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TEORIA DE LA IMPREVISION EN LOS CONTRATOS ADMINISTRATIVOS

IVONNE VARGAS-CATALINA MONTOYA-PAULA ANDREA MUÑOZ

RESPONSABILIDAD CIVIL Y DEL ESTADO

Para hacer una contextualización más profunda en cuanto a la teoría de la imprevisión, se


tiene que tomar como punto de referencia varias jurisprudencias de la corte constitucional
que han desarrollado el tema; de tal forma que la teoría de la imprevisión se aplica al campo
contractual. Cuando dos partes acuerdan realizar prestaciones recíprocas luego de cierto
tiempo, o comenzando su ejecución, ésta se prolonga en períodos consecutivos, como por
ejemplo un arrendamiento, tienen en cuenta que podrán cumplirlas tomando en
consideración situaciones normales, y no circunstancias extraordinarias del contexto social,
político o económico que hagan imposible otorgar una prestación que al momento del
acuerdo era razonablemente lógica. En la sentencia t-126 del 2010 la corte constitucional
amplia un poco más el concepto de la esta teoría, fundamentándola como aquella que se
aplica ante acontecimientos temporales, extraños a las partes, imprevisibles, inimputables
y extraordinarios que afecten obligaciones de ejecución sucesiva y que alteren la economía
del contrato, haciendo más onerosa a una de las partes el cumplimiento de la prestación,
esto es, que con la nueva situación es posible cumplir el contrato, empero satisfacer la
obligación es más gravoso para una de las partes. Se trata así de una imposibilidad relativa
en el sentido de que se parte de que se generan repercusiones económicas desfavorables
para una parte.

Ahora bien, en el campo administrativo además de regirse por los principios de equidad,
solidaridad e igualdad en la relación contractual, tiene la finalidad de que todo contrato de
la administración se debe cumplir bajo el supuesto de que con éste se pretende la
satisfacción de una necesidad o un servicio público. De esta forma, si acontecen
circunstancias extraordinarias e imprevistas que dificultan cumplir las obligaciones, el
contratista no queda exonerado de cumplir, pero le puede pedir a la administración la
revisión del contrato en términos económicos. Es algo adicional a los principios que
sustentan esta teoría en el derecho civil. En la sentencia anteriormente citada expone que
este supuesto de la teoría trata de contratos de tracto sucesivo que en aras de reestablecer
el equilibrio de las partes consagran la revisión judicial de los contratos, por hechos
imprevisibles posteriores al perfeccionamiento del contrato. El hecho debe ser de tal forma
que si se hubiera previsto no se hubiera emitido consentimiento para la configuración del
contrato o se habría hecho en términos diferentes. Se trata de limitar la autonomía de la
voluntad por el cambio de circunstancias y así se constriñe a una de las partes a novar las
cláusulas pertinentes del contrato, esto es, las directamente afectadas con el hecho
imprevisible, en amparo de los derechos de la parte más débil. De este modo, no se
extingue la obligación, sino que varían las condiciones para el cumplimiento de las
obligaciones, en aras de restablecer la igualdad que debe imperar en la contratación privada
y que se vio afectada por el hecho imprevisible.
En relación con lo señalado anteriormente un aspecto relevante con el tema a tratar es el
principio del riesgo el cual en la contratación ha de entenderse que l contratista conoce
como en el desarrollo del contrato esta expuesto a un riesgo, y asume correr con el posible
resultado todo ello puede implicar, lo cual revela que el principio del riesgo entraña la idea
clara de referirse a los acontecimientos ajenos a la esfera de actuación de las partes
contratantes. En virtud a este principios pareciera que nada obliga a compensar al
contratista, pues lo hechos que pudieren causar un desequilibrio contractual son
ABSOLUTAMENTE AJENOS e independientes de la actividad administrativa, bajo esta
perspectiva nada se opondría a la aplicación rigurosa de la lex contratus, y en consecuencia
a la resolución del contrato en el caso de que el contratista se vea obligado a incumplir lo
pactado; sin embargo la lógica de la lex contractus, la cual impulsa la resolución por
incumplimiento, se enfrenta a la noción del interés público, presupuestado condicionante
de toda actividad contractual de la administración.

Una de las potestades exorbitantes que goza la administración contratante, es el derecho


al equilibrio económico del contrato, el cual se traduce en la facultad del particular de exigir
el resarcimiento por los daños causado de la propia actividad administrativa o por otras
causa , así pues bien, el derecho al equilibrio económico constituye la superación del
principio de riesgo pues es un garantía patrimonial a favor del contratista quien puede
demandar a la administración al restablecimiento de los perjuicios económicos de la
contratación, no solo por las causas imputables a la misma, sino cuando han ocurrido
circunstancias de fuerza mayor, no obstante en la sentencia 1-726 del 2010 señala la
diferencia entre la teoría de la imprevisión y la fuerza mayor exponiéndolo de la siguiente
manera: La teoría de la imprevisión se diferencia de la fuerza mayor. La aplicación de la
fuerza mayor en la teoría de las obligaciones parte del supuesto de una imposibilidad
absoluta para el cumplimiento de una obligación que hace que ésta se extinga y a partir de
esto desarrolla toda la teoría del riesgo. Mientras que la teoría de la imprevisión se basa en
la dificultad más no en la imposibilidad absoluta en cumplir la obligación, de allí que tenga
consecuencias diferentes. En términos de la Corte Suprema de Justicia “esta teoría
radicalmente distinta de la noción de error y de fuerza mayor, tiene por base la imprevisión,
es decir que se trate de hechos extraordinarios posteriores al contrato, que no hayan podido
ser previstos por las partes, cuyo acaecimiento sin hacer completamente imposible el
cumplimiento de la obligación, lo dificulta en forma extrema, haciéndolo tan oneroso, que el
contrato pierde para la parte obligada todo sentido y finalidad. No se trata en suma de una
imposibilidad absoluta de cumplir, lo que constituye ya la fuerza mayor, sino de una
imposibilidad relativa, como la proveniente de una grave crisis económica, de una guerra,
etc.”

Ahora bien, el fundamento de la teoría de la imprevisión se halla, no solo en el derecho del


contratista al mantenimiento del equilibrio financiero de la relación contractual, sino también
en el derecho tanto de la administración como de los administradores de que su contraparte
en la relación contractual asuma parte de las perdidas originadas por la ruptura de dicho
equilibrio a causa de hechos anormales e imprevisibles, de esta forma se estaría
establecimiento un compromiso y un equilibro entre el interés público inherente al contrato
tutelado por la administración contratante y el interés individual de contratista, ya que este
último está obligado a mantener la continuidad en la ejecución del contrato, aun cuando
deba soportar acontecimiento que excedan el riesgo normal de la empresa que ha asumido.

De esta manera, la doctrina ha establecido algunas condiciones ara la procedencia de la


teoría de la imprevisión:

1. Debe tratarse de un contrato administrativo; los contratos de derecho privado de la


administración quedan al margen de la teoría de la imprevisión, pues en ellos es
inexistente el interés publico sobre el cual se funda la aplicación de esta teoría.
2. El contratista no debe haber suspendido, por si, la ejecución del contrato, del
contrario habría un incumplimiento del contratista, la teoría de imprevisión sirve,
precisamente ara auxiliar económicamente al contratista y para prevenir que este
suspenda la ejecución del contrato y facilitar el cumplimiento de este
3. El acontecimiento que causa el deterioro económico del contrato, debe ser
imprevisibles, extraordinario, inevitable y ajeno a la voluntad de las partes, el
fundamento de la teoría de la imprevisión es, precisamente este, pues al producirse
una serie de imponderables, que actúan o se manifiestan por una sola vía de
carácter interno o internacional, y que al unirse dan como resultado fluctuación en
el mercado, alzas en los precios y en la mano de obra, surge en el cocontratante de
la administración el derecho al resarcimiento parcial del deterioro patrimonial que ha
sufrido
4. La teoría de la imprevisión no tiene por objeto cubrir los quebrantos que resulten de
la mala administración que efectué el contratista o de aquellos riesgos ordinarios
que han debido ser previstos.
5. El acontecimiento que provoca el trastorno debe ser temporal o transitorio, y en
modo alguno definitivo
6. Debe tratarse de un contrato que ya este en curso
7. La ecuación económico financiera del contrato debe haber sufrido un trastorno o
quebranto con motivo del hecho o acto.

Un tema a tratar acerca de esta teoría es quien tiene la legitimación para invocarlo, pues
bien, en muchas ocasiones la doctrina ha establecido que la teoría de la imprevisión solo
puede ser invocada por los contratistas de la administración, siempre y cuando concurran
con los requisitos anteriormente señalados. De tal forma que la administración contratante
no puede invocar a su favor dicha teoría ni sostener que ha sufrido una lesión por razones
de interés público o general

Indemnización del contratante afectado

como se ha venido reiterado, la teoría de la imprevisión surge como el medio arbitrado por
la ciencia jurídica para que, cuando circunstancias anormales extraordinarias e
imprevisibles, alteren la ecuación económica financiera del contrato, las pares pueden
invocar a su favor, la ayuda pecuniaria de la otra parte para solventar esta situación.

Para fijar el monto de la indemnización solo deben tenerse en cuenta las pérdidas sufridas
por el contratante, por lo que las ganancias dejadas de percibir no se tienen en cuenta a
estos efectos. Ello es así, desde que la indemnización en los supuestos de imprevisión, solo
tiene carácter de ayuda para que el contratista supere el momento critico en el se encuentra
y pueda seguir ejecutando el contrato. Es oportuno señalas que no toda perdida sufrida por
el cocontratante es indemnizable o resarcible de cuando con dicha teoría, en efecto la
doctrina ha establecido que los efectos del resarcimiento solo se consideran las perdida
sufrido por el cocontratante que excedan el alea normal u ordinaria, es decir solo son
resarcibles las perdidas o quebrantos extraordinarios o anormales, por consiguiente no son
indemnizables las perdidas derivadas de la mala administración que realice ele propio
particular, ya que un menoscabo de esa naturaleza es arte integrante del alea normal, y por
lo tanto no se entiende que el contratista debe soportarla.

CONCLUSIONES

Para finalizar se puede afirmar de conformidad con las definiciones analizadas y las tesis
propuestas que, para el Consejo de Estado, atendiendo al principio de buena fe y la
presunción de legalidad que ostentan los actos de la administración deben contar con
razones de seguridad jurídica y de respeto a las situaciones jurídicas subjetivas que han
quedado consolidadas en cabeza de una persona mediante decisiones en firme, salvo una
evidente violación del ordenamiento jurídico, por lo tanto las ocurrencias no previstas o
previsibles por el contratista de la administración, no pueden de ninguna manera verse
reflejadas en el desmedro de la posición económica que este ostenta dentro de la relación
contractual, de esta manera se refleja la protección a los principios contractuales
especialmente a la ecuación contractual.

Como complemento de lo anterior tenemos que, los contratos aleatorios, por la contingencia
que comportan, no presentan equivalencia de las obligaciones, de manera que no se da en
ellos la figura del equilibrio de la ecuación contractual, concebida por la ley 80 de 1993
como "la igualdad o equivalencia entre derechos y obligaciones surgidos al momento de
proponer o de contratar", según el caso. Por ende, no se da tampoco en ellos la medida de
restablecimiento de dicho equilibrio por aplicación de la teoría de la imprevisión, máxime
cuando ésta se encuentra excluida por la ley mercantil respecto de este tipo de contratos.

En esta perspectiva, la ley 80 en cuanto se refiere a los contratistas, les otorga


concretamente el derecho de solicitar el restablecimiento del contrato que se haya alterado
por cualquiera de estas dos hipótesis: hechos imprevistos no imputables a ellos o
incumplimiento de la entidad estatal. Otras hipótesis que consagra la ley 80 de 1993 de
restablecimiento de la ecuación inicial del contrato, consisten en los casos de interpretación
y modificación unilaterales que desequilibren las prestaciones de las partes.

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