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del requisito del interés; en efecto, para establecer qué personas están
legitimadas en casación, no se puede detener a investigar la simple calidad
de “parte”, sino que es necesario también, para establecer a qué parte
respectivamente pertenece la legitimación activa o pasiva, referirse al
requisito de haber sido vencida, lo cual, como puede ser considerado desde
el punto de vista del interés, también puede considerarse desde el punto de
vista de la legitimación, como cualidad integrante de este concepto.
Teniendo presente esta inseparabilidad de los dos conceptos, podemos decir
que en el recurso de casación la legitimación en general compete a las
personas que han sido partes en el juicio del mérito; y en particular la
legitimación activa compete a la parte vencida, y la pasiva a la parte
vencedora”. (Piero Calamandrei, Casación Civil, colección Brevarios de
Derecho, EJEA, páginas 69 y 70).
A la luz de lo expuesto, y particularmente al tenor de la acción ejercida
y la carga probatoria que pesaba sobre la demandante, ésta debía soportar
sobre sí la prueba de la concurrencia de los presupuestos que contempla el
artículo 889 del Código Civil, tal como se refleja en la redacción del hecho
incluido por la Corte de Apelaciones, de manera que al haber omitido el
sentenciador la apertura de un término especial de prueba, el perjuicio
según se dijo, recae sobre quién debe probar, sin que ésta reclamara por la
omisión anotada, más cuando el tribunal de primer grado fijó como hecho
sustancial, pertinente y controvertido el que sigue “Efectividad que el actor
es poseedor inscrito del predio que reivindica por este juicio contra el
demandado”.
A mayor abundamiento, el recurrente nada dice sobre el perjuicio
específico que el vicio que denuncia le provocó, esto es, qué pruebas -al
tenor del nuevo hecho incorporado- dejó de aportar y cómo ellas le
permitirían acreditar o mas bien, desvirtuar, los presupuesto de las
pretensiones de la demandante;
CUARTO: Que en razón de lo que se ha expresado, el recurso de
casación en la forma intentado debe ser desestimado en todos sus extremos;
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artículo 1698 del Código Civil, lo que hace necesario traer a colación
algunas consideraciones relativas al "onus probandi" o carga de la prueba.
En ese sentido se ha dicho que la necesidad de probar no es una obligación,
sino una carga, toda vez que la primera "implica la subordinación de un
interés del obligado al interés de otra persona, so pena de sanción si la
subordinación no se efectúa; la carga, en cambio, supone la subordinación
de uno o más intereses del titular de ellos a otro interés de el mismo." "El
litigante no está, pues, obligado a probar, la ley no lo compele a ello, es
libre para hacerlo o no hacerlo; pero si no proporciona la prueba de su
derecho, sus pretensiones no serán acogidas por el juez." (Derecho Civil.
Parte Preliminar y Parte General, página 409. Tomo segundo. Alessandri
Somarriva y Vodanovic).
Se ha sostenido invariablemente la dificultad, en ciertos casos, de
determinar a quién le corresponde cargar con el peso de la prueba, pero
unánimemente se ha aceptado que ésta le corresponde rendirla al que
sostiene una proposición contraria al estado normal u ordinario de las cosas,
al que pretende destruir una situación adquirida. Así surgió la antigua regla
de que el demandante es quien debe tener sobre su responsabilidad
presentar las pruebas del hecho que alega a su favor, enunciándose en el
derecho romano de dos maneras: onus probandi incumbit actori (la carga de
la prueba incumbe a la parte actora) o onus probandi incumbit ei qui dicit
(la carga de la prueba incumbe al que afirma). Y esto no puede ser de otra
manera precisamente a partir de lo que se ha dicho, esto es, que el actor
pretende introducir un cambio en la situación existente, de manera que hasta
que se pruebe lo contrario, se entenderá que el demandado debe conservar
las ventajas de su situación.
De esta forma, el demandado que simplemente niega los hechos que
han sido sostenidos por el actor, no necesita presentar prueba alguna en
apoyo de ésta. Pero, si el demandante acredita los presupuestos fácticos en
que funda su pretensión, la situación anterior se invierte.
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Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Adalis Oyarzún M.,
Guillermo Silva G., Juan Escobar Z., Carlos Cerda F. y Alfredo Pfeiffer R.
No firman los Ministros Sres. Escobar y Cerda, no obstante haber concurrido la vista del recurso y
acuerdo del fallo, por haber terminado ambos sus períodos de suplencia.
En Santiago, a treinta y uno de enero de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.