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“...Hija mía, Adán cayó tan bajo porque se sustrajo de una Voluntad
expresa de su Creador, en la cual venía encerrada la prueba para probarlo
en su fidelidad hacia Aquél que le había dado la vida y todos los bienes
que poseía. Mucho más que lo que Dios pedía de él, ante los tantos bienes
que gratuitamente le había dado, era que se privara, de los tantos frutos que
le había otorgado, sólo de uno por amor a Aquél que tanto le había dado.
Y en este pequeño sacrificio que Dios quería de él, le había hecho saber
que no quería otra cosa que estar seguro de su amor y de su fidelidad.
Adán debería haberse sentido honrado de que su Creador quería estar
seguro del amor de su criatura. Se acrecentó la culpa porque aquél que lo
atrajo y persuadió a caer, no era un ser superior a él, sino una vil serpiente,
su capital enemigo.”[1]
Vol. 1.
El demonio viéndote humilde y resignada, toda abismada en tu nada,
no tendrá fuerza de acercarse. He aquí que donde tú creías perder, harás
grandes adquisiciones.
Verdaderos poseídos.
...Estaban tan inflados de ellos mismos que daban piedad, pero lo que
más me impresionó fue el ver que estos tales, casi todos eran
sectarios, almas vendidas al demonio. ¡Qué tristes tiempos! Parecía que
propiamente reinaba el reino satánico, y su confianza en vez de ponerla en
Dios la ponían en el demonio.
Salvador Thomassiny