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Personajes:
Escalofríos
Acto primero
Escena I
El escenario está absolutamente oscuro. Se escucha la lluvia que cae con fuerza. Entra una
joven bajo un paraguas iluminada con luz tenue. Arrastra una maleta con ruedas hasta
situarse en el primer plano del escenario. Es Raquel. Observa la noche inquieta bajo la lluvia
intensa. Estallan varios relámpagos que la hacen estremecer mientras permanece acurrucada
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bajo el paraguas. De repente, suena estridente un teléfono. Tras sobresaltarse, Raquel toma su
móvil y responde. Justo en la parte opuesta del escenario aparece una joven con ropa de estar
Marta- ¡Sí! ¡Raquel! ¿Me escuchas? ¿Qué escándalo es ese? ¿Me oyes?
Raquel- ¡Menos mal que aquí hay cobertura! He intentado llamarte varias veces sin resultado.
Raquel-Pues sí, aquí estoy yo, bajo una tormenta que alucinarías, esperando que alguien se
Marta- Pues ya puedes prepararte por completo. Ahora ya estás sobre el terreno y pronto
sabrás exactamente a qué tendrás que enfrentarte. Ya me contarás qué pinta tiene el pueblo.
No suena muy acogedor. Al menos alguien irá a recogerte ahí a la estación, ¿no?
Raquel- Sí, sí, eso me dijeron. Qué pasarían a buscarme, pero aquí no hay ni un alma. Te lo
aseguro.
Marta- Entonces, si estás sola ¿a qué vienen esos susurros? ¿Acaso hay alguien escuchando?
Raquel-No, no hay nadie y no sé por qué susurro. Es que el panorama es bastante siniestro.
tormenta).
Raquel-Yo tampoco veo nada más que una oscuridad que me pone la carne de gallina y lluvia,
mucha lluvia. Pero cuando estallan los relámpagos, la cosa todavía es peor. La noche se
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ilumina, la lluvia brilla con intensidad y me parece descubrir terribles sombras amenazantes en
los alrededores.
Marta- (Se burla) ¡Ay! “¡Terribles sombras amenazantes!” ¡Mira que eres peliculera! ¡No
exageres, anda!
Raquel-Si estuvieses en mi lugar no me llamarías exagerada. Este pueblo perdido no podía ser
Marta- Bueno, no te lo tomes a la tremenda que la cosa no va a ser para tanto. ¡Seguro!
Raquel-Lo intento, respiro hondo y expiro (Respirando y expirando) Una y otra vez y los
Marta- La verdad es que no has tenido mucha suerte últimamente. La jugada que te han
hecho es peor que una puñalada trapera. Desde luego, no es para estar tranquila.
Raquel-Ahora que me lo has recordado ya estoy enfadada otra vez. ¡Es que ha sido muy fuerte
lo que me han hecho! ¡Qué el proyecto de investigación sobre la red de comunicación entre
hospitales y diagnóstico remoto era mío! ¡Qué fue mi tesis de fin de carrera! ¡Y mírame ahora!
empaquetado, subido a un tren y enviado a este pueblo perdido entre las montañas, con un
encargo más propio de una comercial que de una ingeniera. Y solo puede haber un motivo
para semejante injusticia: ¡Estos de Vozarrón son unos machistas asquerosos! Nada más.
(Vuelve a estallar un rayo y Raquel se estremece) ¡Me voy a morir del susto en una de estas!
Marta- ¿Qué ha sido eso? ¿Qué ha pasado? ¿Ha llegado alguien a recogerte?
Marta- ¡Caray! Es verdad que la noche es terrible y no invita a quedarse. Pero seguro que
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Raquel-En teoría empezaría mañana mismo. Tendré que tantear a los vecinos en busca de
posibles clientes para el wireless y determinar los dispositivos necesarios para instalar el
Marta- ¿Internet sin cables? ¿En serio? ¿En ese pueblo de mala muerte?
Raquel-Pues sí, aquí, en este pueblo de mala muerte. Yo tampoco entiendo qué negocio puede
haber en establecerse en un lugar tan remoto. Ya ves que ni cuentan con una estación de tren
Raquel- ¿Helipuerto? ¿Estás colgada? ¡Cómo va a haber un helipuerto en un lugar como este!
Marta- Bueno, no tendrán helipuerto pero llegan helicópteros al pueblo. Yo acabo de escuchar
el sonido de uno.
Raquel-(El ruido ya no se escucha cuando Raquel decide prestar atención) Pues yo no oigo
nada de eso. ¡Qué loca, helicópteros en un lugar como este! ¡Solo la tormenta! A lo mejor
Raquel-Sí, claro, que sigo disgustada. Me contrataron por mi tesis y después, ¡me robaron el
proyecto, los muy miserables! Es que, claro, a una mujer joven no la toma nadie en serio y por
eso me ponen a hacer entrevistas y a pasear por el monte. ¡Es una injusticia!
Marta- La verdad es que te han jugado una mala pasada. Aunque al menos ahora tienes un
trabajo.
Raquel-Pues exactamente por eso he aceptado. ¿Quién se puede permitir el lujo de rechazar
un empleo tal y como andan las cosas? Nadie. Así que no me ha quedado otra que aceptar que
profesional ni a mi valía. Y tú lo sabes. ¿Pero qué otra cosa podría hacer? Solo aceptar con
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resignación la marginación a la que me someten esos bestias de Vozarrón que van de
modernos por la vida y son más casposos que una empresa de polvos pero de talco. ¡Canallas!
Marta- Si te ves muy desesperada siempre puedes renunciar y yo te buscaría algo por aquí.
Seguro que te encontraba algún puesto de apoyo que te ayudaría a pasar el bache.
Raquel- Es que sabes que no me gusta la enseñanza. Cada uno es como es. Ya sé que tú has
nacido para ser maestra, para enseñar a otros, pero eso no va conmigo. Yo quería continuar
con mi proyecto. Crear redes de diagnóstico remoto para hospitales de zonas deprimidas. ¿Te
imaginas qué fantástico? Los médicos podrían atender a sus pacientes desde muy lejos. Sin
necesidad de desplazamientos que cuestan tiempo y dinero. Estoy aquí porque no quiero
plaza en el laboratorio. ¡No pido más! Aunque a veces pienso que aceptando este exilio sin
trabajo que no me corresponde para siempre. A lo mejor debería haberme negado en rotundo
y demostrarles así que soy un elemento valioso. (Duda) O no… La verdad es que no sé muy
Marta- (Mirando con preocupación los papeles que descansan en su regazo resopla) Yo sí que
Marta- Pues una barbaridad. Estoy sustituyendo a Abel, el profesor de ciencias del grupo C
que como me tiene a mí, pues se apunta a cuanto seminario se organiza y escribe para cuanta
publicación lo reclame. (Sarcástica) ¿Qué importan sus alumnos y sus exámenes? Para eso ya
está la tonta del grupo A. Así que va de aquí para allá durante todo el curso y yo no doy
abasto.
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Raquel-Intentaré llamarte antes de acostarme, si hay cobertura y si alguien aparece para
llevarme a la habitación que me han asignado. Cosa que espero que pase pronto.
Marta- (Preocupada) Con lo que está lloviendo, tú ahí sola y esa espantosa tormenta. No
recogerme.
Raquel-Claro que vendrán. ¿Cómo iban a dejarme tirada con esta terrible tormenta en medio
de ninguna parte?
Marta- (Preocupada) Mira que si tienes que estar en pie y esperando toda la noche…
Raquel-Tranquila, que eso no pasará y pronto estaré en una cama calentita descansando.
Marta- ¡Ah! Se me olvidaba decirte que ha llamado tu madre. Está preocupada por tu nuevo
empleo. Le he dicho que estabas muy contenta y que tenías muchas posibilidades de
Marta- Me daba tanta pena. Sé lo preocupados que están tus padres por el recorte de las
pensiones. Los míos están igual y ya tienen suficientes problemas con sus asuntos para
también tener que seguir preocupándose de nosotras que ya estamos en edad de buscarnos la
vida por nuestra cuenta. Tengo que decirte, además, que tu madre de paso que criticaba a tu
tía Maroja, la oveja negra de la familia, dejaba claro que al menos había hecho algo bueno en
su vida dejándote un dinerito que evitaba que tuvieses que aceptar un trabajo que no te
gustase. Yo les dije que no era el caso, que estabas encantada con este.
Raquel- Has hecho bien. Yo también les he mentido. Debías de haber visto la cara de alegría
que puse cuando les conté que tendría que trasladarme una temporadita a este pueblo. No
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me dieron el Oscar porque no filmé la escena, que si no me llevaba todos los premios de la
academia de interpretación. Por supuesto, lo que me dejó mi pobre tía Maroja queda
Marta- ¡Ah! Por cierto, también tengo noticias de… Bueno tú ya sabes. Si quieres…
más de él.
Marta- Me ha dicho cosas muy positivas de ti. ¿Seguro que no quieres que te las cuente?
Raquel- ¡Segurísimo! Así que mejor me ahorras sus buenos deseos que solo siente si estoy
Marta- ¡Me alegro! Parece que al fin me has seguido mi consejo y has pasado página.
Raquel-Pues sí, en esta ocasión y sin que sirva de precedente, te he hecho caso y me he
olvidado de ese pesado. Pasando de hombres que temen comprometerse. ¡Este ha sido el
último! Si dudan, que se larguen. Se acabó el hoy sí, y mañana no. ¡Ya no estoy para aguantar
indecisiones de otros! Ahora mi único problema es mi propia indecisión sobre este maldito
Marta- Y esa maldita tormenta que va a peor. ¡Cada vez suena más aterradora! ¡Seguro que
estás empapada, muerta de frío y de miedo! ¡Mañana estarás acatarrada como poco!
Raquel-No, estaré bien. No te preocupes por nada. Estoy bastante animada, a pesar de las
circunstancias. (No muy convencida) Intentaré llamarte, pero no te prometo nada. Tú sigue
Marta- Eso haré. Tú pasa buena noche, llámame cuando puedas y ten mucho cuidado, por
favor.
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Raquel permanece en silencio bajo la intensa lluvia sumergida en la noche con su maleta,
aguardando. Pasa el tiempo y nadie aparece a buscarla. De repente, estalla un trueno, después
un rayo que ilumina el escenario vacío y Raquel se estremece. Y sigue lloviendo. Y cada vez la
joven está más nerviosa. Estalla otro rayo. La luz ilumina el escenario un instante, justo para
que veamos a un hombre vestido totalmente de negro que se halla muy cerca de la espalda de
Raquel sin que ella se percate de su presencia. El rayo se apaga y al hombre ya casi no se le ve.
Solo cuando al fin Raquel se da la vuelta se encuentra de bruces que el individuo que aguarda
Raquel- (Tras gritar sobresaltada, se separa del hombre asustada) ¿Qué hace? ¿Quién es
usted?
Emiliano- ¡Lo siento, señorita, no era mi intención asustarla! Soy Emiliano, el taxista que la
compañía Vozarrón ha contratado para acompañarla a la pensión de doña Dorinda y para todo
Raquel- (Suspira ya más relajada) ¡Me ha dado usted un susto de muerte! (Le tiende la mano)
Yo soy Raquel, la nueva ingeni… (Se interrumpe) Bueno, la nueva contratada por Vozarrón para
Emiliano- Sí, eso de la tecnología. Sí, más o menos sé de qué va. A lo mejor a alguno de los
vecinos está interesado en esas novedades de la vida moderna. ¡Todo puede ser!
Emiliano- Somos un pueblo pequeño. Y ya sabe lo que pasa. Pocos jóvenes y mucha gente
entrada en años.
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Raquel-(Sarcástica) Nada, usted no se preocupe. La noche está preciosa para esperar bajo la
lluvia.
Emiliano- Sí, muy buena no está. Pero es que mi señora no está muy bien, ¿sabe usted?
Emiliano- Sí, bueno, no… Es decir. Está… Está… así como… no sé… Está nerviosa.
Emiliano- Pues será mejor que nos pongamos en marcha. Aún nos queda camino hasta llegar a
la pensión de doña Dorinda. Le gustará, ya lo verá. Es una buena mujer y cocina de maravilla.
Emiliano- Allí está el único edificio con oficinas disponibles. Ya le he dicho que somos un
El hombre comienza a caminar lentamente por el escenario con la cabeza hundida dentro del
abrigo bajo la lluvia. Raquel, armada con su paraguas, lo contempla un instante antes de
decidirse a arrastrar su maleta tras él. Bajo la lluvia atraviesan ambos el escenario muy cerca
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Escena II
Se enciende entonces una tenue luz al fondo de escenario. Allí vemos una mesa iluminada con
La señora Dorinda sirve el menú, en total silencio, a su marido Antonio, a su hijo adolescente
Charly, a su padre Rodesindo y al inquilino Alejandro. Afuera continúa la tormenta con una
lluvia incesante.
instantes sin decir palabra. Al fin la señora Dorinda que sirve la mesa, la descubre y se dirige a
ella.
Dorinda- ¡Ah! ¡Usted debe de ser la señorita Raquel, la de Vozarrón! Yo soy Dorinda.
Raquel- ¡Buenas noches y que aproveche a todo el mundo! (Solo Dorinda se da por aludida)
Dorinda- ¡Gracias! No hay muy buena noche, pero es que es la temporada de lluvias y ya se
Dorinda- Calle, padre, calle. (Y se vuelve hacia Raquel que sigue inmóvil aguardando)
Acérquese, por favor. Como pensamos que ya no venía, hemos cerrado el comedor. Pero
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puede compartir la mesa con nosotros, por supuesto. Necesita cenar algo. Después le
Dorinda- ¡Por supuesto que no molesta! Esta es una pensión modesta. Los clientes ya son casi
como de la familia.
Raquel se saca la gabardina, deja el paraguas y la maleta y avanza hasta la silla que doña
Dorinda le señala.
Dorinda- Este es mi hijo El Charly (Señala al joven que escucha música a través de los
auriculares y ni siquiera la mira) Mi padre, Rodesindo (El viejo gruñe y asiente suavemente con
Dorinda- Y nuestro inquilino, capataz general de la mina, Don Alejandro. Lleva tanto
Raquel- (Le tiende la mano ya sentada muy cerca de él) Mucho gusto.
Todos están sentados ya, incluida doña Dorinda, tomando la sopa. Solo El Charly sigue inmóvil
Dorinda- ¡Qué te tomes la sopa! ¡Qué se te va enfriar! (Se escucha entonces un estruendo que
sale de los auriculares y que sobresalta a la mujer) ¡Qué locura! ¿Qué griterío es ese?
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Charly- ¡Eh! ¡Cuidado con los auriculares, que te los vas a cargar! Es Astonishing Panorama of
Charly- Significa el fin de los tiempos y el último viaje en la Tierra de Marilyn Manson.
Dorinda- (Sorprendida) ¿Marilyn? (Dice en bajo) ¡Pobre Marilyn! Las drogas destrozaron a esa
pobre chica. (Dice ya en alto a su hijo) ¡Qué te tomes la sopa y te dejes de historias de
La tormenta continúa. Es el único sonido que se escucha en el salón durante un rato hasta que
Y de nuevo el pesado silencio si instala en la mal iluminada sala. Hasta que repentinamente el
Alejandro- Así que es usted de Vozarrón. ¿Entonces es verdad que van a instalar Internet sin
Charly- (Interrumpe a Raquel que iba a contestar) Eso no hay quien se lo crea. (Ríe) ¿Aquí, en
este pueblo viejuno conectarse a la red? ¡Ja! ¡Es un cachondeo! ¡El mejor chiste que he oído en
años! ¡Ja!
Dorinda- ¡Tómate la sopa y calla! No sé para que te restrinjo la música. Molestas menos si
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Raquel- (Se dirige a Alejandro y a Charly) Mi trabajo será valorar la demanda y la dificultad de
Charly- (Divertido) ¡La demanda! ¡Ja ja! Estoy seguro de que doña Mariposa necesita
urgentemente conectarse a la red ¡Ja ja ja ja! Pero a la redecilla esa que se pone por las
noches en la cabeza y que todos los días se olvida quitarse. ¡Ja ja ja!
Raquel- ¡Ah, sí! Emiliano el taxista. La mujer no está muy bien, según parece.
Charly- Tampoco está tan mal. Los hay mucho peores. ¡Ja ja ja! ¡Muchísimo más! ¡Jua jua!
Antonio- ¡Cierra el pico! (Cortante a Charly que calla pero sigue sonriendo divertido)
Charly-(Murmura sarcástico llevándose el dedo a la sien con el signo de la locura) Sí, con
potencia mental. Jua jua jua. (El padre le dedica una mirada aviesa que corta sus risitas)
Raquel- (A Alejandro) Usted trabaja en la mina, ¿verdad? Seguramente allí les vendrá bien una
Raquel- ¡Qué suerte la suya! Espero que sea para un lugar mejor.
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Dorinda-¡Padre! (Cortándolo y cambiando de tema) ¿Le sirvo la carne? (El anciano asiente y
Alejandro- El tiempo de la mina parece que llega a su fin. Se imaginará: las presiones de los
vecinos, los grupos ecologistas y toda esa parafernalia. Bueno, en resumen gente anticuada y
que está contra el progreso. (Mira de reojo a los dos hombres de la mesa que permanecen con
la mirada clavada en el plato) Usted sabrá de lo que estoy hablando. De atraso y de ignorancia,
al fin y al cabo. Los problemas de este país. Y la gente que es muy desagradecida y que no
Alejandro. Usted lo sabe. Y también todos los esfuerzos que hace su gran empresa. ¡Por
supuesto!
asada de película.
El marido de Dorinda gruñe molesto y otro pesado silencio se instala dejando que el sonido de
la lluvia retumbe en la sala, hasta que el abuelo Rodesindo, rompe el silencio repentinamente.
Rodesindo-(Con tono desabrido) Las vacas no necesitan “el ritener ese”. Las vacas solo
necesitan un buen pasto. Tierno, limpio y verde. Es lo único que necesitamos en este pueblo.
Rodesindo- ¡No! No tenemos vacas, tenemos una mina. (Antonio gruñe enfadado)
Alejandro- ¡Ya ve usted! ¡Vacas! ¡Menudo adelanto! Es lo que se puede esperar de un lugar
perdido como este: vacas. Y uno se esfuerza por traerles un poco de modernidad y nada, se da
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Rodesindo- (Conteniendo la rabia) No creo que haya visto usted muchas vacas desde que
llegó.
Charly- Vacas fosforescentes vamos a tener. ¡Va a ser la leche! ¡Jua jua! Y nunca mejor dicho.
¡Leche que brilla en la oscuridad! Muy útil en este pueblo ¡Jua jua jua!
Dorinda- (A su hijo) Te agradecería, por favor, que te clavases los auriculares un ratito y te
entretuvieras con la finada de Marilyn y sus alaridos. Sería un gran alivio para todos.
Charly- ¡A tus órdenes, sargento! Pasadlo bien con la mina y las vacas fluorescentes. (Se pone
los auriculares)
La mujer sirve la carne en un silencio salpicado por la lluvia torrencial del exterior. Los
comensales con la mirada clavada en los platos engullen sin decir palabra.
Repentinamente, unas extrañas luces parecen parpadear a lo lejos como si se colasen por las
ventanas. Raquel las contempla atónita, mientras observa como los comensales las ignoran
gemido comienza a tomar la sala. Raquel se estremece y mira a un lado y al otro, pero nadie se
un salto.
Raquel- ¡Cielos! ¡Es espantoso! ¡Alguien necesita ayuda! ¿Qué son esos horribles gritos?
Raquel- ¡Por favor, sí! ¡Este gemido estremecedor es espantoso! ¿Es que acaso no lo
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Dorinda- ¿Se refiere usted al ulular del viento?
Dorinda- Claro, querida. ¿Qué otra cosa podría ser? La tormenta y el viento. Nada más. Debe
Raquel- ¿Qué quiere decir con que estoy a salvo? ¿A salvo de qué?
Dorinda- (En voz alta) De la tormenta, de la lluvia, de los rayos. Aquí está resguardada de la
intemperie, querida. Así que cene tranquila. La carne está buena. ¡Pruébela! Si quiere puedo
servirle más.
Afortunadamente los gemidos pierden intensidad, las luces se extinguen y la lluvia vuelve a
golpear con fuerza el tejado de la casa. Raquel intenta tranquilizarse y tras esbozar una mueca
Raquel- (Dando un bocado murmura) Sí, está muy buena. (Todavía con signos de nerviosismo)
Alejandro- Echaré de menos sus comidas cuando abandone la mina. Se lo aseguro, doña
Dorinda.
Raquel- En absoluto. Pero don Emiliano me ha comentado que las oficinas alquiladas por
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Alejandro- ¿Está usted segura de eso? Pensé que se habrían instalado en el antiguo almacén
de la cooperativa ganadera.
Antonio-(Murmura disgustado) Hace tanto tiempo que no hay vacas por aquí que está
Alejandro- (Se demora un momento al contestar) Ahora apenas nada. Ya le he comentado que
Dorinda- ¡Calle, padre, de una vez! Ya ha terminado la cena. Creo que será mejor que vaya
Rodensido- ¡No sabes cuánto, hija! (Dice dedicándole una mirada aviesa a don Alejandro)
Raquel- Yo también me retiraría si les parece bien. Estoy muy cansada y mañana me espera un
Dorinda- ¡Claro, desde luego! (Señalando un rincón del escenario) Por ahí se sube a su cuarto.
casa.
Raquel-¡Muchas gracias! (Permanece en pie junto a la mesa expectante)… Necesitaría una luz,
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Dorinda- No, qué va. No se preocupe por eso. Los interruptores funcionan perfectamente.
Dorinda- Lo dice usted por la velas ¿no? (Raquel asiente) Hay luz en toda la casa. Solo la
Dorinda- Pero usted no está obligada a ello. ¡Faltaría más! Usted es una huésped. Así que no
se preocupe por nada, suba a su cuarto y encienda la luz todo lo que necesite. ¡Qué tenga
felices sueños!
Dorinda- A las ocho en punto tendrá una mesita lista con el desayuno. A la luz del día las cosas
Recoge la gabardina, el paraguas y la maleta y sale del escenario por donde le indicó doña
Dorinda. Todos siguen en silencio con la mirada clavada en el plato menos el anciano que está
en pie.
Rodesindo- (Mirando a Alejandro con el ceño fruncido) Yo también me voy antes de que se me
acabe la paciencia.
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El anciano sale y todos quedan en silencio. Se escucha la lluvia y el murmullo del canturreo del
Escena III
La oscuridad es total. La lluvia continúa cayendo incesante con sus rayos y sus truenos. Una luz
protección de una farola mientras manipula nerviosa su teléfono móvil. Al fin consigue
comunicar con su amiga Marta que aparece sentada en una silla bajo una luz al otro extremo
del escenario con un potingue untado en el rostro y el pelo recogido de un extraño modo.
Raquel- ¡Hola! ¡Ya era hora! ¡Maldita sea! ¡Por fin lo he conseguido!
Raquel- Sí, soy yo. Y al menos se oye. He tenido que salir del cuarto para llamarte. En el
interior de la pensión no hay cobertura. ¡Imagínatelo! La noche es más oscura que la boca de
Raquel- (Atónita) ¿Helicópteros? ¡Y dale! ¡Pero qué perra te ha entrado con los helicópteros!
Nada más impropio para este pueblo de mala muerte. ¡Es que no lo puedo soportar! Desde
que he llegado tengo un nudo en el estómago que en lugar de disolverse cada vez se tensa
más, tanto que cada minuto temo desmayarme de miedo. ¡Si estuvieses aquí lo entenderías!
Marta- ¿Has hablado ya con los de Vozarrón? ¿Han sido desagradables contigo?
Raquel- Esos no han dado señales de vida, a ver si mañana. Solo he visto al taxista casado con
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Raquel- ¡Para más! Si hubieses cenado con ellos como yo, lo entenderías. Imagínate que
cenamos a la luz de las velas, alumbrados por los relámpagos y al final me enteré que casi
Marta- No comprendo.
Raquel- ¡Ni, yo! Pero así es. En la pensión se anda a oscuras por la mina. ¡La maldita mina!
preguntes qué extraen ahí, no han querido informarme. Todo ese secretismo me pone mala.
Raquel- ¡Estoy fuera de mí! Y tú también lo estarías su hubieses escuchado los gritos. Más
Raquel- Pues depende de quién responda. Según el marido es la mina. Según doña Dorinda: el
ulular del viento. ¡Por favor! Cómo si no pudiese distinguir los aullidos del viento de los de una
persona. ¡Estoy segura de que era una mujer que sufría intensamente! Era un aullido que te
Raquel- Sí, me han dicho que no está muy bien. ¡Nerviosa, dicen! Aunque el hijo adolescente
de doña Dorinda, que casi da más miedo que el resto de la familia, dejó caer que en el pueblo
sobran los que están peor que ella. Y por si esto no fuera suficiente, se ha reído de mi trabajo.
Mantiene que es ridículo intentar instalar Internet en un pueblo lleno de ancianos a los que ya
Marta- Tienes que hacer un esfuerzo por tranquilizarte. Si los de Vozarrón te han enviado a ese
pueblo, es porque existen perspectivas de negocio. Seguro que en la mina estarán encantados
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Raquel- ¡La mina! ¡Esa es otra! No sé ni que extraen, pero el inquilino, un tal Alejandro, ha
dejado caer que pronto será clausurada y que se recuperará por completo el entorno natural.
Desde luego, la familia no se lo ha creído. Estaban muy preocupados por las vacas.
Marta- ¡No te enfades, mujer! Solo quería rebajar un poco de tensión del asunto. Comprendo
Raquel- Te quedas corta. (Suena un trueno y estalla un rayo. Raquel se sobresalta) ¿Has oído
Raquel- Una tormenta que no cesa desde que he llegado. Rayos y truenos todo el tiempo. Es lo
que hay en este pueblo, con una mina que ya no funciona, un montón de viejos desquiciados y
una señora que aúlla a la oscuridad, eso sin contar las vacas verdes y los adolescentes
impertinentes.
Raquel- Pues ya estás como yo. Así me siento. Totalmente perdida. No sé qué demonios hago
Marta- Pues luchar por tu primer empleo. Eso exactamente es lo que estás haciendo ahí.
Raquel- (Se detiene un instante) Estoy pensando en renunciar. No sé si tiene sentido seguir
Marta- ¿Estás segura de lo que estás diciendo? Recuerdo que no hace mucho estabas decidida
Raquel- ¡Lo sé! ¿Crees que no le he estado dando vueltas a eso? Pero también he pensado que
estos de Vozarrón me han robado mi investigación así sin más, por ser una mujer joven sin
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experiencia. Yo quería demostrarles que puedo con todo, que nada me arredra, con la
esperanza de que de una vez se percataran de mi valía me permitieran ocupar el lugar que me
corresponde en la investigación como a mis compañeros varones. Pero ahora pienso que
cuando los de Vozarrón se den cuenta de que puedo con todo, pues en lugar de entregarme
Marta- Visto así, no sé qué decirte. Solo tú puedes valorar lo que está sucediendo y tomar una
decisión.
Raquel- Te juro que estoy haciendo esfuerzos para no romper a llorar. Por momentos tengo
ganas de hacer la maleta y largarme a la estación para esperar a un tren que me lleve lo más
Marta- Entiendo. Tal vez si esperas a mañana…. La luz del sol puede hacer que lo veas todo de
distinta manera.
Raquel- (Dubitativa) Es posible. Mañana Emiliano, el taxista, tendría que llevarme a la mina.
Raquel- Al parecer están allí las oficinas que ha alquilado Vozarrón. Eso que al inquilino le ha
pensar…. Echo de menos nuestra casa, te echo de menos a ti, incluso echo de menos al imbécil
de….
Marta- Ni lo menciones. Ya lo has pasado bastante mal por su culpa. Al menos utiliza este viaje
para olvidar. Con todo lo que estás pasando no sé ni cómo todavía te ronda la cabeza.
Raquel- ¡Tienes razón! Siempre tienes razón. A veces puede resultar muy molesto, amiga, pero
estás en lo cierto y “El innombrable” queda censurado para siempre. (Resopla y musita) Todo
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Marta- ¡Caray, cómo estás! Deberías descansar. Regresa al cuarto y duerme. Mañana seguro
que lo verás todo de otro modo. Recordarás lo importante que es para ti tu trabajo y sabrás
salir adelante.
Marta- ¡Estoy segura! No eres una mujer asustadiza. ¡Si eres mucho más valiente que yo! Solo
Marta- Es que tienes que darte cuenta que ha sido un día muy duro. El viaje fue largo y el
recibimiento difícil. Seguro que todo esto es porque estás agotada. Ve a dormir. Ya verás cómo
mañana sin truenos ni rayos ni aullidos del viento o de los vecinos, ya verás cómo entonces te
Raquel- (Dubitativa) Puede que tal vez. Siempre me hace bien hablar contigo. Se me aclaran
Marta- (Tocándose la mascarilla del rostro) No creas, ahora doy bastante miedo.
Marta- Me lo imagino, pero aquí ya tengo mi propio escenario de miedo. Y no lo digo solo por
la plomiza conferencia sobre cremas caras que tuve que aguantar para que Elena me prestase
esta nueva y maravillosa crema pija que dejará mi cutis suave como el culillo de un bebe.
Marta- No. Lo digo por los exámenes de Abel, el profe de ciencias del grupo C, de “gira” por
que llevar las dos clases sin apoyo ninguno. ¡Trabajando más por menos dinero! ¡Así están las
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cosas! Apenas tengo tiempo ni para dormir y aún así, sin tu aportación jamás podría hacer
frente a los gastos de la casa. ¡Ya ves que no eres tú sola la que aguanta injusticias y malos
rollos!
Raquel- ¡Cómo se lo montan esos de la escuela! Tendrías que decirles cuatro frescas. Ya es la
cuarta vez que recurren a ti con esas triquiñuelas. Ya es casualidad que siempre te escojan a ti
para cubrir las faltas del tal Abel. ¡Cómo si no existiese nadie más en el colegio!
Marta- Hay mucha cara por ahí. (Musita para ella) Y espero que ninguna tan tersa como la mía,
Raquel- Y nosotras parecemos las tontas útiles para todos. ¡Esto no puede seguir así! Parece
que los de Vozarrón imponen su estilo al mundo entero. Siempre aprovechándose y siempre
Marta- Ahora te estás enfadando. Mejor así. Más vale enfadada que aterrorizada ¿no?
(Irónica)
Raquel- ¿Más vale? Pues no lo sé. No lo tengo claro. Pero lo que ahora es evidente es mi
cansancio. ¡Estoy agotada! Voy a seguir tu consejo e irme a la cama cuanto antes. ¡Estoy
muerta!
Marta- Me parece muy sensato por tu parte. Yo seguiré un rato más corrigiendo exámenes.
Raquel- Sí, mañana con la luz del sol tomaré una decisión sobre Vozarrón y este trabajo.
Marta- Me parece genial. Ya te noto mucho más relajada. Se ha disipado el miedo, así
Raquel- Pues que pases buena noche. ¡Y no trabajes mucho! ¡Hasta mañana!
Raquel- Gracias por escucharme. Tengo que reconocer que ya no me siento tan asustada.
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Ambas cuelgan. La luz de Marta desaparece y ella sale del escenario. Raquel se queda sola bajo
vuelta para abandonar el escenario cuando tras un trueno y un rayo observa unas luces que se
agitan a lo lejos y de nuevo suenan los gemidos femeninos. Comienzan lentamente y van
Raquel-¡Cielos! ¡Es una mujer! ¡Es el gemido de una mujer! ¡Tiene que serlo! ¡Es espantoso!
Raquel se tapa los oídos aterrada y corre hasta salir del escenario que se va quedando
Acto segundo
Escena I
En el comedor de la pensión, en un primer plano, doña Dorinda dispone en una de las mesas
familia ni del inquilino. La mujer se afana en prepararlo todo para la llegada de Raquel. Cuando
todo está dispuesto se retira para traer el café y las tostadas. En ese momento entra Raquel en
escena y avanza hasta la mesa que está preparada. Busca con la mirada a alguien y al verse
sola se sienta.
Raquel- ¿Pero es posible que en este pueblo no deje de llover nunca? ¡Qué espanto! Al menos
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Sentada aguarda inquieta sin saber qué hacer. Doña Dorinda regresa sigilosa y cargada con una
bandeja. Se aproxima por la espalda de Raquel sin que se percate. Al llegar a su altura le saluda
Raquel-(Sobresaltada) ¡Ah! ¡Buenos días! ¡Qué susto me ha dado usted! Parece una costumbre
Dorinda- ¡Perdóneme, no era mi intención! Es que en el pueblo somos todos muy sigilosos.
con tomate, aceite y jamón, zumo de naranja natural y café o cacao, como usted desee.
Raquel-Muchas gracias. Todo tiene un aspecto delicioso. Tomaré un café y bien cargado. Creo
Raquel- ¿Por qué dice eso? ¿Es que está muy lejos?
Dorinda- No tiene pérdida. Tiene que seguir la calle principal del pueblo y le llevará justo
hasta la mina.
Dorinda- Están allí “aladito”. Al llegar verá usted la antigua mina abierta al pie de la montaña.
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Dorinda- No. Son los ascensores por donde los trabajadores bajaban a la nueva mina, la
entrada a la antigua ya no se utiliza. Y justo en frente de los ascensores están las oficinas. Las
Dorinda- Va a ser difícil. No creo que haya nadie. El señor Alejandro es el único empleado que
aún permanece en el pueblo y hoy todavía no se ha levantado. Eso significa que no tiene
Dorinda- Vaya tomándose el desayuno, mientras le preparo unos huevos fritos. Es una
inyección de energía que creo que le sentará bien. Después le prepararé el almuerzo en una
fiambrera para que tenga algo rico que comer durante su jornada laboral. Le voy a preparar
unas de mis legendarias croquetas de espinacas que son para chuparse los dedos. ¡Ya verá
como le encantan! La cena es a las nueve y una joven de su edad no puede andar por ahí sin
comer nada hasta esa hora. (Saca un periódico de un bolsillo del mandilón) Tome, puede
Raquel- (Recibe el periódico animada) ¡Qué amable es usted! ¡Está en todo! ¡Qué bien, el
zona. Lo olvidó un viajero hace ya varias semanas. Pero tal vez le interese a usted. Es que
vistazo.
Raquel- ¡Por supuesto! ¡Muchas gracias! (Cuando la mujer sale de escena, extiende el
periódico sobre la mesa) ¿Qué clase de pueblo es este que no tienen ni periódicos? (Musita)
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No sé muy bien que hago aquí. Debería de largarme. La lluvia no cesa y toda esta gente es más
Comienza a desayunar mientras ojea el periódico abierto sobre la mesa. El escenario está en
silencio, solo la lluvia se escucha a lo lejos. Raquel está concentrada en la lectura cuando un
joven aparece en escena cargado con una gran caja de cartón. Es Víctor. Se sorprende de ver a
la joven en el comedor y se le acerca por la espalda sigilosamente. Solo habla cuando se halla
a un palmo de su cuello.
Raquel- (Grita sobresaltada y se vuelve para descubrir al joven Víctor) ¡Por favor! ¡Me ha dado
Raquel- ¿Qué esperaba gritándome al oído de esa manera? ¿Pero qué es lo que les pasa a
Víctor- ¡Perdóneme, por favor! ¡Lo siento un montón! Es que somos todos muy sigilosos.
Víctor- Creo que no he sido muy cortés. Pero puedo empezar de nuevo. Me llamo Víctor. (Le
Raquel- Pues sí. Veo que el pueblo entero está informado de nuestra llegada.
Raquel- ¿En helicóptero? ¡Pero qué perra le ha entrado a todo el mundo con lo del
helicóptero! ¡Claro que no! He llegado ayer noche en un horroroso tren que tardó un siglo en
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llegar y que me abandonó en una estación de mala muerte bajo una terrible tormenta. Ya ve,
nada de helicópteros.
Víctor- (Musita) ¡Qué extraño! Están pasando cosas muy extrañas en este pueblo.
Víctor- Pues aunque el pueblo le parezca un lugar muy tranquilo, debo advertirle que no pasa
por sus mejores momentos. Están sucediendo una serie de extraños acontecimientos que no
Raquel- (Sarcástica) ¿Además de los gemidos nocturnos, la pertinaz tormenta, las cenas a la luz
Raquel- (Murmura) Y dale con los helicópteros. (En voz alta) Yo de eso no sé nada, pero le
aseguro que encuentro mucho más enigmático unos gemidos femeninos en la noche que
Víctor- Imagino que los gemidos que la han asustado anoche habrán sido de doña Alondra. Así
la llaman en el pueblo. Ella y su marido Pepe regentaban hace años el Ultramarinos. Antes de
jubilarse.
Raquel- ¿Y ahora se dedica a gemir por el pueblo adelante cuando llega la noche?
Raquel- (Se queda pensativa) Tampoco doña Mariposa se encontraba muy bien anoche. Se ve
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Víctor- No tanto. Tanto doña Mariposa como doña Alondra son muy mayores. Cosas de la
edad.
Víctor- Aunque la mitad del pueblo está desquiciado. O mejor todo el pueblo. Yo mismo no
Víctor- ¡Por supuesto que no! ¡Esos miserables jamás me verán por ahí, ni aunque no
Raquel- ¡Cuánto lo siento! Es que esto del trabajo está fatal. No sé adónde vamos a llegar.
Ahora las empresas son lugares donde ganar dinero a espuertas y no un espacio para que las
personas trabajen. Así que es casi imposible encontrar un empleo y mucho menos uno
Víctor- No se quejará trabajando para Vozarrón. Parecen unos cabrones muy potentes.
Raquel- Si usted es ingeniero comprenderá que no me agrade el trabajo de recorrer las casas
investigación. Ese es mi campo y es lo que yo quiero hacer. Pero ya me ve aquí, en este pueblo,
que perdone que le diga, está donde dios no puso ni la zapatilla, con el fin de entrevistar a
doñas Mariposas y a doñas Alondras. No es muy estimulante. (Se detiene un instante antes de
Víctor- Pues sí que me sorprende lo que dices. Puedo tutearte, ¿verdad? Ya que casi somos de
la misma edad.
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Raquel- (Sonríe asintiendo.) Y también compartimos disciplina.
Víctor- Exactamente. Un ganadero, eso es a lo que siempre he querido dedicarme. Pero los de
de Minas SA tenían otro plan para este pueblo y los habitantes no contamos para nada. Así
que ahora no me queda otra que repartir azúcar y café (Dice agitando la caja que lleva en la
mano) para ayudar a mi cuñado. Ya sabes, chapuzas para salir adelante. Pero esto no puede
durar mucho. No puede o tendré que abandonar el pueblo, incluso el país si la economía no
mejora.
Raquel- (Suspira) Pues la economía no mejorará, al menos para nosotros. Hay a quien siempre
le va bien. Por ejemplo a las grandes compañías como Vozarrón que no dejan de encontrar
lugares donde comenzar nuevos negocios, al tiempo que rebajan los sueldos a sus empleados.
Víctor- Entiendo lo que quieres decir, pero en este caso me parece a mí que Vozarrón ha
metido bien la pata con este pueblo. Poco negocio se puede emprender aquí y menos ahora
que la mina, según dicen, está a punto de echar el cierre. No creo que ninguno de nuestros
vecinos se muera por una conexión inalámbrica para Internet. Ni siquiera esta pensión, ahora
Raquel- (Cabizbaja) No creas que no me he dado cuenta. No sé qué demonios hago en este
pueblo. He llegado a pensar que solo es una prueba para mí. Y no sé si es mejor demostrarles
que puedo con todo o dejarles claro que no pasaré por todo. ¡Es difícil!
Víctor- Ya veo. No es una decisión fácil. Además encuentro raro que Vozarrón no esté enterada
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Víctor- Con la mina nunca se puede estar seguro de nada. Solo nos cuentan mentiras. Nos
dicen que cerrarán, que recuperarán el entorno natural, que todo quedará igual que antes. Yo
sigo aguardando, pero el momento nunca llega. Tengo un pequeño terreno que me dejó mi
padre al morir que aguarda al cierre definitivo y al resultado de los análisis de los pastos. Minas
SA asegura que serán positivos, pero yo lo dudo. Creo que esos miserables nos han arruinado a
Raquel- Al menos durante el tiempo que ha estado abierta habrá proporcionado trabajo en la
zona. Tengo entendido que Antonio, el marido de doña Dorinda trabajaba en ella.
Víctor- (Resopla enfadado) ¡Pff! ¡Qué remedio le quedó al pobre! El sí que tenía una
explotación ganadera como es debido. Una verdadera delicia, pero demasiado cerca de la
mina. No le quedó otra que cerrarla deshacerse de las vacas y aceptar una birria de trabajo de
limpieza en las oficinas por un sueldo más que ridículo indignante. Si no fuera por la pensión
de doña Dorinda esa familia estaría en la calle. Este tipo de minería no requiere de mucho
algún empleado que se alojó en la pensión. Pero ahora que ya solo queda don Alejandro las
Víctor- Todo eso está por ver. No hay informes fiables y nadie sabe realmente que está
pasando ahora mismo en la mina. Me temo lo peor, que nos digan que van a cerrar y que solo
Raquel-Supongo que será fácil de averiguar ¿no? Con un vistazo a las instalaciones quedaría
Víctor- (Se ríe amargamente) Claro. Si nos permitiesen acercarnos. Pero desde que anunciaron
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Víctor- (Atónito) ¿Irás a la mina? ¿Y eso por qué?
Raquel- Según parece Vozarrón ha alquilado una oficina en las instalaciones. Esta mañana
mismo tengo que dirigirme hasta allí. Imagino que algún jefecillo de zona de Vozarrón me
Víctor- (Emocionado) ¡Eso es fantástico! No sabes lo bien que nos vendría a todos, yo incluido,
que nos comentases qué actividad se mantiene en la mina. Saber si de verdad están
Raquel- ¡Claro, por supuesto! No lo dudes. Recorreré las instalaciones y te informaré de todo
lo que vea.
Víctor- Ahora tengo que entregar este paquete e ir al pueblo vecino para terminar con el
Víctor- (Pensativo) Será mejor que no. Dos casas más abajo hay una pequeña tienda bar que
se llama, La Tasca de Marina. Está abierta hasta muy tarde. Podíamos quedar en ella. Está muy
Raquel- Pues quedamos así. A la salida del trabajo me pasaré por la Tasta de Marina.
(Sonriente)
Víctor- ¡Perfecto! (También le sonríe) Ahora será mejor que llame a doña Dorinda para
entregarle el pedido.
Raquel- Ha ido a prepararme unos huevos fritos, pero parece que se ha extraviado en la
cocina.
Víctor- Si son huevos de sus gallinas, tal vez les hayan salido patas y hayan huido de la sartén.
Raquel se queda perpleja por el comentario, pero no dice nada ya que Víctor ha abierto la boca
para llamar a doña Dorinda. Esta aparece en escena antes de que el joven la mencione.
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Entra con una bandeja en la mano.
Dorinda- ¡Jóvenes! ¡Siempre pensando en lo mismo! (Ríe con picardía sonrojando a ambos
muchachos) Deja la caja por donde te venga bien. Ya arreglaré cuentas con tu cuñado.
Dorinda- Y recuérdale que también necesito té. Aún no sé cuando nos dejará el señor
Víctor- (Ya ha depositado la caja y se dispone a salir) ¡Muy bien, se lo diré! Pues nada. Ya está.
He terminado.
Dorinda- Pues eso. Qué ya puedes irte si no tienes nada más que hacer.
Dorinda- Pues andando, que imagino que todavía te quedará mucho trabajo por delante.
Víctor- (Suspira hondo) ¡Es cierto! Debo seguir con el reparto en el pueblo vecino y no queda
cerca. (Le dice a Raquel mientras comprueba que el pedido esté en perfecto estado. Raquel
asiente asiente)
Dorinda- Asegúrate de que no falta nada como la última vez. Que tu cuñado parece que
Víctor- No se preocupe, señora Dorinda. En esta ocasión todo estará perfecto. (Comprobando
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Doña Dorinda deposita los huevos frente a Raquel que los mira nerviosa.
Raquel- Sí, mucho. (Pero los sigue mirando con aprensión y murmura para sí antes de cortarlos
imagina lo agotadores que son. Hasta hoy, como todavía no le empiezan las clases, no había
quien lo sacase de la cama antes de las 12 y ahora que tengo huésped, ya ve usted, se ha
levantado como las gallinas y con mucho misterio diciendo que va a trabajar. ¡Ja! ¡Me ha
cogido tal emoción que hasta me han dado ganas de llorar! (Musita para sí) Aunque ¿para qué
demonios valdrá este muchacho? ¿Quién sabe? (En alto) Lo que yo le diga, señorita, los
adolescentes han nacido para reventarles los nervios a sus padres. ¡Es para el único trabajo
que valen!
sonido que atraganta a Raquel obligándola a ponerse en pie de un salto con la mirada
Ni Dorinda ni Víctor parecen alterados. Ambos contemplan el terror de Raquel por el gemido
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Dorinda- ¡Tranquilícese, por favor, no es nada!
Raquel- (Fuera de sí) ¿Cómo que no es nada? ¿Pero acaso no escuchan lo mismo que yo? ¡Qué
es esto!
Víctor- (Qué también está ya a su lado) ¡Calma, Raquel! No pasa nada. Solo la sirena de la
maldita mina.
Dorinda- Víctor dice la verdad. No debe alterarse por esto. ¡Es todo culpa mía! Debía advertirla
sobre la sirena de la mina. Todos los días a esta hora tenemos simulacro, ¿sabe usted? No es
Víctor- (Intentando convencer a la joven todavía asustada) ¡Es cierto! Unas absurdas medidas
Al fin el terrible sonido de la sirena se apaga. Raquel se va recuperando del susto hasta que por
cómo pueden soportar algo así. La vedad no lo entiendo. ¿No habían dicho que la mina está
pronta a cerrar? ¿Con qué fin suenan entonces las alarmas, si además ni siquiera han ensayado
un simulacro?
Víctor- Tampoco yo lo comprendo, desde luego. Pero la mina se impone a nosotros. Domina
nuestras vidas. Esa es la realidad. A nosotros solo nos queda aceptar, bajar la cabeza y
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Dorinda- No le haga caso a Víctor. Se pone muy transcendente. Al fin y al cabo es normal que
Víctor- Lo siento, doña Dorinda, pero usted sabe de sobra que no comparto su opinión. (Se
vuelve a Raquel que ya parece recuperada) Ahora que ya estás mejor, debo irme y seguir con
Víctor se dirige hacia la salida del escenario en el instante en que hace su entrada un nuevo
Alcalde- ¡Hombre, nuestro amigo Víctor! ¿Qué se te ha perdido por aquí? ¿A lo mejor una
Víctor- (Evidentemente molesto musita) Sí, una vaca fosforescente gracias a vosotros. (En voz
alta declara molesto y con prisas) Ya sabe que no me queda otra que dedicarme al reparto y
Alcalde- Me alegro de que todo te vaya bien y que mantengas un espíritu optimista. (Vuelve a
reírse aunque nadie sepa por qué) Espero que no tengas nada que ver con los rumores que
Víctor- (Sin ganas de bromas) No sé a qué rumores se refiere, pero, por supuesto, que no
Alcalde- (Suelta una sonora carcajada) Pues a los rumores sobre el fantasma. ¡Qué si no! Ahora
los cuentos de viejos van de eso: espectros que recorren el pueblo, ánimas del purgatorio que
deambulan por las calles y espíritus de los ya fallecidos que no tienen ganas de abandonarnos.
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Víctor- Yo no me trago esas chorradas de fantasmas. A mí solo me preocupan los vivos. Son
esos a los que hay que temer. (Se vuelve hacia Raquel que está más pálida que nunca y le hace
un gesto con la cabeza) Le dejo con sus historias de miedo y me vuelvo a las mías. ¡Qué tengan
El alcalde se aproxima a la mesa de Raquel exhibiendo la mejor de sus sonrisas y con la mano
Alcalde- Raquel Iniesta ¿Me equivoco? Yo soy Don Marín y Villegas, el alcalde de este
encantador enclave de montaña. ¡No se levante, por favor! (Le dice cuando esta intenta
incorporarse para apretarle la mano) Siga con su desayuno. No la molestaré más de un minuto.
Seguro que tú algo tendrás que hacer en la cocina, ¿verdad? (La mujer asiente y sale de escena
a toda prisa) Es un placer conocerla (Ya sonriente a Raquel) Iba camino de la residencia de mi
buen amigo don Aniceto de Castro y Aguete, muy cerca de aquí, y me he tomado la libertad de
traerle este ordenador que creo que le pertenece (Le entrega un PC portátil que lleva una
pegatina de Vozarrón)
Alcalde- ¡Por supuesto! Hemos hablado con su jefe y le hemos indicado que se traslade usted
aquí con su trabajo, en lugar de acudir a la mina. Aquí estará más cómoda ya que la mina no es
un lugar agradable para trabajar, sobre todo ahora que ya no queda nadie.
Alcalde- ¡Claro! No tardará en pasar por aquí para estar con usted. Solo he querido ser amable
y evitarle el viaje a la mina en busca del ordenador. Y ya no la molesto más y sigo mi camino.
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¡Ja, ja , ja! (Se ríe sin que sepamos de qué) Mi gran amigo y el más destacado y culto
aristócrata, amante de las artes y protector de este encantador enclave de montaña, el conde
Aniceto de Castro y Aguete, estará esperándome con importantes asuntos ¡Ja, ja, ja! ¡Asuntos
de vivos y no de fantasmas! ¡Ja, ja, ja! Aunque… ¿Quién sabe? ¡Ja, ja, ja! (Y estalla un rayo y un
Raquel-Muchas gracias por el PC. (Musita todavía inquieta por el estallido de la tormenta)
Alcalde- ¡Pues que tenga un buen día! ¡Ja, ja, ja! (Dice dirigiéndose hacia la salida sin
Justo en ese instante entra otro hombre empapado por la lluvia y protestando entre dientes
usted.
Campuzano- ¡Buenos días, señor alcalde! (Dice luchando por cerrar el paraguas empapado)
Alcalde- Justo acabo de contarle a su joven empleada que este mismo salón le servirá de
oficina improvisada durante su estancia en nuestro acogedor pueblo. Y de paso que me dirigía
a la casa de mi buen amigo el conde Aniceto de Castro y Aguete, la crema y nata de la sociedad
local, un hombre culto y amante del séptimo arte, he tenido la amabilidad de acercarle el
Campuzano- ¡Muy amable de su parte, señor alcalde! (Con tono servil) Sabe que en Vozarrón
solo queremos agradarle a usted y a ese gran hombre y conde de Casto y Aguete.
Alcalde- ¡Ja, ja, ja! ¡Dejémonos de títulos y de delicadezas, amigo mío! Agradezco su
colaboración y les animo a seguir adelante. Ante este pueblo se abre un futuro esperanzador y
todos debemos aportar nuestro granito de arena para llevarlo adelante. ¡Todos! ¡jajaja! ¡Vivos
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o muertos! ¡Ja, ja, ja! (Ríe mientras tanto Raquel como su jefe contemplan atónitos) ¡Qué
tengan ustedes un buen día! ¡Hasta pronto, amigos míos! ¡Ja, ja, ja! (Sale de escena)
El señor Campuzano se dirige hacia Raquel que se levanta esperando la llegada de su jefe. En
ese instante entra Dorinda, tal vez alertada por las carcajadas exageradas del Alcalde.
Dorinda- ¿Me llamaba, usted? (A Raquel. Es entonces cuando descubre al señor Campuzano)
¡Ah! ¡Buenos días! ¿Desea el señor desayunar? ¿Compartirá mesa con la señorita o le preparo
otra?
Campuzano- (Sigue peleándose con el paraguas) No, muchas gracias. No voy a desayunar. Solo
empapando el salón.
Campuzano- ¡Muchas gracias! (Dorinda sale con el paraguas y Campuzano se dirige a Raquel
Campuzano- Siéntese usted, por favor. (Mientras él se sienta con ella secándose el agua de la
lluvia) ¡Menudo tiempecito tiene en este pueblo perdido! (Musita) Veo que es verdad que el
empezar cuanto antes a recorrer este “bucólico paraje”. (Dice con retintín) Y así podré pirarme
Raquel- Parece que en este pueblo no hay mucha expectativa de negocio. Según me han
dicho, la mina está pronta a cerrar y los habitantes son en su mayoría ancianos que no están
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Campuzano- ¿Ah sí? Pues no tenía ni idea. A mi es que no me informan de nada. (Enfadado)
Campuzano- (De mal humor) Pues eso espero. Porque me han obligado a dejar mi zona
apresuradamente y venir a este inhóspito lugar en plena noche para traerle todo el material
como si estuviésemos ante el negocio del siglo. ¡Y menuda tormenta la de ayer noche! (Mira al
Campuzano- (Cada vez más indignado) La lluvia, los rayos, los truenos, los gemidos, las luces…
¡Maldito pueblo! Y por si no fuese suficiente, esta mañana me saca del cutre camastro que me
Campuzano- ¡No, mujer, no! ¡El Gran Jefazo de nuestro país! Me arrancó de la cama para
asegurarse de que todo el material le era entregado en esta pensión. Si querían eso, haberlo
dicho antes y me evitaba el desagradable viaje a la mina. ¡No he pegado ojo en toda la noche!
Campuzano- ¡Pues oscura y siniestra! ¿Cómo va a ser una mina sino? (De mal humor)
helicóptero, faltaría más. Sin tener que recorrer en plena noche todos esos caminos
enlodados, sin asfaltar, sin señalizar, bajo una espantosa tormenta. Eso está bien para mí. ¡Es
Raquel- ¿Se refiere a esos caminos que tendré que recorrer yo bajo la constante tormenta?
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Campuzano- (La mira atentamente y al fin sonríe) Es verdad. Usted está mucho peor. ¡Ja, ja!
Campuzano- (Todavía sonriente) Pues ahí afuera tiene “su encantador” lugar de trabajo y
como ya dispone del material, mi trabajo ha terminado. ¡Me largo! Regreso a mi zona, se ve el
sol y hasta tenemos carreteras asfaltadas, todo un lujo. Si necesita algo, llame a la central.
Raquel- (Perpleja) Entonces ¿me quedo sola? Pero si todavía no tengo muy claro lo que hay
que hacer.
Campuzano- En la tableta tiene usted todas las indicaciones precisas e incluso dispone de un
sencillo manual que le aclarará todos los términos técnicos que no conozca. ¡Todo está ya más
que pensado!
Raquel- No necesito ese manual. Soy ingeniera, con un brillante expediente. No me imagino
que exista una especificación técnica en ese manual que no comprenda. (Fastidiada)
Campuzano- (La mira atónito) ¿Ingeniera? ¿Y qué demonios haces entonces aquí?
Raquel- (Torciendo el gesto y sarcástica) No sé. Tal vez machismo. ¿Le suena?
Campuzano- (Estalla en carcajadas) ¡Te han jodido a base de bien, chica! ¡ja, ja! ¡Al menos no
soy el único puteado en esta empresa! ¡Es un verdadero alivio! (Burlándose) ¡Han
Campuzano- No estamos aquí para hacer el paripé, chica. Lo que te queda es repasar los
informes del PC, después tomar la tableta y marcharte a recorrer el pueblo. Así que manos a
la obra. Apretando los dientes, bajando la cabeza y al tajo. Esa es la vida de un asalariado. ¡Ja!
Raquel- (Se queda un instante pensativa) Nadie me ha entregado la tableta de la que habla.
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Campuzano- (Mira el PC y busca la tableta) ¡Lo que faltaba! El alcalde se ha olvidado de la
tableta. Pues la necesitas para rellenar las fichas de cada posible cliente. (Estalla en carcajadas)
¡Ja,ja, ja! Al menos hay alguien más puteado que yo. Te ha tocado el “delicioso” paseíto a la
mina. En las oficinas que me indicaron en un primer momento, dejé el PC y la tableta. Tendrás
Raquel- (Conteniendo la rabia) ¿Es todo lo que tiene que decirme? Todavía no tengo muy claro
Campuzano- ¿Y qué se yo? Algún interés tendrá el jefe para trasladarse hasta esta mierda de
pueblo en helicóptero. ¡Cómo si aquí hubiese algo más que barro y lluvia! Seguro que tú solo
estás aquí para justificar sus planes, sean lo absurdos que estos sean. ¡A mí me importa un
pimiento! ¡Por la cuenta que me tiene paso de los chanchullos de los jefes! ¡Aquí ya no pinto
nada! (Retumba un trueno que los hace estremecer) ¡Disfruta del tiempo, de la mina y de
Raquel-(Molesta y sarcástica) ¡Yo también le deseo que tenga un buen día! (Una vez que se
queda sola musita) ¡Menudo papelón el mío! No me quedará otra que comenzar mi primera
jornada de trabajo. ¡Veremos qué me reserva este “delicioso día”! (Otro trueno retumba)
Raquel toma la taza de café y se precipita a apurarla. Justo en ese instante entra sigilosamente
Emiliano el taxista que se acerca a la joven por la espalda. Al llegar a su altura le habla
dado un susto de muerte! ¡No me diga nada! En este pueblo son todos muy sigilosos.
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Se apaga la luz.
Escena II
Emiliano y Raquel están en mitad del escenario cada uno bajo su paraguas. En primer plano, a
Emiliano- Ya ve como está la carretera. Hecha un verdadero lodazal. Por eso no hemos podido
Emiliano- (Señalando a la derecha de donde se encuentran) Estos son los ascensores por los
que los trabajadores bajaban a la mina. Como puede ver están parados.
Raquel- Ya veo que aquí no hay ni un alma. Tal vez sea cierto que la mina está a punto de
cerrarse.
Emiliano- Sí. (Señala entonces al centro) Y esa especie de cueva al pie de la montaña es la
antigua mina. Ya estaba cerrada cuando yo era un niño. Hace unos años abrieron la nueva.
Parecía que todos íbamos a trabajar en ella. Hasta yo hice unos trabajos muy hermosos en
pizarra. Era bueno con la pizarra, sí señor. Pero prefiero el taxi. Es más adecuado para mi edad.
Raquel- ¡Claro, lo entiendo! O sea que si quiero averiguar si la explotación está realmente a
Emiliano- (Escandalizado) ¿No pensará usted bajar? ¡Es una locura! ¡Y es muy peligroso! Podría
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Raquel- No se preocupe. (Tratando de ocultar sus verdaderas intenciones) No pensaba bajar.
Emiliano- (La mira dubitativo) Será mejor que suba a las oficina a recoger eso que ha dicho, yo
la acompaño, no se preocupe.
Raquel- (Tratando de zafarse de la vigilancia del taxista) ¡Por favor, no se moleste! ¡Con la que
está cayendo no es necesario que se moje más! Regrese al taxi y espéreme allí. Subiré y bajaré
en un instante. Le prometo que solo será un momento. Ya volveré al taxi cuando haya
terminado.
Emiliano- (Dubitativo) ¿Está segura? Mire que si le pasa algo me meterá en un buen lío. Me
han encargado que la traiga y que la lleve de vuelta sin novedad. Me caería el pelo. Mucho
Raquel- ¿Su mujer? No lo entiendo. ¿Qué tiene que ver conmigo y con la mina?
Emiliano- (Preocupado por haber hablado tal vez de más) Nada, nada, desde luego. No tiene
nada que ver con la mina. Pero ya sabe que está delicada y necesita de cuidados médicos.
Raquel- (Lo mira todavía confusa) Lo siento, pero sigo sin entenderle.
Emiliano- Los cuidados médicos dependen de las autoridades, sabe usted. Y son ellas las que
me han encargado la tarea de cuidarla. No se tomarían bien que no llevase a cabo mi cometido
Raquel- Le repito que no me pasará nada. Le prometo que solo visitaré el edificio de oficinas.
Seguro que en un par de minutos encuentro la tableta y regreso al taxi. Le ruego que no se
moje más por mi culpa. El día está tan desapacible que sería terrible que cogiese usted un
resfriado. Creo que en su casa ya tienen ustedes problemas médicos de sobra. ¡Venga, hágame
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Al fin el taxista, bajo su paraguas, camina lentamente hasta salir de escena volviéndose de vez
en cuando para mirar a la joven, mientras Raquel lo observa. Cuando se queda sola aprovecha
Raquel- Don Emiliano tiene razón. Bajar es una locura. Aunque no veo otro modo de informar
a Víctor de si la mina está en realidad en vías de cierre o no. Desde luego, en plena
efervescencia laboral no está. ¡Eso está más que claro! Aquí no se ve un alma. Estoy
completamente sola. (Mira a un lado y al otro. Tras dudar un rato al fin toma una decisión)
Será mejor que haga caso al taxista y me limite a recoger la tableta. Con semejante día y sin
nadie alrededor no parece sensato bajar a la mina. (Resopla) Lo único que le podré contar es
Raquel camina entonces hacia la izquierda del escenario donde está el edificio de oficinas.
Pero cuando está a mitad de camino, escucha un extraño ruido y además estalla un rayo y
retumba un trueno que la sobresalta y llama su atención. Vuelve la cabeza hacia la antigua
Raquel- ¿Qué ha sido eso? (Se para a escuchar, aferrada a su paraguas, no oye nada y se
dispone a retomar el camino al edificio de oficinas) No ha sido nada, solo mi imaginación y esta
maldita tormenta que no cesa. (Es entonces cuando algo llama su atención de nuevo.) ¡Anda!
¿Qué será eso? ¡Parece que allí al fondo hay un objeto en el suelo que brilla! (Mira a un lado,
mira al otro, duda y al fin avanza hacia el brillo del suelo, lo alcanza y se agacha a recogerlo
siempre mirando a un lado y al otro) ¡Vaya, solo es un pañuelo con un broche! ¡Nada más!
¡Qué bobada!
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Cuando Raquel se incorpora con el pañuelo en la mano mira casualmente hacia el interior de la
de un rectángulo de cartulina opaco de pie sobre uno de sus lados más cortos.
Raquel- ¿Pero qué es eso que hay dentro de la mina? Parece un monolito de piedra.
Raquel duda si avanzar hasta el interior de la mina. Se pone de puntillas para ver mejor sin
necesidad de entrar. Pero parece que no consigue observar el monolito con claridad.
Raquel- ¿Es posible que se trate de un monolito de piedra? ¿Qué significará? ¿Qué pintará ahí
dentro? ¿No decían que la mina antigua llevaba años y años clausurada? Debería de
Cuando al fin se decide a entrar y da un paso al frente un terrible aullido comienza a brotar de
la propia mina. Un aullido que va in crescendo, que aterrorizan a la joven y le hace desistir de
Raquel-¡No! ¡Cielos! ¿Esos gemidos otra vez? ¡Es espantoso! (Se tapa los oídos horrorizada
Se gira asustada hacia un lado, después hacia el otro. Los gemidos no cesan y justo cuando
Raquel está ya totalmente aterrada escrutando la mina en una dirección, una figura
totalmente cubierta de gris oscuro con gasas vaporosas y rasgadas y con el rostro teñido de
gris, aparece en el escenario corriendo a toda velocidad pero con pasos muy cortos. Alcanza la
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espalda de Raquel, que justo está mirando para el otro lado y cuando se vuelve hacia el lado
donde está la aparición, esta corre en dirección contraria, sin que Raquel consiga observarla
Raquel- ¡Ahhh! ¿Quién anda ahí? ¿Quién anda ahí? ¿Quién es? ¡Esto es espantoso! (Grita y
sale corriendo. La figura ha desaparecido, pero rayos, truenos y gemidos persiguen a la joven,
que tropieza, cae, pero al final sale corriendo de escena, gritando aterrada.) ¡Don Emiliano!
Escena III
Estalla un rayo con su trueno y Raquel entra armada con su paraguas en la Tasca de Marina.
Raquel- ¡Hola! Siento haber llegado tarde. Pero es que ha sido todo una locura. ¡Una
verdadera locura!
que hablar. Mucho tengo que contarte. Tanto la visita a la mina como el resto de la tarde han
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Raquel- (Tras el consabido sobresalto) ¡Ah! ¡Por favor, qué susto! ¡Si es la camarera! ¡No la oí
acercarse!
Raquel- (La interrumpe) No se preocupe, ya sé. Son ustedes “muy sigilosos”. Ya lo voy
aprendiendo. (Entre dientes) ¡A la fuerza ahorcan! (Ya en alto) Tráigame, por favor, un
chocolate calentito. Me vendrá bien tras tanta lluvia y humedad. Es lo que necesito.
Raquel- Me lo creo. Muchas gracias, Marina. (La camarera la mira extrañada pero no dice
nada)
Raquel- (Confusa) ¿Esta no es la Tasca de Marina? Pues supuse que ella sería Marina, ¿no?
Víctor- ¡Ah, por eso! No, esta chica es nueva. Es sobrina de unos vecinos. No sé cuál es su
Víctor- ¡Qué va! Ya no recuerdo ni quién era Marina. El alcalde y su “amiguito del alma” y
aristócrata de la zona, Aniceto de Castro y Aguete, son los dueños también del bar. Son los
dueños de todo en este pueblo. Incluso a veces también parece que lo sean de todos y de cada
Víctor- Efectivamente. Pero, cuéntame. ¿Has visitado la mina? ¿Qué has visto? ¿Qué se cuece
allí? ¿De verdad están a punto de echar el cierre o nos tienen reservada alguna que otra
sorpresa?
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Raquel- (Se detiene porque la camarera se acerca con el chocolate con un par de churros)
Espera que esta vez quiero estar atenta. (A Víctor) Ya no me van a dar un nuevo susto.
¡Gracias, muy amable, tiene un aspecto estupendo! (A la camarera) Me sentará bien. (La
camarera saluda y se retira.) Ya empiezo a aprender como se las gastan en este pueblo. (Toma
Víctor- (La observa ansioso hasta que por fin la joven tras dar un sorbo parece dispuesta a
Raquel- (Asiente) A primera hora de la mañana don Emiliano me condujo hasta el edificio de
oficinas con el fin de que recogiera esta tableta con los formularios tipo que debo rellenar por
cada cliente.
Raquel- (Niega con la cabeza) Ni un alma. (Se detiene a pensar) Bueno, mejor dicho, no había
Raquel- No vi a nadie, eso quiere decir. Ni camiones, ni trabajadores. Todo parecía muerto. En
principio podría ser verdad que están a punto de cerrar. Por cierto ¿Qué extraían de la mina?
Víctor- (Se echa a reír con cierta amargura) Eso nos hubiese gustado averiguar a nosotros. La
mina funciona bajo un secretismo total. Empezaron con la extracción de tierras raras. Te
suenan ¿no?
Raquel- Claro, es una actividad muy contaminante para el medio ambiente que extrae
desde que ese país ha despegado económicamente, ha dicho que ya es suficiente y que si el
mundo quiere tierras raras para sus móviles, PCs y demás, pues ya pueden ir destrozando su
medioambiente que ellos ya están hartos de ser el basurero del planeta. Ahora les toca a
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otros. O sea, a nosotros. Así que las grandes empresas mineras han buscado otros lugares
pobres donde instalarse y destrozar el entorno. Lugares como por ejemplo: este pueblo.
que viven con la esperanza de obtener un empleo precario que al menos permita sobrevivir a
sus familias. Afortunadamente aquí las protestas vecinales fueron tantas al principio que les
obligaron a cambiar de actividad, o, al menos, eso nos dijeron. Se habló entonces de pizarra,
pero después tras las quejas por el deterioro del río, anunciaron que abandonarían ese tipo de
extracción. También se ha hablado de fracking, una terrible técnica minera que inyecta
arsénico en la montaña para después reventarla. Nunca hemos tenido certeza de lo que se
estaba extrayendo en la mina. He realizado todo tipo de análisis: de las aguas, de los terrenos,
de los animales, de los vegetales de la zona, pero ha sido imposible obtener resultados.
Víctor- Porque tras enviar las muestras al laboratorio y esperar meses y meses por los
resultados me enteré, por casualidad esta misma semana, de que uno de los miembros más
Víctor- De la familia. Un primo suyo. Cuando lo averigüé me percaté de que jamás recibiría los
resultados del laboratorio y si por un casual llegaban a mis manos, ¿quién se iba a fiar de un
independiente, que no tenga relación con esta multinacional dedicada a este tipo de servicios,
es prácticamente nula. Todos están relacionados. Por distintas que parezcan las empresas los
miembros de los consejos de administración siempre son los mismos. (Suspira hastiado) Es el
súper capitalismo que nos tiene sujetos por los huevos (Perdona la expresión)
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Raquel- (Sonríe) ¡Estás perdonado! Comprendo muy bien lo que quieres decir. Las grandes
compañías han comprado el mundo sin que nos hayamos dado cuenta y ahora parece que les
pertenecemos. Desde luego, en este pueblo se hace más evidente que en otras partes. Ejercen
el control de hasta el más mínimo detalle de la vida de todos. ¡Incluso del gasto en
Víctor- Tienes toda la razón. Hay unas 10 compañías multinacionales que operan en todo el
planeta con nombres de muy conocidos refrescos de cola o chocolatinas que, en realidad, son
las propietarias de la mayoría de las empresas que nos proporcionan nuestras compras
cotidianas. Estamos en sus manos irremisiblemente y no podemos luchar contra ellas. A veces
pensamos que no tienen nada que ver con nosotros y cada vez que vamos a la compra a
nuestro supermercado habitual engordamos sus cuentas con nuestro dinero. Parece que no
hay escapatoria.
Raquel- Dímelo a mí que trabajo para Vozarrón, importante multinacional que a pesar de que
sus beneficios económicos aumentan año tras año exponencialmente, las condiciones de
trabajo para sus asalariados son cada vez son peores. Y ni siquiera me atrevo a hablarte de los
sé qué hacer con este empleo en Vozarrón. No sé qué decisión tomar. No sé, la verdad.
Víctor- No es fácil, lo sé, hacerse un hueco en este mundo que pertenece a otros. Nosotros
estamos como de prestado. Pero también te digo que no debemos dejarnos derrotar. Los
fuertes que pudiesen presentar batalla ante las grandes multinacionales. No sería fácil, claro
está, pero no podemos permanecer inactivos. Hay que presentar batalla. (Sonríe) Ya ves, leo a
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Raquel- (Suspira pensando en la tía fallecida.) Mi tía hablaba mucho de él. La oveja negra de la
familia. Mi tía Maruja, aunque todos la llamaban Maroja.(Se queda pensativa, suspira de
Víctor- Fácil no va a ser, ya te he dicho. Pero no podemos perder la esperanza y creo que no
hay más camino que ese. Cada uno debe luchar por su propio espacio y buscar el apoyo de
nuestros conciudadanos.
Raquel- ¡Esa me parece una idea muy sensata! Para conocer con certeza lo que está realmente
ocurriendo en la mina deberías involucrar a doña Dorinda y su familia. Al fin y al cabo viven
bajo el mismo techo que un jefecillo de la mina y mantienen con él una relación muy estrecha.
¿No sería más fácil convencer a la mujer o a su marido o incluso a su padre para que
a prorrogar la licencia.
Víctor- (Suspira) Solo escuchar la palabra prórroga se me pone la carne de gallina. Si prorrogan
la licencia estoy perdido. Tendré que marcharme del pueblo, seguramente del país, en busca
de un futuro.
Raquel- Sé muy bien de lo que hablas. Por eso, siguiendo tu idea de colaboración con los
vecinos propongo que hablemos con doña Dorinda y su familia. Tanto su marido, Antonio,
como su padre…(Duda)
Víctor-Rodesindo se llama.
Raquel- Eso, Rodesindo. Es que el nombre se las trae. (Víctor asiente) Ambos estaban
evidentemente descontentos con la mina. En la cena que compartí con la familia, hablaron de
su pasado como ganaderos con melancolía y cierta ira, la verdad. A pesar de que el jefecillo
estaba presente, no se mordieron la lengua y dejaron claro que sabían que la mina había
destrozado el entorno, contaminado el medio ambiente y que ahora criar ganado en estas
tierras sería absurdo. Hasta llegaron a hablar de vacas fluorescentes. Estoy segura de que si
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los abordamos con suavidad y les explicamos la importancia de que los vecinos se unan en
favor del pueblo, del cierre de la mina y de la recuperación del medio ambiente, colaborarían
con nosotros y podrían presionar al alcalde y al aristócrata para que rechacen la prórroga de la
quieres, claro.
Víctor- (Le sonríe agradecido) Es muy amable y generoso de tu parte, pero totalmente inútil.
Víctor- Rodesindo, el viejo, estaba animado a enfrentarse al alcalde, al cual casi nadie puede
Raquel- Sí, he conocido al hijo de doña Dorinda. Un adolescente respondón, como todos. ¿Qué
Víctor- Es que tienen un hijo joven, ¿entiendes? Que estudia en un pueblo vecino y pronto
dejará los estudios porque no es ninguna lumbrera. Tanto Antonio como Dorinda esperan que
el muchacho encuentre un puesto de trabajo en este pueblo. No quieren que se vaya. ¿Me
sigues?
Raquel- Ya. Quieren mantener su buena relación con el alcalde para que coloque al hijo en
Víctor- Eso y el miedo. Y no a ese fantasma del que habla el alcalde, si no el miedo a la miseria.
La pensión del abuelo es el único ingreso seguro de la familia. A Antonio ya se le han acabado
las prestaciones por desempleo y a su edad sabe que le será imposible encontrar un nuevo
empleo. Sin él no cotizará más y no podrá disfrutar de una pensión cuando se jubile. Y después
está el hostal. Bueno, tú ya has visto que no queda ni un alma hospedada allí. El trabajo del
Charly es su única oportunidad para que no terminen todos en la calle. Ya ves que no es fácil
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encontrar aliados. Es el miedo. Es tan poderoso que todo lo corrompe y nos empuja a
Raquel-(Pensativa) Es curioso, ahora que mencionas el trabajo del Charly, creo recordar que su
madre me ha dicho que esta misma mañana el chaval había encontrado un trabajillo en el
pueblo.
ilusiones! Es el modo de mantener tranquila a la familia, de contener su miedo para que así
mantengan cierta esperanza en el futuro y no se revuelvan contra él. Una estrategia muy útil
de los poderosos para amordazar a los ciudadanos. Es un cóctel de miedo y falsas esperanzas.
Raquel- Entiendo lo que quieres decir. La gente no está por la batalla. Bajan la cabeza y
aceptan las normas que nos marcan sin rechistar a causa del miedo que los paraliza. Es más, a
veces, a pesar del evidente mal trato al que los someten, se ponen de parte de los poderosos y
dan la espalda a los que sufren la misma situación de precariedad confiando en que ellos sí
tengan suerte y se libren de la miseria. ¡Guerras de pobres les llaman! Es triste, la verdad
Víctor- Pues por eso vivimos así, atrapados por estos monstruos económicos que nos
controlan hasta la información. Así que veo difícil obtener la ayuda de mis vecinos como veo
difícil obtener resultados de los análisis que he realizado en la zona. Pero aún así, tengo que
decirte que estoy seguro de que la contaminación es un hecho en el pueblo. Todos lo saben.
autoridades están únicamente preocupados por el dinero, por ganar más dinero. La realidad es
que todos sabemos que incluso nosotros estamos contaminados. Si no, ¿por qué nadie se
extraña de los aullidos de doña Alondra y doña Mariposa? ¡Está claro para mí!
Raquel- (Pensativa) Entonces tú crees que la enfermedad nerviosa de la mujer del taxista tiene
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Víctor- Para mí es un hecho irrefutable. Los metales pesados afectan al sistema nervioso entre
los muchos estragos que producen en el organismo. No puede haber otro motivo para que los
ancianos aulladores proliferen en el pueblo. Y nadie puede ignorarlo. Un marco perfecto para
que el alcalde se invente ahora a su fantasma particular. Todo, desde luego, para alejar a la
gente de la zona. Es obvio que necesita la mina para él solito. Aunque todavía no sé por qué. Y
eso me da muy mala espina, porque significará que prorrogarán la licencia y con una mina a las
puertas de casa ¿quién iba comprar la carne o la leche de nuestras vacas? Nadie con un poco
Raquel – (Pensativa) Tal vez tengas razón. Ahora recuerdo que don Emiliano estaba muy
preocupado por meterse en líos con los de la mina. Asustado, diría yo. Temía por los cuidados
Víctor- Y seguro que el alcalde y su aristócrata preferido les dan algún dinero bajo cuerda para
tenerlos contentos. Apuesto lo que quieras a que con las tierras, raras, la pizarra, el fracking o
lo que sea que hacen en la mina, consiguen ganancias suficientes para comprar el silencio y la
Raquel- (Habla entre dientes) Tierras raras… pizarra, fracking. Nada encaja. Nada tiene que ver
con…
Víctor- (Al ver que no termina la frase insiste) Tiene que ver con qué. ¿Qué has visto? Todavía
Raquel- (Se encoje de hombros) Realmente no lo sé. No sé qué ha pasado, no sé muy bien lo
qué he visto. Pero lo que tengo muy claro es que el corazón me pegó tal brinco que pensé que
iba a morirme de un infarto, o peor, devorada por un monstruo de subsuelo o algo mucho más
espantoso. Lo pasé tan mal que si no fuese porque después don Emiliano me acompañó a las
oficinas, no hubiese regresado jamás y me hubiese quedado sin tableta. (Otra vez pensativa y
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entre dientes) Aunque no sé que hubiese sido mejor, después de esta primera jornada laboral
de pesadilla.
Raquel guarda un instante de silencio. Mira a un lado y al otro. Estalla un rayo, un trueno y al
fin le hace un gesto a Víctor para que acerque la cabeza y ambos susurran muy juntos.
Raquel- He visto y he oído algo que… No sabría decir…. Algo que me ha puesto la carne de
Raquel- (Vuelve a mirar a un lado y al otro. Hace una pausa con mucho misterio. Estalla un
alarido que no se parecía ni al de doña Alondra, ni al de doña Mariposa ni al de ningún otro ser
vivo por muy raro que este sea. Algo mucho peor, mucho más estremecedor. Un sonido que
parecía emerger del subsuelo. ¡Espantoso! ¡Jamás había escuchado algo tan terrible!
Víctor- ¡Por supuesto que te creo! Pero no entiendo nada de lo que dices. ¿Qué es eso del
monolito?
Víctor- (Sorprendido) ¿La peli esa de ciencia ficción de Stanley Kubrick, de la que unos dicen
Víctor- (Sonríe a su vez) ¡Vale, “muy polémica”! Lo acepto. Dejémoslo así. ¿Y qué pinta aquí
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Raquel- Pues que el monolito de la película, o uno muy parecido está aquí, en este pueblo, en
la mina. Para ser más exactos en la antigua mina. Su sola visión es estremecedora, te lo
aseguro.
Víctor- ¿En la antigua mina? Pero si esa lleva muchos años cerrada y nadie entra en ella desde
Raquel- Pues no lo está tanto. Y te puedo asegurar que allí entra gente, y gente de carne y
Víctor- Con lo de espíritus aulladores no te referirás a las choradas fantasmales que sugirió el
alcalde, ¿verdad? No me va a amedrentar con una nueva serie de mentiras aunque estas sean
de la modalidad sobrenatural.
(Señala el pañuelo que lleva enlazado al cuello) Estaba en la entrada de la mina vieja. El broche
que lleva prendido brillaba en la penumbra y llamó mi atención. Por eso me atreví a
acercarme a la antigua mina. Si no fuera por eso, te hubiese contado que la mina estaba a
punto de cerrar ya que no se veía actividad industrial alguna, que podías solicitar la revocación
Víctor- Pero háblame del monolito. ¿Cómo es? ¿Qué pinta en la mina?
Raquel- (Tomando el chocolate se encoje de hombros) No tengo ni idea qué hace esa cosa en
fondo. Inmenso, imponente, aterrador. Un monolito rectangular que casi rozaba el techo de la
mina. ¡Enorme!
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Raquel- ¡Exacto! ¡Fue lo más aterrador que he vivido en mi vida y eso que desde que he
llegado a este pueblo no gano para sustos! ¡Pero este fue un susto de grado superior! El más
Raquel- Dicho así no suena lo suficientemente espantoso, pero sí. ¡Muy fuerte! Salí por piernas
y hasta que don Emiliano no vino a rescatarme, no me atreví a regresar para subir al edificio en
busca de la tableta. Afortunadamente, para entonces los gritos habían cesado. Solo la maldita
imaginas que día he pasado tratando de concentrarme en los clientes y en sus respuestas a los
Víctor- (Atónito) ¡Un monolito! ¡Aquí en el pueblo! ¿Qué podrá significar? ¿Tú viste la película?
Raquel- Sí. La verdad es que la he visto hace poco. Mi amiga Marta, con la que comparto piso,
es muy aficionada a la ciencia ficción y esa peli le gusta especialmente. No me preguntes por
qué.
Víctor- Entonces podrás al menos explicarme de qué iba lo del monolito. Yo creo que vi la
película hace muchos años, siendo un chaval, y si entendí algo en aquel entonces, cosa que
dudo, ya no lo recuerdo. Ahora que en este pueblo hay un monolito igual, creo que es
Raquel- Según parece tenía un significado alegórico. Quería representar algo así como una
inteligencia superior y extraterrestre que manipuló la mente de los primeros homínidos para
obligarles a evolucionar.
Víctor- Esa escena la recuerdo. Una especie de gorilas que ven el monolito mientras sonaba
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Raquel- Así habló Zaratustra. De Richard Strauss. En esa escena, gracias al monolito, los
Víctor- Entiendo. Y la escena termina con un mono liquidando a otro a golpes. ¿También era
eso evolución?
Raquel- Pues no lo sé. ¿El monolito los empujaba a matar o solo a utilizar instrumentos y lo de
matar fue de cosecha humana propia? ¿Quién sabe? Lo que quedaba claro es que el monolito
era extraterrestre, claro. Te seré sincera. A mí no me gustó mucho la película. La vi por Marta,
Raquel- ¿Sugieres que tiene que ver con una inteligencia superior extraterrestre?
Víctor- Si consideras que el alcalde y el miserable aristócrata Aniceto de Castro y Aguete son
Raquel- No tengo ni idea, pero te diré que en este pueblo pasan cosas muy extrañas. Mucho.
Y si el monolito, los aullidos y los supuestos fantasmas del alcalde no fueran suficientes, está lo
Víctor- ¿Lo dices porque te hayan traído a un pueblo repleto de ancianos a los que no les
Raquel- Eso por descontado. Ahora sé que no ganaré ningún plus porque no haré ni un solo
uno de los domicilios que he visitado. Pero aún hay más. (Ambos aproximan las cabezas y
alucinada cuando descubrí, al otro lado de la montaña, una instalación de telefonía móvil de
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Víctor- (Ahora es él quien se encoje de hombros) ¿Y eso qué significa?
Raquel- Que a pesar de que he visto una antena de telefonía móvil de última generación
apenas hay cobertura en el pueblo y casi es imposible hablar por teléfono. ¿Cómo lo ves? Raro
¿no?
Víctor- (Pensativo) ¿Y qué tendrá que ver eso con el monolito? ¡El monolito! ¡Aún no me entra
en la cabeza que haya un monolito de esas características en la mina! ¡Es una locura!
Raquel- Locura como todo lo que sucede en este pueblo. (Toma algo de chocolate ) Y sigo sin
saber qué demonios hago aquí, con un sueldo ridículo y sin posibilidad de conseguir ni una sola
comisión por cliente. ¡Me han tomado el pelo a base de bien! ¡Estoy aquí haciendo el canelo!
No sé quién y por qué me ha hecho esta jugada. ¿Solo porque soy mujer y joven? ¡Esos
este falso trabajo! ¡Hasta el jefe de zona me ha dicho que todo esto no es más que algún
Víctor- (Apenado) Lamento mucho que no te guste nuestro pueblo. Espero que al menos mi
Raquel- (Preocupada por no haber sido muy cortés) ¡Claro, desde luego! No quería decir eso.
El pueblo no está tan mal. (Se detiene un instante y baja un poco el tono de voz) O al menos,
Víctor- (Sonríe) Espero que ese comentario final haya sido por mí.
Víctor- No dudes que haré todo lo que esté en mi mano para hacerte la estancia agradable,
Raquel- (Todavía coqueta) No dudo que lo vayas a conseguir. (Cambiando el gesto) Aún no
tengo claro qué voy a hacer de mi vida. No he tomado una decisión todavía.
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Víctor- Mientras tanto podrías ayudarme con lo de la mina. Tengo que saber qué pasa en ella
para que también yo pueda tomar decisiones sobre mi futuro. Si las prospecciones van a seguir
no tiene sentido que piense en montar una granja ecológica en este pueblo. Sería absurdo.
que devuelva el pueblo a los ciudadanos. No hay otro camino. Sea lo que sea que extraen en
la mina, si no fuese muy contaminante no andarían con tanto secretismo. Algo gordo tienen
que ocultar. Debo averiguarlo cuanto antes. Ya no aguanto ni un minuto más esta
incertidumbre. Y tengo que reconocer que tu llegada ha sido un verdadero golpe de suerte.
(Hace una pausa antes de añadir) En todos los aspectos (Dice con cierto retintín) Pero
principalmente porque has conseguido aproximarte a la mina, cosa que a ninguno de nosotros
se nos ha permitido jamás. Los adláteres del alcalde vigilan a los vecinos estrechamente.
Raquel- (Terminando su chocolate) No dudes que te ayudaré en todo lo que esté en mi mano.
quedarme sin empleo y sin dinero. Además, he encontrado buena compañía y eso tampoco es
sencillo de conseguir. Así que yo he de reconocer que también he tenido algo de suerte.
Se miran un rato, se ponen nerviosos, colorados, pero al fin retoman el asunto justo tras un
Víctor- Tengo que ir a la mina y cuanto antes. Tengo que ver con mis propios ojos el monolito.
No hay otra manera de averiguar qué está pasando allí. ¡No la hay! Y no me voy a demorar
mucho. Esta misma noche me acercaré. No les daré oportunidad de retirar el monolito.
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Víctor- (La mira perplejo) ¿Estás segura? Acabas de decir que pasaste el peor momento de tu
Víctor- (Encantado) ¡Por supuesto que no! Me encantaría que vinieses. Una aventura
debemos fotografiar el monolito y hacerlo público. Si a las autoridades no les interesa lo que
sucede en la mina, seguro que a la prensa sí. Es nuestra única alternativa. Encontraremos a
Víctor- ¡Esa es una estupenda idea! Ya que no puedo contar con la ayuda de mis vecinos,
recurriré al resto de la opinión pública. Tu plan no podía ser más acertado. Eres lista, desde
luego.
Víctor- Pues no se hable más. ¡Invito yo! (Levanta la mano para llamar a la camarera y Raquel
las 9. Aguardaré hasta que todos se hayan retirado. No quiero que sepan en lo que andamos
Víctor- (Todavía sentado) Totalmente de acuerdo. Sobre las once y media te estaré esperando
Raquel- (Sarcástica) ¿Ropa para la lluvia? ¡No me digas! Vaya, no se me había ocurrido.
Raquel- (Lo interrumpe) ¡No me digas más! “Estamos en la temporada de lluvias”. ¡Hasta la
noche! (Saliendo)
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Cae el telón.
Acto tercero
Escena I
En el escenario está en penumbra. Solo vemos una farola. Continúa la perpetua tormenta con
una lluvia incesante, rayos y truenos. Se escucha también a lo lejos el sonido apagado de un
helicóptero.
Entra en escena Raquel con paso decidido parapetaba bajo un paraguas y con el pañuelo
cubriéndose la cabeza. Alcanza la farola y consulta su reloj. Mira hacia un lado y hacia el otro.
Transcurridos unos segundos en un rincón del escenario aparece Marta de nuevo. Sentada en
una silla con una extraña mascarilla verdosa extendida en la cara, el pelo recogido de estar por
Marta- ¿Diga?
Marta-(Pega tal alarido que Raquel a punto está de morirse del susto) ¡Ahhhhhhhhh! ¡No me
lo puedo creer!
Marta- ¡Quiero verte la cara! ¡Ahora mismo! ¡Conecta la cámara del teléfono, pero ya!
Raquel-(Todavía perpleja obedece, conecta la cámara del teléfono y mirando hacia la pantalla
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Marta- (Al ver por su teléfono el rostro de su amiga grita una vez más) ¡Ahhhhhhhh! ¡Sí! ¡Me lo
imaginaba! ¡Pero cómo te lo montas! Solo con oír tu voz me he dado cuenta. Y mirándote a la
Raquel- (Cada vez más confusa) ¡No entiendo nada! ¿De qué demonios estás hablando? ¿Qué
Marta- ¿En mi cara? En mi cara no hay nada más que mascarilla facial. ¿Pero qué es lo que hay
en la tuya? ¡Un chico, por supuesto! De eso estoy hablando. ¿De qué otra podía ser? ¡Es
Raquel- (Todavía más perpleja) Así que ni es una reacción alérgica ni te has pasado al mundo
Raquel- ¿Cómo puedes saber algo así? Sí, lo admito. He conocido a un hombre. Se llama
Marta- (Suelta una carcajada) Con solo escuchar tu tono de voz, ya me di cuenta de que no
estabas ni tan asustada como antes ni con ganas de salir corriendo. Es que soy tu mejor amiga,
no lo olvides. No hay nada que me puedas ocultar. ¡Tenía que ser por un chico! ¡Desde luego!
Marta-¡Ya! Y voy yo y me lo creo. ¡Si hasta te has gastado una pasta gansa en ponerte guapa!
Raquel- (Confusa) Ahora sí que me he perdido. ¿De qué estás hablando? Si tengo los pelos
Marta- Pues de ese súper carísimo pañuelo marca Cristiano Antón que te has comprado. Te
habrá costado una fortuna. Y no es propio de ti semejante despilfarro. He visto ese pañuelo en
casa de Elena. Es una línea súper exclusiva. (Ahora pensativa) ¿De dónde demonios lo has
sacado en ese pueblo de mala muerte? No me digas que tienen una tienda Cristiano Antón que
me quedo muerta.
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Raquel- (Sorprendida por la noticia) ¿Lo dices en serio? ¿Es este pañuelo tan caro, tan
exclusivo?
Marta- ¡Por supuesto que sí! Ya te he dicho que tuve que tragarme una conferencia de Elena
sobre los productos Cristiano Antón para que me dejase alguna de sus carísimas cremas y ese
pañuelo era uno de sus trofeos más valorados. Me lo enseñó así como cincuenta veces,
dejándome claro que con mi sueldo no me alcanzaría ni para comprar un pequeño fragmento
Marta- Pues no estará tan abandonada si has encontrado un pañuelo exclusivo, recién salido a
Raquel- (Mirando sorprendida al pañuelo) Mira que es raro. ¿Quién en este pueblo podrá
Marta- Me extraña que esos dos señores lleven al cuello ese pañuelo. Está claro que hay una
Marta- ¿Cómo la aparición de ese tal Víctor? No me has dicho nada sobre él.
Raquel- La verdad es que no hay mucho que contar. He decidido echarle una mano para
Raquel- Ingeniero agrónomo. Quiere montar una granja y para ello necesita que las
ambiental. Pero los de la mina llevan meses dándole largas y si esto no se resuelve pronto
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Marta- (Apenada) Vaya, qué lástima. (Cambiando el tono) ¡Pero háblame de él! ¿Es guapo?
Raquel- No sabría decirte. Tampoco me he fijado mucho. He decidido ayudarle no porque sea
feo o guapo, sino porque tenemos que apoyarnos frente a los poderosos. Por separado somos
fáciles de someter. Mírame a mí que ni siquiera he podido conservar los derechos sobre mi
propio proyecto de investigación. Pero si estamos juntos somos más fuertes. ¿Lo entiendes?
(Marta asiente con la cabeza) Por eso me he ofrecido a acompañarle. Con el móvil grabaremos
ciencia ficción.
Kubrick! ¡Alucinante! ¡Genial! ¡Menudo misterio! ¿Y qué hace ese monolito en la mina?
Raquel- Eso es lo que vamos a averiguar esta noche y después, cuando lo hayamos
documentado todo, cuando tengamos fotos de todo, buscaremos a alguien que quiera hacerlo
Marta- Por eso no debes preocuparte. Cuando hayáis hecho las grabaciones o las fotos, solo
Marta- (Agita los exámenes que tiene en la mano) Pues por fin haré valer tanto favor que
estoy haciéndole a Abel, mi colega el profesor de ciencias del grupo C. Ya te he contado que
está metido en cuanta publicación sobre el medio ambiente sale a luz. Imagino que este
Raquel- ¡Esa es una idea magnífica! ¡Es genial! ¡Muchísimas gracias, por el favor!
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Raquel- Pues exactamente eso es lo que haré. Tan pronto realice la grabación te la remito. Y
Marta- Haré unas llamaditas y prepararé el terreno para que lo publiquen lo antes posible.
Pero dejemos este asunto y pasemos a uno más importante que has dejado de lado.
Marta- ¡Venga ya! ¿De qué va a ser? ¡Del guapo que te has echado! ¡De Víctor! Con el cambio
de actitud que he notado en ti, apuesto lo que quieras a que es un verdadero bombón y está
No bien había terminado la frase cuando un terrible alarido se escucha en escena y unas luces
Raquel- ¡Calla, mujer! ¡No soy yo la del grito! (Dice mirando a un lado y al otro aterrada)
Marta- ¿No? Entonces, ¿qué pasa? ¿Hay alguien contigo? ¡Dime qué sucede, por favor!
Raquel- (Mueve el teléfono para que Marta observe la noche) ¡Pts, calla! ¡No entiendo! ¡No
veo nada!
Pero de repente aparece una mujer gritando como una loca y corriendo, hacia Raquel y hacia
el teléfono, con unos velos grises rasgados flotando sobre los hombros.
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La mujer aulladora alcanza a Raquel, se lanza sobre ella, la abraza y se desmaya. La joven
Marta- ¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? ¡No veo nada! ¡Ya no oigo nada! ¿Dónde está el
fantasma?
Raquel- (Grita para que el teléfono del bolsillo capte el mensaje de rodillas al lado de la mujer)
¡Qué alivio! ¡No es un fantasma! ¡Es una señora! ¡Pobre! Se ha desmayado. (Le quita el manto
Raquel-(A la desmayada) ¿Puede oírme? ¿Está usted bien? (Coge el teléfono de nuevo y lo
pega en la oreja) Tenía un manto de seda gris hecho girones que le daba una pinta aterradora.
Pero solo es una señora. (Con las gasas grises en la mano) Con un extrañísimo manto gris
completamente rasgado.
Entra en escena apresuradamente Don Emiliano, el taxista agitando una potente linterna. Se
Raquel- (Tras un gritito se vuelve hacia el hombre con la mano en el pecho) ¡Es usted, don
Emiliano- Lo lamento, señorita, pero tenía que encontrar a mi mujer. Está muy mala sabe
usted.
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Emiliano-(El hombre intenta levantar a la mujer del suelo) Se escapa a veces y pasea por ahí.
Raquel- (Echándole una mano para incorporarla) Tome, este extraño manto es suyo.
Emiliano-(Niega con la cabeza) No. Eso yo no lo había visto nunca. Se lo habrá encontrado por
el camino, la pobre va recogiendo todo con lo que se tropieza. (Raquel extrañada se lo guarda
entonces en un bolsillo)
Mariposa- (La mujer abre los ojos) ¿Todavía estoy en la mina? (Musita)
Emiliano- No, querida, no estás en la mina y no deberías volver por ahí. Sabes que está
prohibido. Estamos en la calle. ¡Tranquila, no pasa nada! ¡Regresemos a casa, por favor!
Raquel- ¿Quiere que le ayude? ¿Quiere que les acompañe hasta su casa?
Emiliano- No, muchas gracias. Ya puedo yo. ¡Qué pase usted buena noche! (Dice saliendo con
Emiliano- (Antes de abandonar el escenario se vuelve) No debería estar usted a estas horas en
Emiliano- (Suspira) No sé. Tal vez se acatarre con tanta lluvia. (Se da media vuelta y
desaparece)
Marta- (Grita a pleno pulmón) ¿Me oyes? ¿Se me oye? ¿Hay alguien ahí? ¡Contesta, por favor!
Raquel- Ya te lo he dicho. No, era doña Mariposa. Ya ves que no era exagerada al decirte que
en este pueblo pasan cosas muy extrañas y eso que no te he contado ni la mitad.
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Raquel- ¡Y dale con los helicópteros! ¡Qué me importan los helicópteros! Te iba a hablar de
Vozarrón cuyo jefazo ha venido a este pueblo “in person” y nadie sabe en qué chanchullo está
metido. No me extrañaría nada que yo no fuese más que su cuartada para acudir a este rincón
alejado del mundo, pero no le voy a servir de mucho, no conseguiré ni un solo cliente. No
podrá justificar su presencia aquí con ningún volumen de negocio. Ni un solo cliente. ¿Es raro
o no es raro? Y eso sin contar que a pesar de que aquí casi no hay cobertura, en la montaña,
Raquel- Y falta el asunto del fantasma aullador que me encontré en la mina justo después de
Marta- ¡Un fantasma aullador! Caray, pues lo veo grave, sí y muy misterioso.
Raquel- Pues espero que todo este misterio se resuelva esta noche, cuando Víctor y yo
Marta- (Se ríe con picardía) Bueno, así aún suena mil veces mejor. Una mina abandonada, un
(Divertida)
Raquel- Déjate de películas que la noche tampoco está para paseítos de la mano. (Dice tras el
estallido de un trueno) Además no creas que va a ser agradable. He pasado mucho miedo en la
mina, tendrías que haber escuchado los alaridos que de ella brotaban. Los de doña Mariposa
Marta- Espero que no te estés metiendo en algún asunto turbio. Está bien que quieras ser
solidaria ayudando a un chico guapo en apuros, pero tampoco te pases. No me gustaría que
después lo lamentaras.
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Raquel- No te preocupes por nada. No tendré miedo ahora que voy acompañada. Además me
come la curiosidad. Necesito saber qué está pasando aquí y qué pinto yo en un pueblo donde a
Raquel- En eso hemos quedado. He salido a la hora, pero parece que se retrasa.
Marta- Espero que llegue pronto. Yo voy a provechar para llamar a Abel, el profe de ciencias, y
contarle todo esto. Estoy segura de que también a él le picará la curiosidad y se comprometerá
a publicarlo.
Marta- Entonces cuelgo y me pongo a ello. Tú ten cuidado, por favor. ¡No corras ningún riesgo!
Raquel- ¡Chao!
Ambas cuelgan y Marta comienza a marcar un número de teléfono cuando su luz se apaga y
desaparece de escena.
tormenta.
Raquel- (Mirando a un lado y al otro) Oigo pasos. Alguien viene y esta vez no voy a permitir
Entonces comienza a girar de un lado a otro tratando de no ser sorprendida por el autor de los
pasos que escucha. Cuando está vuelta hacia un lado, al fondo, el escenario es atravesado a
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toda velocidad por la figura envuelta en gasas grises rasgadas que desaparece de escena sin
Al fin aparece Víctor apresuradamente por un lado del escenario. Raquel lo descubre y
Víctor- Hola. Siento haberte hecho esperar. ¿Has terminado de cenar hace mucho?
Raquel- Hola. Un rato. Hoy la cena fue rápida. Por suerte El Charly parecía tener mucha prisa
y así que nos ahorró su música estruendosa y los chascarrillos y guasas de la última noche.
Víctor- He venido en cuanto he podido. Es que he tenido una excursioncita muy interesante
esta noche.
ironía) Doña Mariposa y su marido el taxista han estado por aquí. Ella aullando y él, el pobre,
Víctor- ¡Pobre mujer! Estoy seguro de que su estado nervioso se debe a las actividades de la
mina.
Raquel- Pues según decía, venía precisamente de allí. Y con esto. (Dice levantando los velos
rasgados grises) ¡Ya ves! Parece el uniforme de un fantasma. ¡Todo es demasiado extraño en
este pueblo!
Víctor- Pues aún hay más. He visitado las instalaciones de Vozarrón y es verdad lo que tú
decías. La antena es impresionante. Deberíamos tener cobertura desde cualquier rincón del
pueblo.
Raquel- (Perpleja) ¿Otra vez con los helicópteros a vueltas? ¡No lo entiendo!
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Víctor- Pues yo tampoco. Solo te puedo decir que he descubierto la magnífica pista de un
Raquel- (Pensativa) Seguro que el jefazo de Vozarrón que llegó aquí en helicóptero ha utilizado
esas instalaciones.
Víctor- No me extrañaría. Ya ves ¡En este pueblo en el que no hay ni centro comercial ni
siquiera hospital, ahora tenemos un helipuerto que ni en las películas norteamericanas! Y todo
Raquel- Pues que no se hable más. Ya lo he arreglado todo con mi amiga Marta. Así que no nos
queda más que grabar todo lo que suceda en la mina y enviárselo de inmediato. Ella se
encargará de hacerlo público. Todo el mundo se enterará. Las autoridades ya no podrán mirar
para otro lado. Tendrán que resolver el conflicto y o bien, permitir que la mina continúe o
cerrarla para siempre. Pero tendrán que pronunciarse públicamente. Creo que tras esta noche
Víctor- (Suspira hondo) Espero que al final la cierren, pero tienes razón. Sea cual sea la
resolución de las autoridades, al menos sabremos a qué atenernos y mi vida no seguirá ya más
Raquel- ¡Pues hagámoslo, avancemos y pongámonos en marcha! ¡La mina nos espera!
Víctor- (Asiente con la cabeza y le ofrece galante el brazo) ¿Qué te parece si me dejas un
espacio bajo el paraguas? Tenemos por delante un paseíto “muy agradable” (Dice justo
Raquel- (Sonríe tras el sobresalto y se engancha de su brazo) ¡Pues vamos allá! ¡A disfrutar de
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Los dos jóvenes caminan juntos, cogidos del brazo, bajo el paraguas, hasta que al fin salen de
Escena II
En primer plano, en un extremo del escenario se hallan un montón de cajas y al otro extremo,
también en primer plano, se ocultan Raquel y Víctor tras un contenedor de basura ya cerrado
halla repleto de pequeñas luces, simulando diminutas velas. La tormenta arrecia con sus rayos
y truenos y una estremecedora y sorda salmodia a ritmo de paso de semana santa parece
aproximarse lentamente.
Raquel-(Atónita susurra) ¿Qué es todo esto? ¿Qué significan esas luces, ese rumor? Te
Víctor-(Igualmente sorprendido) No tengo ni idea de qué está pasando. Pero tengo muy claro
que esto es cosa del alcalde y del maldito conde. ¿Qué se traerán entre manos? ¿Qué sacarán
Un grupo de personas elegantemente vestidas, desde el extremo opuesto del escenario donde
se ocultan Raquel y Víctor, avanzan lentamente hacia la cueva donde se encuentra la antigua
mina. Todos ellos caminan solemnes con los labios apretados y emitiendo un rumor sordo e
intermitente a ritmo de procesión de semana santa que llena el escenario como una misteriosa
plegaria. A medida que se acercan a la mina, forman una fila de a dos, de espaldas al público y
sin dejar de emitir el rumor sordo e intermitente se mueven simulando que siguen avanzando.
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Víctor-(Susurrando) ¡No me lo puedo creer! ¿Quién es toda esta gente? ¡Pensé que la mina
estaba abandonada! Jamás me hubiese imaginado que en plena noche esto estaría tan
concurrido. ¿Pero qué demonios está pasando aquí? ¿De dónde ha salido todo este personal?
Raquel- ¡Es alucinante! ¿Oyes eso? ¿Qué significa ese estremecedor cántico? ¿Tú comprendes
lo que estamos presenciando? ¡Recuerda a un ritual! ¡Todo esto parece una locura! ¡Dan más
Víctor-(Susurrando) Es verdad que todo esto impresiona. Seguro que se dirigen al interior de la
mina.
Víctor- ¿A qué?
Raquel- (Dubitativa) Parece una secta. ¿No? Yo diría que buscan el monolito.
Víctor- (Perplejo) Sugieres que estamos frente a un grupo de adoradores del monolito.
Raquel- ¡Qué sé yo! Pero es posible. ¡Todo esto es delirante! Ni el sigilo de los vecinos con sus
sustos ni la tormenta ni las ancianas aulladoras, esta escena es mucho más aterradora. Un
Víctor- No hay alternativa si queremos averiguar qué está pasando y grabarlo para hacerlo
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Raquel- (Se lo piensa un instante, pero enseguida se decide) ¡De eso nada! Yo te acompaño y
Raquel- ¡Completamente!
Víctor- Pues entonces, avanzaré yo primero para no ser visto. Cuando llegue a las rocas te
hago un gesto.
Raquel- De acuerdo. Entonces yo me reuniré de inmediato contigo. Supongo que desde ahí
Víctor- Debemos darnos prisa, parece que la columna de elegantes devotos avanza.
Raquel espera con el corazón en un puño y al fin ve como Víctor corre y se oculta tras unas
rocas. Es el turno de Raquel. Víctor le hace un gesto y la joven asiente. Se prepara para avanzar
hacia el nuevo escondite, observando a los allí reunidos para asegurarse de no ser vista. Pero
antes de que consiga saltar hasta el lugar donde se halla Víctor, una figura cubierta de velos
grises rasgados aparece en escena y se oculta tras las cajas que se hallan en el extremo
opuesto al contenedor. Y justo cuando Víctor intensifica sus señales hacia Raquel para que
esta corra y la joven está a punto de abandonar su escondrijo, la figura fantasmal decide
repentinamente echar a correr y caer de bruces sobre la chica que casi ya había salido de tras
el contenedor. La joven percibe el impacto sobre su cuerpo de algo que no distingue e intenta
Charly-¡Calla, por favor! ¡No grites, por lo que más quieras! ¡Qué nos van a descubrir!
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Raquel- ¡El fantasma! ¡Suéltame, suéltame! (Grita pero procurando no alertar a las personas
Charly- ¡Calla, de una vez! ¿No ves que no soy ningún fantasma? (Dicho esto se libera de los
velos que le cubren la cabeza y Raquel descubre a Charly, el hijo de doña Dorinda)
Raquel- (Confusa) ¿El Charly? ¿Eres tú el hijo de doña Dorinda? ¿El de la música escandalosa?
Raquel- (Suspirando aliviada una vez se asegura que no se halla con ningún fantasma) ¿Qué
demonios haces tú aquí en plena noche y vestido de esa manera? ¿A qué juegas?
Charly- (Lloroso) ¡No juego a nada! Yo no tengo nada que ver con eso. ¡Nada! Solo obedezco y
hago lo que me mandan. Nada más. ¡Y ahora la he cagado por completo y me la voy a cargar!
¡Es terrible!
Raquel- (Ahora es ella la que se preocupa porque se escuchen los lloriqueos del chaval)
Charly- ¡Todo está perdido! ¡He metido la pata hasta el cuello y me lo harán pagar muy caro!
¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué va a ser de mí? Creí que podría arreglarlo todo durante la
noche, pero no me imaginaba que iba encontrarme con esta movida, con toda esta gente rara.
Raquel- ¡Ptss! No hagas ruido y explícate. No entiendo una palabra. ¿Qué pintas tú en este
fregado? ¿Acaso eres cómplice del alcalde y del conde? ¿Te has aliado con ellos en contra de
todo el pueblo?
Charly-(Agobiado) ¡Yo no soy cómplice de nada! ¡De nada! Soy una víctima más. Yo solo hago
lo que me mandan. ¿Qué otra cosa podría hacer sino obedecer? Es lo que he intentado desde
el principio, seguir las instrucciones a raja tabla. No quería problemas con el alcalde, en casa
no podemos permitirnos algo así. Pero al final lo he echado todo a perder y no hay salida para
mí.
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Raquel- No entiendo de lo que hablas. ¿Qué es lo que has hecho? ¡Suéltalo ya!
Charly- (Hecho un mar de lágrimas) ¡Lo siento, lo siento! ¡Te pido disculpas! Yo te he asustado.
Hoy, esta mañana, aquí mismo en la mina. ¡Solo hacía lo que me mandaron! ¡Nada más! Tenía
que ser el fantasma de la mina y espantar a cuánto curioso quisiera colarse en su interior.
Nada más. Era divertido. No le hacía daño a nadie y me pagan un dinerito que nos viene a
todos muy bien. Lo lamento, siento haberte asustado, lo digo en serio. No tenía alternativa.
Raquel- (Enfadada muestra el manto de gasas que lleva en el bolsillo) Así que tú eras el
fantasma. El que me puso los pelos de punta y casi me mata de un susto. Pues lo has hecho
bien.
Charly- Perdóname, por favor. Yo no quería nada de esto. Tampoco meterme en este terrible
lío.
Raquel- ¿Y qué es lo que has hecho para que ahora estés tan asustado y arrepentido?
Raquel- (Molesta) ¡O sea que has perdido tu música! ¡Menuda chorrada! Deja de lloriquear.
¿No te da vergüenza montar este escándalo solo por eso? ¡Con la que está cayendo en este
pueblo! ¿Qué importa ahora tú música? ¿Te has dado cuenta del festival que hay aquí
montado? ¿Por qué nos vamos a preocupar de “tu música” en semejantes circunstancias? (En
Raquel- (Le hace un gesto para que espere) Quédate aquí con tu llorera que yo tengo que
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Charly- Se darán cuenta y me echarán. ¿Entiendes? El mismo alcalde me advirtió de que ni
tocase la mesa, que ni la mirase. Mi única misión era espantar a los curiosos. ¡Me va a matar
Charly- Ahí adentro hay un importante equipo de sonido. Una mesa de mezclas alucinante y un
equipo de megafonía que es la leche. ¡Yo quería obedecer y no tocar nada! Pero no lo pude
evitar. Solo quería escuchar mi música en un aparato como es debido. Y por eso la cagué.
Raquel- ¡Un súper equipo de megafonía! ¡Lo tienen todo magníficamente montado!
Raquel- (Le hace un gesto a Víctor para que aguarde y se vuelve hacia el muchacho) ¡No
lloriquees más y sobre todo no hagas ruido! Nosotros vamos a entrar. Le contaré a Víctor lo de
Charly- ¿De verdad harías eso por mí después del susto que te di esta mañana?
Raquel-(Tuerce un poco el gesto y suspira) ¡Qué remedio! También eres una víctima como yo.
(Concede al fin. Se asoma para avisar a Víctor que al fin cambiará de escondrijo y así lo hace.
Víctor- ¿Qué te ha sucedido? Pensé que te había dado un ataque de pánico y habías decidido
quedarte atrás.
darme cuenta de que estamos presenciando una pantomima donde hay más embaucados que
embaucadores.
Víctor- ¿Hablas del fantasma aullador que te ahuyentó esta mañana de la mina?
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Raquel- Exacto. El fantasma de la mina no es otro que El Charly. Así como lo oyes. El hijo de
los de la pensión. Ahora está desolado porque ha perdido su música. ¡Mira tú!
Víctor- ¡No me digas más! El miserable del alcalde contrató al muchacho para asustar a los
posibles curiosos.
Raquel- No sé que se traen entre manos estos miserables que se dedican a asustar a los
comenzando la grabación) Voy a grabarlo todo, todo y todo. Con este reportaje vamos a dar el
golpe.
Víctor advierte a la muchacha que se ha asomado para grabar porque dos personas han
El alcalde alcanza el principio de la fila y levanta las manos tratando de callar a todos los
Tanto Víctor como Raquel y Charly observan ocultos al alcalde que está a punto de hablar.
Víctor- Son el conde y el alcalde. ¡Los que faltaban! ¡Ahora ya estamos todos! El alcalde
Alcalde- (En voz alta) ¡Amigos todos! ¡Gracias por acudir a nuestro humilde pueblo! ¡Todos
hemos sido elegidos para estar aquí! ¡Todos! ¡Porque somos excepcionales y lo sabemos! Si
no fuese así no ocuparíamos los puestos más importantes en nuestra sociedad. Nosotros no
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somos los que obedecen. No. Ni los que están sometidos. No. Nosotros somos la clase
dirigente, la que ha nacido para controlar este mundo y al resto de sus habitantes. Para dirigir
a gentes que sin nosotros estarían perdidas, gentes que no saben qué hacer si no son
mandadas. El mundo nos necesita, sin nosotros no sería más que un montón de escoria
peleándose una contra otra. Nosotros somos la garantía de la sociedad capitalista. Los que
saben crear riqueza. Los que realmente son personas. Nosotros somos los valiosos. Los
Raquel- (Asiente con la cabeza) Si fuesen tan excepcionales no formarían parte de esta ridícula
farsa.
Alcalde- Y por eso estamos aquí. Por eso somos nosotros los que hemos sido llamados por una
fuerza superior. Una fuerza que está por encima de todos. Una fuerza que permitirá perpetuar
nuestro estatus superior que muchos amenazan con intención de arrebatarnos. Pero eso
jamás sucederá. (Ahora todos emiten un “no” al unísono) No porque jamás permitiremos que
nos arrebaten lo que es nuestro. Y por ello estamos aquí. ¡Todos reunidos para recibir el regalo
de la fuerza superior! Un regalo que pertenece a nuestra casta y solo a la nuestra. (Un sonoro
“sí” atruena la mina) ¡Elevad amigos míos vuestras voces y preparaos para sentir el poder de la
fuerza en vuestros cuerpos! ¡Ante todos se presenta el poder supremo! ¡El que garantizará
nuestra presencia en la cumbre de esta sociedad generación tras generación! ¡Aquí está ante
vosotros, amigos! ¡Aquí está para que podáis tocarlo! ¡Para que podáis sentir su fuerza
corriendo por vuestras venas! ¡Para que podáis sentir y compartir su poder! (El alcalde susurra
Conde- (Dubitativo murmura) ¿No será mejor que lo conectes tú? Ya sabes que me lío con la
tecnología.
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Alcalde- (Murmura enfadado) ¿Y me vienes ahora con esas? Haz el favor de obedecerme de
inmediato y ponerte al frente de la mesa. ¡Ya! ¡Y conecta las luces de una puñetera vez! ¡Y no
te equivoques! (El conde asiente, se aproxima a un rincón y se instala ante la mesa) ¡Aquí está,
amigos! (Grita al fin) ¡Inclinaos ante su visión! ¡Ante la visión de la fuerza! ¡Este es el monolito!
El alcalde hace el gesto y el conde conecta la luz. Entonces se proyecta sobre el escenario la
silueta del monolito que lo cubre todo. El rumor de éxtasis de los reunidos llena el escenario
mientras Charly se tapa los oídos aterrado y se pone el gorro del disfraz para protegerse del
estruendo.
Raquel- ¡Ahí está! ¡Es el monolito! ¡Lo estoy grabando todo, todo!
Alcalde- ¡Ha llegado el momento! Cada uno de nosotros está preparado para recibir la fuerza y
uno a uno nos inclinaremos a los pies del monolito para rozarlo con la punta de los dedos. Esto
será suficiente para recibir su poder y para conservar eternamente el que ahora poseemos.
Para aumentarlo si fuese posible. ¡Somos los elegidos! ¡Somos los importantes! Somos los
herederos del poder del monolito. (Un nuevo sí retumba en el escenario, mientras el alcalde se
dirige de nuevo susurrando al conde) ¿Preparado para conectar los cánticos angelicales?
Conde-(Mira un poco confuso al panel que tiene ante él, pero asiente) ¿Los cánticos
angelicales?
Alcalde- (Susurrando enfadado) ¡Claro! ¿No lo hemos repasado más de mil veces? ¡Los cantos
angelicales!
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Conde- Lo cantos angelicales, los cantos angelicales… (Musita mientras recorre con la mirada
el panel al completo)
Alcalde- ¡Adelante, amigos míos! ¡Elevad vuestras plegarias mientras realizamos nuestro ritual
Una primera pareja de personajes elegantes se aparta de grupo y avanza hacia el fondo del
La pareja que avanza al ritmo de procesión alcanza el fondo del escenario. El alcalde se vuelve
hacia el conde.
Alcalde- ¿Preparado? ¡Conéctalo cuanto te indique! (Con la mano en alto se dispone a realizar
un gesto para que el conde conecte los cantos angelicales y justo cuando la pareja se arrodilla
Conde- ¡Vamos allá con los cantos angelicales! ¡Qué serán estos! (Y los conecta)
Un terrible alarido brota de la megafonía. Los reunidos gritas aterrados. El conde horrorizado
pulsa otros botones y el sonido todavía es más estruendoso, provocando el pánico entre todo
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Raquel-¡Es horrible!
conseguirlo)
La pareja que a punto estaba de tocar el monolito se levanta y retrocede asustada. Los demás
gritan todavía en su lugar. En ese instante, Charly sale gritando de su escondrijo como un
Charly- ¡El panorama del final de los tiempos! ¡Último viaje por la tierra! ¡Marilyn Manson! ¡Yo
superstar!
Raquel- (Sin dejar de grabar) ¡Es el colmo! ¡Es Marilyn Manson! ¡El disco de Marilyn Manson!
Charly con su disfraz de fantasma alcanza al grupo de adoradores de monolito gritando como
un loco. Se desata entonces un pánico general. Todos huyen aterrorizados del fantasma que
repite el nombre de Marilyn Manson, mientras agita el paraguas que golpea a todos aquellos
que tropiezan con él provocando todavía más gritos, todavía más pánico.
Alcalde- ¡Tranquilos, amigos! ¡Qué no cunda el pánico! (Nadie le hace caso y se vuelve hacia el
conde) ¡Maldita sea! ¿No puedes apagar de una vez esa mierda?
Conde- ¡No sé! ¡No entiendo este aparato! No sé qué he conectado. ¡No sé como apagarlo! ¡Ya
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Alcalde- ¡Maldita sea mi estampa! ¡Todo se va al garete! ¡Todo a la mierda! ¡Ese imbécil de la
pensión! ¡Maldito el día que se me ocurrió contratarlo! ¡Menudo tarado! (E intenta de nuevo
sin resultado calmar a la masa que empieza a huir despavorida del fantasma aullador.)
Al fin Charly alcanza el control y apaga la estridente música de Marilyn Manson. Vuelve la
Charly- ¡Lo siento muchísimo! ¡Fue sin querer! No quería nada de esto. ¡Menuda cagada
superstar!
Alcalde- (Se encara con el muchacho) ¡Te la vas a cargar, chaval! ¡No vas a salir de rositas de
este fregado, mocoso de mierda! ¡Te voy a destruir! A ti y a toda tu familia. No vais a levantar
cabeza en muchas generaciones. Me has reventado el mejor negocio de mi vida. ¡El mejor!
Ahora que ya habíamos agotado por completo el subsuelo de este maldito pueblo y que ya no
quedaba nada rentable que extraer ni beneficio que obtener, al fin había encontrado la
solución definitiva. ¡Había dado con el negocio del siglo! ¡Esta sí que era una verdadera mina
de oro! Tenía a flor y nada de nuestra sociedad en mi mano. A los hombres más ricos del país
pizarrero y mira en que has convertido mi éxito. ¡Lo has visto! ¡Jamás volverán a escucharme!
¡Se han ido aterrorizados! ¡Muertos de miedo! ¡Te estrangularía con mis propias manos! Pero
será mejor dejarte con vida para que toda tu familia sufra las consecuencias de tus actos
Charly- Lo siento, perdóneme. No le haga nada a mi familia, por favor. Fue sin querer. Solo fue
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Alcalde- Además, nadie te va a salvar de una buena mano de leches, mocoso de las narices.
Alcalde- (Se vuelve sorprendido) ¡El que faltaba! ¡Nuestro amigo Víctor! ¡Lárgate que aquí no
Víctor- Le dijo que suelte al chaval. Está usted acabado. ¡Lo he visto todo! Lo he escuchado
todo. Lo voy a desenmascarar. Su carrera como “líder espiritual de los ricachones del país” ha
concluido. Se le va a caer el pelo por esta farsa ridícula. ¡Será usted el que no levante cabeza
durante generaciones!
Alcalde- (Suelta al muchacho y se encara con Víctor soltando una sonora carcajada) ¿Qué
puedes hacer tú contra mí? ¡Nada! ¡Ja ja! No me hagas reír. No tienes ni dónde caerte muerto.
Así que nadie te escuchará nunca. Nadie creería ni una sola palabra de un pobretón como tú si
te atrevieses a acusarme de algo. Nadie hace caso a los que no tienen dinero. ¡Cada uno vale lo
Víctor- ¿Ni siquiera los estafados? ¿Ni siquiera esas personas tan elegantes, poderosas y
adineradas? No creo que esos ricachones estén contentos con la burla que usted les ha
preparado.
Alcalde- (Se carcajea) Esos menos que nadie. Tal vez te crean, pero irán contra ti con todas sus
fuerzas. No van a admitir que un cualquiera los ponga en evidencia ante el mundo. ¡Ja ja! No
eres nadie. Tú palabra no vale nada contra mía. (Se ríe de nuevo con fuerza)
Raquel- (Asoma en ese momento de su escondrijo con el teléfono en la mano) Tal vez no crean
en su palabra, pero cuando contemplen ellos y todo el mundo, lo que he grabado con el
teléfono se le va a caer usted el pelo. Creo que si hay alguien aquí totalmente acabado es
usted, señor alcalde. Y desde luego, también su amiguito del alma, el señor conde.
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El conde obedece y se abalanza sobre Raquel. Pero antes de alcanzarla esta manipula el
teléfono y consigue enviar el mensaje. Entonces se vuelve hacia el grupo y anuncia satisfecha.
Raquel- Gracias, señor alcalde por la nueva antena de Vozarrón. Ahora ya entiendo para que la
necesitaba, para agasajar a sus colegas ricachones. En el pueblo apenas hay cobertura, pero
aquí en la vieja mina… ya sabe usted que la línea entra como un tiro. En estos momentos la
grabación ha llegado ya a su destino. En un par de días la verá usted en todas las televisiones y
Conde- ¿Está hablando en serio esta chica? ¿Es posible que lo haya grabado todo? (El alcalde
se ha quedado sin habla) Ahora sí que la has fastidiado bien. ¡No creas que me vas a arrastrar
por el fango! De eso nada. Ahora mismo me largo en busca de ayuda. Tengo contactos, sabes.
No en vano soy un conde y tú no eres más que un vulgar plebeyo. ¡Me largo! ¡Tendrás noticias
mías!
Víctor- Creo que nosotros también podemos largarnos. El espectáculo ya ha finalizado y no nos
queda nada que hacer por aquí. ¡Además estamos empapados! ¡Vamos!
Raquel- ¡Vamos Charly! Siento que hayas perdido el trabajo, pero a tu familia le irá bien. Te lo
prometo.
Alcalde- (Gritando furioso) ¡Esto no acabará aquí! ¡No vas a poder conmigo! ¡Nadie puede!
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Cae el telón.
Escena III
Se levanta el telón. Raquel está de nuevo aguardando en la estación cargada con su maleta y el
paraguas, puesto que no deja de llover. Mira a un lado y al otro como esperando encontrarse
con alguien. Como nadie aparece consulta el reloj y se decide a llamar por teléfono a Marta.
Raquel- ¡Hola! Sí, te llamo desde la estación. La aventura está a punto de terminar. (Suspira)
Raquel- Sí que lo estoy. Un poco preocupada sí, pero al fin decidida a iniciar un nuevo camino.
Marta- Pero ya estarás acostumbrada al terror del bueno, porque la escena que presenciasteis
en la mina os prepara para cualquier miedo venidero. ¡Fue la bomba! Ya sé que ya han pasado
varios días, pero yo sigo sin sacármelo de la cabeza. Si hubiese estado presente como tú, creo
Raquel- Sí fue todo muy terrible, pero ya quedó atrás. Ahora tengo que concentrarme en mirar
hacia adelante.
Marta- Yo también voy a hacer eso. ¿Sabes? Mirar hacia adelante y voy a aceptar la invitación
Marta- Al final resultó que no lo era tanto. Se puso como loco cuando le pasé el material que
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felicitaron muchas veces. ¡Fue una noticia bomba y él disfrutó plenamente del protagonismo!
Tal vez ahora que se ha calmado todo un poco solo quiera agradecérmelo con una cena. Pero a
Raquel- ¡Sería gracioso que a causa de la vieja mina te echaras un novio al fin! ¡Menuda
sorpresa!
Marta- Pues sí. Y lo más paradójico es que me lo echase yo en lugar de ti. Porque ¿qué pasa
con Víctor? ¿Lo has vuelto a ver? ¿Has quedado con él?
Raquel- (Negando con la cabeza)Ni siquiera he tenido oportunidad de darle mi teléfono. Hace
un par de días que no lo veo. Ha estado ocupadísimo con todo el revuelo de las grabaciones en
los medios de comunicación. Parece que se ha convertido en el líder de la lucha del pueblo
contra los derechos del conde sobre la tierra. Seguro que después del escándalo terminarán
dimitir y ha sido citado por el juez. No me extrañaría nada que terminase en la cárcel. Seguro
Raquel- Yo no he podido avisarlo, pero ya sabes que este es un pueblo pequeño y todo se
sabe.
Raquel- (Cariacontecida) Pero el tren está a punto de llegar. (De repente, se gira atenta y
Raquel- (Inquieta) ¿Hago como que no escucho y me dejo sorprender o me doy la vuelta y lo
espero?
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Marta- ¡Qué más da! Tú sobre todo no te olvides de darle tu teléfono para que pueda
localizarte. Sé que te gusta y que tú le gustas a él. Así que cuelgo enseguida. ¡Ya me contarás
Raquel permanece de frente al escenario aguardando que Víctor la sorprenda. Pero es Dorinda
Dorinda- ¡Qué bien que no se ha marchado aún, hija mía! Le he traído unas croquetas de
espinacas recién hechas para el viaje. Le encantarán. (Le entrega una fiambrera)
Raquel- ¡Ah! Es usted doña Dorinda. ¡Gracias! ¡Qué amable! Son deliciosas la verdad. ¡Me
encantan!
Dorinda- Es lo menos que se merece después de todo lo que ha hecho por nosotros.
Dorinda- No sea modesta. Usted ha sido fundamental en todo lo sucedido. No sabe lo bien que
llenado la pensión hasta arriba, cosa que necesitábamos ya más que el respirar. Y eso sin
contar que ahora mi marido podrá regresar a su negocio ganadero. Esa ha sido la mejor de las
noticias. ¡La mejor! Y a usted también tengo que agradecer que mi Charly se haya apartado
para siempre del camino de esos malos hombres, porque eran ricos, sí y poderosos, pero eran
unos canallas de marca anzuelo. ¡Una marca muy importante! Y todo tenemos que
Dorinda se abalanza sobre la muchacha y la besa sonoramente. Tras eso se da media vuelta.
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Dorinda- Tengo que regresar para preparar la comida a un montón de comensales. Le deseo lo
mejor del mundo. ¡Se lo merece todo! ¡Que tenga muy buen viaje! ¡Hasta pronto! ¡Regrese
cuando quiera! Nos encantará tenerla de de nuevo en casa. (Sale del escenario)
Raquel- (Compungida) Parece que los únicos besos que me llevaré de este pueblo van a ser los
de la buena de Dorinda.
al tren. Y al fin aparece Víctor. Como ella ya no lo espera, sufre el consabido sobresalto cuando
Raquel- Pensé en pasar por tu casa para hacerlo yo misma, pero me dijo tu cuñado que
estabas muy liado con la prensa y con los inspectores. Los últimos días han sido una locura
para todos.
Víctor- Pero al final todo ha salido bien para nosotros. Para el pueblo. La mina se ha
clausurado definitivamente y las autoridades han prometido fondos para la recuperación del
medio ambiente. Mientras la prensa siga hablando del caso de los ricachones estafados, no
creo que se atrevan a echarse atrás. Tendremos el dinero y este pueblo podrá empezar de
Víctor- Para tanto y más. Sabes que si no fuese por tu aparición a causa de la mala jugada que
te hicieron los de Vozarrón, jamás hubiese resuelto el misterio de la mina y a estas horas
estaría haciendo las maletas para abandonar el país. Tengo demasiado que agradecerte. Has
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Víctor- (Sorprendido) ¿En serio? Y eso por qué.
Raquel- Porque he seguido tus consejos. Tus palabras sobre la lucha contra los poderosos,
sobre el camino de cooperación que la gente común debemos seguir para defender nuestros
respecto a Vozarrón.
Raquel- ¡Como lo oyes! Le he dado la patada, nada más y nada menos que a la gran compañía
con la que todos parecen soñar. La dejo al fin. Y gracias a ti he decidido establecerme por mi
cuenta. Tengo un dinerito, aunque es poca cosa. Los ahorros de una trabajadora. Me lo dejó al
morir mi tía Maruja y lo utilizaré para montar mi propio laboratorio. Voy a recuperar mi
proyecto de redes de conexión entre hospitales para el diagnóstico remoto en zonas rurales o
deprimidas.
Víctor- ¡Chica, me parece una idea fantástica! Incluso nos vendría bien para este pueblo que
no tenemos ni centro de salud. Tal vez gracias a esa tecnología podríamos atender a las
Alondras y las Mariposas de sus dolencias derivadas de la avaricia del conde y del alcalde sin
Raquel- Sí, me gustaría. Y también sería fantástico poder ayudar al Emiliano. Me da pena el
pobre, tan deprimido por haber sido él el artífice del monolito. Aún por encima se siente
Raquel- No, bueno, sí. Bueno, no solo por Emiliano, claro. (Se oye el ruido del tren que se
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Víctor- Es que he estado pensando que después del ajetreo de los últimos días con la prensa y
parece?
Raquel- (Murmura molesta) ¡Qué rabia, ya llega el tren! (Nerviosa mirando al tren que se
aproxima habla en alto.) Sí, claro, me parece una idea, bien, bueno, no sé…. fantástica. ¡El tren
ya está aquí!
Víctor- ¿Tú crees que podríamos quedar en la ciudad? Ya sabes, para salir, pasear, tomar algo
Raquel-(Evidentemente nerviosa) Sí… bueno…creo que sí. Sí, estoy segura. Sí, definitivamente.
Sí. Me parece perfecto. Podemos quedar, desde luego. (De repente, mete la mano en el bolso
y saca una tarjeta) ¡Toma! Será mejor así. Ahí está mi teléfono. Por si al final se te olvidaba
Víctor- ¡Vaya, ha llegado pronto! (Dubitativo) Bueno, espero que tengas buen viaje. Nos
Raquel asiente y en ese instante Víctor se aproxima lentamente para besarla, pero justo
cuando va a darle el beso, estalla un trueno que los sobresalta y los separa.
Es entonces cuando Raquel se decide a ser ella esta vez la que intente el beso y justo en el
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Víctor- (Riendo) Parece que este beso no va a suceder. Todo a nuestro alrededor parece
Raquel- Es verdad. (Sonríe) Parece que todo lo que deseamos se vuelve difícil. Pero ahora nos
Fin
Escalofríos
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ISBN: 978-84-617-2621-9
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