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1. Huye. No esperes o coquetees o medites sobre la tentación. Para escapar hay que
“escapar”.
2. Cuando corras, no lo hagas hacia cualquier punto, sino hacia Dios y Su Palabra.
Santiago 4:7
3. Crucifica junto con Cristo esos deseos y para encontrar fortaleza, acude ante Aquél
que fue tentado en todo.
4. Pide a Dios Su Gracia para sustituir el deseo de la carne por abono para cultivar el
fruto del Espíritu (listado en Gálatas 5:22-23).
5. Busca a alguien a quien puedas rendirle cuentas, tu esposo, una amiga firme en la
fe, o una mentora si la tienes. 1 juan 1:9
Y como a las que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, he aquí algunos beneficios
sobre ser tentadas.
3. Al hacer morir las obras de la carne, se fortalecerá el fruto del Espíritu. (Gálatas 5:
22-23)
Aquí aparece una palabra que en el idioma griego puede tener dos significados diferentes
dependiendo de su aplicación. La palabra espeirasmós (πειρασμός), la cual aquí se traduce
como tentación, pero puede ser traducida como prueba. Si se usa en relación al trato de
Dios con sus escogidos se usa esta palabra como prueba. Por ejemplo, Dios uso las
calamidades que vinieron sobre Job para probar su fidelidad y bendecirlo aún más.
Generalmente, las pruebas tienen el objetivo de formar nuestro carácter y dependencia de
Dios para prepararnos para un futuro brillante. En contraste, cuando se usa con referencia
al diablo significa tentar, y somos seducidos por el enemigo para romper nuestra comunión
con el Padre celestial, nos hace peores personas y tiene como único fin destruirnos. Sin
embargo, Pablo nos alienta a no dejarnos seducir por la tentación, ya que la fidelidad de
Dios nos ayudara a soportarla y escapar de ella: pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación
la salida, para que podáis soportar.
1. Debemos evitar la tentación cuanto nos sea posible: “No entres por la vereda de los
impíos, ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella,
pasa”, (Proverbios 4:14-15). Los corintios debían abstenerse de ir a las fiestas paganas de la
ciudad ya que allí no solo comían de lo sacrificado a los ídolos, sino participaban en
borracheras y fornicaciones.
2. Si la tentación se presenta imprevistamente, debemos huir de ella: Pablo exhorto a los
corintios a huir de la fornicación: “Huid de la fornicación”, (1 Corintios 6:18); a huir de la
idolatría: “huid de la idolatría”, (1 Corintios 10:14); a Timoteo le dice que huya de la
codicia: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos
los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores”, (1 Timoteo 6:9-10); y también de la pasiones
juveniles: “Huye también de las pasiones juveniles”, (2 Timoteo 2:22). En general, debemos
huir de la tentación.
3. Debemos guardar una actitud de oración constante en nuestra vida para
mantenernos puros de la contaminación de este mundo: “Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”, (Salmo 51:10). El mismo Señor Jesús pidió
ser librado del mal en la oración modelo del Padre nuestro: “…Y no nos metas en tentación,
mas líbranos del mal”, (Lucas 11.4).
4. Debemos enfocar nuestras fuerzas y talentos en cosas de provecho que nos
mantengan ocupados no dando lugar al ocio y pensamientos impuros:“Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
esto pensad”, (Filipenses 4:8).
5. Debemos confesar nuestros pecados a Dios: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para
que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo
el justo”, (1 Juan 2:1).
6. Si se tratan de tentaciones fuertes que nos hacen tropezar debemos busca ayuda
ministerial sabiendo que están para el cuidado de la grey de Dios: “a fin de perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”, (Efesios 4:12).
Como hijos de Dios debemos cuidar nuestra vida cristiana entendiendo que vivimos
en un mundo de maldad, es nuestra responsabilidad guardar nuestra alma y cuerpo de toda
contaminación y resistir valerosamente la tentación sabiendo que al final seremos
recompensados por nuestra fidelidad:“Bienaventurado el varón que soporta la tentación;
porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido
a los que le aman”, (Santiago 1:12).