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¿EL CONOCIMIENTO INFLUYE EN LA RELACIÓN DEL YO, EL ELLO Y EL TÚ?

Antony Meca Puse


Doymer Elí Becerra Sempertegui
Si bien es cierto, Buber, propone tres esferas en las que el hombre puede relacionarse; ya sea
con el mundo, los hombres y Dios. Asimismo, para que el hombre pueda relacionarse con Dios,
es necesario un conocimiento metafísico, ya que, este permite la trascendencia del conocimiento
y relación con el Tú eterno. A esto, Buber le llama interpresencialidad del conocimiento del ser.
Y este conocimiento es objetivo porque busca la vida verdadera y auténtica, la cual solamente
la encontramos en el Tú eterno.
Para buber, “la teoría del conocimiento expone la forma en que un sujeto alcanza un objeto,
abriéndose a un «conocimiento» del ser”1. Por lo tanto, el conocimiento siendo objetivo no es
actividad propia del sujeto, sino es la esencia misma del sujeto; en cuanto conocimiento de si
mismo. A diferencia de Kierkegaard, el conocimiento es objetivo porque se pone en relación
no solo con la realidad de la experiencia personal, sino también con la autenticidad de dicho
conocimiento. Por eso, no se trata de un conocimiento subjetivo por el hecho de que el sujeto
pueda comprender al objeto.
Asimismo, el conocimiento del ser en Buber, refleja la presencia del otro a través de la
interrelacionalidad dialógica. Por tanto, quien participa de esta relación está totalmente inmerso
en el Tú, y esto se logra por el principio de participación. Es el yo quién participa del Tú eterno
no como realidad fuera de sí, sino como esse mismo del Tú, en conjunto con todos sus atributos.
Por otro lado, Hegel, sostiene que el indeterminado (Tú), sirve para explicar los fenómenos y
no para entrar en relación interpersonal con el yo.
Sin embargo, Buber, afirma que “el estatuto ontológico del acto de conocimiento metafísico es
personal, o sea se realiza en el ámbito de lo interpersonal”2. Es decir, en el estado metafísico
es donde el hombre adquiere un conocimiento auténtico sin intervención de ninguna mediación
entre la realidad y la experiencia. Además, requiere un movimiento de presentificación del otro
a mí y de mí al otro. A esto se la necesidad de que el hombre en su conocimiento manifieste el
dinamismo de su propio ser. Y es el ser el que condiciona y determina el acto en su
operatibilidad. Asimismo, la teoría del conocimiento, tiene un valor fundamental, pues nos
enseña a cómo llegar al ser mismo del infinito.
Por lo tanto, para Buber, el yo es principio tanto formal como material del conocimiento, y
puesto que su obrar no sólo es pensamiento de la realidad objetiva, el yo es finito e infinito: si
se opone a la realidad externa es finito y si es la única fuente de esta misma realidad, entonces
es infinito. Es el infinito el que me lleva a la integridad del yo, así lo explica Buber: “la relación
yo – Tú es una relación de verdadero conocimiento ya que preserva la integridad de la otredad
del Tú en lugar de relegar al Tú al anonimato del ello”3. Por ende, la presencia del Tú requiere
en el acto la respuesta de un yo. Además, el Tú no como objeto es una presencia que irrumpe
en nuestra vida, por lo tanto, el yo como palabra entra en diálogo con el Tú y esto da como
resultado que nuestra realidad humana es dialógica.

1
SANCHEZ M. D., BUBER, Herder, Barcelona, 2000, II edición, pág. 99.
2
Ibíd, pág. 181.
3
COHEN C. S., Martín Buber y su aproximación a la psicoterapia, Universidad Iberoamericana, México, pág.
57.
Pero, de esa relación entre el yo y el Tú el más importante es el Tú eterno. Del mismo modo
cuando la teología intenta poner a Dios como un ello no es posible: porque a “Dios se le puede
hablar más no hablar de él”4. En consecuencia, Dios no es objeto, porque el verdadero Dios
cuya presencia en el yo reclama obediencia y compromiso, garantiza la existencia del Tú eterno.
Por lo tanto, para recalcar la relación dialógica entre el yo y el Tú es necesario no una
comunicación sino una verdad de relación entre Dios, los hombres y el mundo. Y esa relación
es un acontecimiento que atrapa al yo y alcanza su plenitud por medio del Tú eterno.
Ahora el yo para que entre en relación con el Tú eterno es necesario que el yo tome conciencia
de sí mismo de lo que le acontece. Por ello, Buber afirma que: “desde el momento en que se
establece al sujeto como conciencia, todo acontecimiento que se produzca en ésta no puede sino
proceder de este sujeto que toma conciencia de sí mismo, osea, que se autocomprende como ser
separado” 5 . Al comprenderse a la vez entiende al Tú, y es el Tú el que constituye al yo.
También, el yo es idéntico en las alteraciones que produce, pero estas alteraciones no son
idénticas al Tú, ya que, es el Tú el que entra en contacto y desvela al yo.
En síntesis, el conocimiento metafísico es necesario para conocer el ser del Tú eterno aunque
sea incomprehensible. Además, el conocimiento siendo objetivo y no subjetivo entra en relación
con las cosas, pero el Tú que no es objeto de investigación es solo encuentro con la presencia
del yo. Por ende, el yo se constituye en presencia de un Tú. Entonces, la finalidad de esta
relación permite elevar al yo a hacia la vida eterna.

4
Cfr. REALE G. y ANTÍSERI D., Historia de la filosofía, 6. De Nietzsche a la escuela de Frankfurt, San Pablo,
II edición, 2010, pág. 644.
5
COHEN C. S., Martín Buber y su aproximación a la psicoterapia, Universidad Iberoamericana, México, pág. 99

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