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Saludos estimado amigo, es muy pertinente su observación sobre este neo-pensamiento gnóstico que se

ha prohijado equivocadamente en las esferas “esotéricas” nuestras que consiste ni más ni menos, como
señala, en una impugnación ciega de caballo cochero sobre todo rito, culto y forma de los místico.
Ciertamente esto se produce cuando los viryas entienden mal los preceptos anti-religiosos de la SH. Se
ha pensado, entonces, que ser espiritual es sinónimo de ser iconoclasta metafísico absoluto, y no por un
rechazo esencial hacia la poca y mal substancia de los símbolos del Universo, sino por incapacidad,
miedo o falta de inteligencia. Todo ello arriba, como no puede ser de otra forma, en un ludismo
hiperbóreo autorizado, que hace del “Kairós”- acto, algo meramente imaginacional y e “interno” como
lo sería una ideología que no tiene respaldo en la praxis.

Sobre el Nihilismo metafísico de nuestros tiempos, vemos que esto es patrocinado por los judíos,
quienes, por su lado y al contrario, son los entes más sacralizantes y metafísicos que existen. La
estrategia es simple, pues, si bien, los símbolos y arquetipos (que son patentizados y exhibidos en su
potencia en el culto y rito) son los ladrillos astrales que confeccionan a la Ilusión, su entendimiento es
,justamente también, la salido de ella. Y siempre ha sido así en el omphalos de la Tradición primordial: el
entendimiento de la Serpiente, no su negación. Para trascender los Mitos, primero debemos llegar a
ellos en su desnudez y suma potencia, para luego aplicar la oposición y la actitud luciférica; en otras
palabras, sin enfrentamiento no hay victoria. Desde luego, podemos encontrarlos dentro nuestro, como
“mitos”, pero lo esencial sería hallarlos como potencias macrocósmicas, reales, auténticas, es decir,
como “Mitos”, y esto no puede hacerse si no es mediante el culto. En efecto, todas las civilizaciones
iniciadas de las etnias arias fueron, y esto es lo más curioso, tan o más cultistas y ritualistas que los
semitas sacralizados en su esencial naturaleza de sacerdotes. Recordemos que la historia de la Hélade
está compuesta por los ritos regionales que se superpusieron en cada una de sus etapas, lo mismo
sucede con Oriente, donde los cultos de los iranios se veían enfrentados a los de los morenos
primordiales, lo mismo que con los ritos órficos y mazdeístas, que sea dicho de paso, son el fundamento
del culto católico. Y, para ser tajantes y claros, pongamos por ejemplo al mismo linaje de Tharsis,
quienes dependían esotéricamente del culto del Fuego frío de Pyrenna, que también se desarrollaba en
un rito iniciático del Bosque Sagrado, que luego sería conocido en todo el Mediterráneo como las
famosas Hespérides. El culto y el ritual no son “malos” para la verdadero desarrollo gnóstico en su
formalidad, sino, y como veremos, cuando depende de su ESENCIALIDAD, de su CONTENIDO.

Nietzsche es quien comienza todo este embrollo verdaderamente y no Nimrod. En su obra es donde
empieza a hacerse sinónimos lo religioso (semítico claro) como lo “espiritual practicado”. Para Nietzsche
toda cosa que huela a metafísica cae en el mismo bolso, desde el diletante filosófico socrático que tenía
como culto a la Ágora, como el judíocristiano cuyo culto es la decadencia, , llegando a los pueblos
paganos antiguos de los sajones, de aquellas “bestias rubias”, sin hacer distinción esencial alguna. Es
interesante ver sobre este punto, que el filósofo nunca se detiene, sin embargo, a derribar el los mitos
mediterráneos con tanta saña que a los del Levante y a los nórdicos. Bajo esta visión, Papini tiene razón,
desde su “espiritualidad cristiana”, al destrozar la visión reduccionista y atea de los filósofos , pues no
serían más, y en mis palabras, como ese personaje de Ratatouille, el crítico de comida, quien “habla de
comida” sin ensuciarse con ella y empaparse de su espíritu, sino sólo de su sabor y apariencia. Por otro
lado, es un equívoco moderno en la historia de las ideas imputar a Nietzsche como el padre del
Nihilismo, cuando es todo lo contrario. Por Nihilismo debemos entender (y esto me fue revelado al leer
los cuadernos negros de Heidegger, amablemente referenciados por nuestra kam Liona) aquella falta de
AXIOLOGÍA VERDADERA. Los modernos comprenden a Nietzsche como un señor que vino a destruir al
sistema moral oficial y aceptado desde la antigüedad, puesto que sus mentes son circulares,
programáticas, evolucionistas, y terminan creyendo que el cristianismo y la democracia son resultados
naturales del progreso de la mente y el alma humanas; cuando en realidad son su adulteración más
satánica y antinatural. Bajo este precepto, Nietzsche es quien revive nuevamente la verdadera praxis
moral de los antiguos, resultando, entonces, los modernos los verdaderos nihilistas, al haber
abandonado, no hoy ni ayer, sino hace 2000 años ya la axiología verdadera, tomando para el “Mundo”,
un disparate metafísico (que eso es el cristianismo) como lo históricamente correcto. Ciertamente, en
este punto está la resolución de su observación.

El culto, como forma y como ethos iniciático, puede ser estratégico SOLAMENTE cuando se fundamenta
en un contenido VERDADERO. ¿Y qué debemos entender por “verdadero”? Respuesta: lo primordial. Así
es, yo solamente considero verdaderas espiritualidades, y por ende, cultos, a las tradiciones hiperbóreas
y cabalistas, por ser ambas sistemas esotéricos y místicos del mismo origen de la guerra esencial,
pulcros, originales, sin sincretismos; es decir, efectivos. Bajo esta idea, cultos, pues más o menos
modernos, que han ido apareciendo como ingeniería social, no pueden ser, pues, tomados en serio a
nivel simbólico, ritual y esotérico. Y precisamente esto es el cristianismo (y toda otra religión creada
luego del año 0.), que debió, al más puro estilo de los Comicons, amoldar a sus figuras de ficción, sus
dogmas y sus cultos a diversos concilios para “aggiornarlos” a las necesidades históricas, como hablando
de si este o aquél héroe merece ser hecho feminista o negro o transgénero. Así, los cultos modernos
deben, necesariamente, ser echados al fuego. A mí criterio, casi todas las espiritualidades y cultos
modernos son una broma chusca y sin condimentos, desde la congerie apestosa de todas esas
“escuelas” de la “mano izquierda”, desde el satanismo hasta la vía de “Caos”, pasando por la Wicca;
pues son solamente un rejunte amorfo de semitismo satánico antiguo con elucubraciones febriles
medievales y con los incomprendidos mitos indoarios sobre lo luciférico (de igual forma se hace
extensible esta apreciación a los neo-cultos “paganos”, como el Asatrú, cosa tan maloliente como las
anteriores.) Vemos, entonces, que el culto es una forma de llegar de dos distintas maneras al Mito
(adoración shambálica o la trascendencia ritual hiperbórea), y de enfrentarlo de dos distintas formas
igualmente (guerra o fagocitación, tema que debe ser tratado aparte.

El culto por sí mismo no fabrica sacerdotes a no ser que esté fundamentado en un sistema sacerdotal
sacralizante (la vía demiúrgica), y produce lúdicos y payasos “esotéricos” (como Crowley, Lavey, y todos
los gurúes modernos del Oriente) si se basa en sistemas modernos de sincretismo y mezcla. Solamente
cuando el culto se refiere a lo que la tradición hiperbórea regla como el camino recto, es considerable y
aplicable. El anti-nihilismo de Nietzsche sobre la invalidez espiritual del mundo moderno se transforma
en nihilismo lúdificante modernizador solamente cuando el virya es incapaz de llegar a los Mitos propios
de su sangre y entenderlos con el Símbolo del Origen, falta, ésta, que terminó por condenar al filósofo
ágnóstico al manicomio y no a Agartha. Pero tampoco se ha aceptado que todo culto sea posibilitador
de arribar a una postura heroica trascendental, sino solamente los cultos y Mitos hiperbóreos
primordiales, como lo son Lucifer, Lillith, Pyrenna, Apolo, el Tártaro, etc, y en vez de crear sacerdotes o
payasos, produzca hércules, gilgamesh, argonautas u hombres de piedra, guerreros sabios.

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