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RESUMEN DE CASO CLINICO.

Presentamos el caso de una mujer de 48 años, ex adicta a drogas por vía parenteral,
con hepatitis C crónica e hipotiroidismo subclínico, obesa, nuligesta,
posmenopáusica desde los 44 años. Acude a consulta por sensación de “pesadez”
y aumento de volumen en hipogastrio de unos 3 meses de evolución.
En la exploración física abdomen globoso, blando y depresible, con una masa en
fosa iliaca derecha bien delimitada de 10 x 8 cm, poco móvil y no dolorosa a la
palpación.
Se le realiza ecografía abdominal que muestra en fosa iliaca derecha una formación
ovalada heteroecoica, de aspecto sólido, con unos diámetros máximos de 131,7 x
106 x 148,7 mm, dependiente del ovario derecho. En su interior se aprecian áreas
quísticas y pseudotabiques sólidos. El estudio con doppler color y power-doppler
revela signos de neovascularización en dicha masa. No se visualiza el anexo
izquierdo. Útero hipotrófico compatible con la edad de la paciente, en el que se
visualiza una imagen compatible con engrosamiento endometrial, de 6 mm, sin
líquido libre peritoneal.
Se comenta con el Servicio de Ginecología y Obstetricia y se decide practicarle una
laparotomía exploradora, en la que se realizó histerectomía con doble anexectomía,
que mostró un cistoadenoma mucinoso de ovario derecho.
En el útero destacaba un endometrio glandular quístico, sin atipias celulares.
La exploración ecográfica es la prueba más útil para la evaluación de las masas
anexiales y pélvicas. Los tumores epiteliales comunes son el 85% de todas las
neoplasias ováricas; de ellos, el 50% son benignos. Hay cinco clases de tumores
epiteliales: serosos (50%), mucinosos (25%), endometrioides (15%), de células
claras (5%) y el tumor de Brenner (1%), este último derivado del epitelio urotelial.
Los tumores epiteliales benignos son casi siempre serosos o mucinosos y aparecen
en mujeres de 20 a 60 años de edad. Suelen ser grandes (20 a 30 cm), bilaterales
y en general son quísticos. Los tumores epiteliales malignos suelen verse en
mujeres de más de 40 años. Se presentan como tumoraciones sólidas que tienen
zonas de necrosis y hemorragia. Los mayores de 10 a 15 cm por lo general ya se
han diseminado en la cavidad abdominal, lo cual suele acabar en una
carcinomatosis intraabdominal que ocasiona una obstrucción intestinal y renal, así
como caquexia.
Las características clínicas que aumentan la probabilidad de que la tumoración sea
maligna son: edad prepuberal o posmenopáusica, imagen de masa sólida o
compleja, predisposición genética conocida, antecedentes personales de cáncer no
ginecológico y ascitis. Las características ecográficas que se han asociado
típicamente con la malignidad son: componente sólido que no es hiperecoico y que
a menudo es nodular o papilar, tabiques de más de 2-3 mm de grosor, color o
demostración de flujo por power Doppler dentro del componente sólido, ascitis,
adenopatías y masas o adherencias peritoneales.
Se considera que la positividad del CA-125 es un criterio que apoya el diagnóstico
de malignidad, sobre todo en mujeres posmenopáusicas; sin embargo, algunos
estudios estiman que no es más sensible ni específico que la exploración ecográfica
realizada por personal experimentado.
En el caso de nuestra paciente, se encontraba dentro de los límites normales del
laboratorio de referencia. En general, en mujeres posmenopáusicas se recomienda
realizar un seguimiento con ecografías y determinaciones de CA-125 de los quistes
ováricos simples, unilaterales, asintomáticos, sin signos de malignidad y con
citología cervicovaginal y CA-125 normales. No existe consenso acerca del tamaño
del quiste a partir del cual su abordaje debe ser quirúrgico. La mayoría de los
expertos recomienda que el punto de corte sean los 5 cm, mientras que otros lo
sitúan en 10. En el caso clínico que presentamos, la paciente era posmenopáusica
y la tumoración que presentaba era mayor de 10 cm de diámetro en su eje mayor,
le producía síntomas y tenía tabiques engrosados, por lo que no se podía garantizar
la benignidad de dicha tumoración; esto
hizo necesaria la cirugía para extraerla y llegar a un diagnóstico anatomopatológico.
La disponibilidad de un ecógrafo en el centro de salud disminuyó considerablemente
la espera diagnóstica e hizo más ágil la derivación al segundo nivel asistencial.
COMENTARIO.
Las características ecográficas que se han asociado típicamente con la malignidad
son: componente sólido que no es hiperecoico y que a menudo es nodular o papilar,
tabiques de más de 2-3 mm de grosor, color o demostración de flujo por power
Doppler dentro del componente sólido, ascitis, adenopatías y masas o adherencias
peritoneales.
Otro punto importante es la positividad del CA-125 que es un criterio que apoya el
diagnóstico de malignidad, sobre todo en mujeres posmenopáusicas; sin embargo,
algunos estudios estiman que no es más sensible ni específico que la exploración
ecográfica realizada por personal experimentado.
DR. ORLANDO VELASQUEZ MARTINEZ.

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