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Como menciona Paulo Freire en La educación como práctica de la libertad, hace un llamado a

que el hombre sea capaz de conocer las circunstancias que vive: ‘‘Implica realmente en esta
marcha acelerada que vive la sociedad, la búsqueda de nuevos temas y de nuevas tareas. Y si
todo tránsito es cambio, no todo cambio es tránsito.(…) En esos momentos, lo repetimos, se hace
indispensable, más que nunca, la integración del hombre, su capacidad de comprender el misterio
de los cambios, sin que sea un simple juguete de ellos’’, es ahí donde debe radicar la
emancipación intelectual que realice el docente, a que el estudiante sea capaz de comprender los
cambios que acontecen alrededor de él y que además asuma posturas críticas, estudiantes como
Immanuel Kant, estudiantes integrales como mencionaba Estanislao Zuleta, que le apuesten al
arte, con verdadera disciplina, fervor. Semejante a lo expuesto por Freire en La educación como
práctica de la libertad en la que dice: ‘‘Por eso, la educación dentro de este tránsito adquirirá
mayor importancia. Su fuerza se basaría sobre todo en la aptitud que tuviésemos para
incorporarnos al dinamismo del tránsito’’, así como lo enuncia Estanislao Zuleta, de la capacidad
que tuvieron hombres como Immanuel Kant para discernir las condiciones por las que atravesaba
su sociedad.

En una de las investigaciones adelantadas en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas,


se pone de manifiesto cómo los medios de comunicación llevan a cabo lo que se denomina una
ideologización en las enunciaciones, así por ejemplo el Estado es presentado como el que quiere
garantizar la paz en Colombia, mientras que las Farc se muestran como el grupo que no ha
cedido a los aparentes intentos de paz por parte del Gobierno, sabiendo, como dicen los autores
(Aranguren, G. Bohórquez, B y Arguello, R.) que no han sido demostradas con suficiencia, por
parte de los medios de comunicación, la manera en cómo las élites se han encargado de los
privilegios que han atentado contra el pueblo mismo y que por ende, a través de los medios de
comunicación se sigue legitimando y reproduciendo un orden cultural en el que las mayorías
estén como rebaños siguiendo las políticas del Estado en vez de crear un diálogo abierto, en
interlocución (ya que es eso lo que permite la Televisión). Ya Hannah Arendt nos hablaba sobre
la vida pública y la vida privada, pero en Colombia, la vida pública, la responsabilidad social del
intelectual, siendo consciente de que lo público es lo que nos pertenece a todos, la realidad a la
que todos nos referimos, la realidad que seguirá viviendo después de sus reflexiones, se haga el
intelectual un digno partícipe de las cuestiones que giran en torno al Estado, al pueblo y ahora a
los omnividentes medios de comunicación.
La idea de la reproducción de la sociedad ha sido ya esbozada por Jacques Ranciere en su texto
‘El maestro ignorante’ y además de ello Pierre Bordieu, que aborda estadísticas de cómo los
estudiantes aprendiendo determinadas lenguas no quiere decir que sean más desarrollados, al
contrario, cuantitativamente el autor demuestra que es necesario desmontar algunos prejuicios,
por ejemplo en cuanto a lenguas como el latín y el griego.

Ahora bien, la labor del pedagogo se inscribe dentro de las didácticas: ‘‘La práctica de los
pedagogos se sustenta sobre la oposición entre la ciencia y la ignorancia. Los pedagogos se
distinguen por los medios elegidos para convertir en sabio al ignorante: métodos duros o
blandos, tradiciones o modernos, pasivos o activos, de los cuales se puede comprar el
rendimiento’. Los medios de comunicación, como la televisión pueden convertirse en un espacio
de diálogo ya que actualmente abarcan grandes sectores de la población, un acercamiento a
temas tan importantes como los Derechos Humanos deben estar propuestos en los currículos de
las escuelas colombianas, cátedras de Historia que le estimulen al estudiante preguntes, que lo
hagan un ser situado, como menciona Paulo Freire, en las crisis de la Historia, en las crisis de la
Nación, en las crisis de la Humanidad como Historia, para que así se puede fortalecer la
democracia en el sentido de apostarle a que cualquiera puede dirimir, cualquiera puede dar su
punto de vista, sin que tenga que recurrir necesariamente a las armas como se ha venido
presentando desafortunadamente en la historia del país.

Es entonces en los medios de comunicación, como bien señala Estanislao Zuleta que se hace una
discriminación con el discurso que bien se puede encasillar dentro de las categorías de las
violencia política, el no derecho a dirimir, la invisibilización de crisis fundamentales, y la
muestra sistemática de noticias tensionantes que luego serán suavizadas por el efecto light,
ensordecedor de la parte del entretenimiento, como bien mencionan los autores Aranguren,
Bustamante y Arguello. Es necesario hacer que el docente sea capaz de crear las condiciones de
asimilación activa de la realidad latinoamericana, además es necesario que el docente sea capaz
de infundir ideas como la de que el saber no necesariamente es correlativo al poder. El docente,
como practicante en unas condiciones sociohistóricas determinadas, es mediado también por
ellas, por ende es importante que las conozca, las asimile y esté dispuesto a transformarlas. El
docente como intelectual es aquel que es capaz de hacer una reflexión sobre su propio quehacer.
El docente en función de intelectual es el que debe impulsar las inteligencias de sus estudiantes,
como lo dijo Jacques Ranciere, el docente como provocador de debates, de surgimiento prolífico
de ideas.

Semejante a como lo pedía Platón en cuanto a que una persona ignorante es aquella que acumula
muchas ideas erróneas, así Ranciere concibe al maestro como alguien que no debe saturar la
memoria del niño sino más bien desarrollar en él las competencias básicas. En ese sentido, las
didácticas en las escuelas deben apuntarle a un análisis, síntesis, una aplicación certera de las
operaciones mentales y los procesos psicológicos de Vygotsky con el fin de que el estudiante
entienda los fenómenos colombianos como el de la Violencia. Gonzalo Sánchez Gómez hace un
llamado, al igual que Estanislao Zuleta de la necesidad del intelectual por un férreo compromiso
analítico que vive su contexto.

Un docente entonces debe apuntarle a la formación integral de los estudiantes, en función de una
integración simbólica plena de todas sus facultades, en especial su desenvolvimiento político, ya
que es el intelectual con sus recursos, capitales culturales y simbólicas el que permite la
movilización del pensamiento y el actuar comunitario dentro de los pueblos y en la búsqueda del
bien común. Como parte integral de la búsqueda de una comunidad movilizada por un espíritu,
razón y entendimiento e ideas como lo diría Jacques Ranciere, es necesario el conocimiento
íntegro de encrucijadas y proyectos históricos como el de Córdoba, que en unas páginas logró
consolidar un espíritu universitario que le apostaba a la libertad de cátedra y la instrucción
pública.

El docente entonces debe ser un formador de inteligencias para el bien público, parafraseando
algunas palabras de Jacques Ranciere. Es entonces necesario preguntarse por qué significa ser un
intelectual colombiano, ya que él mismo debe ser un acérrimo defensor de la memoria
colombiana, una memoria que nos sirva para no repetir las épocas cruentas del país. El docente
intelectual debe entonces ser un ávido interlocutor de las diversas culturas del mundo, que
funcione como mediador entre contendientes como el Estado y la guerrilla, además cumplir con
la función de, como bien lo ha demostrado la Historia, cumplir el papel de honrar a la Palabra
como la herramienta fundamental de emancipación, a tal punto de que nuestra manifestación con
símbolos, palabras, frases y oraciones se convierta en derrocadora de poderes dictatoriales que
atentan contra la dignidad humana.
Bibliografía

 Aranguren, F; Arguello, R; Bustamante, B. Modelo pedagógico en competencia televisiva


 Freire, P. La educación como práctica de la libertad
 Ranciere, J. El maestro ignorante
 Zuleta, E. Educación y democracia: un campo de combate

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