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Semejanzas:

 La paz es un valor de primordial importancia, se convierte en un tema central, tanto para


la comunidad lucana como para las vidas de las jóvenes entrevistadas
 La visión de la paz como camino, como un proceso que lleva tiempo y requiere esfuerzo y
compromiso. Es una tarea constante y permanente.
 La paz debe ser considerada desde la perspectiva y acción de los que han sufrido
vejaciones, y no simplemente tomando en cuenta la visión de los poderosos y vencedores.
 La resiliencia ante un sistema opresor, en el que viven pero con el cual no se sienten
conformes. Tanto la comunidad lucana como las jóvenes conocen en primera persona
distintos tipos de violencia y agresiones, pero el amor a Jesús las mantiene unidas.
 Debido a esta complejidad, la paz requiere del trabajo en conjunto, de un esfuerzo
comunitario para lograr establecerse de forma duradera.
 La paz no es un pacto ni una imposición. De hecho, tanto Lucas como las jóvenes
entrevistadas piensan que el proyecto político ha fracasado en su intento de establecer la
paz. Quizá esa es la razón por la que las jóvenes no mencionan a los gobiernos como
agentes de paz. Queda claro que en ambos casos la paz nace y se desarrolla desde abajo,
desde lo sencillo; no se gesta desde los poderes del mundo, sean del tipo que sean. Ambos
destacan la construcción de la paz desde la marginalidad

Desemejanzas:

 Para las entrevistadas la visión de paz es más intimista e individual, mientras que para la
comunidad lucana la paz siempre se entiende como algo comunitario. Esta visión distinta
de la paz tiene que ver mucho con los contextos socioculturales: mientras que en el
ambiente judío del siglo I el individuo estaba subordinado al grupo familiar, en nuestra
sociedad postmoderna el individuo ha adquirido centralidad.
 Mientras que Lucas es capaz de señalar y denunciar las estructuras que se oponen a la paz,
las jóvenes entrevistadas se sienten tan empoderadas que ven la paz como una
responsabilidad personal. Parece que han sido capaces de historizar y visibilizar las
situaciones concretas que perjudican la cultura de paz, tanto en sus vidas personales como
en la comunidad.
 Otra diferencia es que mientras para la comunidad lucana la paz es un fin en sí misma,
puesto que está ligada a la visita de Dios y a la salvación (tal y como lo veíamos en el
análisis del cántico de Zacarías), para las jóvenes pareciera que la paz es más un medio
para alcanzar la plenitud. La paz se ve como un requisito para la felicidad personal y el
desarrollo de los pueblos, pero no como un fin en sí misma.

Como conclusión de este trabajo de campo podemos esbozar algunos desafíos recíprocos. Por un
lado, los textos lucanos interpelan a las jóvenes para no mirar la paz como un desafío
exclusivamente personal, es lo que se desprende del análisis del cántico de los ángeles.
Consideramos que es positivo el sentido de empoderamiento que las jóvenes expresan, pero no
por ello se debe dejar de señalar aquellas estructuras que efectivamente oprimen y lesionan. Es
decir, la paz no puede vivirse sólo como una actitud interior, también se debe manifestar en un
sistema justo, equitativo y solidario. Si se pierde ese sentido de historización y concreción de la
paz, se puede terminar por espiritualizarla demasiado. La comunidad lucana invita a estas jóvenes
a recuperar la dimensión política de la paz.

Por esa misma línea, también los textos pueden iluminar la realidad de las jóvenes que ven la paz
no como un fin sino como medio o requisito para otros fines más grandes. La comunidad lucana
nos enseña que la paz es en sí misma un fin, porque está vinculada directamente a la salvación, a
la misericordia entrañable y la visita de Dios. La convicción de que la paz es proyecto de Dios
debería ser nuestra principal motivación para contribuir a la construcción de una cultura de paz.
Esa debería ser nuestra más grande aspiración, ya que, siguiendo la tradición judaica, la paz es el
mismo nombre de Dios.

Por otro lado, estas jóvenes nos muestran cómo se puede concretizar el anhelo de paz del que
hablan los textos estudiados en clase. Ellas encarnan esa construcción de paz que implica el dolor,
el trabajo constante, la perseverancia. Ellas son ese pueblo que desde abajo ha acogido el anuncio
de salvación de Dios, y han enfrentado, sin armas, el sistema que una y otra vez las ha tratado de
opacar y de aplastar, sometiéndolas a formas directas de violencia. Ellas son ejemplo de
resistencia, y su misma vida se convierte en una denuncia para las estructuras dominantes. Otro
gran aporte que nos dan estas jóvenes es la intuición de la paz como fuente de sensibilidad hacia sí
mismo y hacia los demás. Es la puerta que abre el camino para el diálogo, el “aprojiamiento”, la
empatía. La experiencia de la paz tiene el potencial entonces de llevarnos a salir de nosotros
mismos para comprometernos en un proyecto social más amplio, que como una espiral, va
desarrollándose y creciendo para asemejarse cada vez más al sueño de Dios.

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