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ÍNDICE

RESUMEN..................................................................................................................................I
ABSTRACT................................................................................................................................I
INTRODUCCIÓN......................................................................................................................1
JUSTIFICACIÓN......................................................................................................................2
OBJETIVO.................................................................................................................................4
METODOLOGÍA......................................................................................................................4
ESTUDIO BIBLIOGRÁFICO..................................................................................................4
1. El proceso perceptivo del color......................................................................................4
1.1. La percepción visual...............................................................................................4
1.2. La percepción del color...........................................................................................6
1.3. Interpretación cultural de los colores....................................................................7
2. Psicología del color........................................................................................................10
2.1. Definición..............................................................................................................10
2.2. Breve repaso histórico..........................................................................................10
3. Color y emoción............................................................................................................11
3.1. Identificación de las emociones a través de la percepción de los colores..........12
3.2. Percepción de los colores y las emociones en la Educación Infantil..................15
3.3. Lagunas metodológicas: la variación del brillo y la saturación.........................16
3.4. Representación del color en la Educación Infantil.............................................19
3.5. Mecanismo de acción: la memoria del color.......................................................22
ANÁLISIS DEL ESTUDIO BIBLIOGRÁFICO....................................................................23
CONCLUSIONES....................................................................................................................26
FUTURAS DIRECCIONES DEL CAMPO DE ESTUDIO..................................................27
BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................................27
RESUMEN
El color es una herramienta que tiene un gran valor expresivo, y como tal, es capaz de suscitar
una gran variedad de respuestas psicológicas, fisiológicas y conductuales, destacando entre
dichas respuestas las emociones. Un numeroso cuerpo de investigación ha demostrado que
distintas gamas cromáticas son capaces de suscitar diferentes emociones. El objetivo principal
de este estudio fue realizar una síntesis sobre los resultados de estudios pasados y actuales que
relacionan los conceptos de “color” y “emoción” aplicados en el área de educación infantil,
identificando, por una parte, las relaciones existentes entre tales constructos y evaluando, por
otra parte, los resultados y conclusiones de dichos estudios, analizando la existencia de
contradicciones o lagunas entre los resultados de los diferentes trabajos, para luego cotejarlos
con la apreciación de este conocimiento en el aula de clase. Para ello, se desarrolló un estudio
bibliográfico basado en la revisión de 80 artículos y libros, redactados entre los años 1939 y
2018, relevantes en el campo de estudio tratado. Los resultados de dicha revisión, que se
expusieron en tres apartados distintos, permitieron observa la existencia de dos grandes
problemas en el conjunto de investigaciones que pretendían analizar la relación mencionada. Se
proponen nuevas direcciones de investigaciones futuras para solventar tales dificultades.
Palabras clave: color, emoción, psicología del color, sinestesia del color, percepción del color,
educación infantil.
ABSTRACT
Colour is a tool that has great expressive value, and as such, it is capable of eliciting a great
variety of psychological, physiological and behavioural responses, highlighting emotions among
those responses. A large body of research has shown that different colour ranges are capable of
arousing different emotions. The main objective of this study was to synthesize the results of
past and current studies that relate the concepts of "colour" and "emotion" to childhood
education, identifying, on the one hand, the relationships between such constructs and
evaluating, on the other hand, the results and conclusions of these studies, analysing the
existence of contradictions or gaps between the results of the different works, thus applying this
knowledge to the classroom. For this, a bibliographic study was developed based on the review
of 80 articles and books, written between 1939 and 2018, relevant in the field of study treated.
The results of this review, which were presented in three different sections, allowed observing
the existence of two major problems in the set of investigations that sought to analyse the
aforementioned relationship. New directions of future research are proposed to solve such
difficulties.
Keywords: colour, emotion, colour psychology, colour synesthesia, colour perception, childhood
education.

1
INTRODUCCIÓN
El color es una herramienta que posee un gran valor expresivo, y como tal, es capaz de
suscitar una amplia gama de respuestas psicológicas, fisiológicas y conductuales (Goldstein,
1939; Suk, 2006; Valdez y Mehrabian, 1994).
A día de hoy existe un supuesto básico que ha sido corroborado por una amplia y variada
tradición de estudios en la rama de la psicología del color: el color posee una destacada
capacidad para influir en una gran variedad de comportamientos humanos, habiendo sido
demostrado que diferentes niveles de cromaticidad de colores afectan las emociones de forma
específica (Suk, 2006; Sutton y Altarriba, 2016; Terwogt y Hoeksma, 2001; Valdez y
Mehrabian, 1994), lo que ha sido denominado sinestesia del color (Suk, 2006).
Sin embargo, los estudiosos difieren a la hora de realizar sus conclusiones. Por ejemplo,
dentro de las cualidades psicológicas básicas del color, los investigadores se han centrado en
analizar las emociones que distintos tonos o matices provocan en los seres humanos (Suk,
2006), dejándose de lado el resto de características de los estímulos de colores, el brillo y la
saturación (por ejemplo, Jacobs y Suess, 1975 o Wexner, 1954). No obstante, los contados
estudios que han tenido en cuenta dichas cualidades han arrojado resultados que matizan de
forma importante las conclusiones arrojadas por aquellos trabajos donde únicamente se han
tenido en cuenta los matices de los colores (Meier, Robinson y Clore, 2004; Valdez y
Mehrabian, 1994; Wright y Rainwater, 1962).
También existe una larga tradición de disputa en cuanto a la consideración de si las
respuestas producidas por las distintas gamas cromáticas son universales, de manera que sean
comprendidas de igual manera por poblaciones intergeneracionales y socioculturales (por
ejemplo, Birren, 1978; Cox, 2005; Lev-Wiesel y Daphna-Tekoha, 2000; Sharpe, 1974) o, por el
contrario, son específicas de cada cultura (Garber y Hyatt, 2003 o Hupka, Zaleski, Otto, Reidl y
Tarabrina, 1997).
Así mismo, poca evidencia científica ha sido desarrollada alrededor de cuál es el mecanismo
de acción que permite a los colores desembocar las emociones que los anteriores estudios
demuestran. Aunque el concepto de memoria del color (Goldstein, 2002) fue propuesto hace ya
más de una década, como mecanismo mediador entre colores y emociones, éste ha quedado
relegado a un segundo plano, no habiendo sido incorporado a los estudios posteriores referidos a
este tema.
Por último, las investigaciones realizadas sobre la sinestesia del color con respecto a las
emociones producidas en estudiantes de educación infantil brindan la oportunidad de
profundizar en la comprensión de las respuestas tanto fisiológicas como psicológicas que
puedan presentarse en este grupo específico de acuerdo a una perspectiva educativa en la
consecución de fórmulas futuras que se encaminen al logro del aprendizaje a través de la
consideración de los resultados obtenidos en los estudios especializados en este tema; tal es el
caso de los trabajos conducidos por Ortíz (2011), Martínez (2008), Melgosa, Huerta e Hita
(1984), entre muchos otros.
Con todo ello, el objetivo del presente estudio fue sintetizar las teorías y los resultados de
múltiples estudios sobre la psicología del color en los cuales se analiza de forma específica la
relación entre color y emoción, para ofrecer una visión general de dicho campo de
investigación, así como para identificar las contradicciones, incongruencias, brechas e
inconsistencias que pudieran darse entre las distintas teorías y resultados de los diferentes
estudios, y que de alguna manera pudieran tener un impacto favorable en los procesos
cognitivos que rigen dentro de la dinámica existente en la relación enseñanza y aprendizaje,
particularmente desde las etapas iniciales del aprendizaje formal y la educación infantil. Sobre
este aspecto, se incluyeron aspectos relevantes sobre la percepción del color para el infante y
cómo estas impresiones emocionales influirían en las prácticas del docente dentro del aula.
Para ello, se desarrolló un estudio bibliográfico basado en el análisis de 56 artículos y libros,
redactados entre los años 1939 y 2018, relevantes en el campo de estudio que nos ocupa. Los
resultados de dicha revisión se expusieron en tres apartados distintos.
En el primero de ellos, “El proceso perceptivo del color”, se realiza una breve exposición
sobre el mecanismo fisiológico de la percepción visual y de la percepción del color, haciendo
especial alusión a la definición de color, así como a las cualidades psicológicas básicas que lo

1
componen, las cuales serán especialmente relevantes en apartados posteriores; se finaliza este
apartado exponiendo las diferentes posturas existentes en cuanto a la percepción cultural de los
colores.
En el segundo apartado, “Psicología del color”, se presenta la definición de psicología el
color, así como un breve repaso histórico sobre la misma, para ayudar al lector a ponerse en el
contexto del campo de investigación sobre el que versa el presente estudio.
En el tercer apartado, “Color y emoción” se localiza el grueso de este trabajo. En este
apartado se exponen, en primer lugar, las principales teorías acerca del impacto del color sobre
las emociones humanas y su implicación en la educación infantil desde la perspectiva docente y
del educando. Dadas las incongruencias que presentan algunas de las teorías expuestas en este
primer punto, en un segundo punto se hace referencia a los problemas metodológicos que han
presentado algunos estudios, y a las que se deben tales incongruencias, para, seguidamente,
exponer las soluciones que algunos autores propusieron para tales contradicciones. Se finaliza
dicho apartado haciendo una breve referencia al único mecanismo de acción propuesto sobre
cómo los colores evocan las emociones específicas presentadas a lo largo del trabajo, la
memoria del color.
Posteriormente se realiza un análisis del estudio bibliográfico presentado anteriormente, en
el cual se reflexiona de manera objetiva y crítica sobre toda la información presentada en el
estudio, tanto en relación a las aportaciones teóricas como a los estudios empíricos que tratan de
sustentarlas. Se finalizará el trabajo con las conclusiones principales en relación tanto al logro
de los objetivos propuestos como al análisis del estudio bibliográfico realizado.
JUSTIFICACIÓN
La psicología del color asienta sus raíces en el tratado Teoría del color de Goethe escrito en
el año 1808. Algunos entendidos, incluso, sientan las bases de esta rama de la psicología en los
hallazgos expuestos por Newton en su obra Opticks redactada en 1704.
En este sentido, el color siempre ha representado un tema excepcional en las distintas ramas
y especialidades relacionadas con el desenvolvimiento de las actividades humanas y sociales
tales como la psicología, biología, literatura, salud, la física, las Artes, entre otras. Igualmente,
su impacto sobre otros elementos como animales, plantas y especialmente personas ha
conducido a la profundización de este tópico a través de distintas investigaciones y estudios que
apuntan al discernimiento del color y su influencia en los aspectos humanos, concordantes con
las respuestas psico-fisiológicas que resultan de los procesos de interacción social. Así mismo,
el referido término puede representar un lenguaje cuyo mensaje puede transmitirse más
rápidamente que cualquier idioma hablado; por lo tanto, en sí mismo es un lenguaje que a pesar
de carecer de estructura, puede abarcar un conjunto de experiencias sobre el mundo alrededor
(Neal, 2000).
Por esta razón, el contacto con el exterior se da a través de los sentidos, y específicamente
del sistema visual, del cual se obtiene una gran parte de la información sobres dicho entorno; en
esto, los colores juegan un rol fundamental para la percepción y reconocimiento de trazos
específicos sobre aquellos elementos circundantes que son objetos de observación y posterior
procesamiento cognitivo. Por otra parte, los colores no solo evocan experiencia, sino un sentido
estético al observador que lo lleva a estados placenteros, denotando de este modo formas de
expresiones emocionales, que eventualmente pueden afectar positiva o negativamente la
disposición del individuo en dar respuesta ante los estímulos presentes en cada momento de su
vida.
Del anterior planteamiento, el color puede definirse como un símbolo expresivo, el cual más
que evocar una idea conceptual, parece transmitir elementos cargados de intelectualidad,
emoción, animosidad y por encima de todo, un sentido de pertenencia a la vida que permite
proyectar todos los elementos anteriormente mencionados hacia una dirección común con un
propósito definido. Sobre este respecto, las emociones asociadas a la percepción visual del
color pueden enmarcarse de acuerdo a la implementación de actividades tangibles que permitan
reutilizarlas para el beneficio individual o colectivo de las personas. De acuerdo a esto, tales
actividades deberán redundar en una mejor calidad de vida cuyo impacto en la sociedad sea
igualmente favorable para el desenvolvimiento de todas las disciplinas que integran el complejo

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sistema de organización social, como por ejemplo, la salud, la educación, entre otras áreas que
ameritan un estudio más profundo en relación a la temática cromática.
Sobre la base de lo último expuesto, la extensa trayectoria de este campo de investigación,
principalmente desde el punto de vista psicológico y educativo, permite que se considere
relevante realizar un estudio de revisión que conlleve a observar cuáles han sido las principales
teorías desarrolladas a lo largo de los siglos de investigación, así como analizar la existencia de
errores conceptuales, para poder proponer nuevas líneas de investigación que den respuesta a
tales incertidumbres, con miras a lograr una estrecha concordancia entre la concepción del color
y los procesos cognitivos, de tal forma que a través de éstos últimos se puedan generar las
decisiones y los cambios requeridos que deban presentarse en la dinámica social, comenzando
desde la perspectiva educativa al abordar una enseñanza integral desde temprana etapa del
desarrollo humano, que esté basada en la transversalidad del tema de las emociones y su
impacto en el aprendizaje infantil.
En este particular, el proceso de enseñanza y aprendizaje comprende un eje favorable que
además del conocimiento, se inclina con la misma fuerza sobre la consolidación de valores y
principios cuya formación se inicia desde los períodos iniciales del desarrollo humano, es decir,
desde la llamada educación infantil. Sobre este planteamiento, uno de los objetivos centrales en
esta etapa tan importante del aprendizaje es que, los niños pueden iniciar la incorporación de un
complejo mundo de formas simbólicas que le permitan orientarse y vivir dentro de su entorno
social desde una perspectiva humana y por lo que es importante acudir a todos aquellos
elementos que faciliten el conocimiento, actitudes y valores con la intención de que dicho
aprendizaje dure toda la vida.
En este sentido, con miras de brindar soporte al proceso enseñanza y aprendizaje, muchas
veces se recurre a estímulos denominados facilitadores, los cuales pueden ser recordados por el
niño o niña de una mejor manera, gracias a que permiten atraer la atención del educando y de
cierta manera refuerzan el aprendizaje del concepto que se intenta enseñar; entre esos estímulos
se encuentra el color, puesto que los colores ejercen influencia en las personas, si bien, no en un
nivel autocrático donde se dicten de manera absoluta los patrones de comportamiento humano,
sino en un plano más sensible en el cual se debieran estimular diversos estados de ánimo que
apoyen la enseñanza de diversos contenidos.
No obstante, este tema no es nuevo, ya que a través de la historia se ha encontrado que el
color ha estado presente en la vida del ser humano, a grado tal que se habla de un lenguaje del
color según Ortiz (2011), pero es a partir del siglo pasado en donde se ha hecho énfasis en el
uso y manejo de este concepto en el mundo educativo. Ejemplos de ellos son las investigaciones
realizadas en el campo del aprendizaje y su relación con diferentes aspectos del color como lo
son, entre otros, los estudios conducidos por Melgosa, Huerta e Hita (1984).
Con base en lo expuesto, para entender la importancia del color en la educación, es necesario
el reconocimiento de las investigaciones y estudios realizados sobre la sinestesia cromática y su
implicación en las emociones del niño y niña dentro del ámbito escolar. De allí, la comprensión
de todos esos hallazgos y los resultados obtenidos han conducido a la expansión del
conocimiento sobre la base que el lenguaje simbólico del color en la actualidad trasciende en un
sistema universal que puede ser decodificado por individuos de diversas culturas urbanas, cuyo
proceso de formación y enseñanza se inicia desde temprana edad en la denominada educación
infantil.
Por consiguiente, en virtud de los trabajos de investigación que previamente se han
presentado sobre la temática del color y su impacto en las emociones del niño en educación
infantil, el presente estudio pretende resaltar igualmente la temática del color como uno de los
componentes más importantes capaz de influir en las reacciones psicológicas del infante, en
particular, cuya comunicación estando aún en proceso de formación y no siendo completamente
efectiva en el uso de habilidades como la lectura, se apropia de este concepto como un recurso
importante que le permite percibir información del entorno, aparte de la simple presunción que
el color es un elemento que él utiliza para visualizar un ambiente más placentero (Mahnke,
1996).
Basándose en los planteamientos anteriormente explicados, la presente revisión así mismo
intenta presentar la conceptualización del color como una herramienta visual poderosa y la cual

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es frecuentemente utilizada por individuos en edad escolar para percibir la información del
entorno. Sobre este respecto, algunos estudios han demostrado que la mayoría de los niños y
niñas que se encuentran iniciando la etapa de educación escolar, han alcanzado el estadio más
alto en cuanto al reconocimiento de los colores. De acuerdo a esta relación, el estudio de este
concepto se hace imprescindible para el fortalecimiento de la didáctica tradicional en la
educación infantil y la incorporación de nuevas estrategias educativas que permitan potenciar
los programas curriculares, para así blindar herméticamente la formación integral del niño y
niña con miras a su capacitación profesional como futuro ciudadano útil a la sociedad y educado
bajo sólidos principios y valores humanos. De lo anterior, se desprende la importancia del
presente estudio, la cual se orienta en el análisis y revisión bibliográfica de la temática del color
y su influencia en las emociones humanas cuyas expresiones pueden volcarse en la comprensión
de la relación que este concepto puede tener con la educación infantil.
OBJETIVO
El objetivo principal de este trabajo es realizar una síntesis sobre los resultados de estudios
pasados y actuales que relacionan los conceptos de “color” y “emoción”, analizando de manera
específica el efecto que los diferentes cromas poseen sobre las emociones humanas y cómo esta
relación puede llegar a tener implicaciones factibles en las respuestas fisiológicas y psicológicas
de estudiantes que se encuentran en pleno proceso de aprendizaje dentro de la educación
infantil, así como las prácticas educativas y estrategias didácticas que puedan ajustarse a las
consideraciones registradas en los distintos hallazgos previamente analizados.
Este objetivo principal se dividirá en dos objetivos específicos: en primer lugar, se
describirán y compararán los estudios en el área de investigación de la psicología del color en
relación con los constructos de color y emoción, con el fin de identificar las relaciones entre los
constructos principales y la orientación de éstos hacia la perspectiva educativa desde etapas
tempranas del aprendizaje formal, como lo es la educación infantil; en segundo lugar, se
realizará una evaluación de dichos estudios, analizando la existencia de contradicciones,
incongruencias, brechas e inconsistencias entre las distintas teorías y resultados de los diferentes
estudios, particularmente, aquellas investigaciones que abordaron la influencia directa e
indirecta del uso del color con las respuestas psicológicas y fisiológicas que se manifiestan a
través de las emociones en individuos que se encuentran en la etapa de educación infantil, así
como las implicaciones de esta relación en las estrategias didácticas y prácticas educativas que
se pueden ajustar en el aula de clase.
METODOLOGÍA
Se utilizaron dos métodos de búsqueda de artículos diferentes para la inclusión de los
mismos en el presente estudios. En primer lugar, se realizó una búsqueda de artículos los cuales
se descubrieron a través de una serie de búsquedas en bases de datos electrónicas, entre ellas
EDS (Multibuscador de recursos electrónicos), PsycInfo, Psicodoc y Google Académico. Los
descriptores para realizar tal búsqueda fueron: “color”, “emoción”, “psicología del color”,
“educación infantil”. La búsqueda se realizó tanto en inglés como en español. No se acotaron
los resultados en función de un rango de años, pues se consideró importante realizar una
búsqueda que permitiera analizar, no solo el presente de los conceptos a tratar, sino también su
pasado.
Un segundo formato de búsqueda se basó en realizar búsquedas en las listas de referencias
de los artículos seleccionados de interés para identificar publicaciones adicionales que pudieran
resultar relevantes y que no se hubieran tenido en cuenta o no hubieran sido detectadas en base
al primer modo de búsqueda.
De estos dos tipos de búsqueda, se seleccionaron un total de 56 unidades de análisis,
artículos y libros, tanto en español como en inglés, publicados entre los años 1939 y 2018, que
permitieran cumplir con el objetivo marcado para este estudio.

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ESTUDIO BIBLIOGRÁFICO
1. El proceso perceptivo del color.
1.1. La percepción visual.
A diferencia del resto de los mamíferos y seres inferiores de la escala filogenética, el sentido
de la visión es uno de los más desarrollados en el ser humano, cobrando dicho sentido una
especial relevancia a la hora de percibir el mundo (Morris, 2005), habiendo, incluso, sido
catalogado como el canal de información más poderoso que posee el ser humano (Suk, 2006).
Los individuos están expuestos a un constante proceso de estimulación por los objetos que se
encuentran presentes en el entorno que les rodea, viéndose bombardeados por dichos estímulos
prácticamente las veinticuatro horas del día. Cada objeto emite una señal que estimula a los
sujetos, siendo la cantidad de estimulación proporcionada por éstos variable, lo que provoca, a
su vez, una reacción también variable en el propio sujeto. Para que las personas puedan
representar el mundo que les rodea en su mente, éstos deben detectar esta señal o la energía
física del ambiente y codificarla en señales nerviosas, proceso que recibe el nombre de
sensación; posteriormente, deberán seleccionarse, organizarse e interpretarse dichas
sensaciones, lo que se conoce como proceso de percepción (Gonzales y Cuevas, 2005).
Por ende, se entiende la percepción como un proceso por el cual se organiza e interpreta la
realidad captada a través de los sentidos; dicho proceso puede catalogarse como selectivo, es
decir, no se capta todo lo que se encuentra en el entorno, sino solamente una pequeña parte, y
constructivo e interpretativo, esto es, la realidad nunca es percibida tal y como es si no que se
reconstruye e interpreta (Goldstein, 2010).
Estas dos últimas características (constructivo e interpretativo) confieren al proceso
perceptivo un carácter extremadamente subjetivo, dado que el sujeto no capta la realidad en sí,
sino que la representa en base a sus propios pensamientos, conocimientos, creencias y/o
experiencias previas (Goldstein, 2010). Por ello, aunque existe cierta relación entre el mundo
físico y el mundo percibido, sería ingenuo pensar que existe una correspondencia lineal entre
ambos.
Dentro del proceso de percepción, en el caso de que el órgano excitado sean los ojos, siendo,
por ende, el sentido estimulado, la vista, se denomina percepción visual (Gonzales y Cuevas,
2005). En este sentido, señala Martínez (2012) que el inicio de una experiencia perceptiva
visual, se produce por la incidencia de la engería electromagnética de la atmósfera en los
órganos, los ojos. Una vez que la energía luminosa incide sobre los órganos receptores, la luz
atraviesa la córnea, el humor acuso y la pupila, parte encargada de regular la cantidad de luz que
entra en el ojo a través de la variación del tamaño de su apertura, mediante la acción del iris. A
continuación, la luz pasa por el cristalino, una gran lente encargada de enfocar los objetos según
la distancia a la que estos se encuentren. Una vez enfocados los objetos, el cristalino proyecta
las imágenes sobre la retina, la parte más interna del ojo, la cual trasforma las imágenes en
impulsos nerviosos. El impulso nervioso se dirigirá, por el nervio óptico, hasta la base del
cerebro, donde será recibido por el quiasma óptico. Una vez la información visual ha llegado al
cerebro, ésta es analizada por el lóbulo occipital, donde se encuentra el área visual primaria
(Goldstein, 2010).
Por ende, tal y como acaba de exponerse, el proceso de la visión no ocurre en los ojos, sino
que estos son meros receptores de la realidad que se encuentra en el exterior y, por ende, su
función es la de mediación entre el mundo real y el mundo percibido. Al contrario, el proceso de
percepción visual se origina en el cerebro, y será en esta última parte, cuando la información
llega en forma de impulso nervioso al área visual primaria, donde se incorporarán los
pensamientos, creencias y experiencias previas que otorgarían al proceso perceptivo el
calificativo de subjetivo (Deribere, 1970).
Sobre la base de lo expuesto en el párrafo anterior, uno de los períodos sensitivos de mayor
importancia en esta fase de la vida lo constituye el de la percepción, que abarca toda la etapa
preescolar y parte del período escolar durante la infancia. De acuerdo a esto, la percepción es el
primer paso del conocimiento sensible del hombre, y es la base de todos los procesos psíquicos:
pensamiento, lenguaje, imaginación, etc (Martínez, 1998). Así, comenzando desde las primeras

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reacciones del neonato ante los estímulos del medio, se va paulatinamente estructurando durante
toda la etapa preescolar, y en la cual el niño o niña asimila los patrones sensoriales creados por
la humanidad en su devenir histórico, y a su vez las acciones mediante las cuales operan con
estos patrones, o acciones perceptuales, hasta, ya a fines de la etapa, al inicio de la edad escolar,
surge la percepción analítica que le permite al niño operar simultáneamente con los distintos
patrones sensoriales - forma, tamaño, color en una acción perceptual compleja estrechamente
ligada al pensamiento representativo y las premisas del pensamiento lógico. Sin embargo, de no
existir un sistema de educación sensorial dirigido conscientemente al desarrollo de este proceso,
la percepción analítica no surge, limitando considerablemente el desarrollo intelectual del niño o
niña, o restringiendo el desarrollo potencial de capacidades latentes en sus características
cognitivas y psicomotoras (Rubinstein, 1990).
Por lo tanto, lograr este desarrollo perceptual, y propiciar las condiciones para su propia
estimulación, es una tarea de primer orden en la educación en estas edades. Particularmente, uno
de los tres principales patrones sensoriales es el color (Olurinola, 2015). Por esto, es
fundamental que una estimulación apropiada que garantice la asimilación por el niño de este
patrón y de sus correspondientes acciones perceptuales es básico a los fines del desarrollo
cognitivo e intelectual que permita a su vez, el crecimiento integral del niño a través de otros
procesos circundantes como la socialización e interacción con otros pares dentro de un contexto
doméstico y educativo. Pero a su vez, el color como hecho perceptual tiene una significativa
influencia a su vez sobre el desarrollo psíquico general, la cual es muy importante conocer y
tomar en consideración en este proceso de estimulación constante cuya conciencia del mismo
permite orientar a los padres y maestros hacia la consolidación de hábitos de refuerzo y
recuperación de los elementos percibidos hacia su transformación en verdaderos hechos de
aprendizaje (Boyatsis y Varghese, 1994)
Con miras de resaltar el estudio de la percepción visual matizada dentro de las funciones
visuales básicas (sensibilidad a la luz, agudeza a la luz, percepción del contraste, y percepción
del color; Goldstein, 2010), en este estudio se destaca la percepción del color como elemento
significativo en las actividades humanas que puedan conllevar al bienestar del individuo, así
como la implementación de formas elaboradas o educativas que vayan direccionadas hacia el
desenvolvimiento social y educacional del individuo durante la etapa de educación inicial
(Dzulkifli y Mustafar, 2013).
1.2. La percepción del color.
El sistema de visión humana permite percibir una extensa gama de colores (Gonzales y
Cuevas, 2005). La Real Academia Española (2001) define color como la “sensación producida
por los rayos luminosos que impresionan los órganos visuales y que depende de la longitud de
onda”. Los estímulos de color se caracterizan en base a tres cualidades psicológicas básicas
(Gonzales y Cuevas, 2005; Valdez y Mehrabian, 1994):
- El tono o matiz: es la experiencia subjetiva y cualitativa que tiene un sujeto en virtud de
las diferentes longitudes de onda que refleja una superficie.
- El brillo o luminosidad: depende de la intensidad del color y de la intensidad luminosa
que refleja una onda (calidad de negro a blanco), y se encuentra vinculada con la
amplitud de la onda reflejada.
- La saturación o corma: hace referencia a la pureza o intensidad relativa del color o luz
que se recibe, viéndose afectada por la frecuencia de las ondas reflejadas.
Estas tres cualidades psicológicas integradas dan lugar a la percepción del color.
La percepción del color es esencial para la experiencia visual humana, habiendo sido
catalogada como una de las funciones visuales básicas con mayor impacto evolutivo y
adaptativo en el ser humano (Suk, 2006). Goldstein (2010) distinguió la visualización y
percepción del color de otras experiencias visuales, proclamando que la conexión entre la
característica central del estímulo físico (esto es, la longitud de onda de la luz) y la experiencia
del color es arbitraria o subjetiva, a diferencia de algunas cualidades visuales como la forma, la
profundidad, la ubicación y el movimiento, las cuales son más objetivas o compartidas por
todos los individuos.

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Así, el color es una característica de la respuesta perceptiva que se da en un individuo y que
guarda relación con algunas características físicas de los objetos, pero que, como se ha expuesto
en apartados anteriores, no refleja exactamente la realidad de los mismos (Suk, 2006). Por ende,
dado que la experiencia de color varía de individuo a individuo, no es posible saber cómo otra
persona experimenta el color (Singh, 2006), pudiendo ser, por ejemplo, la experiencia de una
persona de un tono de rojo diferente a la de otra persona.
Así, a modo de resumen, la percepción del color posee un elevado carácter psicológico y
subjetivo, siendo el encéfalo quien posibilita detectar cualquier color, incluso las sutiles
diferencias entre ellos. Con miras a la ampliación de estas aseveraciones, la percepción del
color en términos de psicología especializada en procesos cognitivos asociados al razonamiento
humano ha devenido en la asociación con numerosos períodos sensitivos del desarrollo
biosicosocial del individuo. Sobre este respecto, se entiende por período sensitivo aquel
intervalo de la vida en el cual una determinada cualidad o función psíquica encuentra las
mejores condiciones para su surgimiento y formación, que en cualquier otro momento de la
misma. Así, el lenguaje, la función simbólica de la conciencia, la independencia, entre muchos,
tienen su período sensitivo a partir de la etapa preescolar, hasta edades que comprenden etapas
de formación infantil de educación primaria durante la infancia (Martínez, 1998).
En este sentido, propiciar la adecuada estimulación de estas cualidades en su momento
específico, va a ser determinante a los fines del desarrollo multilateral del niño o niña en estas
edades. Por lo tanto, el color como patrón sensorial debe propiciar una estimulación apropiada
que garantice la asimilación por el niño de este patrón y de sus correspondientes acciones
perceptuales a los fines del desarrollo. Pero a su vez, el color como hecho perceptual tiene una
significativa influencia a su vez sobre el desarrollo psíquico general, la cual es muy importante
conocer y tomar en consideración en este proceso de estimulación que comienza desde
temprano durante la infancia y puede canalizarse en el proceso educativo de la educación inicial
(Deribere, 1970).
1.3. Interpretación cultural de los colores.
Se han realizado múltiples estudios sobre el simbolismo cromático en diferentes culturas,
sociedades y civilizaciones, y así mismo sobre su lectura e influencia en campos como la
religión, la ciencia, la ética o el trabajo. En referencia a este tema, todas las investigaciones
poseen una conclusión firme: la humanidad ha conferido significados a los colores que
trascienden de su propia y mera apariencia. No obstante, los teóricos difieren en concluir si
existen ciertos colores básicos cuyos significados son compartidos universalmente, o si, por el
contrario, cada cultura tiene su propia y especifica forma de interpretar los colores.
En referencia a la primera vertiente, existen ciertos estudios cuyos resultados permiten
afirmar que existen ciertos colores básicos cuyo significado es compartido de forma universal,
independientemente de la cultura que se posea o a la sociedad a la que se pertenezca. Los
teóricos partidarios de esta vertiente son defensores de la existencia de once coloras básicos
universales, cada cual de ellos suscita un tipo de respuesta diferente pero la misma en todos los
sujetos, independientemente de la cultura a la que pertenezcan.
Cox (2005) o Lev-Wiesel y Daphna-Tekoha (2000) observaron en sus respectivos estudios
que los colores claros se relacionan con cualidades positivas, mientras que los colores oscuros
tienden a asociarse con cualidades negativas. De forma más específica, Birren (1978) y Sharpe
(1974) concluyeron que el color rojo está asociado al enfado, a la agresión y a la excitación,
mientras que el verde se relaciona más con la tranquilidad, y el color negro se relaciona con
determinados aspectos como la depresión o la ansiedad.
Osgood, Suci y Tannenbaum (1957) realizaron uno de los estudios interculturales más
amplios y completos en el panorama que nos ocupa, en cual sujetos de 23 culturas diferentes
calificaron los conceptos de color (por ejemplo, las palabras "azul", "verde", "amarillo")
utilizando factores semánticos diferenciales. Los resultados obtenidos fueron que, en todas las
culturas medidas, los colores azul y verde fueron calificados como “buenos”, el color amarillo
fue catalogado como “débil y malo”, el color rojo como “fuerte y activo”, el color negro fue
señalado como “malo, fuerte e inactivo”, mientras que el color gris fue marcado como “malo,
débil e inactivo”, así como el color blanco se tachó como “bueno y débil”.

7
Por ende, en base a los resultados mostrados por estos estudios, podría concluirse la
existencia de ciertos colores básicos que generan sensaciones o sentimientos muy similares en
todos los sujetos, independientemente de la cultura o sociedad a la que pertenezcan.
No obstante, una segunda vertiente afirma que cada cultura tiene su propia y especifica
forma de interpretar los colores.
Defensores de esta vertiente son Hupka et al. (1997) quienes examinaron las relaciones entre
el color y las palabras de emoción ira, envidia, miedo y celos. A sus participantes, que procedían
de países tan diversos como Alemania, México, Polonia, Rusia y los Estados Unidos, se les
pidió indicar en qué medida una de estas emociones les recordaba los colores negro, azul,
marrón, gris, verde, naranja, rosa, púrpura, rojo, violeta, blanco y amarillo. Los resultados
indicaron que los colores negro y rojo se asociaron con la ira en todos los países; estos colores
también estaban asociados con el miedo, excepto en México. La palabra envidia estaba asociada
con diferentes colores en los distintos países; por ejemplo, se asoció con el verde en los Estados
Unidos, el amarillo en Alemania y el púrpura en Polonia.
Garber y Hyatt (2003) apuntan que el color a menudo se percibe en función del contexto
social. Por ejemplo, en la arquitectura tradicional china, el rojo es utilizado para marcar el sur,
el negro para el norte, el verde para el este, el blanco para el oeste y el amarillo para el sur. Otro
ejemplo habitual de diferencia en el significado simbólico del color en todas las culturas es que,
en las sociedades occidentales, el color de la muerte es negro, mientras que, en muchos países
asiáticos, el color de la muerte es blanco. En el islam, por ejemplo, el verde se asocia con
lujosos prados verdes y árboles, y simboliza el paraíso para quienes viven en tierras áridas.
Se muestra, a continuación, un extracto obtenido del trabajo de Garber y Hyatt (2003) donde
se muestra un breve resumen del significado que tienen algunos de los colores básicos en
determinadas culturas (véase Tabla 1).

Tabla 1. Significado de los colores básicos en diferentes culturas (fuente: Garber y Hyatt,
2003)
Rojo Rosa Naranja Amarillo Verde Azul Morado Blanco Negro
Energía, Color Felicidad, Conserva Realeza, Novias, Poder,
excitació femeni alegría, Suerte, dor, espirituali bodas, control,
n, no, Cosas esperanza, naturalez corporati dad, ángeles, intimidac
Oeste acción, cariño, baratas cobardía, a vo, paz, riqueza, hospitales ión,
peligro, amor y calma, fama y funerales
amor, romanc depresió doctores, , muerte,
pasión, e n, paz como luto y
adverten tristeza, la paloma rebelión
cia para verdad y blanca,
parar, autoridad pureza y
rabia, . limpieza.
Este Prosperi Femeni Felicidad Sagrado e Nueva Inmortali Riqueza. Muerte, Riqueza,
dad, no. y imparcial. vida, dad luto, salud y
buena espirituali regenerac funerales prosperid
fortuna dad. ión, y tristeza ad
esperanz
a y
fertilidad
Buena - Sagrado, Nueva Inmortali - Muerte, El color
suerte y - imperial, vida, dad luto, de los
China la realeza, honor regenerac virginidad hombres
celebraci y color ión, , pureza, jóvenes
ón, masculino esperanz humildad,
vitalidad a y edad y

8
, fertilidad desafortun
felicidad ado.
, larga
vida
Pureza, - - Sagrado, Esperanz - Pena y Infelicida Diablo,
India fertilida auspicioso y a, nuevos comodida d, símbolo negativid
d, amor, símbolo del comienzo d. de pena ad,
belleza, vendedor s, por la oscurida
riqueza, cosechas muerte de d, falta
poder y virtud. un de gusto,
familiar, rabia,
apatía y
es usado
para
protegers
e del
diablo.
La vida, Muy - Coraje, Vida La vida - Simboliza
Japón la rabia gustad belleza, eterna, de todos la muerte Color del
y el o tanto refinamiento, juventud los días. misterio
peligro por aristocracia y y y de la
hombr felicidad frescura noche
es
como
mujere
s
Corea - Verdad - Luto - Pureza e -
inocencia,
moralidad,
nacimient
o y muerte
Tailan El color El El color Representa el El color El color El color La pureza Infelicida
dia del color del Budismo y es del del del luto d, mala
domingo del jueves. el color del miércoles viernes. para la suerte y
. martes. lunes, viuda y d diablo
el sábado.
No obstante, es Suk (2006) quien es capaz de aportar una explicación empírica más
completa, la cual consigue aunar las dos vertientes presentadas.
En primer lugar, este autor designó el término color semántico para hacer referencia a la
visualización y percepción del color en contextos sociales y culturales. Según sus estudios, el
color transporta información que vincula de manera explícita o sutil ese determinado color con
un mensaje, concepto o experiencia especifica en un contexto particular. Por ende, la percepción
del color se encontraría extremadamente vinculada al contexto socio-cultural en el que los
individuos se desarrollasen.
Unido a esto, en segundo lugar, este autor argumenta que existen respuestas típicas a
determinados colores, basadas en experiencias humanas arquetípicas que provienen de los
antepasados comunes, por ejemplo: noche negra, hueso blanco, sangre roja. Así, por ejemplo, se
dice que el rojo es emocionante porque recuerda a las personas las connotaciones de fuego,
sangre y revolución. Por ende, este autor también apunta la existencia de determinados
significados universales, los cuales se basan en las raíces ancestrales del ser humano.
Nereaux (2008) retomó esta línea de investigación para su tesis doctoral. Esta autora partía
de que la premisa de que, si bien no todas las personas responden de la misma forma a todos los
colores, existen ciertos patrones universales, algunos de los cuales están influenciados
culturalmente.

9
Nereaux (2008) pudo concluir en base a su estudio que las diferencias existentes en la
percepción del color y, por tanto, en las reacciones que dichos colores evocan en los sujetos
provienen, en primer lugar, de la percepción visual de cada individuo, proceso sumamente
particular, así como de las experiencias de vida que él asocia con ese color, que son hechos
también especialmente subjetivos y particulares; no obstante, algunas de estas experiencias de
vida provienen de la cultura en la que el sujeto se encuentra inmerso, aunque otras se rigen por
la exposición del individuo a incidentes específicos.
Sutton y Altarriba (2016) tomaron estas consideraciones para su estudio, introduciendo como
variable de control la cultura o sociedad a la que sus participantes pertenecían. Estos autores
aseveraban que era imperante centrarse en una muestra de individuos pertenecientes a una única
cultura en cada estudio para poder obtener resultados fiables y válidos, dado que las
asociaciones entre colores y palabras varían de una cultura a otra. Así, indican de forma
explícita que las normas de asociación de color presentadas en su estudio solo deberían usarse
con hablantes nativos de inglés en los Estados Unidos, puesto que ese fue uno de los criterios de
inclusión de participantes de su estudio.
Partiendo de la primicia que el color ha sido asociado culturalmente a variables etnográficas
en determinadas poblaciones con un acervo cultural socialmente demarcado, el hecho de que el
color ejerza influencias significativas sobre la actividad humana hace necesario establecer
científicamente los lineamientos para su utilización en cada una de las posibilidades y
desenvolvimiento humano dentro de una dinámica cultural, a fin de obtener los mejores
rendimientos en la dinámica social, el más adecuado confort, la no interferencia sobre la
actividad, y que su utilización racional implique un mínimo de estrés y un máximo de bienestar
a la sociedad (Nazzaro, 2008).
De lo anterior, se desprende que la utilización del color en el centro de educación infantil con
propósitos de promoción cultural no puede considerarse como una acción al azar o sin tomar en
cuenta el debido conocimiento científico, máxime conociendo la importancia de la estimulación
para el desarrollo integral del niño o niña y en la cual el color, como estímulo en sí mismo,
cobra un valor particular, en especial tomando en consideración la contribución al logro social
para las artes, cultura y folklore que se pudiese lograr si se incluyeran ornamentalmente las
experiencias adquiridas luego de aplicar el conocimiento sobre una base curricular que abarque
la maleabilidad e impresionabilidad del infante ante la percepción visual del color, así como la
representación de los procesos psíquicos en esta etapa de la vida dentro de un sistema educativo
formal (Onasanya, 2002).
En este orden de ideas, si bien es cierto que la educación formal, conocida también como
escolarizada, y que generalmente conduce a una certificación, es importante en la incorporación
de la cultura, la educación no formal de la misma forma juega un papel importante en dicho
conocimiento aunque no exista una intencionalidad educativa en la planificación de las
experiencias de enseñanza y aprendizaje puesto que en gran parte de los casos, las personas
acceden a ésta de acuerdo con sus propios intereses y el aprendizaje se lleva a cabo por medio
de la repetición, la imitación de modelos, y en algunos casos no existe la intención deliberada de
la adquisición del conocimiento sino que éste es adquirido, como es el caso de los colores, por
lo que Ortiz: (2008), afirma que el aprendizaje que se da a través de la percepción del color es
basado en la experiencia que se inicia en lo social y termina en lo privado, para abrir las
posibilidades de trascender en lo cultural.
En términos generales, se han realizado estudios sobre el simbolismo cromático en diferentes
culturas, sociedades y civilizaciones, y así mismo sobre su lectura e influencia en campos como
la religión, la ciencia, la ética, el trabajo y particularmente en la educación. Sobre la base de
estas áreas, se ha podido establecer que el color influye sobre el ser humano, y también la
humanidad le ha conferido significados que trascienden de su propia apariencia. Concuerdan en
esto Kaya y Epps (2014) al señalar que sus efectos son de carácter fisiológico y psicológico,
pudiendo producir impresiones y sensaciones de gran importancia, pues cada uno tiene una
vibración determinada en nuestra visión y por tanto en nuestra percepción.
A modo de conclusión del apartado, podríamos decir que las percepciones sensoriales
visuales, específicamente, las percepciones del color, incluyen la conciencia del tono de un
color, su luminosidad y su saturación, filtrado tanto a través de los ojos como de las costumbres

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culturales. El color, por ende, tiene el poder de transportar diferentes semánticas en diferentes
contextos y suscita diferentes asociaciones. Por lo tanto, varias reacciones emocionales y de
comportamiento se predicen, en consecuencia, en la medida en que el color semántico abarca
las perspectivas de varios aspectos de la vida humana, se incrementan las posibilidades de
involucrar esta dinámica dentro de las actividades propias del desenvolvimiento social en las
comunidades, particularmente aquellas actividades que estén dirigidas a acentuar las
expresiones culturales y sociales propias de una población determinada a través de los distintos
mecanismos y áreas funcionales que han sido creadas para tal fin, como la educación y los
subsistemas que la comprenden, comenzando principalmente con la etapa inicial o infantil.
2. Psicología del color.
2.1. Definición.
En la actualidad, existe una amplia variedad de definiciones acerca de la psicología del
color.
Una de las más aceptadas por los teóricos es aquella en la que se plantea que la psicología
del color es un campo de estudio que se encuentra dirigido a estudiar y analizar el efecto que la
percepción del color tiene sobre la conducta humana, haciendo referencia a una gama de
respuestas afectivas, cognitivas y comportamentales vinculadas a determinados colores (Van
Wagner, 2009).
2.2. Breve repaso histórico.
La investigación que versa sobre la psicología del color abarca más de dos siglos de
trayectoria, lo que se ha materializado en la existencia de una gran cantidad de literatura que
comprende una amplia gama de intereses, entre los que se destacan: (a) reacciones al color
como funciones de la personalidad y psicopatología, (b) reacciones fisiológicas al color, (c)
preferencias de color, (d) efectos de color en las emociones, (e) efectos de color en el
comportamiento, y (f) reacciones a los conceptos de color (Valdez y Mehrabian, 1994).
Dada esta extensa trayectoria, y al no tratarse del objetivo principal de este estudio, pero
considerándose con una relevancia tal como para ser, al menos, mencionado, se expone a
continuación un breve repaso histórico de la psicología del color, en la cual se citarán los hechos
más relevantes a lo largo de la historia de esta rama científica.
Este recorrido no podría empezar por otro que por Sir Isaac Newton quien, en el siglo XVII,
mediante un objeto tan rudimentario como un prisma de cristal, fue capaz de descomponer la
luz blanca en siete colores. Dicho descubrimiento quedó recogido, en 1704, en su obra Opticks
eliminándose así la falsa creencia de que la luz era incolora.
Estas ideas siguieron imperando en la comunidad científica hasta que Johann Wolfgang von
Goethe publicó, en 1808, su tratado Teoría del color en el cual se oponía a la concepción
meramente física de la luz propuesta por Newton, exponiendo que el color no depende
únicamente de las características físicas de la luz, sino también de la percepción del propio ser
humano, proceso en el cual se encuentran involucrados el cerebro y los mecanismos del sentido
de la vista. Dada esta revelación, se marca a Goethe como el precursor de la psicología del
color.
De esta forma, el nuevo foco de investigación central en la psicología del color pasó a ser la
subjetividad implícita en proceso perceptivo. En las décadas siguientes se produjo un desarrollo
teórico donde se destacan, gracias a sus grandes contribuciones, referentes como Birren (1978;
2016) o Goldstein (1939; 1942).
En la actualidad, el estudio más famoso sobre la psicología del color es el libro Psicología
del color de Eva Heller (2010). En este manuscrito se expone la relación de los colores con las
emociones, mostrándose cómo dichos elementos no se combinan de manera accidental, sino que
su asociación procede de experiencias universales que están profundamente enraizadas en el
lenguaje y el pensamiento humano.
En cuanto a su posición dentro del contexto educativo, la temática del color no es nueva,
puesto que a través de la historia se ha encontrado que el color ha estado presente en la vida del
ser humano, a grado tal que se habla de un lenguaje del color, propuesto por (Ortiz 2011) pero
es a partir del siglo pasado en donde se ha hecho énfasis en el uso de él en el mundo educativo.

11
Ejemplos de ellos son las investigaciones en el campo del aprendizaje y su relación con
diferentes aspectos del color como son, entre otros, los estudios de Melgosa, Huerta e Hita
(1984) y Peverzeva &Zemach (1984)
Para entender la importancia del color en el ámbito de la educación, es necesario reconocer
que gracias a las investigaciones realizadas a nivel mundial a través de la historia, se tiene el
conocimiento que el lenguaje simbólico del color en la actualidad deja de ser local para llegar a
ser universal, por lo que se puede afirmar que puede ser decodificado por personas de culturas
urbanas de diferentes países, por ejemplo, el color rojo es un color que atrae la atención, es
agresivo, fuerte y representa la guerra, que el rosa es ternura, femenino, maternal y amor. Así
mismo, el color azul representa lo masculino, la eternidad, lo frío, en tanto que el color
anaranjado expresa regocijo y alegría al igual que el amarillo aunque también significa egoísmo,
celos y envidia en tanto el color gris está asociado con la tristeza, el desánimo, el aburrimiento y
es el color negro, color de la noche, es el que tiene mayor número de asociaciones con
significados negativos como son la muerte, el duelo, maldad. Y así, como los ejemplos
anteriores, se pueden analizar todos los colores cromáticos y acromáticos. (Ortiz, 2011; Vanel,
2008 ;Heller, 2005).
Por todo lo anterior, la relación del color con el aprendizaje no es ocioso, sino que es una
herramienta importante en el conocimiento que se generó de manera informal y que, como ya se
mencionó, gracias a los resultados de las investigaciones y de la aplicación de los colores en
diversos procesos a lo largo de los años, pueden ser utilizados los colores en el ámbito
educativo. Sin embargo muchas veces ese uso queda en una estimulación constante gracias a
colores muy brillantes y llamativos en los objetos y paredes de las aulas, por lo que se hace
necesario dar a conocer los resultados de las investigaciones en aplicación del color para que
sean los mismos profesores los que utilicen mejor el color en su trabajo cotidiano y no de
manera de ensayo y error de forma tal que estas experiencias puedan incorporarse en una base
curricular formal.
3. Color y emoción.
Una gran cantidad de disciplinas y ramas del conocimiento están involucradas en el estudio
de la visualización del color y en las implicaciones que éste tiene sobre ciertos constructos,
como las emociones. Por una parte, algunas de ellas como la física, la informática, la psicología
o las artes visuales poseen una larga trayectoria de estudio de este tema, mientras que, por otra
parte, nuevas ramas de conocimiento están comenzando a involucrarse en dicho estudio, como
el diseño o el marketing, dadas las inminentes aplicaciones prácticas que los resultados de los
estudios sobre el color poseen sobre estos campos (Suk, 2006).
Los recientes avances tecnológicos acontecidos en los últimos tiempos han posibilitado la
evolución de las investigaciones impulsadas desde estas disciplinas. Debido a la liberación de
los estudios de ciertas limitaciones técnicas, el creciente interés de estos estudios se ha centrado
en si el color puede o no inducir ciertas emociones. La premisa básica de la que se parte, y en la
que la mayoría de los investigadores están de acuerdo, es que el color provoca emociones en los
seres humanos (Suk, 2006); dentro de estas variables está el color y sus características como el
tono, la saturación o el brillo, que afectan no solo las emociones, sino que producen también
oscilaciones cerebrales, que se manifiestan en el comportamiento del individuo (Shin, y otros,
2015).
No obstante, a día de hoy, existen ciertas discrepancias y controversias respecto de esta
premisa básica. En este apartado, se exponen los hallazgos más relevantes sobre el tema.
3.1. Identificación de las emociones a través de la percepción de los colores.
El color tiene la capacidad para influir en una gran variedad de comportamientos humanos,
como el reconocimiento de objetos, la identificación de expresiones faciales y la capacidad de
clasificar los estímulos como positivos o negativos (Sutton y Altarriba, 2016), habiéndose
demostrado que los estímulos de color poseen efectos tanto de carácter fisiológico como de
carácter psicológico sobre los humanos, produciendo impresiones y sensaciones distintas en
cada sujeto (Goldstein, 1939; Suk, 2006).
Los investigadores han examinado la relación entre las emociones y los colores, y los
hallazgos realizados revelan ciertas conclusiones comunes arrojadas en distintos experimentos.

12
El hallazgo principal, en el que todos los teóricos del color están de acuerdo, es que diferentes
niveles de cromaticidad de colores afectan las emociones (Suk, 2006; Sutton y Altarriba, 2016;
Terwogt y Hoeksma, 2001; Valdez y Mehrabian, 1994). Así, el color es capaz de estimular o
deprimir, de generar alegría o tristeza, de despertar actitudes activas o por el contrario pasivas o
incluso de favorecer sensaciones térmicas de frío o de calor o impresiones de orden o desorden.
El color, por tanto, no sólo es sensación, sino que básica y principalmente es emoción.
Dentro de los estudios realizados en referencia a la percepción del color, la gran mayoría de
ellos han sido enfocados al análisis de las reacciones fisiológicas que cada color promueve,
estudiándose específicamente el tono de los colores. Estos estudios han sido motivados en gran
parte por la hipótesis de que los colores de longitud de onda larga son más excitantes que los
colores de longitud de onda corta (Valdez y Mehrabian, 1994). Comúnmente, los colores son
denominados en función de su situación en el espectro electromagnéticos: los colores de onda
larga (por ejemplo, rojo y amarillo) se conocen como tonos cálidos, mientras que los colores de
ondas menores (por ejemplo, azul y verde) son denominados tonos fríos.
Así, las sensaciones que cada tipo de tono produce en los sujetos se encuentra altamente
vinculada con la asociación a ciertos elementos que determinan apreciaciones de tipo térmico.
Por ejemplo, los colores de onda larga recuerdan a elementos como el sol, el calor o el fuego,
mientras que los colores de onda corta tienen similitudes con la frescura, la profundidad, la
humedad, el agua o el hielo (Valdez y Mehrabian, 1994).
En referencia a las reacciones fisiológicas que cada color promueve, unido a la interpretación
de los colores realizada en el párrafo anterior, los estudios experimentales que han usado
medidas fisiológicas han mostrado que los tones de onda larga (el rojo y el amarillo) provocan
una mayor activación en los individuos que los tonos de onda corta (el azul y el verde).
Por ejemplo, los sujetos participantes en el estudio de Wilson (1966) fueron expuestos a
cinco diapositivas rojas y cinco verdes, en orden alterno. Los resultados, obtenidos mediante
dos medidas psicofisiológicas, apoyaron la hipótesis de que el color rojo provocaba una mayor
activación que el color verde, y el efecto fue particularmente evidente en los datos obtenidos
mediante la respuesta galvánica de la piel. Estos hallazgos fueron corroborados por estudios
posteriores como los de Jacobs y Hustmyer (1974), Kaiser (1984) y Walters, Apter, y Svebak
(1982). Por ende, podría concluirse que las gamas frías promueven sensaciones como la
tranquilidad, la calma, la pasividad, y, en general, con conceptos de moderación y poco vitales,
mientras que las gamas cálidas, provocan efectos contrarios, como vivacidad, movimiento,
alegría, excitación, energía y entusiasmo.
Lawler y Lawler (1965) también expusieron la existencia de una relación entre ciertos
colores específicos y el surgimiento de una respuesta emocional. En su estudio, estos autores
observaron que cuando se les contaba una historia a los niños, en función del carácter de ésta,
los niños empleaban ciertos colores para pintar: si la historia era feliz, optaban por pintar de
color amarillo, mientras que si la historia tenía un carácter de tristeza empleaban la pintura de
color marrón.
En esta misma línea, Cimbalo, Beck, y Sendziak (1978) realizaron un estudio con alumnos
de segundo y tercer grado de educación infantil, en el cual encontraron que cuando los niños
(sin distinción de sexo) eran expuestos a imágenes de escenas calificadas como tristes o felices
y se les pedía que pintasen mientras miraban la imagen, estos seleccionaban colores acordes al
tipo de emoción presenciada: cuando la escena suscitaba una respuesta emocional de felicidad,
existía una tendencia a emplear colores cálidos (naranja, amarillo o rojo), mientras que cuando
eran expuestos a escenas consideradas como tristes, los niños se decantaban por utilizar el negro
y el marrón oscuro.
Continuando con estudios que utilizaron como target a niños, Zentner (2001) también
observó que los niños tienden a vincular los colores con determinadas características
emocionales. En su estudio observó que ya desde los 3 o 4 años, los niños son capaces de ir más
allá de la propia apariencia de los objetos, brindándoles características que a simple vista no son
perceptivas.
En relación con las respuestas fisiológicas y emocionales en niños ante los colores, y cómo
estas pueden ser estudiadas para el manejo del material instruccional en educación infantil, el
uso del color en la escuela debe ser de manera racional, por lo tanto, la relación del mismo con

13
la educación, particularmente durante la etapa inicial, debe brindar la seguridad y el adecuado
estado emocional de los niños y niñas involucrados con el proceso de aprendizaje (Bonnardel y
Pitchford, 1984).
Este uso científico y apropiado del color tiene que partir, por supuesto, de las
particularidades psicológicas, fisiológicas y psíquicas del organismo infantil de los niños de esta
edad, de las características de los procesos psicológicos y de su actividad nerviosa superior, de
la capacidad de trabajo y resistencia de sus células nerviosas, de sus necesidades básicas. Por lo
tanto, explica Martínez (1998) que se hace indispensable un 1conocimiento pleno de estas
cuestiones, y luego correlacionarlas con las posibilidades y aplicación del color. Por otra parte,
tampoco se trata de dejar de lado las propias condiciones y requisitos que dispone el proceso
educativo. Para esto, también es importante considerar el diseño estructural y funcional que el
centro o escuela infantil tiene y que, obviamente se ha de corresponder con las necesidades y
requisitos psicológicos, pedagógicos y organizativos de las instituciones. En este sentido,
muchas de las indicaciones planteadas sobre este respecto se derivan de las investigaciones
realizadas por los diversos autores y colaboradores presentados en los párrafos anteriores, así
como de los resultados de investigaciones afines enfocadas en la generación de análisis y
alternativas prácticas sobre las situaciones educativas y su relación con la utilización del color
en el contexto escolar.
Dejando a un lado los estudios realizados en niños, diversos autores también han encontrado
resultados similares en la población adulta.
El estudio de Wexner (1954) pretendió analizar la asociación existente entre muestras de
colores y palabras que describen sentimientos. En los resultados de su estudio, este autor
observó que el color rojo se asociaba con palabras como "emocionante" y "estimulante", lo que
implicaba placer y alta excitación. El color azul se asoció con palabras como "seguro/cómodo"
y "tierno/calmante", lo que implica placer y baja excitación. El color naranja se asoció con
significantes como "perturbación/angustia/molestia", lo que implicaba descontento y alta
excitación. El color negro se asoció con palabras como "poderoso/fuerte/magistral", lo que
implicaba un alto rango en la escala social.
Posteriormente, Jacobs y Suess (1975) investigaron los efectos de cuatro colores primarios
(rojo, amarillo, verde, azul) sobre los niveles de ansiedad. Los resultados arrojaron que los
mayores niveles de ansiedad estado se produjeron cuando en una gran pantalla se proyectaban
colores como rojo y amarillo más que cuando se mostraron colores como azul o verde. Profusek
y Rainey (1987) investigaron los efectos emocionales que tenían los colores en las habitaciones,
observando, al igual que los autores anteriores, que colores como el rosa provocaban menos
ansiedad que tonos como el rojo.
Debido a que la ansiedad implica desagrado y alta excitación, estos hallazgos fueron
consistentes con los resultados de los estudios de reacciones fisiológicas al color expuestos en
párrafos anteriores, demostrando que los colores cálidos o de onda larga fueron más excitantes
que colores fríos o de onda corta.
Peláez, Gómez y Becerra (2015) encontraron que el color naranja se relacionó
emocionalmente con la irritación, el color amarillo con la alegría, el color gris con la tristeza, el
color negro se relacionó tanto con el miedo como con el odio y el color rojo con la excitación
(activación); estos resultados fueron obtenidos tanto cuando se preguntaba por los colores en
formato de encuesta (por ejemplo: “¿qué color le produce irritación?”) como cuando los
colores eran presentados en formato video.
El trabajo de Gohar (2008) ha demostrado que el color es una característica perceptiva
importante en las seis emociones básicas: ira, disgusto, miedo, felicidad, tristeza y sorpresa. En
el trabajo de este autor, se les pidió a los participantes que atribuyeran un máximo de ocho
características conceptuales a cada una de las seis emociones básicas; una de las preguntas que
se les hacía a los participantes era, por ejemplo: "si la ira fuera algo tangible, algo que pudiera
palpar, algo que pudiera tener en sus manos, ¿cómo lo describiría o cómo se vería? " (Gohar,
2008, p. 79). Los hallazgos de este estudio fueron que el color rojo se asociaba más con la ira, el

1 Martínez M. (1998). La utilización del color en el círculo infantil. - Revisión ampliada de artículos de la revista Simientes. -
Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Preescolar, CELEP.

14
color verde con disgusto, el color negro con miedo, el color amarillo con felicidad, y el color
azul con tristeza.
Curiosamente, en base a esta línea de investigación, una gran cantidad de estudios, han sido
dirigidos a estudiar el significado del color rojo de forma específica.
En esta dirección, Sutton y Altarriba (2016) afirmaban que los colores se utilizan con
frecuencia para identificar la información del entorno próximo. Los resultados del estudio de
estos autores indicaron que las palabras negativas y positivas se asociaban con diferentes
colores. Todas las palabras negativas fueron provocadas ante el color rojo con una mayor
frecuencia.
En referencia al color rojo, este tono generalmente transmite información sobre amenazas y
errores o fallos, particularmente en la configuración de logros; por ejemplo, la tinta roja
utilizada por los maestros para corregir errores (Moller, Elliot y Maier, 2009; Sutton y Altarriba,
2016). Moller, Elliot y Maier (2009) también encontraron una correlación significativamente
positiva entre el color rojo y palabras negativas, así como con palabras específicas para errores.
Young, Elliot, Feltman y Amady (2013) examinaron la capacidad del color rojo para influir
en la identificación de las expresiones faciales negativas, específicamente la ira y el miedo. En
los dos experimentos que estos autores llevaron a cabo, se les pidió a los participantes que
categorizaran rostros que mostraban felicidad e ira (experimento 1) o miedo e ira (experimento
2) después de ver un cruce de fijación que fue reemplazado por un fondo rojo, verde
(experimento 1), azul o gris (experimento 2). Sus resultados revelaron que el rojo mejoró la
identificación de las caras de enfado en ambos experimentos. No obstante, en contra de las
hipótesis de los autores, el color rojo no mejoró la identificación del miedo, lo que les llevó a
concluir que dicho color es específico de la amenaza y no está asociado con una emoción
negativa en general.
En otro conjunto de pruebas, también relacionadas con el efecto del color rojo, Elliot, Maier,
Moller, Friedman y Meinhardt (2007) analizaron la relación existente entre el color y el
funcionamiento psicológico, específicamente entre el color rojo y el rendimiento. Los autores
partían de la hipótesis de que el rojo perjudicaría el rendimiento en las tareas de logro, dado que
es un color asociado con el fracaso en contextos de logro y evoca la motivación de evitación.
Tras los cuatro experimentos desarrollados, los autores demostraron que la breve percepción del
color rojo antes de una prueba importante afectaba al rendimiento, pareciendo tener este efecto
lugar fuera de la conciencia de los participantes: encontraron que la exposición al color rojo
afectó negativamente el desempeño de los participantes en varias pruebas de rendimiento, como
la finalización de anagramas y las sub-pruebas numéricas y basadas en lenguaje de una prueba
de inteligencia.
Elliot y Maier (2007) proporcionaron evidencia a favor de los resultados de los autores
mencionados en el párrafo anterior. Estos autores mostraron que el color rojo se asociaba con
fallos en las tareas de rendimiento: el color rojo evocaba la motivación de evitación y socavaba
el rendimiento intelectual, teniendo estos efectos sin conciencia o sin intención.
El color negro, junto con el rojo, también ha sido uno de los colores más estudiados en el
panorama de la psicología del color. Meier, Robinson, y Clore (2004) y Sutton y Altarriba
(2016) mostraron que el color negro se asociaba en prácticamente la totalidad de sus ensayos a
palabras negativas, asociándose rara vez con emociones positivas o palabras cargadas de
emoción positiva.
En relación con todos estos resultados, Suk, (2006) desarrolló el concepto sinestesia del
color para denominar a este enfoque en el que se combinan las categorías de color y emoción.
En la ciencia de la psicología, se entiende la sinestesia como la “sensación subjetiva, propia de
un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente” (RAE, 2001).
Así, tal y como indica Suk (2006), con el concepto de sinestesia del color pretende exponer la
reacción correspondiente a un estímulo que pertenece a una modalidad de sentido, esto es el
color, perteneciente al sentido de la vista, con una sensación que pertenece a otra modalidad de
sentido, como es la evocación de las emociones. La idea de sinestesia de color y emoción se
basa, por ende, en la premisa de que cada color está vinculado a una emoción específica, a pesar
de ser una temática con ciertas investigaciones que la respaldan, principalmente orientadas hacia
disciplinas específicas como la educación.

15
3.2. Percepción de los colores y las emociones en la Educación Infantil
De vuelta al campo educativo, Boyatzis y Varghese, (1994) concluyeron que aunque la
2
sinestesia del color y las emociones pareciera ser un tema frágil y poco explorado, su
implicación en la enseñanza resulta ser de por sí, una herramienta poderosa de la cual muchos
profesionales de la docencia se han apropiado, incluso sin ser libremente partícipes de esa
dinámica. En este sentido, el color le permite al docente establecer un código para afirmar con
claridad su posición con respecto a un tema, e incluso puede utilizarlo para categorizar objetos
tangibles o intangibles y así lograr el control disciplinario de sus estudiantes; y con esto, la
atención requerida de ellos para el desarrollo de la actividad. De esta manera, la influencia del
color sobre las emociones de los estudiantes, principalmente en la etapa de educación inicial,
pudiese tener ciertas repercusiones positivas en lo que respecta a resultados académicos,
particularmente en educación infantil, donde los niños pueden mostrarse más receptivos a las
estrategias instruccionales que incluyan actividades basadas en el color, puesto que estos,
durante parte de la etapa escolar, es decir, de 3 a 8 años, se encuentran en pleno proceso de
dominancia cromática, por lo tanto, la respuesta emocional ante el color dependerá del manejo
de este conocimiento por parte del docente, así como de la institución, la cual deberá estar
presta en adecuar el ambiente de aprendizaje de acuerdo a las opciones cromáticas que
favorezcan el mejor desempeño del hecho educativo en función de las respuestas fisiológicas y
psicológicas de los niños y algunas de sus emociones primarias.
Sobre este asunto, Martínez (1998) sugiere que la conexión del niño en edad escolar y sus
emociones podrían canalizarse a través de la interpretación del maestro sobre algunas
actividades que realice el niño y que supongan el uso supervisado del color en aula, En este
caso, el dibujo infantil, de acuerdo a Díaz (2016) puede representar una estrategia que además
de pretender desarrollar aspectos de motricidad y representación del entorno del estudiante,
también permite conocer una serie de rasgos que están relacionados a sus emociones y
características de personalidad y que si son adecuadamente tratadas, podrían permitir al docente
establecer estrategias claras para la solución de situaciones de aprendizaje e integración.
En particular, la sinestesia del color y las emociones que encierran el uso de cada color de la
gama en el dibujo infantil pueden resumirse en la interpretación que el docente, en su rol de
psicólogo infantil puede inferir con respecto a las emociones percibidas en el niño y que son
asumidas por cada color que éste deliberadamente escoja usar. En este respecto, el amarillo, por
ejemplo, como color predominante en el dibujo puede señalar la existencia de ciertas tensiones
o situaciones de conflicto, normalmente en el entorno familiar o con alguna de las figuras de
referencia, en especial el padre. (Martínez, 1998)
En este orden de ideas, el predominio del azul en el dibujo puede ser entendido como
capacidad de control del niño e inteligencia emocional. Algunos niños lo difuminan suavemente
para crear el cielo o el mar; interpretado como sensibilidad, afectividad. Sin embargo, algunos
autores afirman que un exceso de azul en los dibujos podría significar un indicio de 3enuresis.
De esta manera, es posible que algunos niños representen, inconscientemente, su problema de
incontinencia nocturna (Ortíz, 2011).
Por otra parte, Heller (2005) indica que el marrón siendo un color fuerte con la capacidad de
adquirir diferentes tonalidades y en base a ello, puede tener un significado diferente. Dicho
color normalmente puede distinguirse en los troncos de los árboles dibujados, representando el
propio "yo". Aunque un predominio de este color puede significar la necesidad del niño en tener
"los pies sobre la tierra", visión realista de las situaciones y una prematura responsabilidad a
pesar de la corta edad. También puede encerrar tendencias agresivas que pueden ser justificadas
como defensivas si la tonalidad es muy oscura. Por el contrario, el marrón también puede
indicar, según contexto y configuración del dibujo persistencia del niño ante los retos
significativos para él, prudencia y también intolerancia ante situaciones que le incomodan.
Otro color importante observado en el dibujo del niño es el negro, cuyo significado es
diverso; desde duelo hasta moda, rebeldía, melancolía o simplemente la necesidad de destacar
por encima de los demás. No obstante, su interpretación deberá efectuarse en base a las claves
2 Sinestesia y emociones en el aula. Boyatzis C. J. y Varghese, R. (1994) Children's Emotional Associations with Colors. Journal of
Genetic Psychology; 155 (1), 77-85.
3

16
contextuales del resto del dibujo ya que puede tomar diferentes interpretaciones. En este
sentido, si el dibujo presenta predominio del negro en combinación del rojo, la hipótesis más
probable es que se trate de un niño impulsivo con poca paciencia, hiperactivo, tendencias
impulsivas y/o agresivas, especialmente si va acompañado de un trazo irregular, anguloso y
fuerte (Ortíz, 2011).
Igualmente resaltante es el uso del rojo, como uno de los colores preferidos por los niños en
el aula. Su significado está casi siempre asociado a la vitalidad y energía; en general, a todas las
emociones humanas. Si su presencia se combina de forma equilibrada con otros colores, es una
muestra de equilibrio en el niño, de emociones controladas e incluso de sana actividad. No
obstante, un rojo muy dominante suele indicarle al docente falta de autocontrol, gusto por el
riesgo e irracionalidad. Pero un rojo muy fuerte, dominante en el dibujo, acompañado de trazos
angulosos y poca definición del dibujo, podría señalar: hostilidad, agresividad, transgresión de
las normas e incluso violencia, lo cual debería ser objeto de seguimiento por parte del maestro
(Heller, 2005).
En cuanto a los tonos más tenues, indica Martínez (2008) que el rosa tradicionalmente ha
sido asociado al mundo femenino pero suele estar también muy presente en los niños pequeños;
este color se acerca a la sensibilidad, afectividad y las actividades tranquilas. Aun así, un
exceso de rosa puede señalar necesidad de desconexión de la realidad, a partir 7 u 8 años,
preferentemente en varones.
En consecuencia con los colores que evocan tranquilidad, el verde es un color
principalmente positivo que puede tomar diferentes tonalidades. Desde el verde más claro
denotando sosiego, o sensibilidad; al más fuerte que puede indicar decisión y esperanza. Cabe
destacar que el predominio del verde o su utilización en elementos que no corresponde, como
por ejemplo para colorear el agua, cielo, etc., puede señalar rebeldía ante las normas del aula,
inconformidad ante la recompensa por lo logrado o poca tolerancia a la frustración (Vanel,
2008).
Finalmente, se puede definir el color violeta como el más espiritual de toda la gama de
colores. En este sentido, su significado en niños no es muy habitual y encontrarlo de forma
dominante es poco usual. A pesar de ello, un predominio del violeta en el dibujo infantil, aunque
no es muy habitual, se ha relacionado con la expresión de un malestar interno relacionado con
unos patrones educativos, por parte de los padres, excesivamente rígidos e intolerantes.
Consecuentemente, esto crea en el niño temores al no verse capaz de lograr satisfacer
plenamente las esperanzas de sus progenitores (Martínez, 2008).
En resumen, la sinestesia del color y el análisis de las emociones que éste suele producir,
pueden contribuir a la identificación de patrones humanos específicos atribuidos a respuestas
tanto fisiológicas como psicológicas. Sobre este aspecto, las distintas investigaciones
anteriormente presentadas acerca del color y las impresiones emocionales que se pueden
suscitar, permiten respaldar la tesis que en efecto, el concepto de sinestesia entre ambas
variables puede ser recurrente a ciertas aplicaciones que conciernen al comportamiento humano
en las distintas áreas del desarrollo humano como la ciencia, la psicología, la educación, la
pedagogía, entre otras.
No obstante, cabe destacar, respecto a la conceptualización de la sinestesia entre los colores
básicos y las emociones primarias, que aún existen deficiencias para proporcionar una
caracterización completa y general de la relación entre el color y el efecto emocional producido.
Al día de hoy, existen una serie de emociones que no son tan fácilmente asociables a colores,
como pueden ser por ejemplo la envidia y los celos (Suk, 2006).
3.3. Lagunas metodológicas: la variación del brillo y la saturación.
Una de las críticas más realizadas a los estudios sobre los efectos emocionales del color ha
sido y es que la mayor parte de ellos no proporcionaron una especificación colorimétrica
suficientemente precisa de los estímulos utilizados y no controlan la saturación y el brillo al
presentar estímulos con diferentes tonos (Valdez y Mehrabian, 1994; Willms y Oberfeld, 2018).
Dicho de otro modo, tal y como se ha comprobado en los estudios expuestos en el apartado
anterior, los investigadores han centrado sus análisis únicamente en la variación del tono o matiz
de los colores; esto es, como ha sido expuesto en el apartado anterior, los cambios venían

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siempre de la mano de las tonalidades: probar si el rojo, el negro, el verde, el amarillo o el azul,
por ejemplo, provocaban emociones distintas. Los resultados, aunque congruentes entre
estudios, eran ligeramente diferentes entre algunos ellos. Estas diferencias han sido achacadas a
que las otras dos cualidades de los colores, el brillo y la saturación, no han sido tenidas en
cuenta.
Wexner (1954), por ejemplo, fue consciente de que, en su estudio, no controló ni el brillo ni
la saturación de los colores, aunque sus hallazgos, en general, estuvieron de acuerdo con las
líneas de resultados de otros estudios. Jacobs y Suess (1975) tampoco controlaron ni los niveles
de brillo ni los niveles de saturación.
No obstante, aunque pocos estudios hayan controlado los niveles de estas dos cualidades
psicológicas básicas del color, esos sí estuvieron presentes en las mentes de los estudiosos desde
los inicios del estudio del color.
Wright y Rainwater (1962) observaron que la "calma" correlacionó negativamente con el
brillo. Meier, Robinson y Clore (2004) descubrieron que los colores más claros, esto es colores
con una mayor luminosidad, se asociaban con palabras emocionales positivas, mientras que los
colores más oscuros, se asociaban con palabras emocionales negativas. Meier, Robinson, y
Clore (2004) también observaron que la oscuridad (es decir, la falta de brillo) a menudo se
asociaba con eventos negativos, mientras que el brillo se asociaba más a menudo con eventos
positivos.
No obstante, el estudio más completo y específico sobre cómo afectan las tres cualidades
psicológicas básicas del color a las emociones fue realizado por Valdez y Mehrabian (1994). Las
tres preguntas de investigación planteadas por estos autores fueron cómo se ven afectadas las
emociones por (a) el brillo y la saturación de los colores, (b) el tono y (c) el brillo de los
colores acromáticos. Así, estos autores incluyeron las variables de brillo y saturación como
variables independientes en su estudio. Unido a esto, se incorporó un riguroso análisis
metodológico, basado en análisis de regresión, lo cual permitió comprobar, mediante los
coeficientes de regresión, qué variables influían más en cada una de las emociones medidas.
Uno de los resultados más novedosos de este estudio fue que el placer era una función
positiva conjunta del brillo y la saturación del color, influenciado más por el brillo que por la
saturación. Además, se obtuvo un apoyo consistente para las hipótesis propuestas que relacionan
el placer con el tono (o la longitud de onda): los tonos más agradables fueron azul, azul-
verdoso, verde, púrpura-azul, rojo-púrpura y púrpura, mientras que amarillo, verde-amarillo y
rojo-amarillo fueron los menos agradables. El color rojo fue clasificado en un valor intermedio
de agrado.
Además, encontraron como la excitación, entendida esta como activación, aumentaba
linealmente y fuertemente con saturación de color. Unido a esto, la excitación fue arrojada como
una función de brillo de color en forma de U invertida: disminuyó con aumentos en el brillo de
color hasta un valor dado, pero, más allá de ese nivel de brillo, la excitación se invirtió y
aumentó ligeramente para el nivel de brillo más alto probado. En relación con el tono, se
observó cómo los tonos más excitantes fueron el amarillo-verdoso, seguido del azul-verdoso y
el verde, mientras que los tonos menos excitantes fueron el azul-violeta, el amarillo-rojo y el
rojo-púrpura.
Estos hallazgos relacionados con la saturación de color y el brillo en relación con la
activación ayudaron a explicar algunos de los errores comunes en la evaluación de los efectos
del tono en la activación. Estos autores examinaron las fichas comúnmente utilizadas en los
estudios cromáticos, observando que para cada tono existen diferencias sistemáticas en la
saturación y el brillo de los colores que se consideran típicos o representativos de cada tono.
Por ejemplo, las muestras de rojo que se usan comúnmente en experimentos suelen ser de
muy alta saturación. Esto explica el error común al inferir que el rojo es uno de los colores que
más se relacionan con la activación. Al contrario de lo que se pensaba, es la alta saturación de
las muestras de color rojo presentadas en las fichas, en lugar de su tono, lo que explica los altos
niveles de activación observados.
Estos autores llegaron a concluir que la saturación de un estímulo de color poseía un efecto
más fuerte sobre la respuesta emocional que el tono, lo que posteriormente fue corroborado por
estudios como los de Gao et al. (2007) y Suk e Irtel (2010).

18
Sutton y Altarriba (2008) pidieron a los participantes que decidieran si una palabra
presentada era negativa o positiva. La mitad de las palabras fueron positivas en valencia, y la
otra mitad fueron negativas; las palabras se presentaron en blanco y negro. Los resultados
revelaron que los participantes eran más rápidos para clasificar las palabras positivas cuando
aparecían en blanco que cuando aparecían en negro, así como eran más rápidos para clasificar
palabras negativas cuando aparecían en negro que cuando aparecían en blanco. Estos resultados
apoyan la existencia de una asociación entre brillo y valencia, y esta asociación parece influir
automáticamente en los tiempos de respuesta. La principal conclusión de este estudio fue que
cuando el color del estímulo (por ejemplo, blanco) coincide con la valencia del estímulo (por
ejemplo, positivo), los individuos pueden percibir y categorizar el estímulo de manera más
eficiente.
Un estudio más actual sobre este tema, basado en el estudio previo de Valdez y Mehrabian
(1994), fue el realizado por Willms y Oberfeld (2018) quienes también comprobaron, tras una
revisión sistemática, que pocos de los estudios previos sobre los efectos emocionales del color
controlaron las tres dimensiones perceptivas del color: tono, saturación y brillo. Los autores
realizaron un estudio donde realizaron una presentación tridimensional de colores cromáticos
variando de manera independiente el tono (azul, verde, rojo), la saturación (bajo, medio, alto) y
el brillo (oscuro, medio, brillante) en un diseño factorial. Los 62 participantes de su estudio
observaron cada color durante 30 segundos y luego calificaron su estado emocional actual en
base a la valencia (positiva o negativa) y activación (excitación baja, media o elevada); también
se aplicaron en este estudio medidas de activación fisiológica para medir variables como la
conductancia de la piel y la frecuencia cardíaca.
Haciendo alusión a la valencia, las calificaciones de valencia fueron las más altas (positivas)
para los colores saturados y brillantes, y también dependían del tono. En referencia a la
activación, los índices de emoción mostraron que los colores saturados y brillantes se asociaron
con una mayor activación. El tono también tuvo un efecto significativo en la activación: al
controlar la saturación y el brillo, el rojo fue el color más excitante, seguido del verde y el azul.
Unido a esto, se observaron varios efectos de interacción de las tres dimensiones de color
tanto para la excitación como para la valencia. Por ejemplo, las calificaciones de valencia
fueron más altas para el azul que para los tonos restantes, pero solo para los colores altamente
saturados. Los colores saturados y brillantes causaron respuestas de conductancia de la piel
significativamente más fuertes. Además, el tono y el brillo afectaron a la activación solo para los
colores con una saturación relativamente alta. Estas interacciones resaltan la importancia de
presentar un conjunto bien definido de estímulos de color que varían a lo largo de las tres
dimensiones de color perceptivo.
Los efectos del color observados para el componente experiencial de la emoción también se
mostraron para las respuestas emocionales fisiológicas. No obstante, los efectos del color en la
conductancia de la piel y la frecuencia cardíaca fueran más débiles que los efectos en los índices
de emoción.
Por lo tanto, los resultados de estos autores también confirman que los estímulos de color
tienen efectos sobre el estado emocional del observador; no obstante, estos efectos no solo están
determinados por el tono de un color, como se suele suponer, sino también por las otras dos
dimensiones del color y sus interacciones. Es, por lo tanto, importante tener en cuenta las
interacciones entre el tono, la saturación y el brillo.
Zielinski (2016) también utilizó dieciséis fondos de color que variaron en cuanto al tono, la
saturación y el brillo, los cuales fueron visualizados por 64 sujetos; en este caso, al igual que en
el estudio de Willms y Oberfeld (2018) se registraron las respuestas de conductancia de la piel y
los juicios subjetivos relacionados con la valencia y la activación.
Los resultados de este autor muestran que entre los atributos de color solo la saturación tuvo
un efecto en la magnitud de la conductancia de la piel. La saturación se arrojó como ser la
propiedad principal relacionada con la capacidad del color para provocar una respuesta
emocional. Los estímulos más saturados son mejores para captar la atención
independientemente del tono, lo que sugiere que, en la primera etapa de la percepción del color,
la intensidad del color es más importante que las propiedades cualitativas.

19
De esta forma, los resultados de Zielinski (2016) son congruentes con los hallados por
Willms y Oberfeld (2018). No obstante, el estudio de Zielinski (2016) presentó un menor
control de las variables, así como los análisis realizados fueron menos potentes (ANOVA y
correlaciones), por lo que sus resultados deben tomarse con cierta cautela.
Igualmente, los estudios no han sido muy concluyentes en cuanto a la variación de las
tonalidades de los colores o la saturación de éstos y su influencia en las emociones de los
estudiantes. Sobre este aspecto, señala Sharpe D. (1974) que aunque los niños se encuentran en
pleno proceso de dominancia de los colores, y que cualquier 4cambio de matiz percibido en el
espectro cromático generalmente no debería afectar directamente la respuesta emocional que se
espera, algunas respuestas fisiológicas pudiesen estar relacionadas al nivel de apreciación de la
armonía cromática que éstos han alcanzado durante la infancia y le han permitido analizar el
balance del tono, algunas veces para bien, manifestándose a través de la relajación o cuando la
tonalidad se ha saturado, produciendo respuestas de fatiga, o enojo, y por consiguiente, un tanto
adversas al proceso de aprendizaje.
Por lo tanto, a modo de conclusión, muchos supuestos comunes sobre los efectos del tono de
color en la excitación pueden considerarse como una confusión sistemática, en estudios previos,
de tono con brillo, saturación, o ambos, al evaluar los efectos de activación del tono. La revisión
anterior muestra que, a pesar de un considerable interés y trabajo en el campo, los estudios aún
deben proporcionar una caracterización completa y general de las relaciones entre el color y las
emociones. No obstante, la representación del color y su relación con ciertas respuestas
emocionales en algunas áreas como la pedagogía parece tener una aplicación constante y
funcional en la práctica docente, en virtud de los logros que se han evidenciado dentro del aula
de clase, así como la información aportada sobre aspectos psicológicos en lo concerniente a la
personalidad del niño y el entorno emocional y físico en los cuales se desenvuelve. Aun así,
existen ciertas divergencias entre la dominancia del color y la respuesta fisiológica que pueda
tener el niño ante los estímulos del color (Boyatzis y Varghese, 1994).
3.4. Representación del color en la Educación Infantil
Aducen Mahnke, Meerwein, and Rodeck, (2007) que el color es conceptualizado como un
elemento capaz de conectar a los niños entre sí, a la par de sus entornos físicos y sus acciones en
conjunto. En este sentido, de acuerdo a los autores, este elemento permite evaluar el desarrollo
del infante durante las distintas etapas que supone la niñez, principalmente cuando su aplicación
es una acción que se realiza conjuntamente con la escuela. Específicamente, acota Sharpe
(1974) que el color tiende a convertirse en el factor dominante a considerar para el diseño
instruccional en las etapas de educación infantil; esta aseveración es sustentada por Holtzschue
(2006), quien promueve al color como un identificador secundario que está siempre presente en
la atmósfera educativa de la educación primaria, además de afirmar que el color carece de
identidad si no existe una forma definida.
En relación a estas afirmaciones, algunos investigadores parecen objetar, entre ellos, Sharpe
(1974) quien considera que los individuos pueden reaccionar de manera distinta al color sin
contar con la forma, tal como ocurre en los niños al producir una respuesta fisiológica o
psicológica después de percibir un color sin contorno definido. Sobre este asunto, cabe resaltar
que los niños gradualmente van alcanzando un grado mayor de dominancia sobre la percepción
de los colores a medida que se acercan a la edad de siete, es decir, al inicio de la etapa de
educación primaria. De acuerdo a esta investigación, la relación del color y la forma para el
niño permiten establecer exitosamente una conexión con el objeto donde predomina el color del
mismo (Holtzschue, 2006, p144).
En este orden de ideas, además del color como aspecto abstracto y tangible para el infante
a la vez, es importante incluir la preferencia de color, la cual según Beke, Kutas, y Kwak,
( 2008) progresivamente cambia a medida que el niño madura tanto física como
psicológicamente. Sobre este aspecto, los autores sugieren que los niños se inclinan más en
seleccionar colores claros y cálidos, es decir, colores cuyos esquemas cromáticos parecen
complementar la naturaleza enérgica y activa de los niños. Sin embargo, a pesar que el brillo y
la intensidad que produce la luminosidad de colores como el blanco demuestran ser útiles en

4 Respuesta fisiológica y psicológica. Sharpe, D. T. (1974). The Psychology of Color and Design. Chicago: Nelson-Hall Company.

20
atraer la atención, señalan algunos investigadores como Thompson (2003) que éste no
necesariamente sea un color que conduzca y facilite el proceso de aprendizaje. Como razón
para este planteamiento, se ha esgrimido que los estudiantes de educación infantil
principalmente son extrovertidos por naturaleza, por lo tanto, un esquema de escogencia basado
en colores cálidos debiera complementar esta tendencia, la cual apunta a reducir la tensión, el
nerviosismo y la ansiedad (Mahnke, 1996, p.83).
Aunque un número importante de investigaciones sugieren que los niños prefieren los
colores claros, otros estudios encontraron que a partir de la edad de kindergarten, los niños ya
han desarrollado un sofisticado gusto por el color, el cual deliberadamente pueden escoger a
voluntad (Fehrman, 2002). Por otra parte, otros trabajos presentados sobre la influencia del
color en la escuela primaria indicaron que los niños gustaban del color y respondían bien a éste;
sin embargo, esto no significaba que el único enfoque debía ser el uso de los colores primarios.
Al contrario de esto, otras investigaciones en las cuales participaron autores como Thompson
(2003) sugieren que los centros de educación preescolar y primaria prefieren utilizar en sus
recintos colores sutiles como suaves sombreados de blanco, puesto que este tipo de tonalidades
se presta como colores de ancla positiva para los estudiantes. Mientras que los colores fuertes y
claros son recomendados para acentuar espacios principales y puntos focales.
En atención a la preferencia del color por parte de maestros para los espacios de la
escuela, la respuesta de los estudiantes ante el color utilizado es clave para el diseño y
acondicionamiento de un entorno físico acorde al proceso de aprendizaje. Con respecto a este
punto, parece existir una conexión entre el color y el desarrollo del cerebro del niño, por lo que
no resulta suficientemente idóneo utilizar el color sólo de manera superficial por su carácter
decorativo y ornamental en los espacios educativos (Engelbercht, 2003). De acuerdo a Mahnke
(1996, p.180) los colores son importantes para proteger al sentido de la vista, creando entornos
que sean apropiados para permitir el estudio y la promoción de la salud física y mental; de este
modo, cuando se crea un espacio para esta población de estudiantes, es importante que el
docente considere los aspectos funcionales del color por encima del valor estético.
Pero su uso en el ambiente educativo también puede encerrar un fin, el cual se basa en la
comunicación de ideas y emociones a través de la manipulación de la percepción del espacio,
creando ilustraciones de dimensiones, en cuanto a proximidad y distancia, de tal forma que
pueda influir en la percepción del estudiante en la generación de focos de atención y por ende,
la motivación e influencia de acciones educativas, puesto que el color en sí es una parte esencial
del ambiente para la percepción visual porque es tratado como un comunicador y al mismo
tiempo como un canal de información aplicado al conocimiento del entorno (Holtzschue, 2006).
Precisamente, el conocimiento físico es tratado por autores como Constance Kamii y
Janice Ewing (1996, p.3) de acuerdo al conocimiento de los objetos en la realidad externa, el
cual se relaciona con la apariencia física y visual de los objetos como por ejemplo, el color. En
educación infantil, se puede palpar esto en ejemplos tan simples como el color y el peso de un
bloque o taco de juego de construcción; allí la analogía radica en la propiedad física del objeto
expresada en la realidad externa que puede ser observada empíricamente. Por otra parte, el
conocimiento puede catalogarse de tipo social, según los autores; como ejemplo de ello en
educación infantil, se puede asociar color con los días de la semana, lenguaje y costumbres
sociales, tal como expresiones de saludo: “hola”, en ciertas circunstancias. En otras palabras, el
conocimiento físico yace en la naturaleza del objeto mismo, mientras que la fuente del
conocimiento social parte de las convenciones establecidas por la sociedad.
Por otro lado, el conocimiento físico puede trascender en necesidades específicas que el
docente de educación infantil puede detectar para así incorporarlas dentro del plan de clase,
sobre este aspecto, los mismos autores señalan que el conocimiento lógico matemático implica
relaciones más individuales, donde el docente puede tener una visión más real del desempeño
del niño y así poder realizar los ajustes en su plan de forma que las necesidades puedan cubrirse.
Como ejemplo de lo anterior, cuando el docente les presenta a los niños un bloque rojo y otro
azul, y los estudiantes piensan que son similares. En este caso, la mayoría creería que la
similitud entre los bloques es observable, sin embargo, esto no es del todo cierto. Los bloques
en sí son observables, pero la similitud entre estos no los es. Es decir, la similitud no existe en
el rojo ni el azul, toda vez que si una persona no pone a ambos objetos en una relación de

21
comparación, el concepto de similitud no existiera. Como resultado, el docente de aula estaría
poniendo en práctica el principio del conocimiento lógico matemático en los niños.
En relación a la construcción del conocimiento en el aula, el enfoque constructivista de
Piaget (1973) sugiere que los niños aprenden construyendo el conocimiento y el significado a
partir de las experiencias alcanzadas a través de la interacción con personas, objetos y
situaciones. En tal sentido, la experiencia del color en el aula puede conducir a otros factores
que influyen favorablemente en el proceso de aprendizaje, de acuerdo a este autor, como lo son
la experimentación, descubrimiento e imaginación. A través de estos, el docente puede
correlacionar mejor la etapa de aprendizaje que el niño esté vivenciando, principalmente cuando
utiliza el color como catalizador de conocimiento y está consciente del rol que éste puede
desempeñar en algunas respuestas psicológicas del alumno.
El rol del color en áreas tan sensibles como la educación infantil supone la exploración casi
inmediata de los aspectos psicológicos que conciernen en todas aquellas etapas del aprendizaje
del niño en las cuales la pedagogía intenta coadyuvar en su adaptación progresiva dentro del
mundo que le rodea. Razón por la cual los niños desde la etapa preescolar son estimulados a
través de actividades que incluyen generalmente, lectura de cuentos, imágenes y sobre todo
colores, cuyo uso, tal como se ha señalado en los pasajes anteriores del presente estudio, ha sido
refrendado por las investigaciones que se hacen en relación a los espacios, a los libros y a los
apoyos educativos (Bonnardel y Pitchford, 1984).
En este orden de ideas, el color en las aulas ha tenido un papel predominante en el diseño
de materiales para la comprensión de materiales y aprendizaje de diversos textos. Sobre este
particular, explica Carbajal (2010) que actualmente se encuentran cada vez más en desuso las
prácticas tradicionales de mantener los centros escolares con una iluminación deficiente,
recargados con elementos o accesorios innecesariamente destinados al fin educativo, y
ornamentados con colores inadecuados que, lejos de lograr un efecto positivo, parecen
contribuir al aburrimiento, depresión y cansancio de estudiantes y maestros. Sin embargo, a
pesar de estos esfuerzos, falta fortalecer aún más la aplicación del color en los mecanismos del
aprendizaje, puesto que no bastan las investigaciones y publicaciones realizadas sobre este
respecto, sino que se hace necesario establecer estrategias que apoyen a los docentes en su
actividad de trasmitir con éxito los conocimientos impartidos y las experiencias aportadas.
Entre algunas estrategias a considerar para su implementación en el aula y que le permite a
su vez al docente tener una mejor comprensión de la situación de aprendizaje del niño, caben
señalar varios aspectos fundamentales sobre el uso del color a través del dibujo (Díaz, 2016).
En este sentido, una correcta lectura del dibujo infantil, utilizando el espectro cromático podría
exponer el posible significado de cada color. En relación a esto, señala la misma autora que el
dibujo infantil es muy rico en detalles y su análisis no puede reducirse a la simple
contemplación de los colores sino que debe comprender también un análisis más global que
incluya factores como la edad, el tamaño, forma del trazo, ubicación en el espacio, etc.
A pesar de las diferencias notables en cada color, Boyatzis y Varghese (1994) explican que
es factible poder atribuir, a nivel general, la expresión de una serie de rasgos de temperamento
del dibujante al color que éste determine en utilizar. En tal sentido, los colores no se presentan
aislados sino en combinación unos con otros, generalmente. De esa combinación, el docente
debería ser capaz de extraer la información más que de cada color en particular. Bien es cierto
que, algunas veces, un color es el predominante y, entonces, hipotetizar con la presencia más
probable de las características atribuidas al color en particular podría ser la alternativa más
lógica.
En consideración con lo anteriormente planteado, los autores arriba referidos señalan que
este tipo de interpretaciones no constituyen un método científico y puede estar sometido a
errores de apreciación. No obstante, su interés reside en que resultan de gran utilidad para
detectar posibles problemas en los niños de una forma poco intrusita, ya que ellos lo viven como
un juego pero, al mismo tiempo, reflejan muchas de sus vivencias que de otra forma sería más
difíciles de expresar.
En relación a las hipótesis o inferencias al dibujo infantil, Díaz (2016) asevera que
cualquier análisis de los colores debe ser comprobado con una evaluación más estructurada. En
todo caso, los dibujos, como material complementario, resultan imprescindibles para el

22
psicólogo infantil, en este caso, las características señaladas para cada color varían según la
tonalidad. Igualmente, existen aspectos importantes que se deben tener en cuenta al analizar el
color de los dibujos infantiles; en este caso su idoneidad a partir de los 7 años. Es decir, si el
niño representa los diferentes elementos u objetos siguiendo su color real o no; por ejemplo, el
sol de color amarillo, el cielo azul, etc. Por el contrario, un sol de color verde no puede ser
interpretado en clave de las características de ese color sino en el motivo del cambio por parte
del niño: desconexión del entorno, trasgresión de la norma, impulsividad, creatividad, llamado
de atención, intención de mostrarse diferente, indicativo de alguna cosa oculta que el docente
deba descifrar, entre otros.
3.5. Mecanismo de acción: la memoria del color.
Ha quedado ampliamente demostrado que percibir un determinado color actúa como un
estímulo interno o externo, activando la reacción emocional en un cierto patrón. Ciertos autores
han intentado explicar cuál es el mecanismo de acción por el cual cada color evoca una emoción
distinta.
Según Suk (2006) las propiedades físicas de los colores (tono, brillo y saturación) así como
la memoria del color interactúan para provocar las variables respuestas emocionales. De
acuerdo con este autor, la influencia del color de la memoria puede no estar completamente
excluida durante la respuesta emocional al color.
La memoria del color se refiere a cómo el conocimiento pasado puede afectar la percepción
del color a través de la operación de un fenómeno en el que el color está mediado por un objeto
o situación (Goldstein, 2002).
Sutton y Altarriba (2008) examinaron un conjunto de palabras de emoción asociadas con
colores específicos, utilizando la tarea de Stroop emocional. En una serie de dos estudios, los
participantes completaron una tarea de Stroop, viendo palabras de color (por ejemplo, verde,
azul), palabras neutrales relacionadas con el color (por ejemplo, rana, cielo) y palabras de
emoción relacionadas con el color (por ejemplo, envidia, tristeza). Cada tipo de palabra se
presentó en un color congruente y un color incongruente, para examinar los tamaños del efecto
Stroop para cada uno de los tipos de palabras. Estos resultados revelaron que las palabras de
colores produjeron el mayor efecto de interferencia de Stroop, pero de mayor interés, las
palabras neutrales relacionadas con el color y las palabras de emoción relacionadas con el color
produjeron efectos de interferencia de Stroop del mismo tamaño.
Estos resultados sugieren que las palabras de emoción activan automáticamente las
asociaciones de color, y estas asociaciones de color pueden interferir con la tarea actual, lo que
sugiere que los nodos de color pueden estar vinculados con nodos de emoción en la memoria
(Sutton y Altarriba, 2008).
Kuhbandner y Pekrun (2013) examinaron si la mejora de la memoria inducida por las
emociones está influenciada por atributos perceptivos, como el color. Debido a que, en la vida
cotidiana, colores como el rojo se usa a menudo como una señal de advertencia, mientras que
las señales de seguridad se basan en colores como el verde, estos autores supusieron que el color
rojo podría mejorar la memoria para información negativa, mientras que el color verde
mejoraría la memoria para la información positiva. Se observó como las palabras positivas
fueron significativamente más rápido reconocidas cuando se presentaban asociadas con el color
verde, mientras que las palabras negativas fueron significativamente más rápido reconocidas
cuando se presentaban asociadas con el color rojo. Estos hallazgos proporcionan evidencia a
favor de que la mejora de la memoria inducida por las emociones está influenciada por el color
y demuestran que los diferentes colores pueden tener diferentes funciones en la memoria
humana.
Valdez y Mehrabian (1994), aunque anteriores a la conceptualización del termino memoria
del color, concluyeron también que dentro de los mecanismos que podrían explicar las
reacciones emocionales al color, debería incluirse no solo la fisiología de la visión, sino también
las experiencias comunes compartidas con el medio ambiente: las explicaciones fisiológicas con
respecto a la relación entre color y emoción sustentan su base en la idea probada de que los foto
receptores oculares son estimulados de forma más potente por colores más saturados y más
oscuros, lo que explica la asociación de dichos colores con emociones de alto rango y de alto

23
dominio; unido a esto, las experiencias ambientales comunes también jugarían un papel
relevante, ya que son las encargadas de asociar objetos limpios con colores claros y su contraste
con los de colores oscuros y sucios.
En este orden de ideas, Myer (2004) puntualizó sobre la relación del color y la retención de
la memoria en la educación infantil, aduciendo que el color puede representar una herramienta
útil en cuanto a su recurrencia cognitiva en todos aquellos aspectos que afectan el proceso de
aprendizaje, facilitando la memorización e identificación del concepto en los niveles iniciales
del sistema educativo. En este caso, el color como concepto generalizado puede llegar a influir
la manera en que los estudiantes tienden a ver y procesar la información posteriormente, por
consiguiente, el hábito formado a través de este patrón de estrategia puede permitir al niño
desarrollar y mejorar la habilidad de recordar palabras e imágenes, logrando de éste modo
fomentar la retención cognitiva y activar procesos que impliquen la aplicación de la memoria a
corto y largo plazo.
Así mismo, Dzulkifli y Mustafar (2013) analizaron el alcance del 5color y la memoria en el
desempeño escolar, consiguiendo resaltar la influencia del color sobre el proceso de aprendizaje,
así como la gama de colores que mejor se correlacionaban con la edad del estudiante y el
ambiente escolar. En este estudio se consideraron igualmente algunos elementos circundantes al
contexto escolar que debían estar presentes en el diseño instruccional cuando se utilizaran
colores en los distintos escenarios de la planificación instruccional, como lo fueron: la edad de
los niños, el género y los aspectos culturales. Acerca de los resultados, se determinó como un
factor crucial el conocimiento científico y la información sobre la utilización del color con
propósitos educativos que debe poseer el docente en el aula dada la cantidad de colores que se
puedan disponer cuando el objetivo es memorizar la información utilizando la asociación con
colores.
Finalmente, entre una plétora de investigaciones que han buscado comprender el rol del
color en el desarrollo de la memoria para un mejor desempeño escolar, Farley y Grant (1976)
condujeron un estudio en el cual se sugirió como teoría que los colores ejercían un tremendo
impacto sobre la atención en el aula. Detallando sobre el mismo, las conclusiones alcanzadas se
basaron en un estudio sobre la atención y la cognición. Para lograrlo, la investigación fue
desarrollada a través de experimentos realizados acerca de la influencia del color sobre la
atención, comparando presentaciones multimedia a color con presentaciones acromáticas que
implicaran ejercitación de la memoria. En tal sentido, los hallazgos fueron concordantes con
una mejor atención y retención de memoria en las presentaciones multimedia a color.
Los estudios anteriores indicaron que el color puede tener una influencia positiva en la
ejercitación y desarrollo de la memoria, a pesar que otros estudios en menor cantidad, han
alcanzado resultados contradictorios. Específicamente, el estudio conducido por McConnohie
(1999), en el cual utilizó caracteres alfanuméricos dispuestos en láminas de presentación para
ser mostradas a un grupo de estudiantes. Las mismas fueron diseñadas con un fondo de tres
colores, blanco, azul y verde y las figuras eran negras. En caso que los colores tuvieran un
efecto positivo sobre la memoria, entonces se esperaba que el desempeño fuese igual en estas
condiciones. Sin embargo, el resultado arrojó que las diapositivas con el fondo blanco fueron
las que mejor retuvieron los estudiantes en comparación con las de fondo azul y verde. Como
se puede observar, este resultado parece contradecir con las investigaciones relacionadas con el
color como factor crucial de retención y memorización. No obstante, los colores seleccionados
para el estudio, así como la manipulación en la figura y los colores de fondo parecen explicar de
cierto modo los resultados obtenidos.
ANÁLISIS DEL ESTUDIO BIBLIOGRÁFICO
El objetivo principal de este trabajo fue realizar una síntesis sobre los resultados de estudios
que relacionan los conceptos de “color” y “emoción”, con el fin, por un lado, de identificar las
relaciones entre dichos constructos y, por otro lado, analizar la existencia de contradicciones,

5 Color y memoria en el aprendizaje de individuos en atapa escolar. Dzulkifli. M. y Mustafar. M. (2013). The Influence of Colour
on Memory Performance: A Review. The Malaysian Journal of Medical Sciences. 20(2),3. Retrieved from
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?term=MustafarMF

24
incongruencias, brechas e inconsistencias entre las distintas teorías y resultados de los diferentes
estudios.
En base a la revisión realizada se comprobó como la percepción del color es un proceso vital
para la experiencia visual humana, siendo catalogada como una de las funciones visuales
básicas con mayor impacto evolutivo y adaptativo en el ser humano (Suk, 2006). Una de las
más potentes líneas de investigación de la rama de la psicología que estudia la percepción del
color, la psicología del color, se encuentra encaminada a analizar la relación existente entre
color y emociones, habiendo sido demostrado por una cantidad considerable de estudios que
diferentes niveles de cromaticidad de colores afectan las emociones (Suk, 2006; Sutton y
Altarriba, 2016; Terwogt y Hoeksma, 2001; Valdez y Mehrabian, 1994).
Dada la cantidad de evidencia científica arrojada por los estudios, Suk, (2006) desarrolló el
concepto sinestesia del color para hacer referencia a la premisa de que cada color evoca una
emoción específica.
Dentro de estos estudios, gran parte de ellos han estado enfocados a estudiar, de forma
específica, el efecto que el tono o matiz de los diferentes colores posee sobre las emociones
humanas. Las principales conclusiones arrojadas por tales estudios han sido que, en primer
lugar, los colores de onda larga (por ejemplo, rojo y amarillo) producen una mayor activación
que los colores de onda corta (el azul y el verde) Cimbalo, Beck, y Sendziak, 1978; Lawler y
Lawler, 1965; Wilson, 1966; Zentner, 2001)
Estos hallazgos también fueron comprobados ante emociones específicas. Por ejemplo,
Jacobs y Suess (1975) y Rainey (1987) investigaron el efecto del color en las reacciones
emocionales de la ansiedad, concluyendo que los colores de onda larga aumentaban en mayor
medida los niveles de ansiedad cuando se comparaban con los colores de onda corta. Debido a
que la ansiedad implica un elevado nivel de activación, estos hallazgos fueron consistentes con
los resultados de los estudios de reacciones fisiológicas al color, demostrando que el rojo y el
amarillo (colores cálidos o de onda larga) fueron más excitantes que colores como el azul y el
verde (colores fríos o de onda corta).
En referencia a emociones específicas, trabajos como los de Gohar (2008), Kuhbandner y
Pekrun (2013), Peláez, Gómez y Becerra (2015) o Sutton y Altarriba (2016) mostraron como
ciertos colores se relacionaban con determinadas emociones. Prácticamente la totalidad de los
trabajos mostraron que el color rojo se asociaba con la ira, el color verde con disgusto, el color
negro con miedo, el color amarillo con felicidad, el color azul con tristeza y el brillo con
sorpresa.
Mención especial cabe realizar sobre el color rojo, pues gran parte de las investigaciones
arrojaron datos específicos sobre este color. Tras varios estudios, se puede concluir que el este
color no está asociado con las emociones negativas de forma general (Young, Elliot, Feltman y
Amady, 2013), sino que, de forma sumamente específica, este color se relaciona con las
emociones de amenaza, errores o fallos. Elliot, Maier, Moller, Friedman y Meinhardt (2007) y
Elliot y Maier (2007) llegaron a concluir, incluso, que la presentación de tarjetas de color rojo
disminuía el desempeño de los participantes en varias pruebas de rendimiento
No obstante, a pesar de la cantidad de evidencia mostrada a favor de la relación existente
entre color y emoción, ciertos resultados no eran congruentes entre las distintas investigaciones.
Algunos autores achacaron estas brechas a que en la mayor parte de las investigaciones
únicamente se controlaba como variable independiente el tono del color, dejándose a un lado las
otras dos cualidades básicas de los colores, como son la saturación y el brillo de los cromas
(Valdez y Mehrabian, 1994; Willms y Oberfeld, 2018); serían estos dos factores los que estarían
alterando los resultados obtenidos por algunas de las investigaciones presentadas (Jacobs y
Suess, 1975; Wexner, 1954).
En referencia a este hecho, Valdez y Mehrabian (1994) realizaron una investigación pionera
donde se observó que la saturación y el brillo de los colores poseía un efecto significativo sobre
las emociones que se evocaban, llegando estos autores a concluir que la saturación de un
estímulo de color poseía un efecto más fuerte sobre la respuesta emocional que el tono. Estas
conclusiones fueron posteriormente corroboradas por Gao et al. (2007), Sutton y Altarriba
(2008) y Suk e Irtel (2010) y el más actual de ello, Willms y Oberfeld (2018).

25
No obstante, es aquí donde se observa el principal error seguido por los teóricos del color: a
pesar de que la relevancia de las cualidades principales básicas como la saturación y el brillo del
color fue ya demostrada en la década de los 90, pocos son los estudios que, tras este
descubrimiento incluyeron como variables independientes tales cualidades en sus estudios,
aunque fuera, meramente, como una técnica de control que permitiera reducir el error y
aumentar la precisión, fiabilidad y validez de sus estudios.
Se quiere poner especial énfasis en que no se afirma aquí que fueran necesarios más estudios
para corroborar el efecto que la saturación y el brillo poseen sobre las emociones, hecho que ya
había quedado demostrado en el siglo pasado, sino que, tras su descubrimiento, las
investigaciones posteriores ni si quiera tuvieron en cuenta dichos factores; en contra de esto, se
siguió investigando qué efecto poseía el tono en las emociones, dejando a un lado las otras dos
cualidades del color, aun cuando había sido demostrado que la variación de los niveles de tales
cualidades podrían afectar de forma significativa a los resultados obtenidos.
De esta forma, se siguió acumulando evidencia a favor del efecto que el tono o matiz poseía
en las emociones, evidencia que, desde nuestro punto de vista, y tras la revisión realizada,
carecería de fiabilidad, dado que no se tuvieron en cuenta dos de los factores que, de forma
demostrada, influirían en los resultados.
Un segundo error observado en esta línea de estudios es que pocas investigaciones se han
centrado en analizar cuál es el mecanismo de acción por el cuál colores y emociones se
encuentran conectados. Goldstein (2002) afianzó el término memoria del color para hacer
referencia a cómo el conocimiento de experiencias pasadas puede afectar la percepción del color
a través de la operación de un fenómeno en el que el color está mediado por un objeto o
situación, evocando así emociones que ya habían sido aprendidas en experiencias previas por el
sujeto. Kuhbandner y Pekrun (2013), Suk (2006), Sutton y Altarriba (2008) e incluso Valdez y
Mehrabian (1994) de forma pionera, aunque sin hacer referencia explícita al término memoria
del color, han puesto encima de la mesa la relevancia que este concepto puede tener en la
vinculación de las emociones y el color.
No obstante, nuevamente, el grueso de las investigaciones se ha enfocado a seguir recabando
evidencias a favor de como el tono afecta a las emociones, sin centrarse en cuál es el
mecanismo de acción que permite que los colores provoquen ciertas reacciones emocionales.
En otra línea de estudios, se ha resaltado el simbolismo cromático en diferentes culturas. En
referencia a este tema, todas las investigaciones poseen una conclusión firme: la humanidad ha
conferido significados a los colores que trascienden de su propia y mera apariencia. No
obstante, los teóricos difieren en concluir si existen ciertos colores básicos cuyos significados
son compartidos universalmente (Birren, 1978; Cox, 2005; Lev-Wiesel y Daphna-Tekoha, 2000;
Osgood, Suci y Tannenbaum, 1957; Sharpe, 1974), o si, por el contrario, cada cultura tiene su
propia y especifica forma de interpretar los colores (Garber y Hyatt, 2003; Hupka, Zaleski, Otto,
Reidl y Tarabrina, 1997).
Aunque parecen dos líneas de resultados completamente contrapuestas, Suk (2006) aporta
una explicación que consigue aunar las dos vertientes presentadas. Este autor designó el término
de color semántico para hacer referencia a la visualización y percepción del color en contextos
sociales y culturales: según sus estudios, el color transporta información que vincula de manera
explícita o sutil ese determinado color con un mensaje, concepto o experiencia específica en un
contexto particular. Por ende, la percepción del color se encontraría extremadamente vinculada
al contexto socio-cultural en el que los individuos se desarrollasen. En segundo lugar, este autor
argumenta que existen respuestas típicas a determinados colores, basadas en experiencias
humanas arquetípicas que los humanos han vivido, lo que corroboraría la existencia de
determinados significados universales, los cuales se basan en las raíces ancestrales del ser
humano.
En otra área de investigación asociada con el color y su influencia en el aprendizaje a través
de la memorización, particularmente en el contexto de educación infantil, Ortíz (2011)
estableció que uno de los problemas para los maestros de niños de primaria y que repercute
hasta los estudios superiores es el de mejorar los métodos para inducir a los infantes en el
desarrollo de la lectura porque de antemano se sabe que existen diversos factores que influyen al
momento de seleccionar la metodología más adecuada para satisfacer las necesidades, intereses

26
y realidades de cada niño y que puede influir en su proceso de aprender. Entre esos métodos está
el de Glen Doman que ha tenido grandes logros en diferentes países, incluso en niños con
habilidades diferentes; este médico estadounidense (1919-2013) basó su método de lectura en
una estimulación visual de palabras grandes y contextos familiares basada en colores,
permitiendo a los pequeños(as) discriminar palabras a partir de la edad en que aprenden a hablar
y a utilizar conceptos propios, basado en el método de bits de inteligencia, en donde la
información puede ser procesada a la vez en un tiempo determinado, es decir, un segundo.
Partiendo de esta base, Carbajal M. (2010) con este método realizó un estudio de tipo
exploratorio en una escuela de nivel primario cuyos estudiantes no habían aprendido a leer pese
a ya haber cursado los niveles en donde se realiza este proceso. El objeto de este estudio era
conocer si la presentación de un color específico ayudaba a mejorar el aprendizaje de la lecto-
escritura. Partiendo de la interrogante sobre cuál era el color que facilitaba el reconocimiento y
escritura de las palabras que describen un objeto, el autor procedió a desarrollar el experimento
el cual consistía en mostrar a los niños tarjetas contentivas de frutas con su debida palabra en
color real por un lado, y luego las mismas frutas sin la palabra y con colores predeterminados,
por otra parte. Eventualmente, los resultados encontrados evidenciaron que el color que más
activa su atención y memoria, y por lo tanto, facilita el recordar la palabra que representa la
fruta era aquel correspondiente a la tarjeta con la fruta en su color real, en tanto el que inhibía la
respuesta de escritura era el color predeterminado que no tenía nada que ver con el color
verdadero de la fruta en cuestión. Por lo tanto, se puede concluir que las imágenes en su color
real, aquél en la cual han visto desde siempre es el que debe usarse en los libros de lecto-
escritura.
Igualmente, Ortiz (2011) presentaó una investigación relacionada igualmente con el área de
educación infantil la cual consistió en conocer la influencia del color en la memoria de los niños
preescolares., partiendo que la memoria es un sistema de almacenamiento y recuperación de
información mediante procesos asociativos inconscientes, tales como sensaciones, impresiones,
ideas y conceptos previamente experimentados. Por lo tanto, el objetivo primordial de la
memoria es preservar información del pasado, que se puede traer al presente gracias al recuerdo.
Para analizar la relación del color con la memoria visual se partió de la noción de que el
color tiene una función clave para la evocación de imágenes, ya que en muchas ocasiones, los
colores tienen significados fuertemente establecidos sobre todo si se les asocia con imágenes
familiares o figuras simples. Con base de estas aseveraciones, parece que a los niños
preescolares les interesa más el color que la forma; tan es así, que los colores son algunos de los
primeros conocimientos que adquieren cuando están en ese nivel escolar. Por otro lado, el color
permite determinar la calidad de la forma y aunque la forma tenga preferencia cuando se define
un objeto, es el color el que permite aflorar los sentimientos (Ortíz, 2007).
Por lo anteriormente expresado, concluye el mismo autor, que se espera que los niños
preescolares recordaran más las figuras con colores que evocan situaciones o imágenes con
sentido ya sean naturales o atribuidos culturalmente; hecho que confirma los resultados del
estudio anteriormente descrito por Carbajal. Por consiguiente, la memoria se beneficia, entonces
con la asociación de los objetos con los colores que han sido experimentados culturalmente.
A nuestro modo de ver, y tras la revisión realizada, los planteamientos anteriormente
presentados en esta sección pueden considerarse como una explicación completa e integral de
todos aquellos aspectos circundantes a la sinestesia del color y las emociones, y por ende
debería tomarse como referencia para futuras investigaciones donde se intente analizar el
simbolismo cromático y su implicación en el hecho educativo dentro de la educación infantil.
CONCLUSIONES
A modo de conclusión, existe un gran cuerpo de evidencia científica que nos permite
concluir que el color evoca determinadas emociones, siendo relevantes para tal proceso todas
las cualidades psicológicas básicas que permiten la percepción del color (tono, saturación y
brillo). Su mecanismo de acción parece ser la memoria del color, aunque es necesario un mayor
cúmulo de evidencia a favor de dicha afirmación.
Unido a esto, existen ciertos colores que se relacionan de forma específica con determinadas
emociones de forma universal, dado que dichas relaciones se asientan en experiencias humanas

27
arquetípicas provenientes de los antepasados comunes; no obstante, existe un gran abanico de
variabilidad que depende de la cultura o sociedad específica a la que se pertenezca.
En relación con la cultura, la revisión de la literatura permitió señalar que el desempeño del
color puede influir en aspectos de preferencia de éste en la educación infantil, puesto que las
convenciones sociales parecen estar presentes en los procesos cognitivos del alumno. Así
mismo, los estudios consultados probaron la existencia de una asociación del color con el
mejoramiento de las habilidades de retención de la memoria, en otras palabras, el color tiene el
potencial de incrementar las posibilidades de poder codificar los estímulos provenientes del
entorno del niño y ser reutilizarlos adecuadamente para el beneficio del programa instruccional
como lo es el uso del color en el ambiente físico del niño, el diseño de materiales de instrucción,
la planificación y estrategias de actividades que promuevan el conocimiento físico, social y
lógico matemático. Sin embargo, muchas de estas investigaciones no son concluyentes en
diversos aspectos, como la asociación de algunos colores con ciertas emociones como la envidia
o resentimiento, por lo que la recomendación de profundizar en cada uno de los tópicos de este
tema se hace necesaria.
FUTURAS DIRECCIONES DEL CAMPO DE ESTUDIO
Dos importantes fallas han sido reveladas a lo largo de este análisis. En primer lugar, a pesar
de la demostrada relevancia de las cualidades de saturación y brillo desde el siglo pasado, pocos
han sido los estudios posteriores que han introducido dichas variables como variables
independientes o variables de control, aun habiéndose demostrado que dichos factores podrían
producir resultados significativamente distintos. En segundo lugar, se encuentra una importante
laguna a la hora de estudiar cuál es el mecanismo de acción que permite la unión entre color y
emoción.
En el área educativa, básicamente la educación infantil, las investigaciones no fueron del
todo concluyentes en relación a las variaciones que puedan existir en el brillo y la saturación.
En este sentido, el proceso de dominancia del color en alumnos de educación infantil
encontrándose en pleno desarrollo, teóricamente producía una respuesta esperada en las
emociones del estudiante; sin embargo, la evidencia demostró que podían existir ciertas
divergencias en el tipo de respuesta cuando el tono del color pudiese variar, tal como podría
ocurrir con los adultos.
Dadas estas debilidades en el campo de investigación analizado, se proponen como futuras
direcciones en el campo de estudio solventar ambos problemas.
En primer lugar, se propone tener en cuenta las cualidades de saturación y brillo
introduciéndolas en los nuevos estudios, por lo menos, como variables control, aunque lo ideal
sería introducirlas como variables independientes. Se es consciente que la introducción de estas
variables generaría el aumento de la complejidad de los estudios realizados, obligando a los
investigadores a desarrollar estudios factoriales. No obstante, se considera de vital importancia
dado el demostrado nivel de impacto de estos factores en los resultados de las diferentes
investigaciones, principalmente en el área educativa.
En segundo lugar, dado que ya ha quedado demostrado que los colores son estímulos
evocadores de emociones, así como cuáles son las cualidades que afectan a las reacciones
emocionales, se recomienda mover el foco de investigación a cómo los colores son capaces de
producir las reacciones emocionales determinadas en niños, de tal forma que el docente de
educación infantil pueda correlacionar mejor este conocimiento en el diseño del material
instruccional y en todas las decisiones correspondientes con el uso del color en el aula de clase.
Así, en nuestra opinión, no se observaría de vital importancia aumentar el cuerpo de
investigaciones empíricas que permitan afianzar dichas teorías, las cuales han quedado
ampliamente demostradas, sino se fomentaría la realización de nuevos descubrimientos que
permitan ampliar el cuerpo de conocimiento que se tiene sobre la psicología del color y su
aplicación en el aula de clase, para el beneficio de la educación infantil.
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