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MUJER TRABAJADORA, ACTIVISMO SINDICAL, UN BIEN ESQUIVO (*)

Volver a los orígenes del Sindicalismo Clasista, urge recuperar la teoría y la práctica,
como saberes y conocimientos de lucha de los y las trabajadoras en defensa de un
trabajo digno con derechos laborales.
Hoy que vivimos tiempos de crisis política y de régimen del estado neoliberal, donde
cada día se precariza el trabajo, de la mano con una debilitada conciencia de clase en
la construcción del sujeto social del cambio- es hora de hablar de la reorientación del
movimiento sindical y popular; promoviendo y desarrollando la concientización en los/as
trabajadoras, asumiendo un rol protagónico en la lucha por la transformación de la
sociedad.
El Neoliberalismo, también ha inoculado en el movimiento sindical los anti valores y
nuevos patrones ideológicos y culturales, como el patriarcalismo y el machismo, el culto
al individualismo, el sálvese quien pueda acompañado del pragmatismo que el fin
justifica los medios; y de eso hay mucho en el movimiento sindical y popular, desde hace
años se ha desatado una corriente nefasta y oportunista que auspicia y promueve las
divisiones en el seno de los sindicatos y federaciones, como han pretendido en el
magisterio nacional, en el sector de los trabajadores administrativos de la educación ,
en el sector salud, municipales y poder judicial entre otros.
Una de las limitaciones orgánicas en el campo sindical es la composición de apenas el
4 a 5% de la actual PEA (Población Económicamente Activa). Por su parte, el
movimiento sindical y popular se encuentra fragmentado y dispersos en su accionar,
sin ningún plan estratégico común para enfrentar las políticas tanto del ejecutivo, como
del legislativo y las medidas anti-laborales del empresariado. Esta debilidad la
aprovecha el gobierno, los empresarios nacionales y transnacionales para fortalecerse
económica y políticamente.
Por otro lado, la situación de las mujeres trabajadoras se ve a menudo agravada por
una mezcla de discriminación económica, discriminación de género y normas culturales,
lo que las hace vulnerables a la discriminación por parte de compañeros y directivos
varones así como a las desventajas económicas.
Aunque cada vez haya más mujeres que trabajan a cambio de un salario, su parte de
responsabilidades familiares no parece haber disminuido, porque el cuidado familiar y
los quehaceres de la casa sigue siendo una sobrecarga laboral sin reconocimiento y sin
paga; lo cual limita cualquier tipo de activismo sindical.
Cada vez más gente se está dando cuenta de que la violencia en el trabajo no es un
problema individual sino un problema estructural sistémico enraizado en factores
sociales, económicos, organizativos y culturales generales; que al final son una de las
limitaciones y un bien esquivo para las mujeres trabajadoras en el activismo y
participación sindical.
Sin embargo el giro de la historia, está a favor para que las mujeres trabajadoras en
general rompan el silencio frente a la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Este
año en el marco de la 108° Conferencia Internacional del Trabajo, se aprobó el Convenio
190 de la OIT, que reconoce que violencia y el acoso en el mundo del trabajo pueden
constituir una violación o un abuso de los derechos humanos, y que son una amenaza
para la igualdad de oportunidades.
Ya de por sí, nuestro país es uno de los más inseguros para las mujeres, debido a que
cada dos día hay un Feminicidio, somos una sociedad machista y patriarcal, con nuevas
corrientes religiosas fundamentalistas, los centros de trabajo para las mujeres no son
espacios seguros, no hay las garantías para que el centro laboral sea un ámbito de
desarrollo profesional, ligado a tu proyecto de vida, sino más bien limita la productividad,
baja la autoestima y produce estrés laboral.
Sin embargo este Convenio 190, será un instrumento muy valioso por su carácter
vinculante, en la implementación de políticas públicas tendientes a “Tolerancia Cero”
frente a la violencia y el acoso laboral; lo cual deberá ayudar significativamente a
incentivar a las mujeres a perder el miedo en denunciar, no tener temor al activismo
sindical entre otras actividades.

Setiembre-2019

(*) Ibis Fernández Honores


Dirigente de la CITE-CGTP y CLATE

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