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LATA DE CONSERVA

Historia:

El militar francés Napoleón Bonaparte se dio cuenta de lo importante que era


alimentar en forma adecuada a los hombres de su ejército. Entonces, ofreció un
premio de 12.000 francos para aquel que inventara alguna forma de mantener los
alimentos frescos durante un período de tiempo prolongado.

El precursor de los nuevos métodos de conservación de los alimentos fue Nicolás


Appert, quien se hizo famoso durante las guerras napoleónicas. Appert concibió la idea
de llenar frascos de vidrio con alimentos sometidos al calor y luego cerrarlos
herméticamente. Su método tuvo tanto éxito, que Napoleón le dio un premio por su
trabajo. A los pocos años, Appert instaló una fábrica de conservas, ubicada en un
terreno de una o dos manzanas, donde cultivó arvejas y habas verdes para destinarlas
a la conservación. En una sección se hervían varios productos alimenticios en un
enorme tanque de 200 litros, y en otra los frascos se llenaban y sellaban. Finalmente,
los frascos llenos se sumergían en otro tanque y se volvían a calentar.

Fue el gran bacteriólogo Luis Pasteur quien demostró que una vez que las bacterias de
los alimentos mueren por el calor, éstos no se pueden descomponer a menos que
nuevas bacterias vivas se pongan en contacto con ellos. Probó así que el método de
Appert de calentar y sellar los recipientes de conservas era científicamente correcto.

Pero aun antes de las investigaciones de Pasteur el nuevo método se había hecho
popular en varias partes del mundo. Pese a todo su talento, la patente de su invento se
la quedó un norteamericano, por lo que Nicolás Appert, arruinado y olvidado de todos,
falleció en la miseria a la edad de 92 años, en Massy. Allí hay una calle que lleva su
nombre, como reconocimiento póstumo al gran servicio prestado al ramo de la
alimentación.
Bryan Donkin, fue el que ideó el uso de latas en vez de frascos. Esto resultó
extraordinariamente útil, porque las latas se transportan más fácilmente y porque los
alimentos en lata se pueden esterilizar a más altas temperaturas. Las primeras latas de
conserva aparecen en las tiendas inglesas. Latas hechas de hierro cubiertas con estaño.
La lata de conservas fue patentada en 1810 por Peter Durand, un inventor inglés.
Como no estaba vinculado con la producción de alimentos Durand vendió su patente a
Bryan Donkin y John Hall, éstos iniciaron la fabricación comercial de enlatados
alrededor de 1813 envasando alimentos para la Armada Británica. En un principio las
latas fueron selladas con soldadura de plomo, material de alta toxicidad. Famoso fue el
caso de la expedición ártica de John Franklin en el que la tripulación fue víctima de
envenenamiento, luego de consumir alimentos enlatados durante tres años.
El inglés Robert Yeates inventa el abrelatas. Hasta ese momento, las latas se abrían con
un cincel y un martillo.
Hubo que esperar algunos años – hasta 1830 – para que los iniciales alimentos
enlatados, apareciesen en las tiendas inglesas ya de forma habitual. Las primeras
utilizaciones de la hojalata para la elaboración de envases comerciales fueron para
contener galletas y bizcochos, inicialmente de hojalata desnuda – sin decorar -.
Pasaron más de treinta años, concretamente en el año 1866 , hasta que se
presentaron en el mercado los primeros envases decorados.
Charles Ams patenta un compuesto de sellado de caucho y goma, y en 1897 junto a su
socio Julius Brenzinger patenta una máquina que aplica el compuesto sellante a las
tapas y las une al cuerpo de la lata doblando dos veces y aplastando las pestañas de
forma similar al agrafado.
En el año de 1868 se empezaron a utilizar en los Estados Unidos los primeros barnices
interiores. A nivel de los procesos de esterilización, un salto cualitativo fundamental,
fue la aparición en 1880 en el mercado del “autoclave”.
En el verano de 1914 se inicia la primera guerra mundial y nuevamente las latas de
conservas van a tener un lugar predominante; permitió desarrollar nuevas tecnologías
tanto en los materiales como en la tecnología de fabricación: las latas de aerosol
(1945), bebidas carbonatadas en latas de hojalata (1948), y las primeras latas de
aluminio (1958), desarrollo de latas 2 piezas (1960-1970).
En 1956 Mikola Kondakow en Canadá desarrolla un sistema de apertura (pull tab) para
botellas y en 1962 Ermal Cleon Fraze hace lo mismo para las latas de bebidas:
desarrolla una tapa con una lengüeta precortada que al tirar de la argolla se
desprendía de la tapa (ring pull) y dejaba una ranura en forma de gota de agua por la
cual se vertía el contenido de la lata.
En los años 60 y 70 del siglo XX la evolución en la fabricación de latas dio un nuevo
gran paso: el desarrollo de las latas de dos piezas elaboradas por un proceso de
embutición; primero para las latas de aluminio y luego para las de hojalata.
Características de las latas de conserva:
Las latas se pueden fabricar de acero (antes generalmente llamado hojalata) o de
aluminio. Dependiendo de la aplicación y la región es más habitual uno u otro tipo de
metal. Generalmente para envases industriales -aceites- o domésticos como pinturas,
y de conservas se emplea el acero, para aerosoles se utilizan ambos metales, para
envases semirrígidos se emplea exclusivamente el aluminio, y para latas de bebidas
ambos, aunque el aluminio está actualmente sustituyendo al acero en Europa. Los
envases metálicos tienen unas características idóneas para el envasado de alimentos.
 Protegen del aire, oxígeno y bacterias que pueden contaminar el contenido.
 Protección del contenido: estanqueidad y protección contra la luz.
 Rapidez de enfriamiento.
 Resistencia a la rotura.
 Es reciclable tanto por los sectores del acero como del aluminio; sin embargo, a
día de hoy la tasa de recogidas es muy inferior a la de otros materiales como el
papel y cartón.
 Pueden personalizarse mediante la impresión de litografías.
 Espesores de 0,10 mm o menos.
 Expuesto a la intemperie, un envase de acero desaparece en pocos meses
convirtiéndose en óxido de hierro, inocuo para el suelo.
Beneficios de la lata de conserva :
Los envases metálicos aportan ventajas esenciales en cuanto al contenido asegurando
alimentos con plenas propiedades nutricionales y la sostenibilidad del medioambiente
gracias a su ciclo de vida circular.
Los envases metálicos aparecen en cualquier momento de nuestro día a día, pero a la hora
de la verdad desconocemos los numerosos beneficios que aportan tanto al contenido que
guardan, como a los consumidores y al medioambiente.
los envases de metal cuentan con una vida infinita, ya que siempre son reutilizables y
vuelven, una y otra vez, a ser materia prima para convertirse en el mismo producto o uno
similar. El metal es una sustancia natural que mantiene sus características físicas, estando
siempre disponible para el futuro lo que supone que se trata de una materia permanente.
Una ventaja transcendental para el medioambiente.

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