿Sabes? — luciendo muy desgra-
ella asintió
ciada— Cuéntamelo.
.
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TRES
Yo entrenada para
fui Yo hacerlo. lo vi todo.
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— por Si es mí...
—Y lo es.
—He decidido que soy indigna y no puedo con eso vivir
mucho, mm... ¿cómo llaman? lo
—¿Gracia?
— Bueno, creo que pero que quiero sí quelo decir es la
brecha entre lo que puede ser verdad y lo que debe ser verdad
es demasiado grande.
— Injusticia.
—Eso mismo. Que Dios me salve cuando ambos sabemos
quien soy y qué he hecho —eso es demasiada injusticia.
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Fortunato? — Cloé.dijo
—Sencillamente Jaime que no reconocería
le dije a ni
rendiría honores a Nicolás. Tampoco le presentaré ni le pediré
a nadie que lo haga. Si sube a la plataforma, no me interpondré
en su camino —
Zión sonrió agotado — . Como pueden espe-
rar, Jaime discutió con vehemencia advirtiéndome que no
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mente esperas
si llegar a horario al estadio.
— ¡Pero si es tan cerca!
—No denso ya que
importa. El tráfico está tan sólo la
de
escolta CG puedela que tiempo.
asegurarte llegaras a
—¿Decidiste con nosotros?
venir
—Lo miraré por Le pedí Jacobo que cargue
televisión. a
una caja con botellas de agua para ustedes. Esos dos predica-
dores del Muro de los Lamentos se han atribuido los méritos
de convertir en sangre el agua potable, de nuevo. Aunque se
supone que se ha limpiado desde que empezaron a llegar los
visitantes, uno nunca sabe. De todos modos, los occidentales
no deben arriesgarse a beber nuestra agua potable.
La escolta de la CG estaba compuesta por dos jeep con
luces amarillas intermitentes, llevando cada vehículo cuatro
guardias armados que meramente contemplaban al Comando
Tribulación que subía al furgón Mercedes Benz.
— Otro poquito de demostración de poder de parte de
Carpatia — Cloé.dijo
— fuera
Si nos hubiera dejado abandonados
inteligente, a
nuestra permitiendo que nos atrasáramos —
suerte, Zión. dijo
—No hubieran atrasado — Jacobo con
se dijo su fuerte
acento — de todos modos, yo
, hubiera llevado para
los a allá
tiempo.
Camilo nunca había visto, ni siquiera en Nueva York, un
tráfico como éste. Cada arteria vial que condujera al estadio
estaba repleta de vehículos y peatones. Tampoco había visto
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,.
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Y
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,
Hizo una pausa para los intérpretes pero antes que pudie-
ran traducir, toda la gente del estadio se puso de pie estallando
en aplausos y vivas. Daniel se sorprendió y sonrió a los
traductores, como disculpándose. Les dijo: Los voy a es- —
perar a ustedes. Mientras la multitud de miles seguía dando
vivas. Cuando, por fin, se acallaron los aplausos, le hizo una
seña a los intérpretes que repitieron su frase. — ¡No, no! —fue
la respuesta de la gente — , ¡nein! ¡nyetl
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.
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enseñanza.
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—
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un ángel que asciende desde el Este, con el sello del Dios vivo,
les gritó en voz muy alta a los cuatro ángeles, a los que les
fue otorgado dañar la Tierra y el mar, ¿y qué les dijo? "No
hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que
hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro
Dios". Juan escribe, "oí el número de los que fueron sellados:
ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los
hijos de Israel".
—Ahora permitan que concluya recordándoles que la
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,
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a
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vestimenta de Mathews.
— ¡Oye, también a mí! Tengo que irme. No quieres que
tenga que con quién estaba hablando.
decirles
—Sigue en Max.
contacto,
—No preocupes. Pero escucha
te no exhiban bien, se
mucho Yo no
ustedes. nada a
apostaría estos tipos.
—Espera — Camilo, con unadijo en su voz —
sonrisa
¿Quieres decir que no podemos confiar en la palabra de
Carpatia? ¿Él no es un fulano confiable?
—Correcto. Solamente que se cuiden.
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CUATRO
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chazando la botella.
—No tienes que temerle. El te ama.
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la luz.—Tienes marca en
la tu frente.
Jacobo se soltó
y —quiero en
corrió al vehículo, verla el
espejo.
—No verás — Camilo que seguía— Por alguna
la dijo lo .
una en realidad?
—En realidad.
— ¡Oh, alabado sea Dios!
Subieron de nuevo furgón y Camilo marcó
al número el
— Soy yo.
—Estaba preocupándome por ti.
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.
—
Mañana esto va a tener la mayor teleaudiencia de la
historia —
dijo Raimundo volviéndose para ver que pensaba
Patty de eso. Ella también miraba la pantalla pero su cara tenía
una palidez de muerte y parecía que trataba de hablar. Su boca
estaba abierta, sus labios temblaban. Ella parecía aterrorizada,
y él preguntó: — Patty, ¿te sientes bien?
Carlos se dio vuelta cuando Patty dio un agudo alarido.
Ella se cayó de espaldas, se agarró el abdomen con las dos
manos y se puso de lado, respirando con dificultad y gimien-
do.
médico tomó su estetoscopio y le pidió a Raimundo y
El
Ken que sujetaran a Patty, que les opuso resistencia pero
pareciendo darse cuenta lo bastante para intentar quedarse
quieta a fin que Carlos pudiera escuchar el latido del corazón
del bebé. Él se veía muy —¿Qué
serio y le preguntó: sentiste?
Ella contestó boqueando: —Nada de movimientos por un
largo rato. Luego un dolor agudo. ¿Se murió? ¿Perdí a mi
bebé?
— Déjame auscultar de nuevo — Patty se quedó quieta —
No puedo decirlo sólo con el estetoscopio y no tengo un
monitor fetal.
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—Sabrías
Patty dijo: si estuviera ahí.
—Pero no puedo estar seguro si no oigo nada.
— ¡Oh, porno, favor, no!
Carlos la hizo callar y volvió a auscultar cuidadosamente.
Palpó todo el abdomen y luego apoyó bien su oído. Se
enderezó rápidamente.
—¿Tensaste músculos abdominales a propósito? —
tus
ellamovió cabeza—
la un dolor como de parto?
. ¿Sentiste
—¿Cómo puedo saberlo?
—¿Calambres? ¿Tensión?
Ella asintió.
— ¡Teléfono! — Carlos y Ken gritó suyo. El le tiró el
médico marcó rápidamente — Jimmy, soy Necesito un
. yo.
ambiente esterilizado y un monitor fetal... ¡no hagas pregun-
tas! ...No, no puedo decirte eso. Suponte que estoy a unos
para allá.
— para hoy!
¡Caballeros, es
—Tú sabes dónde que manejas —
es, así Raimundo
tú dijo
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boca, ¿entendiste?
—Yo no nada — vi dijo la niña.
—¿Cómo llama usted? —preguntó Carlos mientras
se la
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.
—Lea.
—Reconozco el riesgo que corre, Lea, lo apreciamos.
Lea atisbo a Patty mientras abría la puerta del quirófano
y señaló la mesa. —Evidentemente no soy su hermana.
Carlos la miró —Entonces dejamos que muera,
fijo. la se
¿no?
—Doctor, no quise ¿Es usted médico? — Él
decir eso.
— Sólo quise que mete en muchos problemas
asintió . decir se
Si ese bebé está vivo, quisiera intentar sacarlo con una cesá-
rea. Usted tendrá que manejar la anestesia.
— No tengo experiencia...
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— Yo Lea. ¿Qué
la guiaré, tal de comportarse a la altura
de laocasión?
—Voy a perder mi trabajo.
—Mmm — médico —
dijo el , espero que eso sea lo peor
que le ¿Ve la gente que está aquí? Yo perdí el mío
acontezca.
el otro día. También el capitán Steele. Ken perdió su casa.
— Lo conozco. Él estuvo aquí como paciente...
—¿Realmente? — de él la siguió a la sala cirugía.
—¿Y qué hay de paciente? —preguntó Lea, aplicando
la
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.
—¿Aborto incompleto?
—Lea, ¿se da cuenta lo rápido que se recuerda todo?
Normalmente ella tendría el parto en una o dos horas pero
esto será rápido por lo avanzada que está.
Raimundo estaba impresionado por la rapidez y eficiencia
de Lea.
Patty volvió en — ¡Me estoy muriendo! —gimió.
sí.
— Me¡ duele!
—Pronto no sentirás nada pero vas a tener que pujar
cuando te diga.
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—Pero yo quiero...
Carlos se sacó los guantes y le acarició la mejilla suave-
mente con su mano. —
Patty, he llegado a quererte mucho. Tú
lo sabes, ¿no? —
Ella asintió, con las lágrimas rodando Te — .
—No, no lo quieres.
—No tengo motivos para vivir.
— Te amamos.
Patty, los tienes.
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CINCO
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amor.
Mucha estática y ruido mecánico y luego oyó: — Torre
Jerusalén, aquí el Helicóptero Uno de la CG.
—¿Diga?
—Entendido, ¿me oyes?
torre,
más?
—Diez-cuatro. Verifico coordenadas para volver puer- al
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—¿Están huyendo?
—Afirmativo.
—¿Qué puedo hacer?
— Torre,llegaremos desde el noroeste.
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¿estás armado?
Jacobo buscó debajo del asiento y sacó una subametralla-
dora Uzzi. Se la metió en la cintura tapándola con la camisa.
Camilo pensó que era muy evidente pero en la oscuridad
y con los apretones de la multitud quizá pasara inadvertida.
— Alguien debe haber mandado guardias de la CG para que
detengan a Zión. No lo agarraron aún pero no pasará mucho
tiempo. Sácalos de ahí.
Jacobo entró corriendo al estadio y Camilo se deslizó
detrás del volante. La multitud empezaba, finalmente, a mo-
verse. Parecía que la gente no quería irse pues esperaban
notoriamente darle un vistazo más a Zión. Camilo no entendía
sus conversaciones pero la frase en inglés que captaba oca-
sionalmente le decía que la mayoría estaba comentando la
humillación de Carpatia.
Mientras Camilo maniobraba cuidadosamente el furgón
a través de la multitud, oyó un helicóptero. Temió que trajera
más guardias de la CG pero se sorprendió de que el helicóp-
tero luciera igual que el que se había llevado a Carpatia. Tomó
su teléfono y marcó el botón para devolver la última llamada.
— McCullum.
— ¡Max! aquí Camilo. ¿Qué estás haciendo de vuelta
aquí?
—Diez-cuatro. Seguridad. Vigilaremos cuadrante el su-
deste.
—Yo mandé un hombre rincón al noroeste.
— ¡Afirmativo, Yo
afirmativo! sudeste pero vigilaré el
entonces me mi carga
llevo cambio.
a la base,
—¿Podrían en sudeste ahora?
estar el
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se dio cuenta de todo antes que sucediera. Vio que los guardias
venían hacia mí pero no le gustó el aspecto que tenían.
—Ellos apretaban mucho sus auriculares contra sus orejas
— Cloé— mientras que sacaban
dijo , el seguro de sus armas.
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,
Camilo dijo: —
Aún estoy preocupado por Jacobo.
Cloé dijo: —
Él fue tan hábil; trotó por el túnel, cerca de
nosotros, diciendo, "estoy buscando caras familiares que me
sigan rápidamente a la seguridad". Nosotros salimos de un
cuarto de escobas y...
— Yo tampoco y me pararme de
gustaría este piso en
cuanto sea seguro hacerlo.
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de la CG. Era evidente que era esta misma fuerza la que había
estado tras la masacre de la familia de Zión y en su expulsión
desde su patria. Pero ahora él estaba ahí como huésped de
Jaime y éste era poco menos que un ídolo en Israel.
Tan pronto como entraron, un Jaime pálido y tembloroso
vino a saludarlos con abrazos exigiendo saber dónde estaba
Jacobo. Camilo dejó que Zión diera las explicaciones de rigor
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— usted nos
Si disculpara, nosotros...
—Por — Jaime.
supuesto... dijo
—Yo saber cuando llegue Jacobo, a
quisiera la hora que
sea — Camilo.
dijo
—Le agradezco su Le avisaremos —
interés. dijo el ancia-
no.
—Adelante — le dijo.
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— puede llamarme
El a mí.
—¿Dónde está?
— Ay! Lo dejé en
j Voy el furgón. a buscarlo.
Ahora tocó Cloé no
le que a dejar él se fuera, diciendo:
—Voy encender mío. Tampoco quiero apartada de
a el estar
ti de nuevo.
Sus bocas se encontraron y él la siguió abrazando. Se
sentaron en el borde del lecho y se recostaron, la cabeza de
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—Acuérdate también,
tú tienes la tuya.
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—
Sí, pero soy el jefe y yo firmo los cheques. No hay
dinero para cheques así que, ¿qué haré, despedirme a mí
mismo?
—
De todos modos, me' elegiste a mí sobre la última
noticia.
Camilo se dio vuelta hacia ella y la besó de nuevo. De —
todos modos, sé qué va a decir. Hará que Fortunato cante
primero sus alabanzas, luego hará el papel del muy humilde
y avergonzado y atacará a Zión por ponerlo en una situación
embarazosa después de todo lo que él ha hecho por el rabino.
Cloé asintió. —
Entonces, ¿en qué piensas?
—El bebé.
—¿Tú también?
Ella lo miró arqueando sus cejas.
Él asintió. —¿Qué piensas tú?
Ella contestó. —Que no fuimos muy Nuestro
inteligentes.
bebé nunca llegará a cumplir los cinco años y que lo, o la,
criaremos mientras tratamos de seguir vivos.
—
Peor que eso. Si tan sólo estuviéramos tratando de
sobrevivir podríamos escondernos bien en un lugar seguro.
El bebé pudiera estar relativamente seguro por un tiempo pero
nosotros ya nos pronunciamos; somos enemigos del orden
mundial, y no vamos a quedarnos de brazos cruzados limi-
tándonos a protestar mentalmente.
— Yo tendré que tener mucho cuidado, por supuesto
— dijo ella.
—Sí —bufó — como él lo has tenido hasta ahora.
Ella yacía silenciosa y, por fin, dijo: —Quizá tenga que
ser más cuidadosa, ¿sí?
—Quizá. Sólo me pregunto estamos haciendo bueno
si lo
por pequeñuelo.
el
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Zión intervino. —
Nosotros nos vemos mutuamente las
marcas. Yo veo la de Camilo y la de Cloé tan claras como el
día.
Jaime les hizo una seña de despedida, como divertido,
como si le estuvieran haciendo una broma. Y Fortunato fue
presentado.
—Mejor que de hablar con papá
trate antes que empiece
Carpatia — Cloé. dijo
Se apresuró a ir al dormitorio y volvió con su teléfono,
mostrándoselo a Camilo. La pantalla de los mensajes decía
que Raimundo había estado llamando desde que ellos estaban
en el dormitorio. Ella marcó el número.
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.
Ella se incorporó. —
¿Vas a salir? No es seguro.
—Carpatia demasiado concentrado en Elias y Moisés
está
para preocuparse por nosotros en este momento. Quiero ver
si puedo encontrar a Jacobo, y quiero ver que harán los
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—
Doctor, no le ha pasado nada. Yo estoy tratando de
entrenarlo a usted para que me trate apropiadamente.
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— ¿El harén? —
dijo, leyendo el cartel con luces de
neón — ,
seguro que
¿está esto es sólo un bar?
—Camilo, estoy seguro que no lo es. No quiero pensar en
que otras cosas pasan ahí dentro. Nunca he entrado. Habitual-
mente espero aquí fuera mientras mi jefe de seguridad entra
y arrastra a Jacobo para fuera.
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departamento —
se rió —
me humillaba, eso es lo que hacía.
,
—
¿Ella te recuperó?
— Seguro que sí. Hastame sacó de mi duelo. Eso llevó
unos cuantos años pero me fui volviendo una persona más
feliz, más productiva. Yo sabía que era Dios en su vida quien
le permitía hacer todo eso. Pero seguía pensando que si había
algo en este asunto del cielo y del infierno, Dios tendría que
considerarme con amabilidad porque yo ayudaba a la gente
todos los días. Hasta tenía la motivación correcta. Oh, me
encantaba la ayudaba a todo el mundo. Hacía
atención pero le
—
No digo que Patty no pudiera llegar a ser esa clase de
persona — agregó Raimundo.
—
Lo sé pero no hay pruebas de que ella quiera serlo.
—
¿Sabes que voy a hacer?— dijo Raimundo poniéndose
de pie — voy a llamar a mi hija para decirle que la amo.
,
—
Carlos miró su reloj. ¿Sabes qué hora es donde ella está?
—No me importa y tampoco a ella le importará.
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— Ahí adentro! —
i dijo Esteban
apuntando con su vaso,
riendo y tosiendo al mismo tiempo —
¡Está arriba de la
.
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—Quiero a ir contigo
Israel el viernes.
—Apenas ¿No
escapaste. amigo Max que
te dijo tu eras
hombre muerto quedabas?
si te
norteamericano!
Camilo volvió a
se —¿Inglés? —preguntó—
otros. ,
¿al-
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.
puerta.
En automóvil Rosenzweig fulminó con la mirada a
el
vi arribade mesa.
la
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—
Magnífico pero vamos a necesitar dos pilotos. No hay
forma en que McCullum pueda salir para ayudarnos.
—¿Qué soy yo, hígado picado finito?
Ken se dio un golpe en la cabeza. —Mira lo que dije, ¡qué
idiota! Entonces, ¿estás entrenado para helicópteros?
—Max me preparó. Aterrizo cerca del complejo y les hago
el transbordo a ti que te quedas en el aeropuerto, ¿correcto?
—Mejor será que te consigas
un plano del lugar antes que
vayamos. Vas a tener muy poco tiempo para aterrizar uno de
esas cosas tan ruidosas en plena zona residencial. Alguien te
ve en su patio y los policías estarán allí antes que puedas
lanzarte nuevamente al aire.
—Llévate Mercedes.
el
—Este me Cloé
sirve bien. Si todavíaestuviera levantada,
dígale que puede llamarme.
—¿Dónde vas?
— no
Prefiero no no
decirlo. Si que mentir
sabes, tienes si
alguien pregunta.
—Esto demasiada estupidez para mí, Camilo. Cuídate
es
y apúrate en regresar, ¿quieres? Tú y tus amigos tienen otro
gran día mañana o ¿debiera decir hoy?
Camilo manejó derecho al Muro de los Lamentos. Como
lo esperaba después del intercambio de palabras de los dos
testigos y Carpatia, y de las amenazas que Nicolás hizo por
la televisión una gran muchedumbre
internacional, había
apretándose cerca de la reja que cercaba el lugar donde Elias
y Moisés moraban. La CG estaba bien representada con
guardias armados que rodeaban a la multitud.
Camilo estacionó lejos del Monte del Templo y se fue
andando como un turista curioso más. Moisés y Elias estaban
espalda con espalda, y Elias enfrentaba a la multitud. Camilo
nunca los había visto en esa posición y se preguntó si Moisés
estaba vigilando de alguna forma. Elias estaba hablando con
su potente y penetrante voz, pero en ese momento, competía
con el jefe del escuadrón de la CG y su altoparlante. El guardia
estaba haciendo un anuncio en varios idiomas, primero en
hebreo, luego español, luego un idioma asiático que Camilo
no pudo identificar. Por último, habló en un inglés fragmen-
tario con un marcado acento hebreo, y Camilo se dio cuenta
que el guardia CG era israelita.
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Internet.
— Entonces un seré ¡Fuera de mi camino!
héroe.
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tencia de fuego!
El guardia CG volvió a hablar por el altoparlante con
urgencia. — ¡Revisaremos la zona detrás de la reja! Si esos
dos no están ahí, están transgrediendo la orden directa del
mismo Potentado y cualquiera les puede disparar a voluntad
sin temer condena!
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ran fallado desde tan cerca. Los guardias rodaron sobre sus
costados, desechando los cargadores vacíos y reemplazándo-
los con ruidosos clics. Volvieron a disparar llenando el valle
con violentas explosiones.
Los testigos no se habían movido. Camilo tenía sus ojos
clavados en ellos cuando una luz blanca cegadora salió de sus
bocas, y pareció que expectoraban un torrente de vapor
fosforescente directamente a los guardias. Los atacantes no
tuvieron tiempo de retirarse cuando se incineraron. Las armas
quedaron sostenidas por los huesos de sus brazos y manos
mientras se evaporaba su carne, y las costillas y la pelvis de
ambos dibujaban siluetas fantasmales contra el pasto.
En pocos segundos el fuego blanco convirtió los rifles en
líquido chirriante que goteaba y sus huesos en cenizas. Los
asesinos en potencia se apilaron uno al lado del otro mientras
la multitud huía presa del pánico, gritando, maldiciendo,
llorando. Casi derribaron a Camilo cuando pasaron por su
lado. Las emociones de éste siempre se contradecían cuando
presenciaba la muerte de seres humanos. Los testigos habían
dicho que cuando murieran los atacantes sus almas se perde-
rían. No se trataba de que no se les hubiera advertido.
Horrorizado ante la pérdida de vida y la condena eterna
contra la cual se habían jugado los guardias, perdiendo,
Camilo sintió que sus rodillas (laqueaban. No podía sacar los
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—¿Lo hiciste?
— Lo hice.
—Pero yo no quiero que sepa que estamos planeando
él
algo...
la casa para ver qué podía averiguar. Era una embajada, por
consecuencia, el...
— Helipuerto.
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NUEVE
combate!
Pattymiró largamente Raimundo. — ¿Te gusta
a esto?
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si no pudieras perder.
Ritz dijo:—Nosotros ya ganamos. Solamente es cuestión
de ejecutar los actos. La Biblia ya contó la historia, y como
dice Zión, "nosotros ganamos".
Patty movió la cabeza y se puso de lado, dándoles la
espalda. —Tú eres demasiado simple para meterte con un tipo
como Nicolás.
Ken captó la mirada de Raimundo. —¿Te das cuenta del
horario de partida, con todo eso del cambio de hora? Bueno,
naturalmente, tú has estado volando estas rutas mucho más
tiempo que yo.
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!
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Apocalipsis.
Al empezar Zión a redondear su enseñanza de la noche,
el teléfono de Camilo vibró.
— Soy Max, ¿estás donde puedas hablar?
Camilo se fue del ala detrás del escenario a una zona más
—Habla.
tranquila.
—¿Ustedes tienen un plan de evacuación? ¿Tú, tu esposa
y Ben-Judá?
—Estamos organizándolo.
—Lo van a Muchacho,
necesitar. digo te lo yo, estos tipos
están locos. Carpatia se pasa la mitad del día echando humo
debido a los dos testigos, y la otra mitad se la pasa planeando
matar a Mathews.
—¿Mathews, molesta más que Zión?
lo
—Yo no un centavo por
diera de Pedro Mathews.
el futuro
Carpatia cree que tiene lista la acción para Zión. Tengan
cuidado, cualquiera sea lo del sábado. Nicolás tiene a sus
tropas tan enfurecidas que saben que pueden eliminar a Zión
sinque nunca tengan que sufrir por eso. Nicolás lo trataría de
emboscada, el desacuerdo en las filas de los creyentes o algo
por el estilo, y él quedaría como el héroe.
—Max, conexión
esta es segura, ¿no?
—Por supuesto.
—Nosotros estaremos bien lejos antes de la asamblea.
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Una rareza del plan para la noche del viernes era que todos
querían ir al estadio. Las amenazas contra los testigos, el
debate público entre Carpatia y Ben-Judá, todo había llegado
a su culminación. El estadio estaría repleto. Pese a que Cloé
lehabía asegurado a Camilo que ella estaba contenta de tener
una noche libre, quería estar allá y prometía tener cuidado y
tomárselo con calma. Sí, decía, hasta se quedaría sentada
durante la reunión.
Jacobo estaba manejando de nuevo pues el doctor Ro-
senzweig decidió que la sanción contra él era absurda. Pero —
¿qué pasa si el escolta de la CG lo ve al volante? preguntó —
Camilo, que no quería suscitar una inquietud innecesaria.
—
Entonces, puede informárselo a Fortunato y yo insistiré
en hablar personalmente con Nicojás, pero mira Camilo, a
ellosno les importa. Lo verán desafiante al volante y supon-
drán que se hizo un nuevo trato*. Tú sabes que su esposa viene
con nosotros.
-¿Qué?
—Y Esteban.
— ¡Oh, Jaime! Esto se está pareciendo a un circo.
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—Y el jefe de ellos.
mañana mediodía en
al Templo Monte.
el del
— ¡Eso no hasta mediodía! Él
es sino unos doce años
el es
mayor que tú o algo así amigo, pero es casi treinta años más
joven que yo. Y robusto. Y ¿quién sabe? Si él tiene razón.
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allá.
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,
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—Ray, problema
el que yo ando buscando motivos
es
para tocarla, abrazarla, consolarla. Ahora, me dices que la
ande trayendo en brazos, y ¿tú quieres que yo piense bien mis
sentimientos por ella?
—Calma, doctor. Ya no
un adolescente. Esperaba
eres
que tu obsesión con ella no fuera puramente física pero
hubiera tenido que darme cuenta. Apenas la conoces y lo que
conoces te vuelve loco, como tú mismo lo admites. Sólo
compórtate hasta que podamos regresar y ayudarte a mante-
ner tu buen juicio.
— Sí, sí.
—Quiero decir ahora.
—Lo Ya sé. te oí.
-¿Qué?
—La que Rosenzweig colganda de un clavo en
llave tenía
de
el dintel puerta que da
la No paso. está.
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—
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¿no?
Sólo Jacobo y Jaime cabían en el asiento delantero así que
Hannelore se sentó directamente detrás de Jacobo con Cloé al
medio y Zión detrás de Jaime. Camilo y Esteban se amontonaron
en el compartimento trasero. Jacobo había empezado a salir
lentamente de la entrada de automóviles cuando Jonás se paró
delante del Mercedes haciendo señas para que Jaime bajara el
vidrio de la ventanilla. Le habló a Jaime con urgencia, en hebreo.
Camilo, con su cara a escasos centímetros de la cabeza de
Zión, susurró: —¿Qué pasa?
Zión se dio vuelta a la ventana y habló suavemente.
— Recibieron una llamada de León que está enviando un
helicóptero. Los caminos están más llenos que nunca; el estadio
ya está lleno. Tuvieron que abrir las puertas dos horas antes
— escuchó un poco más —
el portero dijo a Fortunato que
,
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!
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DIEZ
—Pero si saben y
ellos te agarran, ¿cómo voy a llevar a
nuestra gente devuelta al Gulfstream?
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.
— —
¡Sí! gritó desde la parte de atrás, al lado de Camilo —
Y ahora me está haciendo un hoyo en la pierna desde el bolsillo.
Jaime se inclinó para atrás, hacia Cloé, como si tuviera un
secreto. —
Estoy seguro de que es la única llave que tengo
para esa cerradura. No me
imagino que vaya a necesitar esa
salida pero parece negligencia no mandar a hacer copias.
Jacobo se encargará de eso el lunes.
Ella asintió y se volvió para mirar a Camilo. ¿Qué se
esperaba que él hiciera, se preguntó éste, robársela del bolsi-
llo? No quería que Jacobo supiera de la huida hasta que
estuvieran bien lejos. Tampoco Rosenzweig, a pesar de su
guerra de palabras en tonos agrios con León Fortunato.
Al dirigir a Esteban directamente a un estacionamiento
privado, cerca de la entrada oeste, Camilo se sintió agradecido
que esta fuera la última noche de la conferencia. Había sido
más de lo que él hubiera imaginado, pero ¿dónde iban a poner
a toda esa gente? Cada noche aumentaba el gentío. Ahora la
gente estaba hombro con hombro, el estadio lleno, la gente
daba vueltas afuera y se volcaba al tráfico. La gente de los
noticieros, confesadamente controlados por la Comunidad
Global, estaban por todos lados. Era claro que esta era la
manera de Nicolás para controlar todos los detalles.
El grupo se dirigió a la zona del escenario, donde esperaba
el comité local. Camilo se impresionó con el tono autoritario que
Zión sacó súbitamente. Él se debía sentir como el pastor que era
y que las decenas de miles de personas, dentro y fuera del estadio,
eran su rebaño. Los dos días anteriores él había dejado las cosas
al maestro de ceremonias y al comité local presentándose en el
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-¿sí?
—Bueno, a ella le gustaría verlo.
—¿Sabe que él tiene que ser diez años menor que ella?
—Así que como es la misma diferencia de edad de Camilo
y tu hija?
Raimundo hizo una pausa. — ¿Qué... te preocupa una
relación? ¿has hablado con ese muchacho?
— Sí. Él es creyente. Parece bastante simpático.
—Es un mago de mecánica pero ¿él y Patty? Ni siquiera
la
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—Te no me
dije, crees.
—¿Qué, hablas en serio?
—Fue hace y cinco años, pero sí. Me salí de la
treinta
fuerza aérea, pensé irme a la aviación comercial pero quería
vagar primero por Europa. Inglaterra terminó por gustarme;
realmente ahora no recuerdo los por qué pero entré en la LSE
con mis altas notas de la secundaria.
—¿Te fue bien en secundaria?
la
—Con honores, muchacho. Hice el discurso de gradua-
ción y todo. Se pensaba que iba a ser maestro de inglés. Hablo
así porque es más fácil pero vuestro servidor es una eminencia
en el conocimiento de los parámetros gramaticales.
—Asombroso.
—A veces yo mismo me sorprendo.
—Apuesto que sí.
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detuvo.
—Usted no puede subir para allá.
Camilo buscó su credencial. —Estoy con el comité del
programa.
—Señor, yo sé quien es usted. Le aconsejo que no suba
para allá.
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— De La gente de
pie aquí. muchedumbre empezó a notar-
la
— ¡Le dispararán!
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APOLIÓN
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está en su departamento.
Jaime dijo:—Oh, algo de
dijo donde madre de
ir la
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—
Yo la necesito, y necesito que me tengas la suficiente
confianza para no preguntar por qué.
—¿Le teme a los intrusos? La puerta quedó con llave. Es
la más firme de la casa.
—Lo pero
sé la necesito. Jacobo, por favor.
—Ni siquiera la tengo yo. Se la di a Esteban. Mañana
trabajo pero el lunes estoy libre de nuevo. Dijo que él la haría
copiar entonces.
—Y ¿dónde vive?
—Cerca pero en
del estadio las noticias vi que no permiten
tráfico en zona
la noche.
esta
—Hemos estado mirando y no vi eso.
—Acaban de Un guardia de
pasarlo. la Comunidad Glo-
bal fue asesinado inmediatamente después de la reunión. Ese
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—Diez-cuatro, Cambio y
Gulf. fuera.
Marcó número
el de Cloé. —¿Todo bien, querida?
—Papá, aquí estamos un poco asustados. No te aburriré
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—¿Qué lo retiene?
—Su admiración y amor por Carpatia.
Camilo gruñó. — Entonces digámosle que Raimundo lo
oyó en Cóndor 216.
el
—¿De mí?
—¿Y de él?
—¿Lo creerá?
—Zión, eso cosa Esto en contra de todo que
es suya. irá lo
él cree
y porsiente Carpatia.
—Entonces, que así sea.
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DOCE
neaba acercamiento.
el
costado.
—No me embromes.
—No. Es CG por completo pero hay uno solo.
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ceder.
—¿Estamos bien para seguir?
—Sargento, no que tiene Eso
esperar. es afirmativo.
—Max, puse todos mis huevos en tu cesta.
—Sargento, bienvenido. Adiós.
— ¡Ken, toma Gritó Raimundo por encima
tu teléfono!
del estruendo de los motores cuando Ritz abrió la puerta.
Ken se diouna palmada en la cabeza y sacó su teléfono
de la bolsa, diciendo: —
Otro momento de madurez. Ahora
no me vayas a dejar allá fuera, pidiendo que me lleven.
—No te preocupes.
Raimundo deseó haber tenido espejos retrovisores en los
lados del avión para saber cuando Ken llegaba al helicóptero.
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de tu familia, Zión. ¡Oh, Dios; oh, Dios; oh, Dios! ¿Cómo pude
haber estado tan ciego? Yo sé que ustedes trataron de decírmelo.
—Doctor — dijo rápidamente
Zión —
usted y yo segui-
,
lleven a...
apurarnos. —
El teléfono sonó —
Eso debe ser la CG
. dijo —
él.
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El helicóptero Dos
piloto del —Exijo juró. el descenso y
larendición inmediata, Uno.
—Dos, voy en Tel Aviv. Te veo
ruta a allá.
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se a bordo.
—Negativo, Dos. Te veo en Ben Gurión. el
El helicóptero Dos lanzó un pedido de auxilio a todas las
naves aéreas del sector.
—¿Ahora qué? — Camilo. dijo
—Luces apagadas y vuelo — Ken. rasante dijo
—No demasiado rasante.
—Con para pasar
la altura suficiente cables de los la luz
— Ken— bastante
dijo , lo para rasante
fuera estar del radar.
—¿Vamos bien?a salir
—Depende de dónde estaba cuando llamó primera la vez.
Si seguía en el barrio de Jaime, le llevamos una buena
delantera. Dudo que él vuele así de bajo o tan rápido. De
ninguna manera él es tan tonto como para creer que vamos al
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para elevarse.
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Entrecerró los ojos contra el viento y polvo que hería sus ojos,
y pudo ver que Raimundo sería afortunado si podía pasar por
encima de la reja de tres metros de alto que había en la yerba
al final de la pista mala.
El avión voló sobre la reja y Camilo sintió como que
hubiera podido tocarla bajando un dedo del pie. Una cosa era
segura: El no iba a meterse en ese avión ahora que estaba en
el aire. La puerta tendría que ser cerrada en forma mecánica.
Podía esperar que eso le cortara el brazo y se cayera matán-
dose o podía arriesgarse en la maleza al lado de la reja.
Camilo haló y se retorció dando un tirón hasta que su codo
se soltó del cable. Las caras horrorizadas de su esposa y de su
pastor fueron las últimas imágenes que vio antes de sentir que
se caía, cartwheeling, raspado, desgarrado y sangrante en
medio de un denso matorral espinoso.
Su cuerpo temblaba descontrolado y se preocupó por caer
en shock. Entonces, oyó que el Gulfstream retornaba y supo
que Cloé nunca dejaría que su padre se fuera sin él. Pero si
regresaban, si aterrizaban a buscarlo, todos eran gente muerta.
Ken ya había Eso bastaba para una noche.
partido.
Dolorosamente se soltó y supo que sus heridas requerían
atención médica. No parecía tener fracturas óseas, y al parar-
se, temblando en el frío de la noche, sintió el bulto en su
bolsillo.¿Era posible? ¿Había sobrevivido su teléfono?
No se atrevía a tener esperanza cuando lo abrió. El dial se
iluminó. Marcó el número de Raimundo.
—
¿Max? — escuchó —
Tuvimos un problema y necesi-
.
tamos ayuda.
—No — Camilo, con su voz desgarrada
gritó soy yo y — ,
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TRECE
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que creer que era verdad. La pérdida era toda suya. Ken estaba
libre, por fin.
—Te después —
lo diré Raimundo— Él
dijo todo un . era
emprendedor.
—Y —agregó Zión— Nunca me imaginé
brillante . lo
como esta clase de pensador. Una parte de esto parece un
manifiesto de la supervivencia de los santos.
—¿Aunque, nada de nombres? ¿Nada que parezca un
contacto en Grecia?Yo voy a enfilar hacia allá, por si acaso.
De todos modos, no puedo volar mucho más lejos.
—Pero no podemos aterrizar sin un contacto local. ¿No,
papá?
—No debiéramos.
—¿Puede ayudar Max?
—Él me llamaría si estuviera libre para hablar. Estoy
seguro que lo han involucrado en este fracaso. Oren que él
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nos.
—Esto no se parece en nada a un Lear —objetó Raimun-
do.
—Dijo que la torre ni siquiera se fijará.
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—Estoy Me en unos
bien. caí espinos.
—Eso dijera yo.
—¿Usted es australiano?
—¿Cómo adivinó? Compañero, ¿dónde vamos?
lo
—Al Muro de Lamentos. los
—Ah, don, noche usted no querrá acercarse
esta a ahí ni
medio kilómetro.
—¿Por qué?
—Mucha Usted conoce
actividad. de esos la historia dos...
— ¿qué pasa con
Sí, ellos.
—Están allí.
—Sí.
—Y no supone que estén usted ya
se allí, sabe.
—Lo sé.
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— ¿usted
Si están ahí, algo por mí?
haría
— Depende.
— tengo razón y usted
Si la que reconocer que
tiene es
contra todas las posibilidades...
vendo.
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sabía que usted era cara familiar, por la TV, pero ¡realmente
es usted!
—Vamos, vamos, bueno conocerlos también pero me
es
temo que la noticia sobre nuestro hermano Ken no es buena
— dijo Zión.
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—
Ken no sabía que ustedes eran creyentes, ¿no?
Miklos negó con la cabeza mientras su esposa se iba a
acostar de nuevo, disculpándose. Raimundo y Zión se pusie-
ron de pie cuando ella se paró, sonriendo tímidamente y
haciendo una reverencia.
—
Ella dirige la oficina —
explicó Miklos —
llega allá
,
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.
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ahora, estaban donde estaban todos los días desde la firma del
pacto entre la Comunidad Global e Israel.
Camilo se sentía atraído hacia ellos a pesar de su desespera-
ción por permanecer irreconocible. Se acercó más todavía ha-
ciendo que la multitud se burlara de él y se riera de su necedad.
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una jota.
el turno de —Amado
orar, dijo: protege a ese
Jesucristo,
muchacho. Amén.
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CATORCE
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Zión y mi esposa?
Jonás cerró sus ojos, movió su cabeza y elevó una mano
con la palma hacia fuera. —
No aquí dijo — —
Zión, esposa, .
Volando — y
se fueron. sus dedos en
aleteó el aire.
y cerrando
mejilla los ojos.
—¿Puedo dormir, Jonás?
entrar e ir a
El hombre entrecerró ojos ante los rompecabezas. este
—Yo llamo —y alcanzó el teléfono.
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enseñaré.
—¿Enseñarle qué? ¿Tu negocio o la atención del niño?
—Ambos —decía ella.
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weig!
—Camilo, tengo que Necesito
verte. consejo.
—¿Quiere que nos juntemos ahora?
—¿Puedes arreglarlo?
—Supongo que usted sabe que pasando realmente
lo está
— Camilo.
dijo
— ¡Por supuesto que Yo estuve en última reunión
lo sé! la
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el acontecimiento. —
Hasta llevaré el documento en mi mano,
con toda solemnidad, enrollado y con las esquinas dobladas
como si hubiera estado agonizando con esto durante horas.
—Me encanta — dijo Camilo.
energía eléctrica
y conexión no
esta mejor. es la
— Ahorra para mirar a Jaime. Te
lo suficiente alegrará
hacerlo.
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QUINCE
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clavo enorme.
— usted me permite hablar desde fondo de mi
Si el
corazón...
—Por favor — poniendo
dijo ella vaso sobreel mesa y la
— Perdóneme —pudo en un
decir él tomando un
susurro,
sorbo de agua y recuperando compostura. Continuó en
la
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reales o de mentira.
«¿Ustedes quieren mi opinión? Bueno, se las daré. A decir
verdad, no sé. No sé quien apagó las luces y no estoy seguro
de querer saber quienes son los dos caballeros que están en el
Muro. Sólo deseo que ellos devuelvan el agua pura y dejen
que llueva de vez en cuando. ¿Es mucho pedir?
«Pero permitan que les diga esto, ahora que capté su
atención. ¿Capté su atención, no?
La cámara, barriendo desde el anfitrión enmudecido,
expuso las expresiones de asombro de los demás invitados.
Era claro que pensaban que Rosenzweig se había enloquecido
finalmente.
—No debiera sorprender a nadie que diga que no soy
hombre religioso. Judío de nacimiento y orgulloso de eso. No
quisiera que fuera de otro modo. Pero para mí esto es una
nacionalidad, no una fe. Todo eso para Muchos,
decir esto:
yo mismo me incluyo, nos horrorizamos al saber lo que le
pasó a la familia del rabino Zión Ben-Judá, mi querido
protegido y ex alumno, que creció para ser el respetado
lingüista y sabio de la Biblia.
«Confieso que en el fondo de mi corazón tuve que pre-
guntarme si él no se había acarreado eso. ¿Condonar los
asesinatos? Nunca mientras viva. Pero ¿aconsejaría a un
hombre que se presente en la televisión internacional desde
la misma tierra donde el nombre Jesucristo es anatema para
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— Debemos — ir Esteban.
asintió
—No dejarán a nadie cerca lugar — Jacobo. del dijo
—Puede que — Camilo. Sugirió que
sí dijo los tres se
abrigaran más posible y buscaran un lugar con una
lo vista
clara a de
la reja forjado — Podemos
hierro un. levantar
refugio ahí que parezca como una de madera. caja
—Se nos están acabando nuestras últimas láminas de
madera prensada que usamos de combustible — dijo Este-
ban — esa cosa verde que hay en
, subterráneo. el
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estilo.
les parece.
—Tu pelea no es con nosotros.
—Bueno, está bien, entiendo eso pero si tienen acceso a
él...
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.
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DIECISEIS
Laquesemanaastrónomos
los
siguiente hubo informes noticiosos que decían
de todo planeta estaban detectando
el
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justificación.
—No preocupe. Tengo
se ganas de ver a Cloé que
tantas
puedo volar con mi propia fuerza.
—Cuídate Enigma Babilonia.
del
—¿En qué anda ahora Pedro?
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—
Todos los de aquí la vieron antes de oírla. Bueno, al
menos nuestro equipo la detectó. No podemos ver nada a
través de esta nube de humo. Pero como tenemos unos
receptores enormes de radio apuntados al cielo, aquí fue claro
como el día. Le pregunté
a un turco qué clase de lenguaje era
y él me que el suyo. Bueno, yo la oí en inglés así que
dijo
usted sabe lo que pienso.
— ángel?
¿Viste al
—Correcto, trabajamos toda la noche debido a que la
sonda de alguien detectó algo. El facsímil digital lo hacía
parecer como una clase de cuerpo celeste, un cometa o algo
por el estilo. Él tiene todo el trazado registrado y medido y lo
que usted quiera, y todos empezamos a estudiarlo. Bueno, yo
no soy astrónomo así que no tengo indicios de lo que estoy
mirando. Les dijo que a mí me parece realmente pequeño, y
no muy grueso. Todos me felicitan porque eso dio una idea
al jefe, que dice: "bueno, supongamos que está más cercano
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.
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—
No, gracias. Sólo soy un amigo de Ken Ritz.
— eso fue
Sí, horrible.
—En vine
realidad a ver sus cosas. No creo que haya
parientes vivos.
Hernán se enderezó y se dio vuelta tan rápido que hasta
Bo pareció tomado por sorpresa. Era claro que ambos querían
decir algo pero uno miró al otro y dudaron. Entonces ambos
hablaron al unísono.
Bo dijo: —Así que usted pensó precisamente pasar por
aquí y ver qué podría...
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Ritz?
— ¿Qué da a derecho a
te ti ello?
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.
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,
dije eso!
—Hernán — dijo Bo — , apégate a tus monerías grasosas
y no te metas en esto, ¿quieres? Y límpiate esa mancha de tu
frente. Pareces una alfombra de piel de ratón resfriado.
Hernán se caló bien la gorra y se dio vuelta para ocuparse
de nuevo bajo la capota del vehículo. Mascullaba. — Yo me
llevo las cosas que que podía tener, le diré eso ahora
él dijo
de un bebé.
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ruido?
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—No que no
le diré atormentarán pues
le Biblia la dice
que las víctimas de sus ataques van a querer morirse y no
podrán.
—¡Oh, no!
Camilo hizo girar una manivela que abrió la ventana.
Varias criaturas volaron cerca del mosquitero y él cerró
rápidamente la ventana. Ahora, atrapadas en medio, volaban
como locas, presionando, luchando,golpeándose unas a
otras. El duro sonido metálico aumentó.
—
¿No tiene por lo menos un poquito de curiosidad?
— dijo Camilo luchando por no salir corriendo al verlas —
Son unos híbridos fascinantes. Como científico no quiere ver
por lo menos.
—
Volveré de inmediato —
gritó Jaime y se alejó corrien-
do. Volvió con un aspecto ridículo, vestido de pies a cabeza
con un atavío para ir a cuidar abejas: botas, amplio delantal
de lona, guantes, sombrero con una malla para la cara y
materiales que cubrían su cuello. Portaba un bate de cricket.
Los alaridos que rizaban la sangre se elevaban sobre el
clamor. Jaime corrió a la otra ventana, abrió toda la cortina y
cayó de rodillas. —
Oh, Dios oró — —
sálvame de estas
,
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DIECISIETE
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—Yo sé todo sobre eso — dijo Bo, con los ojos muy
abiertos de miedo. Apuntó más allá de Raimundo — . ¡Quiero
decir eso!
Raimundo miró a la distancia, donde la nube de humo se
estaba convirtiendo en una ola ondulante de langostas. Hasta
de unos cientos de metros de distancia se veían enormes y
¡qué alboroto!
—Caballeros, detesto decirles esto pero están metidos en
tremendo problema.
— —
¿Por qué? —
gritó Bo ¿Qué es? .
de aquí!
Corrió hacia la torre, cosa que evidentemente atrajo tam-
bién a Bo. Cuando Hernán no pudo abrir la puerta, Bo patinó
contra él, aplastándolo contra la puerta. Ambos se cayeron.
Hernán sujetándose la rodilla y gimiendo.
—Párate y — BO.
entra, pajarita dijo
— bueno, también tremendo
Sí, tú, pajarón! ¡El pajarón
deBo!
Bo forzó la puerta abriéndola y golpeó la cabeza de
Hernán. Dijo algo obsceno girando sobre su trasero y patean-
do la puerta para cerrarla cuando Bo trataba de entrar. Bo se
cayó sobre una rodilla, chupándose su uña golpeada, y Hernán
saltó y pasó por encima de él entrando a la seguridad de la
torre.
Raimundo llegó a la torre y trató de ayudar a Bo para que
se parara pero Bo Las langostas inundaron a Bo.
se alejó.
Pateó, gritó y corrió en círculos y también Hernán fue atacado
cuando abrió la puerta para burlarse y reírse de Bo. El negro
que se había quedado en el automóvil de Bo, apareció en el
umbral contemplando horrorizado al sufriente hombre y al
muchacho.
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darlesuna mirada!
—Parecen pero no
caballos hocicos detienen nariz ni
caballos.
—Tengo una lupa muy potente en mi pero yo no oficina
voy a salir de esta sala.
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Camilo sacó
la planta del florero y la puso en el suelo, con
llamando a Abadón.
— ¡Por supuesto! — dijo Camilo — ¡Zión nos habló de
.
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vestíbulo.
— ¡Abadón! ¡Abadón! ¡Abadón!
Camilo puso una mano en el hombro del anciano. ¿Jai- —
me, Jaime, me puede oír?
Rosenzweig sacó la almohada de su oído. ¿Eh, qué? —
— No beba el agua. Se volvió sangre.
por cualquiera que tenga que soportar esto. ¡Si tan sólo
hubieran escuchado! El mensaje ha estado ahí desde antes del
Arrebatamiento. De todos modos, ¿cuál es la historia de
ellos?,Hernán me tenía convencido de que era un creyente,
tenía lamarca y todo.
— Yo me quedé impactado al verlo atacado dijo Ti, —
— pero parte de eso tiene que haber sido culpa mía. El parecía
interesado durante días, me dijo que Ken le insistía que
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— ¿Por qué?
— Tú no pruebas mi marca, ¿no? ¿Por qué asumes que yo
soy legítimo?
—Porque no atacado.
fuiste
—Precisamente. Durante próximos diez meses, esa
los es
nuestra prueba concluyente.
—¿De dónde sacas eso de diez meses?
—¿Hoy no has doctor Ben-Judá?
leído al
son demonios.
—
Sí, pero por un tiempo están empleados por Dios.
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eternidad.
«Les ruego que no piensen que Dios es malo o caprichoso
cuando vemos el sufrimiento intenso de las víctimas de las
picadas. Esto es parte de Su designio maestro para volver a
la gente hacia Él de modo que les pueda demostrar Su amor.
Las Escrituras nos dicen que Dios está listo para perdonar,
que es bondadoso y misericordioso, lento para enojarse y
abundante en bondad. ¡Cuánto debe dolerle tener que recurrir
a medidas extremas para alcanzar a los que ama!
«Nos duele ver que hasta aquellos que reciben a Cristo
como resultado de este último llamado de atención aún sufren
durante los cinco meses prescritos en la profecía bíblica. Y,
de todos modos, yo creo que estamos llamados a ver esto
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divertido mucho, aun desde que me puse bien con Dios. Perdí
a mi esposa de catorce años de casados, y a seis hijos, toda
mi familia extensa, amigos, gente de la iglesia, todos.
Raimundo le preguntó con quienes se reunía ahora.
— Hay unos treinta creyentes en mi barrio. Más todo el
tiempo. El vecindario lo exagera naturalmente. Todos vivi-
mos en nuestras casas originales pero no valen nada. Sólo que
no se te derrumban encima, así que hay lugar para vivir.
Después de juntarse unas cuantas veces, Raimundo y Ti
tocaron por fin el tema de Ken y Palwaukee y Bo y Hernán.
Resultó que Ti era el socio propietario más grande del aero-
puerto, habiéndolo comprado al condado un par de años antes
del arrebatamiento.
—Nunca gané mucho dinero con eso. Poco margen pero
estaba cambiando. Ken y otros clientes habituales volaban
desde aquí. Ken vivía aquí, como sabes, hasta el terremoto,
cuando se mudó con ustedes.
Bo era hijo único de un adinerado inversionista que tenía
cinco por ciento del negocio pero que había muerto en un
accidente automovilístico, cuando el arrebatamiento sacó a
los choferes de los vehículos al frente y por detrás de él. En —
el caos que siguió Bo resultó ser el único heredero, trató de
actuar como miembro del directorio y como jefe. Le di el
gusto hasta que trajo a Hernán. Discutí eso primero. Hernán
era un muchacho de diecinueve años que se había salido de
la escuela cuando tenía catorce pero tenía la fama de ser un
mecánico nato. Bueno, resultó que lo era y ayudó mucho aquí.
El día del ataque de las langostas me di cuenta que Hernán y
Bo tenían un plan en marcha aquí.
—¿Por qué querrían que Hernán infiltrara nuestro grupo?
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pregunta. —
Tú sabes que los rumores eran ciertos.
— Efectivamente lo sé, ¿cómo supiste tú? — dijo Raimun-
do.
— Realmente Ken quería comprar
aeropuerto y yo el
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ir a Dios.
— ¡Ahora admito! ¡Es
lo Pero orgullo!
y está ahí es real.
El hombre no puede a que no
llegar ser lo es.
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—
¿Qué significa eso?
— Bueno, puedo echarte la culpa a ti. Tú llevaste la idea
de Ken a tal extremo que me dará empleo de jornada comple-
ta. Yo voy a volar tanto como cuando estaba con Pan-Con.
—¿Para cooperativa?
la
Él —Te he hablado de
asintió. Ti.
—Ah, ahá.
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— de
Si esto es poca tan ¿por qué me importancia, lo dices?
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—¿Qué harías?
—Por menos, ponerte oxígeno durante mayor
lo la parte
de cada día.
—Tengo que pararme un minuto — Cloé. dijo
Ella empezó a moverse y Raimundo ayudó. Carlos la no.
—En realidad preferiría que tomaras todo con mucha calma
hasta que pueda mañana a buscarte oxígeno.
salir
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trató de adivinar cuál sería. Pasó por alto los viejos a motor
sabiendo que nunca cruzarían el Atlántico. Pero Abdula
también pasó un jet Lear y un flamante Hajiman, una versión
más pequeña del Concorde y tan rápido como aquel.
Camilo se detuvo y miró fijo cuando Abdula echó para
atrás la cubierta de plexiglás de la cabina de lo que reconoció
como un jet de caza egipcio. Eso volaría casi a tres mil veinte
kilómetros por hora a gran altura pero tenía que tener un
alcance de combustible más corto de lo habitual.
—¿Éste es tu avión? — dijo Camilo.
—Por favor, a bordo —
Abdula Tanque de com-
dijo — .
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Tan pronto como el jet grande iba bien adelante por la pista.
Abdula se lanzó.
—Torre, Edward Zulú Zulú Dos Noveno despegando
— dijo en la radio.
Camilo esperaba que alguien contestara: "Jovencito,
¿dónde crees que vas?", pero nadie dijo nada.
— Diez-cuatro Abdula —
fue todo lo que oyó.
No hubo calentamiento ni un poco de aceleración para
tomar velocidad. Abdula llevó el avión hasta el final de la
pista de despegue, lo alineó, y lo lanzó. La cabeza de Camilo
se echó para atrás, y su estómago se aplastó. No podría
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— ¡Correcto!
El avión volvió a para en forma
tirarse arriba recta.
Abdula hojeó un juego de mapas enrollados y —No hay dijo:
problema.
Y tenía la razón. Minutos después bajó aullando en la pista
delpequeño aeropuerto. —
¿Cuánto tiempo estarás con los
amigos? —
dijo, carreteando a las bombas de combustible.
— Bueno, francamente me
sí, solo y abrumado y
siento
detesto esa sensación.
—Por que
cierto comprensible.
es
—Lo Y tengo una sensación profunda de gozo,
sé. tal
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—Está
lo disculpara. Camilo, bien, tiempo? ¿estás a
— Me sorprende no adelantado horario pero
estar al sí,
esperamos a
llegar 10 de noche.
las la
—¿Tan tarde?
—Doctor, me asustas.
—Camilo, verdad que hoy he estado desorientando
la es
a Cloé y Raimundo. El latido fetal ha estado disminuyendo
por unos cuantos días y está en la etapa alarmante.
—¿Significa?
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—Y i verdad Raimundo
dile la a Pienso que Cloé también
!
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hablándole de Dios. —
El otro fulano fue dado de alta esta
mañana. De todos modos, ¿qué pasa?
—
Cloé no se siente bien, y por supuesto, se preocupa.
¿Hay algo que debamos hacer por ella?
—
¿De qué se queja?
—Respira corto. Fatiga extrema.
—Llegaré allá tan pronto como pueda. Ponía en una
posición que permita la máxima expansión de los pulmones.
¿Puedes manejar el monitor fetal?
— importante,
Si es dos
entre los lo haremos.
—Llámame en diez minutos con los resultados.
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Y Ti dará combustible.
un recinto cerrado. te
—Estupendo.
Raimundo llamó a Ti y informó. le
—¿Vuelve?
— Anda con Rover el del y se parece mucho a ti.
Macho
Raimundo acomodó las almohadas para que Cloé pudiera
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—En Carlos
realidad, hizo y peor de
lo que Raimun-
es lo
do y Cloé saben.
—¿No debiera decírselos?
— motivos. Yo me pregunto
Él tiene sus Floid habló si
contigo.
— No. Oí que alguien hace Supuse que
salió horas. era él.
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Señor.
—Nunca he sido bueno para eso, sé que no se supone que
nos preocupemos pero...
necesitaruna recuperación.
larga
—Cloé me que no hay movimiento
dice espiritual.
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—
Discutir con ella es difícil. Es una adulta, un agente
moral independiente. La opción es suya, no nuestra, pero
duele ver que alguien que uno quiere haga una decisión que
le costará su alma.
—Zión, no quiero retenerte pero ¿cuál fue tu mensaje de
hoy? Es improbable que lo lea ahora y necesito todo el aliento
que pueda conseguir.
—
Bueno, Camilo, al llegar al final del sufrimiento causa-
do por las langostas, es hora de mirar adelante, por lo menos
a los dos "ayes" siguientes.
—Así que el próximo es el sexto juicio de la trompeta.
¿Qué esperas para eso?
Zión suspiró. —Camilo, lo principal es un ejército de
doscientos millones de jinetes que matarán a la tercera parte
de la población mundial.
Camilo estaba mudo. Había leído la profecía pero nunca
la había llevado a su esencia. —¿Cuál es la palabra de aliento
posible que puedes haber dejado a la gente después de esa
noticia?
—Sólo que lo que hayamos sufrido, el horror que haya-
mos enfrentado, todo palidecerá en comparación con este
juicio peor que está por llegar.
—¿Y después de que vienen son peores aún?
éste, los
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Raimundo a
halló afuera de
Patty —¿Qué haces? la casa.
—preguntó.
—Tomando un poco de Es bueno poder moverse un
aire.
poco.
—El doctor piensa que demasiado prematuro.
es
—El doctor enamorado de mí, Raimundo. Quiere
está
mantenerme incapacitada
aquí, si es necesario.
Raimundo contemplar
fingió —¿Qué hace
el horizonte. te
pensar así?
—Él no me con muchas
lo dijo pero una mujer palabras,
sabe. Apuesto que te diste cuenta.
Raimundo se alegró de poder decir que no. Se había
sorprendido cuando Carlos le habló de sus sentimientos pero
también se sorprendía al saber que Patty lo había captado.
—¿Te Raimundo?
lo dijo,
—¿Por qué preguntas?
— ¡Te ¡Lo
lo dijo! Bueno, no me
sabía! interesa.
—Él estuvo muy por pero estoy seguro que a
atraído ti
ya
estas alturas lo echaste.
Patty pareció desilusionada. — ¿Así que hizo idea de se la
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—¿Le dijiste?
—Puede que sí.
ramos agarrado?
Patty pareció estar ocultando una sonrisa, cosa que enfu-
reció a Raimundo que le preguntó. —¿También sabías eso?
—Cuando que en realidad yo no era parte del
le dije
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Raimundo marcó.
—Hola Ray — Carlos— No me
dijo . aeropuerto
siguió al
pero después de conocer a Ti, sé por qué. Estamos pensando
en cambiar automóviles y ver si ese chico lo sigue a él. Esa
es una ventaja de ser parecidos.
—Buena idea, pero Patty quiere hablar contigo.
—Hola, doctor. Escucha. Hernán hablará conmigo. Sólo
sostiene el teléfono por fuera de la ventanilla del automóvil y
para... Sí,pienso que lo hará. Vale la pena intentarlo.
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VEINTIUNO
—
¡He estado yendo demasiado rápido!
¿Lo había detenido la policía del aire, o qué? —Entonces
estamos adelantados?
—Sí pero quemé más combustible planeado, y del tene-
mos que reabastecernos en Nueva York.
Camilo sólo quería —¿Dónde vas
llegar a casa. a aterri-
zar? Nueva York fue la última de la lista de reconstrucciones
de Carpatia. Supongo que todavía culpa a los Estados Unidos
por la rebelión.
Raimundo estaba con Cloé que lucía pálida, con los labios
azulados. Esto se estaba volviendo ridículo. Tenía la sensa-
ción que el bebé nacería esa noche en esa casa y que él iba a
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—
Ella dice que le dijo que dejara esto y que lo vería de
nuevo en algún otro momento.
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—
Hace rato que el doctor se fue, así que, de todos modos,
Hernán no tiene alternativa. Regresó para Palwaukee. Por lo
menos, eso dijo.
—
¿Estás ocupado esta noche, Ti?
—
Dejo que todos los demás se vayan a casa y yo iba a ir
a ocuparme de la llegada de Camilo. Recibimos un mensaje
de Nueva York, donde recargaron combustible y debieran
estar aquí a las nueve. Tú sabes que están en un Z-dos-nueve?
— ¿El avión de combate egipcio? Estás bromeando.
— Eso es lo que dice. El podría llegar en una hora desde
Nueva York si tuviera que hacerlo. De todos, ¿qué necesitas?
— a Hernán. No confío en
Vigilar en él ni Patty.
—¿Qué puede hacer? No sabe dónde están.
— Pudiera seguirme cuando recoja a Camilo. ¿Quién
sabe?
— por
Si él estálados cuando Camilo
estos llegue, no lo
dejaré que se salga fuera de mi vista ¿Está bien?
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— —
¿Voy a tener este bebé esta noche? dijo Cloé deses-
peradamente —¿Antes que Camilo llegue aquí?
.
— —
No, si puedo evitarlo —dijo Carlos pero tu trabajo ,
hacer. Cloé estará bien fuera de juego para ese entonces, así
que tendrá que hacer esa decisión ahora. Cloé, te voy a
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—Doctor, conmigo
ni siquiera discutas esto.
—Bueno, pero todo precauciones. Me
esto es sólo gusta-
ría no tener que inducir. Puede que no podamos darnos ese
lujo pero lo retendré lo más que pueda, esperando que el bebé
se estabilice.
—Sólo de esperar a Camilo — Cloé.
trata dijo
—Ni una palabra más — dijo Carlos.
—Lo Carlos — masculló
siento, ella.
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—Ponió al teléfono.
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.
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.
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inscrito.
—Pide que te dejen hablar con él. No, espera, pregunta
por Lea, y déjame hablar con ella.
Ti lo hizo así y le pasó el teléfono. —
Lea, soy Raimundo
amigo del doctor Floid.
Steele, el
—¿Ahora qué —
dijo ella pero no de modo desagradable.
—Sólo queremos saber si un paciente que no está anotado
como dado de alta se puede ir de todos modos. Se llama Bo
algo más. Un momento, obtendré...
— Beauregard Hanson — —
dijo ella No recibimos mu- .
—Espere.
El doctor Floid parecía aliviado y eso hacia sentir mejor a
Camilo. —Estamos haciendo lo correcto — dijo el médico —
Esto no podría haber esperado pero el pulso está uniforme y
lo ha estado por un rato. Vamos a estar bien. ¿Mamá, estás
bien?
Cloé asintió con el movimiento transpirado de la extre-
madamente embarazada.
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,
—¿Él fue?se
—Se fue —dijo Lea —
De todos modos, no me gustaba.
.
algo así.
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— .
APOLION
—Doña, usted hizo más que eso para ¿No estuvo él.
ra.
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EPILOGO
Apocalipsis 9:12-15
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Raimundo Steele y Camilo Williams,
miembros fundadores del Comando
han pasado de ser empleados de Nicolás
Carpatia a fugitivos internacionales.
F" >
de nu
el juicio de la cuarta trompeta golpea el
libren i
!Mi EDITORIAL
^UNILIT