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Metodología de la Investigación en Psicología II

Carrera de Psicología - FACE – UNCo


Año 2015

LA INVESTIGACIÓN SOCIAL COMO PUNTO DE VISTA SITUADO:


ACERCA DE LA OBJETIVIDAD ENCARNADA Y LA OBJETIVIDAD DINÁMICA EN EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN
DEL CONOCIMIENTO

Prof. Natalia Fernandez


Dra. Marcela Alejandra Parra

INTRODUCCIÓN: ACERCÁNDONOS A LAS EPISTEMOLOGÍAS FEMINISTAS

A través de la presente ficha queremos dar cuenta de aspectos presentes en la producción del
conocimiento en la investigación social de acuerdo con los principios de las epistemologías feministas. En
espacial, haremos hincapié en el concepto de de objetividad entendido como conocimiento situado, objetividad
encarnada, objetividad feminista, objetividad dinámica.
Las epistemologías feministas ofrecen un heterogéneo bagaje teórico- conceptual que pone en tela de
juicio ciertas presuposiciones básicas de la epistemología tradicional tal como ha sido entendida desde el
pensamiento hegemónico de la modernidad. La epistemología tradicional defiende una supuesta teoría general
del conocimiento que ignora el contexto social del sujeto cognoscente y pretende un conocimiento neutral
entendido como verdad única y absoluta. Por el contrario, el feminismo sostiene que el sujeto del conocimiento
está inserto y situado en un contexto socio- histórico particular cuyo cuerpo, intereses y emociones son
relevantes para el conocimiento que dicho sujeto produce. En este sentido, los conocimientos que se generan
son siempre situados (Haraway, 1991) y los estándares de justificación son siempre contextuales.
Para comprender la producción del conocimiento científico, sus bases epistemológicas y metodológicas,
es necesario problematizar y analizar la producción/es de sentidos en torno a qué se entiende por ciencia,
quién/ quienes la producen, cuáles son los intereses que se juegan en la construcción del conocimiento, qué tipo
de conocimiento. En este caso, el papel que cumplen las epistemologías feministas es fundamental para
comprender este complejo proceso. De este modo, es pertinente de-construir el estatuto científico hegemónico
a partir de los aportes de las feministas y de estudios que aborden la perspectiva de género para realizar un
análisis crítico de la realidad científica. En este sentido, retomamos una frase de una socióloga española que
sintetiza este aspecto, “No es suficiente que las mujeres se incorporen a las ciencias sino que es preciso modificar
el discurso que produce la autoridad científica” (García Sainz, 2002).
Las epistemologías feministas no responden a un bagaje homogéneo en las concepciones sobre ciencia,
metodología, construcción del conocimiento, etc. Al contrario, existen diferentes corrientes al interior de las
mismas, siendo que dichas corrientes convergen en reconocer al feminismo como movimiento político para el
cambio social. En este sentido, el compromiso político es uno de los principales rasgos constitutivos de las
epistemologías feministas, como también una de las características principales que la distinguen de otras teorías
del conocimiento.
En ese marco, consideramos la investigación social como práctica situada que se asienta en diversos
lugares teóricos, epistemológicos y metodológicos siendo, desde allí, que el /la investigador/a se implica y se

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constituye como sujeto/a político/a. Así entendida, la investigación es una construcción histórica, contingente,
cultural y social que implica posicionarnos desde ciertos parámetros acerca del ‘saber científico’ y de su relación
en los diversos asuntos sociales.
En ese sentido, la ciencia no escapa las condiciones sociales en que se produce y se encentra envuelta en
relaciones de poder y de saber. “No hay ciencia por fuera de la historia, ni objetividad por fuera de la política, ni
cientificidad por fuera del género, la clase, la raza, la edad, la preferencia sexual “. (Villarreal, 2014)1
A continuación presentamos algunas ideas preliminares acerca de los textos de Donna Haraway (1991) y
de Fox Keller (2004) que pretenden hacer más accesible los textos de dichas autoras aunque la lectura de esta
ficha no re-emplaza de ningún modo la lectura de aquellos. Es necesario prestar atención a la propuesta que
cada una de las autoras plantea para el abordaje de otras formas de conocimiento, las críticas que realizan y sus
propuestas.

LA PROPUESTA DE LA OBJETIVIDAD ENCARNADA, LOS CONOCIMIENTOS SITUADOS Y LA CONEXIÓN PARCIAL

En el caso de Haraway, su propuesta es analizar y construir conocimientos situados como privilegio de


una perspectiva parcial, de una objetividad encarnada, en contraste con la objetividad que plantea la ciencia
moderna.
A la visión androcéntrica hegemónica de la ciencia, esta autora feminista la ha llamado la “visión desde
ninguna parte” y “el truco divino” ya que supuestamente quien investiga puede escaparse de sus intereses y
localización como cuerpo específico en circunstancias específicas. Esta pretendida visión objetiva procura
neutralizar las categorías centrales de la ciencia.
Haraway propone la idea de una objetividad encarnada y de conocimientos situados que aluden al
reconocimiento de la particularidad y de la encarnación de toda visión. Desde su perspectiva, la objetividad no
hace referencia a esa falsa visión que promete la trascendencia de todos los límites y responsabilidades y que
hace un desdoblamiento del sujeto y el objeto. Tampoco su concepción de objetividad hace referencia a la
movilidad e intercambiabilidad infinitas2 o a un conocimiento irresponsable e insituado. Por el contrario, la
objetividad alude más bien a una visión encarnada y particular que se opone a la búsqueda de cualquier
conocimiento general.
Quisiéramos entonces apropiarnos de la idea de objetividad encarnada que propone Haraway (1991) así
como también echar mano al concepto de conocimientos situados que formula esta autora. Desde ellos,
enfatizaremos la particularidad y la encarnación que tiene toda visión (Haraway, 1991) alejándonos tanto de las
concepciones positivistas como relativistas de la objetividad. Desde las primeras, la objetividad se entiende
como esa falsa visión que promete la trascendencia de todos los límites y responsabilidades y que produce un
desdoblamiento del sujeto respecto al objeto. Desde las segundas, la objetividad se entiende como la posibilidad
de movilidad e intercambiabilidad infinitas. Ambas concepciones implican la existencia de un conocimiento
irresponsable e insituado.

1
Villarreal, Jorgelina (2014) Introducción al Módulo I. Metodología de la Investigación social y educativa. Profesorado y Licenciatura en
Ciencias de la Educación. Facultad de Ciencias de la Educación. UNCo
2
En ese sentido la autora critica al relativismo sosteniendo que éste es el espejo perfecto de la totalización en las ideologías de la
objetividad y que tanto el relativismo como el positivismo lo que hacen es negar la localización, la encarnación y la perspectiva parcial.

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En contraposición tanto al positivismo como al relativismo, desde la perspectiva de Haraway (1991)


podemos pensar la objetividad como una visión encarnada y particular. Un punto de vista que nunca es
imparcial porque siempre lleva las marcas del flujo de la experiencia que lo produjo (Birulés, 2000). Una mirada
que, sin caer en el relativismo, siempre es en algún sentido modo relativa la perspectiva desde la cual miramos
(Pujal i Llombart, 2005). Una perspectiva donde la especificidad y la diferencia son siempre elaboradas
(Haraway, 1991).
La perspectiva parcial es la que promete una visión objetiva, la cual no significa abrazar al relativismo,
por el contrario. La autora plantea que el relativismo absoluto también es un gesto colonizador que unifica la
experiencia del desconocimiento tanto como el objetivismo lo hace como ‘conocimiento pleno’. Esta manera de
entender la objetividad favorece la contestación, la deconstrucción y la construcción apasionada a la vez que se
constituye en un posicionamiento crítico que se orienta a transformar los sistemas de conocimiento y las
maneras de mirar. En ese sentido, la propuesta de Haraway incluye tanto la responsabilidad por las formas de
conocer así como la posibilidad de establecer conexiones impensadas para la reflexión y la acción política
(Montenegro, 2001).
La propuesta de la autora consiste en una concepción de objetividad que tiende a favorecer la
contestación, la deconstrucción y la construcción apasionada, de un posicionamiento crítico que busca
transformar los sistemas de conocimiento y las maneras de mirar y reconoce responsabilidad que tenemos
acerca de nuestras propias formas de conocer así como la posibilidad de establecer conexiones impensadas que
podrán resultar productivas para la reflexión y acción política (Montenegro, 2001). En este sentido, la autora
plantea que la visión de los subyugados, como de las mujeres, son posiciones que buscan ‘ver bien’ o ‘ver
mejor’, al situar a la objetividad como el reconocimiento del punto de partida del propio conocer y de sus
limitaciones y carácter contingente. Sin embargo, se trata siempre de visiones parciales y no de verdades
absolutas.
Haraway propone también el concepto de articulación y lo entiende no como identidad, sino más bien
como conexión parcial. En ese sentido, “el yo que conoce –dirá Haraway (1991: 332) es siempre parcial, nunca
terminado, total (...) siempre construido, remendado y, por lo tanto, es capaz de unirse a otro, de ver junto al
otro sin pretender ser el otro; ésta es la promesa de la objetividad: un conocedor científico busca la posición del
sujeto no de la identidad, sino de la objetividad, es decir, de la conexión parcial”.
La investigación no sigue una lógica de descubrimiento (Haraway, 1991) ni de reproducción o reflejo de
la realidad social. Investigar es un proceso más bien productivo en el mismo sentido en que las tradiciones
hermenéuticas entienden que productiva es también la comprensión (Lulo, 2002).
Así, la investigación tiene que ver con ir al encuentro de aquello que no existe al inicio del camino del
conocimiento. La investigación tiene que ver con “buscar la perspectiva desde puntos de vista que nunca
conoceremos de antemano, que prometen algo extraordinario y que nos llevarán a construir mundos menos
organizados en torno a ejes de dominación” (Haraway, 1991:329).

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LA APUESTA POR UNA OBJETIVIDAD Y AUTONOMÍA DINÁMICA

Por su parte, Fox Keller (1989) propone pensar la influencia del concepto de "genero" en la práctica y en
el pensamiento científico y la supuesta neutralidad emocional y sexual en la ciencia. Ante ello, su propuesta es
pensar en una ‘objetividad dinámica’ en el proceso científico.
La pregunta central que realiza es: ¿en qué medida está ligada la naturaleza de la ciencia a la idea de
masculinidad y qué podría significar que la ciencia fuera de otra forma distinta? Para responderla realiza una
conjunción histórica de la ciencia y la masculinidad, ciencia y feminidad o cómo la construcción de los hombres y
mujeres ha afectado a la construcción de la ciencia.
Fox Keller (1989) plantea que, la perspectiva crucial que le debemos tanto a Freud como a Piaget, es
aquella según la cual la capacidad de objetividad -entendida como la posibilidad de delinear al sujeto con
respecto al objeto- no es innata sino adquirida. Ella es resultado de un proceso a través del cual se forma el
sentido del yo en el niño, es decir, se forma la capacidad de distinguir el yo del no yo, el “mí” del “no mi”. Dicha
capacidad de distinción será la precondición necesaria –aunque no la única- tanto para la ciencia como para el
amor. El desarrollo emocional no acaba con la mera aceptación de la separación de cada cual sino que es en
dicha separación donde comienza.
Así, esta autora pone en tensión dos formas de conceptualizar la objetividad – la objetividad estática y la
objetividad dinámica- que estarían estrechamente relacionadas con dos maneras de entender la autonomía –la
autonomía estática y la autonomía dinámica- debido a que, según Fox Keller (1989) el significado que asignamos
a la objetividad refleja nuestra forma de entender la autonomía y, en parte, está determinado por ella.
Desde su perspectiva, la objetividad tiene que ver con nuestra búsqueda por entender el mundo que nos
rodea de una manera auténtica y fiable. Si dicha búsqueda empieza por la separación entre el sujeto y el objeto,
estaremos frente a una concepción de objetividad estática que será, a su vez, paralela a una idea de autonomía
estática. Por el contrario, si esa búsqueda comienza garantizando la independencia e integridad del mundo que
nos rodea sin dejar de ser consciente de nuestra propia conectividad con ese mundo y apoyándose en ella,
estaremos frente a una concepción de objetividad dinámica que será, a su vez, paralela a una concepción de
autonomía dinámica (Fox Keller, 1989).
Dicha objetividad dinámica implicará una forma de conocimiento que, en su búsqueda de una
objetividad más efectiva, hará uso de la experiencia subjetiva y tomará como premisa fundamental la
continuidad entre el yo y el mundo y reconocerá que la diferencia entre yo y el otro, más que un obstáculo, es
una oportunidad para una relación más profunda y articulada.
A su vez, la concepción de autonomía dinámica implicará un yo que, al tiempo que se relaciona, se
diferencia de los otros, un yo lo suficientemente seguro como para tolerar tanto la diferencia como la
continuidad, un yo donde los otros pueden ser reconocidos desde sus intereses y sentimientos en tanto se
constituyen como sujetos independientes que, a la vez, se encuentran relacionados.
Este tipo de autonomía se desarrolla esencialmente a partir de la experiencia de continuidad y de la
reciprocidad de sentimientos y no a partir de la experiencia de la competencia como ocurre en el caso de la
autonomía estática. En ese sentido, la autonomía dinámica es realzada por la experiencia de conectividad con
los demás y por la propia experiencia subjetiva más que verse amenazada por ellas.

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En contraposición a la autonomía estática, este tipo de autonomía no se desarrolla simplemente a partir


de la experiencia competitiva sino, esencialmente, a partir de la experiencia de continuidad y reciprocidad de
sentimientos. En ese sentido, la autonomía dinámica se ve realzada más que amenazada por la conectividad con
los otros al tiempo que saca provecho de la experiencia subjetiva (Fox Keller, 1989).

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

La investigación feminista se puede considerar como aquella que busca pensarse desde una objetividad
dinámica (Fox Keller) y encarnada (Harraway, 1991) que es correlativa de una autonomía dinámica.
En este marco, hablamos de sujetos de la investigación para enfatizar el carácter vivo y dinámico de los
procesos con los cuales pretendemos articularnos (Haraway, 1991). En ese sentido, y siguiendo Fox Keller
(1989), podríamos decir que nuestros “objetos” tienen que ser redefinidos como otros “sujetos”. De tal manera,
si el conocimiento es situado significa que puede ser comprometido y responsable y, a partir de allí, es que la
relación situada es sujeto-sujeto o cuerpo-cuerpo alejándonos de la falacia sujeto- objeto, base de la regulación
del objetivismo absoluto.
La separación positivista entre sujeto y objeto representa la masculinidad, el separarse, el distanciarse
del otro para poder controlarlo (Fox Keller, 1989) al tiempo que, hablar de objeto, hace alusión a una cosa pasiva
e inerte. En contraposición, los conocimientos situados requieren que el objeto de conocimiento sea
representado, no como una pantalla, sino como un actor y un agente generador de significados. En ese sentido –
dirá Haraway (1991)- las versiones de un mundo “real” no dependerán ya de una lógica de “descubrimiento”
que realiza un sujeto en relación a un objeto sino de una relación social de conversación entre dos sujetos,
relación que está siempre cargada de poder.
El concepto de articulación de Haraway nos ayuda a profundizar esta idea de relación entre sujetos.
Para esta autora, lo que se establece en una investigación es una articulación entre sujetos, articulación que es
cercanía pero que no es identidad sino, en todo caso, una conexión parcial. De este modo, “el yo que conoce –
dirá Haraway (1991: 332)- es siempre parcial, nunca terminado, total (...) siempre construido, remendado y, por
lo tanto, es capaz de unirse a otro, de ver junto al otro sin pretender ser el otro; ésta es la promesa de la
objetividad: un conocedor científico busca la posición del sujeto no de la identidad, sino de la objetividad, es
decir, de la conexión parcial”. Articulación que es también vínculo aunque no –advierte esta autora- confusión
con el otro.
Dicha articulación, en última instancia, constituye un filtro óptico que ofrece enormes posibilidades. Un
filtro que nos permite mirar las cosas pero no desde un distanciamiento descriptivo y ventrílocuo “que hable
por” los representados y reproduzca una “política semiótica de la representación”, sino desde el ejercicio de una
“política semiótica de la articulación” (García Dauder y Romero Bachiller, 2002). Parafraseando a Spink (1999),
no se trata de dar voz a los que no tienen voz sino, en todo caso, de ejercitar el oído de quienes no sabemos
escuchar. O, retomando a Burman (1998:14), de “desplazarse desde una óptica en la que se da voz a las víctimas
hacia una escucha de sujetos que reivindican activamente y no buscan pasivamente que otros le ofrezcan
oportunidad de cambio”.
En suma, nuestra apuesta se dirige a pensar una objetividad relacional, encarnada, situada y dinámica
correlativa a un concepto autonomía dinámica de nosotros mismos. Esta apuesta se conecta y se profundiza en

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el planteo de Biglia (2005) acerca del reconocimiento de la perspectiva situada (Haraway, 1995) que caracteriza
a la investigación activista feminista. Así, según la mencionada autora, no sólo es necesario reconocer desde
donde se mira sino explicitarlo de modo que, las otras personas que interactúan con la investigación (como
participantes, observadoras, lectoras de informes etc.) tengan más elementos para comprender y criticar los
análisis que se realizan. Esto tiene relación también con una posición ética en la investigación respecto a
aquellos con quienes investigamos.
Consideramos que la tarea del pensamiento no es neutral y las relaciones entre epistemología y política
lejos de ser instrumentales o exteriores son más bien internas3. ¿Con quién pensamos?, ¿de qué parte nos
colocamos? (Posse y otros, 2004:35) son algunas de las tantas preguntas que no podemos dejar de contestarnos
ni de explicitar. Esto no invalida nuestros esfuerzos por conseguir “versiones fidedignas de un mundo real”
(Haraway, 1991:321), por el contrario, nos hace aún más responsable de ellas. Como sostiene Birulés (2000), la
tarea creativa consiste en aprender a convivir con una contingencia y ambigüedad irreductibles, no en ignorarlas
o sumirse mansamente a ellas. El no ignorarlas significa, entre otras cosas, recoger algunos hilos con los que
empezar a tejer un pensamiento que sepa de su precariedad, pero que no renuncie a sí mismo por este motivo.
Como sostiene Biglia (2005), la investigación activista feminista implica la asunción de
responsabilidades, es decir, el reconocimiento de la propia a-neutralidad y de las propias responsabilidades en
relación a posibles usos que de los datos recolectados o de los logros conseguidos se puedan hacer, así como de
todo el proceso. A-neutralidad que viene de la mano con el reconocimiento de asumir una posición situada y no
sólo determinada por los roles sociales sino también por nuestras elecciones. Por esto en la práctica
investigadora debemos siempre de preguntarnos ¿para quién estamos haciendo la investigación? ¿cuáles son
los posibles usos de los resultados del trabajo en el que participamos?. Es importante marcarnos criterios éticos
a tener presentes en todos los momentos de la investigación desde su diseño hasta las difusiones de lo
aprendido en el proceso, pasando, obviamente por el respeto y el cuidado de las otras subjetividades.

3
Si bien epistemología y política son dos niveles diferentes –y es necesario que así puedan establecerse a riesgo, de lo contrario, de
responder cuestiones epistemológicas desde una perspectiva política- (Pujal i Llombart, 2005), ellos están íntimamente articulados.

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BIBLIOGRAFÍA
Biglia, B. (2007). Teorías ¿sobre/para/desde/en/por? los MS. Agora. Revista de Ciencias Sociales n° 17. Valencia:
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García Dauder, S. y Romero, C. (2002). Rompiendo viejos dualismos: De las (im)posibilidades de la articulación.
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Disponible en http://antalya.uab.es/athenea/num2/Garcia.pdf Fecha de consulta: 09-10-10.
García Sanz, C (2002) Modificar las relaciones de poder. Perspectivas (25) Isis International. pp12-17.
Disponible en http://bdigital.unal.edu.co. Fecha de consulta: 3/06/2012
Haraway, D. (1991). Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra (1995).
Keller Fox, E. (1989). Reflexiones sobre género y ciencia. Valencia: Alfons el Magnánim.
Lulo J. (2002). La vía hermenéutica: las ciencias sociales entre la epistemología y la ontología. En Schuster F.
(2002). Filosofía y métodos de las ciencias sociales. Buenos Aires: Ed. Manantial.
Montenegro, M. (2001). Conocimientos, agentes y articulaciones: una mirada situada a la intervención social.
Tesis presentada para optar al grado de Doctora en Psicología Social por la Universidad Autónoma de
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Posse y otros (2004). Nociones comunes. Experiencias y ensayos entre investigación y militancia. Madrid:
Traficantes de Sueños.
Pujal i Llombart, M. (2005). Estudis socials de la Subjecció i la Subjectivitat des del post-estructuralisme i el post-
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Spink, P. (1999) Psychology and Civil Society – remembering Gramsci. XXVII Interamerican Congress of
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Licenciatura en Ciencias de la Educación. Facultad de Ciencias de la Educación. UNCo

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