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TEMA 9: LAS ACTIVIDADES TERCIARIAS EN LAS ECONOMÍAS

DESARROLLADAS

1. INTRODUCCIÓN
En este tema estudiaremos las actividades terciarias como principales definidoras y
dinamizadores de las economías desarrolladas.
El sector servicios, también conocido como sector terciario, es uno de los tres grandes sectores
en los que se dividen las actividades económicas. En general, podemos definirlo como el sector
que no produce bienes materiales, sino que provee a la población de servicios necesarios para
satisfacer sus necesidades. Este sector es muy variado y engloba una amplia gama de actividades:
comercio, transporte, comunicaciones, servicios financieros, servicios sociales (educación,
sanidad), turismo y un largo etcétera. Su origen se retrotrae hasta la aparición de las primeras
actividades administrativas y la organización de los ejércitos, si bien es en el periodo
contemporáneo cuando este sector ha alcanzado su máximo nivel de desarrollo, así como de
diversificación y de especialización. En el siglo XX, la expansión urbanizadora y el desarrollo
industrial dieron el empuje definitivo a un sector que se hoy es clave en los países desarrollados
del mundo (encuadra a casi dos tercios de la población activa y aporta una proporción similar al
PIB).
Para que una actividad sea calificada como servicio debe ser intangible o inmaterial, y un acto de
intermediación entre producción y consumo. Este sector ha adquirido un mayor peso económico
durante las últimas décadas debido al aumento generalizado del consumo, la desindustrialización
de las economías desarrolladas, y la demanda de empleo especializados. Por este motivo, ciertos
autores aluden hoy a la sociedad de los servicios o sociedad postindustrial.
1. ACTIVIDAD TERCIARIA Y TERCIARIZACIÓN EN LAS ECONOMÍAS
DESARROLLADAS
1.1. La heterogeneidad de las actividades terciarias
El sector terciario engloba una gran diversidad de actividades económicas. Si bien las actividades
de intercambio material de productos han sido tradicionalmente las que mejor definían la
actividad terciaria, estas se han diversificado tanto durante las últimas décadas, dificultando la
definición concreta de este sector económico.
Podemos distinguir dos grandes grupos de actividades dentro del sector servicios actual: las
altamente cualificadas, relacionadas con la investigación, las nuevas tecnologías y la prestación
de servicios sanitarios y asistenciales de calidad (esto es informática, medicina, pedagogía,
formación y cultura) y las de cualificación inferior (trabajo doméstico, ciertos tipos de comercio
como la venta ambulante y, en general, toda una gama de servicios que funcionan en la economía
sumergida). Ambos tipos conviven incluso en las economías más desarrolladas, pero es obvio que
es el primer grupo el que las define.
La ONU, por su parte, califica las actividades terciarias en cuatro categorías:
- Comercio al por mayor y menor, hostelería, hoteles y reparaciones.
- Transporte, almacenamiento y comunicación.
- Servicios financieros, seguros, bienes inmuebles y servicios a las empresas.
- Servicios comunales, sociales y personales (limpieza, ocio y cultura, sanidad,
educación, administración pública, defensa…).
El intercambio ha pasado a incluir un gran abanico de prestaciones de servicios entre empresas
y entre el sector privado y el público.
Respecto al privado, es el resultado de la progresiva especialización y división de funciones de
todo el tejido productivo en las economías más avanzadas. Se ha de pensar, por ejemplo, en todas
las funciones que una gran empresa puede delegar en otras empresas y que se enmarcan dentro
de la actividad terciaria: distribución de la producción, investigación, marketing, asesoramiento
legal y jurídico, seguros, etc.
Respecto al público, es un intercambio básico de servicios dado el gran desarrollo de la estructura
administrativa estatal en los países desarrollados y la amplia gama de servicios públicos que se
garantizan al conjunto de la población. Ambos aspectos del sector público constituyen un enorme
campo generador de actividad y empleo en el sector servicios.
1.2. El proceso de terciarización
La terciarización es el proceso por el que las actividades terciarias se convierten en el sector
central de la economía de una sociedad en términos de contribución a su PIB. Normalmente ese
cambio estructural también va acompañado del predominio de las actividades terciarias como
principales empleadoras de la población activa. Este proceso ha sido bastante dilatado en la
mayoría de las países desarrollados. En todas ellas la fuerza del trabajo y la riqueza económica
comenzaron concentrándose en el sector primario, que fue viéndose reemplazado por el
secundario durante los procesos de industrialización durante el siglo XIX. A partir del último
tercio del siglo XX las actividades terciarias fueron adquiriendo más importancia hasta
convertirse en predominantes..
El primer salto cuantitativo importante hacia el predominio de las actividades terciarias en la
economía se dio cuando los procesos de industrialización, urbanización y consolidación de los
estados liberales convergieron en el vector clásico que conocemos como modernización
socioeconómica. Asociados a las primeras industrias surgirán toda una serie de servicios
(financiación, seguros, mantenimiento de las instalaciones y la maquinaria, etc.). Por otra parte,
la vida en la ciudad alejaba a los consumidores de los alimentos y materias primas que
previamente eran producidos y consumidos en la esfera del hogar. Todo ello motiva un nuevo
modelo de abastecimiento que requiere una estructura de distribución y venta de productos muy
compleja. Así, surgieron centros de distribución y almacenaje, así como mercados, cuya
proliferación atrajo a un porcentaje creciente de la población activa. De esta manera, aquellos
países que iniciaron más tempranamente sus procesos de industrialización experimentaron por
primera vez un aumento destacado del empleo terciario. No obstante, durante ese periodo la
industria siguió absorbiendo mayoritariamente la actividad.
Tras la II Guerra Mundial, el progreso tecnológico y el aumento de la productividad industrial en
los países desarrollados hicieron prescindible parte de la mano de obra empleada en la industria,
que hubo de desplazarse hacia las actividades terciarias para satisfacer una demanda creciente de
servicios, cada vez más diversificados, y cuyo auge se relaciona también con el aumento de la
capacidad de consumo de la población, así como de la oferta creciente de servicios públicos en
el área de la educación y la sanidad. Esta dinámica se prolongó durante las últimas décadas del
siglo XX hasta nuestros días, gracias, por una parte, a la revolución científico-técnica y, por
otra, al aumento de los niveles de bienestar del conjunto de la población, lo que ha llevado
asociados el aumento del tiempo de ocio y la generación de una nueva demanda masiva de
servicios en torno a este sector.
El punto de inflexión definitivo que convertirá a las actividades terciarias en el sector económico
más importante en todas las economías desarrolladas fue la crisis económica de la década de
1970, que provocó una profunda reconversión de la estructura económica de las potencias
industriales. Debido al aumento de costes provocado por el encarecimiento del petróleo, parte del
capital y la fuerza de trabajo dedicado a la actividad industrial se trasladó hacia el sector terciario.
A la hora de explicar el avance del empleo en los servicios, no debemos olvidar la creciente
feminización de la mano de obra, que ha transferido al sector público y privado el desempeño
de servicios relacionados con los cuidados, por ejemplo.
1.3. El auge del sector cuaternario
Como ya hemos explicado, el peso económico de las actividades terciarias han adquirido tal
envergadura que han sobrepasado con los límites de lo que clásicamente se entendía por sector
terciario. Así, se ha pasado a hablar de sector cuaternario e incluso de sector quinario, sextario,
etc. Si bien no todos estos nuevos conceptos han gozado de aceptación, alguno sí ha logrado
imponerse, como es el caso del llamado sector cuaternario.
El sector cuaternario es un sector de servicios especializados y vinculado a las nuevas tecnologías
informáticas y a la investigación. La importancia de este sector en las economías desarrolladas
actuales se entiende por el papel central que la tecnología y la información juegan dentro de las
mismas .Es la relevancia de este subsector la que ha llevado a hablar de la “sociedad de la
información”, una sociedad donde el procesamiento de la información se convierte en una
actividad central para el desarrollo económico del país.
2. LAS ACTIVIDADES TERCIARIAS EN LAS ECONOMÍAS DESARROLLADAS
A finales del siglo XX, la mayoría de las economías desarrolladas del mundo empleaban a más
de la mitad de su población activa en actividades terciarias. En países como EEUU, Gran Bretaña
o Francia, según datos del Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para
2007, esa contribución ya superaba el 70%.
En este espectacular desarrollo del sector terciario vamos a referirnos a varios actividades
terciarias fundamentales: los transportes, el comercio, las comunicaciones y el papel del Estado
como generador y provisor de servicios. También haremos referencia a dos subsectores clave
como son el ocio y el turismo.
2.1. El transporte y las comunicaciones
Los transportes son primordiales para trasladar los productos elaborados desde el lugar donde
se fabrican hacia los mercados donde se venden, y para trasladar la materia prima desde el lugar
donde se encuentra hasta la fábrica donde se transforma. En este sector descansa todo el
crecimiento económico y las posibilidades de desarrollo.
Durante el periodo preindustrial el transporte era lento e inseguro debido a la inexistencia de
medios de transporte eficaces y el escaso mantenimiento de las vías de comunicación, a veces
inexistentes. La fuerza animal era el principal medio de transporte terrestre, de manera que el
transporte fluvial y marítimo resultaba más rentable para la actividad económica, ya que permitían
una mayor carga. Normalmente los circuitos comerciales no solían sobrepasar el ámbito
interregional, dependientes de la presencia de mercados y ferias.
Con la llegada de la Primera Revolución Industrial el transporte experimenta un adelanto
espectacular, gracias fundamentalmente al desarrollo del ferrocarril. El transporte por ferrocarril
permitió, al disponer de una vía privativa y rápida, transportar grandes cantidades de mercancía
de una manera segura, rápida y regular. La aplicación de la máquina de vapor a la navegación
será un avance cualitativo importante, pero no podrá competir con ventaja contra los veleros hasta
bien entrado el siglo XX, cuando se consigan los barcos metálicos de gran tonelaje y se reduzca
la carga de carbón. En los primeros barcos de vapor la carga de carbón necesaria para hacer
funcionar la máquina ocupaba la mayor parte del espacio útil. A comienzos del siglo XX se
consiguen los primeros derivados industriales del petróleo. Comienza entonces el asfaltado de las
carreteras y se obtiene, con el motor de explosión y la rueda de caucho, un vehículo rápido, tanto
como el tren, y seguro, pero mucho más versátil: el automóvil.
El transporte y las comunicaciones no solo constituyen dos subsectores muy importantes de la
actividad terciaria, sino que son subsectores palanca en la generación y desarrollo de otras,
convirtiéndose en una parte fundamental del proceso de terciarización de las economías
desarrolladas. Así, los progresos en los medios de transporte han reducido los costes y tiempos
de desplazamiento, motivando la difusión de las actividades terciarias mas allá de los núcleos
urbanos.
Pero no solo viajan las personas y las mercancías, sino también las ideas y la información. El
avance de las telecomunicaciones está generando un aumento de la productividad en el sector
servicios y está propiciando la aparición de nuevas formas de trabajo (trabajo a distancia, etc.)
y nuevos medios de pago (telecompra, venta por catálogo, venta por maquinas autmáticas),
ampliando el circuito habitual de venta. Algo parecido está ocurriendo en el mundo de las
finanzas, que si bien siempre se ha desarrollado en mercados ficticios, no físicos, actualmente
ha abierto las posibilidades de inversión a todos los hogares.
En resumen, los progresos en el campo del transporte y las comunicaciones han creado un nuevo
sistema de relaciones económicas a nivel mundial, que ha transformado el carácter de las
principales actividades terciarias.
2.2. El comercio
El comercio también es fundamental para el desarrollo de la economía capitalista desarrollada,
puesto que él es el encargado de distribuir la mercancía y facilitar su consumo, poniendo los
bienes al alcance de los interesados.
La actividad comercial se inicia con la misma división del trabajo en las civilizaciones preclásicas,
que más tarde dará lugar a las bases del comercio como lo entendemos actualmente: la
diferenciación de productos, los excedentes, la demanda de artículos, los medios de transporte y
las condiciones de mercado oportunas.
La actividad comercial requiere de un mercado de consumidores que de fin a sus productos.
Normalmente estos mercados han estado controlados por el poder político, tanto en las sociedades
clásicas como en los siglos posteriores. Durante la Edad Media y Moderna, los mercados se
celebraba periódicamente en las ciudades por concesión real, ocupando plazas o cualquier espacio
abierto disponible. La entrada de mercancías en la ciudad estaba gravada con impuestos, y el
mercado solía estar vigilado por un oficial, que velaba por el cumplimiento de las transacciones
y evitaba los fraudes. Las ferias, por su parte, podían ser anuales, mensuales o semanales.
La llegada de la revolución industrial provocó un aumento considerable de la cantidad y variedad
de productos disponibles. Además, el precio unitario de estos productos desciende, a la vez que
muchas familias ven aumentada su capacidad de compra. Surgen así los comercios permanentes
en todas las ciudades, que permiten acceder a la oferta de productos industriales y agrícolas de
una manera continua. Estos comercios son, en principio, empresas de carácter familiar, por lo que
están muy diseminadas en el espacio y venden todo tipo de productos. Con el tiempo se irán
especializando en una gama pequeña de productos: alimentación, vestido, calzado,
electrodomésticos, etc., concentrándose en el centro de las ciudades. Durante este periodo el
comercio seguía estando regulado por el Estado y muchas actividades comerciales requerían una
licencia o permiso del gobierno.
Tras la II Guerra Mundial el proceso de concentración comercial se acelera y aparecen las
primeras grandes superficies comerciales, situadas en la periferia urbana. Asistimos asimismo al
surgimiento de los primeros supermercados e hipermercados que, situados en el centro de las
ciudades, ponen a disposición del consumidor una enorme variedad de productos y transforman
la estructura comercial urbana.
El comercio interior: tipología y cambios.
El comercio en las economías liberales está regido por el sistema de libre competencia que
determina el juego existente entre la oferta y la demanda. La distribución es el conjunto de
operaciones que aseguran la circulación de bienes y servicios entre producción y consumo. En un
subsector intermedio y una actividad productiva ya que añade valor a los productos, unas
utilidades: lugar donde sea accesible al consumidor, en el momento adecuado, en las condiciones
idóneas… Estas operaciones requieren de procedimientos múltiples que dan lugar a los circuitos
comerciales: cortos (venta directa) o largo (múltiples escalones), y mayorista y minorista.
En las sociedades desarrolladas el objetivo no solo es producir, sino vender. Surge un sistema
dual:
• Las nuevas formas (superficies comerciales): grandes superficies, disponen de personal
abundante y cualificado, técnicas de marketing, racionalización y gestión de la organización,
fácil accesibilidad y conexión con centro urbano.
• El comercio minorista: caracterizado por la pequeña empresa o el autónomo,
establecimiento de tamaño limitado, técnicas tradicionales de venta, localizaciones
específicas…
La productividad y la rentabilidad la consiguen hoy las empresas medianas y grandes,
circunstancia que explican por ejemplo la difusión de las multinacionales y las franquicias que
crean sofisticados establecimientos, invierten enormes cantidades en marketing, mecanización,
informatización (compra online)… Por ello, podemos afirmar que asistimos a dos fenómenos
característicos:
a) Concentración comercial y su consecuente extensión en grandes superficies comerciales,
que generan nuevas formas de comercialización como los supermercados,
hipermercados, cash and carry, grandes almacenes, autoservicios…
b) Progresiva desaparición de los centros pequeños y medianos, debido a la imposibilidad
de competir con las grandes superficies comerciales
Ambos constituyen una relación causa-efecto, y se explica por la tendencia de las grandes
superficies comerciales a localizarse en ciudades superiores de 100.000 habitantes,
aprovechándose de las redes generales de comunicación y la mayor demanda, la difusión del
vehículo individual, la difusión de los electrodomésticos (que permiten hacer la compra de forma
mensual). Además, los comercios no solo han aumentado su tamaño, eficiencia y gestión, sino
que han remodelado las estructuras comerciales gracias a las nuevas formas de ventas como la
compra online, máquinas automáticas, por catálogo, a domicilio…
El comercio exterior: incidencia de la globalización
En la antigüedad los medios de transporte limitaban las actividades comerciales, por lo que se
centraban en el tráfico de mercancías de poco volumen, fácil transporte y beneficio económico.
Ya en la fase industrial los ejes tradicionales (encabezados en el Mediterráneo) se desplazan hacia
el triángulo Europa-América-África, una situación que se mantendrá hasta el siglo XIX, cuando
los estos movimientos se intensifiquen gracias al progreso general de los transportes, la
introducción de normativas comerciales, el incremento de la mano de obra dedicada a la actividad
mercantil, etc.
Con el siglo XX se mundializa la actividad comercial. En una primera fase los países
desarrollados adquieren materias primas de otras partes del mundo. En una segunda se produce
la especialización productiva por áreas regionales, lo que favorecerá enormemente a los países
más desarrollados. Los mercados (locales, nacionales e internacionales) se rigen por los precios
señalados por las Bolsas bajo la premisa de un comercio libre, si bien las intervenciones estatales
o macro-estatales se hacen más patentes no solo con el mantenimiento de monopolios, si no con
actuaciones en precios mínimos.
Entre los grandes organismos internacionales del comercio figuran la Asociación
Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), la UE, NAFTA (mercado común integrado por
EE UU, Canadá y México), MERCOSUR (mercado común de los países del Sur de Iberoamérica),
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), etc. En estrecha relación con muchas
de ellas están el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc. En algunas de esas
integraciones las relaciones comerciales adquieren alto grado al incluir desde zonas preferenciales
a otras de libre comercio o uniones aduaneras. Las zonas preferentes de comercio consisten en
un trato comercial favorable entre países. Las zonas de libre comercio agrupan a países que
eliminan entre ellos los aranceles pero mantienen los suyos frente a terceros. Las uniones
aduaneras implican desarmes arancelarios entre los miembros pero establecen un arancel común
frente al exterior.
El comercio internacional está dominado por el tráfico de productos primarios procedentes de los
países subdesarrollados con destino hacia los más avanzados, mientras que estos reenvían
productos elaborados y servicios. Petróleo, carbón y hierro se configuran como productos de
primera fila en el comercio mundial. En sentido inverso viaja el tráfico de maquinaria, tejidos,
muebles, calzado, tecnología, etc. El comercio más intenso se da entre los países de la OCDE,
integrada por los más avanzados del mundo.
Actualmente la actividad comercial a escala internacional no deja de crecer (pese a las políticas
proteccionistas) y está dominado por los productos manufacturados entre países desarrollados
porque estos son los grandes productores. Por otra parte, esto genera un aumento de la
competencia internacional, lo que se traduce en mayor oferta de productos. Además, se
internacionalizan los procesos productivos, llegándose a hablar de una la fragmentación de la
cadena de producción, plasmada en el mencionado comercio intrafirma.
2.3. El estado como gran proveedor de servicios
El otro gran pilar sobre el que se ha desarrollado la actividad terciaria en las economías
desarrolladas ha sido el Estado. Particularmente en Europa occidental, el intervencionismo
estatal sobre distintos ámbitos de la vida de los países fue la nota predominante durante la
segunda mitad del siglo XX (con excepciones en determinados periodos, en los que los postulados
neoliberales se impusieron).
El Estado también se convirtió en provisor y garante de numerosos servicios sociales y
asistenciales , definiéndose el concepto de estado de bienestar y desarrollándose al tiempo una
gran estructura burocrático-administrativa que contribuyó a engrosar la proporción de población
ocupada en las actividades terciarias.
Los servicios públicos están presentes en todas las esferas de la sociedad, desde la educación y la
sanidad, hasta el ocio, las telecomunicaciones y los transportes, pasando por la asistencia social y
la protección del medio ambiente. Por ejemplo, de manera indirecta, el estado gestiona un alto
porcentaje del comercio nacional e internacional de mercancías a través de infraestructuras de
titularidad pública.
2.4. El ocio y el turismo
Con el desarrollo de la revolución industrial, y la lucha sindical por jornadas de trabajo cada vez
más reducidas y sueldos dignos, una parte importante de la población que habita los países
desarrollados disfruta de tiempo libre. Este fenómeno ha creado la necesidad de servicios de ocio
y turismo, que actualmente se ha convertido en una de las principales actividades económicas en
la sociedad capitalista desarrollada. En ciertos países, como España, el turismo se sitúa como la
principal fuente de divisas y el motor económico de muchas regiones.
La actividad de ocio y turismo no se limitan a la hostelería, si bien esta es con mucho la más
importante, sino que genera todo un cortejo de actividades paralelas, tan amplias y diversificada
(teatro, cine, excursiones, visitas culturales, etc.).
Las actividades de ocio son de corta duración y se pueden realizar entre dos jornadas de trabajo
consecutivas, pero el turismo tiene un carácter especial. Para empezar, lo que se demanda es el
traslado del lugar habitual de residencia a un lugar de destino durante más de un día completo.
Esto conlleva la necesidad de crear una infraestructura residencial en el lugar de destino, y con
un nivel de servicios alto. Los lugares de destino deseados no necesariamente tienen estas
características, por lo que es necesario construirlas de nueva planta. Además, hay que construir
los accesos. Todo ello genera un fuerte impacto ambiental que desvirtúa las características que
se buscaban en ese lugar. Por otra parte, no siempre están previstas cuestiones como la
eliminación de basuras o el consumo de agua; tanto más grave cuanto que suele tener un fuerte
carácter estacional y puntual, en verano y en regiones cálidas y áridas. El turismo genera mucho
empleo y supone muchos ingresos, pero excesivamente concentrados en el tiempo. No obstante,
su mayor virtud es la creación de unas infraestructuras, sobre todo viarias, que si bien pueden
estar infrautilizadas el resto del año, también pueden servir como factor de desarrollo.

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