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La iluminación del fondo era fuerte y resultaba imposible desviar la mirada. Cerró los
ojos, aguantando el dolor de la cuerda que fuertemente rodeaba sus brazos y torso.
Estar colgada a seis metros sobre el suelo balanceándose ligeramente de un lado para
el otro podría hasta sonar divertido, si no fuera porque era la tercera vez esa semana
que se encontraba en la misma situación, con las cuerdas quemando su piel y creando
fricción con el cuero de su traje.
— ¡Sophie aguanta! —Le gritó un joven rubio a tiempo que luchaba mano a mano
contra un hombre que le doblaba el tamaño.
— ¡Steve no voy a aguantar! ¡La cuerda se rompe! —gritó lo más desesperada que
pudo, observando el inmenso colchón de aire debajo de ella, pero imaginando que se
trataba de una olla con el ácido más potente que cualquier científico loco pudiera
crear.
Una sacudida indicó que la cuerda se rompía y lo que en realidad duró solo un
segundo, se extendió por minuto y medio. Steve empujó lejos a su contrincante,
contra una lámpara de aceite, causando un pequeño incendio. Abrió los ojos con
desesperación al ver a la joven muchacha caer hacia la muerte más espantosa que
podría haber imaginado.
—Ya voy... qué diva. —Soltando la cuerda de seguridad, un hombre del reparto dejó
caer a la joven estrella con un golpe seco sobre el colchón, que al final no estaba tan
blando ni era tan grande como Sophie hubiese deseado que fuera.
Intentando incorporarse con los brazos atados, tropezó un par de veces hasta
finalmente rodar hacia el suelo.
—Yo te ayudo Sophie. —Se ofreció rápidamente Steve. La gente del reparto se iba al
descanso y por supuesto nadie ayudaría a la chica a desatarse.
Tenía hambre, estaba sudorosa gracias a las luces y le dolía todo el cuerpo, no
deseaba nada más que ir a casa y disfrutar del resto del sábado completamente sola,
encerrada en su habitación sin que su familia, sus amigos y menos su novio la
fastidiaran.41
—¿Ya nos vamos? —preguntó con fastidio Daniel, el hermano de Sophie, quien ya
estaba más que harto de presenciar como su hermana representaba una estúpida
escena para el programa más estúpido de la televisión.
—Sí, vamos —dijo con voz apagada, arrastrando a Daniel fuera del set, no tenía
ánimos ni de cambiarse y si alguien la veía en la calle usando el vestuario del programa
¿qué más daba? Peores humillaciones había pasado.
Tras una audición en la cadena televisiva KTV un año atrás, su vida había cambiado
radicalmente. Uno de los productores ejecutivos, admirado por el talento de Sophie
para el canto y su atractivo físico, la contrató para tener el papel protagónico de su
propia serie de televisión, donde sus dotes para el canto eran bien recibidas. Más todo
lo que Sophie había soñado, todas esas promesas sobre grabar su propio álbum y
poder dedicarse únicamente a ser cantante, no parecían llegar nunca.
—Hasta un mono podría dar mejores ideas, pero solo se basan en lo que la mayor
parte de la población descerebrada del planeta quiere ver —dijo dando una última y
larga calada al cigarro antes de dejarlo caer por culpa de Daniel.
Fatigada, se aproximó a la banca de un parque y se acomodó mientras buscaba sus
chicles de menta. La semana pasada había sido un desastre y tenía docenas de horas
de sueño acumuladas. Por un momento imaginó que todo era como antes, recordó
como era su vida un año atrás, cuando todas sus metas en la vida parecían cumplirse
y no podía imaginar ser más feliz. Era la mejor alumna del colegio, tenía amigos,
incluso un novio que si bien no era perfecto y solía sacarla de quicio con frecuencia, la
amaba de verdad y jugaba todo por ella; a diferencia del apático y patán novio que
tenía ahora. Sin mencionar el tiempo libre que tenía entre manos que le servía para
leer las novelas de romance que tanto le gustaban, además de practicar deportes,
jugar videojuegos e incluso salir de campamento. Ahora si tenía suerte podía
encerrarse en soledad por un par de horas.
Un grupo de chicas se acercaron a ella, tomándole fotos con sus teléfonos celulares
mientras un par buscaba desesperadamente un cuaderno para pedir un autógrafo.
Sangre, ese viscoso líquido rojo estaba por todas partes. Casi podía sentir el aroma a
hierro, tan desagradable y nauseabundo. El cuerpo le escocía y tenía la sensación de
llevar ese líquido perteneciente a otra persona encima de él. El corazón se le aceleraba
y el oxígeno comenzaba a hacerse escaso. ¿Era su impresión o la temperatura había
aumentado? Una gota de sudor resbaló por su frente y de pronto el espacio se le hizo
pequeño. No lo soportó más. Cerró los ojos.
Afortunadamente el auditorio estaba a oscuras para poder ver la proyección así que
nadie, sobre todo el docente, notó que uno de los estudiantes del pre-facultativo de
medicina cerraba los ojos con fuerza y respiraba agitadamente intentando no
desmayarse.
No podía creerlo, se daba pena a sí mismo. Podía ver una lluvia de sangre en una
película de terror porque sabía que era falsa, pero ver el video de una operación real
era diferente.
Las luces se prendieron y la proyección desapreció de la pared. Por fin podía abrir los
ojos y respirara aliviado.
—Se nos fue la hora. Para mañana investiguen más sobre cirugías y no olviden que
nos veremos directamente en el auditorio, presenciaremos una operación
laparoscópica de vesícula, en vivo; para que algunos empiecen a fortalecer el
estómago —avisó el docente mientras los alumnos recogían sus pertenencias,
comentando al respecto. Muchos estaban impacientes por observar una cirugía por
primera vez en su vida; otros estaban algo temerosos, revisar las entrañas de un
hombre a través de los ojos del cirujano era impactante y hasta grotesco, mas su
maestro tenía razón, como futuros estudiantes de medicina, debían empezar a
prepararse.
De una u otra forma les resultaba emocionante, excepto a Aaron, quien hubiese
preferido estar atado a una silla escuchando reggaetónen lugar de presenciar sangre
en vivo y en directo.33
— ¡Aaron, vamos! —Lo sacó de sus pensamientos Anette, una chica que había
conocido en ese curso y quien insistía en llevarlo todas las noches hasta la residencia
donde vivía.5
—Esta clase estuvo demasiado aburrida. ¿Ver un tonto video de qué nos sirve?
Aprendo más viendo a "Dr 90210" Afortunadamente mañana veremos algo real, no
es la gran cosa, pero es algo. Yo quisiera presenciar una cirugía plástica, sería más
increíble ¿no crees? —parloteó la chica casi sin darse un respiro entre palabra y
palabra. Su compañero se limitaba a asentir, esperando que cerrara la boca de una
vez, pues comenzaba a irritarlo—. Y dime ¿lo has considerado? —preguntó después
de una pausa, no una muy larga, pero sí lo más que se podía esperar de ella entre un
tema y otro.
— ¿Considerar qué?
—No tengo nada que considerar —dijo con desinterés, a las ideas de Anette nunca les
prestaba atención—. Lo repetí cien veces, iré por pediatría.1
—No me digas que en serio pretendes pasar el resto de tu vida poniendo vacunas y
banditas en rodillas lastimadas.
—Los niños también se enferman y necesitan más que vacunas y banditas. Si vas a ser
médico, de cualquier clase, deberías saberlo.2
—Sí, sí... —habló de mala gana ¿Por qué Aaron era tan cerrado?—. Pero piénsalo
¿Sabes cuánto gana un cirujano plástico hoy en día? Es la carrera más...
—Lucrativa, me lo repites a diario. No hago esto por enriquecerme, solo quiero hacer
lo que me gusta, y en definitiva no quiero pasar el resto de mi vida rellenando a una
mujer con silicona o extrayendo la grasa de un obeso.
— ¡Ya sé! —La cortó, cansado—. Debo irme, si no llego antes de las diez me castigan.
Adelantándose a la invitación que le haría la chica para llevarlo en su auto, Aaron hizo
parar un taxi y subió a la misma velocidad que si un velociraptor lo estuviese
acechando. Mientras recorría la avenida con la cabeza apoyada contra el cristal,
pensaba en qué demonios haría. Odiaba la sangre, no podía verla y de verdad no
quería hacer el ridículo frente a todos desmayándose al día siguiente cuando el
médico realizara la primera incisión. Mas debía afrontarlo ¿Cómo sería un médico
entonces? Ese era su sueño, no quería abandonarlo, pese a que conforme pasaban los
días se convencía más y más de que aquello tal vez no era lo suyo y al final no tendría
más opción que ingresar a ingeniería o arquitectura en su defecto.
—Maldita sea... —exclamó al bajar del transporte y observar las puertas cerradas de
la residencia. Aún faltando tres minutos para las diez, el considerado portero había
tenido la amabilidad de dejarlo afuera, sabiendo que regresaba siempre a la misma
hora.
No iba a tocar la puerta y esperar un castigo por su supuesto retraso, el cual sería
interpretado por el director de la residencia como un acto de rebeldía, pensando que
de seguro se había quedado después del curso en un bar con sus compañeros. 1
Rodeó la escuela hacia el jardín trasero y trepó por el muro. Como un ladrón que entra
a una casa, se escabulló hasta la puerta de la cocina. Tocó tres veces, como siempre,
y Arthur, el jefe de cocina, le abrió.
— ¿De nuevo te cerraron? —le preguntó al muchacho.
—Ya estás adentro, es lo que importa —dijo sonriendo y dirigiéndose a la estufa para
encenderla—. ¿Quieres comer? Hoy hicimos macarrones.
Arthur apagó el fuego, frustrado por no servirle al muchacho el plato de comida que
le había guardado.1
—Bien, pero tienes veinte minutos, el padre Johansson vendrá a hacer su inspección,
si te ve aquí de nuevo me tendrá cocinándoles hígado el próximo mes y a ti te hará
limpiar la cagada de pájaros de las estatuas, de nuevo.
El chico asintió, no necesitaba más de diez minutos, es más, no podría aguantar más
de ese tiempo la tortura a la que él mismo se sometía tres noches por semana.
Primero observó la carne... no estaba tan mal, incluso se le antojó un filete; luego
desvió la vista hacia el hilo de sangre que fluía de ésta, dejando un pequeño camino
en la mesa y goteando hacia el suelo. Permaneció con la mirada fija en las gotas que
caían, una a una con un sonido casi imperceptible.
Segundo paso, observar la bolsa inflada de aquel asqueroso líquido rojo y sentir su
textura atreves del plástico.
Le causaba nervios, pero de nuevo no estaba tan mal. Ahora venía la prueba de fuego,
empapar sus dedos y sentir en su propia piel la frialdad y viscosidad de la sangre.
—No es tan malo, solo es un líquido, lo tenemos todos, circula en tu cuerpo en este
mismo momento. —Se dijo a sí mismo, convenciéndose de teñir las yemas de sus
dedos color carmín—. Está en tu cuerpo ahora mismo, circulando... por todo tu
cuerpo... ¡demonios!7
Mala idea repetirse eso, ahora se daba asco así mismo. Soltó la bolsa y corrió hacia la
cocina para tallarse con una esponja de metal hasta casi borrar sus huellas digitales.
Sin añadir nada salió de la cocina y se dirigió con cautela a su habitación. Golpeó la
contraseña mirando a ambos lados del pasillo. A esa hora todos debían estar en los
dormitorios, sin excepciones.
Frank, uno de sus compañeros, le abrió y regresó al sillón frente a la televisión, donde
un tercer compañero no desprendía los ojos de la pantalla, ni su boca de la pajilla de
su bebida.
—Sí, hace media hora, no te preocupes, le dijimos que estabas en el baño porque estas
mal del estómago y te enviaron de regreso de las clases porque apestabas todo —
respondió Otis, el joven de cabello rubio que sorbía ruidosamente la gaseosa.
Aaron hizo a un lado con torpeza a Frank y le arrebató la bolsa de patatas que se
disponía a abrir. Otis encendió el reproductor y los tres muchachos escucharon en
silencio la canción del inicio de la serie. Frank y Otis preferían adelantar esa parte para
que la pegajosa (y sin sentido) letra de la canción no se les quedara en la cabeza, mas
Aaron se enfadaba cuando lo hacían, las canciones parecían ser lo único que le
agradaban de esa serie.
— ¿Para qué se cambió de nuevo? —Preguntó con tono de protesta Aaron—. No hay
sentido, Sophie cambia de ropa como siete veces cada capítulo.
—Pues es obvio, para mostrar distintas partes de su cuerpo, eso es lo mejor de la serie.
Es que... ¡mira ese escote! —Expresó entusiasmado, señalando el aparato con la
mano—. ¿Cuánto creen que le midan los pechos?
—Claro que no. —Ambos muchachos lo miraron como si los hubiese insultado—. Se
ven muy reales.
—Pero no lo son.
—Lo sean o no, yo igual se lo haría —habló Otis con tono lascivo, e inmediatamente
recibió un furioso golpe de Aaron—. ¡¿Qué?! Es cierto, y no me digas que no piensas
igual, odias esta serie, pero la miras porque le tienes ganas a la protagonista.
—No es eso, solo me parece linda, no tengo fantasías estúpidas como ustedes. —Sonó
enfadado e intentó disimularlo levantándose y yendo hacia el baño.
— ¡Ah no!... San Aaron nunca piensa cosas obscenas con Sophie Cohen, por eso la
dibuja una y otra vez e hizo un comic con ella de protagonista. —Otis sacó de debajo
del sillón uno de los cuadernos de dibujo de Aaron, donde había estado trabajando
últimamente en un comic.3
— ¡Les prohibí tocar mis bocetos! —Les recriminó, pero antes de arrebatárselo, Otis
le lanzó el cuaderno a su otro compañero.
—No te importa. —Pensando que era una tontería caer en su juego soltó al
compañero que tenía contra el suelo. Los dejaría mofarse y molestar todo lo que
quisieran, total, el primer capítulo de su comic estaba terminado y las versiones en
limpio a salvo en su computadora, esperando ser enviadas por mail a la actriz de
televisión. Con suerte, su mail resaltaría entre los cientos que Sophie Cohen recibía a
diario y captaría su interés.
Para Sophie Cohen ese era el peor día de todos. Había tenido que despertar a las cinco
de la mañana para una sesión fotográfica y cerca al mediodía del domingo su
estómago protestaba por comida sonoramente, sin ser atendido. No se habría
sentido tan mal de no ser por lo que ese día en específico representaba: Exactamente
un año atrás el peor suceso de su vida había ocurrido. +
Un día como ese en la madrugada, Ian, a quien consideraba el único amor de su vida,
había perdido la vida en un incendio. Ese suceso la había marcado demasiado, hasta
ese entonces su vida parecía tomar una ruta fija, directo hacia el cumplimiento de sus
muchas metas y sueños en la vida. Tenía al amor de su vida junto a ella, había perdido
su pánico escénico, pertenecía a una banda, tenía amigos y la posibilidad de
estelarizar su propio programa de televisión. ¿Podía ser su vida más perfecta? Pero
como siempre, el karma o la mala suerte la acechaban, haciendo que perdiera a Ian, y
su vida de famosa no resultara tan fantástica como había imaginado.1
Tras un par de meses de luto por la muerte de Ian, había comenzado a recuperarse,
pero ese día todos esos recuerdos regresaron de golpe y se sentía casi tan mal como
hacía un año atrás. Esperaba que como sus padres y su terapeuta decían, eso pasara
con el tiempo y finalmente pudiera superar ese episodio amargo y la ausencia de Ian
por completo.
Escapó del estudio antes que el chofer de la productora se ofreciera a llevarla a casa y
cubriéndose lo más posible con una capucha para no ser reconocida, se desvió hacia
el cementerio.
Por ser un día feriado mucha gente visitaba las tumbas de amigos y familiares
difuntos, otros tantos vestidos de negro y con lágrimas en los ojos, ya fuera de
verdadera tristeza o hipocresía, daban la última despedida a los ataúdes que
descendían hacia los nichos.
En un lugar olvidado en la cima de una colina verde, una modesta tumba con el
nombre de Ian Key parecía tenebrosa e impaciente por recibir una visita.
—Hace mucho que no venía, lo lamento —dijo Sophie en voz alta, arrodillándose y
destapando la capucha—. Bueno... no sé si las flores te agraden así que te traje esto.
—Abrió su bolso y al buscar una pequeña fotografía hizo caer un paquete de
cigarrillos—. No, esto no. —Los recogió de inmediato y colocó la fotografía en su
lugar, una que había tomado con su celular en el parque, en una ocasión en la que ella
e Ian perdían el tiempo en vacaciones—... y pues, estoy intentando dejarlos ¿sabes?
Sé que no te gusta que fume, pero bueno, yo que sé, me hacen sentir mejor. 1
No sabía qué más decir, se mordió el labio con nerviosismo, tenía tanto por contrale
y a la vez solo quería gritar y llorar como una niña pequeña.
Sorbiéndose la nariz se recostó en el césped, quería estar cerca de él, tal vez era
estúpido considerando que había seis metros de tierra entre ambos y un bloque de
cemento, mas esa separación la desesperaba.
— ¿Sabes? Tengo que confesarte algo. Desde hace un mes que salgo con Zack...
bueno, más que solo salir, es mi novio, o algo así. Es un idiota, terminaré con él en
cuanto lo vea. Los chicos dicen que no le estoy dando una oportunidad, que comparo
a todos contigo. Es posible que tengan razón, nunca nadie será como tú, es tu culpa
por ser malditamente perfecto. ¿Por qué tuvo que pasarnos esto? Yo solo quería una
romántica historia, no un final trágico.... Qué estoy diciendo. —Se incorporó y secó
un par de lágrimas de su rostro. Ian estaba muerto, no podía escuchar todo lo que le
decía. Era ridículo, estaba enamorada de un fantasma. 2
Releyó la lápida después de levantarse y se cubrió con la capucha. Empezaba a hacer
algo de viento y el cementerio se volvía con el pasar de los segundos en un lugar más
macabro.
CAPÍTULO 3
Una inmensa torre azul de caricatura se divisaba alto en el cielo. Se observó a si
misma sobre un caballo blanco, con una capa roja ondeando al viento y retiró de su
rostro unas modernas gafas de sol para tener mayor visibilidad de su objetivo.
Un reloj gigante de cuerda brincaba a su lado, repitiéndole una y otra vez que se
acercaba la hora.
— ¡Sabía que no debía traer la capa! —protestó a tiempo que uno de los conejos le
saltaba a la yugular.14
Al ser la hermana mayor se suponía que ella estaba a cargo, mas no pensaba lidiar con
sus hermanos, menos con Tiago, quien estaba en esa molesta etapa de querer
hacerse al rebelde sin causa. En los últimos meses se había vuelto insoportable y
bastante difícil de tratar. Por eso ignoraba todas las tonterías que se le ocurrían hacer,
así como a los ridículos de sus amigos.
Con tal bajaba las escaleras todos volteaban a verla, algunos reían disimuladamente
y otros la fotografiaban con el celular. Estaba acostumbrada a esas reacciones, mas
eso no significaba que las tolerara.
— ¡¿Quieres decirles a los idiotas de tus amigos que dejen de mirarme como a un
extraterrestre?! —le ordenó a Tiago en la cocina, mientras abría el refrigerador
buscando un poco de jugo.
—Se los diría, pero eres tú la que baja en ropa interior —contestó adelantándose a
sacar una cerveza.2
Sophie miró hacia abajo, estaba con una camiseta corta y en pantaletas. 3
— ¡Por qué siempre me pasa esto! —Se lamentó golpeando su cabeza contra el
refrigerador. Ahora esas fotos estarían en el facebook de todos al día siguiente.1
—Mejor vístete y baja. —Le sugirió su hermano—. Debes ser la única adolecente del
planeta que se acuesta las seis de la tarde.1
—No, bueno sí, pero hoy es un año. Es el aniversario de la muerte de Ian. Era tu mejor
amigo, no puedo creer que lo olvidaras. —Indignada empujó a su hermano a un lado
y subió las escaleras hacia su habitación lo más rápido que pudo.
Alan, el primo y mejor amigo de Sophie, intentó interceptarla en el camino, pero ella
lo ignoró.1
—El aniversario de muerte de Ian —dijo de mala gana—. No entiendo por qué no
puede superarlo.
—Pues creo que lo ha estado sobrellevando muy bien, pero hay que comprenderla,
hoy es una fecha especial.
— ¿Y qué se supone que quiere que haga?, ¿reunirnos todos y llorar por él? Sophie
tiene que olvidarlo, todo esto de Ian le hace mal, son ustedes los que no entienden.
Mis padres decían que se le pasaría cuando hubo un tiempo en el que estaba
realmente deprimida, la vigilaba todo el tiempo porque de verdad tenía miedo que
cometiera una locura. Luego pareció dejarlo atrás y ahora se pone triste de nuevo.
Eso no es sobrellevarlo, está recayendo.
—Pues yo creo que tiene derecho a deprimirse de vez en cuando, no pasó tanto
tiempo... sabes, olvídalo, yo hablaré con ella.
—Sophie ¿cómo estás? —preguntó Alan de forma cariñosa. Sophie de inmediato salió
de su escondite y se abalanzó a abrazarlo.
—Mal, hoy... bueno olvídalo.
—No Sophie, entendemos cómo te sientes, ignora a Tiago. —Intervino Claudia, con
su tímida y suave voz.
—No... tiene razón, debo superar algunas cosas, pero es difícil. Es que no es sólo lo de
Ian, ¿viste lo que dijeron de mi en internet? ¿O lo que salió en el periódico ayer? Mi
padre va a matarme. —Se quejó llorosa, más nerviosa que triste.
—No lo creo... no fue tan malo. —Sin nada de convencimiento en la voz, Alan desvió
la mirada.
Ni Alan ni Claudia supieron qué responderle, realmente eso no se veía nada bien.
—Todo es culpa de Zack, se quejó dos horas de que no le presto atención y que nunca
salgo con él, al final me convenció de ir a una discoteca con él y sus amigos, y aunque
sabe que me pongo mal con solo oler alcohol me convenció de beber tequila. Tequila
y yo somos una pésima combinación, no debemos mezclarnos nunca. Bebí un shot y
no recuerdo ni lo que pasó. Solo que una señora de limpieza me despertó en el baño.
La discoteca estaba vacía, Zack me dejó sola y tuve que llamar a Tiago para que me
recogiera y en algún momento mientras estaba inconsciente alguien me tomó una
fotografía y se armó un escándalo. Mi Twitter explotó con comentarios de gente
diciendo que está decepcionada de mí, que mi programa lo ven niños, que soy el peor
ejemplo para la juventud actual —explicó con dramatismo en sus palabras.5
Sus amigos no sabían si tomarse en serio sus palabras o reír por otra de las exageradas
reacciones de Sophie.
— ¿El precio de la fama? —Sophie lo miró asesinamente y lo agarró del cuello—. Esto
no es el precio de la fama, ¡algo anda muy mal con mi vida! tengo la teoría que en
realidad estoy en un reality show llamado "Él peor año de tu vida" y mañana Ian
aparecerá con una cámara riéndose de mí. O... soy la protagonista de una novela y el
autor se divierte haciéndome sufrir. Porque si esto es el precio de la fama,
embriagarme en una discoteca es la primera señal. ¡Luego lo haré con frecuencia,
atacaré paparazis, luego empezaré a consumir drogas, me haré adicta y me meterán
en una clínica de rehabilitación, cuando parezca que he mejorado me arrestarán por
posesión de drogas e iré a prisión y cuando salga intentaré retomar mi trabajo de
actriz, solo que nadie querrá contratarme y terminaré filmando películas porno! ¡No
quiero ser actriz porno Alan! ¡No quiero! —Con tal iba hablando aumentaba más y más
su tono de voz, finalizando con una dramática caída sobre la alfombra de su
habitación.17
—Lo dudo. —Se cruzó de brazos—. El grupo "mandemos a Sophie Cohen a Siberia"
tiene más gente que mi propio club de fans. Es que no entiendo, es decir, sé que mi
serie es estúpida, sé que el personaje que interpreto es más estúpido aún, pero eso no
significa que yo sea igual. De verdad quisiera que al menos la gente me odiara por lo
que soy realmente y no por el personaje que interpreto en televisión.
A punto que las ideas para hacerla sentir mejor se les acabasen, a Claudia se le ocurrió
revisar el correo de fans, seguro leer la carta de alguna niña que admiraba a Sophie y
quería ser como ella de grande, le alegraría un poco.
—Mira Sophie, tienes ciento trece mensajes nuevos —dijo con alegría, Sophie seguía
en posición fetal imaginado una nube negra sobre ella mientras la escuchaba—. Este
va gustarte, es de una chica de trece años, dice: "Sophie te amo, te amo, te amo, te
amo"... bueno, pone te amo como cien veces, continúa: "Eres mi ídola, mis amigas y yo
te adoramos y vemos siempre tu show. ¿Es cierto que tú y Steve son novios? ¿Van a
casarse? Espero me respondas".... Ves... fue tierno, o algo así.
"No creas que soy un fan loco, solo dibujo esto inspirado en ti, te mandaré un capítulo
cada semana, depende de ti el leerlo o no."
—Sophie, de verdad deberías verlo, está muy bueno. —Alan dejó a Claudia leer el
resto mientras levantaba a Sophie del suelo. 2
Poco convencida Sophie miró hacia la pantalla, solo para complacerlos y que de una
vez la dejasen sumirse en su depresión tranquila.
Su rostro cambio con la primera impresión. Los dibujos eran perfectos, realizados con
mucho talento y dedicación. Quien fuera el autor, no había reparado en detalles.
Sophie contempló con cuidado cada centímetro de cada viñeta. Tal vez estaba loca,
pero esos dibujos los había visto antes. No las viñetas en sí, pero el estilo era muy
característico. No se animó a decir nada frente a sus amigos, sin embargo, estaba
segura, eran los dibujos de Ian.
CAPÍTULO 4
Era la quinta vez que leía el comic durante la clase de matemáticas. Ya se sabía los
diálogos de memoria, pero los inspeccionaba a profundidad. Desde la noche
anterior que tenía un debate interno: ¿Era posible que Ian de alguna forma le
enviase esas viñetas? Luego consideraba que aquello era imposible. Ian estaba
muerto, tras meses de terapia por fin se había convencido de ello. Tampoco quería
ilusionarse con algo imposible. Ese tal Aaron era simplemente un chico que la
admiraba y se había inspirado en su aspecto físico para la protagonista de su comic,
tal como muchos artistas gráficos suelen hacer.
—Si vas a leer otras cosas durante mi clase al menos pretende que pones algo de
interés en lo que digo.
Alan se percató del libro que Sophie llevaba e inútilmente trató de llamar su
atención. El profesor inhaló profundamente. El cinismo y la falta de respeto por
parte de Sophie hacia su clase era pan de cada día. Mas lo dejaba pasar porque aún
sin estudiar demasiado, Sophie tenía un talento especial para las matemáticas y
siempre sacaba las mejores notas; cosa que últimamente no sucedía en otras
materias.
—Si prestaras atención por lo menos a los cinco primeros minutos de la clase habrías
escuchado que les di la hora libre para estudiar para su examen de química.
— ¡¿Qué!? —reaccionó de pronto con un grito que alteró a todos—. ¡¿Que examen?!
¡Los exámenes empiezan en dos semanas! ¿Cuándo dijeron algo de un examen? —
preguntó alterada al maestro, apretándole los hombros hasta clavarle las uñas.
El maestro soltó las garras de Sophie con un gesto de dolor y se alejó de ella.
— ¡No estuve en la clase del viernes! Salí antes porque tenía que filmar una escena.
Alan se golpeó la cabeza y trató de disculparse. Sophie salía del colegio tantas veces
al día que ya ni recordaba en qué clases la veía y en cuales no, era difícil mantenerse
al día en cuanto la información escolar de la que su prima se enteraba.
Frustrada y nerviosa lanzó al suelo todo lo que tenía sobre el pupitre y sacó el libro
de química, tenía quince minutos para anotar lo más posible en sus muslos debajo
de la falda y sus brazos.
Su penúltimo año escolar había sido el peor. Desde el preescolar que Sophie era
siempre una alumna sobresaliente. Al haber sido una chica solitaria y sin amigos, se
pasaba las vacaciones adelantando el semestre con ayuda de sus padres y no
conocía mayor satisfacción en el mundo que ver su nombre siempre en primer lugar
en el cuadro de honor, demostrando su superioridad al resto de compañeros que no
tenían el valor suficiente para soportarla como amiga.
Fue recién dos años atrás cuando gracias a la ayuda de Ian, Sophie cambió un poco
su forma de ser, dejando de ser tan vanidosa y pretenciosa, mostrándose tal cual era
y consiguiendo por fin algunos amigos verdaderos que se acostumbraron a su
excéntrica y exagerada forma de ser. Mas tener una vida social y un programa de
televisión causaron estragos en su vida escolar, con falta de tiempo para estudiar y
hacer deberes, sumado el cansancio que le impedía prestar el mínimo necesario de
atención en clases para que los maestros no la odiaran; sus calificaciones habían
bajado de un sobresaliente a un aceptable en la mayoría de materias, excepto en
matemáticas, música y educación física. Sobre todo química era su peor materia.
Estaba al borde del reprobado y la manía que la maestra le había agarrado no
mejoraba su situación.2
Sophie terminó de apuntar lo más veloz que pudo algunas fórmulas y dejó el
bolígrafo en la mesa cuando escuchó la puerta abrirse.
—Esto es fácil, tú sabes mucho, vas a aprobar —se infundió optimismo mientras la
maestra los inspeccionaba gélidamente y con un gesto autoritario le ordenaba a un
alumno repartir las hojas.
—Te ayudaría, pero de verdad no sé si lo que estoy haciendo es correcto —dijo Alan
mirando con duda su hoja de fórmulas.
—Vamos Evan, solo necesito seis respuestas, creo que el resto puedo resolverlo —
como él la ignoraba y continuaba como si ella no existiera, recurrió al plan de
respaldo. Cuando el chantaje no funcionaba, recurría al chantaje sentimental y ella
conocía el único punto sensible en ese témpano de hielo que era Evan: su hermana
pequeña—. Sé que Grecia se muere por conocer el estudio de filmación de mi
programa. Puedo arreglarle una visita, y no solo eso, hasta puede aparecer en un
capítulo. Yo la cuidaría toda la tarde e imagina lo feliz que se pondría.
Era imposible ignorar aquello. Evan sabía cuánta ilusión le haría a su hermanita de
diez años el presenciar en vivo la filmación de su programa favorito. Por algún
motivo incomprensible para él, Grecia idolatraba a Sophie, en realidad a toda la
familia de Sophie. Era la mejor amiga de Daniel y tenía una extraña fijación con
Tiago.9
Resignada regresó a su lugar esperando que Evan terminase antes de que la maestra
regresara.
—Yo te copio ahora por un par de favores. —La voz que Sophie menos quería
escuchar en momentos de estrés la hizo detenerse en el camino.
Sophie puso un rostro de furia mientras quitaba el papel de su cabello. Estaba tensa
y a Vincent no lo iba a soportar, en especial porque él y todos sabían cuánto
detestaba que la llamasen estrella, o algún adjetivo similar.
Con paso decidido se dirigió hacia él y le arrebató la hoja del examen, la calculadora
y la mochila. Mientras Vincent intentaba levantarse por la complicada forma en la
que se había acomodado, Sophie lanzó las cosas por la ventana.
—A ver como apruebas sin el examen —dijo pretenciosa mirando hacia abajo los
objetos dispersos por todo el patio.
— ¡Cohen!
A diferencia de sus compañeros, no solo lidiaba con sus estudios, también con la
presión de conseguir un empleo, una beca universitaria y mantenerse oculto de su
padre, todo eso adecuado a las estrictas normas de "Saint Patrick", la residencia
para varones donde vivía, que más que un albergue para estudiantes parecía un
internado militarizado.
— ¡Nadie sale! —Otis entró histérico a la habitación y cerró la puerta con su espalda
tal como si un asesino demente salido de la más escabrosa película de terror lo
persiguiera—. El padre Johansson hace un recorrido sorpresa. ¡Oculten a Marie! 2
Aaron volcó los ojos, no entendía por qué no se deshacían de esa patética planta.
Sus compañeros la mantenían apenas viva con las inútiles esperanzas de que
creciera y de alguna forma eso les diese algo de popularidad. Pero al final, esos dos
eran unos inofensivos frikis amantes de los videojuegos que preferirían mil veces
pasarse un velada jugando al League of Legends antes que salir de fiesta o
embriagarse como el resto de jóvenes de la residencia. 9
—Claro... ¡¿creen que soy idiota?! ¡Tú serás expulsado! Siempre traes problemas y
estoy seguro que eres el distribuidor de hierba de la residencia —acusó a Aaron. Él
podría haberse asustado, si no fuera porque a diario lo acusaban de todo lo malo que
ocurría en la residencia, o en Inglaterra—. Voy a hablar con el hermano Stever
respecto a esto—. Alzó la mano para agarrarlo de la nuca y Aaron simplemente se
alejó un paso de él.3
Caín Stever era un ex sacerdote neo catecúmeno que se había retirado del
sacerdocio diez años atrás debido a que sus estudios e investigaciones entraban en
conflicto con dogmas de la iglesia. Aun así, trabajaba como maestro de ciencias en
el colegio al que Aaron había asistido el año anterior y como asesor de la residencia
de estudiantes Saint Patrick. Él era una de las pocas personas que estaban
completamente conscientes de la situación de Aaron, su pasado, su verdadera
identidad, y también estaba al tanto de sus problemas personales, siendo en ese
último año el mejor apoyo emocional y psicológico con el que había podido contar.
En silencio, ese hombre de edad media y rostro robusto cruzó los brazos y observó al
joven con detenimiento.
—Hablaba con el padre Johansson, dice que otra vez te metiste en problemas. Está
convencido de que eres tú quien vende marihuana en la residencia.
—Como si tuviera tiempo de eso —le respondió con soltura, hablar con él era como
hacerlo con un viejo amigo—. Nunca me meto en problemas, el padre Johansson los
imagina a mi alrededor.
—Sí, lo sé —dijo a tiempo que exhalaba. Sabía que de todos los alumnos de ahí, él
era el que menos problemas causaba, intentaba mantener el perfil bajo y pasar
inadvertido, mas era imposible que ocultara esa aura de misterio a su alrededor, que
causaba desconfianza en muchos, sobre todo en el anciano sacerdote—. Anoche
durante la cena dijo algo sobre hacerte un exorcismo, pensamos que lo decía en
broma, pero ahora que lo pienso no reía con el asunto.
—Genial, avísame cuando quiera realizarlo y lo ayudo a atarme a la cama. —Miró su
reloj, aun corriendo y tomando un taxi sería imposible llegar a tiempo al hospital
para su clase, lo había logrado—. Ya perdí mi clase, ¿puede darme un justificativo?
Así no pierdo tantos puntos.
Aaron lo siguió arrastrando los pies, sabía qué significaban esos paseos, de nuevo lo
analizaría e intentaría parchar ciertos eventos de su vida. 4
Tras varios minutos de caminata silenciosa por los extensos jardines y sorteando
estatuas de metal que estaban ahí desde hacía un par de siglos, Stever realizó un
corto comentario sobre el clima antes de hablar directamente sobre la vida privada
del muchacho.
—Esta mañana te llamó una chica, te dejó un mensaje. Se supone que no puedo
pasártelo sino hasta el fin de semana, pero sé que no dirás nada. —De su bolsillo
sacó un papel prolijamente doblado y el muchacho no necesitó saber de quién se
trataba—. Parece una muchacha simpática.
—No es cierto —lo interrumpió antes de que mencionara el nombre—. Hay gente
que me interesa como Arthur y aunque me cueste decirlo Frank y Otis no están tan
mal como amigos.
—No me refiero a ese tipo de interés, me refiero a uno real y ya lo hemos hablado.
Estás creando una coraza a tu alrededor que solo Sophie puede traspasar. 5
— ¿Estás seguro? —Detuvo su andar y habló con seriedad—. Toda tu vida estuviste
solo. Nunca creaste un lazo emocional con nadie hasta que conociste a esa chica. Es
posible que te hayas encaprichado con ella y al haber recibido afecto de su parte
simplemente te hayas obsesionado. Me refiero que al no haber querido a nadie
antes, y de repente hacerlo, no sabes distinguir los tipos de afecto que existen. ¿Te
has planteado si realmente la amas? ¿O es que tienes miedo de querer más a otra
persona y perderla?1
—Confundes las cosas. Yo... no sé; sé que la quiero y espero volver a verla, pero es
verdad que he cambiado, las cosas eran muy diferentes en ese entonces. Necesitaría
verla de nuevo para saber qué siento en realidad.2
—Sí, estoy seguro, pero no sé si pueda hacerlo. Tengo prohibido contactarme con
ella, al menos hasta que todo esto acabe, y aun así no tengo dinero para ir a verla, ni
tiempo, debo terminar el college y aplicar a la universidad y ver la forma en la que
voy a mantenerme.
La puerta del baño de varones se abrió con cautela así que trató de ocultarse en una
esquina, poniendo su cigarro detrás de la espalda. Una chica de último curso salió
revisando que no hubiera maestros cerca y segundos más tarde fue Tiago quien
salió, advirtiendo la presencia de su hermana mayor.
—Oye, ellas me buscan —se excusó sentándose a su lado e intentado ver la pantalla
de la tablet—. ¿Te botaron de nuevo?
—Dijimos uno al día y ya fumaste uno esta mañana, sabes que puede empeorar tu
enfermedad.
—Tú también fumas así que no tienes moral para decirme nada, además vas a
agarrar alguna enfermedad peor por andar con tantas chicas, si es que no
embarazas a alguna.29
—Yo no fumo, doy un par de caladas algunas veces para verme genial. Y en cuanto a
lo otro... tomo mis precauciones y es algo que a ti no te importa.
—Como sea. —Volcó los ojos y alejó su Tablet de los curiosos ojos de Tiago—. Oye...
¿puedes ayudarme con algo? —le preguntó pasándole el parato. La noche anterior
había decidido hablar con él, pese a los riesgos que conllevaba—. Un chico me
mando un mail ayer e intento descubrir de dónde es.
— ¿Revisaste la IP?1
En silencio Tiago abrió el mail que Sophie le señaló y se puso a buscar, en cuanto a
tecnología no había nada que no pudiese lograr, al menos eso decía él.
—Espera a que te envíe otro correo. ¿Por qué tanto interés? —preguntó sospechoso.
—Solo quiero saber ¿sí? Es que... bien, no sé, mira los dibujos, ¿no te recuerdan a los
de Ian?
Después de una rápida mirada a las viñetas, Tiago encaró a Sophie con reproche.
— ¿No me digas que ahora crees que te manda un comic? ¡Sophie ya lo hablamos!
¡Ian está muerto! Ya deja de pensar en él, solo te haces daño —la regañó
levantándose. Ella se levantó también a defenderse.
— ¡Perdón Tiago dueño salvador de mi vida! ¡Deja de hacerte al héroe que lo único
que haces es creerte mi maldito guarda espaldas cuando eres un imbécil que solo
me lastima! —Resoplando guardó sus cosas e intentó empujarlo contra los
casilleros. Tiago no solo era insoportable, también se creía el ombligo del mundo y
ahora tenía el descaro de decirle que sin él, ella no era más que una loca pusilánime
que no podía hacer nada por sí misma.
Ese día no podía ir peor. Al fin un día libre sin filmaciones y todos se empecinaban en
joderla con algo. Al salir del colegio, era turno de Zack, quien por fin se dignaba a
llamarla después del incidente de la discoteca, avisándole que la esperaba en una
cafetería para tomar algo antes de ir al ensayo de la banda en casa de Evan.
La furia la invadió en cuando atravesó la puerta y vio a Zack bebiendo una gaseosa
con todo el tiempo del mundo. No se explicaba en ese momento cómo había
aceptado salir con él la primera vez, menos cómo había aceptado ser su novia
formal. Desde el día que lo había conocido que no habían congeniado en absoluto,
durante las prácticas de la banda peleaban todo el tiempo y se echaban la culpa
mutuamente de los errores y él jamás se había comportado algo cortes con ella. Sin
embargo, Sophie había visto algo en él. Era muy atractivo, ella también lo era, no es
difícil imaginar que eso había influido y fuera del aspecto superficial, Zack tenía
diecinueve años y estaba en la universidad, por algún motivo Sophie había
considerado que podría ser más maduro que los chicos de su colegio, pero estaba
equivocada. Zack era el tipo de sujetos que buscaba coleccionar la mayor cantidad
de novias atractivas y a quien no le interesaba demasiado el conservarlas, total,
habían muchas detrás de él y la falta de mujeres nunca había sido un problema. 1
—Hola —la saludó con desinterés y Sophie lo esquivó cuando intentó besarla—. ¿Y
ahora qué?
— ¿Y ahora qué? ¡No me llamaste todo el fin de semana! ¡Podría estar muerta! Eres
un... ¡ni imbécil llega a definirte! ¿Tienes idea de dónde estuve el sábado en la
madrugada? —le gritó histérica sin importarle que todos en el lugar los observaban.
—Deja de gritar —le ordenó bajando la voz—. Sí, vi el periódico. Pensé que te habías
ido a tu casa.
— ¡¿Cómo?! ¡Tú me llevaste ahí! ¡Se supone que debes llevarme de regreso!
Sophie mordió su labio y se clavó las uñas en las palmas. Un par de horas antes le
había dado a entender a su hermano que podía cuidarse sola y ahora le decía a Zack
que era su responsabilidad, podía sonar contradictorio, pero eran situaciones
diferentes; lo único que podía pensar era: Ian lo entendería, jamás me habría dejado
sola.
—Eras mi novio. Si me llevas a un lugar y ves que estoy ebria, debes llevarme de
regreso, o por lo menos llamar a mi hermano. No dejarme tirada en un baño y luego
irte... es cuestión de lógica.
—Espera ¿era tu novio? —Zack no escuchó el resto de las palabras de Sophie, solo
eso le preocupaba.2
—Yo fui la que perdí el tiempo contigo. —Ahora que el enfado se había apagado,
solo sentía tristeza y decepción. ¿Por qué todos los chicos que se sentían atraídos
hacia ella solo buscaban sexo? Ella no era como Tiago, o como muchas de sus
compañeras. No concebía el hecho de tener una relación sexual, o muchas, con
cualquier persona hacia la cual no tuviera ningún tipo de sentimiento. Ella había
pensado siempre que ese momento sería importante, con una persona que
realmente quisiera, preferiblemente una con quien pasara el resto de su vida. Sus
amigos la tachaban de ingenua y anticuada, mas no podía cambiar esa forma de
pensar y por algún tiempo había pensado que Zack respetaría su decisión.
En ese momento pudo haberle dado un golpe o lanzado la bebida al rostro haciendo
una dramática salida, pero sabía que nada de eso sería suficiente.
Dignamente se levantó del asiento y salió del local. En el último mes no la había
pasado completamente mal, pese a todo, Zack y ella habían tenido uno que otro
momento especial, y Sophie pensó que debía agradecérselo.
Gracias por este maravilloso mes, lamento que las cosas no hayan funcionado.
Rayó en la pintura del auto adornando sus palabras con una carita feliz y un corazón.
Observó su obra con satisfacción y le lanzó un beso a Zack cuando salió furioso al ver
que su ahora ex novia rayaba su más preciada posesión.
CAPÍTULO 6
Desde que Sophie se había vuelto famosa que la banda iba en decadencia. La
vocalista y guitarrista de su grupo ya no tenía tanto tiempo para ensayar, ni las
energías necesarias cuando se hacía un tiempo en su apretada agenda. Encima,
desde la aparición de Sophie en su programa de televisión, que la mayoría de sus
fans iban a las presentaciones de la banda. ¿Desde cuándo a un grupo de pubertas
histéricas con exceso de hormonas les gustaba el rock alternativo? Evan sentía que
de golpe habían pasado de ser una banda de rock a convertirse en un grupo
conformado por hermanos bonitos que tocaban pop comercial.22
— ¡Por fin! ¡¿Dónde diablos está Zack?! — Al ver llegar a la chica directo a levantar su
guitarra, fue a preguntar por el baterista.
—Yo que sé —respondió Sophie sin interés y mal humor, conectando su guitarra
eléctrica—. Empecemos —le dijo a Cristian, el bajista.
—No podemos empezar sin Zack, se supone que iban a verse y a venir juntos.
Evan intentó calmase, demasiado ocurría en su vida personal para encima soportar a
Sophie. Le arrebató la guitarra para acaparar su atención y habló enfadado:
—Por eso teníamos prohibido cualquier tipo de relación entre miembros de la
banda, pero tú y Zack tenían que romper la regla. ¡Ahora todo empezará a
empeorar!
—No va a empeorar, ni siquiera voy a hablarle, para mí la batería se toca sola a partir
de ahora.1
—No te preocupes, ha estado molesto todo el día. Creo que tiene que ver con su
madre. —Trató de consolarla Cristian, adivinando que Sophie se sentía culpable.
La chica salió del garaje donde practicaban y persiguió a Evan hacia el jardín de su
enorme residencia. El chico parecía en verdad enojado. Él no era especialmente
cálido ni expresivo, pero era notorio cuando algo en verdad lo molestaba.
—Lamento esto, te juro que intentaré llevarme lo mejor posible con Zack y no
vamos a perjudicar a la banda.
Evan dio media vuelta de regreso al garaje, como gesto de no importarle ya nada
referente a sus compañeros.
—Grecia ya era miserable, pero logré animarla con lo de tu programa. Iba a hacerle
una fiesta de cumpleaños, pero ella la canceló porque mi madre le prometió que
vendría y pasarían todo el día juntas. Solo que se le presentó algo de último
momento y no vendrá. Grecia estaba tan deprimida que le dije lo del programa y con
eso pareció olvidarlo todo.
— ¿Qué se le pudo presentar a tu madre que sea tan importante para dejar plantada
a su hija? —Cada vez que Sophie escuchaba algo sobre la madre de Evan no podía
evitar sentirse molesta. Simplemente no lo comprendía, sus padres jamás le harían
algo como eso, Thaly era capaz de abandonarlo todo por cumplirles una promesa.
—Un novio nuevo —dijo Evan con algo de disgusto—, que la llevará de viaje por
Europa.1
—Ya sé. Es que tiene una escusa muy buena —habló sardónico—. Siempre quiso
viajar por el mundo, pero como se casó joven no tuvo oportunidad, así que
aprovecha ahora que es viuda, tiene hijos y responsabilidades.
Sophie estaba tan triste y molesta que no pensaba seguir escuchando.
—Recogeré a Grecia —se rindió. Mañana haré todo lo posible por meterla al set y
haré que aparezca aunque sea unos segundos.
Evan estuvo a punto de agradecerle de verdad, con el impávido gesto que usaba
generalmente, cuando el auto de Zack se estacionó en la puerta de en frente.
El fuerte portazo les indicó su mal humor y Sophie sonrió quedamente recordando
su hazaña anterior, seguro con eso Zack aprendería a no meterse con ella, mas se
sorprendió al verlo ingresar a la casa no solo con un rostro rabioso, también con un
fuerte golpe en el rostro que comenzaba a tornarse morado.
Zack avanzó con paso decidido directo hacia la chica y Evan temió que fuese a
agredirla de alguna forma así que se acercó a ella rápidamente.
— ¿Mi hermano? ¿De qué hablas? —preguntó Sophie sin entender a qué se refería
Zack.
La chica no necesitó escuchar más. Esa mañana pensaba que le había dejado muy en
claro a su hermano que dejara de inmiscuirse en su vida y comportarse como su
guardaespaldas. Tiago resultaba más molesto y sobre protector que un novio
celoso. Aunque Zack se lo merecía, ya estaba más que harta. Furiosa abandonó la
práctica y corrió en busca de su hermano, mientras Evan le gritaba enfadado que no
olvidara recoger a Grecia al día siguiente.2
Llegó a la entrada de su casa con la más pura intención de agarrar a su hermanito
por los cabellos y arrástralo escaleras abajo; lanzarlo y observar cómo las rodaba
sonaba atractivo en su mente. Las fantasías psicópatas que empezaban a crearse en
el maravilloso reinado de su macabra imaginación desaparecieron al ver el auto de
su padre en el garaje. Pensaba que sus padres se tomarían al menos un día más
disfrutando de sus vacaciones sin hijos, como hacían casi todos los años por esa
fecha.
Aquello era mejor. Tiago y sus reuniones habían prácticamente destruido la casa, si
él estaba ahí de seguro en ese momento estaba siendo sometido a cuantiosas
torturas. Disfrutaría sádicamente del espectáculo antes de comentarle a su padre
sobre las cosas que de seguro no estaba enterado y quejarse con su madre porque
Tiago no le daba su espacio personal y se inmiscuía en sus asuntos. 1
Tal como había predicho, en la sala, Thaly (su madre), miraba con aburrimiento
como Tiago discutía con su padre por la cantidad de latas de cerveza y gaseosas
desparramadas por la casa, sin mencionar las que flotaban en la piscina, además
restos de comida y basura acumulada, sobre todo en la cocina, donde los trastes
ocupaban hasta el suelo.
Ignorando a esos dos, corrió a saludar a su madre y conversar con ella hasta que su
padre notara su presencia y decidiese tomase un descanso de gritarle a Tiago.
—Tu padre vio esto —le susurró mostrándole el suplemento de "espectáculos" del
periódico, donde una vez más, era humillada públicamente. Puso una expresión de
terror que su madre calmó de inmediato—. Nos acabamos de enterar lo de Zack, así
que dejará pasar esto solo porque terminaste con él. 1
Cuando Tiago y su padre parecieron cansarse de gritar lanzando ataques al aire y sin
escuchar lo que el otro decía. Sophie corrió a los brazos de su padre y como cuando
era pequeña miró maquiavélicamente a Tiago, amenazándolo con quejarse a
sabiendas que su padre siempre le daría la razón. Ser la única mujer de cinco
hermanos le daba un cínico favoritismo.6
—Luego podrás quejarte todo lo que quieras, tenemos que decirles algo, ve por
Daniel.17
Extrañada por la orden subió escaleras arriba en busca de su otro hermano. Era raro
que sus padres los convocasen a algún tipo de reunión comportándose tan
tranquilos.2
Los tres chicos no podían creerlo. Sophie se puso pálida, no era que tener otro
hermano le desagradase, pero una hermana... eso era distinto, desde el nacimiento
de Daniel que la posibilidad de otra niña en la familia era uno de sus temores. Ella
jamás podría competir con una pequeña recién nacida, más ahora que se encontraba
tan próxima a la vida adulta.4
A Daniel no le importaba demasiado, desde su punto de vista, más hermanos
significaba más libertad para él. Desde que habían nacido los gemelos que sus
padres se concentraban menos en los castigos del colegio y quejas de los vecinos,
con otro pequeño más en la familia, no tendrían tiempo ni de castigarlo.
Tiago por el contrario no tuvo que meditar sus emociones al respecto, solo habló
impulsivamente.
—Pues a diferencia de todos ustedes este sí fue planeado. Desde hace mucho que
queremos otra niña y no quiero tener hijos después de los treintaicinco.7
—Espera —dijo Sophie, pensando las cosas con más frialdad—. ¿Cómo saben que es
una niña? No creo que tengas tanto tiempo de embarazo.
—Esto me parece una total estupidez —continuó Tiago con el mismo humor de
antes—. Tuvieron dos hijos el año pasado y ya no hay espacio ¿Dónde dormirá el
nuevo mocoso?1
—Ese es otro tema —dijo Nicolás con satisfacción, quería ver el rostro de su hijo
cuando le diese la noticia—. Tú y Daniel compartirán habitación.
La situación era tan dulce como una fruta para Sophie. Ningún castigo hubiese sido
tan espantoso como ese. Ya comenzaba adorar al nuevo bebé. Daniel le daba algo
de lástima, él no tenía por qué pagar, pero viéndolo de reojo se lo veía un tanto
ilusionado. Aunque lo negaba a muerte, Tiago era algo así como su héroe personal,
no el mejor modelo a seguir, pero era su hermano mayor después de todo. 4
—Es con él o en el patio con el perro. Además lo menos que necesitas es privacidad,
últimamente haces lo que quieres. ¿Crees que somos idiotas y no sabemos que
metes chicas a tu habitación en la noche y se escabullen en la madrugada?
— ¡¿Haces eso?! ¡Qué asco! —Le gritó Sophie—. Realmente tienes un problema.
— ¿Un problema yo? Es que no soy un niño y les molesta que sea independiente y no
viva a su voluntad. Realmente preferiría irme de aquí.
—Pues que pena porque aún te quedan tres años estancado con nosotros haciendo
lo que te digamos.
Enfadado, Tiago palpó sus bolsillos en busca de dinero, tenía para irse a casa de Alan
y permanecer ahí el tiempo que pudiese antes de que su tía se inmiscuyera e
intentara como siempre que se reconciliara con su padre.
¿Por qué tenía que ser él el único ser racional de esa familia? Sus padres parecían un
par de adolescentes que creían que los hijos eran muñecos coleccionables. Un
quinto hermano le daba igual, a sus hermanos más pequeños ni los sentía y por lo
general se llevaba muy bien con su hermana, era su madre quien le preocupaba y
parecía ser el único. Todos sus embarazos habían sido complicados y odiaba verla en
el hospital después de una cesárea recuperándose apenas. ¿Qué su padre no
pensaba en eso? Claro que no, porque tampoco había parecido importarle la
depresión en la que se había sumió Sophie después del muerte de Ian, ni el estrés
con el que lidiaba últimamente al intentar complementar la escuela con el
programa, conciertos, apariciones en medios de comunicación y la labor social que
relazaba en las tardes.8
Se tomaría un pequeño descanso de todos, y al volver (por que estaba seguro que su
madre no tardaría en aparecer disculpándose a nombre de su padre), se haría cargo
de varios asuntos, por el bienestar de todos.
Después de un largo rato en que Sophie compartió sus penas con su madre siendo
escuchada con demasiada paciencia, bajó a buscar algo comestible. Desde hacía
unas semanas que no tenían mucama, sin una estaban perdidos. Nadie cocinaba y
limpiar el desastre de Tiago era inconcebible. Debían sobrevivir con comida rápida y
sándwiches, que era lo único que sabían preparar.
CAPÍTULO 7
Una llamada del rector lo excusó de la clase de esa noche. Mejor para él, así evitaba
ver el sangriento resumen de la experiencia a la que había faltado. 1
Tras tocar e ingresar con mucha diplomacia al reciento, se sentó frente al escritorio,
donde un serio y canoso hombre revisaba unos papeles.
—El padre Stever debió enviar mi excusa para faltar ayer —dijo creyendo que lo
llamaban por ese motivo.
—Sí, la recibí esta mañana, pero no es por eso que te llamé —dijo tras un suspiro—.
Es sobre tu situación. Es demasiado complicada y nos tomó algo de tiempo
analizarla.
—No —sonó tajante y una gota de sudor frío pareció recorrer su frente.
— ¡¿No?! ¿Por qué? ¡No pueden negármela, hace cuatro años que la universidad me
aseguró una beca gracias a mis calificaciones, se supone que ahora solo sería una
confirmación! —Se alteró. Eso no podía estarle pasando, sin una beca completa
estudiar medicina en esa o cualquier universidad sería imposible, era más pobre que
una rata y con un trabajo de medio tiempo solo podría cubrir sus gastos
alimenticios.
—La situación no es como hace cuatro años. Desde que volviste el año pasado que
tu comportamiento ha sido intachable, salvo algunas quejas exageradas de la
residencia donde vives. Tienes muchas horas de servicio social acumulado, tus
calificaciones son excelentes, te adelantaron dos años para que te gradúes antes...
— ¿Pagar? ¿Cómo voy a pagar? Estoy viviendo en una residencia prácticamente por
caridad y lo que me da el Estado apenas me alcanza para gastos personales. En
cuanto cumpla diecisiete no recibiré ni un centavo, no tengo familia, y ni trabajando
a tiempo completo podría pagar la cuarta parte de la mensualidad.
—Lo lamento Aaron, veré si puedo hacer algo más, tal vez pueda hablar con otras
universidades, pero puedo asegurarte que correrás con la misma suerte.
Más que una gota, ahora era un balde de agua helada lo que parecía haber caído
sobre él.
Tras una discusión inútil abandonó la oficina. Algo debía poder hacer. Las cosas no
debían salir de esa manera. Tomó su celular y llamó al agente de inteligencia que se
suponía había arreglado su situación, quien le había asegurado que llevaría una vida
lo más normal posible y todos los cargos en su contra desaparecerían. 2
— ¡James! Me dijeron que borraron mis antecedentes, incluyendo el secuestro.
¿Cómo es que me negaron una beca universitaria por ese motivo? —gritó al aparato,
asustando al agente que le respondía.
—Se supone que parte del trato era asegurarme el ingreso a la universidad. Colaboré
demasiado a sabiendas que pueden asesinarme ¿y ustedes no pueden hacer una
cosa tan insignificante?
—Escucha. —Trató de calmar los ánimos del muchacho—. Haré lo que pueda, pero
esto no es como la televisión, no tenemos el poder para manejar todas las
instituciones que queramos, hago lo que puedo.
—Pues haz más que eso. Si no consigo la beca o me pagan una muy buena cantidad
de dinero, olvida que colabore de nuevo con ustedes. —Finalizó cortando la llamada
y apretando el teléfono con fuerza.
No tenía familia, casi no tenía amigos, su propio padre quería asesinarlo y la única
persona que quería estaba a un océano de distancia. Encima sería un enorme
fracasado cuya máxima aspiración sería limpiar baños en una cafetería.
En cinco meses cumpliría diecisiete y el Estado lo emanciparía, dejarían de
mantenerlo y debería subsistir por cuenta propia. Estaba decidido, con solo dieciséis
años, no tenía futuro.2
Consciente de lo que acontecería, Daniel salió primero del colegio, abriéndose paso
en la puerta sin nada de tacto y arrastrando a sus dos amigas de la mano.
—No, Samy no puede venir, te dije solo Grecia —reclamó Sophie viendo a la mara de
niños que se aproximaba como zombis en una película de miedo.
—Si Grecia va, Samy también, debemos festejar el cumpleaños. —Se entercó. No
pensaba irse sin su mejor amiga, quien al igual que Grecia, soñaba con conocer el
estudio de filmación.2
Aterrada por la ola que se aproximaba empujó a los tres niños al auto. Discutir con
Daniel era una batalle perdida, él siempre terminaba haciendo lo que quería.
Sintiéndose como una niñera intentó concentrarse y buscar una buena excusa para
meter a las dos niñas al set, encima lograr que Grecia hiciera una aparición en las
escenas que filmarían ese día, mas su mente no daba para cosas que parecían
importantes. Pese a haberle mandado alrededor de veinte mensajes, el tal Aaron no
respondía. Su único mensaje había sido el que acompañaba al comic y que debía
esperar una semana para recibir una continuación.
—No tienen autorización para pasar. —Era inevitable que el guardia de la puerta
impidiese el paso a las dos niñas no autorizadas.
—Claro que pueden pasar, están conmigo y soy la estrella del programa —dijo
Sophie cruzando los brazos con superioridad, emanando un brillo prepotente.
—Nadie pasa, solo él tiene autorización. —Sin dejarse intimidar por una adolescente
con aires de superioridad, señaló a Daniel. Como Sophie se encargaba de él en las
tardes, tenía un pase especial para observar la filmación y aparecer de extra en los
capítulos.
—Si ellas no pasan yo tampoco. —Se cruzó de brazos y esperó, segura que el guardia
tendría que hablar con el productor, y él sí cedería al chantaje. Pero no dispuesto a
caer en la trampa de Sophie, hizo un gesto de no importarle en absoluto y
prácticamente les cerró la puerta en la cara.
Furiosa porque nadie podía tratarla así, hizo el intento de abrirla de nuevo y gritarle
a ese sujeto un par de cosas, pero alguien se le adelantó. Casi inmediatamente
después del portazo, Steve, la co-estrella de la serie, abrió el picaporte e ingresó
directo a reclamar por Sophie.
—Vamos, déjalos pasar, son solo unas niñas, si el productor no las deja las sacamos
de inmediato, pero si Sophie no entra y seguimos retrasándonos sabes que el señor
Alfredo hará un escándalo. —Steve sonó tan convincente y encantador como
siempre, haciendo notar ligeramente su acento norteamericano. A diferencia de
Sophie, él siempre conseguía lo que quería sin recurrir a amenazas violentas, y ella
odiaba y al mismo tiempo admiraba esa faceta de él. Por un lado le irritaba que
fuese siempre tan cordial, por otro, odiarlo era tan difícil como odiar a un simpático
cachorro.2
Un grito agudo y entusiasmado los hizo taparse los oídos a todos. Grecia, que ya se
resignaba a no poder entrar y pasar un cumpleaños aún peor que el del año anterior,
corrió haciendo bullicio hacia su actor favorito, quien para ella era el segundo chico
más guapo del mundo, después de Tiago por supuesto.
Steve solo atinó a reír y a mirar a Sophie de soslayo, atendiendo a su pequeña fan.
—Soy Grecia, Sophie me dijo que podía aparecer en el capítulo —le explicó a su actor
favorito mientras se hacía firmar la mochila, sus cuadernos y su estuche, lugares que
Sophie ya había autografiado hasta el cansancio.
—Te acompaño a hablar con el director, seguro puede incluirla, como incluye a
Daniel en las escenas. Tal vez puedas ser una de las víctimas secuestradas —le dijo a
la pequeña haciéndole brillar de inmediato los ojos.
Samy, que hasta el momento había mantenido su tímida presencia desapercibida se
quejó con un gemido.
— ¡Entonces Samy también! —Viendo que dejaban a su mejor amiga de lado, Daniel
protestó.1
Steve los miró con sufrimiento. Seguro Sophie lo dejaría con la responsabilidad de
cumplir los deseos de sus fans.
Como era de esperarse, tras una corta negociación, el chico consiguió que tanto
Grecia como Samy aparecieran de extras en un par de escenas.
En los camerinos, Sophie se preparó para la rutina de todas las tardes. Su nuevo
traje estaba listo en un colgador, para que se lo pusiera justo después de la larga
sesión de peinado y maquillaje.
Sherry, otra actriz que tenía un papel secundario en el programa, había llegado
antes y esperaba de brazos cruzados y cara de aburrimiento que el maquillista
acabara de una vez su labor.1
En silencio e ignorando la a una a la otra para evitar una pelea, ambas agarraron al
mismo tiempo su guión y no despegaron la vista de los papales hasta que las
llamaron a escena.
Evan aprovechó ese tarde libre para ver a su novia. Tal vez convencer a Sophie de ser
niñera de Grecia más tardes a la semana era una buena idea para tener más tiempo
libre. Adoraba a Grecia y aún más adoraba cuidarla, pero sentía que más que cumplir
el rol de hermano mayor, actuaba como el padre de la pequeña, manteniéndola
entretenida en las tardes, vigilando que comiera, ayudándola con la tarea, incluso la
llevaba de compras. Ya en más de una ocasión alguna mujer mayor lo había mirado
con reprobación, murmurando por lo bajo lo escandaloso y negativo de que los
jóvenes de ahora fuesen padres a tan temprana edad.
Claudia lo ayudaba en ocasiones, pero por más que ponía su máximo esfuerzo,
Grecia era demasiado hiperactiva y extrovertida para ella, quien tenía un carácter
tímido y tranquilo. Apenas podía seguirle el paso y Grecia la consideraba aburrida. 10
Ese "lo siento" solo podía significar lo de siempre: no tendrían más que unos minutos
para verse. Desde hacía varios meses que salían en secreto para los padres de
Claudia, porque todo el mundo sabía de su relación. Evan no entendía cómo es que
había aguantado tanto tiempo. Claudia no era como las chicas con las que salía
antes, era agradable, pero que fuese tan buena e introvertida lo sacaba de quicio, y
era aun peor porque debía aguantar a sus padres. Tiempo atrás los habían
descubierto besándose en la entrada de la casa de Claudia y habían visto aquello
como una aberración. Para Evan fue una reacción por demás exagerada, incluso
inquietante. Él solo la besaba, pero parecía que los hubiesen encontrado en medio
de una orgía. Eso fue suficiente para que a Claudia le prohibiesen tener novio,
menos uno "tan aprovechado", en palabras de sus padres.
Realmente lo meditaba y no lo entendía ¿por qué seguía con ella?, aunque no quería
creerlo, tal vez Sophie por una vez tenía razón y ellos estaban destinado a estar
juntos, y los obstáculos en su relación eran una prueba de su amor... o algo así, las
cursilerías de Sophie las recordaba solo porque se la repetía en cada oportunidad.
—No me querían dejar venir hoy, así que le dije a mi madre que había olvidado un
libro aquí. Irá a comprar y regresará enseguida.
Claudia bajó la mirada y trató de soplarse las lágrimas. Odiaba pelear, odiaba que su
primera relación fuese tan desastrosa, y por más que quería convencerse de que
estaba exagerado, odiaba que sus padres le estuvieran arruinando la vida. Lo peor
del caso era que Evan tenía razón, viviría en la caja de seguridad que sus padres
creaban a su alrededor.
CAPÍTULO 9
Otra tarde que se iba y le dolía la cabeza de solo pensar lo mucho que tenía por
estudiar. Esa noche no dormiría tratando de ponerse al día con el colegio, e
inventando una excusa para decirle a su padre que había reprobado el examen de
química.
—Igual fue genial —se consoló a sí misma—. Apareceré en televisión, conocí a Steve,
me dio su autógrafo en persona ¡y ganamos veinte dólares por actuar!
—Sí y a Samy también —explicó y enseguida la otra niña sacó el billete de su bolsillo.
—A los extras siempre les pagan veinte dólares por aparición ¿Qué no te pagan
nunca? —preguntó Sophie, algo asombrada.1
— ¡No! ¡Nunca me pagaron nada! ¡Por qué no me dijiste que debía cobrar!
—Porque pensé que eras inteligente y cobrabas el dinero en secreto, para que papá
y Thaly no lo guardaran para tu futuro o alguna de esas tonterías.
— ¡Aparecí en veinte capítulos! Tu productor me debe... —Las tres esperaron a que
Daniel sacara sus cuentas, diciéndole con la mirada que era un tonto—. ¡Cuatro mil
dólares!
—Oye. —Entre el alboroto de injurias por parte del niño, Grecia se sentó
cómodamente para hablar con Sophie—. ¿Steve y tú son novios?
—No, eso es un rumor que se inició no sé dónde. Somos amigos, en realidad ni tan
amigos, solo nos vemos en el set.
—Ni loca, recién terminé con mi novio ayer y no quiero saber nada de chicos por
unos años. Todos resultan ser unos idiotas y destruyen tu corazón cuando no
aceptas acostarte con ellos —meditó en voz alta y notó la mueca extraña de
Grecia—. Olvida lo último, no le digas a Evan lo que dije.
—Pero Steve es bueno, es tierno, y te apuesto a que es muy romántico. ¿No crees
que sería genial? ¿Que ambos se enamoraran en serio, y no solo en el programa? 2
Sophie no pudo evitar imaginarse una película en su mente. Grecia tenía razón, eso
sí sonaba como una muy romántica historia. Pero Steve no le atraía, al menos nunca
lo había pensado. Él no era como Ian, pero sí era el tipo de chico con quien siempre
había soñado salir: un par de años mayor, muy maduro, dulce, se preocupaba por
ella, tanto que ya hasta empezaba a dominar el arte de manipularlo y físicamente
era realmente atractivo: cabello dorado, ojos azules y una nariz perfecta. 6
De no ser porque quería descansar de cualquier relación, que en verdad hubiera
considerado la observación de Grecia.
Aaron pasó el resto de la semana encerrado en la residencia, solo salía para las
clases, aunque ya no veía el punto de asistir. Al llegar se encerraba en su habitación y
dibujaba, repasando con cuidado cada uno de sus bocetos. No quería decepcionar a
Sophie, le había prometido un capítulo semanal y cumpliría, ya que no era capaz de
responder a sus mensajes. A ese paso tal vez no la vería nunca e intercambiar emails
era la peor forma de darle un adiós definitivo si al final las cosas resultaban distintas
a lo que imaginaba.3
El viernes por la noche lo esperaron, listos para salir. Aún si se negaba, lo obligarían
a divertirse un poco y dejar de parecer un monje enclaustrado.
Aaron llegó dispuesto a darse una ducha y terminar los últimos detalles antes de
enviarle el comic a Sophie, pero se dio cuenta que no sería una noche común cuando
vio a sus compañeros bien vestidos y caminando a rastras por toda la habitación.
—Íbamos a salir, pero la jaula de Smoothie volvió a abrirse, se escapó y no solo eso,
¡también se comió a Maríe! —le respondió Frank entre sollozos.4
— ¿No puedes ser normal una noche y salir a beber y buscar mujeres? Nadie te pide
una relación, solo pasar el rato... —intentaron convencerlo.
— ¿Por qué para ser considerado normal debo embriagarme y pensar en sexo todo
el tiempo?8
—Nadie dijo nada de todo el tiempo, pero parece que tú no piensas en eso nunca.
Dinos la verdad, ¿eres asexual o juegas para el otro equipo?, porque eso podría ser
incomodo considerando que compartimos habitación.
—Ni soy asexual, ni soy gay. Solo tengo otras cosas en las cuales pensar que son más
importantes que buscar una cita o acostarme con una desconocida.
—No te entiendo —dijo Otis, sentándose con la intención de llegar al fondo del
asunto—. Las chicas de tu clase te llaman todo el tiempo, te dejan mensajes y
siempre rechazas verlas, pasas tu tiempo libre dibujando para mandarle ese comic a
Sophie Cohen. Tienes mujeres reales a tu disposición y las dejas de lado por una
malsana fantasía. Luego dices que eres normal y que no estás obsesionado con
Sophie.
—Pues Sophie también es real, que sea una actriz no la convierte en un holograma y
lo de ella es distinto, solo me inspira y dibujar me relaja. Además no entiendo el
punto de salir con tantas chicas. Las mujeres son complicadas, la mayoría muy
molestas. ¿De qué sirve pensar como conquistar a una, dar tu mejor esfuerzo y
cuando finalmente la consigues, buscar a otra? Es un desperdicio de tiempo. Me
conformo con tener una, acostumbrarme a sus caprichos y no tener que
preocuparme por conseguir una conquista nueva cada semana. Así aprovecho ese
tiempo en cosas importantes.47
Dando el caso por perdido. Salieron solos, dejando que Aaron en su camino a
convertirse en un ermitaño.
Después de mandar el comic, sin ningún mensaje extra, leyó algunos tabloides por
internet, desde el lunes que no leía noticias sobre Sophie. No fue difícil encontrar el
titular de un periódico, donde aparecía una foto de Sophie con su compañero de
banda: Zack, y debajo se anunciaba que ambos habían salido en secreto de los
medios por bastante tiempo y que habían terminado su relación el día anterior.
No sabía hasta qué punto creer eso, no era posible que Sophie y ese sujeto que le
parecía insoportable fuesen novios. Debía ser un rumor o una mentira, pero
confirmó que era verdad con la fotografía de la siguiente página. Un paparazzi había
logrado fotografiar el capó del auto de Zack, donde Sophie había rayado la nota. En
definitiva esa era la letra de la joven actriz, y esa una acción muy capaz de realizar.
Cerró al laptop con furia y la hizo a un lado. Eso aderezaba su semana. Él como un
idiota pensando en ella, buscando una manera de tener contacto y ella salía con el
primer idiota que se le presentaba.1
Estaba furioso, no porque Sophie tuviera una vida amorosa y él no... en realidad, sí
estaba furioso por ello. No tenía sentido, Sophie tenía derecho a vivir como le
placiera; el problema era él, que no podía superar ciertas cosas y se daba por vencido
tan fácilmente.
Revisó la jaula del hámster. A causa del hambre el pequeño animal había regresado.
Lo tomó entre sus manos un momento y mirándolo meditó un poco. Cayó en cuenta
que se estaba convirtiendo en un emo pusilánime y se daba pena a sí mismo. Su vida
no había acabado, él siempre conseguía lo que quería, siempre, y en definitiva no se
rendiría.
Si no podría estudiar medicina, ya hallaría otras formas de vida, él había nacido para
ser exitoso, de la forma que fuera y esa noche no tenía nada que perder. No podía
caer más bajo, así que qué más daba. Se embriagaría hasta perder la consciencia y
con suerte tendría sexo sin sentido con alguna chica que conocería en algún bar. Lo
último era por puro despecho, su venganza personal contra Sophie, patético e
infantil, pero le daba igual, tenía toda una vida por delante y por esa noche no se
tomaría nada en serio.7
Llamó a Frank y les dio alcance en un pub no muy lejos de la residencia, y pocos
minutos después se arrepintió. Sus compañeros parecían hacer el ridículo a
propósito y le daba vergüenza encontrase cerca de ellos. Ambos abordaban a una
chica al mismo tiempo invitándole una bebida y ametrallándola con preguntas.
Tomó un trago mirando hacia otro lado y haciendo de cuenta que no los conocía.
Siete tragos después que habían invitado a desconocidas que desaparecieron con
una variedad de excusas desde: voy al baño, o mi novio está armado; ambos se
aproximaron cabizbajos hacia Aaron.3
—Yo tengo la peor suerte del mundo por estar cerca de ustedes. No sé en qué
pensaba, la próxima vez compraré licor barato y me embriagaré solo en un callejón.
— ¡¿Qué?! —preguntó Otis, por el alto sonido de la música que no habían escuchado
el comentario de su compañero.
—Qué pena, ya vuelvo —dijo entre dientes. Aún estaba a tiempo de irse a un
callejón, o algún otro lugar, solo, donde no tuviese que cuidar de ese par.
— ¿Estás solo? Vine con unas amigas, tenemos una mesa, ¿quieres venir?
—No está solo, está con nosotros y con gusto vamos a tu mesa. —Más veloz de lo
que Aaron esperaba, Otis rodeó a Anette con un brazo, tomando demasiada
confianza con ella.
Escuchaba voces y sonidos difusos, eso de beber para olvidar no funcionaba con él,
mientras más alcohol entraba en su sistema, más recordaba. Pensaba en Sophie, en
su futuro, en su padre, en su fobia a la sangre... todo parecía crecer como un balón
que se inflaba más y más hasta reventar; y finalmente, todo se disipó de golpe. Su
cuerpo estaba relajado, casi no pensaba y de verdad la estaba pasando bien. No
tenía plena conciencia de lo que sucedía, pero su cerebro le indicaba que se estaba
divirtiendo. Frank y Otis ya no parecían tan desesperantes, ya no eran sus
compañeros de habitación solamente, eran sus amigos y las chicas que los
acompañaban eran agradables también. No sabía el nombre de ninguna de ellas,
pero por algún motivo le parecían las personas más maravillosas del mundo.3
No se sentía tan bien desde hacía mucho, no tenía idea de la hora ni le importaba.
Otis y Frank desaparecieron de su campo visual en algún momento, o estaban
mimetizados con las luces intermitentes. De pronto se vio a solas con Anette y podía
darse cuenta que la besaba de una forma bastante impúdica en uno de los sillones.
¿Hacía cuanto que no besaba a alguien? Lo recordaba perfectamente: un año y seis
días. ¿Cómo había pasado tanto tiempo sin contacto físico con una chica? Por una
vez Otis y Frank tenían razón, no era normal, algo andaba mal con él, pero ya lo
solucionaría.
La noche de Sophie se suponía sería especial. Por fin era viernes, ya había arreglado
el problema del examen con horas extra en el colegio por un par de tardes y se
tomarían tres días libres de filmaciones. En ese tiempo aprovechó de practicar con
su banda. Esa noche tendrían una presentación en un pub local, donde los habían
contratado un par de semanas atrás. Si todo iba bien, serían contratados con
regularidad y ese podía ser el salto al estrellato que esperaban.
Zack y ella habían quedado en un acuerdo implícito de solo hablarse cuando fuese
necesario, y Sophie ya había descargado toda su ira contra él tallando su nombre en
su lista negra, que cada vez crecía más y más. 1
Emocionados como estaban llegaron una hora antes para probar el sonido, tener
una práctica corta y relajarse. Su público no sería grande, pero era un buen
comienzo, después de mucho tiempo, Sophie podría cantar algo diferente a las
canciones de su show y frente a un público de dieciocho años para arriba, nada de
niños ni pre adolescentes, lo cual era emocionante y tensionante al mismo tiempo,
pues le exigirían más.
—Yo nací lista, verás que después de hoy nos contratarán de nuevo y llenaremos el
lugar —dijo triunfante. Le demostraría al mundo que no solo era una cantante de
pop mediocre cuya voz era más alterada digitalmente que natural.
Ya estaban cerca a la hora de abrir y se preocupaba por sus amigos. Al menos Tiago
y Alan les habían prometido asistir temprano para colaborar en caso de necesidad.
De Claudia no se preocupaba, era imposible que sus padres la dejasen salir a esa
hora de la noche, y Camila, su segunda mejor amiga, había desaparecido las últimas
dos semanas gracias a sus ocupaciones con la universidad.
—Sophie estoy en la entrada, pero no puedo pasar —le dijo en voz alta intentando
que se lo escuchara por encima del griterío de atrás.
— ¿Por qué no puedes entrar? Dile al guardia tu nombre, los tiene en la lista.
—No es por eso, está bloqueada. La calle está llena de tus fans.
— ¡¿Quiénes son todos esos niños?! —llegó gritando el dueño del pub, claramente
alterado.
— ¡Hay cientos de adolescentes de no más de quince años pidiendo entrar para ver a
su banda! ¡No puedo dejar pasar a menores, van a quitarme la licencia!
—Evan de verdad no sé qué decirte. Los únicos que sabían de esto eran mi familia y
algunos amigos...
—No puede cerrar, solo evite que entren esos niños subnormales —pidió Zack.
— ¿Estás loco? —bufó—. ¿No viste cuantos son?, en cuanto abra la puerta entrarán
en masa, sobrepasarán el número permitido de personas y tendré que cerrar
definitivamente. Solo váyanse y yo me aseguraré de que entiendan que no habrá
función, voy a perder clientes.
Zack miró a Evan y le hizo un gesto con los ojos, animándolo a hablar.
—El problema no es Vincent, los medios se habrían enterado de alguna otra manera.
Después de hoy la voz correría y hubiera sucedido lo mismo la segunda vez que nos
presentáramos.
Sophie sintió algo de paz, ellos comprendían que aquello no era su culpa, pero todo
cambio cuando Evan continuó hablando.
O saldría de ahí en bóxers o Anette no sería la única persona con quien habría
intimado en lo que iba del día.2
— ¿Puedo hacer mi llamada? —pidió entre dientes, mirando de reojo a sus espaldas,
no estaba muy seguro de a quién llamar, pero quería irse de ahí lo más pronto
posible.
Ninguno de los policías se inmutó haciéndolo enfadar más, de verdad odiaba a esos
sujetos.
Pasó los siguientes minutos con la mirada clavada en el piso, como si con ese acto se
volviera invisible para sus compañeros de celda, solo porque no le convenía iniciar
pleitos que se aguantaba de a salir de ahí por la fuerza.
—Aaron. Lla voz de Anette llamó su atención. La chica lo miraba desde afuera con
una apariencia más desastrosa que la de él, se notaba que también había pasado ahí
las últimas horas. Llevaba los zapatos de tacón en una mano, el cabello enredado y
el maquillaje esparcido como una pintura abstracta por el rostro. Agarrándola
fuertemente de hombro y con muy mala cara iba un hombre de edad media,
bastante alto, seguramente el padre de la muchacha que evitando que hablase con
Aaron, la jaló autoritariamente—. Hablamos el lunes —le susurró con susto,
evitándose más problemas con su progenitor.
— ¡Vamos, a ella hasta la recogieron! —se levantó y les reclamó a los policías,
quienes desganados dejaron su actual juego de cartas y finalmente lo dejaron llamar
a algún adulto para que pagase su fianza y lo sacara de ahí.
Otros veinte minutos que parecieron una hora, lo acompañaron hasta que el doctor
Caín Stever llegó a sacarlo de la celda. No lo miraba con reprobación, ni siquiera
lastima, más bien parecía muy divertido.
—No es necesario. Valió la pena. Desde que llegaste que evitas hasta cruzar la calle
en el lugar indebido, pero parece que no importa lo que hagas, siempre terminas en
problemas con la policía.
—Hay alguna fuerza divina que me detesta, o alguien me echó mal de ojo, nunca
tuve tanta mala suerte.
— ¿Lo dices por el arresto o porque te negaron la beca? —preguntó mientras le abría
la puerta del auto para llevarlo de regreso a la residencia.
—Por todo. Ya no sé ni por qué sigo yendo al college. Dejaré todo y buscare un
empleo.
—No te apresures —lo interrumpió—, hay muchas formas de conseguir becas, y este
no es el único país donde estudiar. He estado pensando algunas soluciones y si
estudiar aquí está fuera de tus posibilidades, podrías considerar el volver.
—Lo he pensado, pero no sé si es una buena idea. Sophie quiere estudiar aquí y...
—Deja de pensar en ella y piensa en lo que te conviene —lo interrumpió—. O por
ultimo puedes hablar con tu tío, estoy seguro de que él va a ayudarte.
—Ya se lo dije, no voy buscar a un familiar que ni conozco para que me ayude por
compasión, no quiero deberle nada a nadie.
—Santiago Ayala es el pariente más cercano que tienes, en realidad él debería ser tu
tutor legal.6
—Bien. —El hombre interrumpió el silencio tras una meditación—. Terminarás este
semestre y voy a enviarte de vuelta. Tengo algunos contactos y haré que te acepten
en algún colegio, con un nuevo título te será sencillo entrar a la universidad que
desees.
Aaron arqueó una ceja, aquello no sonaba como una propuesta, sino una imposición.
—Dame un tiempo para pensarlo. —La propuesta no sonaba tan mal, ya estaba
buscando la forma de ir a ver a Sophie, aunque todavía estaba indeciso, no sabía
cuál era la decisión correcta: volver a verla o dejar que ella lo olvidara para siempre. 9
Ya había pasado casi una semana desde que Tiago se había instalado en casa de
Alan. Su madre le había mandado un par de mensajes, pero parecía que no ponía
ningún tipo de presión para que regresara, lo cual era extraño. En situaciones como
esa, lo mejor era alejarse hasta que los humos bajaran, sobre todo los de él y de su
padre, últimamente no se llevaban bien y era casi imposible mantener una
conversación que no terminase en recriminaciones. Lo peor era que Sophie y Daniel
parecían estar del lado de sus padres; los consideraba unos traidores, se suponía que
los hermanos deberían permanecer juntos y él siempre los defendía frente a su
padre.
—Por qué rayos se les ocurre tener otro mocoso. Los gemelos apenas tienen un año,
creo que lo hicieron solo para fastidiarme. Además mi padre podría ser su abuelo.
Tiene cuarenta, es como si hubiese tenido un hijo a los veinte y su hijo hubiese
tenido otro hijo a los veinte también, o como si Sophie tuviera un hijo. Mi madre
tuvo complicaciones con el último embarazo ¿qué no les importa? Puede ser
peligroso.
Alan miraba el techo de su habitación mientras Tiago repetía los mismos lamentos
desde hacía días. Al principio lo dejaba desahogarse, pero ya se volvía molesto.
— ¿Estás de su lado? —Se levantó indignado del suelo. No podía creer que ahora su
mejor amigo estuviera en su contra.
—No necesito estar del lado de nadie, eso es algo que les concierne a ellos. Si
quieren otra hija deben tener sus motivos. Sophie se irá a estudiar al exterior dentro
de dos años, tal vez tu madre no quiere estar en una casa llena de varones, sabes que
es demasiado unida a Sophie. Y tampoco es algo que vaya a afectarte, no es que
vaya a faltarles comida o estén cortos de presupuesto. Estoy seguro que solo te
molesta tener que compartir tu habitación.
—Quiero a Camila y yo no entiendo por qué tú te niegas a tener una novia. ¿No te
cansas de salir con una chica diferente cada vez? No digo que tengas una relación
seria, pero deberías intentar salir con la misma chica más de tres veces, es
agradable.
—Te juntas demasiado con Sophie y te contagias sus cursilerías. Pensaré en una
relación semi formal cuando salga de la universidad. Mientras tanto no quiero estar
encadenado a nadie, ni andar llorando por los rincones como tú cuando mi novia no
me llama. Mejor olvídala, que cuando vuelva vea que no es imprescindible en tu vida
y que puedes salir con otras. Puedo llamarte a un amiga, sin compromiso, solo
pasarla bien un día.
—No creo que sea capaz. Tampoco sé si va a terminarme. Ha estado estresada con
la universidad y con la campaña política de su padre, tal vez solo está ocupada —
consideró. Camila y él cumplirían un año juntos dentro de un par de semanas, ella no
lo dejaría de esa forma. Le daría el beneficio de la duda hasta que hablaran
personalmente.
Sin deseos de discutir, Tiago miró el reloj y decidió que ya era hora de levantarse,
tenía hambre y de seguro un sustancioso desayuno los esperaba abajo.
— ¿Dónde me siento? —preguntó a su tía. Alan parecía ocultar algo por la forma
silenciosa en la que había tomado el último lugar vacío.
—En tu casa —le respondió el padre de Alan metiéndose un bocado a la boca y
escribiendo algo en su laptop con la mano libre. 2
—Ordenes de tu madre. Nos prohibió alimentarte hasta que regreses a causa del
hambre.4
— ¿Y van a hacerle caso? ¿Desde cuándo tienen tanta autoridad sobre ustedes? No
me digas que le tienes miedo a mi padre —le recriminó a su tío, esperando tocar un
nervio sensible.
Su tía procedió a ignorarlo y Alan comía sin desprender los ojos del plato de huevos
revueltos. Mientras Tiago lo miraba amenazadoramente y aún sin voltear le dijo
cortamente que no quería problemas con Thaly. Sophie lo había invitado a ver
películas toda la noche y temía por su seguridad física y mental, no podría dormir ni
estar tranquilo con la madre de Tiago acechando.
CAPÍTULO 11
Sin darse cuenta Sophie pasó toda noche durmiendo en el suelo de su habitación. Se
despertó por falta de aire cuando algo muy grande y peludo se echó sobre ella.
Moviendo la mano apenas palpó al intruso y se quedó tranquila al darse cuenta que
era su perro pastor alemán.
Lo hubiera retirado de encima, pero tal vez había llegado su hora. Qué final más
perfecto para esa patética semana que con un titular en el periódico: Sophie Cohen
muere asesinada por su propio perro.
— ¡Sophie hablan de ti en las noticias! —Su trágica posible muerte fue interrumpida
por su hermano Daniel; al entrar a la habitación el perro se levantó y corrió al piso de
abajo.
— ¿De verdad? ¿Yo en las noticias? ¡Wow! ¿Hace cuánto que no aparezco? ¿Dos, tres
días? —dijo sarcástica. Poco le importaba lo que la televisión tuviera que decir de
ella. Hacía noticia siempre porque aparentemente no había ninguna otra persona
medianamente famosa para molestar en todo el país—. Seguro siguen con el tema
de Zack, o lo de la discoteca.
Sophie se levantó y encendió la televisión, era extraño, ¿qué tendría que decir la
prensa sobre la pasada noche? No había actuado y nadie más que ella y los chicos de
la banda sabían sobre su expulsión.
En la pantalla la primera escena que apareció fue la larga fila de fans fuera del pub,
con el titular: "Sophie Cohen decepciona a sus fans".
«Tras una larga espera de más de cuatro horas, la estrella juvenil cerró las puertas del
pub local donde tocaría y no se presentó. Más de quinientas personas que esperaron en
la calle por la presentación regresaron frustradas con la actriz, quien escapó de la
prensa y no dio explicaciones para cancelar la presentación»
Sophie apretó con rabia el control de la televisión, ahora la hacían verse como la
villana de la película. Las cámaras enfocaban a los rostros decepcionados de varios
niños y adolescentes, algunos acompañados de sus padres, que furiosos le decían al
reportero lo que pensaban de la actriz y sus aires de diva.
—Sí. Estoy cansada de esperar y mañana regreso a mi ciudad. Viajé esta mañana cinco
horas para verla.
—No solo esta niña vino desde lejos para ver a su artista favorita. La cadena KTV se
niega a responder al respecto, aseguran que esta presentación no estaba organizada
por la cadena. El presidente dice estar decepcionado de la estrella del programa
emitido por su canal y asegura una disculpa pública por parte de ella.»
«—Seguro Sophie tuvo algún motivo. —En ese momento, Sherry apareció en pantalla,
la entrevistaban en vivo desde un local donde solía tomar desayuno los fines de
semana—. Bueno, es mi amiga y no hablé con ella, solo sé que organizó esta
presentación a espaldas de la cadena, no quiero hablar mal de ella ni sacar conjeturas,
pero últimamente busca bajo todos los medios ser el centro de atención de la prensa. Al
contrario, yo quiero ser una chica normal viviendo en sus ratos libres su sueño de cantar
y actuar, prefiero mantenerme alejada de las cámaras, por eso no podría hablar a
nombre de Sophie, somos muy diferentes —comentó con una dulce y falsa sonrisa. »
— ¡Maldita perra! ¡Tú eres la que busca atención siempre, pero no te la dan! ¡Voy a
matarte por hipócrita!1
Daniel miró con susto a su hermana y se alejó un par de pasos, en cualquier
momento Sophie explotaría y le lanzaría algún objeto contundente.
—Bueno... te gustan los universitarios, ¡es algo! —dijo Daniel, quien encontraba
divertido todo. Si Sophie no hubiera sido su hermana y no habría estado consiente
que todo lo que decían sobre ella eran verdades a medias o exageraciones, que la
habría detestado. Sophie había arrastrado con ese karma toda su vida. Si no la
odiaban en el colegio por sus intentos de caerle bien a todo el mundo, ahora era por
ser famosa y esa falsa imagen creada de ella.
A Sophie recién se le ocurrió revisar el celular que había dejado en silencio desde la
noche anterior. Tenía cientos de llamadas perdidas, la mayoría de la cadena de
televisión, revistas, diarios y gente del canal.
—Rayos —dijo en un suspiro, ya sabía lo que en ese momento debían estar pensado
de ella: que no quería dar comentarios al respecto y se negaba a contestar a nadie.
De seguro hasta se la imaginaban en una habitación de hotel con resaca y varios
amigos dispersos por la suite, inconscientes tras una loca noche en la que había
preferido tener una fiesta descontrolada en lugar de cumplir con sus seguidores—
.¿Por qué no pueden dejarme tranquila? No hay fin de semana que pueda salir sin
cámaras siguiéndome y preguntándome por lo ocurrido la noche anterior. Hay más
actores en mi programa, incluso hay otras cinco series juveniles, pero solo publican
lo que yo hago: cómo me visto, cómo no me visto, con quien salgo, si estudio...
hasta vi mis notas publicadas en un blog ¿Cómo demonios acceden a eso?
—No gano tanto, y qué importa, me estoy quedando sin vida, una cosa no compensa
la otra.
— ¡Ya sé! —exclamó—. Qué tal si te creas una doble identidad, puedes disfrazarte y
nadie te reconocería.
Sophie entornó los ojos. ¿Cómo se le ocurría contarle sus problemas a un niño de
diez años? Por eso necesitaba a Tiago, Daniel aún no comprendía los trágicos
percances de su vida.
— ¡Genial! ¡Me pongo una peluca rubia para el show y listo! Todo estará
solucionado.5
— ¿Una peluca? Eso es estúpido, todos van a reconocerte. Pensaba en unas gafas
como Clark Kent, o una máscara. ¿De dónde sacas la idea de la peluca? 3
—Sabes qué, mejor vete, me das migraña. —Como si no quisiera tocarlo lo empujó
con la punta del pie y le cerró la puerta en la cara. Como cada sábado en los que no
tenía filmación, se encerraría en su habitación hasta que el mundo se olvidara de
ella. Cosa que ocurría rápido, hasta que un nuevo acontecimiento atrajera de nuevo
la atención hacia ella.1
Con ansiedad abrió su correo y entre toda la basura encontró el nuevo mail de
Aaron. Él era el único que no la decepcionaba, cumplía puntualmente con el comic,
aunque le hubiese gustado que esas páginas dibujadas con tinta negra fuesen
acompañadas de algún mensaje personal. Después de leer el capítulo le escribió
largamente, dándole sus opiniones respecto a la historia y a los dibujos. Incluso se
desvió del tema y terminó contándole sobre cómo se sentía últimamente. Parecía
que hablaba sola, tal vez Aaron ni leería sus palabras, pero era un desahogo, como
escribir en un diario personal o hablar con un amigo de años.
Como era el plan de Thaly, al medio día Tiago regresó vencido por el hambre.
Además necesitaba ropa y dormir en su propia cama. Debía provechar cuanto
pudiese de su habitación antes de que mudaran a Daniel ahí y se acabara la paz para
él.
Tomó aire antes de saludar a su madre, quien veía muestras de pintura sobre la
mesa de la cocina.
—Bien, ya volví, acabemos rápido con el sermón —dijo sentándose junto a ella con
los brazos cruzados.
— ¿Cuál color te gusta más? —le preguntó finalmente, haciendo que dejara de
columpiarse y la mirara extrañado—. Este rosa me gusta, pero es un color muy típico
para el cuarto de una niña, además llega a empalagar. Me gusta este violeta, aunque
es algo frío para un bebé. ¿Qué opinas? —Le acercó ambas muestras y antes de
recibir una respuesta las retiró de su vista y cambió de paleta—. Mejor este verde, lo
combino con el rosa y así no vomitamos corazones cada vez que entremos a la
habitación. —Decidió señalando el color que quería y levantándose de la mesa.
—Eres idéntico a él; y él era idéntico a tu abuelo, por eso discutían siempre y dejaron
de hablarse por varios años. Luego maduraron. Espero que tú no llegues a ese
extremo.
—Exagerado, él no te presta tanta atención. Sabemos todo lo que haces porque nos
avisan en el colegio.
—Lo del habitación fue mi idea. Necesitamos el cuarto de Daniel para el nuevo bebé.
Además solo será un año. Sophie se irá a la universidad y tú podrás quedarte con su
habitación, y si eso no sucede construiremos una habitación nueva. Hay espacio.
— ¿De verdad? —Se calmó, si solo era por un año podría aceptarlo, además la
habitación de Sophie era mucho más amplia y mejor iluminada. Incluso era más fácil
escapar por su ventana hacia el jardín. Sería como tener una salida propia.
—De verdad —le despeinó el cabello como si fuera un niño pequeño y se fue
tranquilamente.
CAPÍTULO 122
Como cada sábado Alan fue casa de sus primos. Nuevamente por culpa de Sophie
no podrían salir a ningún lugar y sus opciones más divertidas eran quedarse a ver
películas hasta el día siguiente. Sus otros amigos de seguro se les unirían más tarde,
mas él quería tener un momento para hablar con Sophie. Ella y Camila eran muy
buenas amigas, tal vez sabía algo al respecto. Antes de viajar, todo parecía perfecto
con su novia, pero de pronto había dejado de dar señales de vida. Suponiendo lo
peor, como decía Tiago, eso era el inicio de un inminente rompimiento.
—De ella no, para nada, la vi por televisión, está acompañando a su padre. ¿Sabes de
quien sí recibí algo? de Aaron. —La chica parecía no compartir su preocupación, Alan
la miró entrecerrando los ojos, él iba a contarle los dramas de su vida amorosa y ella
le salía con el desconocido acosador de los comics—. Me mandó un nuevo capítulo,
está genial, te hice una copia. —Entusiasmada le acercó el capítulo impreso y se
puso a releerlo a su lado.
— ¡No quiero ver el maldito comic! ¡Quiero saber de una vez si Camila terminará
conmigo o no! Estoy harto de tanta angustia. Si quiere terminar que lo diga y ya,
pero ignorarme y pretender que no existo me está poniendo los nervios de punta.
—Dramático. —Sophie seguía perdida en las páginas del comic. Ni siquiera un drama
amoroso de los que tanto le gustaban podía quitarle esa tonta sonrisa de la cara.
Su teléfono privado, ese del que por el momento solo amigos cercanos y familia
estaban enterados, sonó y haciendo caso omiso a los berrinches de Alan miró el
identificador.
— ¡No! —le gritó—. Si quisiera hablar con él, le habría llamado a él. Mándalo con tu
hermano y ábreme la puerta, tengo que hablar contigo a solas, no le digas que estoy
aquí.
Curiosa por saber qué era eso que Camila quería decirle sin que Alan se enterara,
fingió que se iba la conexión.
—Se cortó, la señal es mejor arriba, Camila dice que te llamará, ¡corre! ¡Sube para
que pueda entrar la llamada! —Lo incentivo como a un perro que se le tira un hueso.
Ingenuamente Alan subió al segundo piso, esperando recibir esa tan deseada
llamada.1
Sophie también corrió a la puerta de entrada. Camila ya esperaba ahí, vestida y
maquillada perfectamente como siempre, un poco más bronceada por el viaje que
había realizado acompañando a su padre, un acaudalado empresario que hacía un
par de años había decidió incursionar en la política, presentándose para las
elecciones de ese año.
—No fue tan genial, mi padre retirará su campaña, de hecho ya no está en el país.
—Lo acusaron de malversación de fondos. Nadie sabe sobre esto. Ya lo citaron para
una audiencia, pero no tiene forma de ganar, es posible que toda mi familia se mude
al extranjero.1
— ¿Tú y Vincent también? —Una parte de ella saltó de alegría al saber que
posiblemente se liberaría de Vincent para siempre. Su compañero de curso ya no
vendería más información a los medios, ni se le insinuaría descaradamente como
siempre, tampoco iniciaría rumores sobre su vida sexual. Por otro lado no quería
perder a Camila. Pese a que eran personas muy diferentes, además de Claudia era su
única amiga mujer.
—Vincent se quedará hasta acabar el colegio, así que lo soportarás otro año y yo...
de eso quería hablarte. No me iré, no pienso ser una fugitiva ni andar
escondiéndome hasta de mis propios amigos, así que tengo un plan de respaldo —
explicó enseñándole la mano donde un fino anillo con un enorme diamante reflejaba
la luz.
— ¡Claro que no! Alan está en el colegio, ¿cómo crees que vamos a casarnos?
—Cuarenta y tres.
— ¡¿Estás demente?! ¡Podría ser tu padre! Además qué pasará con Alan, él es tu
novio. Y eres muy joven para casarte, eso hasta yo lo sé. ¡No puedes irte con el
primer sujeto que te lo pida solo porque sí, ni siquiera lo amas! 3
—El amor no tiene nada que ver en esto. Cuando perteneces a cierta clase social a
quien eliges como pareja estable es alguien que pueda darte las mismas
comodidades que tus padres. Los novios lindos y divertidos están bien para el
colegio, pero esos no te sirven para tomarlos en serio. Es algo que aprenderás con el
tiempo, al igual que yo y noventa por ciento de las chicas del colegio te cansarás de
los niñatos rebeldes, cantantes de rock y demás vagos sin dinero. Empezarás a
pensar en serio, con la cabeza y no con las hormonas y buscaras alguien que pueda
darte todo lo que quieres.11
— ¡Claro que no! Cuando me case será con alguien a quien ame, aunque sea más
pobre que una rata.18
—Deja de pensar que la vida es una novela rosa—Camila sentía que discutía con una
niña pequeña. Sophie era unos cuantos años menor, pero ya debía madurar y dejar
de vivir en fantasías—. Van a embargar todas las propiedades de mi padre, es
posible que nos quedemos sin nada. A menos que tengas una mejor idea para que
pueda sobrevivir y quedarme, voy a seguir con este plan.
—Sí. Solo porque no tolero verte. En este momento deberías estarle dando una
explicación a Alan. Tienes hasta esta noche para llamarlo y terminar con él como es
debido y después de eso no vuelvas a acercarte a nosotros nunca.
Camila se limitó resoplar. Eso le pasaba por hacer amistad con una niña tan
inmadura. Podía perder a su novio y a sus amigos y no importaba. Solo debía pensar
en ella misma y su bienestar económico. ¿Sophie le decía superficial? Pues sí, si
tener los pies en la realidad y buscar la mejor vida posible lo era, entonces era feliz
siendo la persona más superficial del mundo.20
Sophie creyó que las malas noticias no pararían de llegar. ¿Qué le diría a Alan? Esa
noche no sería capaz de mirarlo a los ojos. Antes de confrontarlo decidió descargar
algo de su ira.
Se encerró en su habitación y como había hecho en ocasiones anteriores, sacó una
navaja de su cajón y se puso a tallar en la pared el nombre de Camila, donde tenía la
lista de ex mejores amigas y personas no gratas en su vida. Hacía más de un año
desde que no escribía un nombre nuevo. El último había sido el de Ian, después de
aquel día tiempo atrás cuando el muchacho le había robado su primer beso,
arruinando el momento más esperado de su vida.31
Para aumentar más su melancolía recordó ese momento. En ese entonces había
declarado a Ian su enemigo mortal. Lo consideraba un intruso que había llegado solo
para fastidiar su perfecta vida, pero fue después de ese beso que inconscientemente
comenzó a verlo de otra manera, enamorándose paulatinamente él.
—Vamos. ¡Llama, llama! —sentado sobre una pila de latas en la muy sucia
habitación de Tiago, Alan miraba su teléfono, esperando que de una vez Camila lo
llamara o le respondiera a los cientos de mensajes que le había dejado en "visto"—.
¿Crees que está en un lugar sin señal? ¿O está esperando a que yo la llame? Creo que
mejor la llamo.5
—Porque Sophie es una ingenua. Se está tomando a este sujeto en serio cuando no
es más que un acosador. Puede ser peligroso. 6
—No exageres. —Le arrebató el comic de nuevo—. Sophie sí creyó que podía ser Ian,
pero la idea se le quitará pronto, si esto la hace feliz déjala. Últimamente le va mal
en todo. Evan me dijo que la sacaron de la banda y dudo mucho que vaya a aprobar
química este año. Necesita algo con que distraerse.
—Que se distraiga con sus amigas o leyendo una de sus novelas. ¿Qué no entiendes?
Sophie puede creer de verdad que ese sujeto es Ian, verás que no pasará mucho
antes que el tal Aaron pida conocerla en persona y por lo que sabemos puede ser un
enfermo de cuarenta años que se masturba viendo su programa. Por su salud mental
y física Sophie debe dejar de recibir estas cosas. —Furioso partió las hojas en varios
pedazos y los lanzó al aire. Con toda la basura que había ahí, un poco de papel
picado no hacia la diferencia. Pateando la silla se sentó frente a la computadora y
Alan se aproximó a preguntarle qué haría.
—Bloqueare a ese sujeto para siempre. No tendrá forma de enviarle ningún mail a
Sophie.
— ¿Puedes hacer eso?
Alan se dio cuenta que Tiago hackeaba el mail de Aaron, haciéndolo desaparecer y al
mismo tiempo lo bloqueaba en el mail de Sophie.
—Lo que haces es inútil, es imposible evitar que se contacte con ella, cuando se dé
cuenta buscará otra forma. Por más que bloquees el correo o la IP, puede acceder
desde otro lugar.
—No si él no sabe que está bloqueado. —Sonrió con malicia—. Desviaré todo lo que
le mande a mi hermana, le haré creer que se sigue contactando con ella, y a Sophie
que él ya no le envía el comic. Dame media hora y te juro que ni Dios podrá hacer
que ese tipo se contacte con mi hermana nuevamente.
Alan no estaba seguro de dejar a Tiago hacer eso. Sophie iba a enfadarse, y mucho.
Más que enfadarse se pondría triste; pero Tiago estaba determinado, aún si lo
detenía en ese momento, lo haría después.
Solo meditó la forma de consolar a Sophie una vez que Aaron Hyde desapareciera
de su vida para siempre.
CAPÍTULO 12
Si bien los padres que vigilaban la residencia no le dijeron nada, Frank y Otis sí lo
esperaban ansiosos. En cuanto Aaron abrió la puerta lo emboscaron como felinos
hambrientos, queriendo saber todos los detalles de la noche anterior.
— ¿¡Qué problemas!? ¿¡Qué pasó!? —Frank salía de quicio, detestaba que Aaron
fuese tan esquivo, nunca respondía de manera directa a las cosas que querían saber
sobre su vida personal.
—Me fui con ella, nos arrestaron, el señor Stever pagó mi fianza y aquí estoy —
respondió acariciando al pequeño hámster e intentado que despertara. 3
— ¿De verdad?
—Tal vez —respondió maliciosamente, ahora los tendría con los nervios carcomidos
por no saber si lo que decía iba en serio.
—Lamento lo del sábado, espero que tu padre no haya sido muy severo —le dijo con
cortesía en cuanto ella se aproximó al finalizar la clase.
—No es la primera vez que algo así sucede. —Le sonrió caminado a su lado—. Ya se
le pasará, me castigó un par de semanas pero luego se olvida.
—Genial... escucha, lo que pasó fue porque estábamos muy ebrios, me caes bien,
pero... —Decidió ir al punto, pero Anette lo interrumpió.
—Pero no quieres nada serio —concluyó su frase—. Yo tampoco así que tranquilo,
solo fue divertido y quién sabe si podemos repetirlo.
Para la pésima racha de suerte que estaba atravesando, eso había sido demasiado
sencillo. No era que no lo agradeciera, pero por algún motivo la extrema
despreocupación de Anette le daba mala espina.7
—Gracias, pero prefiero caminar —la rechazó de nuevo con una extrema cortesía,
tenía miedo de realizar algún movimiento en falso y verse envuelto en otro
problema. De la misma forma, Anette se despidió y él continuó con su camino. La
residencia estaba un poco lejos, pero andaba tan metido en sus preocupaciones que
aprovechaba cualquier momento de soledad para meditar.
Las calles estaban demasiado tranquilas, algunos faros quemados creaban espacios
de sombra hasta el siguiente punto de luz. Aaron caminó con cuidado mirando a sus
costados, sentía que no estaba solo y lo comprobó al ser empujado de golpe. Por la
escasa luz no sabía de cuántos se trataban, pero más de un solo sujeto lo sostenía
mientras otro le advertía que se quedara callado. Forcejeó entre golpe y golpe y
pudo soltarse a tiempo para defenderse, pero ya estaba muy adolorido para
continuar con la pelea. Uno de los sujetos le lanzó una última advertencia antes de
escapar.
Su teléfono sonó y atendió a tiempo que recibía una bolsa de hielo. Arthur puso una
mueca de extrañeza.
Furioso lanzó la bolsa contra la pared. Ya suponía que algo así había sucedido. 1
—No lo vimos necesario, sabes que tiene muchos contactos y debió pagar un muy
buen soborno, todo lo que nos diste no bastó como prueba. Pero tranquilo, al menos
Franz está arrestado y estamos pidiendo una orden de restricción, para que no se te
acerque. Estarás bien.
Arthur se sentó en una silla de madera y observó a Aaron. No entendía qué pasaba,
ni en qué problemas se encontraba el muchacho, pero sentía que veía una escena de
una película de la mafia.1
Olvidándose del dolor y de curar sus heridas, incluso de la presencia de Arthur;
Aaron subió a su habitación. Ya tenía una decisión tomada, se olvidaría de tonterías
y recuperaría su vida a cualquier costo.
CAPÍTULO 13
El fin de semana terminó de ser desastroso cuando el padre de Sophie vio las
noticias; como si no hubiese sido demasiado fotografiarla inconsciente en el baño de
una discoteca un par de semanas atrás, ahora la hacían quedar como una diva
caprichosa tras lo ocurrido en el pub. Empezaba a cansarse en serio, cuando Sophie
había comenzado a filmar el programa, pensaba que sería una experiencia más para
su hija, que no interferiría con su vida privada y que después de las dos temporadas
que habían acordado con la cadena, Sophie podría cantar como deseaba. Nada del
mundo del espectáculo ni exhibir a Sophie en televisión le agradaba, pero como era
algo que a ella parecía realmente hacerla feliz que la había apoyado, al menos al
principio, ahora solo pensaba en ir a la cadena con un bate de beisbol y acabar con
todos en esa maldita productora de una vez. 5
Tras horas de suplicio, Sophie pudo calmarle los humos, solo le faltaría que de
verdad su padre, quien no era nada pacifico en circunstancias como esa, fuese a
armar un escándalo y la página semanal que le dedicaban los tabloides pasara a ser
un suplemento especial, o una revista, dedicada a ella y a su demente familia.
—Quisiera ser invisible, quisiera ser invisible... —Mientras cerraba los ojos con fuerza
y apretaba su mochila caminó en línea recta por el pasillo del colegio hacia su
casillero. Ya sabía que todos volteaban a verla con diferentes reacciones y quería
descansar de ser el centro de atención por un día. Era irónico, un año atrás habría
dado todo porque las miradas se clavaran en ella a diario, que solo se hablase de ella,
que absolutamente todos la reconocieran. Ahora ya estaba saturada, era igual a
comer un frasco de dulce de leche, saborearlo las primeras cucharadas, pero
empalagarse e indisponerse con solo escuchar el nombre.
Chocó con alguien que la guió frente a su casillero y le avisó que ya podía abrir los
ojos.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó Sophie con inseguridad. Aunque siempre había
querido ser la consejera amorosa de sus amigos, nunca le iba bien y acababa por
empeorar las cosas. Al final de cuentas su vida amorosa era posiblemente la más
desastrosa de todas ¿qué clase de consejos podría dar?—. Camila es una idiota —dijo
rodeándolo con un brazo.
—No, en realidad no lo es, solo vio lo que le convenía... qué más da, Tiago tiene
razón, eso pasa cuando estas con alguien mucho tiempo, si la dejas rápido te evitas
rompimientos.
Sophie se mordió la lengua antes de soltarle un discurso sobre el amor. Estaba tan
indignada con Camila que no podía decir nada para defenderla y Alan tenía todo el
derecho de estar decepcionado del amor. Algo pasajero estaba segura, hasta que
conociera a otra persona, afortunadamente su primo no era igual a Tiago, el sí
valoraba las relaciones.
Los recreos y el almuerzo los pasó sola, estaba enfadada con Evan y no iba a
perdonarlo tan fácil. La banda era el único desahogo que tenía, cuando ensayaban
era el único momento en que hacía algo que realmente le gustaba, sin presiones.
Pese a las críticas actuar no le desagradaba, era divertido estar en el set, pero poco a
poco sentía más y más presión y desde hacía unos meses que lo divertido
comenzaba a desaparecer.
Vincent no había asistido a clases ese día, todos ya sabían que su padre se
encontraba en el exterior y era posible que él se hubiese ido con él. Por lo menos era
una buena noticia, no tendría que soportarlo más, ni su arrogancia, ni sus
comentarios obscenos, ni sus intentos de acostarse con ella.
—Entre Alan que parece un gusano depresivo y tú, no sé quién es menos peor para
comer. —Tiago lanzó su comida junto a Sophie y se sentó sin mirarla. Sus amigos se
habían escapado ese día en el tercer periodo y él se había quedado relegado por
encontrarse con una chica en uno de los jardines traseros.
—Yo no tengo problemas, solo con ese. —Señaló con los ojos hacia Evan, quien
comía despreocupadamente.
Tiago hizo un gesto, Evan podía ser amigo de Sophie y Alan, pero no lo soportaba,
no había ningún motivo en especial, pero desde que se conocieron que se repelían
mutuamente, parecía cosa de la naturaleza.
—Evan, después de todo lo que nos hizo y ser la mascota de Vincent no sé por qué es
su amigo.
—Me cae bien —dijo Alan levantando los hombros—. Y ayudó a Sophie cuando entró
al colegio y todos la odiaban.
—La odiaban por culpa de Vincent y Evan que lo seguía como perro faldero. Además
ayudó a que expulsaran a Ian... —Se calló de pronto, ese nombre era un tabú en las
conversaciones casuales frente a Sophie, ella lo sabía y entornó los ojos; sí extrañaba
a Ian y a veces le era inevitable ponerse melancólica, pero Tiago creía que con solo
escuchar el nombre ella correría a cortarse las venas. Prefirió ignorarlo y dejar que
cambiaran de tema.
—Espero que no, Camila me dijo que toda su familia se mudaba, excepto ella,
prefiere quedarse a cambiarle los pañales a un anciano a cambio de una limosina —
dijo Sophie despectivamente, no le importó la mirada reprobatoria de Alan, tenía
razón y de una vez su primo debía aceptar la clase de mujer que su ex novia era.
—Le doy dos meses, va a divorciase antes, o lo lanzará por las escaleras para
quedarse con la herencia —intervino Tiago. Alan cambió de actitud y se mostró
molesto.6
—Camila no es así, debió tener sus motivos, tampoco es que nos amaramos y
fuéramos a casarnos o algo así. Solo la pasábamos bien, pero me hubiera gustado
que terminara conmigo antes de forma personal y no comprometerse de golpe con
otro mientras aún estaba conmigo.
— ¿Sabes que es muy raro? —Le preguntó Tiago, meditando un poco—. Todo fue
muy de golpe, es decir ¿de dónde conocía al sujeto?, solo viajó una semana y ya
estaba con él. Cuando una mujer se casa tan apresurada es por una cosa.
—Tal vez está embarazada de ti, pero busca un mejor padre, digo, tú todavía estás
en el colegio y dependes de tus padres.
Sophie se golpeó la frente con la mano, Tiago no podía hacer peores comentarios. O
era un verdadero idiota o tenía un sentido del humor muy retorcido.
Alan palideció y sintió que sudaba frío, de pronto hasta las manos comenzaron a
temblarle.
—No es gracioso, qué tal si pasó algo así, digo, que tal si se casa porque está
embarazada en serio y no sabe quién es el padre.4
Sophie y Tiago volcaron los ojos y se levantaron porque el timbre estaba a punto de
sonar. Dejaron a Alan imaginado su vida como una telenovela. Camila solo quería
seguir teniendo todos los gustos que tenía con sus padres y cuando hubiese
conseguido la mayor cantidad de dinero y propiedades de su futuro esposo, seguro
entraría en razón.
—Por lo del fin de semana, se hizo un escándalo por nada y de seguro hay cientos de
llamadas.
—Ah, eso... tranquila, cosas que pasan, dan más publicidad al programa. Ya me
encargué de eso, hay una entrevista tuya en el periódico aclarando la situación. —Se
levantó y le pasó la sección de chismes y espectáculo de ese día.
Sophie vio una fotografía suya y un artículo de media plana, donde supuestamente
se citaban sus palabras.
— ¡Yo nunca hablé con nadie ni hice ninguna entrevista, nada de aquí lo dije yo! —
protestó.
—Te llamé para mostrarte algo. ¿Recuerdas cuando comenzaste con la serie y te
negaste a sacarte la hebilla? —Por instinto Sophie puso la mano en su cabello,
siempre llevaba una hebilla con una flor azul, el primer regalo de Ian. Había jurado
llevarla siempre y eso incluía el programa—. Les dije a todos que sería tu toque
personal y es cierto, mucha gente preguntaba dónde conseguir una hebilla como la
tuya y surgieron varias falsificaciones. Por eso nos adelantamos y para navidad no
solo saldrá el álbum del programa y la primera temporada en Blue ray, también la
hebilla original de Sophie —anunció con entusiasmo tomando una pequeña y
elegante caja, al abrirla Sophie vio una réplica exacta de su hebilla.
— ¿Por qué no? Se venderán muy bien y te daremos un dos por ciento de la
ganancia, como indica tu contrato. ¿Es genial no crees? 3
— ¡No! No es genial, esta hebilla tiene un significado muy especial y personal para
mí, no pueden comerciarla. —De golpe se levantó y buscó cómo protestar, estaba
tan furiosa que las palabras correctas no salían. En su mente tenía pensado un
discurso amenazante y una imagen de ella misma estrangulando al productor con el
cable del teléfono, pero no podía reaccionar, sus músculos estaban demasiado
tensos y el labio inferior le comenzaba a doler, sin darse cuenta lo apretaba con sus
dientes superiores.
Sophie soltó un grito cuando estuvo fuera de la oficina y lanzó la caja a la basura,
solo existía en el mundo una réplica exacta de su hebilla, que mantenía ese
significado especial y la tenía Ian. Si algún día volvían a encontrase, en este o el otro
mundo, Ian debía regresársela y Sophie había mantenido esa ilusión por mucho
tiempo.
— ¿Te sientes bien Sophie? —Steve le preguntó con calma cuando acabaron una
escena, la última de la tarde.
— ¿Lo dices por lo del viernes? No hagas caso, cuando eres famosa debes
acostumbrarte a eso, sucederá siempre, preocúpate cuando los medios no te
presten atención, eso significa que a nadie le importas y pierdes popularidad. ¿Por
qué crees que Sherry está siempre tan amargada?
Sophie miró en dirección de su compañera, nadie, ni siquiera Steve que solía ser
amigo de todos, la soportaban. Le sonrió al muchacho, era verdad, tiempo atrás
Sherry atraía toda la atención, en la televisión solo se hablaba de ella, pero Sophie
había opacado su fama, ahora la gente apenas la recordaba como la coestrella de
Sophie.
—Es cierto, prefiero que me odien a que me ignoren —consideró orgullosa, después
de todo, quisiera o no, siempre llamaba la atención, era inevitable, era una ganadora
y lo sería siempre.1
—Esa es la actitud.
—Sí, ¿pero sabes qué hago? —Sophie negó con la cabeza—. No miro televisión ni leo
noticias sobre mí, menos busco lo que dicen en internet. Antes lo hacía, me
preocupaba demasiado la opinión del resto y solo me deprimía. Ahora actúo como si
nadie dijera nada de mí, no veo las críticas y soy más feliz.
Steve sonó tan inteligente y encantador que Sophie no pudo evitar reír con dulzura.
Nunca conversaba demasiado con él y se pregunta el por qué. Steve era agradable y
podían conversar sobre la serie de televisión y su vida en la pantalla chica.
—Claro, ¿qué?
—Es que trabajamos juntos desde hace un año y nunca hacemos nada, digo,
después de filmar —sonó algo nervioso, era la primera vez que Sophie no veía en él
la seguridad de siempre—. Pensé que mañana podíamos salir. Algo simple, te invito
donde tú quieras. ¿Qué dices?
—Depende... —Caminó lentamente hacia él—. ¿Sería una salida los dos solos?
— ¿Y sería una salida como amigos o una salida como en una cita?
— ¿La verdad? No quiero salir como amigos, así que sería una cita.
Sophie recibía peticiones de citas por lo menos tres veces a la semana y tenía una
excusa preparada, una bien pensada para no ofender al chico, o en caso contrario
mandarlo a la mierda cuando era alguien que no soportaba o se lo pedía de manera
inadecuada. Miró a Steve a los ojos y por algún motivo no pudo hacerlo. Se dio
cuenta que una parte de ella gritaba que sí, mientras otra le decía que debía
olvidarse de chicos y que salir con alguien con quien trabajaba terminaría igual que
su relación con Zack.
—Sé que no quieres nada porque si ahora los medios te molestan con esto será peor,
pero nadie tiene que saberlo, solo salimos una vez en secreto, y si no hay química
quedamos como amigos, te juro que no voy a molestarte. 1
Con eso Sophie pareció convencerse. Salir en secreto con Steve sonaba
emocionante. Antes de arrepentirse aceptó, algo divertida por lo nervioso que se
había puesto el muchacho al pedirle algo tan simple.
No podía creer lo que hacía, se había librado de Zack hacia apenas unas semanas y
ya pensaba salir con otro chico. Ya era tarde para cancelar, y de todas formas estaba
segura que no la pasaría mal.
CAPÍTULO 14
Tuvieron que recrear una de las escenas del programa para salir como ninjas ese día
del estudio. Steve esperó a Sophie a una cuadra dentro de su auto, queriendo pasar
inadvertido tras las ventanas polarizadas.
— ¿Quieres comer algo? Conozco un lugar algo alejado, pero el dueño me conoce y
se encargará de que nadie nos moleste.
Eso sonaba bastante bien. Una tarde con un amigo nuevo, solo conversando ¿hacía
cuánto que no podía hacer algo tan sencillo como eso?
Steve manejaba sin desprender las manos del volante ni retirar la vista de la
carretera, pensando en qué decir para romper ese silencio incómodo, o rogando que
Sophie comenzara una conversación.
—Y... ¿te has dado cuenta que te conozco desde hace un año y todo lo que sé sobre
ti es lo que leo en las revistas?—Sophie pensó la manera de romper el hielo. No sabía
qué preguntar exactamente, pero no quería que esa salida fuse un total fracaso.
Steve no era tan conversador y ocurrente estando a solas.
—No sé... háblame de tus amigos, tu familia, o por qué viniste a este país.
—¡No puedes hacer eso! —Steve se sobre saltó un momento y fue suavizando sus
palabras. Sophie evitó mirarlo a los ojos, dándose cuenta de lo que renunciar
implicaría. Ella era la imagen del show, si se iba el programa sería cancelado y Steve
estaría demasiado lejos de cumplir su sueño.
—No lo dije en serio. —Intentó excusarse con una mentira—. Solo que a veces estoy
demasiado cansada. La mayoría de mis compañeros de colegio me odian o se burlan
de mí, recibo amenazas e insultos a diario, mis notas en el colegio bajaron y entre
mis padres que me presionan por eso y no tener tiempo ni de respirar tranquila, a
veces, solo quiero fugarme.
Con ese primer pie, poco a poco su conversación fue fluyendo, no eran tan
diferentes, y la vida de Steve se le hacía interesante, totalmente diferente a las
biografías no autorizadas que salían en internet y revistas. Él no había nacido en la
glamorosa ciudad de Nueva York, sino en un pueblo de Utah. Tampoco realizaba
extravagantes fiestas y reuniones con sus cientos de amigos en su pent house, más
bien, aunque no lo decía directamente, ella se daba cuenta que entre sus palabras se
ocultaba que era una persona solitaria. Vivía solo, lejos de su familia y no parecía
tener muchos amigos, más bien aprovechaba sus momentos fuera de cámaras para
leer o ver películas solo en su departamento.1
Mientras lo escuchaba hablar, pensaba en que le tenía algo de pena. Si bien ella
nunca había sido buena para tener muchos amigos, al menos tenía a su familia y un
grupo de amigos incondicionales.
En medio de la carretera, faltando unos minutos para llegar, pudieron sentir que
algo fallaba con el auto. Steve se arrinconó, levantó el capó y observó el motor del
auto fijamente por unos minutos. No tenía idea de qué sucedía, pero quería
aparentar frente a Sophie.2
Después de unos minutos Sophie se dio cuenta que su compañero no tenía ni una
mínima idea de qué hacía, así que salió del auto.
—Creo que debemos llamar al servicio. —Steve sacó su celular y Sophie lo detuvo.
Se inclinó frente al auto y se dio cuenta enseguida del problema.
—Tu batería está muerta. —Notando la cara de incredulidad del chico cerró el capó
con fuerza—. ¿Se supone que porque soy chica no sé nada sobre autos?
—No, bueno sí... se supone que como soy hombre debería saber sobre esto, pero no
tengo idea; compré este auto porque me gustaba el color. Le pago a una persona
para que se encargue de esto. No puedo creer que termine varado.
—No tanto.
—No por favor, tus fans no podrán soportar tanto sex-appeal de tu parte—rió—. Si
logramos encenderlo de nuevo podemos ir hacia mi casa, vivo como a cinco minutos
de aquí y hacer que mi padre que lo revise. Él no va a estafarte, bueno, no tanto.
—Lamento esto. Casi te dejo en medio de la nada —se disculpó en cuanto partieron
de nuevo.
—Te dije que vivo cerca y no es lo peor que me ha pasado. Una vez Ian y yo
terminamos solos en medio de una carretera solitaria. Estuvimos perdidos en el
bosque dos días —le contó recordando esa ocasión en la que casi termina asesinada
por un grupo de narcotraficantes por culpa de Ian. 12
Steve se sintió algo intimidado al entrar al garaje de Sophie. Su casa era enorme y
no necesitaba saber de autos para darse cuenta que los vehículos estacionados ahí
eran por demás costosos.
Sophie notó la forma en la que miraba todo a su alrededor, con una mezcla de
intimidación y asombro.
— ¿Qué sucede?
—Bueno, mi familia es grande, necesitamos una casa grande —se excusó algo
incómoda. Sus padres tenían mucho dinero gracias a una herencia y no era algo de
lo que le gustara presumir.
—Thaly, tenemos visitas —le dijo entre dientes, no era un buen momento para
alguna de las ocurrencias de su madre, no quería asustar a Steve.
—Sí, ya lo vi, es el que actúa contigo. Mejor, que se quede a cenar, vayan a la mesa.
—Los empujó afuera. No quería tener público mientras terminaba la comida.
— ¿Recuerdas que te dije que tenía una familia normal? No lo tomes tan en serio —le
dijo a Steve regresando al comedor, donde su padre y sus hermanos ingresaban con
la misma mueca de contrariedad.
Steve ya los conocía. Daniel iba diario a las filmaciones y Tiago y el padre de Sophie
solían ir a recogerla en ocasiones. No tenía problema con el más pequeño, pero los
otros dos solían intimidarlo. Sobre todo Tiago, quien le dirigía miradas acusadoras
siempre, como si le advirtiera en un lenguaje que solo ambos podían entender, que
mantuviera su distancia con su hermana.
Steve parecía el único dispuesto a probar el primer bocado, pero se cohibió al ver
que el resto pinchaba la carne como si esperasen a que cobrara vida. 7
— ¿Y a qué se debe que estés aquí?—preguntó Nicolás con curiosidad. Era la primera
vez que veía a Steve fuera del estudio.
—Sophie y yo...
—Se ofreció a traerme. —No le permitió continuar, por si decía algo inoportuno—.
Pero murió la batería de su auto y creo que necesita otros arreglos. Lo estafaron en
el servicio y le dije que tú podías darle una chequeada.
Nicolás asintió.
—Lamento esto—Sophie se disculpó con Steve en voz baja—. Cuando Thaly está
embarazada tiene ideas extrañas, como limpiar y cocinar. 4
Steve no hallaba lo extraño a la situación, para él esa era una cena extravagante
dentro de los límites de lo normal.
—Pues se supone que esta era una cita. No salió tan bien, pero lo invitaré a salir
mañana.
—Sophie— suspiró—. Está bien que te hagas amiga de él, pero deberías descansar
de novios al menos por un tiempo. Tus notas han bajado y ya empezarás el último
año de colegio. Luego pones la excusa de no tener tiempo.
—No quieres que salga con él, pero siempre me están molestando con que supere a
Ian. ¿Quién los entiende? Parece que ninguna decisión que tomo respecto a mi vida
está bien para ustedes.
—Superar a Ian no significa que salgas con todo al que conozcas. Últimamente
parece que no puedes estar sin un chico. 3
Ese comentario no le agradó a su hija en absoluto quien respondió con hostilidad.
—Puedo salir con quien yo quiera en mis ratos libres. Que tú no hayas tenido
adolescencia por casarte con el primer novio que tuviste no te da derecho a arruinar
la mía.30
— ¡Sophie! —le gritó con reprimenda. La chica hizo como que no escuchaba y se
dirigió hacia los varones, que parecían haber terminado. No sabía muy bien porqué
le había dicho eso a su madre, casi nunca peleaba con ella ni mucho menos le
respondía de esa manera, pero últimamente estaba cansada de que le dijeran qué
hacer. No solía meterse en problemas, ni andaba acostándose con el primero que se
le cruzaba a diferencia de Tiago, y aun así se metían demasiado en su vida. En ese
momento de verdad necesitaba un cigarrillo. No podía fumar frente a su familia, así
que se contuvo mientras se despedía de Steve.
El chico entendió que Sophie le daba una segunda oportunidad y sintió alivio. Quería
conocerla más y que pasaran tiempo juntos. Como amigos o algo más. De momento
no importaba. Abrió la puerta del auto y cuando Sophie se aseguró de que no había
nadie más que ellos le dio un muy corto beso en los labios, a modo de despedida. No
podía asegurar por qué había tenido ese impulso. Por desafiar a su madre, porque
pensaba que así debían terminar las citas o porque agradecía el esfuerzo de Steve de
esa tarde.8
Esa salida fue la primera de varias más durante la semana. Era divertido escapar del
estudio, espiar a los guardias y esquivar a los fans, para luego conducir a algún lugar
poco conocido o solitario, donde simplemente se sentaban a conversar durante
horas.
CAPÍTULO 15
Habían pasado varios días desde que Claudia no hablaba con Evan, ya no sabía en
qué condiciones estaba su relación. ¿Habían terminado? ¿Se estaban tomando un
tiempo? ¿O esa era una simple discusión y Evan esperaba que ella lo llamara?
No sabía qué hacer, llamarlo no era una opción. Sólo podía pedirle a Sophie que
hablara a su nombre y le preguntara Evan si su relación continuaba.
Acostumbrada a ser la vocera de su mejor amiga y a ser mediadora entre ella y Evan,
aprovechó el primer recreo del día siguiente para hablar con él. De una forma muy
autoritaria, les ordenó a los amigos que acompañaban a Evan que se retirasen para
que pudieran hablar a solas.
Evan volcó los ojos, pensando que Sophie le reclamaría sobre el grupo o le pediría
que la volviese a aceptar como cantante. No estaba dispuesto a aceptarla, si bien no
tenían mucho éxito, su banda estaba tomando el curso que quería desde un
principio.
—Llama a Claudia —lo sorprendió con una petición diferente a lo que esperaba.
— ¿Qué? ¿De nuevo te pidió a ti que hables a su nombre? Esa es una de las cosas que
me emputan de ella.7
—Tú sabías que ella era así cuando se arreglaron. Está triste y no sabe cómo están
las cosas contigo.
—Sí sé cómo es y era tolerable al principio, ahora no. Hablaré con ella y voy a
terminarle de una vez. No es el tipo de chicas con el que me gusta estar y ya estamos
mucho tiempo.1
—No Evan, por favor, no le termines —esta vez le suplicó, Claudia era una chica muy
insegura, siempre la habían maltratado en el colegio y necesitaba tiempo para
cambiar. Era una persona demasiado dulce y buena y de verdad no quería verla
lastimada—. Dale otra oportunidad, solo dime qué te molesta y yo hablo con ella, si
no lo soluciona terminan ¿sí?
—Son muchas cosas. Odio que su madre sea tan controladora y ella le obedezca.
Además llevamos más de un año y hasta ahora no quiere tener sexo. 3
— ¡Eres un cerdo! No todo es sexo en una relación y con ella debes ir con calma.
Iremos paso por paso. Yo me encargo de su madre —determinó y se alejó dejándolo
con las palabras en la boca.
Si quería arreglar las cosas entre Evan y Claudia, primero debía hacer las paces con
Thaly. Tocó tímidamente la puerta de la habitación de sus padres. Thaly jugaba con
sus hijos más pequeños y al mismo tiempo revisaba un baúl lleno de ropa de bebé
que en algún momento había pertenecido a Sophie. 1
—No fue mi primer novio y eso no tiene nada que ver con tu vida. Solo estoy
preocupada, pasas de un chico al otro y estás descuidando otras cosas más
importantes.
—Sí, ya sé —respondió más calmada que días anteriores—. Pero solo... olvidemos el
tema ¿sí?, no debí responderte así, lo siento, y tú tampoco debiste tratarme como
una niña idiota. Quiero que las cosas sean como antes, y necesito tu ayuda.3
—Ah... necesitas un favor. —Volcó los ojos pensando que ese era el motivo de
Sophie para hacer las paces.
—No, bueno sí, de verdad quiero que estemos en paz, quiero ayudarte a decorar el
cuarto del bebé —dijo con ilusión—.Y también necesito tu ayuda, más como amiga
que como madre —suplicó poniendo su mueca más adorable, ensayada con su padre
durante años.
— ¿Qué necesitas?
—Por favor, solo necesito que la madre de Claudia sea más como tú y deje de
fastidiarlos, si se mantiene distraída y tú eres una buena influencia...
— ¡No es justo! —Esta vez se quejó, Thaly era su única esperanza, si no aceptaba no
tenía un "plan B"—. Eres amiga de los padres de los compañeros de Daniel, ¿por qué
no puedes ser amiga de los padres de mis amigos también?
—Porque los padres de los amigos de Daniel tienen mi edad. La madre de Claudia es
como quince años mayor que yo. Ella ya salía del colegio cuando yo iba a preescolar.
—Eso no es mi culpa. Thaly, por favor, inténtalo, solo una salida, es todo lo que
necesito para que se olvide de Claudia una tarde y ella y Evan puedan conversar.
Thaly sabía que su hija no se daría por vencida y la tendría molestando durante
horas, antes de comenzar a exasperarse con sus súplicas tomó el teléfono y
armándose de todo el valor y ganas que podía llamó a la madre de Claudia. Sophie le
agradeció repetidas veces mientras se encargaba de sus hermanos pequeños para
que ella pudiese hablar con tranquilidad.
***
Sophie dejó caer el helado que sus amigos le habían comprado antes de darle las
malas noticias. Sintió como si ella fuese quien terminaba una relación de años. Se
había esforzado demasiado en mantenerlos juntos frente a lo que ella consideraba
románticas adversidades. Los miraba una y otra vez y no sabía qué decir. Todos sus
esfuerzos en vano, estaban tirando al agua un año de relación.
—No... Balbuceó, sus amigos sabían exactamente qué iba a decir. Evan se despidió y
dejó a Claudia encargarse del asunto.
— ¡Pero todo eso vale la pena si lo amas! —gritó, por fin podía hablar tras el shock.
—Es que no lo amo Sophie —la voz se le fue apagando mientras hablaba y su amiga
la miraba con impresión—. Solo, no... no puedo seguir con el mismo chico toda mi
vida. Quiero descansar de eso. Cuando vaya a la universidad tendré más libertad y
tranquilidad de salir con alguien.
— ¿Qué hay más romántico que quedarte con tu primer amor toda la vida? ¿No
quieres contarles a tus hijos como se conocieron en el colegio y han estado juntos
desde entonces?4
—Sophie, nadie se queda con su primer amor, bueno casi nadie, ni siquiera tú. — La
tomó de la mano y trató de explicarle. Sophie estaba tan triste que le contagiaba ese
sentimiento. Entendía las ideas que Sophie tenía respecto al amor y cómo se
ilusionaba con relaciones ajenas, suponía que como las de ella no habían
funcionado, buscaba vivir a través de sus amigos.
Al poco rato la puerta se abrió de golpe y Thaly entró directo a jalarla y sacarla de su
escondite. Se había olvidado por completo de ella, ese día había ido a la fiesta de la
madre de Claudia.
— ¡Tú me debes una y muy grande! —Le advirtió señalándola, se notaba enfadada—
¿Sabes a lo que me enviaste?
—Sí con la mamá de Claudia, ¿cómo estuvo la fiesta? —preguntó sin interés.
—Fue la fiesta más bizarra a la que he asistido. Era una fiesta de Tupperware.1
Prendió la luz y observó su muro de metas. Todo había sido cubierto por recortes de
periódicos y revistas. En un lado estaban los comentarios positivos y entrevistas. En
el lado oscuro las críticas negativas. Al principio las colocaba ahí como "motivación"
para observarlas y comprender sus fallos, pero hacía unos meses que la crítica
negativa y detalles de su vida privada eran tantos que ya no cabían en el muro.
Arrancó todo sin pensarlo dos veces, lo picó en pedacitos sobre la cama y luego
recogió el cobertor, para lanzar los residuos de papel por la ventana.
Después de una hora de relajarse se dio cuenta que todo volvía a ser como antes y
esta vez iba a durarle.