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CAPÍTULO 1

11

La iluminación del fondo era fuerte y resultaba imposible desviar la mirada. Cerró los
ojos, aguantando el dolor de la cuerda que fuertemente rodeaba sus brazos y torso.
Estar colgada a seis metros sobre el suelo balanceándose ligeramente de un lado para
el otro podría hasta sonar divertido, si no fuera porque era la tercera vez esa semana
que se encontraba en la misma situación, con las cuerdas quemando su piel y creando
fricción con el cuero de su traje.

— ¡Sophie aguanta! —Le gritó un joven rubio a tiempo que luchaba mano a mano
contra un hombre que le doblaba el tamaño.

— ¡Steve no voy a aguantar! ¡La cuerda se rompe! —gritó lo más desesperada que
pudo, observando el inmenso colchón de aire debajo de ella, pero imaginando que se
trataba de una olla con el ácido más potente que cualquier científico loco pudiera
crear.

Una sacudida indicó que la cuerda se rompía y lo que en realidad duró solo un
segundo, se extendió por minuto y medio. Steve empujó lejos a su contrincante,
contra una lámpara de aceite, causando un pequeño incendio. Abrió los ojos con
desesperación al ver a la joven muchacha caer hacia la muerte más espantosa que
podría haber imaginado.

—¡¡¡Sophieeeeeeee!!! —Lanzó un gritó desgarrador.1

— ¡Corte! —Anunció el director sin prestar atención a la protagonista de la serie, que


seguía colgando del techo con la segunda cuerda de seguridad—. ¡Por fin! —dijo de
mala gana—. Edítenlo y que se vea creíble —ordenó sin dirigirse a nadie en concreto.
Ya era medio día y solo quería ir a comer, estaba cansado de repetir una y otra vez la
dramática escena intentando que su bajo presupuesto para efectos especiales fuese
suficiente para crear un capítulo ligeramente decente.
—¡Oigan... bájenme! —gritó Sophie, tal vez como el día anterior se olvidarían de ella
y la dejarían colgada mientras conversaban y comían la merienda—. O mejor
déjenme, que las cuerdas me partan en dos. La fotografía de mi cuerpo sangrante y
mis piernas dispersas por el set se verá increíble en los tabloides.

—Ya voy... qué diva. —Soltando la cuerda de seguridad, un hombre del reparto dejó
caer a la joven estrella con un golpe seco sobre el colchón, que al final no estaba tan
blando ni era tan grande como Sophie hubiese deseado que fuera.

Intentando incorporarse con los brazos atados, tropezó un par de veces hasta
finalmente rodar hacia el suelo.

—Yo te ayudo Sophie. —Se ofreció rápidamente Steve. La gente del reparto se iba al
descanso y por supuesto nadie ayudaría a la chica a desatarse.

Sophie agradeció con la cabeza y buscó a su hermano menor con la mirada,


ignorando al actor norteamericano con quien protagonizaba una serie televisiva
destinada al público juvenil.

Tenía hambre, estaba sudorosa gracias a las luces y le dolía todo el cuerpo, no
deseaba nada más que ir a casa y disfrutar del resto del sábado completamente sola,
encerrada en su habitación sin que su familia, sus amigos y menos su novio la
fastidiaran.41

—¿Ya nos vamos? —preguntó con fastidio Daniel, el hermano de Sophie, quien ya
estaba más que harto de presenciar como su hermana representaba una estúpida
escena para el programa más estúpido de la televisión.
—Sí, vamos —dijo con voz apagada, arrastrando a Daniel fuera del set, no tenía
ánimos ni de cambiarse y si alguien la veía en la calle usando el vestuario del programa
¿qué más daba? Peores humillaciones había pasado.

— ¿Qué no te habían secuestrado y estuviste a punto de caer a un acantilado la


semana pasada? —preguntó Daniel dándose impulso en su patineta, avanzando y
retrocediendo para que su hermana le alcanzara el paso.

—Me secuestran en absolutamente todos los episodios y siempre estoy a punto de


caer, ser quemada, ahogada, triturada, apuñalada, devorada y baleada; hasta que
Steve de alguna forma me rescata en el último segundo. El libreto se repite una y otra
vez —respondió con soltura, buscando en su bolsa un cigarrillo arrugado y un
encendedor. Aprovecharía la calle vacía y el trayecto a pie a casa para inhalar la
nicotina y tener tiempo de perder el aroma. Después de años de recriminarle a su
padre el fumar, acusarlo y destruir sus cigarrillos, ahora ella había adquirido el hábito,
como una forma de relajarse ante la cantidad de presión que le caía desde que había
empezado con ese programa de televisión.44

Tras una audición en la cadena televisiva KTV un año atrás, su vida había cambiado
radicalmente. Uno de los productores ejecutivos, admirado por el talento de Sophie
para el canto y su atractivo físico, la contrató para tener el papel protagónico de su
propia serie de televisión, donde sus dotes para el canto eran bien recibidas. Más todo
lo que Sophie había soñado, todas esas promesas sobre grabar su propio álbum y
poder dedicarse únicamente a ser cantante, no parecían llegar nunca.

— ¿Y no se les ha ocurrido hacer un guión mejor? Yo podría dar cientos de ideas —


consideró Daniel, intentando quitarle el cigarrillo a su hermana.

—Hasta un mono podría dar mejores ideas, pero solo se basan en lo que la mayor
parte de la población descerebrada del planeta quiere ver —dijo dando una última y
larga calada al cigarro antes de dejarlo caer por culpa de Daniel.
Fatigada, se aproximó a la banca de un parque y se acomodó mientras buscaba sus
chicles de menta. La semana pasada había sido un desastre y tenía docenas de horas
de sueño acumuladas. Por un momento imaginó que todo era como antes, recordó
como era su vida un año atrás, cuando todas sus metas en la vida parecían cumplirse
y no podía imaginar ser más feliz. Era la mejor alumna del colegio, tenía amigos,
incluso un novio que si bien no era perfecto y solía sacarla de quicio con frecuencia, la
amaba de verdad y jugaba todo por ella; a diferencia del apático y patán novio que
tenía ahora. Sin mencionar el tiempo libre que tenía entre manos que le servía para
leer las novelas de romance que tanto le gustaban, además de practicar deportes,
jugar videojuegos e incluso salir de campamento. Ahora si tenía suerte podía
encerrarse en soledad por un par de horas.

— ¡Es Sophie! —Escuchó un grito.2

—Ay no... —Suspiró abriendo los ojos.2

Un grupo de chicas se acercaron a ella, tomándole fotos con sus teléfonos celulares
mientras un par buscaba desesperadamente un cuaderno para pedir un autógrafo.

Sophie intentó sonreír sinceramente mientras se fotografiaba con ellas. No le


agradaban las emboscadas de ese estilo, pero comprendía a los fans. Ella era famosa
y resultaba agradable saber que había gente que la adoraba aún sin conocerla. Al
menos era mejor lidiar son sus grupos de fans que con los de anti-fans, los cuales eran
lastimosamente más numerosos.14

La simpleza e incoherencia del programa de televisión había traído a un gran número


de detractores, que ocupaban gran parte de su tiempo y energía en escribir en
internet lo mucho que odiaba la serie de televisión, así como a los protagonistas por
interpretar tan ridículos papeles.

Daniel reapareció cuando el grupo se hubo dispersado y ambos hermanos recorrieron


en silencio el resto del camino.
CAPÍTULO 2 3

Sangre, ese viscoso líquido rojo estaba por todas partes. Casi podía sentir el aroma a
hierro, tan desagradable y nauseabundo. El cuerpo le escocía y tenía la sensación de
llevar ese líquido perteneciente a otra persona encima de él. El corazón se le aceleraba
y el oxígeno comenzaba a hacerse escaso. ¿Era su impresión o la temperatura había
aumentado? Una gota de sudor resbaló por su frente y de pronto el espacio se le hizo
pequeño. No lo soportó más. Cerró los ojos.

Afortunadamente el auditorio estaba a oscuras para poder ver la proyección así que
nadie, sobre todo el docente, notó que uno de los estudiantes del pre-facultativo de
medicina cerraba los ojos con fuerza y respiraba agitadamente intentando no
desmayarse.

No podía creerlo, se daba pena a sí mismo. Podía ver una lluvia de sangre en una
película de terror porque sabía que era falsa, pero ver el video de una operación real
era diferente.

Las luces se prendieron y la proyección desapreció de la pared. Por fin podía abrir los
ojos y respirara aliviado.

—Se nos fue la hora. Para mañana investiguen más sobre cirugías y no olviden que
nos veremos directamente en el auditorio, presenciaremos una operación
laparoscópica de vesícula, en vivo; para que algunos empiecen a fortalecer el
estómago —avisó el docente mientras los alumnos recogían sus pertenencias,
comentando al respecto. Muchos estaban impacientes por observar una cirugía por
primera vez en su vida; otros estaban algo temerosos, revisar las entrañas de un
hombre a través de los ojos del cirujano era impactante y hasta grotesco, mas su
maestro tenía razón, como futuros estudiantes de medicina, debían empezar a
prepararse.
De una u otra forma les resultaba emocionante, excepto a Aaron, quien hubiese
preferido estar atado a una silla escuchando reggaetónen lugar de presenciar sangre
en vivo y en directo.33

— ¡Aaron, vamos! —Lo sacó de sus pensamientos Anette, una chica que había
conocido en ese curso y quien insistía en llevarlo todas las noches hasta la residencia
donde vivía.5

—Vamos... —Suspiró, intentando olvidar lo que había visto minutos atrás.

—Esta clase estuvo demasiado aburrida. ¿Ver un tonto video de qué nos sirve?
Aprendo más viendo a "Dr 90210" Afortunadamente mañana veremos algo real, no
es la gran cosa, pero es algo. Yo quisiera presenciar una cirugía plástica, sería más
increíble ¿no crees? —parloteó la chica casi sin darse un respiro entre palabra y
palabra. Su compañero se limitaba a asentir, esperando que cerrara la boca de una
vez, pues comenzaba a irritarlo—. Y dime ¿lo has considerado? —preguntó después
de una pausa, no una muy larga, pero sí lo más que se podía esperar de ella entre un
tema y otro.

— ¿Considerar qué?

—Lo que te dije, especializarte en cirugía plástica.

—No tengo nada que considerar —dijo con desinterés, a las ideas de Anette nunca les
prestaba atención—. Lo repetí cien veces, iré por pediatría.1

—No me digas que en serio pretendes pasar el resto de tu vida poniendo vacunas y
banditas en rodillas lastimadas.

—Los niños también se enferman y necesitan más que vacunas y banditas. Si vas a ser
médico, de cualquier clase, deberías saberlo.2
—Sí, sí... —habló de mala gana ¿Por qué Aaron era tan cerrado?—. Pero piénsalo
¿Sabes cuánto gana un cirujano plástico hoy en día? Es la carrera más...

—Lucrativa, me lo repites a diario. No hago esto por enriquecerme, solo quiero hacer
lo que me gusta, y en definitiva no quiero pasar el resto de mi vida rellenando a una
mujer con silicona o extrayendo la grasa de un obeso.

—Un cirujano plástico hace mucho más que solo...

— ¡Ya sé! —La cortó, cansado—. Debo irme, si no llego antes de las diez me castigan.

Adelantándose a la invitación que le haría la chica para llevarlo en su auto, Aaron hizo
parar un taxi y subió a la misma velocidad que si un velociraptor lo estuviese
acechando. Mientras recorría la avenida con la cabeza apoyada contra el cristal,
pensaba en qué demonios haría. Odiaba la sangre, no podía verla y de verdad no
quería hacer el ridículo frente a todos desmayándose al día siguiente cuando el
médico realizara la primera incisión. Mas debía afrontarlo ¿Cómo sería un médico
entonces? Ese era su sueño, no quería abandonarlo, pese a que conforme pasaban los
días se convencía más y más de que aquello tal vez no era lo suyo y al final no tendría
más opción que ingresar a ingeniería o arquitectura en su defecto.

—Maldita sea... —exclamó al bajar del transporte y observar las puertas cerradas de
la residencia. Aún faltando tres minutos para las diez, el considerado portero había
tenido la amabilidad de dejarlo afuera, sabiendo que regresaba siempre a la misma
hora.

No iba a tocar la puerta y esperar un castigo por su supuesto retraso, el cual sería
interpretado por el director de la residencia como un acto de rebeldía, pensando que
de seguro se había quedado después del curso en un bar con sus compañeros. 1

Rodeó la escuela hacia el jardín trasero y trepó por el muro. Como un ladrón que entra
a una casa, se escabulló hasta la puerta de la cocina. Tocó tres veces, como siempre,
y Arthur, el jefe de cocina, le abrió.
— ¿De nuevo te cerraron? —le preguntó al muchacho.

—Sí, ni siquiera son las diez.

—Ya estás adentro, es lo que importa —dijo sonriendo y dirigiéndose a la estufa para
encenderla—. ¿Quieres comer? Hoy hicimos macarrones.

—No gracias. Lo que necesito es que me prestes la alacena.

Arthur apagó el fuego, frustrado por no servirle al muchacho el plato de comida que
le había guardado.1

—Bien, pero tienes veinte minutos, el padre Johansson vendrá a hacer su inspección,
si te ve aquí de nuevo me tendrá cocinándoles hígado el próximo mes y a ti te hará
limpiar la cagada de pájaros de las estatuas, de nuevo.

El chico asintió, no necesitaba más de diez minutos, es más, no podría aguantar más
de ese tiempo la tortura a la que él mismo se sometía tres noches por semana.

Decidido a perder su fobia a la sangre, se encerraba en la alacena con un trozo de


carne cruda y una bolsa de sangre que Arthur le proveía.

Comenzó lo que se había convertido en un ritual.

Primero observó la carne... no estaba tan mal, incluso se le antojó un filete; luego
desvió la vista hacia el hilo de sangre que fluía de ésta, dejando un pequeño camino
en la mesa y goteando hacia el suelo. Permaneció con la mirada fija en las gotas que
caían, una a una con un sonido casi imperceptible.

Segundo paso, observar la bolsa inflada de aquel asqueroso líquido rojo y sentir su
textura atreves del plástico.

Le causaba nervios, pero de nuevo no estaba tan mal. Ahora venía la prueba de fuego,
empapar sus dedos y sentir en su propia piel la frialdad y viscosidad de la sangre.
—No es tan malo, solo es un líquido, lo tenemos todos, circula en tu cuerpo en este
mismo momento. —Se dijo a sí mismo, convenciéndose de teñir las yemas de sus
dedos color carmín—. Está en tu cuerpo ahora mismo, circulando... por todo tu
cuerpo... ¡demonios!7

Mala idea repetirse eso, ahora se daba asco así mismo. Soltó la bolsa y corrió hacia la
cocina para tallarse con una esponja de metal hasta casi borrar sus huellas digitales.

— ¡Cinco minutos cuatro segundos! —Anunció Arthur con un reloj en la mano—. De


nuevo bajaste tu tiempo, cada vez vas peor, no creo que esto esté funcionando.

Al muchacho no le parecía gracioso que Arthur se divirtiera con su desgracia. Lo peor


del caso era que tenía razón, su fobia parecía crecer en lugar de disminuir. Un año
atrás había sido víctima de una broma cruel, en la que había terminado bañado en
sangre real. Había querido arrancarse la piel en ese momento; pero actualmente, si
algo así le sucedía de nuevo, sería totalmente incapaz de tolerarlo, caería
inconsciente con tan solo ver la primera gota resbalando por su cuerpo. 11

Sin añadir nada salió de la cocina y se dirigió con cautela a su habitación. Golpeó la
contraseña mirando a ambos lados del pasillo. A esa hora todos debían estar en los
dormitorios, sin excepciones.

Frank, uno de sus compañeros, le abrió y regresó al sillón frente a la televisión, donde
un tercer compañero no desprendía los ojos de la pantalla, ni su boca de la pajilla de
su bebida.

— ¿Vino el padre Johansson? —Les preguntó dejando su chaqueta sobre la cama.

—Sí, hace media hora, no te preocupes, le dijimos que estabas en el baño porque estas
mal del estómago y te enviaron de regreso de las clases porque apestabas todo —
respondió Otis, el joven de cabello rubio que sorbía ruidosamente la gaseosa.

—Gracias, que amables —ironizó.


—Para eso estamos los amigos. Descargamos también "La vida secreta de una espía".

Aaron hizo a un lado con torpeza a Frank y le arrebató la bolsa de patatas que se
disponía a abrir. Otis encendió el reproductor y los tres muchachos escucharon en
silencio la canción del inicio de la serie. Frank y Otis preferían adelantar esa parte para
que la pegajosa (y sin sentido) letra de la canción no se les quedara en la cabeza, mas
Aaron se enfadaba cuando lo hacían, las canciones parecían ser lo único que le
agradaban de esa serie.

—Demonios, ese traje sí me gusta —comentó Frank después de varios minutos,


acercándose más a la pantalla para no perder detalle del enterizo de cuero que la
protagonista de la serie usaba.

— ¿Para qué se cambió de nuevo? —Preguntó con tono de protesta Aaron—. No hay
sentido, Sophie cambia de ropa como siete veces cada capítulo.

—Pues es obvio, para mostrar distintas partes de su cuerpo, eso es lo mejor de la serie.
Es que... ¡mira ese escote! —Expresó entusiasmado, señalando el aparato con la
mano—. ¿Cuánto creen que le midan los pechos?

—Cien, mínimo. —Apostó Otis, Aaron rió brevemente.

—Como mucho tiene ochenta, es relleno lo que usa.

—Claro que no. —Ambos muchachos lo miraron como si los hubiese insultado—. Se
ven muy reales.

—Pero no lo son.

—Lo sean o no, yo igual se lo haría —habló Otis con tono lascivo, e inmediatamente
recibió un furioso golpe de Aaron—. ¡¿Qué?! Es cierto, y no me digas que no piensas
igual, odias esta serie, pero la miras porque le tienes ganas a la protagonista.
—No es eso, solo me parece linda, no tengo fantasías estúpidas como ustedes. —Sonó
enfadado e intentó disimularlo levantándose y yendo hacia el baño.

— ¡Ah no!... San Aaron nunca piensa cosas obscenas con Sophie Cohen, por eso la
dibuja una y otra vez e hizo un comic con ella de protagonista. —Otis sacó de debajo
del sillón uno de los cuadernos de dibujo de Aaron, donde había estado trabajando
últimamente en un comic.3

El chico se abalanzó sobre él sin pensarlo, buscando recuperar sus bocetos.

— ¡Les prohibí tocar mis bocetos! —Les recriminó, pero antes de arrebatárselo, Otis
le lanzó el cuaderno a su otro compañero.

— ¿Qué harás? ¿Enviárselo a Sophie y esperar ganarte su corazón con esto?

—No te importa. —Pensando que era una tontería caer en su juego soltó al
compañero que tenía contra el suelo. Los dejaría mofarse y molestar todo lo que
quisieran, total, el primer capítulo de su comic estaba terminado y las versiones en
limpio a salvo en su computadora, esperando ser enviadas por mail a la actriz de
televisión. Con suerte, su mail resaltaría entre los cientos que Sophie Cohen recibía a
diario y captaría su interés.

Después de asearse y mirar asesinamente a sus compañeros que leían su comic,


encendió la computadora y se fijó en la hora. En Londres eran las once menos cinco
de la noche, pero en el país de Sophie eran las siete, con suerte ella vería el mail antes
de acostarse.7

Escribió la dirección de correo electrónico que se sabía de memoria, adjuntó el comic


y escribió un corto mensaje. Después del punto final no se decidía a mandarlo ¿estaba
haciendo bien? Podía ser peligroso, pero necesitaba alguna forma de contactarse con
ella. Cada vez que la veía en televisión o escuchaba alguna de las canciones del
programa por la radio, un vacío se hacía en su pecho y sentía que no podría soportarlo,
necesitaba al menos verla una vez, o hablarle. Mandarle el comic sería una forma de
estar en contacto con ella y expresar de alguna forma cómo se sentía. Antes de
cambiar de opinión, presionó el botón de enviar, justo segundos después les cortaron
las luces de las habitaciones, indicando que ya era hora de dormir.

Para Sophie Cohen ese era el peor día de todos. Había tenido que despertar a las cinco
de la mañana para una sesión fotográfica y cerca al mediodía del domingo su
estómago protestaba por comida sonoramente, sin ser atendido. No se habría
sentido tan mal de no ser por lo que ese día en específico representaba: Exactamente
un año atrás el peor suceso de su vida había ocurrido. +

Un día como ese en la madrugada, Ian, a quien consideraba el único amor de su vida,
había perdido la vida en un incendio. Ese suceso la había marcado demasiado, hasta
ese entonces su vida parecía tomar una ruta fija, directo hacia el cumplimiento de sus
muchas metas y sueños en la vida. Tenía al amor de su vida junto a ella, había perdido
su pánico escénico, pertenecía a una banda, tenía amigos y la posibilidad de
estelarizar su propio programa de televisión. ¿Podía ser su vida más perfecta? Pero
como siempre, el karma o la mala suerte la acechaban, haciendo que perdiera a Ian, y
su vida de famosa no resultara tan fantástica como había imaginado.1

Tras un par de meses de luto por la muerte de Ian, había comenzado a recuperarse,
pero ese día todos esos recuerdos regresaron de golpe y se sentía casi tan mal como
hacía un año atrás. Esperaba que como sus padres y su terapeuta decían, eso pasara
con el tiempo y finalmente pudiera superar ese episodio amargo y la ausencia de Ian
por completo.

Escapó del estudio antes que el chofer de la productora se ofreciera a llevarla a casa y
cubriéndose lo más posible con una capucha para no ser reconocida, se desvió hacia
el cementerio.

Por ser un día feriado mucha gente visitaba las tumbas de amigos y familiares
difuntos, otros tantos vestidos de negro y con lágrimas en los ojos, ya fuera de
verdadera tristeza o hipocresía, daban la última despedida a los ataúdes que
descendían hacia los nichos.

En un lugar olvidado en la cima de una colina verde, una modesta tumba con el
nombre de Ian Key parecía tenebrosa e impaciente por recibir una visita.

—Hace mucho que no venía, lo lamento —dijo Sophie en voz alta, arrodillándose y
destapando la capucha—. Bueno... no sé si las flores te agraden así que te traje esto.
—Abrió su bolso y al buscar una pequeña fotografía hizo caer un paquete de
cigarrillos—. No, esto no. —Los recogió de inmediato y colocó la fotografía en su
lugar, una que había tomado con su celular en el parque, en una ocasión en la que ella
e Ian perdían el tiempo en vacaciones—... y pues, estoy intentando dejarlos ¿sabes?
Sé que no te gusta que fume, pero bueno, yo que sé, me hacen sentir mejor. 1

No sabía qué más decir, se mordió el labio con nerviosismo, tenía tanto por contrale
y a la vez solo quería gritar y llorar como una niña pequeña.

Sorbiéndose la nariz se recostó en el césped, quería estar cerca de él, tal vez era
estúpido considerando que había seis metros de tierra entre ambos y un bloque de
cemento, mas esa separación la desesperaba.

— ¿Sabes? Tengo que confesarte algo. Desde hace un mes que salgo con Zack...
bueno, más que solo salir, es mi novio, o algo así. Es un idiota, terminaré con él en
cuanto lo vea. Los chicos dicen que no le estoy dando una oportunidad, que comparo
a todos contigo. Es posible que tengan razón, nunca nadie será como tú, es tu culpa
por ser malditamente perfecto. ¿Por qué tuvo que pasarnos esto? Yo solo quería una
romántica historia, no un final trágico.... Qué estoy diciendo. —Se incorporó y secó
un par de lágrimas de su rostro. Ian estaba muerto, no podía escuchar todo lo que le
decía. Era ridículo, estaba enamorada de un fantasma. 2
Releyó la lápida después de levantarse y se cubrió con la capucha. Empezaba a hacer
algo de viento y el cementerio se volvía con el pasar de los segundos en un lugar más
macabro.

CAPÍTULO 3
Una inmensa torre azul de caricatura se divisaba alto en el cielo. Se observó a si
misma sobre un caballo blanco, con una capa roja ondeando al viento y retiró de su
rostro unas modernas gafas de sol para tener mayor visibilidad de su objetivo.

Un reloj gigante de cuerda brincaba a su lado, repitiéndole una y otra vez que se
acercaba la hora.

—Ya sé, ya sé —respondió protestando—. Debo llegar a la torre, ¿puedes hacerlo


caballo? —Le preguntó a su corcel, quien asintiendo con la cabeza se convirtió de
inmediato en un gran dragón chino.12

Sophie desenfundó su báculo mágico y lanzando su grito de guerra se elevó hacia la


torre. Saltó desde su dragón y rompió el cristal de una ventana, ingresando con una
ágil voltereta.

— ¡Ian! —gritó, buscando por todos lados, la habitación comenzaba a incendiarse


por algún motivo inexplicable, haciendo su búsqueda más peligrosa y difícil que
antes—. ¡Ian!—Gritó con alegría distinguiendo entre las llamas de fuego y el humo la
silueta del muchacho. Corrió hacia él y se dio cuenta que estaba inconsciente, o
dormido.

— ¡Ian despierta! —gritó zarandeándolo desesperadamente.

—No puedo. —Le respondió aún con los ojos cerrados.4

— ¿Por qué no?

—Los conejos zombis no me dejan.17


— ¿Qué? —preguntó con extrañeza y de pronto pequeñas sombras la rodearon. En
medio de las llamas de fuego, tiernos conejos de peluche la miraban de una forma
dulce y a la vez aterradora. Eso estaba mal, si algo le había enseñado la televisión
era que mientras más dulce pareciera una criatura, más sanguinaria y peligrosa
resultaba.4

— ¡Ian debemos escapar! —gritó cargando con una fuerza impresionante al


muchacho sobre su hombro, mientras que con una mano blandía su báculo y
espantaba a los conejos. Empezó a abrirse paso para escapar y correr en línea recta
hacia la ventana, donde su dragón la esperaba. De pronto, la distancia comenzó a
alargarse, era como correr en el mismo lugar, no avanzaba. Al mirar abajo se dio
cuenta que uno de los conejos la sostenía por la capa. 2

— ¡Sabía que no debía traer la capa! —protestó a tiempo que uno de los conejos le
saltaba a la yugular.14

Despertó de pronto perturbada y confundida. Estaba en su habitación, con la


televisión encendida transmitiendo una maratón de anime.

—Diablos, esto y mi programa me están afectando seriamente el cerebro —dijo en


voz alta, levantando a su gata, que dormía plácidamente sobre ella. 6

Al abrir la puerta de su habitación un gran bullicio terminó de despertarla. Lógico,


sus padres estaban de viaje por su aniversario, así que su hermano Tiago
aprovechaba de invitar a sus amigos para perder control en la casa.

Al ser la hermana mayor se suponía que ella estaba a cargo, mas no pensaba lidiar con
sus hermanos, menos con Tiago, quien estaba en esa molesta etapa de querer
hacerse al rebelde sin causa. En los últimos meses se había vuelto insoportable y
bastante difícil de tratar. Por eso ignoraba todas las tonterías que se le ocurrían hacer,
así como a los ridículos de sus amigos.

Con tal bajaba las escaleras todos volteaban a verla, algunos reían disimuladamente
y otros la fotografiaban con el celular. Estaba acostumbrada a esas reacciones, mas
eso no significaba que las tolerara.

— ¡¿Quieres decirles a los idiotas de tus amigos que dejen de mirarme como a un
extraterrestre?! —le ordenó a Tiago en la cocina, mientras abría el refrigerador
buscando un poco de jugo.

—Se los diría, pero eres tú la que baja en ropa interior —contestó adelantándose a
sacar una cerveza.2

Sophie miró hacia abajo, estaba con una camiseta corta y en pantaletas. 3

— ¡Por qué siempre me pasa esto! —Se lamentó golpeando su cabeza contra el
refrigerador. Ahora esas fotos estarían en el facebook de todos al día siguiente.1

—Mejor vístete y baja. —Le sugirió su hermano—. Debes ser la única adolecente del
planeta que se acuesta las seis de la tarde.1

—Porque me desperté demasiado temprano y casi no dormí en la semana. Solo


mantén el volumen de la música bajo y no le diré a papá todo lo que hiciste el fin de
semana. —Lo amenazó sacando por fin su jugo y cerrando el refrigerador con fuerza.

— ¿Por qué tan amargada el día de hoy?

— ¿Amargada? ¿Qué no recuerdas que día es hoy?

— ¿Domingo? —preguntó desconcertado.

—No, bueno sí, pero hoy es un año. Es el aniversario de la muerte de Ian. Era tu mejor
amigo, no puedo creer que lo olvidaras. —Indignada empujó a su hermano a un lado
y subió las escaleras hacia su habitación lo más rápido que pudo.
Alan, el primo y mejor amigo de Sophie, intentó interceptarla en el camino, pero ella
lo ignoró.1

— ¿Qué le pasa a Sophie? —Se aproximó a preguntarle a Tiago.

—El aniversario de muerte de Ian —dijo de mala gana—. No entiendo por qué no
puede superarlo.

—Pues creo que lo ha estado sobrellevando muy bien, pero hay que comprenderla,
hoy es una fecha especial.

— ¿Y qué se supone que quiere que haga?, ¿reunirnos todos y llorar por él? Sophie
tiene que olvidarlo, todo esto de Ian le hace mal, son ustedes los que no entienden.
Mis padres decían que se le pasaría cuando hubo un tiempo en el que estaba
realmente deprimida, la vigilaba todo el tiempo porque de verdad tenía miedo que
cometiera una locura. Luego pareció dejarlo atrás y ahora se pone triste de nuevo.
Eso no es sobrellevarlo, está recayendo.

—Pues yo creo que tiene derecho a deprimirse de vez en cuando, no pasó tanto
tiempo... sabes, olvídalo, yo hablaré con ella.

Recordando que Tiago se había vuelto un insensible que forzaba a su hermana a


continuar como si nada hubiese pasado, buscó a Claudia, la mejor amiga de Sophie,
seguramente entre los dos podrían hacer sentir a Sophie un poco mejor. 4

Como esperaban, la encontraron acurrucada debajo de la cama, mirando fotos en su


celular.

—Sophie ¿cómo estás? —preguntó Alan de forma cariñosa. Sophie de inmediato salió
de su escondite y se abalanzó a abrazarlo.
—Mal, hoy... bueno olvídalo.

—No Sophie, entendemos cómo te sientes, ignora a Tiago. —Intervino Claudia, con
su tímida y suave voz.

—No... tiene razón, debo superar algunas cosas, pero es difícil. Es que no es sólo lo de
Ian, ¿viste lo que dijeron de mi en internet? ¿O lo que salió en el periódico ayer? Mi
padre va a matarme. —Se quejó llorosa, más nerviosa que triste.

—No lo creo... no fue tan malo. —Sin nada de convencimiento en la voz, Alan desvió
la mirada.

— ¡¿No fue tan malo?! —Protestó Sophie, sacando un periódico de debajo de su


colchón, donde ocultaba todas las malas críticas, rumores y noticias negativas que
salían publicadas sobre ella—. ¡Hay una foto mía inconsciente en el baño de una
discoteca en toda la primera plana!7

Ni Alan ni Claudia supieron qué responderle, realmente eso no se veía nada bien.

—Solo dos veces me he embriagado en mi vida, en ambas hice el ridículo, y encima


una de ellas salió en el periódico.

—Pues hasta ahora no entiendo qué hacías ahí.

—Todo es culpa de Zack, se quejó dos horas de que no le presto atención y que nunca
salgo con él, al final me convenció de ir a una discoteca con él y sus amigos, y aunque
sabe que me pongo mal con solo oler alcohol me convenció de beber tequila. Tequila
y yo somos una pésima combinación, no debemos mezclarnos nunca. Bebí un shot y
no recuerdo ni lo que pasó. Solo que una señora de limpieza me despertó en el baño.
La discoteca estaba vacía, Zack me dejó sola y tuve que llamar a Tiago para que me
recogiera y en algún momento mientras estaba inconsciente alguien me tomó una
fotografía y se armó un escándalo. Mi Twitter explotó con comentarios de gente
diciendo que está decepcionada de mí, que mi programa lo ven niños, que soy el peor
ejemplo para la juventud actual —explicó con dramatismo en sus palabras.5

Sus amigos no sabían si tomarse en serio sus palabras o reír por otra de las exageradas
reacciones de Sophie.

—Pues... es el precio de la fama. —Fue lo único que se le ocurrió a Alan.

— ¿El precio de la fama? —Sophie lo miró asesinamente y lo agarró del cuello—. Esto
no es el precio de la fama, ¡algo anda muy mal con mi vida! tengo la teoría que en
realidad estoy en un reality show llamado "Él peor año de tu vida" y mañana Ian
aparecerá con una cámara riéndose de mí. O... soy la protagonista de una novela y el
autor se divierte haciéndome sufrir. Porque si esto es el precio de la fama,
embriagarme en una discoteca es la primera señal. ¡Luego lo haré con frecuencia,
atacaré paparazis, luego empezaré a consumir drogas, me haré adicta y me meterán
en una clínica de rehabilitación, cuando parezca que he mejorado me arrestarán por
posesión de drogas e iré a prisión y cuando salga intentaré retomar mi trabajo de
actriz, solo que nadie querrá contratarme y terminaré filmando películas porno! ¡No
quiero ser actriz porno Alan! ¡No quiero! —Con tal iba hablando aumentaba más y más
su tono de voz, finalizando con una dramática caída sobre la alfombra de su
habitación.17

Claudia y Alan cruzaron miradas y compartieron un suspiro de resignación. El


dramatismo de Sophie no tenía límites, tal vez como muchos especulaban, la
protagonista de "La vida secreta de una espía", terminaría como actriz de telenovelas.

—No vas a drogarte, ni acabar en prisión, ni a filmar películas pornográficas. Solo


olvida todo esto, la serie tiene mucha popularidad ahora, pero va a perderla y nadie
va a fastidiarte; además tendrás la experiencia necesaria para contactar con una
disquera y antes de que lo imagines estarás grabando canciones en un solitario
estudio. —La consoló el muchacho, secándole las lágrimas.
—Alan tiene razón. —Claudia intentó infundirle optimismo—. Además no todo es
malo, hay más gente que te quiere y admira que la que te odia.

—Lo dudo. —Se cruzó de brazos—. El grupo "mandemos a Sophie Cohen a Siberia"
tiene más gente que mi propio club de fans. Es que no entiendo, es decir, sé que mi
serie es estúpida, sé que el personaje que interpreto es más estúpido aún, pero eso no
significa que yo sea igual. De verdad quisiera que al menos la gente me odiara por lo
que soy realmente y no por el personaje que interpreto en televisión.

A punto que las ideas para hacerla sentir mejor se les acabasen, a Claudia se le ocurrió
revisar el correo de fans, seguro leer la carta de alguna niña que admiraba a Sophie y
quería ser como ella de grande, le alegraría un poco.

—Mira Sophie, tienes ciento trece mensajes nuevos —dijo con alegría, Sophie seguía
en posición fetal imaginado una nube negra sobre ella mientras la escuchaba—. Este
va gustarte, es de una chica de trece años, dice: "Sophie te amo, te amo, te amo, te
amo"... bueno, pone te amo como cien veces, continúa: "Eres mi ídola, mis amigas y yo
te adoramos y vemos siempre tu show. ¿Es cierto que tú y Steve son novios? ¿Van a
casarse? Espero me respondas".... Ves... fue tierno, o algo así.

—Genial, ahora hay rumores de que tengo algo con Steve.

—Aquí hay otro. —Alan le arrebató el celular a Claudia, intentado arreglar la


situación—: "Sophie, creo que tu programa es la mayor lacra de la televisión"... no,
olvídalo. —Cerró el mail de inmediato—. Espera ¡Este! —Comenzó a leer en voz baja,
para no arruinarlo de nuevo—. No, también olvídalo, es una amenaza de muerte. Que
tal este... nop, comentario obsceno sobre tus pechos, otra amenaza, a este no le
entiendo, ¿Por qué la gente escribe intercalando mayúsculas y minúsculas? 21
Claudia notó que Sophie se encogía más y más en su lugar, le quitó de nuevo el celular
a Alan y buscó algo medianamente bien escrito y sin amenazas de muerte o fantasías
sexuales.

—Sophie, mira este, un chico te hizo un comic.

— ¿Otro hentai? No gracias, ya vi algunos en la red. 10

—No, parece bueno, solo escucha el mensaje:

"No creas que soy un fan loco, solo dibujo esto inspirado en ti, te mandaré un capítulo
cada semana, depende de ti el leerlo o no."

—Ahora descárgalo y es un virus, o un dibujo mío con cuerpo de gallina, o mi cara en


una escena porno. —Escéptica, Sophie ni quiso voltear.

Alan y Claudia lo descargaron de todas maneras, la curiosidad los carcomía. Eran


pocas páginas, pero estaban realmente bien dibujadas. Comenzaron a leer desde el
principio. El comic no tenía ningún tipo de relación con el programa y Sophie se veía
linda y natural en cada viñeta, nada de obscenidades ni burlas.2

—Sophie, de verdad deberías verlo, está muy bueno. —Alan dejó a Claudia leer el
resto mientras levantaba a Sophie del suelo. 2

Poco convencida Sophie miró hacia la pantalla, solo para complacerlos y que de una
vez la dejasen sumirse en su depresión tranquila.

Su rostro cambio con la primera impresión. Los dibujos eran perfectos, realizados con
mucho talento y dedicación. Quien fuera el autor, no había reparado en detalles.

—Es hermoso... ¿quién lo envía?

—Un chico llamado Aaron Hyde.

— ¿Aaron Hyde? ¿Qué clase de nombre es ese?37


—Tal vez es un seudónimo, qué importa, está genial.

Sophie contempló con cuidado cada centímetro de cada viñeta. Tal vez estaba loca,
pero esos dibujos los había visto antes. No las viñetas en sí, pero el estilo era muy
característico. No se animó a decir nada frente a sus amigos, sin embargo, estaba
segura, eran los dibujos de Ian.
CAPÍTULO 4

Era la quinta vez que leía el comic durante la clase de matemáticas. Ya se sabía los
diálogos de memoria, pero los inspeccionaba a profundidad. Desde la noche
anterior que tenía un debate interno: ¿Era posible que Ian de alguna forma le
enviase esas viñetas? Luego consideraba que aquello era imposible. Ian estaba
muerto, tras meses de terapia por fin se había convencido de ello. Tampoco quería
ilusionarse con algo imposible. Ese tal Aaron era simplemente un chico que la
admiraba y se había inspirado en su aspecto físico para la protagonista de su comic,
tal como muchos artistas gráficos suelen hacer.

— ¡Sophie! —el grito del profesor de matemáticas llamó su atención. Lentamente y


con una mirada perdida de no importarle la llamada de atención, levantó la vista.

— ¿Qué? —preguntó desconcertada.

—Si vas a leer otras cosas durante mi clase al menos pretende que pones algo de
interés en lo que digo.

—Estoy con el libro de matemáticas abierto ¿Cuánto más podría pretender? —


Señaló cínicamente el libro abierto que tenía entre manos que utilizaba para
camuflar el comic de Aaron.

Alan se percató del libro que Sophie llevaba e inútilmente trató de llamar su
atención. El profesor inhaló profundamente. El cinismo y la falta de respeto por
parte de Sophie hacia su clase era pan de cada día. Mas lo dejaba pasar porque aún
sin estudiar demasiado, Sophie tenía un talento especial para las matemáticas y
siempre sacaba las mejores notas; cosa que últimamente no sucedía en otras
materias.

—Si prestaras atención por lo menos a los cinco primeros minutos de la clase habrías
escuchado que les di la hora libre para estudiar para su examen de química.

Incrédula Sophie miró a su alrededor. Varios de sus compañeros reían


disimuladamente y todos leían el libro de química. Con un rostro de impresión
volteó hacia Alan, quien encogió los hombros como pidiéndole disculpas por no
haberle advertido antes y luego hacia Evan, otro de los pocos compañeros del
colegio que podía considerar su amigo, quien la miró con reprobación y volteó los
ojos antes de regresar a su lectura.

— ¡¿Qué!? —reaccionó de pronto con un grito que alteró a todos—. ¡¿Que examen?!
¡Los exámenes empiezan en dos semanas! ¿Cuándo dijeron algo de un examen? —
preguntó alterada al maestro, apretándole los hombros hasta clavarle las uñas.

El maestro soltó las garras de Sophie con un gesto de dolor y se alejó de ella.

—Hoy tenemos un examen, supuestamente es de práctica, pero valdrá el veinte por


ciento de la nota, por eso todos están tan alterados —explicó Alan posándole las
manos en los hombros para sentarla paulatinamente.

—Yo no sabía de ningún examen, ¿cómo es posible que no me avisaras? —Sophie


aún no lo creía, parecía uno de los sueños recurrentes que tenía en épocas de
exámenes, en los que se equivocaba de materia y estudiaba historia en lugar de
física u olvidaba por completo la fecha de un examen y no lograba comprender ni la
mitad de las preguntas.
—Pensé que lo sabías, todos lo saben. La profesora lo repitió hasta hartarnos
durante toda la clase del viernes, que si no aprobamos va a reprobarnos la materia y
asegurarse de que repitamos el año porque la química es vital y todas esas tonterías
que dice siempre.

La muchacha aún no se lo creía. No solo el tema del examen la tenía desconcertada,


también el hecho de que ni Alan, que era su mejor amigo, ni Evan a quien había visto
el viernes por la tarde durante la práctica de la banda en la que tocaban juntos, le
hubiesen avisado.

— ¡No estuve en la clase del viernes! Salí antes porque tenía que filmar una escena.

Alan se golpeó la cabeza y trató de disculparse. Sophie salía del colegio tantas veces
al día que ya ni recordaba en qué clases la veía y en cuales no, era difícil mantenerse
al día en cuanto la información escolar de la que su prima se enteraba.

— ¿Y tú por qué no me avisaste? ¡Sabías perfectamente que falté a esa clase! —


Ignorado de nuevo al maestro se levantó de su asiento para confrontar a Evan.

—Cuando ensayamos solo importa la banda, no hablamos del colegio, ni de nuestras


vidas privadas, ni de tu estúpido programa de televisión, son las reglas. Suficiente
tengo con que tú y Zack hayan empezado una relación para encima distraernos con
otras cosas —respondió fríamente sin dejar de repasar las últimas fórmulas para el
examen, sentado como siempre con una pose despreocupada, pero lo
suficientemente ensayada como para salir en la portada de una revista.

Frustrada y nerviosa lanzó al suelo todo lo que tenía sobre el pupitre y sacó el libro
de química, tenía quince minutos para anotar lo más posible en sus muslos debajo
de la falda y sus brazos.

Su penúltimo año escolar había sido el peor. Desde el preescolar que Sophie era
siempre una alumna sobresaliente. Al haber sido una chica solitaria y sin amigos, se
pasaba las vacaciones adelantando el semestre con ayuda de sus padres y no
conocía mayor satisfacción en el mundo que ver su nombre siempre en primer lugar
en el cuadro de honor, demostrando su superioridad al resto de compañeros que no
tenían el valor suficiente para soportarla como amiga.

Fue recién dos años atrás cuando gracias a la ayuda de Ian, Sophie cambió un poco
su forma de ser, dejando de ser tan vanidosa y pretenciosa, mostrándose tal cual era
y consiguiendo por fin algunos amigos verdaderos que se acostumbraron a su
excéntrica y exagerada forma de ser. Mas tener una vida social y un programa de
televisión causaron estragos en su vida escolar, con falta de tiempo para estudiar y
hacer deberes, sumado el cansancio que le impedía prestar el mínimo necesario de
atención en clases para que los maestros no la odiaran; sus calificaciones habían
bajado de un sobresaliente a un aceptable en la mayoría de materias, excepto en
matemáticas, música y educación física. Sobre todo química era su peor materia.
Estaba al borde del reprobado y la manía que la maestra le había agarrado no
mejoraba su situación.2

— ¡Noooo! —Gritó cuando el timbre anunciando el cambio de hora sonó. El profesor


de matemáticas salió del salón lanzándole un burlón pésame a Sophie con la mirada
y tan nerviosos como estaban, el resto de sus compañeros no causaron el alboroto
acostumbrado entre clases. En silencio alistaron sus calculadoras, estuches, hojas
extra y muchos revisaron sus acordeones.

Sophie terminó de apuntar lo más veloz que pudo algunas fórmulas y dejó el
bolígrafo en la mesa cuando escuchó la puerta abrirse.

—Esto es fácil, tú sabes mucho, vas a aprobar —se infundió optimismo mientras la
maestra los inspeccionaba gélidamente y con un gesto autoritario le ordenaba a un
alumno repartir las hojas.

—Quiero completo silencio, el que hable tiene el examen suspendido —avisó


frunciendo su arrugado y demacrado rostro.
En cuanto Sophie recibió su hoja dio una leída rápida a todas las preguntas,
confirmando qué tan mala era la situación... y era peor de lo que esperaba. Parecía
que la profesora hubiera tomado apunte de todas las clases a las que Sophie había
faltado y preguntara exactamente lo que ella no sabía, incluyendo excepciones que
había explicado una única vez y que no aparecían en el libro.

Su rostro comenzó a cambiar mostrándose más aterrado y podía sentir la


penetrante mirada acompañada del aroma a tabaco de la maestra, quien de seguro
disfrutaba el momento.

Disimuladamente levantaba su falda buscando algún dato anotado a último


momento que pudiera servirle, pero como siempre, la suerte la esquivaba y nada le
servía. Eso hasta que sucedió un evento predecible y esperado. Poniendo la excusa
de ir a "arreglar asuntos con el director" la profesora salió del aula para fumar un
cigarrillo. Siempre volvía de forma inesperada esperando atrapar a los copiones,
pero eran al menos unos minutos que servían a todos.

Tras escuchar la orden de continuar el examen en completo silencio, todos


comenzaron a hablar y preguntar entre sus compañeros sus dudas respecto al
examen y a copiar fórmulas y ejemplos del libro de texto.

—Alan ayúdame —pidió Sophie.

—Te ayudaría, pero de verdad no sé si lo que estoy haciendo es correcto —dijo Alan
mirando con duda su hoja de fórmulas.

Segura de que Alan decía la verdad y se arriesgaba a copiar respuestas erróneas,


acudió a Evan, el único que continuaba resolviendo el examen en silencio.
—Evan pásame tu examen —pidió Sophie extendiendo la mano—. Si no apruebo mi
padre va a castigarme y me sacará de la banda —añadió su chantaje antes de recibir
un frío y despreocupado "No" por parte de su amigo.

—No fastidies, ya te dije que no mezclo asuntos de la banda con el colegio.

—Vamos Evan, solo necesito seis respuestas, creo que el resto puedo resolverlo —
como él la ignoraba y continuaba como si ella no existiera, recurrió al plan de
respaldo. Cuando el chantaje no funcionaba, recurría al chantaje sentimental y ella
conocía el único punto sensible en ese témpano de hielo que era Evan: su hermana
pequeña—. Sé que Grecia se muere por conocer el estudio de filmación de mi
programa. Puedo arreglarle una visita, y no solo eso, hasta puede aparecer en un
capítulo. Yo la cuidaría toda la tarde e imagina lo feliz que se pondría.

Era imposible ignorar aquello. Evan sabía cuánta ilusión le haría a su hermanita de
diez años el presenciar en vivo la filmación de su programa favorito. Por algún
motivo incomprensible para él, Grecia idolatraba a Sophie, en realidad a toda la
familia de Sophie. Era la mejor amiga de Daniel y tenía una extraña fijación con
Tiago.9

—Espera a que acabe, entonces te paso el examen —respondió aceptando el trato.

Resignada regresó a su lugar esperando que Evan terminase antes de que la maestra
regresara.

—Yo te copio ahora por un par de favores. —La voz que Sophie menos quería
escuchar en momentos de estrés la hizo detenerse en el camino.

Vincent era el compañero más ególatra, superficial e insoportable que tenía,


irónicamente por alguna broma del destino (o porque en verdad le tenía mucha
lástima), formaba parte de su reducido grupo de amigos.

—Prefiero copiarle a un cerdo.


—Bueno, tú reprueba...

— ¿Yo? Si tú no apruebas nunca. Además todos tus favores son sexuales y


sinceramente me das asco.1

—Tú te lo pierdes estrella —dijo despectivamente lanzándole una bola de papel.

Sophie puso un rostro de furia mientras quitaba el papel de su cabello. Estaba tensa
y a Vincent no lo iba a soportar, en especial porque él y todos sabían cuánto
detestaba que la llamasen estrella, o algún adjetivo similar.

Con paso decidido se dirigió hacia él y le arrebató la hoja del examen, la calculadora
y la mochila. Mientras Vincent intentaba levantarse por la complicada forma en la
que se había acomodado, Sophie lanzó las cosas por la ventana.

—A ver como apruebas sin el examen —dijo pretenciosa mirando hacia abajo los
objetos dispersos por todo el patio.

— ¡Cohen!

Lentamente giró con sufrimiento. Justo en ese momento a la maestra se le ocurría


ingresar al aula. Sabiendo que un: él empezó, o alguna excusa similar no serviría, en
silencio se colgó su mochila del hombro y salió del aula. No necesitó escuchar que
tenía el examen suspendido.3

Como cada lunes Aaron regresaba de su clase de la mañana en el College de


educación superior, donde se preparaba para ingresar a la universidad y con suerte
conseguir una beca completa para medicina. Por ser huérfano era que el Estado se
ocupaba de sus gastos, pero dentro de exactamente cinco meses, al cumplir
diecisiete años, perdería todos esos privilegios al emanciparse de una forma casi
obligatoria.6

A diferencia de sus compañeros, no solo lidiaba con sus estudios, también con la
presión de conseguir un empleo, una beca universitaria y mantenerse oculto de su
padre, todo eso adecuado a las estrictas normas de "Saint Patrick", la residencia
para varones donde vivía, que más que un albergue para estudiantes parecía un
internado militarizado.

—Ya me voy —anunció a su compañero colocándose su chaqueta, listo para asistir a


la clase más temida, la cual podría o soportar, o terminar en un estado de shock al
presenciar sangre en vivo y en directo, si es que no corría una peor suerte y caía
inconsciente ante tal imagen.

— ¡Nadie sale! —Otis entró histérico a la habitación y cerró la puerta con su espalda
tal como si un asesino demente salido de la más escabrosa película de terror lo
persiguiera—. El padre Johansson hace un recorrido sorpresa. ¡Oculten a Marie! 2

Inmediatamente Frank se levantó de su asiento y corrió hacia una mesa cerca a la


ventana, donde un brote casi marchito de marihuana estaba plantando en una lata. 3

Aaron volcó los ojos, no entendía por qué no se deshacían de esa patética planta.
Sus compañeros la mantenían apenas viva con las inútiles esperanzas de que
creciera y de alguna forma eso les diese algo de popularidad. Pero al final, esos dos
eran unos inofensivos frikis amantes de los videojuegos que preferirían mil veces
pasarse un velada jugando al League of Legends antes que salir de fiesta o
embriagarse como el resto de jóvenes de la residencia. 9

Frank buscaba preocupado un escondite, entre tanto Otis se encargaba de ocultar


otras pertenecías que podrían meterlos en problemas, como sus revistas "Play
Boy", DVDs de hentai y a Smoothie, el hámster.
—Patéticos —suspiró Aaron mientras los observaba con las manos en los bolsillos y
arqueó una ceja cuando Frank hizo caer la improvisada maceta al intentar meterla
en el armario.

— ¡Marie! —gritó trágicamente, recogiendo la tierra como si fuera los restos de su


amada muerta.1

Haciendo gala de su instinto para descubrir situaciones incómodas, el padre


Johansson abrió la puerta de la habitación, observando gélidamente la escena antes
de traspasar a Aaron con la mirada.

—¿Qué es eso? —preguntó retóricamente, señalando con su delgado y anciano dedo


los despojos de Marie.

—Una planta —respondió Aaron con simpleza.2

—Ah... —exclamó el anciano con sarcasmo—. ¿Y qué clase de planta?

—Hierbas medicinales que mi madre me envió —se apresuró a responder Frank.

—Claro... ¡¿creen que soy idiota?! ¡Tú serás expulsado! Siempre traes problemas y
estoy seguro que eres el distribuidor de hierba de la residencia —acusó a Aaron. Él
podría haberse asustado, si no fuera porque a diario lo acusaban de todo lo malo que
ocurría en la residencia, o en Inglaterra—. Voy a hablar con el hermano Stever
respecto a esto—. Alzó la mano para agarrarlo de la nuca y Aaron simplemente se
alejó un paso de él.3

—Ahora no puedo, tengo clases —avisó tranquilamente, luego se detuvo en seco y lo


consideró. Si lo mandaban a hablar con el hermano Stever, perdería su clase de esa
noche, lo que significaba evitar ir a la dichosa cirugía y tener un justificativo—.
Pensándolo bien soy un mal ejemplo para todos, mejor voy con él y le digo que
usted me envía —avisó cínicamente al anciano saliendo de la habitación y dejándolo
con las palabras en la boca.
CAPÍTULO 5

Caín Stever era un ex sacerdote neo catecúmeno que se había retirado del
sacerdocio diez años atrás debido a que sus estudios e investigaciones entraban en
conflicto con dogmas de la iglesia. Aun así, trabajaba como maestro de ciencias en
el colegio al que Aaron había asistido el año anterior y como asesor de la residencia
de estudiantes Saint Patrick. Él era una de las pocas personas que estaban
completamente conscientes de la situación de Aaron, su pasado, su verdadera
identidad, y también estaba al tanto de sus problemas personales, siendo en ese
último año el mejor apoyo emocional y psicológico con el que había podido contar.

Aaron tocó la puerta anunciando su llegada y encontró a Stever hablando por


teléfono. Tras un gesto de aprobación de su parte, se sentó frente al escritorio y
esperó a que cortara la llamada.

En silencio, ese hombre de edad media y rostro robusto cruzó los brazos y observó al
joven con detenimiento.

—Hablaba con el padre Johansson, dice que otra vez te metiste en problemas. Está
convencido de que eres tú quien vende marihuana en la residencia.

—Como si tuviera tiempo de eso —le respondió con soltura, hablar con él era como
hacerlo con un viejo amigo—. Nunca me meto en problemas, el padre Johansson los
imagina a mi alrededor.

—Sí, lo sé —dijo a tiempo que exhalaba. Sabía que de todos los alumnos de ahí, él
era el que menos problemas causaba, intentaba mantener el perfil bajo y pasar
inadvertido, mas era imposible que ocultara esa aura de misterio a su alrededor, que
causaba desconfianza en muchos, sobre todo en el anciano sacerdote—. Anoche
durante la cena dijo algo sobre hacerte un exorcismo, pensamos que lo decía en
broma, pero ahora que lo pienso no reía con el asunto.
—Genial, avísame cuando quiera realizarlo y lo ayudo a atarme a la cama. —Miró su
reloj, aun corriendo y tomando un taxi sería imposible llegar a tiempo al hospital
para su clase, lo había logrado—. Ya perdí mi clase, ¿puede darme un justificativo?
Así no pierdo tantos puntos.

El hombre sonrió de medio lado y se levantó de su lugar.

— Mejor aprovechemos la noche y demos un paseo.

Aaron lo siguió arrastrando los pies, sabía qué significaban esos paseos, de nuevo lo
analizaría e intentaría parchar ciertos eventos de su vida. 4

Tras varios minutos de caminata silenciosa por los extensos jardines y sorteando
estatuas de metal que estaban ahí desde hacía un par de siglos, Stever realizó un
corto comentario sobre el clima antes de hablar directamente sobre la vida privada
del muchacho.

—Esta mañana te llamó una chica, te dejó un mensaje. Se supone que no puedo
pasártelo sino hasta el fin de semana, pero sé que no dirás nada. —De su bolsillo
sacó un papel prolijamente doblado y el muchacho no necesitó saber de quién se
trataba—. Parece una muchacha simpática.

—No lo es tanto. Y como sé que va a preguntar, solo voy a decirle que no me


interesa, no me atrae nada de ella, solo es una compañera del college que insiste en
traerme todas las noches.

—En realidad no iba a preguntar. Estoy seguro que no te interesa, como no te


interesa ninguna persona en el mundo más que...

—No es cierto —lo interrumpió antes de que mencionara el nombre—. Hay gente
que me interesa como Arthur y aunque me cueste decirlo Frank y Otis no están tan
mal como amigos.
—No me refiero a ese tipo de interés, me refiero a uno real y ya lo hemos hablado.
Estás creando una coraza a tu alrededor que solo Sophie puede traspasar. 5

—Es diferente. A Sophie al quiero en otro sentido.

— ¿Estás seguro? —Detuvo su andar y habló con seriedad—. Toda tu vida estuviste
solo. Nunca creaste un lazo emocional con nadie hasta que conociste a esa chica. Es
posible que te hayas encaprichado con ella y al haber recibido afecto de su parte
simplemente te hayas obsesionado. Me refiero que al no haber querido a nadie
antes, y de repente hacerlo, no sabes distinguir los tipos de afecto que existen. ¿Te
has planteado si realmente la amas? ¿O es que tienes miedo de querer más a otra
persona y perderla?1

—Confundes las cosas. Yo... no sé; sé que la quiero y espero volver a verla, pero es
verdad que he cambiado, las cosas eran muy diferentes en ese entonces. Necesitaría
verla de nuevo para saber qué siento en realidad.2

— ¿Crees que viéndola de nuevo aclararás todo?

—Sí, estoy seguro, pero no sé si pueda hacerlo. Tengo prohibido contactarme con
ella, al menos hasta que todo esto acabe, y aun así no tengo dinero para ir a verla, ni
tiempo, debo terminar el college y aplicar a la universidad y ver la forma en la que
voy a mantenerme.

—Eso puede arreglarse fácil —consideró el hombre retomando la marcha de regreso


al interior de la residencia—. Termina el trimestre primero y luego pensaremos en tu
vida amorosa. —Finalizó la conversación de ese día regresando a su oficina y
asegurándole que le daría personalmente su justificativo al docente cuya clase había
perdido.
Para evitar ir a la dirección por sexta vez ese mes. Se alejó hacia uno de los pasillos
vacíos a esa hora, cerca de los casilleros. Encendió un cigarrillo y sacó su tablet de la
mochila.

La puerta del baño de varones se abrió con cautela así que trató de ocultarse en una
esquina, poniendo su cigarro detrás de la espalda. Una chica de último curso salió
revisando que no hubiera maestros cerca y segundos más tarde fue Tiago quien
salió, advirtiendo la presencia de su hermana mayor.

Sophie dejó de ocultar su cigarrillo y le dio una calada mirando retadoramente a


Tiago.

—Me das asco —le dijo regresando la vista a la pantalla.1

—Oye, ellas me buscan —se excusó sentándose a su lado e intentado ver la pantalla
de la tablet—. ¿Te botaron de nuevo?

—Sí, por culpa de Vincent, perderé la nota de un examen. —Sufrida, se apoyó en el


hombro de su hermano y éste aprovecho de quitarle el cigarrillo de la mano y
apagarlo con el zapato.1

—Dijimos uno al día y ya fumaste uno esta mañana, sabes que puede empeorar tu
enfermedad.

—Tú también fumas así que no tienes moral para decirme nada, además vas a
agarrar alguna enfermedad peor por andar con tantas chicas, si es que no
embarazas a alguna.29

—Yo no fumo, doy un par de caladas algunas veces para verme genial. Y en cuanto a
lo otro... tomo mis precauciones y es algo que a ti no te importa.

—Como sea. —Volcó los ojos y alejó su Tablet de los curiosos ojos de Tiago—. Oye...
¿puedes ayudarme con algo? —le preguntó pasándole el parato. La noche anterior
había decidido hablar con él, pese a los riesgos que conllevaba—. Un chico me
mando un mail ayer e intento descubrir de dónde es.

— ¿Otra amenaza? —preguntó ceñudo, abriendo el e-mail de Sophie.

—No, en realidad es algo... lindo. Es un comic sin connotaciones sexuales ni


parodias, es la historia de una chica que vive en dos dimensiones paralelas y no sabe
a cual pertenece. Solo me mandó la introducción, pero no está nada mal.

— ¿Revisaste la IP?1

—Sí y sale que es desconocida.

En silencio Tiago abrió el mail que Sophie le señaló y se puso a buscar, en cuanto a
tecnología no había nada que no pudiese lograr, al menos eso decía él.

—Es una Ip dinámica, te redirige a Singapur.

— ¿Y no pude ser de ahí? —preguntó Sophie sabiendo lo estúpido de su comentario.

—Espera a que te envíe otro correo. ¿Por qué tanto interés? —preguntó sospechoso.

—Por nada —reaccionó rápido quitándole la tablet de las manos.

—Dime —ordenó quitándosela de vuelta y abriendo el comic.

—Solo quiero saber ¿sí? Es que... bien, no sé, mira los dibujos, ¿no te recuerdan a los
de Ian?

Después de una rápida mirada a las viñetas, Tiago encaró a Sophie con reproche.

— ¿No me digas que ahora crees que te manda un comic? ¡Sophie ya lo hablamos!
¡Ian está muerto! Ya deja de pensar en él, solo te haces daño —la regañó
levantándose. Ella se levantó también a defenderse.

— ¡No me hago daño! Solo se me ocurrió, quiero averiguar al respecto, deja de


meterte tanto y decirme qué debo o no hacer.
—El problema es que no sabes lo que haces, necesitas que alguien maneje tu vida. Si
no fuera porque ando al pendiente de ti que estarías de nuevo sumida en la
depresión.

— ¡Perdón Tiago dueño salvador de mi vida! ¡Deja de hacerte al héroe que lo único
que haces es creerte mi maldito guarda espaldas cuando eres un imbécil que solo
me lastima! —Resoplando guardó sus cosas e intentó empujarlo contra los
casilleros. Tiago no solo era insoportable, también se creía el ombligo del mundo y
ahora tenía el descaro de decirle que sin él, ella no era más que una loca pusilánime
que no podía hacer nada por sí misma.

Ese día no podía ir peor. Al fin un día libre sin filmaciones y todos se empecinaban en
joderla con algo. Al salir del colegio, era turno de Zack, quien por fin se dignaba a
llamarla después del incidente de la discoteca, avisándole que la esperaba en una
cafetería para tomar algo antes de ir al ensayo de la banda en casa de Evan.

La furia la invadió en cuando atravesó la puerta y vio a Zack bebiendo una gaseosa
con todo el tiempo del mundo. No se explicaba en ese momento cómo había
aceptado salir con él la primera vez, menos cómo había aceptado ser su novia
formal. Desde el día que lo había conocido que no habían congeniado en absoluto,
durante las prácticas de la banda peleaban todo el tiempo y se echaban la culpa
mutuamente de los errores y él jamás se había comportado algo cortes con ella. Sin
embargo, Sophie había visto algo en él. Era muy atractivo, ella también lo era, no es
difícil imaginar que eso había influido y fuera del aspecto superficial, Zack tenía
diecinueve años y estaba en la universidad, por algún motivo Sophie había
considerado que podría ser más maduro que los chicos de su colegio, pero estaba
equivocada. Zack era el tipo de sujetos que buscaba coleccionar la mayor cantidad
de novias atractivas y a quien no le interesaba demasiado el conservarlas, total,
habían muchas detrás de él y la falta de mujeres nunca había sido un problema. 1
—Hola —la saludó con desinterés y Sophie lo esquivó cuando intentó besarla—. ¿Y
ahora qué?

— ¿Y ahora qué? ¡No me llamaste todo el fin de semana! ¡Podría estar muerta! Eres
un... ¡ni imbécil llega a definirte! ¿Tienes idea de dónde estuve el sábado en la
madrugada? —le gritó histérica sin importarle que todos en el lugar los observaban.

—Deja de gritar —le ordenó bajando la voz—. Sí, vi el periódico. Pensé que te habías
ido a tu casa.

— ¡¿Cómo?! ¡Tú me llevaste ahí! ¡Se supone que debes llevarme de regreso!

—No soy un niñero, ya estas grande para cuidarte a ti misma.17

Sophie mordió su labio y se clavó las uñas en las palmas. Un par de horas antes le
había dado a entender a su hermano que podía cuidarse sola y ahora le decía a Zack
que era su responsabilidad, podía sonar contradictorio, pero eran situaciones
diferentes; lo único que podía pensar era: Ian lo entendería, jamás me habría dejado
sola.

—Eras mi novio. Si me llevas a un lugar y ves que estoy ebria, debes llevarme de
regreso, o por lo menos llamar a mi hermano. No dejarme tirada en un baño y luego
irte... es cuestión de lógica.

—Espera ¿era tu novio? —Zack no escuchó el resto de las palabras de Sophie, solo
eso le preocupaba.2

—Claro, no pienses que seguiré contigo después de eso.

—No, no, espera. —Intentó calmarla y sentarla en la silla—.No podemos terminar.


Bien... lo siento, no volverá a pasar, pero ya llevamos un mes, me prometiste que lo
haríamos a los tres meses.

Sophie cruzó los brazos y lo miró con incredulidad.


— ¿O sea que no quieres terminar conmigo porque todavía no nos hemos acostado?

—Sí —respondió con obviedad, no encontrando nada de malo a lo que decía. 3

— ¡Estúpido! —Le gritó enfadándose de nuevo—. Aunque hubiésemos estado seis


meses juntos no lo habríamos hecho. Nunca te prometí que lo haríamos a los tres
meses, te dije que debíamos estar por lo menos tres meses juntos antes de que lo
considere. Considere. ¿Sabes lo que significa eso?

—Sí, que es una estupidez, solo me hiciste perder el tiempo.

—Yo fui la que perdí el tiempo contigo. —Ahora que el enfado se había apagado,
solo sentía tristeza y decepción. ¿Por qué todos los chicos que se sentían atraídos
hacia ella solo buscaban sexo? Ella no era como Tiago, o como muchas de sus
compañeras. No concebía el hecho de tener una relación sexual, o muchas, con
cualquier persona hacia la cual no tuviera ningún tipo de sentimiento. Ella había
pensado siempre que ese momento sería importante, con una persona que
realmente quisiera, preferiblemente una con quien pasara el resto de su vida. Sus
amigos la tachaban de ingenua y anticuada, mas no podía cambiar esa forma de
pensar y por algún tiempo había pensado que Zack respetaría su decisión.

En ese momento pudo haberle dado un golpe o lanzado la bebida al rostro haciendo
una dramática salida, pero sabía que nada de eso sería suficiente.

Dignamente se levantó del asiento y salió del local. En el último mes no la había
pasado completamente mal, pese a todo, Zack y ella habían tenido uno que otro
momento especial, y Sophie pensó que debía agradecérselo.

Ubicó el auto de Zack parqueado en la acera del frente, inspeccionó la bonita y


brillante pintura roja y sacó su llavero para dejarle una "nota de agradecimiento" en
el capó del auto.

Gracias por este maravilloso mes, lamento que las cosas no hayan funcionado.
Rayó en la pintura del auto adornando sus palabras con una carita feliz y un corazón.
Observó su obra con satisfacción y le lanzó un beso a Zack cuando salió furioso al ver
que su ahora ex novia rayaba su más preciada posesión.

CAPÍTULO 6

Evan miraba impaciente su reloj. De nuevo Zack y Sophie llegaban tarde a la


práctica de la banda. La siguiente semana tendrían una presentación y más les valía
que esa vez todo fuera perfecto.

Desde que Sophie se había vuelto famosa que la banda iba en decadencia. La
vocalista y guitarrista de su grupo ya no tenía tanto tiempo para ensayar, ni las
energías necesarias cuando se hacía un tiempo en su apretada agenda. Encima,
desde la aparición de Sophie en su programa de televisión, que la mayoría de sus
fans iban a las presentaciones de la banda. ¿Desde cuándo a un grupo de pubertas
histéricas con exceso de hormonas les gustaba el rock alternativo? Evan sentía que
de golpe habían pasado de ser una banda de rock a convertirse en un grupo
conformado por hermanos bonitos que tocaban pop comercial.22

— ¡Por fin! ¡¿Dónde diablos está Zack?! — Al ver llegar a la chica directo a levantar su
guitarra, fue a preguntar por el baterista.

—Yo que sé —respondió Sophie sin interés y mal humor, conectando su guitarra
eléctrica—. Empecemos —le dijo a Cristian, el bajista.

—No podemos empezar sin Zack, se supone que iban a verse y a venir juntos.

—Se supone. Terminamos y lo que él haga ya no es mi asunto.

Evan intentó calmase, demasiado ocurría en su vida personal para encima soportar a
Sophie. Le arrebató la guitarra para acaparar su atención y habló enfadado:
—Por eso teníamos prohibido cualquier tipo de relación entre miembros de la
banda, pero tú y Zack tenían que romper la regla. ¡Ahora todo empezará a
empeorar!

—No va a empeorar, ni siquiera voy a hablarle, para mí la batería se toca sola a partir
de ahora.1

Evan le dio la espalda y empujó uno de los micrófonos al suelo, ocasionando un


agudo sonido en el parlante mientras murmuraba algo sobre Yoko Ono y la
perdición de la banda por meter a una ícono pop como vocalista.2

—No te preocupes, ha estado molesto todo el día. Creo que tiene que ver con su
madre. —Trató de consolarla Cristian, adivinando que Sophie se sentía culpable.

La chica salió del garaje donde practicaban y persiguió a Evan hacia el jardín de su
enorme residencia. El chico parecía en verdad enojado. Él no era especialmente
cálido ni expresivo, pero era notorio cuando algo en verdad lo molestaba.

—Lamento esto, te juro que intentaré llevarme lo mejor posible con Zack y no
vamos a perjudicar a la banda.

Evan dio media vuelta de regreso al garaje, como gesto de no importarle ya nada
referente a sus compañeros.

—Mañana no olvides recoger a Grecia del colegio —mencionó mientras caminaba,


Sophie le dio alcance.

— ¿Qué? No puedo llevarme a Grecia mañana, te dije que la llevaría al estudio de


filmación si me copiabas en el examen, no lo hiciste.

—No es mi culpa que te hayan suspendido, un trato es un trato.


— ¡Evan no puedo!—Lo detuvo de nuevo—. Con gusto la llevo otro día, pero debo
pedir permiso en producción, no puedo llevar a cualquiera, Daniel es la excepción
porque lo cuido en las tardes mientras mis padres trabajan. Hablaré mañana y te
avisaré cuando puedo meterla.

—Escucha —extrañamente habló más calmado, buscando convencer a Sophie—,


mañana es el cumpleaños de Grecia y le dije que la llevarías al estudio y que
aparecería en un capítulo, está demasiado emocionada, por favor no le hagas esto —
dijo en una verdadera suplica. La chica arqueó una ceja, Evan jamás rogaba a nadie.

— ¿Por qué se lo prometiste? Yo no te confirmé nada, ahora seré responsable de que


Grecia sea miserable el día de su cumpleaños, gracias.

—Grecia ya era miserable, pero logré animarla con lo de tu programa. Iba a hacerle
una fiesta de cumpleaños, pero ella la canceló porque mi madre le prometió que
vendría y pasarían todo el día juntas. Solo que se le presentó algo de último
momento y no vendrá. Grecia estaba tan deprimida que le dije lo del programa y con
eso pareció olvidarlo todo.

— ¿Qué se le pudo presentar a tu madre que sea tan importante para dejar plantada
a su hija? —Cada vez que Sophie escuchaba algo sobre la madre de Evan no podía
evitar sentirse molesta. Simplemente no lo comprendía, sus padres jamás le harían
algo como eso, Thaly era capaz de abandonarlo todo por cumplirles una promesa.

—Un novio nuevo —dijo Evan con algo de disgusto—, que la llevará de viaje por
Europa.1

—No te ofendas, pero tu madre es la peor madre del mundo.

—Ya sé. Es que tiene una escusa muy buena —habló sardónico—. Siempre quiso
viajar por el mundo, pero como se casó joven no tuvo oportunidad, así que
aprovecha ahora que es viuda, tiene hijos y responsabilidades.
Sophie estaba tan triste y molesta que no pensaba seguir escuchando.

—Recogeré a Grecia —se rindió. Mañana haré todo lo posible por meterla al set y
haré que aparezca aunque sea unos segundos.

Evan estuvo a punto de agradecerle de verdad, con el impávido gesto que usaba
generalmente, cuando el auto de Zack se estacionó en la puerta de en frente.

El fuerte portazo les indicó su mal humor y Sophie sonrió quedamente recordando
su hazaña anterior, seguro con eso Zack aprendería a no meterse con ella, mas se
sorprendió al verlo ingresar a la casa no solo con un rostro rabioso, también con un
fuerte golpe en el rostro que comenzaba a tornarse morado.

Preocupados, ambos corrieron a darle encuentro, pensado que a consecuencia del


enfado por terminar con Sophie y el vandalismo hacia su auto, había sufrido algún
accidente.

Zack avanzó con paso decidido directo hacia la chica y Evan temió que fuese a
agredirla de alguna forma así que se acercó a ella rápidamente.

— ¡¿No te bastó con el auto y envías a tu hermano?! —gritó intentando agarrar a la


chica por encima del hombro de Evan.

— ¿Mi hermano? ¿De qué hablas? —preguntó Sophie sin entender a qué se refería
Zack.

—Tiago, me esperó afuera de la cafetería.

La chica no necesitó escuchar más. Esa mañana pensaba que le había dejado muy en
claro a su hermano que dejara de inmiscuirse en su vida y comportarse como su
guardaespaldas. Tiago resultaba más molesto y sobre protector que un novio
celoso. Aunque Zack se lo merecía, ya estaba más que harta. Furiosa abandonó la
práctica y corrió en busca de su hermano, mientras Evan le gritaba enfadado que no
olvidara recoger a Grecia al día siguiente.2
Llegó a la entrada de su casa con la más pura intención de agarrar a su hermanito
por los cabellos y arrástralo escaleras abajo; lanzarlo y observar cómo las rodaba
sonaba atractivo en su mente. Las fantasías psicópatas que empezaban a crearse en
el maravilloso reinado de su macabra imaginación desaparecieron al ver el auto de
su padre en el garaje. Pensaba que sus padres se tomarían al menos un día más
disfrutando de sus vacaciones sin hijos, como hacían casi todos los años por esa
fecha.

Aquello era mejor. Tiago y sus reuniones habían prácticamente destruido la casa, si
él estaba ahí de seguro en ese momento estaba siendo sometido a cuantiosas
torturas. Disfrutaría sádicamente del espectáculo antes de comentarle a su padre
sobre las cosas que de seguro no estaba enterado y quejarse con su madre porque
Tiago no le daba su espacio personal y se inmiscuía en sus asuntos. 1

Tal como había predicho, en la sala, Thaly (su madre), miraba con aburrimiento
como Tiago discutía con su padre por la cantidad de latas de cerveza y gaseosas
desparramadas por la casa, sin mencionar las que flotaban en la piscina, además
restos de comida y basura acumulada, sobre todo en la cocina, donde los trastes
ocupaban hasta el suelo.

Ignorando a esos dos, corrió a saludar a su madre y conversar con ella hasta que su
padre notara su presencia y decidiese tomase un descanso de gritarle a Tiago.

—Tu padre vio esto —le susurró mostrándole el suplemento de "espectáculos" del
periódico, donde una vez más, era humillada públicamente. Puso una expresión de
terror que su madre calmó de inmediato—. Nos acabamos de enterar lo de Zack, así
que dejará pasar esto solo porque terminaste con él. 1

— ¿Tiago ya les fue con el chisme?

—No, lo vimos hace media hora en Twitter —explicó mostrándole su celular.9


Sophie se aterró más. ¿Cómo había llegado esa noticia a internet tan rápido? Zack
de seguro no había sido, a ver si ahora dejaban de decirle teatrera y paranoica
cuando aseguraba que alguien la seguía.2

Cuando Tiago y su padre parecieron cansarse de gritar lanzando ataques al aire y sin
escuchar lo que el otro decía. Sophie corrió a los brazos de su padre y como cuando
era pequeña miró maquiavélicamente a Tiago, amenazándolo con quejarse a
sabiendas que su padre siempre le daría la razón. Ser la única mujer de cinco
hermanos le daba un cínico favoritismo.6

—Tengo muchas cosas que contrate —dijo sin cambiar la expresión.1

—Luego podrás quejarte todo lo que quieras, tenemos que decirles algo, ve por
Daniel.17

Extrañada por la orden subió escaleras arriba en busca de su otro hermano. Era raro
que sus padres los convocasen a algún tipo de reunión comportándose tan
tranquilos.2

Sentados e impacientes en el sillón, Sophie no dejaba de lanzar maldiciones


silenciosas a Tiago, deseando que de una vez los dejasen ir para torturarlo como
Dios manda.

—Bien —comenzó su padre, esperando dar la noticia para irse rápidamente—.Van a


tener otra hermana —dijo resuelto.43

Los tres chicos no podían creerlo. Sophie se puso pálida, no era que tener otro
hermano le desagradase, pero una hermana... eso era distinto, desde el nacimiento
de Daniel que la posibilidad de otra niña en la familia era uno de sus temores. Ella
jamás podría competir con una pequeña recién nacida, más ahora que se encontraba
tan próxima a la vida adulta.4
A Daniel no le importaba demasiado, desde su punto de vista, más hermanos
significaba más libertad para él. Desde que habían nacido los gemelos que sus
padres se concentraban menos en los castigos del colegio y quejas de los vecinos,
con otro pequeño más en la familia, no tendrían tiempo ni de castigarlo.

Tiago por el contrario no tuvo que meditar sus emociones al respecto, solo habló
impulsivamente.

— ¡¿Es que no saben usar un maldito anticonceptivo?! Ya somos demasiados, pensé


que ya te habían esterilizado después de los gemelos —reclamó a su padre y antes
de recibir una respuesta igual de agresiva, Thaly lo interrumpió. 4

—Pues a diferencia de todos ustedes este sí fue planeado. Desde hace mucho que
queremos otra niña y no quiero tener hijos después de los treintaicinco.7

—Espera —dijo Sophie, pensando las cosas con más frialdad—. ¿Cómo saben que es
una niña? No creo que tengas tanto tiempo de embarazo.

—Pues no estamos seguros —consideró su padre rascándose la nuca—. Intentamos


todo: el calendario chino, el maya; posiciones, la luna, la dieta vegetariana, alguna
de esas tonterías tiene que funcionar.25

—Esto me parece una total estupidez —continuó Tiago con el mismo humor de
antes—. Tuvieron dos hijos el año pasado y ya no hay espacio ¿Dónde dormirá el
nuevo mocoso?1

—Ese es otro tema —dijo Nicolás con satisfacción, quería ver el rostro de su hijo
cuando le diese la noticia—. Tú y Daniel compartirán habitación.

La situación era tan dulce como una fruta para Sophie. Ningún castigo hubiese sido
tan espantoso como ese. Ya comenzaba adorar al nuevo bebé. Daniel le daba algo
de lástima, él no tenía por qué pagar, pero viéndolo de reojo se lo veía un tanto
ilusionado. Aunque lo negaba a muerte, Tiago era algo así como su héroe personal,
no el mejor modelo a seguir, pero era su hermano mayor después de todo. 4

— ¡Jamás! ¡No voy a compartir habitación, es un atentado a mi privacidad! —


reclamó furioso.3

Daniel cambió su gesto y se cruzó de brazos, malhumorado.

—Es con él o en el patio con el perro. Además lo menos que necesitas es privacidad,
últimamente haces lo que quieres. ¿Crees que somos idiotas y no sabemos que
metes chicas a tu habitación en la noche y se escabullen en la madrugada?

— ¡¿Haces eso?! ¡Qué asco! —Le gritó Sophie—. Realmente tienes un problema.

— ¿Un problema yo? Es que no soy un niño y les molesta que sea independiente y no
viva a su voluntad. Realmente preferiría irme de aquí.

—Pues que pena porque aún te quedan tres años estancado con nosotros haciendo
lo que te digamos.

Enfadado, Tiago palpó sus bolsillos en busca de dinero, tenía para irse a casa de Alan
y permanecer ahí el tiempo que pudiese antes de que su tía se inmiscuyera e
intentara como siempre que se reconciliara con su padre.

¿Por qué tenía que ser él el único ser racional de esa familia? Sus padres parecían un
par de adolescentes que creían que los hijos eran muñecos coleccionables. Un
quinto hermano le daba igual, a sus hermanos más pequeños ni los sentía y por lo
general se llevaba muy bien con su hermana, era su madre quien le preocupaba y
parecía ser el único. Todos sus embarazos habían sido complicados y odiaba verla en
el hospital después de una cesárea recuperándose apenas. ¿Qué su padre no
pensaba en eso? Claro que no, porque tampoco había parecido importarle la
depresión en la que se había sumió Sophie después del muerte de Ian, ni el estrés
con el que lidiaba últimamente al intentar complementar la escuela con el
programa, conciertos, apariciones en medios de comunicación y la labor social que
relazaba en las tardes.8

Se tomaría un pequeño descanso de todos, y al volver (por que estaba seguro que su
madre no tardaría en aparecer disculpándose a nombre de su padre), se haría cargo
de varios asuntos, por el bienestar de todos.

Después de un largo rato en que Sophie compartió sus penas con su madre siendo
escuchada con demasiada paciencia, bajó a buscar algo comestible. Desde hacía
unas semanas que no tenían mucama, sin una estaban perdidos. Nadie cocinaba y
limpiar el desastre de Tiago era inconcebible. Debían sobrevivir con comida rápida y
sándwiches, que era lo único que sabían preparar.

Se sorprendió al ver a Daniel y su padre limpiando la casa, recogiendo en enormes


bolsas las latas y demás porquería.

—Tiago debería limpiar eso —dijo cruzándose de brazos.

—Y lo va a limpiar, solo lo recogemos.

— ¡Luego tiraremos todo en su habitación! —añadió Daniel con mucha alegría. Si


Tiago no quería compartir habitación era su problema, igual la compartirían, pero
mientras tanto le haría la vida lo más insoportable posible, solo por el hecho de no
quererlo.3

A Sophie le pareció una maravillosa idea y enseguida se puso a colaborar. Cuando


por lo menos hubo el espacio necesario para circular cómodamente por la casa,
abrieron las bolsas de basura dentro la habitación. Si Tiago quería dormir al volver, o
siquiera sacar ropa, tendría un gran trabajo limpiando. 1
Después de saborear parte de su venganza, se encerró en su habitación, con la vana
ilusión de que Aaron le hubiese mandado nuevas páginas del comic, o escrito un
mensaje. Todavía no quiso decirles nada a sus padres, tal vez ellos terminarían
pensando como Tiago, que debía ignorar a Aaron para evitar ilusionarse.

CAPÍTULO 7

Una llamada del rector lo excusó de la clase de esa noche. Mejor para él, así evitaba
ver el sangriento resumen de la experiencia a la que había faltado. 1

Tras tocar e ingresar con mucha diplomacia al reciento, se sentó frente al escritorio,
donde un serio y canoso hombre revisaba unos papeles.

—El padre Stever debió enviar mi excusa para faltar ayer —dijo creyendo que lo
llamaban por ese motivo.

—Sí, la recibí esta mañana, pero no es por eso que te llamé —dijo tras un suspiro—.
Es sobre tu situación. Es demasiado complicada y nos tomó algo de tiempo
analizarla.

Aaron se sentó al borde del asiento. No era necesario que le explicasen lo


complicado de su situación, la conocía perfectamente, pero con todo ello, esperaba
recibir noticias sobre la beca que había solicitado, con la cual podría entrar a la
universidad el próximo año.1

— ¿Van a darme la beca? —preguntó impaciente.

—No —sonó tajante y una gota de sudor frío pareció recorrer su frente.

— ¡¿No?! ¿Por qué? ¡No pueden negármela, hace cuatro años que la universidad me
aseguró una beca gracias a mis calificaciones, se supone que ahora solo sería una
confirmación! —Se alteró. Eso no podía estarle pasando, sin una beca completa
estudiar medicina en esa o cualquier universidad sería imposible, era más pobre que
una rata y con un trabajo de medio tiempo solo podría cubrir sus gastos
alimenticios.

—La situación no es como hace cuatro años. Desde que volviste el año pasado que
tu comportamiento ha sido intachable, salvo algunas quejas exageradas de la
residencia donde vives. Tienes muchas horas de servicio social acumulado, tus
calificaciones son excelentes, te adelantaron dos años para que te gradúes antes...

—Sí, conozco mi currículo, soy casi perfecto, cuál es el pero.

—Además del egocentrismo, tienes antecedentes y son graves. Cuando se tratan de


tonterías que pueden pagarse con servicio comunitario solemos ignorarlo, pero
secuestraste a una chica por más de cuarentaiocho horas y te la llevaste a otra
ciudad. Son cargos demasiado serios y las políticas de la universidad nos impiden
dar una beca a alguien con semejantes antecedentes. No vamos a negarte el
ingreso, pero tendrás que pagar tu colegiatura. 3

— ¿Pagar? ¿Cómo voy a pagar? Estoy viviendo en una residencia prácticamente por
caridad y lo que me da el Estado apenas me alcanza para gastos personales. En
cuanto cumpla diecisiete no recibiré ni un centavo, no tengo familia, y ni trabajando
a tiempo completo podría pagar la cuarta parte de la mensualidad.

—Lo lamento Aaron, veré si puedo hacer algo más, tal vez pueda hablar con otras
universidades, pero puedo asegurarte que correrás con la misma suerte.

Más que una gota, ahora era un balde de agua helada lo que parecía haber caído
sobre él.

Tras una discusión inútil abandonó la oficina. Algo debía poder hacer. Las cosas no
debían salir de esa manera. Tomó su celular y llamó al agente de inteligencia que se
suponía había arreglado su situación, quien le había asegurado que llevaría una vida
lo más normal posible y todos los cargos en su contra desaparecerían. 2
— ¡James! Me dijeron que borraron mis antecedentes, incluyendo el secuestro.
¿Cómo es que me negaron una beca universitaria por ese motivo? —gritó al aparato,
asustando al agente que le respondía.

—Borramos todo, pero la denuncia está en la policía local, ahí no tenemos


jurisdicción.

—Se supone que parte del trato era asegurarme el ingreso a la universidad. Colaboré
demasiado a sabiendas que pueden asesinarme ¿y ustedes no pueden hacer una
cosa tan insignificante?

—Escucha. —Trató de calmar los ánimos del muchacho—. Haré lo que pueda, pero
esto no es como la televisión, no tenemos el poder para manejar todas las
instituciones que queramos, hago lo que puedo.

—Pues haz más que eso. Si no consigo la beca o me pagan una muy buena cantidad
de dinero, olvida que colabore de nuevo con ustedes. —Finalizó cortando la llamada
y apretando el teléfono con fuerza.

Su amenaza final no serviría de nada. Literalmente estaba jodido. Cruzó la calle


mirando al suelo y se detuvo un momento en la avenida. Tal vez sería mejor
quedarse ahí y esperar a que un tráiler acabara con él; luego lo reconsideró y
continuó avanzando. Con su suerte, solo quedaría mortalmente herido y pasaría el
resto de sus días inválido, trabajando para pagar la cuenta del hospital y una
demanda por haber dañado el vehículo.1

No tenía familia, casi no tenía amigos, su propio padre quería asesinarlo y la única
persona que quería estaba a un océano de distancia. Encima sería un enorme
fracasado cuya máxima aspiración sería limpiar baños en una cafetería.
En cinco meses cumpliría diecisiete y el Estado lo emanciparía, dejarían de
mantenerlo y debería subsistir por cuenta propia. Estaba decidido, con solo dieciséis
años, no tenía futuro.2

Sophie se encontraba cabizbaja mientras esperaba a la salida de la primaria. En


cualquier momento los niños saldrían y se vería rodeada de varios de ellos, que
como cada tarde, no se cansaban de hacerle preguntas, pedirle fotografías o
autógrafos. Antes del remolino que su presencia causaba y que tenía tan molestos a
los padres y maestros, se preparaba para ubicar a su hermano pequeño y a Grecia,
agarrarlos de la mano y jalarlos hacia la camioneta que los esperaba tan rápido
como un secuestrador.

Consciente de lo que acontecería, Daniel salió primero del colegio, abriéndose paso
en la puerta sin nada de tacto y arrastrando a sus dos amigas de la mano.

—No, Samy no puede venir, te dije solo Grecia —reclamó Sophie viendo a la mara de
niños que se aproximaba como zombis en una película de miedo.

—Si Grecia va, Samy también, debemos festejar el cumpleaños. —Se entercó. No
pensaba irse sin su mejor amiga, quien al igual que Grecia, soñaba con conocer el
estudio de filmación.2

Aterrada por la ola que se aproximaba empujó a los tres niños al auto. Discutir con
Daniel era una batalle perdida, él siempre terminaba haciendo lo que quería.

Sintiéndose como una niñera intentó concentrarse y buscar una buena excusa para
meter a las dos niñas al set, encima lograr que Grecia hiciera una aparición en las
escenas que filmarían ese día, mas su mente no daba para cosas que parecían
importantes. Pese a haberle mandado alrededor de veinte mensajes, el tal Aaron no
respondía. Su único mensaje había sido el que acompañaba al comic y que debía
esperar una semana para recibir una continuación.

—No tienen autorización para pasar. —Era inevitable que el guardia de la puerta
impidiese el paso a las dos niñas no autorizadas.

—Claro que pueden pasar, están conmigo y soy la estrella del programa —dijo
Sophie cruzando los brazos con superioridad, emanando un brillo prepotente.

—Nadie pasa, solo él tiene autorización. —Sin dejarse intimidar por una adolescente
con aires de superioridad, señaló a Daniel. Como Sophie se encargaba de él en las
tardes, tenía un pase especial para observar la filmación y aparecer de extra en los
capítulos.

—Si ellas no pasan yo tampoco. —Se cruzó de brazos y esperó, segura que el guardia
tendría que hablar con el productor, y él sí cedería al chantaje. Pero no dispuesto a
caer en la trampa de Sophie, hizo un gesto de no importarle en absoluto y
prácticamente les cerró la puerta en la cara.

Furiosa porque nadie podía tratarla así, hizo el intento de abrirla de nuevo y gritarle
a ese sujeto un par de cosas, pero alguien se le adelantó. Casi inmediatamente
después del portazo, Steve, la co-estrella de la serie, abrió el picaporte e ingresó
directo a reclamar por Sophie.

—Vamos, déjalos pasar, son solo unas niñas, si el productor no las deja las sacamos
de inmediato, pero si Sophie no entra y seguimos retrasándonos sabes que el señor
Alfredo hará un escándalo. —Steve sonó tan convincente y encantador como
siempre, haciendo notar ligeramente su acento norteamericano. A diferencia de
Sophie, él siempre conseguía lo que quería sin recurrir a amenazas violentas, y ella
odiaba y al mismo tiempo admiraba esa faceta de él. Por un lado le irritaba que
fuese siempre tan cordial, por otro, odiarlo era tan difícil como odiar a un simpático
cachorro.2

Un grito agudo y entusiasmado los hizo taparse los oídos a todos. Grecia, que ya se
resignaba a no poder entrar y pasar un cumpleaños aún peor que el del año anterior,
corrió haciendo bullicio hacia su actor favorito, quien para ella era el segundo chico
más guapo del mundo, después de Tiago por supuesto.

Steve solo atinó a reír y a mirar a Sophie de soslayo, atendiendo a su pequeña fan.

Sophie le respondió a la sonrisa, Steve era increíblemente paciente. Chicas de todas


las edades se le abalanzaban encima siempre, y él las atendía con cordialidad.
Sophie intentaba ser tan complaciente como él, después de todo, sus fans eran
personas que la admiraban, pero llegaba un punto en el que estar rodeada de gente
alabándola y preguntándole cosas simplemente la ofuscaba. 3

—Soy Grecia, Sophie me dijo que podía aparecer en el capítulo —le explicó a su actor
favorito mientras se hacía firmar la mochila, sus cuadernos y su estuche, lugares que
Sophie ya había autografiado hasta el cansancio.

Steve miró culposamente a su compañera. No era su decisión quién aparecía o no en


el programa. Alfredo, el productor, y sobre todo el director, no estarían de acuerdo.

—Por favor ayúdame, es su cumpleaños y le debo un favor a su hermano —le suplicó


encantadoramente, Steve no pudo resistirse, cuando Sophie le hablaba de forma
tan dulce y coqueta una parte de él se derretía.1

—Te acompaño a hablar con el director, seguro puede incluirla, como incluye a
Daniel en las escenas. Tal vez puedas ser una de las víctimas secuestradas —le dijo a
la pequeña haciéndole brillar de inmediato los ojos.
Samy, que hasta el momento había mantenido su tímida presencia desapercibida se
quejó con un gemido.

— ¡Entonces Samy también! —Viendo que dejaban a su mejor amiga de lado, Daniel
protestó.1

Steve los miró con sufrimiento. Seguro Sophie lo dejaría con la responsabilidad de
cumplir los deseos de sus fans.

Como era de esperarse, tras una corta negociación, el chico consiguió que tanto
Grecia como Samy aparecieran de extras en un par de escenas.

En los camerinos, Sophie se preparó para la rutina de todas las tardes. Su nuevo
traje estaba listo en un colgador, para que se lo pusiera justo después de la larga
sesión de peinado y maquillaje.

Sherry, otra actriz que tenía un papel secundario en el programa, había llegado
antes y esperaba de brazos cruzados y cara de aburrimiento que el maquillista
acabara de una vez su labor.1

Sophie hizo un gesto y se sentó a su lado, evitando el contacto visual. Todos en el


set sabían de la rivalidad entre ambas, más que solo rivalidad, el odio profundo que
se tenían. Sherry debió haber sido la protagonista de la serie, pero Sophie le había
arrebatado el lugar un año atrás, aceptando el papel tras una audición en la que los
productores la consideraron más atractiva y mejor cantante, sobre todo más
tolerable, destruyendo así la ilusión de Sherry por ser la protagonista de su propia
serie de televisión y teniendo que contentarse con un secundario papel. Sophie no
tenía remordimientos, pues Sherry también le había jugado una mala pasada al
denunciarla ante los jueces de la batalla de bandas el año anterior, donde ella junto a
Evan, Zack y Cristian había obtenido el primer lugar y luego fueron descalificados
porque Sophie no tenía la edad establecida para participar.
Ambas se serrucharon el piso en esa ocasión, y esa historia fue la más controvertida
e interesante para los medios de comunicación unos meses atrás, cuando la serie
recién se había estrenado con un estupendo capítulo piloto. Pero a sugerencia de
producción y también para evitar que siguiesen fastidiándolas en sus vidas privadas,
Sophie y Sherry interpretaron una falsa reconciliación, pretendiendo ante cámaras
que pese a haber empezado con el pie izquierdo, ahora eran amigas inseparables.

En silencio e ignorando la a una a la otra para evitar una pelea, ambas agarraron al
mismo tiempo su guión y no despegaron la vista de los papales hasta que las
llamaron a escena.

Evan aprovechó ese tarde libre para ver a su novia. Tal vez convencer a Sophie de ser
niñera de Grecia más tardes a la semana era una buena idea para tener más tiempo
libre. Adoraba a Grecia y aún más adoraba cuidarla, pero sentía que más que cumplir
el rol de hermano mayor, actuaba como el padre de la pequeña, manteniéndola
entretenida en las tardes, vigilando que comiera, ayudándola con la tarea, incluso la
llevaba de compras. Ya en más de una ocasión alguna mujer mayor lo había mirado
con reprobación, murmurando por lo bajo lo escandaloso y negativo de que los
jóvenes de ahora fuesen padres a tan temprana edad.

Claudia lo ayudaba en ocasiones, pero por más que ponía su máximo esfuerzo,
Grecia era demasiado hiperactiva y extrovertida para ella, quien tenía un carácter
tímido y tranquilo. Apenas podía seguirle el paso y Grecia la consideraba aburrida. 10

Se encontraron en la puerta de la casa de Sophie y Tiago, como casi siempre, puesto


que los padres de Claudia la dejaban ahí creyendo que ambas amigas estudiarían
juntas.
—Lo siento. —La muchacha lo saludó con un tímido beso, empezando por la frase
más odiada por él.

Ese "lo siento" solo podía significar lo de siempre: no tendrían más que unos minutos
para verse. Desde hacía varios meses que salían en secreto para los padres de
Claudia, porque todo el mundo sabía de su relación. Evan no entendía cómo es que
había aguantado tanto tiempo. Claudia no era como las chicas con las que salía
antes, era agradable, pero que fuese tan buena e introvertida lo sacaba de quicio, y
era aun peor porque debía aguantar a sus padres. Tiempo atrás los habían
descubierto besándose en la entrada de la casa de Claudia y habían visto aquello
como una aberración. Para Evan fue una reacción por demás exagerada, incluso
inquietante. Él solo la besaba, pero parecía que los hubiesen encontrado en medio
de una orgía. Eso fue suficiente para que a Claudia le prohibiesen tener novio,
menos uno "tan aprovechado", en palabras de sus padres.

Realmente lo meditaba y no lo entendía ¿por qué seguía con ella?, aunque no quería
creerlo, tal vez Sophie por una vez tenía razón y ellos estaban destinado a estar
juntos, y los obstáculos en su relación eran una prueba de su amor... o algo así, las
cursilerías de Sophie las recordaba solo porque se la repetía en cada oportunidad.

—Qué es lo que pasa ahora —preguntó de mala manera.

—No me querían dejar venir hoy, así que le dije a mi madre que había olvidado un
libro aquí. Irá a comprar y regresará enseguida.

— ¿Entonces cuál es el punto de hacerme venir? —reclamó molesto—. Sophie va a


encargarse de Grecia hoy y aparté espacio para ti. Olvida a tu madre y vamos a
algún lado. —Dispuesto a continuar con sus planes, la agarró de la mano y al arrastró
un par de pasos.

—Te dije que no. Mi madre va a matarme si no me encuentra.


— ¡No tienes siete años! —gritó soltándola de golpe—. Tienes diecisiete, no eres una
niña, de una vez deberías mandar a tus padres al demonio y hacer lo que la gente de
nuestra edad hace. Hasta Sophie le dijo a su padre que dejara de meterse tanto en
su vida.

—No puedo hacerlo y no me compares con Sophie —intentó defenderse, no era la


primera vez que discutían por lo mismo y no sabía muy bien como contraatacar, por
lo general evitaba todo tipo de peleas—. Sus padres no son como los míos, mis
padres son más anticuados y en exceso sobre protectores, creen que hacen lo mejor
y no puedo hacerlos sufrir.1

— ¿Ellos sufren? Es absurdo, es solo que no tienes ni un poco de valentía. A este


paso vivirás como una niña pequeña bajo su sombra por siempre. Espera a tu madre,
debe estar por llegar y disfruta de no tener vida —soltó tajante por último,
acomodando su chaqueta sobre el hombro y dando media vuelta. 1

Claudia bajó la mirada y trató de soplarse las lágrimas. Odiaba pelear, odiaba que su
primera relación fuese tan desastrosa, y por más que quería convencerse de que
estaba exagerado, odiaba que sus padres le estuvieran arruinando la vida. Lo peor
del caso era que Evan tenía razón, viviría en la caja de seguridad que sus padres
creaban a su alrededor.
CAPÍTULO 9

Otra tarde que se iba y le dolía la cabeza de solo pensar lo mucho que tenía por
estudiar. Esa noche no dormiría tratando de ponerse al día con el colegio, e
inventando una excusa para decirle a su padre que había reprobado el examen de
química.

Grecia, Daniel y Samy comentaban entusiasmados su participación en la filmación.


Para Daniel era rutina y no le parecía nada especial, aunque era divertido ver el
programa y buscarse entre la escenografía y la multitud. Esa ocasión era distinta
porque había compartido la experiencia con sus dos mejores amigas y también le
alegraba ver a Grecia feliz, el día anterior se la había pasado mortificada porque
estaría sola el día de su cumpleaños, y con ella en su estado emo, más Samy que
actuaba como su conciencia y lo disuadía de jugarle alguna broma pesada a sus
maestros, el colegio era todavía más aburrido.

— ¡Gracias Sophie, fue genial! ¿Veremos el capítulo mañana? —Grecia abrazó a


Sophie sacándola de sus pensamientos y estrangulándola ligeramente.

—No funciona así, lo que filmamos hoy saldrá en un par de semanas.

La niña pareció desilusionarse un poco, esperaba con ansias verse en televisión y


sobre todo, quería llamar a su madre a Italia (lugar donde se encontraba en ese
momento), e insistirle en verla por internet, como un deseo inconsciente de llamar
su atención, y tal vez lograr que la quisiera un poco más.

—Igual fue genial —se consoló a sí misma—. Apareceré en televisión, conocí a Steve,
me dio su autógrafo en persona ¡y ganamos veinte dólares por actuar!

— ¿¡Veinte dólares!? —Daniel brincó hacia su asiento y la interrogó agarrándola por


los hombros—. ¿A ti te pagaron?

—Sí y a Samy también —explicó y enseguida la otra niña sacó el billete de su bolsillo.

—A los extras siempre les pagan veinte dólares por aparición ¿Qué no te pagan
nunca? —preguntó Sophie, algo asombrada.1

— ¡No! ¡Nunca me pagaron nada! ¡Por qué no me dijiste que debía cobrar!

—Porque pensé que eras inteligente y cobrabas el dinero en secreto, para que papá
y Thaly no lo guardaran para tu futuro o alguna de esas tonterías.
— ¡Aparecí en veinte capítulos! Tu productor me debe... —Las tres esperaron a que
Daniel sacara sus cuentas, diciéndole con la mirada que era un tonto—. ¡Cuatro mil
dólares!

—Cuatrocientos, aprende a multiplicar —lo corrigió Sophie, volviendo a mirar por la


ventanilla del auto mientras Daniel juraba venganza y hacer hasta lo imposible por
conseguir su dinero.

—Oye. —Entre el alboroto de injurias por parte del niño, Grecia se sentó
cómodamente para hablar con Sophie—. ¿Steve y tú son novios?

—No, eso es un rumor que se inició no sé dónde. Somos amigos, en realidad ni tan
amigos, solo nos vemos en el set.

Grecia se desilusionó, ya imaginaba una historia de romance entre los actores de su


programa favorito.10

— ¿Pero pueden serlo? Se nota que le gustas mucho y él es muy lindo. 1

—Ni loca, recién terminé con mi novio ayer y no quiero saber nada de chicos por
unos años. Todos resultan ser unos idiotas y destruyen tu corazón cuando no
aceptas acostarte con ellos —meditó en voz alta y notó la mueca extraña de
Grecia—. Olvida lo último, no le digas a Evan lo que dije.

—Pero Steve es bueno, es tierno, y te apuesto a que es muy romántico. ¿No crees
que sería genial? ¿Que ambos se enamoraran en serio, y no solo en el programa? 2

Sophie no pudo evitar imaginarse una película en su mente. Grecia tenía razón, eso
sí sonaba como una muy romántica historia. Pero Steve no le atraía, al menos nunca
lo había pensado. Él no era como Ian, pero sí era el tipo de chico con quien siempre
había soñado salir: un par de años mayor, muy maduro, dulce, se preocupaba por
ella, tanto que ya hasta empezaba a dominar el arte de manipularlo y físicamente
era realmente atractivo: cabello dorado, ojos azules y una nariz perfecta. 6
De no ser porque quería descansar de cualquier relación, que en verdad hubiera
considerado la observación de Grecia.

Aaron pasó el resto de la semana encerrado en la residencia, solo salía para las
clases, aunque ya no veía el punto de asistir. Al llegar se encerraba en su habitación y
dibujaba, repasando con cuidado cada uno de sus bocetos. No quería decepcionar a
Sophie, le había prometido un capítulo semanal y cumpliría, ya que no era capaz de
responder a sus mensajes. A ese paso tal vez no la vería nunca e intercambiar emails
era la peor forma de darle un adiós definitivo si al final las cosas resultaban distintas
a lo que imaginaba.3

Otis y Frank no notaban normal el comportamiento de su compañero. En realidad él


no era normal, pero se comportaba de una forma aún más irregular para tratarse de
él.

El viernes por la noche lo esperaron, listos para salir. Aún si se negaba, lo obligarían
a divertirse un poco y dejar de parecer un monje enclaustrado.

Aaron llegó dispuesto a darse una ducha y terminar los últimos detalles antes de
enviarle el comic a Sophie, pero se dio cuenta que no sería una noche común cuando
vio a sus compañeros bien vestidos y caminando a rastras por toda la habitación.

— ¿Y ahora qué? —preguntó solo por si acaso, en realidad no le importaba


demasiado lo que eso dos hacían.

—Íbamos a salir, pero la jaula de Smoothie volvió a abrirse, se escapó y no solo eso,
¡también se comió a Maríe! —le respondió Frank entre sollozos.4

—Genial, ahora tenemos suelto a un hámster marihuaneado —comentó con


desgana agachándose para buscar a roedor. 14
—Smootihie estará bien hasta que regresemos. —Lo detuvieron agarrándolo de
ambos brazos—. Hoy salimos a buscar chicas.

—No gracias —respondió de mala manera y se liberó de ellos.

— ¿No puedes ser normal una noche y salir a beber y buscar mujeres? Nadie te pide
una relación, solo pasar el rato... —intentaron convencerlo.

— ¿Por qué para ser considerado normal debo embriagarme y pensar en sexo todo
el tiempo?8

—Nadie dijo nada de todo el tiempo, pero parece que tú no piensas en eso nunca.
Dinos la verdad, ¿eres asexual o juegas para el otro equipo?, porque eso podría ser
incomodo considerando que compartimos habitación.

—Ni soy asexual, ni soy gay. Solo tengo otras cosas en las cuales pensar que son más
importantes que buscar una cita o acostarme con una desconocida.

—No te entiendo —dijo Otis, sentándose con la intención de llegar al fondo del
asunto—. Las chicas de tu clase te llaman todo el tiempo, te dejan mensajes y
siempre rechazas verlas, pasas tu tiempo libre dibujando para mandarle ese comic a
Sophie Cohen. Tienes mujeres reales a tu disposición y las dejas de lado por una
malsana fantasía. Luego dices que eres normal y que no estás obsesionado con
Sophie.

—Pues Sophie también es real, que sea una actriz no la convierte en un holograma y
lo de ella es distinto, solo me inspira y dibujar me relaja. Además no entiendo el
punto de salir con tantas chicas. Las mujeres son complicadas, la mayoría muy
molestas. ¿De qué sirve pensar como conquistar a una, dar tu mejor esfuerzo y
cuando finalmente la consigues, buscar a otra? Es un desperdicio de tiempo. Me
conformo con tener una, acostumbrarme a sus caprichos y no tener que
preocuparme por conseguir una conquista nueva cada semana. Así aprovecho ese
tiempo en cosas importantes.47

—Interesante, no creí que pensaras así... ¡pero tu maldito problema es que ni


siquiera tienes una novia! —gritó Frank, convenciéndose de que no lograrían ni una
simple salida con Aaron.1

—Entonces me conformo con ninguna, salgan ustedes y déjenme tranquilo.

Dando el caso por perdido. Salieron solos, dejando que Aaron en su camino a
convertirse en un ermitaño.

Después de mandar el comic, sin ningún mensaje extra, leyó algunos tabloides por
internet, desde el lunes que no leía noticias sobre Sophie. No fue difícil encontrar el
titular de un periódico, donde aparecía una foto de Sophie con su compañero de
banda: Zack, y debajo se anunciaba que ambos habían salido en secreto de los
medios por bastante tiempo y que habían terminado su relación el día anterior.

No sabía hasta qué punto creer eso, no era posible que Sophie y ese sujeto que le
parecía insoportable fuesen novios. Debía ser un rumor o una mentira, pero
confirmó que era verdad con la fotografía de la siguiente página. Un paparazzi había
logrado fotografiar el capó del auto de Zack, donde Sophie había rayado la nota. En
definitiva esa era la letra de la joven actriz, y esa una acción muy capaz de realizar.

Cerró al laptop con furia y la hizo a un lado. Eso aderezaba su semana. Él como un
idiota pensando en ella, buscando una manera de tener contacto y ella salía con el
primer idiota que se le presentaba.1

Estaba furioso, no porque Sophie tuviera una vida amorosa y él no... en realidad, sí
estaba furioso por ello. No tenía sentido, Sophie tenía derecho a vivir como le
placiera; el problema era él, que no podía superar ciertas cosas y se daba por vencido
tan fácilmente.
Revisó la jaula del hámster. A causa del hambre el pequeño animal había regresado.
Lo tomó entre sus manos un momento y mirándolo meditó un poco. Cayó en cuenta
que se estaba convirtiendo en un emo pusilánime y se daba pena a sí mismo. Su vida
no había acabado, él siempre conseguía lo que quería, siempre, y en definitiva no se
rendiría.

Si no podría estudiar medicina, ya hallaría otras formas de vida, él había nacido para
ser exitoso, de la forma que fuera y esa noche no tenía nada que perder. No podía
caer más bajo, así que qué más daba. Se embriagaría hasta perder la consciencia y
con suerte tendría sexo sin sentido con alguna chica que conocería en algún bar. Lo
último era por puro despecho, su venganza personal contra Sophie, patético e
infantil, pero le daba igual, tenía toda una vida por delante y por esa noche no se
tomaría nada en serio.7

Llamó a Frank y les dio alcance en un pub no muy lejos de la residencia, y pocos
minutos después se arrepintió. Sus compañeros parecían hacer el ridículo a
propósito y le daba vergüenza encontrase cerca de ellos. Ambos abordaban a una
chica al mismo tiempo invitándole una bebida y ametrallándola con preguntas.
Tomó un trago mirando hacia otro lado y haciendo de cuenta que no los conocía.

Siete tragos después que habían invitado a desconocidas que desaparecieron con
una variedad de excusas desde: voy al baño, o mi novio está armado; ambos se
aproximaron cabizbajos hacia Aaron.3

—No hubo mucha suerte, ¿qué hay contigo?

—Yo tengo la peor suerte del mundo por estar cerca de ustedes. No sé en qué
pensaba, la próxima vez compraré licor barato y me embriagaré solo en un callejón.

— ¡¿Qué?! —preguntó Otis, por el alto sonido de la música que no habían escuchado
el comentario de su compañero.
—Qué pena, ya vuelvo —dijo entre dientes. Aún estaba a tiempo de irse a un
callejón, o algún otro lugar, solo, donde no tuviese que cuidar de ese par.

— ¡Aaron!—entre la gente, Anette apareció apresurada haciendo campo hacia él.

La esperó cerca a la puerta, al menos se encontraba con alguien medianamente


normal. Su compañera de clases era bastante atractiva y solo contó los segundos
antes de que Otis y Frank aparecieran a su lado, exigiéndole que se las presentara.

— ¿Estás solo? Vine con unas amigas, tenemos una mesa, ¿quieres venir?

—No está solo, está con nosotros y con gusto vamos a tu mesa. —Más veloz de lo
que Aaron esperaba, Otis rodeó a Anette con un brazo, tomando demasiada
confianza con ella.

Para su fortuna la chica no estaba completamente sobria y pareció no darse mucha


cuenta. Dejando plantado a Otis, agarró a Aaron del brazo y lo arrastró hacia el
fondo del local. Los otros chicos los siguieron, haciéndose a los desentendidos,
gracias a Aaron podrían colarse en una mesa llena de chicas.

Escuchaba voces y sonidos difusos, eso de beber para olvidar no funcionaba con él,
mientras más alcohol entraba en su sistema, más recordaba. Pensaba en Sophie, en
su futuro, en su padre, en su fobia a la sangre... todo parecía crecer como un balón
que se inflaba más y más hasta reventar; y finalmente, todo se disipó de golpe. Su
cuerpo estaba relajado, casi no pensaba y de verdad la estaba pasando bien. No
tenía plena conciencia de lo que sucedía, pero su cerebro le indicaba que se estaba
divirtiendo. Frank y Otis ya no parecían tan desesperantes, ya no eran sus
compañeros de habitación solamente, eran sus amigos y las chicas que los
acompañaban eran agradables también. No sabía el nombre de ninguna de ellas,
pero por algún motivo le parecían las personas más maravillosas del mundo.3

No se sentía tan bien desde hacía mucho, no tenía idea de la hora ni le importaba.
Otis y Frank desaparecieron de su campo visual en algún momento, o estaban
mimetizados con las luces intermitentes. De pronto se vio a solas con Anette y podía
darse cuenta que la besaba de una forma bastante impúdica en uno de los sillones.
¿Hacía cuanto que no besaba a alguien? Lo recordaba perfectamente: un año y seis
días. ¿Cómo había pasado tanto tiempo sin contacto físico con una chica? Por una
vez Otis y Frank tenían razón, no era normal, algo andaba mal con él, pero ya lo
solucionaría.

Después ya no se encontraban en la discoteca, sino frente al auto de Anette. No


sabía si ella estaba en condiciones de conducir, pero le mencionaba algo sobre un
lugar apartado. Cuatro horas de flashes e instantes perdidos después, toda la
travesía de la noche no pareció buena idea cuando ambos fueron arrestados en un
parque a diez minutos de ahí, por conducir en estado de ebriedad y tener sexo en un
lugar público.
CAPÍTULO 10

La noche de Sophie se suponía sería especial. Por fin era viernes, ya había arreglado
el problema del examen con horas extra en el colegio por un par de tardes y se
tomarían tres días libres de filmaciones. En ese tiempo aprovechó de practicar con
su banda. Esa noche tendrían una presentación en un pub local, donde los habían
contratado un par de semanas atrás. Si todo iba bien, serían contratados con
regularidad y ese podía ser el salto al estrellato que esperaban.

Zack y ella habían quedado en un acuerdo implícito de solo hablarse cuando fuese
necesario, y Sophie ya había descargado toda su ira contra él tallando su nombre en
su lista negra, que cada vez crecía más y más. 1

Tiago no había vuelto en toda la semana, Sophie se habría preocupado de no ser


porque lo veía en el colegio. Por lo menos no faltaba, y luego se quedaba en casa de
Alan. Thaly había insistido en que lo dejara, que él regresaría cuando estuviese más
tranquilo, o los padres de Alan optaran por echarlo. 2
Aún no le perdonaba lo de Zack, ni que fuese tan entrometido en su vida, pero al fin
y al cabo, además de su hermano era su mejor amigo y decidió darle tregua, hasta
pensar en una venganza lo suficientemente malévola.

Emocionados como estaban llegaron una hora antes para probar el sonido, tener
una práctica corta y relajarse. Su público no sería grande, pero era un buen
comienzo, después de mucho tiempo, Sophie podría cantar algo diferente a las
canciones de su show y frente a un público de dieciocho años para arriba, nada de
niños ni pre adolescentes, lo cual era emocionante y tensionante al mismo tiempo,
pues le exigirían más.

— ¿Lista Sophie? —le preguntó Cristian, sonriendo al verla tan emocionada.

—Yo nací lista, verás que después de hoy nos contratarán de nuevo y llenaremos el
lugar —dijo triunfante. Le demostraría al mundo que no solo era una cantante de
pop mediocre cuya voz era más alterada digitalmente que natural.

Ya estaban cerca a la hora de abrir y se preocupaba por sus amigos. Al menos Tiago
y Alan les habían prometido asistir temprano para colaborar en caso de necesidad.
De Claudia no se preocupaba, era imposible que sus padres la dejasen salir a esa
hora de la noche, y Camila, su segunda mejor amiga, había desaparecido las últimas
dos semanas gracias a sus ocupaciones con la universidad.

Contestó nerviosa el celular al ver el nombre de Alan en la pantalla y enseguida le


reclamó por no estar presente.

—Sophie estoy en la entrada, pero no puedo pasar —le dijo en voz alta intentando
que se lo escuchara por encima del griterío de atrás.

— ¿Por qué no puedes entrar? Dile al guardia tu nombre, los tiene en la lista.
—No es por eso, está bloqueada. La calle está llena de tus fans.

Sophie colgó de pronto y poniéndose pálida corrió hacia la salida de emergencia.


Echó un vistazo y descubrió a un grupo gigante de adolescentes causando alboroto y
llevando pancartas.

—No es posible, no es posible —susurró, si Evan y el resto se enteraban la matarían.


Mejor que no supieran nada y los guardias de la puerta se encargasen de solo dejar
entrar a mayores de edad.

— ¡¿Quiénes son todos esos niños?! —llegó gritando el dueño del pub, claramente
alterado.

— ¿Que niños? —preguntó Evan.

— ¡Hay cientos de adolescentes de no más de quince años pidiendo entrar para ver a
su banda! ¡No puedo dejar pasar a menores, van a quitarme la licencia!

De inmediato todas las miradas acusadoras cayeron sobre Sophie.

—Lo siento, no sé cómo se enteraron, juro que no dije nada.

—Intentamos mantener el anonimato para evitar esto, de alguna forma se enteraron


que cantarías aquí. Dijimos nada de tus fans, la banda es una cosa separada a tu
show.

—Evan de verdad no sé qué decirte. Los únicos que sabían de esto eran mi familia y
algunos amigos...

— ¡Vincent! —dijeron al mismo tiempo. Su compañero tendía a venderle


información sobre Sophie a la prensa. No le bastaba con dar el teléfono de Sophie
cada vez que lo cambiaba, también avisaba de los lugares donde podrían
encontrarla cuando decidía salir a escondidas.
—No van a tocar —le avisó el dueño, pateando una silla ante las miradas curiosas de
los barman y meseros—. No abriremos hoy.

—No puede cerrar, solo evite que entren esos niños subnormales —pidió Zack.

— ¿Estás loco? —bufó—. ¿No viste cuantos son?, en cuanto abra la puerta entrarán
en masa, sobrepasarán el número permitido de personas y tendré que cerrar
definitivamente. Solo váyanse y yo me aseguraré de que entiendan que no habrá
función, voy a perder clientes.

De nuevo Sophie fue víctima de las miradas acusadoras. Enfadados y en silencio


guardaron el equipo de sonido.

—Chicos de verdad lo siento —se disculpó de nuevo mientras enrollaba un cable —


.Todo es culpa de Vincent, después de torturarlo lo obligaremos a conseguirnos otro
lugar, aunque tenga que comprarnos nuestro propio escenario.

Zack miró a Evan y le hizo un gesto con los ojos, animándolo a hablar.

—El problema no es Vincent, los medios se habrían enterado de alguna otra manera.
Después de hoy la voz correría y hubiera sucedido lo mismo la segunda vez que nos
presentáramos.

Sophie sintió algo de paz, ellos comprendían que aquello no era su culpa, pero todo
cambio cuando Evan continuó hablando.

—Contigo en la banda no vamos a progresar nunca, seremos tu sombra, o la banda


de Sophie Cohen y no lograremos lo que queremos —suspiró antes de decir lo que
Sophie temía—. Lo hablamos antes y creo que después de esto es definitivo: estas
fuera de la banda.9
Recién había despertado y no podía poner en orden de prioridades los malestares
que lo aquejaban. Por un lado tenía frío, no tenía una chaqueta y aquella celda de
cemento y barras de metal se asemejaba a un refrigerador; parecía que le
taladraban el cerebro y no decidía a quién tenerle más miedo: al sujeto robusto de
barba que lo miraba desde la otra esquina con mala cara, o al sujeto sentado en la
banca de al lado que lo observaba con cierto libido.

O saldría de ahí en bóxers o Anette no sería la única persona con quien habría
intimado en lo que iba del día.2

Evitando mirar a ambos sujetos se apresuró a la reja y llamó la atención de los


policías que jugaban cartas en el escritorio.

— ¿Puedo hacer mi llamada? —pidió entre dientes, mirando de reojo a sus espaldas,
no estaba muy seguro de a quién llamar, pero quería irse de ahí lo más pronto
posible.

Ninguno de los policías se inmutó haciéndolo enfadar más, de verdad odiaba a esos
sujetos.

—Claro, pretendan que no me escuchan...

Pasó los siguientes minutos con la mirada clavada en el piso, como si con ese acto se
volviera invisible para sus compañeros de celda, solo porque no le convenía iniciar
pleitos que se aguantaba de a salir de ahí por la fuerza.

—Aaron. Lla voz de Anette llamó su atención. La chica lo miraba desde afuera con
una apariencia más desastrosa que la de él, se notaba que también había pasado ahí
las últimas horas. Llevaba los zapatos de tacón en una mano, el cabello enredado y
el maquillaje esparcido como una pintura abstracta por el rostro. Agarrándola
fuertemente de hombro y con muy mala cara iba un hombre de edad media,
bastante alto, seguramente el padre de la muchacha que evitando que hablase con
Aaron, la jaló autoritariamente—. Hablamos el lunes —le susurró con susto,
evitándose más problemas con su progenitor.

— ¡Vamos, a ella hasta la recogieron! —se levantó y les reclamó a los policías,
quienes desganados dejaron su actual juego de cartas y finalmente lo dejaron llamar
a algún adulto para que pagase su fianza y lo sacara de ahí.

Otros veinte minutos que parecieron una hora, lo acompañaron hasta que el doctor
Caín Stever llegó a sacarlo de la celda. No lo miraba con reprobación, ni siquiera
lastima, más bien parecía muy divertido.

—Lamento haberlo llamado, le devolveré el dinero de la fianza —dijo Aaron de mala


manera, su fracasada vida no le parecía motivo de risa, y odiaba tener deudas con
nadie, estaba acostumbrado a salir de cualquier percance solo.

—No es necesario. Valió la pena. Desde que llegaste que evitas hasta cruzar la calle
en el lugar indebido, pero parece que no importa lo que hagas, siempre terminas en
problemas con la policía.

—Hay alguna fuerza divina que me detesta, o alguien me echó mal de ojo, nunca
tuve tanta mala suerte.

— ¿Lo dices por el arresto o porque te negaron la beca? —preguntó mientras le abría
la puerta del auto para llevarlo de regreso a la residencia.

—Por todo. Ya no sé ni por qué sigo yendo al college. Dejaré todo y buscare un
empleo.

—No te apresures —lo interrumpió—, hay muchas formas de conseguir becas, y este
no es el único país donde estudiar. He estado pensando algunas soluciones y si
estudiar aquí está fuera de tus posibilidades, podrías considerar el volver.

—Lo he pensado, pero no sé si es una buena idea. Sophie quiere estudiar aquí y...
—Deja de pensar en ella y piensa en lo que te conviene —lo interrumpió—. O por
ultimo puedes hablar con tu tío, estoy seguro de que él va a ayudarte.

—Ya se lo dije, no voy buscar a un familiar que ni conozco para que me ayude por
compasión, no quiero deberle nada a nadie.

—Santiago Ayala es el pariente más cercano que tienes, en realidad él debería ser tu
tutor legal.6

—Dije que no y ni se atreva a hablar con él —zanjó desviando la mirada.

El silencio interrumpió mientras avanzaban por la carretera pavimentada. Aaron era


demasiado terco, toda su vida había dependido de sí mismo y le era imposible
confiar en los demás, menos buscar ayuda. Caín Stever lo sabía, desde su llegada
que el muchacho se había negado rotundamente a hablar con su tío, el primo
hermano de su padre, quien de haber sabido de la existencia del muchacho años
atrás lo habría tomado a su cuidado mientras su padre cumplía su pena en prisión.
Esa habría sido la oportunidad de Aaron para crecer en una familia, pero las cosas no
se habían dado de esa manera. Al ser un hijo ilegitimo y haber crecido en hogares
sustitutos que nadie se había preocupado en buscar a su familia.8

Él prefería no reparar demasiado en ello, no pensaba ponerse melancólico


considerando qué hubiera pasado de haber sido criado desde pequeño por su
familia. Las cosas no habían salido de esa manera y como no podía arreglar el
pasado, pondría todas su energías en resarcir el daño con un futuro brillante: una
carrera, un hogar, incluso una familia propia era una posibilidad. 1

—Bien. —El hombre interrumpió el silencio tras una meditación—. Terminarás este
semestre y voy a enviarte de vuelta. Tengo algunos contactos y haré que te acepten
en algún colegio, con un nuevo título te será sencillo entrar a la universidad que
desees.
Aaron arqueó una ceja, aquello no sonaba como una propuesta, sino una imposición.

—No tengo medios para volver.

—Eso saldrá de mi bolsillo. Te enviaré de vuelta y te daré lo suficiente para


instalarte, el resto corre por tu cuenta ¿qué opinas?

—Dame un tiempo para pensarlo. —La propuesta no sonaba tan mal, ya estaba
buscando la forma de ir a ver a Sophie, aunque todavía estaba indeciso, no sabía
cuál era la decisión correcta: volver a verla o dejar que ella lo olvidara para siempre. 9

Ya había pasado casi una semana desde que Tiago se había instalado en casa de
Alan. Su madre le había mandado un par de mensajes, pero parecía que no ponía
ningún tipo de presión para que regresara, lo cual era extraño. En situaciones como
esa, lo mejor era alejarse hasta que los humos bajaran, sobre todo los de él y de su
padre, últimamente no se llevaban bien y era casi imposible mantener una
conversación que no terminase en recriminaciones. Lo peor era que Sophie y Daniel
parecían estar del lado de sus padres; los consideraba unos traidores, se suponía que
los hermanos deberían permanecer juntos y él siempre los defendía frente a su
padre.

—Por qué rayos se les ocurre tener otro mocoso. Los gemelos apenas tienen un año,
creo que lo hicieron solo para fastidiarme. Además mi padre podría ser su abuelo.
Tiene cuarenta, es como si hubiese tenido un hijo a los veinte y su hijo hubiese
tenido otro hijo a los veinte también, o como si Sophie tuviera un hijo. Mi madre
tuvo complicaciones con el último embarazo ¿qué no les importa? Puede ser
peligroso.
Alan miraba el techo de su habitación mientras Tiago repetía los mismos lamentos
desde hacía días. Al principio lo dejaba desahogarse, pero ya se volvía molesto.

—Pues ese ya es su problema. No creo que debas meterte.

— ¿Estás de su lado? —Se levantó indignado del suelo. No podía creer que ahora su
mejor amigo estuviera en su contra.

—No necesito estar del lado de nadie, eso es algo que les concierne a ellos. Si
quieren otra hija deben tener sus motivos. Sophie se irá a estudiar al exterior dentro
de dos años, tal vez tu madre no quiere estar en una casa llena de varones, sabes que
es demasiado unida a Sophie. Y tampoco es algo que vaya a afectarte, no es que
vaya a faltarles comida o estén cortos de presupuesto. Estoy seguro que solo te
molesta tener que compartir tu habitación.

— ¡Porque es un atentado a mi privacidad!, es un complot de mi padre para tenerme


controlado. —Antes de seguir discutiendo se dio cuenta que Alan lucia perdido y
poco entusiasmado. Lo notaba algo melancólico desde hacía unos días—. ¿Y a ti que
te pasa?1

—Camila no me ha llamado en dos semanas —explicó. Su novia había viajado por


algún acontecimiento social de su familia, y en todo ese tiempo no se habían
contactado—. Solo sé que está viva gracias Vincent. No me llama, no responde mis
mensajes...

—Va a terminar contigo —dijo tranquilo, volviendo a recostarse en su bolsa de


dormir.

— ¡Gracias!, cuando necesito que un amigo me consuele siempre puedo contar


contigo —respondió entre sarcástico y ofendido. Por supuesto había pensado en esa
posibilidad, mas no necesitaba que otra persona se lo echara en cara y lo masacrara
con la idea.
— ¿Para qué necesitas consuelo?, es lo mejor que puede pasarte. Estas con ella casi
un año. Es estúpido. No entiendo cómo puedes estar con la misma chica tanto
tiempo. Te queda solo un año de colegio, deberías aprovechar. 1

—Quiero a Camila y yo no entiendo por qué tú te niegas a tener una novia. ¿No te
cansas de salir con una chica diferente cada vez? No digo que tengas una relación
seria, pero deberías intentar salir con la misma chica más de tres veces, es
agradable.

—Te juntas demasiado con Sophie y te contagias sus cursilerías. Pensaré en una
relación semi formal cuando salga de la universidad. Mientras tanto no quiero estar
encadenado a nadie, ni andar llorando por los rincones como tú cuando mi novia no
me llama. Mejor olvídala, que cuando vuelva vea que no es imprescindible en tu vida
y que puedes salir con otras. Puedo llamarte a un amiga, sin compromiso, solo
pasarla bien un día.

—No creo que sea capaz. Tampoco sé si va a terminarme. Ha estado estresada con
la universidad y con la campaña política de su padre, tal vez solo está ocupada —
consideró. Camila y él cumplirían un año juntos dentro de un par de semanas, ella no
lo dejaría de esa forma. Le daría el beneficio de la duda hasta que hablaran
personalmente.

Sin deseos de discutir, Tiago miró el reloj y decidió que ya era hora de levantarse,
tenía hambre y de seguro un sustancioso desayuno los esperaba abajo.

Como predijo, en el comedor de diario de la casa había un enorme banquete como


cada sábado. Sus tíos ya se encontraban comiendo en la mesa y al llegar con Alan se
percató que faltaba un puesto en la mesa.

— ¿Dónde me siento? —preguntó a su tía. Alan parecía ocultar algo por la forma
silenciosa en la que había tomado el último lugar vacío.
—En tu casa —le respondió el padre de Alan metiéndose un bocado a la boca y
escribiendo algo en su laptop con la mano libre. 2

— ¿Me están echando?—dijo suplicante mirando a su tía, del padre de Alan no le


sorprendía, en cualquier momento lo echaría de ahí, pero no podía creer que su tía
Sara, de su propia sangre y quien siempre lo consentía, confabulara en su contra.

—Ordenes de tu madre. Nos prohibió alimentarte hasta que regreses a causa del
hambre.4

— ¿Y van a hacerle caso? ¿Desde cuándo tienen tanta autoridad sobre ustedes? No
me digas que le tienes miedo a mi padre —le recriminó a su tío, esperando tocar un
nervio sensible.

—A tu padre no, pero tu madre es medio psicótica y sí me da miedo. La última vez


que no acate sus órdenes le prendió fuego a mi pantalón. 12

Su tía procedió a ignorarlo y Alan comía sin desprender los ojos del plato de huevos
revueltos. Mientras Tiago lo miraba amenazadoramente y aún sin voltear le dijo
cortamente que no quería problemas con Thaly. Sophie lo había invitado a ver
películas toda la noche y temía por su seguridad física y mental, no podría dormir ni
estar tranquilo con la madre de Tiago acechando.

CAPÍTULO 11

Sin darse cuenta Sophie pasó toda noche durmiendo en el suelo de su habitación. Se
despertó por falta de aire cuando algo muy grande y peludo se echó sobre ella.
Moviendo la mano apenas palpó al intruso y se quedó tranquila al darse cuenta que
era su perro pastor alemán.

Lo hubiera retirado de encima, pero tal vez había llegado su hora. Qué final más
perfecto para esa patética semana que con un titular en el periódico: Sophie Cohen
muere asesinada por su propio perro.
— ¡Sophie hablan de ti en las noticias! —Su trágica posible muerte fue interrumpida
por su hermano Daniel; al entrar a la habitación el perro se levantó y corrió al piso de
abajo.

— ¿De verdad? ¿Yo en las noticias? ¡Wow! ¿Hace cuánto que no aparezco? ¿Dos, tres
días? —dijo sarcástica. Poco le importaba lo que la televisión tuviera que decir de
ella. Hacía noticia siempre porque aparentemente no había ninguna otra persona
medianamente famosa para molestar en todo el país—. Seguro siguen con el tema
de Zack, o lo de la discoteca.

—Es sobre lo que pasó anoche.

Sophie se levantó y encendió la televisión, era extraño, ¿qué tendría que decir la
prensa sobre la pasada noche? No había actuado y nadie más que ella y los chicos de
la banda sabían sobre su expulsión.

En la pantalla la primera escena que apareció fue la larga fila de fans fuera del pub,
con el titular: "Sophie Cohen decepciona a sus fans".

«Tras una larga espera de más de cuatro horas, la estrella juvenil cerró las puertas del
pub local donde tocaría y no se presentó. Más de quinientas personas que esperaron en
la calle por la presentación regresaron frustradas con la actriz, quien escapó de la
prensa y no dio explicaciones para cancelar la presentación»

Sophie apretó con rabia el control de la televisión, ahora la hacían verse como la
villana de la película. Las cámaras enfocaban a los rostros decepcionados de varios
niños y adolescentes, algunos acompañados de sus padres, que furiosos le decían al
reportero lo que pensaban de la actriz y sus aires de diva.

— ¡Esa presentación no era para fans, nadie debió ir y yo no cancelé nada, me


cancelaron! —gritó a la televisión.
«— ¿Cuantas horas estás aquí? —preguntó una periodista a una niña de diez años
agarrada del brazo de su madre, con la foto de Sophie estampada en su camiseta.

–Tres horas —respondió casi entre sollozos.

— ¿Qué le dirías a Sophie? ¿Estás decepcionada de tu ídola?

—Sí. Estoy cansada de esperar y mañana regreso a mi ciudad. Viajé esta mañana cinco
horas para verla.

—No solo esta niña vino desde lejos para ver a su artista favorita. La cadena KTV se
niega a responder al respecto, aseguran que esta presentación no estaba organizada
por la cadena. El presidente dice estar decepcionado de la estrella del programa
emitido por su canal y asegura una disculpa pública por parte de ella.»

— ¡Yo no voy a disculparme! —estalló. Generalmente le daba igual lo que dijeran de


ella, pero había cierto límite en el que detestaba que todos buscaran estropear su
imagen a base de tergiversaciones.

«—Seguro Sophie tuvo algún motivo. —En ese momento, Sherry apareció en pantalla,
la entrevistaban en vivo desde un local donde solía tomar desayuno los fines de
semana—. Bueno, es mi amiga y no hablé con ella, solo sé que organizó esta
presentación a espaldas de la cadena, no quiero hablar mal de ella ni sacar conjeturas,
pero últimamente busca bajo todos los medios ser el centro de atención de la prensa. Al
contrario, yo quiero ser una chica normal viviendo en sus ratos libres su sueño de cantar
y actuar, prefiero mantenerme alejada de las cámaras, por eso no podría hablar a
nombre de Sophie, somos muy diferentes —comentó con una dulce y falsa sonrisa. »

— ¡Maldita perra! ¡Tú eres la que busca atención siempre, pero no te la dan! ¡Voy a
matarte por hipócrita!1
Daniel miró con susto a su hermana y se alejó un par de pasos, en cualquier
momento Sophie explotaría y le lanzaría algún objeto contundente.

«—Mientras la popularidad de la adolescente baja entre los niños y padres de familia


quienes comienzan a verla como un ejemplo negativo para sus hijos; ésta crece entre
los jóvenes. Aparentemente la rebeldía y aire de superioridad de la estrella resulta
atractiva entre universitarios...»

Antes de seguir escuchando entrevistas al azar a chicos que la alababan con


comentarios entre obscenos y de admiración, apagó el aparato.

—Bueno... te gustan los universitarios, ¡es algo! —dijo Daniel, quien encontraba
divertido todo. Si Sophie no hubiera sido su hermana y no habría estado consiente
que todo lo que decían sobre ella eran verdades a medias o exageraciones, que la
habría detestado. Sophie había arrastrado con ese karma toda su vida. Si no la
odiaban en el colegio por sus intentos de caerle bien a todo el mundo, ahora era por
ser famosa y esa falsa imagen creada de ella.

A Sophie recién se le ocurrió revisar el celular que había dejado en silencio desde la
noche anterior. Tenía cientos de llamadas perdidas, la mayoría de la cadena de
televisión, revistas, diarios y gente del canal.

—Rayos —dijo en un suspiro, ya sabía lo que en ese momento debían estar pensado
de ella: que no quería dar comentarios al respecto y se negaba a contestar a nadie.
De seguro hasta se la imaginaban en una habitación de hotel con resaca y varios
amigos dispersos por la suite, inconscientes tras una loca noche en la que había
preferido tener una fiesta descontrolada en lugar de cumplir con sus seguidores—
.¿Por qué no pueden dejarme tranquila? No hay fin de semana que pueda salir sin
cámaras siguiéndome y preguntándome por lo ocurrido la noche anterior. Hay más
actores en mi programa, incluso hay otras cinco series juveniles, pero solo publican
lo que yo hago: cómo me visto, cómo no me visto, con quien salgo, si estudio...
hasta vi mis notas publicadas en un blog ¿Cómo demonios acceden a eso?

—Qué importa. ¡Ganas dinero!

—No gano tanto, y qué importa, me estoy quedando sin vida, una cosa no compensa
la otra.

— ¡Ya sé! —exclamó—. Qué tal si te creas una doble identidad, puedes disfrazarte y
nadie te reconocería.

Sophie entornó los ojos. ¿Cómo se le ocurría contarle sus problemas a un niño de
diez años? Por eso necesitaba a Tiago, Daniel aún no comprendía los trágicos
percances de su vida.

— ¡Genial! ¡Me pongo una peluca rubia para el show y listo! Todo estará
solucionado.5

— ¿Una peluca? Eso es estúpido, todos van a reconocerte. Pensaba en unas gafas
como Clark Kent, o una máscara. ¿De dónde sacas la idea de la peluca? 3

—Sabes qué, mejor vete, me das migraña. —Como si no quisiera tocarlo lo empujó
con la punta del pie y le cerró la puerta en la cara. Como cada sábado en los que no
tenía filmación, se encerraría en su habitación hasta que el mundo se olvidara de
ella. Cosa que ocurría rápido, hasta que un nuevo acontecimiento atrajera de nuevo
la atención hacia ella.1

Con ansiedad abrió su correo y entre toda la basura encontró el nuevo mail de
Aaron. Él era el único que no la decepcionaba, cumplía puntualmente con el comic,
aunque le hubiese gustado que esas páginas dibujadas con tinta negra fuesen
acompañadas de algún mensaje personal. Después de leer el capítulo le escribió
largamente, dándole sus opiniones respecto a la historia y a los dibujos. Incluso se
desvió del tema y terminó contándole sobre cómo se sentía últimamente. Parecía
que hablaba sola, tal vez Aaron ni leería sus palabras, pero era un desahogo, como
escribir en un diario personal o hablar con un amigo de años.

Como era el plan de Thaly, al medio día Tiago regresó vencido por el hambre.
Además necesitaba ropa y dormir en su propia cama. Debía provechar cuanto
pudiese de su habitación antes de que mudaran a Daniel ahí y se acabara la paz para
él.

Tomó aire antes de saludar a su madre, quien veía muestras de pintura sobre la
mesa de la cocina.

—Bien, ya volví, acabemos rápido con el sermón —dijo sentándose junto a ella con
los brazos cruzados.

Por un momento se mantuvieron en silencio, Thaly no le dirigió la mirada, la


mantenía clavada una paleta de colores, pensativa. Tiago comenzó a columpiarse en
la silla, esperando que su madre ordenara sus ideas antes de decirle lo que tuviera
que decirle.

— ¿Cuál color te gusta más? —le preguntó finalmente, haciendo que dejara de
columpiarse y la mirara extrañado—. Este rosa me gusta, pero es un color muy típico
para el cuarto de una niña, además llega a empalagar. Me gusta este violeta, aunque
es algo frío para un bebé. ¿Qué opinas? —Le acercó ambas muestras y antes de
recibir una respuesta las retiró de su vista y cambió de paleta—. Mejor este verde, lo
combino con el rosa y así no vomitamos corazones cada vez que entremos a la
habitación. —Decidió señalando el color que quería y levantándose de la mesa.

— ¿Eso es todo? —preguntó Tiago—. ¿Nada de sermones ni conversaciones


sensibles sobre lo mucho que te entristece que mi padre y yo peleemos siempre?
—No —dijo tranquila, sacando del refrigerador un par de jugos para sus hijos más
pequeños—. Tu castigo ya está dado y no sirve de nada cuánto hable con ustedes;
son iguales. Por eso no van a entenderse nunca.

—No soy igual a mi padre —respondió molesto, buscando algo de comer.

—Eres idéntico a él; y él era idéntico a tu abuelo, por eso discutían siempre y dejaron
de hablarse por varios años. Luego maduraron. Espero que tú no llegues a ese
extremo.

—Vamos a llegar si él sigue controlando mi vida y diciéndome qué hacer como si


tuviera cinco años. Para eso tiene a otros cuatro hijos en quienes distribuir su
neurosis. Parece que Sophie se lo hubiera sacado de encima y me lo hubiese
lanzado.

—Exagerado, él no te presta tanta atención. Sabemos todo lo que haces porque nos
avisan en el colegio.

— ¿Exageración? ¿Que hay sobre compartir mi habitación?, lo hace para tener al


mocoso como espía.

—Lo del habitación fue mi idea. Necesitamos el cuarto de Daniel para el nuevo bebé.
Además solo será un año. Sophie se irá a la universidad y tú podrás quedarte con su
habitación, y si eso no sucede construiremos una habitación nueva. Hay espacio.

— ¿De verdad? —Se calmó, si solo era por un año podría aceptarlo, además la
habitación de Sophie era mucho más amplia y mejor iluminada. Incluso era más fácil
escapar por su ventana hacia el jardín. Sería como tener una salida propia.

—De verdad —le despeinó el cabello como si fuera un niño pequeño y se fue
tranquilamente.

La pasividad de su madre a veces lo asustaba. Thaly era impredecible, o ignoraba las


situaciones problemáticas o buscaba drásticas soluciones que generalmente incluían
prenderle fuego a algo o hacerlo pasar vergüenzas en público. No se confiaba del
todo, menos con eso de que su castigo ya estaba dado. Como había hecho en una
ocasión anterior, ella era capaz de humillarlo públicamente como venganza,
haciéndolo llamar por megáfono en el colegio para decirle que se había olvidado de
llevar ropa interior limpia al colegio. O aparecerse en medio de una cita con su
jarabe para la tos.4

Desconfiado y esperando no toparse con su padre subió a su habitación, al principio


creyó que la habían asegurado, pero tras varios empujones finalmente pudo abrirla y
casi no reconoció el lugar. Toda la basura de la fiesta estaba ahí. Furioso, pero sin
ganas de darle el gusto a sus padres, retiró la basura de la cama y tomó una siesta,
tal vez en sueños encontraría una forma de vengarse.

CAPÍTULO 122

Como cada sábado Alan fue casa de sus primos. Nuevamente por culpa de Sophie
no podrían salir a ningún lugar y sus opciones más divertidas eran quedarse a ver
películas hasta el día siguiente. Sus otros amigos de seguro se les unirían más tarde,
mas él quería tener un momento para hablar con Sophie. Ella y Camila eran muy
buenas amigas, tal vez sabía algo al respecto. Antes de viajar, todo parecía perfecto
con su novia, pero de pronto había dejado de dar señales de vida. Suponiendo lo
peor, como decía Tiago, eso era el inicio de un inminente rompimiento.

La saludó cabizbajo y entró directamente hacia la sala, preguntándole si había


recibido noticias de Camila.

—De ella no, para nada, la vi por televisión, está acompañando a su padre. ¿Sabes de
quien sí recibí algo? de Aaron. —La chica parecía no compartir su preocupación, Alan
la miró entrecerrando los ojos, él iba a contarle los dramas de su vida amorosa y ella
le salía con el desconocido acosador de los comics—. Me mandó un nuevo capítulo,
está genial, te hice una copia. —Entusiasmada le acercó el capítulo impreso y se
puso a releerlo a su lado.

— ¡No quiero ver el maldito comic! ¡Quiero saber de una vez si Camila terminará
conmigo o no! Estoy harto de tanta angustia. Si quiere terminar que lo diga y ya,
pero ignorarme y pretender que no existo me está poniendo los nervios de punta.

—Dramático. —Sophie seguía perdida en las páginas del comic. Ni siquiera un drama
amoroso de los que tanto le gustaban podía quitarle esa tonta sonrisa de la cara.

Su teléfono privado, ese del que por el momento solo amigos cercanos y familia
estaban enterados, sonó y haciendo caso omiso a los berrinches de Alan miró el
identificador.

—Es Camila, ¿ves? Los hombres siempre pensando lo peor.

— ¿Está Alan ahí? —Camila ni siquiera la saludó, la atacó directamente con su


pregunta—. Sí ¿te lo paso? —Quiso acercarle el teléfono a su primo quien la
observaba con una expresión de cachorro maltratado, impaciente por oír la voz de
su novia, o ex novia, a esas alturas no estaba seguro.

— ¡No! —le gritó—. Si quisiera hablar con él, le habría llamado a él. Mándalo con tu
hermano y ábreme la puerta, tengo que hablar contigo a solas, no le digas que estoy
aquí.

Curiosa por saber qué era eso que Camila quería decirle sin que Alan se enterara,
fingió que se iba la conexión.

—Se cortó, la señal es mejor arriba, Camila dice que te llamará, ¡corre! ¡Sube para
que pueda entrar la llamada! —Lo incentivo como a un perro que se le tira un hueso.
Ingenuamente Alan subió al segundo piso, esperando recibir esa tan deseada
llamada.1
Sophie también corrió a la puerta de entrada. Camila ya esperaba ahí, vestida y
maquillada perfectamente como siempre, un poco más bronceada por el viaje que
había realizado acompañando a su padre, un acaudalado empresario que hacía un
par de años había decidió incursionar en la política, presentándose para las
elecciones de ese año.

—Vamos a la cocina. —Empujó a Sophie rápidamente esperando que Alan no


apareciera.

—Hola a ti también. ¿Cómo te fue en el viaje? ¿Genial? Yo tuve unas pésimas


semanas... —Como no había recibido ni un hola de su amiga, comenzó a murmurar
sola, siendo arrastrada hacia la mesa.

—No fue tan genial, mi padre retirará su campaña, de hecho ya no está en el país.

— ¿Qué pasó? —preguntó seriamente.

—Lo acusaron de malversación de fondos. Nadie sabe sobre esto. Ya lo citaron para
una audiencia, pero no tiene forma de ganar, es posible que toda mi familia se mude
al extranjero.1

— ¿Tú y Vincent también? —Una parte de ella saltó de alegría al saber que
posiblemente se liberaría de Vincent para siempre. Su compañero de curso ya no
vendería más información a los medios, ni se le insinuaría descaradamente como
siempre, tampoco iniciaría rumores sobre su vida sexual. Por otro lado no quería
perder a Camila. Pese a que eran personas muy diferentes, además de Claudia era su
única amiga mujer.

—Vincent se quedará hasta acabar el colegio, así que lo soportarás otro año y yo...
de eso quería hablarte. No me iré, no pienso ser una fugitiva ni andar
escondiéndome hasta de mis propios amigos, así que tengo un plan de respaldo —
explicó enseñándole la mano donde un fino anillo con un enorme diamante reflejaba
la luz.

— ¿Estás comprometida? —Sophie había visto demasiados anillos de compromiso


tanto en joyerías como en fotos para reconocer uno tan espectacular de inmediato—
. ¡No puedo creerlo! ¿Alan te lo pidió? —Casi gritando de la emoción le jaló la mano
para ver de cerca la enorme piedra.

— ¡Claro que no! Alan está en el colegio, ¿cómo crees que vamos a casarnos?

—Pues no es necesario que se casen ahora, pueden comprometerse, como un acto


romántico y simbólico. —Su voz fue bajando de tono y sostuvo su propia mano,
donde tenía un pequeño anillo con una piedra azul, el último regalo que había
recibido de Ian —. Como Ian y yo hicimos.

Camila reconoció la mirada de Sophie, de nuevo su amiga se perdía en los recuerdos


de su novio, y antes de viajar por el pasillo de la melancolía sacó a Sophie de sus
pensamientos.

— ¿Puedes dejar a Ian y tu triste historia de telenovela a un lado y escucharme? No


voy casarme con Alan, ni me comprometí con él. Durante el viaje me lo pidió un
amigo de mi padre. Es petrolero.3

—Espera... —Sacudió la cabeza y regresó al tiempo presente, dejando tararear en su


cabeza una romántica canción mientras recordaba la vez que se puso por primera
vez el anillo alrededor de su dedo—. ¿Amigo de tu padre? ¿Qué edad tiene ese
sujeto?

—Cuarenta y tres.

— ¡¿Estás demente?! ¡Podría ser tu padre! Además qué pasará con Alan, él es tu
novio. Y eres muy joven para casarte, eso hasta yo lo sé. ¡No puedes irte con el
primer sujeto que te lo pida solo porque sí, ni siquiera lo amas! 3
—El amor no tiene nada que ver en esto. Cuando perteneces a cierta clase social a
quien eliges como pareja estable es alguien que pueda darte las mismas
comodidades que tus padres. Los novios lindos y divertidos están bien para el
colegio, pero esos no te sirven para tomarlos en serio. Es algo que aprenderás con el
tiempo, al igual que yo y noventa por ciento de las chicas del colegio te cansarás de
los niñatos rebeldes, cantantes de rock y demás vagos sin dinero. Empezarás a
pensar en serio, con la cabeza y no con las hormonas y buscaras alguien que pueda
darte todo lo que quieres.11

— ¡Claro que no! Cuando me case será con alguien a quien ame, aunque sea más
pobre que una rata.18

—Deja de pensar que la vida es una novela rosa—Camila sentía que discutía con una
niña pequeña. Sophie era unos cuantos años menor, pero ya debía madurar y dejar
de vivir en fantasías—. Van a embargar todas las propiedades de mi padre, es
posible que nos quedemos sin nada. A menos que tengas una mejor idea para que
pueda sobrevivir y quedarme, voy a seguir con este plan.

—Sabes... se me ocurre una idea. —Sophie pareció tranquilizarse un momento—. Es


descabellada y muy loca, pero podría funcionar —conociendo lo que Sophie llamaba
plan, ya esperaba de verdad algo sumamente descabellado, que incluyera
documentación falsa o el asalto a un banco—. ¿Por qué no terminas de estudiar tu
carrera, sales profesional y trabajas? —preguntó irónica.5

—Haciendo tu sarcasmo de lado, sí es una idea estúpida. Trabajando como cualquier


mediocre de clase media jamás tendría el estilo de vida que llevo ahora. No pienso
vivir en la miseria por creer ingenuamente que encontraré al amor de mi vida. Esta
es mi mejor opción. Y voy a aceptarla. Solo mira por la ventana, tengo una limosina
y mi propio chofer. Jamás conseguiría eso de otra manera. Seguiré en la universidad
como un pasatiempo. Admítelo, estamos destinadas a ello, mi madre lo hizo y la
tuya también.8

—No metas a mi madre en esto. Su situación es completamente diferente. Cuando


se casó no lo hizo por dinero; hasta que mi abuelo nos dejó la herencia que la
pasamos muy mal económicamente, pero aun así salimos adelante. ¿Sabes?, sé que
eres algo superficial y materialista y me acostumbré a ello. Pero a estas alturas
cruzaste tanto la línea que directamente me das asco. Cásate con el petrolero, vive
en tu mansión, hasta que cumplas veinticinco y te él deje por un modelo más joven.
—Nunca se había enojado tanto con ella, ni siquiera cuando se recién se habían
conocido y no toleraban estar en la misma habitación. Todo lo malo de la semana
regresó a su cabeza y la poca alegría que había recibido con la noticia de tener un
nuevo hermano y leer el comic de Aaron, se volvió insignificante. Con paso decidido
abrió la puerta de la cocina y le ordenó irse.4

— ¿De verdad vas a echarme?

—Sí. Solo porque no tolero verte. En este momento deberías estarle dando una
explicación a Alan. Tienes hasta esta noche para llamarlo y terminar con él como es
debido y después de eso no vuelvas a acercarte a nosotros nunca.

Camila se limitó resoplar. Eso le pasaba por hacer amistad con una niña tan
inmadura. Podía perder a su novio y a sus amigos y no importaba. Solo debía pensar
en ella misma y su bienestar económico. ¿Sophie le decía superficial? Pues sí, si
tener los pies en la realidad y buscar la mejor vida posible lo era, entonces era feliz
siendo la persona más superficial del mundo.20

Sophie creyó que las malas noticias no pararían de llegar. ¿Qué le diría a Alan? Esa
noche no sería capaz de mirarlo a los ojos. Antes de confrontarlo decidió descargar
algo de su ira.
Se encerró en su habitación y como había hecho en ocasiones anteriores, sacó una
navaja de su cajón y se puso a tallar en la pared el nombre de Camila, donde tenía la
lista de ex mejores amigas y personas no gratas en su vida. Hacía más de un año
desde que no escribía un nombre nuevo. El último había sido el de Ian, después de
aquel día tiempo atrás cuando el muchacho le había robado su primer beso,
arruinando el momento más esperado de su vida.31

Para aumentar más su melancolía recordó ese momento. En ese entonces había
declarado a Ian su enemigo mortal. Lo consideraba un intruso que había llegado solo
para fastidiar su perfecta vida, pero fue después de ese beso que inconscientemente
comenzó a verlo de otra manera, enamorándose paulatinamente él.

Se dio cuenta que acariciaba el nombre y despejó su cabeza. Últimamente pensaba


demasiado en él. Sabía que el comic de Aaron era el detónate y de verdad no quería
vivir deprimida por el recuerdo de Ian. Solo deseaba seguir adelante, no olvidarlo,
pero sí superarlo, mas había algo que no se lo permitía. Su historia con Ian era un
libro abierto que necesitaba un epílogo, llenar una última página para cerrarlo
definitivamente. El problema era que aún no sabía cómo. 8

—Vamos. ¡Llama, llama! —sentado sobre una pila de latas en la muy sucia
habitación de Tiago, Alan miraba su teléfono, esperando que de una vez Camila lo
llamara o le respondiera a los cientos de mensajes que le había dejado en "visto"—.
¿Crees que está en un lugar sin señal? ¿O está esperando a que yo la llame? Creo que
mejor la llamo.5

Tiago de inmediato le quitó el aparato de las manos, no permitiría que se


comportara como un arrastrado. Su primo necesitaba cambiar de actitud ante las
chicas y poco a poco lo iría entrenando.4
—Olvídate de eso. Que llame cuando tenga que llamar y cuando lo haga no suenes
desesperado, que no sepa que la extrañaste ni que la esperas. Actúa como si
también te hubieses olvidado de su existencia.

Aceptando la sugerencia hizo el teléfono a un lado en intentó relajarse. Tratando de


no pensar en eso comenzó a leer las copias del comic que le dio Sophie.

Tiago reconoció los dibujos de inmediato y se los arrebató de las manos.

— ¡Oye lo estaba leyendo! Me sirve para distraerme, te lo doy luego.

— ¿Ese imbécil le sigue mandando esta porquería?

—Sí, Sophie se pone de muy buen humor cuando sucede.

—Porque Sophie es una ingenua. Se está tomando a este sujeto en serio cuando no
es más que un acosador. Puede ser peligroso. 6

—No exageres. —Le arrebató el comic de nuevo—. Sophie sí creyó que podía ser Ian,
pero la idea se le quitará pronto, si esto la hace feliz déjala. Últimamente le va mal
en todo. Evan me dijo que la sacaron de la banda y dudo mucho que vaya a aprobar
química este año. Necesita algo con que distraerse.

—Que se distraiga con sus amigas o leyendo una de sus novelas. ¿Qué no entiendes?
Sophie puede creer de verdad que ese sujeto es Ian, verás que no pasará mucho
antes que el tal Aaron pida conocerla en persona y por lo que sabemos puede ser un
enfermo de cuarenta años que se masturba viendo su programa. Por su salud mental
y física Sophie debe dejar de recibir estas cosas. —Furioso partió las hojas en varios
pedazos y los lanzó al aire. Con toda la basura que había ahí, un poco de papel
picado no hacia la diferencia. Pateando la silla se sentó frente a la computadora y
Alan se aproximó a preguntarle qué haría.

—Bloqueare a ese sujeto para siempre. No tendrá forma de enviarle ningún mail a
Sophie.
— ¿Puedes hacer eso?

—Sí, no de una forma muy legal...

Alan se dio cuenta que Tiago hackeaba el mail de Aaron, haciéndolo desaparecer y al
mismo tiempo lo bloqueaba en el mail de Sophie.

—No hagas eso, te estás metiendo en la vida privada de Sophie.

—Sophie no merece una vida privada si no sabe manejarla con inteligencia. 41

—Lo que haces es inútil, es imposible evitar que se contacte con ella, cuando se dé
cuenta buscará otra forma. Por más que bloquees el correo o la IP, puede acceder
desde otro lugar.

—No si él no sabe que está bloqueado. —Sonrió con malicia—. Desviaré todo lo que
le mande a mi hermana, le haré creer que se sigue contactando con ella, y a Sophie
que él ya no le envía el comic. Dame media hora y te juro que ni Dios podrá hacer
que ese tipo se contacte con mi hermana nuevamente.

Alan no estaba seguro de dejar a Tiago hacer eso. Sophie iba a enfadarse, y mucho.
Más que enfadarse se pondría triste; pero Tiago estaba determinado, aún si lo
detenía en ese momento, lo haría después.

Solo meditó la forma de consolar a Sophie una vez que Aaron Hyde desapareciera
de su vida para siempre.

CAPÍTULO 12

No le hicieron preguntas al regresar a la residencia, seguramente el señor Stever se


había encargado de cubrirlo. Todavía pensaba en su propuesta, regresar al país de
Sophie y estudiar ahí era una posibilidad y a menos que encontrara otra opción
mejor debería aceptarla. Sino, estaba seguro que Caín Stever hablaría con el único
pariente adulto que tenía vivo y fuera de la cárcel. Un primo de su padre a quien solo
había visto una vez el año anterior, quien insistió en tenerlo bajo su tutela, pero él
rechazó la propuesta rotundamente. No quería deberle nada a nadie, ni vivir por
caridad bajo la manutención de alguien, mientras más solo e independiente viviera,
mejor, así tendría la consciencia tranquila de haber salido adelante bajo sus propios
medios.

Si bien los padres que vigilaban la residencia no le dijeron nada, Frank y Otis sí lo
esperaban ansiosos. En cuanto Aaron abrió la puerta lo emboscaron como felinos
hambrientos, queriendo saber todos los detalles de la noche anterior.

— ¿Dónde estabas? ¿Te quedaste con ella hasta ahora?

—No. Tuve otros problemas —respondió tratando de ignorarlos y yendo


directamente a la jaula de Smoothie para comprobar que hubiese regresado a la
normalidad. Otis había sido quien había llevado al hámster y quien había insistió en
conservarlo, pero al final él terminaba encargándose de alimentarlo y limpiarlo
mientras los otros dos, como niños pequeños, se limitaban a jugar con él.

— ¿¡Qué problemas!? ¿¡Qué pasó!? —Frank salía de quicio, detestaba que Aaron
fuese tan esquivo, nunca respondía de manera directa a las cosas que querían saber
sobre su vida personal.

—Me fui con ella, nos arrestaron, el señor Stever pagó mi fianza y aquí estoy —
respondió acariciando al pequeño hámster e intentado que despertara. 3

Sus compañeros permanecieron mudos un momento, intentando diferenciar la


realidad de los comentarios sarcásticos de Aaron. Les era difícil saber cuándo decía
la verdad o cuándo les soltaba una mentira para que lo dejaran en paz.

— ¿De verdad?
—Tal vez —respondió maliciosamente, ahora los tendría con los nervios carcomidos
por no saber si lo que decía iba en serio.

Dejó a Smoothie en su jaula y cínicamente se puso los auriculares con el volumen de


la música alta, para no escucharlos suplicar para que les contase la verdad. Les lanzó
una mirada ácida y se puso a dibujar hasta que el programa de Sophie comenzara,
actuando como si estuviera solo en la habitación, tal vez así sus compañeros
aprenderían a vivir sus propias vidas y dejar de indagar sobre la de él.

Después de un fin de semana tranquilo que le había servido para despejarse y


meditar su situación futura, llegó justo para la clase de ese día. Anette lo miraba
desde el otro extremo de la fila mientras el docente empezaba con la clase. Ese era
un asunto pendiente y durante todo el periodo pensó en cómo solucionar las cosas
con su compañera. Anette era agradable en ocasiones, algo molesta y desde que
habían comenzado las clases que intentaba acercarse a él; mas él no quería nada con
ella, tal vez una amistad a medias. No quería hablarle, pero tampoco era de los que
pretendían que no conocían a alguien, menos después de lo que habían hecho.

—Lamento lo del sábado, espero que tu padre no haya sido muy severo —le dijo con
cortesía en cuanto ella se aproximó al finalizar la clase.

—No es la primera vez que algo así sucede. —Le sonrió caminado a su lado—. Ya se
le pasará, me castigó un par de semanas pero luego se olvida.

—Genial... escucha, lo que pasó fue porque estábamos muy ebrios, me caes bien,
pero... —Decidió ir al punto, pero Anette lo interrumpió.
—Pero no quieres nada serio —concluyó su frase—. Yo tampoco así que tranquilo,
solo fue divertido y quién sabe si podemos repetirlo.

—No, prefiero dejar aquí las cosas.

—Como quieras —respondió sin importancia, fingiendo un total desinterés.

Para la pésima racha de suerte que estaba atravesando, eso había sido demasiado
sencillo. No era que no lo agradeciera, pero por algún motivo la extrema
despreocupación de Anette le daba mala espina.7

—Te ofrecería llevarte pero mi padre me quitó el auto —prosiguió cambiando de


tema—.Podemos compartir un taxi, solo como amigos.

—Gracias, pero prefiero caminar —la rechazó de nuevo con una extrema cortesía,
tenía miedo de realizar algún movimiento en falso y verse envuelto en otro
problema. De la misma forma, Anette se despidió y él continuó con su camino. La
residencia estaba un poco lejos, pero andaba tan metido en sus preocupaciones que
aprovechaba cualquier momento de soledad para meditar.

Las calles estaban demasiado tranquilas, algunos faros quemados creaban espacios
de sombra hasta el siguiente punto de luz. Aaron caminó con cuidado mirando a sus
costados, sentía que no estaba solo y lo comprobó al ser empujado de golpe. Por la
escasa luz no sabía de cuántos se trataban, pero más de un solo sujeto lo sostenía
mientras otro le advertía que se quedara callado. Forcejeó entre golpe y golpe y
pudo soltarse a tiempo para defenderse, pero ya estaba muy adolorido para
continuar con la pelea. Uno de los sujetos le lanzó una última advertencia antes de
escapar.

Se sentó en el suelo un momento comprobando que le salía sangre de boca. No era


la primera vez que algo así le sucedía, por lo menos una vez al año lo emboscaban,
ya fuera la policía, un grupo de ex compañeros de la calle, o un grupo de matones
enviado por su padre, como estaba seguro era el caso. 1
Arthur lo recibió aterrado por la puerta de atrás, lo ayudó a sentarse en una silla y
debatiéndose entre atenderlo o llamar al médico de la residencia le preguntó qué
había pasado.

—Me asaltaron —respondió por instinto, explicar la verdad era complicado.

Su teléfono sonó y atendió a tiempo que recibía una bolsa de hielo. Arthur puso una
mueca de extrañeza.

—Aaron estamos mandando una patrulla tu residencia, solo por precaución, tu


padre tuvo una audiencia esta mañana, lo soltaron por falta de pruebas —le avisaron
al otro lado del teléfono.

Furioso lanzó la bolsa contra la pared. Ya suponía que algo así había sucedido. 1

— ¡¿Cómo que lo soltaron?! ¡Les di en bandeja de plata todo lo que necesitaban, ni


siquiera me avisaron que hoy tenía una audiencia!

—No lo vimos necesario, sabes que tiene muchos contactos y debió pagar un muy
buen soborno, todo lo que nos diste no bastó como prueba. Pero tranquilo, al menos
Franz está arrestado y estamos pidiendo una orden de restricción, para que no se te
acerque. Estarás bien.

—Claro, un orden de restricción solucionará todos mis problemas y me devolverán


un año de mi vida, ¿para qué demonios sirvió todo esto? Me hicieron cambiar de
identidad, me hicieron ocultarme y darles pruebas, para que al final no borraran mis
antecedentes como prometieron, me emancipen antes de tiempo y mi padre salga
libre. ¡Ya estoy harto, esto se acaba!13

Arthur se sentó en una silla de madera y observó a Aaron. No entendía qué pasaba,
ni en qué problemas se encontraba el muchacho, pero sentía que veía una escena de
una película de la mafia.1
Olvidándose del dolor y de curar sus heridas, incluso de la presencia de Arthur;
Aaron subió a su habitación. Ya tenía una decisión tomada, se olvidaría de tonterías
y recuperaría su vida a cualquier costo.

CAPÍTULO 13

El fin de semana terminó de ser desastroso cuando el padre de Sophie vio las
noticias; como si no hubiese sido demasiado fotografiarla inconsciente en el baño de
una discoteca un par de semanas atrás, ahora la hacían quedar como una diva
caprichosa tras lo ocurrido en el pub. Empezaba a cansarse en serio, cuando Sophie
había comenzado a filmar el programa, pensaba que sería una experiencia más para
su hija, que no interferiría con su vida privada y que después de las dos temporadas
que habían acordado con la cadena, Sophie podría cantar como deseaba. Nada del
mundo del espectáculo ni exhibir a Sophie en televisión le agradaba, pero como era
algo que a ella parecía realmente hacerla feliz que la había apoyado, al menos al
principio, ahora solo pensaba en ir a la cadena con un bate de beisbol y acabar con
todos en esa maldita productora de una vez. 5

Tras horas de suplicio, Sophie pudo calmarle los humos, solo le faltaría que de
verdad su padre, quien no era nada pacifico en circunstancias como esa, fuese a
armar un escándalo y la página semanal que le dedicaban los tabloides pasara a ser
un suplemento especial, o una revista, dedicada a ella y a su demente familia.

—Quisiera ser invisible, quisiera ser invisible... —Mientras cerraba los ojos con fuerza
y apretaba su mochila caminó en línea recta por el pasillo del colegio hacia su
casillero. Ya sabía que todos volteaban a verla con diferentes reacciones y quería
descansar de ser el centro de atención por un día. Era irónico, un año atrás habría
dado todo porque las miradas se clavaran en ella a diario, que solo se hablase de ella,
que absolutamente todos la reconocieran. Ahora ya estaba saturada, era igual a
comer un frasco de dulce de leche, saborearlo las primeras cucharadas, pero
empalagarse e indisponerse con solo escuchar el nombre.

Chocó con alguien que la guió frente a su casillero y le avisó que ya podía abrir los
ojos.

Alan la esperaba apoyando la espalda contra la pared, mirando al frente. No se lo


veía especialmente triste, pero sí algo furioso y decepcionado. El día anterior Camila
finalmente le había explicado la situación de una manera muy fría e indiferente a
través de un mensaje de texto. No porque terminar con él le importase poco, en
realidad por falta de coraje y vergüenza, no le importaba qué pensaran sus amigos
sobre tomar una decisión tan descabellada; pero la opinión de Alan sí era relevante,
después de todo, habían estado juntos por casi un año y él le gustaba desde primer
año, hasta le había costado conquistarlo.

— ¿Te sientes mejor? —preguntó Sophie con inseguridad. Aunque siempre había
querido ser la consejera amorosa de sus amigos, nunca le iba bien y acababa por
empeorar las cosas. Al final de cuentas su vida amorosa era posiblemente la más
desastrosa de todas ¿qué clase de consejos podría dar?—. Camila es una idiota —dijo
rodeándolo con un brazo.

—No, en realidad no lo es, solo vio lo que le convenía... qué más da, Tiago tiene
razón, eso pasa cuando estas con alguien mucho tiempo, si la dejas rápido te evitas
rompimientos.

Sophie se mordió la lengua antes de soltarle un discurso sobre el amor. Estaba tan
indignada con Camila que no podía decir nada para defenderla y Alan tenía todo el
derecho de estar decepcionado del amor. Algo pasajero estaba segura, hasta que
conociera a otra persona, afortunadamente su primo no era igual a Tiago, el sí
valoraba las relaciones.
Los recreos y el almuerzo los pasó sola, estaba enfadada con Evan y no iba a
perdonarlo tan fácil. La banda era el único desahogo que tenía, cuando ensayaban
era el único momento en que hacía algo que realmente le gustaba, sin presiones.
Pese a las críticas actuar no le desagradaba, era divertido estar en el set, pero poco a
poco sentía más y más presión y desde hacía unos meses que lo divertido
comenzaba a desaparecer.

Vincent no había asistido a clases ese día, todos ya sabían que su padre se
encontraba en el exterior y era posible que él se hubiese ido con él. Por lo menos era
una buena noticia, no tendría que soportarlo más, ni su arrogancia, ni sus
comentarios obscenos, ni sus intentos de acostarse con ella.

—Entre Alan que parece un gusano depresivo y tú, no sé quién es menos peor para
comer. —Tiago lanzó su comida junto a Sophie y se sentó sin mirarla. Sus amigos se
habían escapado ese día en el tercer periodo y él se había quedado relegado por
encontrarse con una chica en uno de los jardines traseros.

—Yo no tengo problemas, solo con ese. —Señaló con los ojos hacia Evan, quien
comía despreocupadamente.

Tiago hizo un gesto, Evan podía ser amigo de Sophie y Alan, pero no lo soportaba,
no había ningún motivo en especial, pero desde que se conocieron que se repelían
mutuamente, parecía cosa de la naturaleza.

—Deja de hablarle para siempre.

— ¿A quién? —con un tono neutro Alan preguntó buscando meterse en la


conversación y olvidarse un momento de Camila.

—Evan, después de todo lo que nos hizo y ser la mascota de Vincent no sé por qué es
su amigo.
—Me cae bien —dijo Alan levantando los hombros—. Y ayudó a Sophie cuando entró
al colegio y todos la odiaban.

—La odiaban por culpa de Vincent y Evan que lo seguía como perro faldero. Además
ayudó a que expulsaran a Ian... —Se calló de pronto, ese nombre era un tabú en las
conversaciones casuales frente a Sophie, ella lo sabía y entornó los ojos; sí extrañaba
a Ian y a veces le era inevitable ponerse melancólica, pero Tiago creía que con solo
escuchar el nombre ella correría a cortarse las venas. Prefirió ignorarlo y dejar que
cambiaran de tema.

— ¿Y... creen que Vincent vuelva al colegio?

—Espero que no, Camila me dijo que toda su familia se mudaba, excepto ella,
prefiere quedarse a cambiarle los pañales a un anciano a cambio de una limosina —
dijo Sophie despectivamente, no le importó la mirada reprobatoria de Alan, tenía
razón y de una vez su primo debía aceptar la clase de mujer que su ex novia era.

—Le doy dos meses, va a divorciase antes, o lo lanzará por las escaleras para
quedarse con la herencia —intervino Tiago. Alan cambió de actitud y se mostró
molesto.6

—Camila no es así, debió tener sus motivos, tampoco es que nos amaramos y
fuéramos a casarnos o algo así. Solo la pasábamos bien, pero me hubiera gustado
que terminara conmigo antes de forma personal y no comprometerse de golpe con
otro mientras aún estaba conmigo.

— ¿Sabes que es muy raro? —Le preguntó Tiago, meditando un poco—. Todo fue
muy de golpe, es decir ¿de dónde conocía al sujeto?, solo viajó una semana y ya
estaba con él. Cuando una mujer se casa tan apresurada es por una cosa.

— ¿Qué cosa? —preguntó ingenuamente.


—Tú sabes, porque está embarazada, pero no es el caso de Camila —interrumpió
Sophie, mirando asesinamente a Tiago.

—Tal vez está embarazada de ti, pero busca un mejor padre, digo, tú todavía estás
en el colegio y dependes de tus padres.

Sophie se golpeó la frente con la mano, Tiago no podía hacer peores comentarios. O
era un verdadero idiota o tenía un sentido del humor muy retorcido.

Alan palideció y sintió que sudaba frío, de pronto hasta las manos comenzaron a
temblarle.

—Era broma, idiota. —Tiago lo golpeó en la nuca y continuó comiendo como si


nada.

—No es gracioso, qué tal si pasó algo así, digo, que tal si se casa porque está
embarazada en serio y no sabe quién es el padre.4

Sophie y Tiago volcaron los ojos y se levantaron porque el timbre estaba a punto de
sonar. Dejaron a Alan imaginado su vida como una telenovela. Camila solo quería
seguir teniendo todos los gustos que tenía con sus padres y cuando hubiese
conseguido la mayor cantidad de dinero y propiedades de su futuro esposo, seguro
entraría en razón.

El auto de la televisora la esperaba como siempre, pasaron a recoger a Daniel de la


escuela primaria y en cuanto llegaron a su destino le avisaron a Sophie que el
productor la esperaba. Con un quejido bajo se dirigió al ascensor hasta el último
piso, donde de seguro recibiría un sermón y montón de amenazas por lo sucedido el
fin de semana.

El productor hablaba por teléfono y le hizo un gesto para que se aproximara al


enorme escritorio de madera. Se sentó en una elegante silla de cuero y observó la
oficina mientras esperaba.
El hombre colgó el teléfono y la miró fijamente con una sonrisa. Sophie se puso aún
más nerviosa, esa cara no le agradaba en absoluto.

— ¿Y bien? ¿Ya va a regañarme de una vez? —soportaba muy poco la presión y


quería irse de una vez.

— ¿Regañarte por qué? —preguntó extrañado.

—Por lo del fin de semana, se hizo un escándalo por nada y de seguro hay cientos de
llamadas.

—Ah, eso... tranquila, cosas que pasan, dan más publicidad al programa. Ya me
encargué de eso, hay una entrevista tuya en el periódico aclarando la situación. —Se
levantó y le pasó la sección de chismes y espectáculo de ese día.

Sophie vio una fotografía suya y un artículo de media plana, donde supuestamente
se citaban sus palabras.

— ¡Yo nunca hablé con nadie ni hice ninguna entrevista, nada de aquí lo dije yo! —
protestó.

—Tengo contactos en el periódico, no te preocupes, solo es una aclaración, te


llamaron el fin de semana, pero no contestabas así que contentamos a los medios.

Antes que la chica pudiera protestar, el hombre la interrumpió de nuevo.

—Te llamé para mostrarte algo. ¿Recuerdas cuando comenzaste con la serie y te
negaste a sacarte la hebilla? —Por instinto Sophie puso la mano en su cabello,
siempre llevaba una hebilla con una flor azul, el primer regalo de Ian. Había jurado
llevarla siempre y eso incluía el programa—. Les dije a todos que sería tu toque
personal y es cierto, mucha gente preguntaba dónde conseguir una hebilla como la
tuya y surgieron varias falsificaciones. Por eso nos adelantamos y para navidad no
solo saldrá el álbum del programa y la primera temporada en Blue ray, también la
hebilla original de Sophie —anunció con entusiasmo tomando una pequeña y
elegante caja, al abrirla Sophie vio una réplica exacta de su hebilla.

— ¡¿Qué?! ¡No pueden hacer eso!

— ¿Por qué no? Se venderán muy bien y te daremos un dos por ciento de la
ganancia, como indica tu contrato. ¿Es genial no crees? 3

— ¡No! No es genial, esta hebilla tiene un significado muy especial y personal para
mí, no pueden comerciarla. —De golpe se levantó y buscó cómo protestar, estaba
tan furiosa que las palabras correctas no salían. En su mente tenía pensado un
discurso amenazante y una imagen de ella misma estrangulando al productor con el
cable del teléfono, pero no podía reaccionar, sus músculos estaban demasiado
tensos y el labio inferior le comenzaba a doler, sin darse cuenta lo apretaba con sus
dientes superiores.

—Pues ahora es el nuevo producto de la serie. Ten, puedes llevarte el prototipo,


como recuerdo. —Le entregó la cajita y le acarició la cabeza, para deshacerse de ella
como uno se deshace de un niño con un caramelo.4

Sophie soltó un grito cuando estuvo fuera de la oficina y lanzó la caja a la basura,
solo existía en el mundo una réplica exacta de su hebilla, que mantenía ese
significado especial y la tenía Ian. Si algún día volvían a encontrase, en este o el otro
mundo, Ian debía regresársela y Sophie había mantenido esa ilusión por mucho
tiempo.

Ya la apresuraban para filmar y olvidándose de su rabia interpretó su papel, para irse


lo más pronto posible a su habitación, meterse debajo de su cama y planear una
venganza. Era muy posible que no pudiera llevarla a cabo y que solo se quedase en
una fantasía, pero al menos disfrutaría imaginando la forma de torturar y asesinar
dolorosamente a todos lo que últimamente confabulaban para hacerle la vida
imposible.

— ¿Te sientes bien Sophie? —Steve le preguntó con calma cuando acabaron una
escena, la última de la tarde.

—Sí, es solo que se me juntaron demasiadas cosas esta semana.

— ¿Lo dices por lo del viernes? No hagas caso, cuando eres famosa debes
acostumbrarte a eso, sucederá siempre, preocúpate cuando los medios no te
presten atención, eso significa que a nadie le importas y pierdes popularidad. ¿Por
qué crees que Sherry está siempre tan amargada?

Sophie miró en dirección de su compañera, nadie, ni siquiera Steve que solía ser
amigo de todos, la soportaban. Le sonrió al muchacho, era verdad, tiempo atrás
Sherry atraía toda la atención, en la televisión solo se hablaba de ella, pero Sophie
había opacado su fama, ahora la gente apenas la recordaba como la coestrella de
Sophie.

—Es cierto, prefiero que me odien a que me ignoren —consideró orgullosa, después
de todo, quisiera o no, siempre llamaba la atención, era inevitable, era una ganadora
y lo sería siempre.1

—Esa es la actitud.

— ¿Pero no te molesta que se metan en tu vida privada?

—Sí, ¿pero sabes qué hago? —Sophie negó con la cabeza—. No miro televisión ni leo
noticias sobre mí, menos busco lo que dicen en internet. Antes lo hacía, me
preocupaba demasiado la opinión del resto y solo me deprimía. Ahora actúo como si
nadie dijera nada de mí, no veo las críticas y soy más feliz.
Steve sonó tan inteligente y encantador que Sophie no pudo evitar reír con dulzura.
Nunca conversaba demasiado con él y se pregunta el por qué. Steve era agradable y
podían conversar sobre la serie de televisión y su vida en la pantalla chica.

Agradecida por el consejo se despidió con beso en la mejilla y fue a buscar a su


hermano pequeño para regresar a casa.

—Sophie... ¿tienes un minuto? —La detuvo Steve—. Quería preguntarte algo.

—Claro, ¿qué?

—Es que trabajamos juntos desde hace un año y nunca hacemos nada, digo,
después de filmar —sonó algo nervioso, era la primera vez que Sophie no veía en él
la seguridad de siempre—. Pensé que mañana podíamos salir. Algo simple, te invito
donde tú quieras. ¿Qué dices?

—Depende... —Caminó lentamente hacia él—. ¿Sería una salida los dos solos?

—Bueno, sí, es que no hay nadie más, o no sé...

— ¿Y sería una salida como amigos o una salida como en una cita?

— ¿La verdad? No quiero salir como amigos, así que sería una cita.

Sophie recibía peticiones de citas por lo menos tres veces a la semana y tenía una
excusa preparada, una bien pensada para no ofender al chico, o en caso contrario
mandarlo a la mierda cuando era alguien que no soportaba o se lo pedía de manera
inadecuada. Miró a Steve a los ojos y por algún motivo no pudo hacerlo. Se dio
cuenta que una parte de ella gritaba que sí, mientras otra le decía que debía
olvidarse de chicos y que salir con alguien con quien trabajaba terminaría igual que
su relación con Zack.
—Sé que no quieres nada porque si ahora los medios te molestan con esto será peor,
pero nadie tiene que saberlo, solo salimos una vez en secreto, y si no hay química
quedamos como amigos, te juro que no voy a molestarte. 1

Con eso Sophie pareció convencerse. Salir en secreto con Steve sonaba
emocionante. Antes de arrepentirse aceptó, algo divertida por lo nervioso que se
había puesto el muchacho al pedirle algo tan simple.

No podía creer lo que hacía, se había librado de Zack hacia apenas unas semanas y
ya pensaba salir con otro chico. Ya era tarde para cancelar, y de todas formas estaba
segura que no la pasaría mal.

CAPÍTULO 14

Tuvieron que recrear una de las escenas del programa para salir como ninjas ese día
del estudio. Steve esperó a Sophie a una cuadra dentro de su auto, queriendo pasar
inadvertido tras las ventanas polarizadas.

Sophie se lanzó al asiento delantero y le ordenó partir de inmediato, mirando por la


ventana trasera a ver si el chofer de la productora la seguía.

Suspiró y se acomodó relajadamente en el asiento al asegurarse de que ella y el


actor no eran perseguidos por algún auto.

— ¡Lo logramos! —gritó espontáneamente alterando a Steve y haciéndolo perder el


control del volante un momento—. ¿Y ahora a Dónde vamos?

— ¿Quieres comer algo? Conozco un lugar algo alejado, pero el dueño me conoce y
se encargará de que nadie nos moleste.

Eso sonaba bastante bien. Una tarde con un amigo nuevo, solo conversando ¿hacía
cuánto que no podía hacer algo tan sencillo como eso?
Steve manejaba sin desprender las manos del volante ni retirar la vista de la
carretera, pensando en qué decir para romper ese silencio incómodo, o rogando que
Sophie comenzara una conversación.

—Y... ¿te has dado cuenta que te conozco desde hace un año y todo lo que sé sobre
ti es lo que leo en las revistas?—Sophie pensó la manera de romper el hielo. No sabía
qué preguntar exactamente, pero no quería que esa salida fuse un total fracaso.
Steve no era tan conversador y ocurrente estando a solas.

—Sí, lo mismo digo... ¿qué quieres que te cuente?

—No sé... háblame de tus amigos, tu familia, o por qué viniste a este país.

Steve lo pensó un momento, meditando cómo parecer lo más interesante posible.

—Mis padres se divorciaron cuando era pequeño y me crié con mi madre y mi


hermana mayor. Viajábamos por todo Estados Unidos para que mi hermana
compitiera en concursos de belleza infantiles y yo entraba a todos los castings de los
que mi madre se enteraba; quería que ambos fuésemos estrellas. Mi hermana ganó
cientos de títulos y conmigo no hubo mucha suerte, hay demasiados padres que
quieren convertir a sus hijos en actores y las posibilidades de sobresalir son muy
pocas. Así que a mi agente se le ocurrió que saliera del país, acá me fue muy sencillo
conseguir un protagónico, y tal vez con algo de fama me sea más fácil conseguir
algo cuando regrese.4

— ¿Y es realmente lo que quieres hacer, o sólo complaces a tu madre? —Sophie se


cubrió la boca después de su comentario, dándose cuenta que había pensado en voz
alta—.Perdón, no quise decir exactamente eso.

—Tranquila —respondió nervioso, retirando la vista de la carretera por primera vez—


. Es lógico que pienses eso, pero sí es algo que me gusta. Me he dedicado a esto toda
mi vida así que no puedo imaginarme haciendo otra cosa, y pues... mismas
preguntas para ti.
— Yo no tengo tanto para contar. Tengo un padre, una madre, cuatro hermanos
menores y uno en camino, un perro, un gato... creo que caemos en el cliché de lo
común. Y nada de castings ni concursos de belleza. Mis padres odian todo eso,
siempre me gustó cantar, pero actuar no estaba entre mis planes.

— ¿Y por qué aceptaste?

—Porque me ofrecieron el protagónico en mi propio programa de televisión —


respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo—. ¿Quién rechaza eso?
Además me prometieron la posibilidad de grabar un disco, eso es lo que quiero
realmente. Aunque cada vez estoy más segura que me estafaron y mi imagen
pública es un desastre, más de lo que era antes. En cuanto termine la temporada
renuncio.

—¡No puedes hacer eso! —Steve se sobre saltó un momento y fue suavizando sus
palabras. Sophie evitó mirarlo a los ojos, dándose cuenta de lo que renunciar
implicaría. Ella era la imagen del show, si se iba el programa sería cancelado y Steve
estaría demasiado lejos de cumplir su sueño.

—No lo dije en serio. —Intentó excusarse con una mentira—. Solo que a veces estoy
demasiado cansada. La mayoría de mis compañeros de colegio me odian o se burlan
de mí, recibo amenazas e insultos a diario, mis notas en el colegio bajaron y entre
mis padres que me presionan por eso y no tener tiempo ni de respirar tranquila, a
veces, solo quiero fugarme.

—Te entiendo, bueno no lo de la familia, no veo a mi madre desde hace bastante,


pero está fascinada con lo que hago; pero sé lo que es no tener tiempo y ser odiado.
Por eso te digo que es mejor no leer nada de lo que dicen sobre ti. Si quieren
tergiversar tus palabras, que lo hagan, no hay remedio contra eso y solo te estresas
—habló encantadoramente, mientras la muchacha lo escuchaba atenta, con algo de
fascinación. Steve tenía un don especial al hablar, podía convencer a cualquiera de lo
que quisiera, saliendo de él, la idea de hacer oídos sordos a la crítica sonaba tan
sencilla que Sophie comenzaba a creérselo de verdad.

Con ese primer pie, poco a poco su conversación fue fluyendo, no eran tan
diferentes, y la vida de Steve se le hacía interesante, totalmente diferente a las
biografías no autorizadas que salían en internet y revistas. Él no había nacido en la
glamorosa ciudad de Nueva York, sino en un pueblo de Utah. Tampoco realizaba
extravagantes fiestas y reuniones con sus cientos de amigos en su pent house, más
bien, aunque no lo decía directamente, ella se daba cuenta que entre sus palabras se
ocultaba que era una persona solitaria. Vivía solo, lejos de su familia y no parecía
tener muchos amigos, más bien aprovechaba sus momentos fuera de cámaras para
leer o ver películas solo en su departamento.1

Mientras lo escuchaba hablar, pensaba en que le tenía algo de pena. Si bien ella
nunca había sido buena para tener muchos amigos, al menos tenía a su familia y un
grupo de amigos incondicionales.

Intentó no mostrarle lo que pensaba, comentando amenamente y riendo de vez en


cuando. El viaje se hacía largo, pero no lo sentía, hacía mucho que no conversaba
tan tranquila con alguien que de verdad la entendiera. 1

En medio de la carretera, faltando unos minutos para llegar, pudieron sentir que
algo fallaba con el auto. Steve se arrinconó, levantó el capó y observó el motor del
auto fijamente por unos minutos. No tenía idea de qué sucedía, pero quería
aparentar frente a Sophie.2

Después de unos minutos Sophie se dio cuenta que su compañero no tenía ni una
mínima idea de qué hacía, así que salió del auto.

—Creo que debemos llamar al servicio. —Steve sacó su celular y Sophie lo detuvo.
Se inclinó frente al auto y se dio cuenta enseguida del problema.
—Tu batería está muerta. —Notando la cara de incredulidad del chico cerró el capó
con fuerza—. ¿Se supone que porque soy chica no sé nada sobre autos?

—No, bueno sí... se supone que como soy hombre debería saber sobre esto, pero no
tengo idea; compré este auto porque me gustaba el color. Le pago a una persona
para que se encargue de esto. No puedo creer que termine varado.

—Pues te estafaron —sonrió metiéndose al asiento del piloto.

— ¿Es muy grave?—preguntó con preocupación.

—No tanto.

— ¿Cómo estás segura?

—Porque sé de estas cosas.

— ¿Así que te gustan los autos?

— Algo. Mi padre es ingeniero mecánico, prácticamente fabrica autos y me enseñó


mecánica desde que tengo uso de razón, luego pasó a ser más un pasatiempo de él y
mi hermano. Yo prefiero las motos, son más sexys. 3

—Entonces tendré que comprar una —respondió con perspicacia.

—No por favor, tus fans no podrán soportar tanto sex-appeal de tu parte—rió—. Si
logramos encenderlo de nuevo podemos ir hacia mi casa, vivo como a cinco minutos
de aquí y hacer que mi padre que lo revise. Él no va a estafarte, bueno, no tanto.

Steve se mostró todavía más desconfiado.

—Es broma —dijo caminando hacia la avenida y poniéndose delante de un coche


para hacerlo detenerse. A Steve casi le da un ataque pensado que atropellarían a la
chica, mas el conductor frenó de golpe y antes de gritarles algo, Sophie se acercó a
la ventanilla para pedirle que les pasara corriente.

Mientras la chica y el conductor, que la había reconocido, pasaban batería de un


auto al otro, Steve quería morirse de la vergüenza.

—Lamento esto. Casi te dejo en medio de la nada —se disculpó en cuanto partieron
de nuevo.

—Te dije que vivo cerca y no es lo peor que me ha pasado. Una vez Ian y yo
terminamos solos en medio de una carretera solitaria. Estuvimos perdidos en el
bosque dos días —le contó recordando esa ocasión en la que casi termina asesinada
por un grupo de narcotraficantes por culpa de Ian. 12

— ¿Ian es uno de tus hermanos?

—No... era un amigo, no importa, ya llegamos.

Steve se sintió algo intimidado al entrar al garaje de Sophie. Su casa era enorme y
no necesitaba saber de autos para darse cuenta que los vehículos estacionados ahí
eran por demás costosos.

Sophie notó la forma en la que miraba todo a su alrededor, con una mezcla de
intimidación y asombro.

— ¿Qué sucede?

—Es que no pensé que tuvieras tanto dinero.

—Bueno, mi familia es grande, necesitamos una casa grande —se excusó algo
incómoda. Sus padres tenían mucho dinero gracias a una herencia y no era algo de
lo que le gustara presumir.

Tras abrir la puerta principal esperó encontrar el catastrófico desastre de la mañana,


en lugar de eso, la sala se veía mejor que nunca. Todo estaba en su lugar y podía
percibirse el aroma a frescura de los productos de limpieza. El cuero del asiento semi
circular frente a la televisión brillaba y ya no habían rastros de la fiesta de Tiago.
Incluso la mesa del comedor estaba elegantemente puesta. Sophie supuso que por
fin habían contratado mucamas nuevas. Dirigió a Steve hacia la cocina, esperando
encontrar a su padre y casi no se lo cree cuando vio a su madre frente a una sartén,
mientras un hombre vestido con un delantal blanco parecía darle indicaciones.

— ¡Sophie! —la saludó su madre soltando la sartén y haciendo caer todo su


contenido al suelo. El hombre se inclinó a limpiar de inmediato, con un gesto de
resignación que indicaba que no era la primera vez que eso sucedía—. Él es Ernesto,
es un chef y me está enseñando a cocinar.4

—Thaly, tenemos visitas —le dijo entre dientes, no era un buen momento para
alguna de las ocurrencias de su madre, no quería asustar a Steve.

—Sí, ya lo vi, es el que actúa contigo. Mejor, que se quede a cenar, vayan a la mesa.
—Los empujó afuera. No quería tener público mientras terminaba la comida.

— ¿Recuerdas que te dije que tenía una familia normal? No lo tomes tan en serio —le
dijo a Steve regresando al comedor, donde su padre y sus hermanos ingresaban con
la misma mueca de contrariedad.

Steve ya los conocía. Daniel iba diario a las filmaciones y Tiago y el padre de Sophie
solían ir a recogerla en ocasiones. No tenía problema con el más pequeño, pero los
otros dos solían intimidarlo. Sobre todo Tiago, quien le dirigía miradas acusadoras
siempre, como si le advirtiera en un lenguaje que solo ambos podían entender, que
mantuviera su distancia con su hermana.

— ¿Qué le pasa a Thaly?—les preguntó después de que Steve los saludara.


—Se le ocurrió que quiere ser ama de casa... solo síganle la corriente, ya se le pasará
—le explicó su padre en voz baja, mientras Thaly entraba en compañía de Ernesto,
cargando bandejas con comida.

Steve parecía el único dispuesto a probar el primer bocado, pero se cohibió al ver
que el resto pinchaba la carne como si esperasen a que cobrara vida. 7

— ¿Qué pasa?, coman —les exigió Thaly, comenzando a impacientarse. Sophie y


Tiago intercambiaron miradas con su padre, como pidiéndole que les asegurara que
no les pasaría nada por probar algo cocinado por su madre—. ¿Les tranquilizaría
saber que Ernesto cocinó y yo solo ayudé?

Con eso se convencieron, si un chef había cocinado, de seguro no había permitido


que Thaly lo arruinara demasiado.

— ¿Y a qué se debe que estés aquí?—preguntó Nicolás con curiosidad. Era la primera
vez que veía a Steve fuera del estudio.

—Sophie y yo...

—Se ofreció a traerme. —No le permitió continuar, por si decía algo inoportuno—.
Pero murió la batería de su auto y creo que necesita otros arreglos. Lo estafaron en
el servicio y le dije que tú podías darle una chequeada.

—Se lo agradecería mucho —se apresuró a añadir.

Nicolás asintió.

—Lamento esto—Sophie se disculpó con Steve en voz baja—. Cuando Thaly está
embarazada tiene ideas extrañas, como limpiar y cocinar. 4

— ¿Qué no hacen eso todas las madres?4


—Thaly no. Su lema es: lo ensucias, lo limpias; pero a veces el desastre nos sobre
pasa, y ni hablar de cocinar, lo único que sabe sobre eso meter comida al
microondas.

Steve no hallaba lo extraño a la situación, para él esa era una cena extravagante
dentro de los límites de lo normal.

Después de comer, el padre de Sophie se dirigió al garaje ordenándole a Tiago que


lo ayudara.

Sophie se sentó en la escalera observando como su padre y Tiago arreglaban el auto


de Steve y le intentaban explicar lo que hacían. A pesar de la conversación que
habían tenido en el auto, esa cita había sido infructuosa y no le importaba en
absoluto intentarlo de nuevo. Miró a Steve de pies a cabeza, no se podía negar que
era apuesto, además de cordial, atento y muy agradable, seguramente era también
muy romántico. Estaba mucho mejor que Zack; él si era un chico con el que se veía
en una relación.

— ¿Están saliendo o algo así? —Thaly interrumpió sus pensamientos.

—Pues se supone que esta era una cita. No salió tan bien, pero lo invitaré a salir
mañana.

—Sophie— suspiró—. Está bien que te hagas amiga de él, pero deberías descansar
de novios al menos por un tiempo. Tus notas han bajado y ya empezarás el último
año de colegio. Luego pones la excusa de no tener tiempo.

—No quieres que salga con él, pero siempre me están molestando con que supere a
Ian. ¿Quién los entiende? Parece que ninguna decisión que tomo respecto a mi vida
está bien para ustedes.

—Superar a Ian no significa que salgas con todo al que conozcas. Últimamente
parece que no puedes estar sin un chico. 3
Ese comentario no le agradó a su hija en absoluto quien respondió con hostilidad.

—Puedo salir con quien yo quiera en mis ratos libres. Que tú no hayas tenido
adolescencia por casarte con el primer novio que tuviste no te da derecho a arruinar
la mía.30

— ¡Sophie! —le gritó con reprimenda. La chica hizo como que no escuchaba y se
dirigió hacia los varones, que parecían haber terminado. No sabía muy bien porqué
le había dicho eso a su madre, casi nunca peleaba con ella ni mucho menos le
respondía de esa manera, pero últimamente estaba cansada de que le dijeran qué
hacer. No solía meterse en problemas, ni andaba acostándose con el primero que se
le cruzaba a diferencia de Tiago, y aun así se metían demasiado en su vida. En ese
momento de verdad necesitaba un cigarrillo. No podía fumar frente a su familia, así
que se contuvo mientras se despedía de Steve.

—Perdón por lo de hoy Sophie, pero me gustó conocer tu casa.

—A mí me gustó que vinieras. ¿Nos vemos mañana?

—Mañana tenemos libre, no filmamos.

—Ya sé. Me debes una comida.

El chico entendió que Sophie le daba una segunda oportunidad y sintió alivio. Quería
conocerla más y que pasaran tiempo juntos. Como amigos o algo más. De momento
no importaba. Abrió la puerta del auto y cuando Sophie se aseguró de que no había
nadie más que ellos le dio un muy corto beso en los labios, a modo de despedida. No
podía asegurar por qué había tenido ese impulso. Por desafiar a su madre, porque
pensaba que así debían terminar las citas o porque agradecía el esfuerzo de Steve de
esa tarde.8

Esa salida fue la primera de varias más durante la semana. Era divertido escapar del
estudio, espiar a los guardias y esquivar a los fans, para luego conducir a algún lugar
poco conocido o solitario, donde simplemente se sentaban a conversar durante
horas.

Estaba peleada con Tiago, y su situación con su madre no estaba definida, se


hablaban, pero no conversaban y evitaban encontrarse a solas.

CAPÍTULO 15

Habían pasado varios días desde que Claudia no hablaba con Evan, ya no sabía en
qué condiciones estaba su relación. ¿Habían terminado? ¿Se estaban tomando un
tiempo? ¿O esa era una simple discusión y Evan esperaba que ella lo llamara?

No sabía qué hacer, llamarlo no era una opción. Sólo podía pedirle a Sophie que
hablara a su nombre y le preguntara Evan si su relación continuaba.

Acostumbrada a ser la vocera de su mejor amiga y a ser mediadora entre ella y Evan,
aprovechó el primer recreo del día siguiente para hablar con él. De una forma muy
autoritaria, les ordenó a los amigos que acompañaban a Evan que se retirasen para
que pudieran hablar a solas.

Evan volcó los ojos, pensando que Sophie le reclamaría sobre el grupo o le pediría
que la volviese a aceptar como cantante. No estaba dispuesto a aceptarla, si bien no
tenían mucho éxito, su banda estaba tomando el curso que quería desde un
principio.

—Llama a Claudia —lo sorprendió con una petición diferente a lo que esperaba.

— ¿Qué? ¿De nuevo te pidió a ti que hables a su nombre? Esa es una de las cosas que
me emputan de ella.7

—Tú sabías que ella era así cuando se arreglaron. Está triste y no sabe cómo están
las cosas contigo.
—Sí sé cómo es y era tolerable al principio, ahora no. Hablaré con ella y voy a
terminarle de una vez. No es el tipo de chicas con el que me gusta estar y ya estamos
mucho tiempo.1

—No Evan, por favor, no le termines —esta vez le suplicó, Claudia era una chica muy
insegura, siempre la habían maltratado en el colegio y necesitaba tiempo para
cambiar. Era una persona demasiado dulce y buena y de verdad no quería verla
lastimada—. Dale otra oportunidad, solo dime qué te molesta y yo hablo con ella, si
no lo soluciona terminan ¿sí?

Evan resopló considerando la petición de Sophie. Claudia sí le gustaba, no era


alguien con quien hubiese imaginado estar tanto tiempo, pero había algo en ella que
resultaba tranquilizante y agradable.

—Son muchas cosas. Odio que su madre sea tan controladora y ella le obedezca.
Además llevamos más de un año y hasta ahora no quiere tener sexo. 3

Sophie lo golpeó enfadada en la cabeza.1

— ¡Eres un cerdo! No todo es sexo en una relación y con ella debes ir con calma.
Iremos paso por paso. Yo me encargo de su madre —determinó y se alejó dejándolo
con las palabras en la boca.

Si quería arreglar las cosas entre Evan y Claudia, primero debía hacer las paces con
Thaly. Tocó tímidamente la puerta de la habitación de sus padres. Thaly jugaba con
sus hijos más pequeños y al mismo tiempo revisaba un baúl lleno de ropa de bebé
que en algún momento había pertenecido a Sophie. 1

— ¿Thaly podemos hablar? —preguntó desde la puerta asomando apenas la cabeza.


Tras una respuesta afirmativa se sentó en silencio, ayudando a doblar los pequeños
vestidos.
Tras un largo momento Thaly habló.

—No fue mi primer novio y eso no tiene nada que ver con tu vida. Solo estoy
preocupada, pasas de un chico al otro y estás descuidando otras cosas más
importantes.

—Sí, ya sé —respondió más calmada que días anteriores—. Pero solo... olvidemos el
tema ¿sí?, no debí responderte así, lo siento, y tú tampoco debiste tratarme como
una niña idiota. Quiero que las cosas sean como antes, y necesito tu ayuda.3

—Ah... necesitas un favor. —Volcó los ojos pensando que ese era el motivo de
Sophie para hacer las paces.

—No, bueno sí, de verdad quiero que estemos en paz, quiero ayudarte a decorar el
cuarto del bebé —dijo con ilusión—.Y también necesito tu ayuda, más como amiga
que como madre —suplicó poniendo su mueca más adorable, ensayada con su padre
durante años.

— ¿Qué necesitas?

—Quitar a la madre de Claudia de en medio.

— ¿Otra vez sus problemas amorosos? No voy a meterme en eso.

—Por favor, solo necesito que la madre de Claudia sea más como tú y deje de
fastidiarlos, si se mantiene distraída y tú eres una buena influencia...

—No voy a ser su amiga —determinó—. Ya me hiciste intentarlo antes y no


funcionó, somos muy diferentes y nunca podemos ni mantener una conversación.

— ¡No es justo! —Esta vez se quejó, Thaly era su única esperanza, si no aceptaba no
tenía un "plan B"—. Eres amiga de los padres de los compañeros de Daniel, ¿por qué
no puedes ser amiga de los padres de mis amigos también?
—Porque los padres de los amigos de Daniel tienen mi edad. La madre de Claudia es
como quince años mayor que yo. Ella ya salía del colegio cuando yo iba a preescolar.

—Eso no es mi culpa. Thaly, por favor, inténtalo, solo una salida, es todo lo que
necesito para que se olvide de Claudia una tarde y ella y Evan puedan conversar.

Thaly sabía que su hija no se daría por vencida y la tendría molestando durante
horas, antes de comenzar a exasperarse con sus súplicas tomó el teléfono y
armándose de todo el valor y ganas que podía llamó a la madre de Claudia. Sophie le
agradeció repetidas veces mientras se encargaba de sus hermanos pequeños para
que ella pudiese hablar con tranquilidad.

La llamada de Thaly consternó a la madre de Claudia, pero después de una breve


conversación finalmente la invitó a una "fiesta", a las cinco de la tarde el día
siguiente, solo mujeres. Thaly presentía que iba arrepentirse por involucrarse en
algo tan extraño, pero al menos Sophie se veía feliz, y total, si pasaba un momento
en exceso bizarro, ya podría desquitarse con ella.

***

—Sophie, te llamamos porque tenemos que hablar. —Claudia respiró hondo e


intentó soportar la tierna e infantil mirada de su amiga. Lo que iba a decir no era
fácil... para Sophie.

—Hemos decidido terminar —Evan se adelantó, cansado de tanto rodeo. Solo a


Claudia se le podía ocurrir darle explicaciones a Sophie, quien no tenía ni voz ni voto
en su relación.

Sophie dejó caer el helado que sus amigos le habían comprado antes de darle las
malas noticias. Sintió como si ella fuese quien terminaba una relación de años. Se
había esforzado demasiado en mantenerlos juntos frente a lo que ella consideraba
románticas adversidades. Los miraba una y otra vez y no sabía qué decir. Todos sus
esfuerzos en vano, estaban tirando al agua un año de relación.

—No... Balbuceó, sus amigos sabían exactamente qué iba a decir. Evan se despidió y
dejó a Claudia encargarse del asunto.

—Sophie, ¿estás bien? —preguntó preocupada, pensando que a su amiga le daría un


ataque—. De verdad que no funciona. Lo disfruté mucho mientras duró, Evan fue mi
primer novio y seguimos siendo amigos, pero no compartimos las mismas ideas de
diversión y estoy cansada de esconderme de mis padres.

— ¡Pero todo eso vale la pena si lo amas! —gritó, por fin podía hablar tras el shock.

—Es que no lo amo Sophie —la voz se le fue apagando mientras hablaba y su amiga
la miraba con impresión—. Solo, no... no puedo seguir con el mismo chico toda mi
vida. Quiero descansar de eso. Cuando vaya a la universidad tendré más libertad y
tranquilidad de salir con alguien.

— ¿Qué hay más romántico que quedarte con tu primer amor toda la vida? ¿No
quieres contarles a tus hijos como se conocieron en el colegio y han estado juntos
desde entonces?4

—Sophie, nadie se queda con su primer amor, bueno casi nadie, ni siquiera tú. — La
tomó de la mano y trató de explicarle. Sophie estaba tan triste que le contagiaba ese
sentimiento. Entendía las ideas que Sophie tenía respecto al amor y cómo se
ilusionaba con relaciones ajenas, suponía que como las de ella no habían
funcionado, buscaba vivir a través de sus amigos.

Claudia no estaba segura de dejarla en la puerta de su casa cuando se despidieron,


tal vez debía acompañarla. Sabía que su rompimiento con Evan la afectaría, solo no
imaginó cuánto.
Sophie subió las escaleras, meditando. Sus amigos podían salir con quienes
quisieran y si habían decido terminar, respetaba su decisión, lo que la carcomía por
dentro eran los cambios. Todo pasaba demasiado rápido. Desde Ian que su vida se
había desestabilizado y lo poco de estabilidad que había conseguido se disolvía.
Claudia ya no tenía esos encuentros a escondidas con su novio, ya no sería cómplice
de ello, inventando que Claudia se quedaba con ella para que sus padres no la
molestaran. Camila dejaba a Alan y encima iba a casarse con un hombre mayor solo
por conveniencia. Ella salía de una relación y ahora no estaba segura de cuál era su
situación con Steve.

Triste y cansada se metió debajo de la cama, a oscuras, tatareando una trágica y


tétrica melodía que ponían de fondo en su programa cuando algo triste sucedía.
Consecuencia del programa era que en muchas ocasiones escuchaba la banda
sonora en su cabeza y la hacía sonar acompañando escenas de su vida. 1

Al poco rato la puerta se abrió de golpe y Thaly entró directo a jalarla y sacarla de su
escondite. Se había olvidado por completo de ella, ese día había ido a la fiesta de la
madre de Claudia.

— ¡Tú me debes una y muy grande! —Le advirtió señalándola, se notaba enfadada—
¿Sabes a lo que me enviaste?

—Sí con la mamá de Claudia, ¿cómo estuvo la fiesta? —preguntó sin interés.

—Fue la fiesta más bizarra a la que he asistido. Era una fiesta de Tupperware.1

— ¿Una fiesta de qué?

— ¡De envases plásticos! Aparentemente a algunas personas les parece interesante


hacer una reunión en la que hablan de envases plásticos y los compran, además
hacen concursos tontos para ganar contenedores. Tuve que comprar una docena
para salir de ahí. Y no fue todo, en un momento se olvidaron de los envases y las
miles de bacterias y hongos que puede agarrar la comida por no estar bien
almacenada y hablaron sobre fiestas infantiles. Mantenía mi perfil bajo hasta que a
la madre de Claudia se le ocurrió decirle a todas que tengo cinco hijos, así que me
volví el centro de atención. Creo que todas esperaban escuchar cómo hago cientos
de manualidades, juegos, y pasteles caseros y cuando les dije que solo les ponía una
mesa con gaseosas y papitas, contrataba un castillo inflable y los dejaba volver
locos, me miraron como a la peor madre del mundo. Como todo se ponía peor y no
quería seguir siendo el centro de los comentarios ni escuchar como mis hijos
terminarán siendo vándalos y drogadictos por las carencias afectivas a las que los he
sometido, mencioné que les doy comida sana, y el tema se desvió a los cupcakes,
que aparentemente están muy de moda y todas esas madres son capaces de
hornearlos en media hora y hacerles una perfecta decoración de Hello Kitty cuando
sus hijos tienen hambre. Para no volver a ser el centro de atención dije que sí los
hacía e inventé un montón de decorados, les gustó tanto que no sé en qué momento
se decidió que tendríamos una fiesta de hornear y decorar cupcakes la próxima
semana. ¡Así que por tu culpa tendré que aprender en una semana lo que no he
logrado en una vida! Más les vale a Claudia y a Evan que me lo agradezcan, en
grande.2

—Ellos terminaron —respondió sin pensar, mareada por toda la explicación.

Thaly pareció tener un tic nervioso y agarró el teléfono de Sophie, dispuesta a


gritarle a Evan un montón de injurias y amenazas. 7

Sophie alcanzó a escuchar el reclamo de Thaly y su exigencia para que arreglara el


asunto de los cupcakes como pudiera. Terminó de escuchar un "No me importa cómo
lo hagas, quiero cien cupcakes decorados con hadas para el sábado" y cerró la puerta.
Tenía que seguir sumida en su melancolía.2

Se recostó un momento y se dio cuenta de la cantidad de tiempo que pasaba


deprimida. Dos años atrás se lo habría reprimido, se habría llamado tonta
pusilánime y no habría aceptado esa conducta.
Se dio lastima a sí misma, se llamó patética varias veces y algo en ella despertó de
pronto.

Prendió la luz y observó su muro de metas. Todo había sido cubierto por recortes de
periódicos y revistas. En un lado estaban los comentarios positivos y entrevistas. En
el lado oscuro las críticas negativas. Al principio las colocaba ahí como "motivación"
para observarlas y comprender sus fallos, pero hacía unos meses que la crítica
negativa y detalles de su vida privada eran tantos que ya no cabían en el muro.

Se acordó de Steve con una sonrisa y su consejo de no leer las columnas de


farándula. No hacer caso a nada que se dijera de ella, ni positivo ni negativo.

Arrancó todo sin pensarlo dos veces, lo picó en pedacitos sobre la cama y luego
recogió el cobertor, para lanzar los residuos de papel por la ventana.

— ¡Vuelen libres! —les gritó terminado de sacudir la colcha y regresando al interior,


lista para poner música, agarrar una novela de romance y volver a ser Sophie Cohen.
Una adolescente con varias metas en la vida que en sus ratos libres (y no tan libres)
filmaba un programa de televisión. Regresaría a vivir en su burbuja rosa, donde nada
malo sucedía y a nadie le importaba lo que ella hacía o dejaba de hacer. 1

Después de una hora de relajarse se dio cuenta que todo volvía a ser como antes y
esta vez iba a durarle.

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