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de salud pública) del sedentarismo, existe al parecer una mayor prevalencia y
todos los riesgos asociados a la inactividad, más en las mujeres que en hombres
(ENSIN: encuesta nacional de salud y nutrición 2005 – EDAF: estudio distrital
de actividad física 2003). Desde allí consideramos que es necesario realizar un
abordaje desde la vía de las representaciones sociales sobre la actividad física y
el sedentarismo, es decir el movimiento corporal humano, que nos permita cons-
truir conceptos en torno a que es lo que verdaderamente produce la inactividad
específicamente en las mujeres, cuales son las variables que orientan la praxis,
que es lo que justifica la inactividad física. Además pretendemos brindar herra-
mientas para la re-significación del cuerpo y el movimiento corporal como ele-
mento para la integración, socialización, para la conformación de tejido social,
y muy importante para el disfrute y el bienestar lo cual favorece el desarrollo
humano.
En el estudio Actividad física y etapas de cambio comportamental en Bogotá,
en el año 2003 se reportó que el 59% de la población bogotana se puede clasi-
ficar como irregularmente activa ya que se encuentran en etapa de pre-contem-
plación y contemplación, es decir que no realizan actividad física regularmente
pero están interesados en realizarla. Con relación al género, se encontró que
en el grupo de regularmente activos entre los hombres fue del 51%, mientras
que en la mujeres apenas alcanzó el 23%, lo que indica que los encuestados del
género femenino son menos practicantes de actividad física regular como forma
de estilo de vida saludable. A su vez, las personas que reportaron una regula-
ridad en la práctica de actividad física, manifestaron una imagen más positiva
en cuanto a salud y calidad de vida con relación a las personas regularmente
inactivas o sedentarias.
refieren que es mayor la actividad física realizada por los hombres con relación
a las mujeres, observándose menores tasas de mortalidad en hombres que rea-
lizan actividad física en el trabajo y en el tiempo libre en comparación con per-
sonas sedentarias de ambos sexos.
SISTEMA CONCEPTUAL.
Producto del estado del arte realizado en el marco del proceso investigativo
hemos encontrado como conceptos claves que determinan la relación entre los
ejes (representaciones sociales, cuerpo y movimiento corporal, y mujeres) que
orientan este trabajo, la experiencia, entendida en términos de vivencias, el
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cambio de rol que ha sufrido la mujer, y las costumbres y tradiciones frente al
cuerpo y el movimiento corporal humano. Estos términos conforman nuestro sis-
tema conceptual que permitieron establecer vías para el abordaje metodológico
y técnico en aras de recopilar información que nos conduzca al logro de los obje-
tivos propuestos por medio de este ejercicio investigativo. A su vez este sistema
conceptual se nutre con una postura teórica desde las representaciones sociales
con el fin de acentuar el sentido y propósitos de nuestro ejercicio.
Sin embargo en este momento es valido aclarar que concebimos el movimien-
to como fuente de conocimiento y comunicación, de sentimientos y emociones,
de placer estético, de salud, de esparcimiento, como factor de desarrollo filoge-
nético y ontogenético.
de actividades repetitivas que han hecho sufrir al cuerpo. Esta imagen de la ac-
tividad física caracterizada por el sufrimiento, el dolor, el cansancio, el repeticio-
nismo y la desidia producen una imagen completamente negativa del ejercicio y
la actividad física, por lo que el sujeto decide alejarlo de su proyecto vital como
medio para la expresividad y la experiencia humana.
Murcia (2005) y Jaramillo (2005) nos plantean en relación a la experiencia y la
vivencia, que estas están cargadas de realidades sociales e imaginarios, las pri-
meras son edificadas desde las redes de sentido que vamos otorgando a diario.
Las realidades sociales se construyen producto de las relaciones (para muchos
procesos de comunicación) que diariamente tienen los seres humanos, a las
cuales se les dota de sentido. Pero esa dotación de sentido no es meramente in-
dividual (tendencia psicologista), sino que se estructura desde lo social y ayuda
a reestructurar, a la vez lo individual; es una relación siempre dinámica de ida y
vuelta entre lo social e individual. Los imaginarios son esas estructuras de senti-
do que gobiernan las acciones e interacciones de los sujetos y que se construyen
en medio de la vivencia de las realidades y los sueños en torno a ellas.
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situación esté garantizada una conducta social igual, periódica y por tanto previ-
sible. Como consecuencia de la interiorización, las costumbres por lo general se
observan por hábito de forma irreflexiva y rutinaria y por lo tanto forman parte
de lo natural cultural, y a su vez están relacionadas con creencias, valores, con-
vicciones éticas y principios morales. Además la costumbre al ser un conjunto de
comportamientos más o menos obligatorios, donde la repetición sin excepción
confirme su valor social, la hace diferente de la ley, cuyo origen es preciso y
conocido y cuyas reglas están escritas. Es decir que la esencia de la costumbre
se inserta profundamente en el subconsciente de manera que con frecuencia se
confunde con la naturaleza. Igualmente las podemos concebir como definiciones
tradicionales de las estructuras sociales fundamentales y de las relaciones hu-
manas que una sociedad determinada considera esenciales para su estabilidad
en un momento y lugar determinados.
Por otra parte comprendemos la tradición como el producto de la transmisión
de generación en generación, de ordinario por el lenguaje oral o escrito, aunque
también por medio de ceremonias, ideas, sentimientos y valores relacionados
con la vida de un grupo. La tradición representa el aspecto subjetivo de la cultu-
ra que ha pasado de unos a otros empleando diversas formas de comunicación,
mientras que la costumbre es su aspecto objetivo externo. La tradición es sobre
todo una manera de pensar y sentir que se transmite de generación en gene-
ración, en tanto que la costumbre es una manera de hacer lo transmitido. De
igual manera la tradición es una categoría que los individuos y las sociedades
adscriben a expresiones, creencias y comportamientos en el presente para con-
ferirles valor añadido futuro. Es un territorio de la imaginación, pero su presen-
cia tiene importantes consecuencias en la vida social, está, es mucho mas que
una cualidad innata imbuida de continuidad y estatismo, es un imperativo en la
vida social o forma en que el presente interpreta y caracteriza el pasado con la
mirada puesta en el futuro. La tradición tiene su origen en imperativos sociales,
donde las sociedades designan aspectos de su cultura como tradiciones para in-
fundirles significado e historicidad. Entonces el llamar tradicional a algo equivale
a institucionalizarlo separándolo de practicas menos autenticas, a reducirlo a su
esencia, a fomentar su vigencia social y a implicar la necesidad de dirigirlo hacia
el futuro, esto responde a un acto de interpretación, selección y denominación
para imponer orden en un modo de hacer social disperso.
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Conceptualmente entendemos por rol el papel o función adoptados por una
persona o estructura en una sociedad, estos tienen sus raíces en la posición
social de la persona, a menudo fija y asignada, a su vez los individuos desem-
peñan un papel, ejercen un rol cuando adoptan y ponen en practica los deberes
y derechos propios de su posición. Igualmente al hablar de rol se parte de las
siguientes premisas: 1. Los seres humanos actúan sobre las cosas basándose en
el significado que estas tienen para ellos. 2. Estos significados son proclamados
y modificados a través de un proceso de interpretación por parte del individuo
ante lo que se le presenta. Y 3. Las partes intervinientes en tal interacción deben
tener presentes los roles respectivamente desempeñados, ejerciendo entonces
simultáneamente como actores y espectadores.
dada la debilidad de ellas, y por otra parte se utiliza lo masculino como refuerzo
de lo positivo al privilegiar cualidades físicas básicas expresadas en su mayoría
en la fuerza. Esto crea un marco hegemónico desde lo masculino en el plano de
la expresión física y la utilización del cuerpo en tareas y labores que implican
movimiento.
Otro de los aspectos importantes a comentar en relación con el rol, implica
que la mujer al migrar hacia el mundo laboral producto de múltiples factores
socioeconómicos no se libero del todo de las labores domesticas y las tareas del
hogar, asumiendo en muchas ocasiones una doble jornada laboral, una remu-
nerada y otra en vía del mantenimiento de la armonía del hogar. Esto se consti-
tuye como una barrera constante para la práctica de actividad física de manera
complementaria por parte de ellas al enfrentar una reducción abrupta del tiempo
libre o de ocio con el cual cuentan para el enriquecimiento personal desde la
expresividad y la construcción de identidad. Finalmente encontramos que en la
tradición cultural se heredan roles particulares para hombres y mujeres, y debi-
do a ello se esperan comportamientos específicos para cada genero. Es decir que
de ellas se espera comportamientos suaves, poco bruscos caracterizados por el
autocontrol, el silencio y el orden. Mientras que de ellos se espera que la fuerza
sea su denominador común, esto se soporta en que en el plano de la cultura los
roles de hombres y mujeres son transmitidos en el orden social, esto implica
que en el hogar y la escuela se transmite entre sujetos las diversas conductas
y practicas que hacen parte de la vida cotidiana de los hombres y mujeres, es
decir que nos enfrentamos con una cultura del deporte y la actividad física mas
popular entre ellos.
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rarquizan de acuerdo con circunstancias y condiciones sociales. De esta manera
las palabras expresan mas que el objeto mismo, tienen poder, sentido, legitiman
practicas sociales, hacen parte del lenguaje, de unos códigos, de un universo
simbólico compartido: en la representación social tenemos el contenido mental
concreto de un acto de pensamiento que restituye simbólicamente algo ausente,
aproxima algo ajeno.
3. ESTRATEGIA METODOLOGICA
Para la recolección de la información utilizamos tres métodos que nos permi-
tieron posteriormente realizar una fase analítica que arroja conclusiones sobre
cuales son las representaciones sociales sobre el cuerpo y el movimiento que
posiblemente justifiquen la tendencia de las mujeres a la inactividad y el seden-
tarismo.
Inicialmente apelamos a datos epidemiológicos a partir de fuentes oficiales y
estudios o investigaciones que permitan identificar la tendencia de las mujeres
a la inactividad, para ello nos soportamos en datos tanto del orden local como
nacional.
Posteriormente aplicamos un sondeo sobre percepción del cuerpo y el movi-
miento a un grupo pequeño de mujeres que nos permitió acercarnos un poco a
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cotidiana de los sujetos para su existencia vital. Además la tradición de imponer
gestos motores de los hombres en las mujeres, se ha constituido en una agresión
hacia la naturaleza y expresión de las ellas, donde la sociedad utiliza la motrici-
dad marcada por la fuerza, como forma de dominación y medio de expresión del
poder típico de una sociedad machista. Es decir que el cuerpo y el movimiento
no son ajenos a las formas de producción y reproducción social, donde la mujer
ha sido relegada de muchos escenarios de parte de la sociedad con relación al
hombre, esto es un claro reflejo del tipo de sociedad en el cual la mujeres deben
enfrentar una subordinación ante la dominación masculina producto del siste-
ma de desarrollo en el cual estamos inmersos donde prima la figura masculina
asociada a la fuerza y la resistencia. Esto se ve claramente reflejado en el papel
que cumple el hombre en la elaboración de la imagen de cuerpo que la sociedad
espera y para lo cual la mujer responde muchas veces asociada a conductas de
riesgo o insalubres para si misma.
Lo anterior se suma al papel que juega la tecnología y el confort en la vida
cotidiana de los sujetos, donde las “facilidades” que brinda la modernidad para
realizar tareas en cualquier escenario han hecho que el sujeto derive muchas
funciones de su cuerpo en herramientas o maquinas que facilitan muchas activi-
dades que antes eran realizadas a través del cuerpo. Entonces se remite al ejer-
cicio y la actividad física a una imagen de sudor, de cansancio, de aburrimiento,
de tiempo mal invertido, y desde allí el cuerpo pierde valor, pierde utilidad. Pero
gana interés cuando el cuerpo se utiliza para imponer un estatus, un nivel, una
jerarquía, y esto es más evidente en las mujeres, a las cuales se les exige una
forma, una dimensión, pero se les sigue relegando de muchas formas de ex-
presión y de vivencia del cuerpo. A su vez la mujer históricamente ha asumido
muchos roles de cuidado de la familia, es quien mantiene en armonía el hogar,
es protectora, y ese rol no lo ha dejado, ha asumido otros roles obligada por el
sistema de desarrollo que obliga a todos los sujetos a producir, a consumir, a
estar inmerso en la compra y venta de imágenes, y en ello el cuerpo de la mujer
es mas afectado que el del hombre. Entonces a la mujer se le acumulan las res-
ponsabilidades cotidianas, y además de ello se le exige demasiado, y la critica
es mas severa hacia ellas si su cuerpo no cumple con los estándares impuestos
por la sociedad. Esto deriva en prácticas poco saludables desde lo físico y lo
mental consigo mismas, la anorexia, la bulimia, las cargas excesivas de ejerci-
cio, métodos invasivos sobre el cuerpo; que lo que generan es una corriente de
pensamiento que liga el cuerpo a un método de consumo y a una clasificación a
la cual se puede llegar si se cuenta con el recurso económico para ello.
Otro de los aspectos a tener en cuenta a la hora del análisis es la relación en-
tre la percepción del cuerpo según la escolaridad y el nivel socioeconómico, es
decir que existe una tendencia a valorar mas críticamente las dimensiones del
cuerpo a medida que se cuenta con un nivel superior de formación académica.
Esto responde a que la mujer profesional se desenvuelve en un medio laboral
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Es así como para nuestro ejercicio encontramos que para el cuerpo y el movi-
miento corporal existen todo un sistema de códigos, valores y lógicas que orien-
tan la práctica y definen un mundo común alrededor del cuerpo y el movimiento
corporal. Esto es producto de la fusión entre lo percibido sobre el cuerpo a través
de las costumbres y tradiciones, lo conceptualizado desde las experiencias y
vivencias, y las señales que se reciben desde los roles o ubicaciones en el con-
texto y la sociedad a la que se hace parte. Además desde los planteamientos a
la luz de los resultados identificamos como a través del cuerpo y el movimiento
se construye una representación social basada en las formas que Jodelet (1984)
nos propone para ello: se evidencia que está parte de la interacción y el apren-
dizaje social propios de la vida en comunidad donde el cuerpo y el movimiento
están presentes en todas las formas de expresión de la vida cotidiana. Se basa
en la experiencia dentro de un mundo social que se transforma constantemente
y que hace parte de una sociedad determinada, es decir que para el cuerpo y
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el movimiento existen muchas variables en la construcción de la representación
que hacen que esté tenga un valor diferencial según la sociedad y el contexto
geográfico en el cual se haga parte. Depende del discurso y de los nexos comu-
nicativos que se tejen desde y con el cuerpo y el movimiento, es decir que ante
todo la corporalidad es una forma de expresión y de comunicación con el mundo
sobre el mundo y desde la cosmovisión y proyecto vital de los sujetos.
Uno de los elementos que claramente identificamos en este ejercicio y que Jo-
delet (1984) nos lo muestra es lo referente a la práctica social del sujeto, es de-
cir que para el cuerpo y el movimiento corporal existe una afectación de acuerdo
al lugar, rol y papel que cumple la mujer en la sociedad. Esto se hace evidente
en el papel de cuidadora, en los múltiples roles que asume, y mas aun desde el
lugar de dominación que aun experimenta por parte de la fuerza masculina don-
de la sociedad al parecer no ha evolucionado de forma incluyente hacia la mujer
en dimensiones como la corporalidad y la actividad física.
CONCLUSIONES.
La imagen de la modernidad sobre el cuerpo y el movimiento corporal se anclan
a una concepción desencantada, basada en la anatomo-fisiología, lo que sumado
a los recientes avances en la medicina y biotecnología favorecen el desprecio por
la muerte, y no hacen muy atractiva una representación del cuerpo. Esto genera
que muchos sujetos se dediquen a buscar un modelo que se constituya como
complemento del alma, cayendo en la simplificación y reducción de lo corporal a
la aplicación de una receta para acercarse al modelo. De esta manera el cuerpo
se reduce a una suma de necesidades arbitrariamente definidas, se asimila a
una forma pura, fuera de toda forma de existencia, sin historia, sin cualidades,
simple volumen: es concebido para funcionar en un espacio y no para vivir en el.
Las mujeres parecen estar mas preocupas por su propio cuerpo y tienen de
su propio cuerpo un concepto inferior al de los hombres, esto se suma a la pos-
tura mas critica que tienen ellas sobre su cuerpo desde la apariencia física, que
sobre la vivencia y la experiencia que se tenga del cuerpo desde la practica de
actividad física y el deporte. Esto se ve reflejado en que cuando se escudriña
el cuerpo de forma detallada pueden llegar a surgir fuertes emociones, algunas
desagradables, lo que explica el porque se evita generar reflexión sobre nuestro
cuerpo y la corporalidad. A esto añade que la transmisión de la cultura y con ello
la religión, han enseñado al ser humano a considerar su cuerpo como algo sucio
y malo, como un soporte débil e inútil.
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durante la expresión motora suponen una jerarquía, donde lo masculino se con-
vierte en norma y modelo de que es lo que hay que hacer y de cómo hay que
hacerlo. Además históricamente de las mujeres se esperan comportamientos
más suaves y no tan bruscos, la conducta femenina aceptable supone auto-
control, silencio y orden. Esto conduce a que los usos corporales de hombres y
mujeres muestren no solo una arbitraria distribución de roles, sino la existencia
de relaciones de poder marcadamente desiguales, lo cual deriva en estados de
dominación de un genero sobre otro. Entonces desde el cuerpo y el movimiento
encontramos el concepto de asimetría corporal, donde la dominación tanto del
tiempo, del espacio y de la atención, en los contextos donde se condensa la edu-
cación corporal, esta en dirección de los hombres. Al sumar esta asimetría en la
utilización de espacios y tiempos con el lenguaje que denota jerarquía, se están
creando las condiciones para la exclusión, reforzando estereotipos naturalizados
de pasividad, intimidad, protección y encapsulamiento de las mujeres.
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