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La lectura en chile
A nuestro país la práctica de la lectura llegó con los españoles. En efecto, el
secretario de Pedro de Valdivia, Juan Cárdenas trajo consigo el primer libro que
vieron estas tierras: “De Regimini Principium de Tomás de Aquino”. Más tarde, entre
los siglos XVI y XVIII existió una valoración negativa de la cultura ilustrada, impulsada
tanto por la Corona Española como por la Iglesia Católica. Sólo una pequeña minoría,
principalmente masculina, sabía leer y, a la luz de las velas, estudiaba textos
escolásticos y religiosos en sus bibliotecas privadas.
Ni siquiera la llegada de la Imprenta en 1811 significó grandes cambios en la
percepción social de los libros. La censura sobre obras consideradas "inmorales" era
una práctica social generalizada por ello el hábito de la lectura continuó siendo un
acto intensivo, privado y silencioso de sólo algunos letrados . Sin embargo, a partir
de la década de 1840 en adelante, un grupo de intelectuales entre los que se
destacaban José Victorino Lastarria, Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento,
impulsaron la formación de una sociedad lectora. Una de las formas más extendidas
durante este período entre las personas ilustradas fue la lectura en los salones. Los
escasos textos que circulaban se leían en voz alta ante un auditorio mixto, práctica
que aseguraba el máximo aprovechamiento de los ejemplares y favorecía una
apropiación colectiva de sus contenidos.
El Impuesto al Libro
Fue el año 1976 en plena dictadura militar que se creo el mentado impuesto
al libro, convirtiendo a Chile en el país con la tasa más alta del continente un 19%
sobre el valor del texto en comparación con países como Brasil, Colombia, Cuba,
Venezuela, Costa Rica, Ecuador, Argentina, Perú, México y Paraguay donde
impuesto es de un 0%. O en el continente Europeo donde en países como Bélgica,
Francia, Alemania, Grecia, Portugal, Suecia, Inglaterra la tasa no supera el 8%. Y esto
ocurre a pesar de la gran producción literaria de nuestro pais, la cual cuenta con
reconocidos autores de talla mundial como los dos premios Nobel, Pablo Neruda en
1971 y Gabriela Mistral en el año 1945, además de otros tantos reconocidos fuera
de nuestros limites, como Nicanor Parra, Isabel Allende, Jose Donoso, Vicente
Huidobro, etc. Lo que nos daría a entender que un pais con ta producción literaria
debería contar con una gran cantidad de lectores. Lamentablemente esto no ocurre.
Hasta la creación del impuesto al libro nuestro país era considerado uno de los que
contaba con mayor cantidad de lectores a nivel sudamericano, lo cual estaba
asociado directamente al impuesto que existía en ese momento que era 0%.
Con el correr de los años y el encarecimiento de los textos, de tipo original,
nuestro país poco a poco paso de ser una sociedad activamente lectora a una que
tiene el menor numero de lectores a nivel continental. Esta situación esta
directamente relacionada a las tasas impuestas a los textos, 4 de cada 5 chilenos
argumenta que no adquiere libros por que considera que su valor es excesivo, por lo
tanto ese dinero se destina a otros gastos ya sean del hogar o que tengan que ver
con el ocio, como por ejemplo asistir a conciertos del musico de moda.
El alto costo de los libros a llevado a los pocos lectores chilenos en ocasiones
a no solo compran libros en librerías o lugares establecidos. Muchas veces estos son
adquiridos de segunda mano en la calle, ferias libres o sencillamente a comprar una
edición no autorizada o dicho en buen chileno “Pirateada”. Lo cual crea un déficit en
la empresa literaria nacional y expone al lector a encontrarse con ediciones de mala
calidad, por las cuales a penar de no haber pagado el monto real de igual manera
esta pagando demasiado por en texto del cual no tiene seguridad si estará completo
o correcto.
A pesar de todo esto la Falta de interés de los diversos gobiernos para legislar
o regular temas tan importantes como este, sorprende ya que hoy el 52,8% de los
chilenos se declara no lector y un 88% porciento de ellos asume que no lo es por el
alto costo de los textos. Estas situaciones crean un circulo vicioso en torno a la
lectura, ya que en un hogar donde el presupuesto es acotado, jamás se le dará cabida
a la compra de libros para la distracción personal, por lo tanto en ese hogar habrá
altas probabilidades que los niños crezcan pensando que leer un libro por placer esta
mal. por lo tanto la negativa de los gobiernos de turno para legislar en este tema,
hacen que sus políticas de fomento lector se vean casi como una burla, para aquellos
que quieren elevar su capital cultural a través de los libros. Una muestra real de
interés seria la eliminación total, de este impuesto, para así darle a los libros el lugar
que se requiere en esta sociedad.
Los libros deberían convertirse en los mejores amigos de las personas, ya que
sonr nuestra mayor arma en la lucha contra analfabetismo en nuestro pais. El
gobierno a su vez debería estar centrado en demostrar que la educación no es
privilegio de unos pocos creando grandes brechas a nivel cultural en distintos
sectores del pais, sabemos que existen grandes y mayores problemas en nuestro
país, pero no por ellos debemos olvidar los temas culturales que son aquellos que
educan a la población. La literatura es la memoria de un pueblo, y si el pueblo no
puede acceder a ella, y si los chilenos no leen la historia de este pueblo quedara
olvidada. Quizás es lo que muchos buscan que suceda ya que mientras sea un lujo
leer un libro aquí en Chile, nos seguiremos preguntando si esto ¿es un impuesto al
libro? O más bien es ¿un impuesto a la cultura, la educación o la memoria?