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“Y Yahvéh dijo:
Cuando el Eterno le pregunto a Moisés qué tenía en la mano, fue el comienzo de todas las hazañas colosales que
Yahvéh hizo a través de él, en favor de Su Pueblo.
Al estar frente a la zarza ardiente, Moisés no podía ver como él, un varón humilde y exiliado en el desierto de
Madián, podría ser el gran libertador del pueblo de Israel. ¿Cómo podía ser esto posible?
Moisés estaba tratando de encontrar las excusas “perfectas” para zafarse del llamado divino para su vida. Sin
embargo, el Eterno le reveló que Él comenzaría su obra redentora con lo que Moisés había tenido consigo todo
ese tiempo en el desierto de Madián, cuando le pregunto, “¿Qué es eso que tienes en tu mano?” Moisés
respondió: “una vara”. Y con esa vara y esa mano (más la vara de su hermano Aarón), Yahvéh mando las diez
plagas sobre Egipto, partió el mar rojo cuando el ejército de Faraón los tenía atrapados y saco agua de la roca
cuando no tenían nada para tomar, venció a Amalec, etc.
El Eterno nos ha otorgado a todos los seres humanos muchos talentos y habilidades. Sabemos que Yahvéh, al
terminar de crear a la humanidad, llamó a su creación “buena en gran manera”. Desde entonces, nuestro Dios,
espera que los hombres sean conscientes que Él nos hizo a cada uno tan diferentes y complejos, que espera que
coloquemos todas nuestras cualidades y capacidades al servicio de una dinámica de reparación y transformación
(tikún). Es posible que en ocasiones no veamos nuestro potencial, pero el Eteno, que nos hizo a Su imagen,
ciertamente sabe cuál es nuestro potencial y cuál es nuestro valor en Su Reino.
Cuando leemos el versículo 20, encontramos cual es el secreto de todo lo que sigue: la vara de Moisés pasó a ser
la vara de Dios. El secreto de la victoria consiste en que todo talento y habilidad humana se convierta en la vara
de Dios.
Moisés, a partir de este encuentro terminó teniendo una fe tremenda. La revelación escritural asegura que sin
fe, es imposible agradar a Dios. Por causa de esta fe, el relato bíblico dice que nunca hubo un profeta como
Moisés. Con fe Moisés levanto su vara y las plagas se desparramaron por Egipto. Moisés levanto su vara cuando
el ejército de Faraón se acercó y los tenía atrapados en el Mar de Aqaba. Moisés levanto su vara con fe y Dios
hizo los milagros más maravillosos que ha habido antes de la manifestación del Mesías.
Siempre vale la pena darle lo que tenemos al Señor. Jesús inmortalizo a la viuda y su ofrenda, ella ha sido
recordada a través de la historia por darle todo lo que tenía al Señor (Marcos 12:41-44).
Los años que Moisés pasó atendiendo ovejas no fueron en vano. Esos años depositaron en la mano de Moisés
cosas que él podría usar para la gloria de Yahvéh. Es maravilloso notar que el Eterno no usó el cetro que estaba
en la mano de Moisés cuando él vivía en Egipto, pero sí uso la simple vara del pastor que había egresado de la
Escuela del Desierto.
Todos los seres humanos tenemos algo que ofrecer, para ver manifestado el propósito eterno de Dios en este
mundo. Somos hechura del Señor y Él ve un gran valor en su creación humana. Eres creado con un propósito. El
Eterno te hizo especial. ¡No hay ninguna otra persona en el universo como tú! Todos nosotros tenemos algo para
compartir en la historia que estamos escribiendo. “La dádiva del hombre le ensancha el camino y le lleva
delante de los grandes” (Proverbios 18:16).
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