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INACTIVACION DEL ANTIBIOTICO

La inactivación del antibiótico es un mecanismo muy frecuente por el cual las bacterias se
muestran resistentes a una gran variedad de antimicrobianos de muy diversa estructura. Este
mecanismo resulta un tanto sorprendente puesto que uno se pregunta como una simple mutación
en una enzima bacteriana, a menudo una única y esencial enzima, puede hacer que esta catalize
una variedad tan grande de sustratos.

Beta-lactamasas

Desde los pocos años siguientes a la introducción de las penicilinas y cefalosporinas ha habido una
guerra constante entre la industria farmacéutica y las bacterias, la primera produciendo nuevas
moléculas con mayor actividad frente a los patógenos hospitalarios, las segundas desarrollando
resistencias a las nuevas y maravillosas moléculas. En este caso, el papel de las mutaciones es
especialmente importante: de los diferentes mecanismos conocidos de inactivación por las -
lactamasas, el más frecuente y elusivo es la inactivación por hidrólisis, debido a que un
sólo cambio en una de las bases del gen que codifica la enzima puede cambiar totalmente la
especificidad de la enzima hacia el sustrato.

Estos cambios ocurren con mayor frecuencia en las Enterobacteriaceae y aunque la mayor parte
de las resistencias implican un cambio mutacional, en algún caso el aumento de resistancia se
debe a un incremento de la expresión de la beta-lactamasa bien por una mutación del promotor,
bien por un cambio de la regulación trascripcional del gen de la beta-lactamasa. Una posible
explicación de la rapidez con que las beta-lactamasas se acomodan a los nuevos sustratos es el
hecho de que estas enzimas se unen a los sustratos por un solo punto y a que no requieren
cofactores para su actividad.

En la lucha por contrarrestar la actividad destructora de las beta-lactamasas, los químicos médicos
han desarrollado inhibidores efectivos de estas enzimas como el ácido clavulánico. Estas
sustancias son análogos estructurales de los antibióticos -lactamicos que se unen de forma
irreversible a las beta-lactamasas. Sin embargo, las bacterias han reaccionado pronto a esta
estrategia desarrollando beta-lactamasas que son capaces no solo de destruir al antibiótico sino
que también son refractarias a la inhibición. De esta manera, las cefalosporinas de tercera
generación, las nuevas monobactamas y otros nuevos fármacos apenas son introducidos en la
clínica son contrarrestados por una ingeniería genética natural que produce nuevas lactamasas.

Para agravar todavía más la situación, las beta-lactamasas no son el único mecanismo de defensa
de las bacterias. Una misma especie bacteriana puede disponer de beta-lactamasas pero,
adicionalmente puede haber modificado sus proteínas de fijación de las penicilinas (Penicillin-
Binding-Proteins, PBPs) con lo que al cambiar la diana el antibiótico es menos efectivo.

Aminoglucósidos

Lo mismo que en el caso de las penicilinas y las cefalosporinas, la introducción y uso masivo de los
antibióticos aminoglucósidos entre 1968 y 1988 condujo a la aparición de cepas multiresistentes
resultantes de la selección y diseminación de los determinantes de la resistencia. Pero, mientras
que en el caso de los antibióticos beta-lactámicos sólo hay un mecanismo de resistencia (la
hidrólisis de anillo de -lactama) en el caso de los antibióticos aminoglucósidos hay docenas de
posibilidades de inactivación. Esto quiere decir que hay implicados al menos 30 genes de
resistencia a este tipo de antibióticos. Los genes que codifican las enzimas encargadas de la
destrucción de los aminoglucósidos no parecen experimentar fácilmente mutaciones que
permitan modificar su actividad en función del sustrato, por lo que parece ser que el mecanismo
por el cual la bacteria responde a la introducción de un nuevo aminoglucósido es la adquisición de
un nuevo y diferente gen de resistencia. Por ejemplo, cuando la kanamicina fue sustituida por la
gentamicina, pronto se detectó en las cepas resistentes una enzima desactivante previamente
desconocida.

La comparación de las secuencias de aminoacidos de las diferentes enzimas que desactivan los
aminoaglucósidos (fosfotransferasas, acetiltransferasas y adeniltransferasas) muestran muy poca
homología entre sí. A diferencia de lo que ocurre en el caso de las beta-lactamasas raras veces la
mutación de alguno de los genes que codifican estas enzimas ha permitido a la bacteria adaptar su
enzima desactivante a la introducción de un nuevo antibiótico.

Algunas bacterias gram-positivas poseen una enzima desactivante bifuncional (una enzima que
tiene actividad de acetil- y de fosfotransferasa simultáneamente) presente en muchos
estafilococos y enterococos de origen hospitalario que parece haber surgido fortuitamente por
fusión de dos genes.

Dado que en los últimos años, desde la introducción de nuevos antibióticos beta-lactámicos de
amplio espectro, el uso de los antibióticos aminoglucósidos ha disminuido notablemente, no se
han realizado muchos esfuerzos para descubrir inhibidores de su desactivación.

Cloramfenicol

La desactivación del cloramfenicol se lleva a cabo por las cloramfenicol acetiltransferasas (CATs),
de las que se conocen varias docenas. Como en el caso de las enzimas desactivantes de los
aminoglucósidos, estas enzimas no proceden de mutaciones de un gen, dado que presentan entre
sí un pequeño grado de homología, no estando aclarado su origen filogenético. Aunque el
cloramfenicol ha caído en desuso en muchos países (debido a la relativamente alta incidencia de
anemias aplásticas que ocasiona), se trata de un antibiótico de un espectro muy amplio y barato
de producir, que se sigue empleando en muchos países del Tercer Mundo para el tratamiento de
infecciones por patógenos gram-negativos. Por lo tanto, sigue habiendo una presión para la
selección de mutantes resistentes.

Es interesante destacar una de las CAT (tipo 1) que cataliza la acilación del cloramfenicol y al
mismo tiempo forma un complejo inactivante con el ácido fusídico, otro antibiótico que actúa,
como el cloramfenicol, sobre la síntesis de proteínas. También es curioso que, siendo el
cloramfenicol un antibiótico del que se conocen muy bien todos los aspectos bioquímicos y
bacteriológicos no se hayan realizado esfuerzos para diseñar homólogos menos tóxicos.

Desactivación de otros antibióticos

La fosfomicina, un antibiótico que interfiere con la síntesis de la pared celular, es desactivada por
las bacterias mediante un mecanismo detoxicante muy extendido en las células eucariotas: la
formación de aductos de glutation. Se conocen dos glutation-S-transferasas que catalizan la
formación de un aducto inactivo fosfomicina-glutation. Los dos genes que codifican estas enzimas
ha sido clonados y secuenciados mostrando muy pocas homologías entre sí.

La O-fosforilización de la eritromicina y la hidrólisis del anillo de lactona de este tipo de


antibióticos son dos de los mecanismos empleados por algunas bacterias gram-positivas para
deshacerse de los macrólidos, aunque este mecanismo de resistencia no es el preferido (el
preferido es la modificación de su ribosoma para hacerlo refractario a la inhibición de su actividad
por el antibiótico, efecto conocido como modificación de la diana)

ALTERACIONES DE LA MEMBRANA BACTERIANA


Las bacterias son organismos unicelulares que se encuentran aislados del medio exterior
mediante una membrana citoplasmática. Como en cualquier membrana celular, la parte
más permeable de la misma está constituida por la bicapa fosfolipídica fluida. La bacteria
no puede reducir la permeabilidad de esta bicapa dado que reduciría su fluidez,
interfiriendo con el funcionamiento adecuado de las proteínas de membrana. Por lo tanto,
algunas bacterias se protegen construyendo una segunda membrana que rodea la célula,
por el exterior de la membrana citoplasmática.
Las bacterias Gram-(+) suelen estar rodeadas de una membrana externa constituida por
peptidoglicanos. Aunque esta estructura es mecánicamente resistente ofrece sólo una
pequeña resistencia a la difusión de pequeñas moléculas como los antibióticos.
Por el contrario, las bacterias Gram-(-) como los E. coli disponen de una segunda
membrana que actúa como una barrera muy efectiva. Esta segunda membrana está
constituída por lipopolisacáridos (LPS) en lugar de los glicerofosfolípidos usualmente
encontrados en las membranas biológicas. Estos LPS están constituídos por ácido grasos
saturados que confieren a esta membrana externa mucha menos fluidez que los grados no
saturados de la bicapa. Además, las LPS tienen 6 o 7 cadenas de ácidos grasos frente a las
solo 2 cadenas de los fosfolípidos de la bicapa, por lo que esta membrana es mucho más
hidrófoba de lo normal. De esta manera, la difusión de las pequeñas moléculas a través de
las LPS es una 10 a 100 veces menor que la que se observa usualmente en las bicapas
normales.
Las bacterias que están rodeadas de esta barrera tan efectiva han tenido que desarrollar
mecanismos que les permita acceder a los nutrientes del medio exterior. Con este
objetivo, la membrana externa contiene unas proteínas llamadas porinas que actúan
como canales para la difusión de moléculas que no pueden cruzar la membrana exterior.
2. SOLUCIONES INACTIVANTES: Para inactivar los residuos de antibióticos betalactamicos
que puedan existir sobre las superficies de los vestieres y esclusas de las Áreas de
Penicilinicos yCefalexinas se establece como soluciones inactivantes el Hipoclorito de
sodio al 1% y el Ácido Cítrico al 1%; las soluciones inactivantes deben permanecer en
contacto con las superficies durante 15 minutos para que queden inactivadas.
3. Que se debe inactivar?
Se debe inactivar:
Los equipos y Áreas de Penicilinas y Cefalexinas, los utensilios, vestieres, pasillos, esclusas,
techos, rejillas, paredes, puertas y pisos.
También se deben inactivar los frascos del área de envasado, producto en proceso para
análisis, contenedores plásticos (Tambores, canastas, bolsas).
Además los blíster y Tambores también se deben inactivar con Hipoclorito de sodio al
0.1% con una toalla humedecida en esta solución y que no arroje pelusa.

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