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En Colombia durante el periodo que va desde 2002 al 2010, bajo el gobierno del expresidente

de la República y hoy senador Álvaro Uribe Vélez, se puso en marcha la aplicación de la


política de seguridad democrática, en (En la que se justificó la violencia sistemática, los
grupos al margen de la ley, en especial las guerrillas, se convirtieron en el objetivo militar.
Los medios se encargaron de ampliar el alcance de la violencia: los noticieros no cesaban de
informar sobre los secuestros, las pescas milagrosas, los atentados con cilindros bombas;
incrementando la tensión dramática y como lo pensara Foucault, concediéndole un gran
espacio a la imagen de la delincuencia e introduciendo un “terrorismo de lo cotidiano-“en
donde quedaba justificada la acción directa y la persecución del crimen por parte de las
fuerzas armadas.)ese sentido se hace importante hacer un acercamiento sobre en que
consistió su plan de gobierno en aras de la implementación de dicha política, entendida como
la opción pronta de darle un giro al país y dirigirlo por los caminos de la “justicia y la
democracia”. Si bien, el hecho de que un gobierno proponga una política pública de seguridad
democrática no representa ninguna amenaza para la sociedad, no obstante, los
procedimientos y la ambigüedad para ejercer su implementación son las características que
han llamado la atención debido a su anormalidad, es importante entonces hacer una
observación sobre las formas en las que se dio el cumplimiento de esta política, en contraste
lo prometido en campaña presidencial.
A modo de ejemplo, se hará uso de uno de los aportes que hace George Balandier en su libro
“El poder en escenas”, allí el autor hace un profundo análisis e ilustra el modo en que el poder
político se ha venido transformando y adaptando a los distintos cambios de la sociedad, allí
menciona que: “la naturaleza de la relación política continúa siendo otra y se establece sobre
otras cosas: dispositivos simbólicos, prácticas fuertemente codificadas que se ejecutan según
las reglas del ritual, de lo imaginario y sus proyecciones dramatizadas.” (Balandier. P.p 117).
Dicho esto, la finalidad de este escrito es con la pretensión de dar respuesta a un
cuestionamiento que surge en la necesidad de saber cómo un gobierno que hace su campaña
política bajo un sentido ambiguo de seguridad democrática y que en consecuencia hace uso
de su poder para destruir el orden de la sociedad y hacer de este un drama mediático que gira
entorno a sus intereses.
Luego este cuestionamiento se interesa en saber ¿Por qué en Colombia se dieron ejecuciones
extrajudiciales y como estas sirvieron como practicas codificadas durante el gobierno Uribe
entre los años 2002 – 2010, como también por qué estas prácticas se dieron a conocer por los
medios de comunicación como “falsos positivos” y no como una violación directa a los
derechos humanos?. Si bien es cierto el estado debe contar con unas políticas de seguridad y
defensa de su democracia, al ser un estado democrático trabaja estratégicamente para
encargarse de la seguridad y credibilidad no solo de las instituciones estatales, sino también
de los ciudadanos.
Por otra parte, es importante mencionar, que si bien en Colombia, los casos de Violencia son
extensos y muchos de estos reportan victimas como ejecuciones extrajudiciales desde antes
de 1990. En ese sentido “La investigación realizada por el GMH permite concluir que en este
conflicto se ha causado la muerte de aproximadamente 220.000 personas entre el 1º de enero
de 1958 y el 31 de diciembre de 2012” (GMH. ¡BASTA YA! Colombia. P.p. 31), hecha esta
aclaración es importante recordad que aquí se va a referir a lo que va del periodo 2002-
2010, seguidamente se mencionará la importancia que cumple el papel protagonizado por
los medios de comunicación entorno a las formas de informar a la población sobre las noticias
de interés nacional a lo largo del periodo Uribe.
A trevés de la implementación de la política de seguridad democrática al interior del país, el
gobierno de turno se centró en lo concerniente al conflicto armado interno, bajo el anhelo de
ganar la disputa entre la corrupción, el terrorismo y el narcotráfico, consecuencias desatadas
que tenían flagelado al país, el conflicto interno había atravesado por una serie de
transformaciones a lo largo de los distintos gobierno, como consecuencia las disputas entre
el Estado y las entonces guerrilla FARC –EP, la cual estaba financiada con las regalías del
narcotráfico, producto de los cultivos de coca, en ese contexto la Fuerza Pública y la
trasformación de las Fuerzas Militares y Territoriales del conflicto armado y su relación con
el contexto político y económico, fueron diseñando una imagen de los cambios en torno la
confrontación de la disputa entre Estado y los grupos armados ilegales, como también los
distintos rostros del paramilitarismo.
Su objetivo no fue otro que el de ampliar la capacidad de control territorial a lo largo y ancho
del Estado por medio del aumento de la presencia de cuerpos de la fuerza pública en todas
las cabeceras municipales del país, por consiguiente estas políticas cumplían un fin concreto,
luego para poder promover la seguridad y la ciudadanía, este gobierno debía implementar el
fortalecimiento de las instituciones del Estado, lo que le basta solo 8 años en el poder ya que
los primeros cuatro años sirvieron para impulsar la política de seguridad democrática y la
segunda para afirmar su poder hegemónico sobre la esfera de la sociedad, en ese sentido un
informe del Cinep menciona que: “Las dos tenían como objetivo (en líneas generales):
recuperar el control de territorio por parte del Estado para garantizar la vigencia del Estado
de derecho; combatir el narcotráfico y otras formas de crimen organizado y promover la
seguridad y la ciudadanía” (Vásquez 2010.p.p8).
En ese sentido, la lucha por el poder se puede interpretar como “la representación de la
representación” una “dramatización de la dramatización” que involucra, una serie de
“practicas codificadas “ejecutadas por los actores que protagonizan este conflicto, resumidas
en el comportamiento que alude al reporte de bajas en combate a superiores de la Fuerza
pública, en relación al conflicto interno que a su vez cumplirían el efecto de “buen gobierno”,
ante la extensión de la sociedad, bajas que a la luz del Derecho Internacional Humanitario se
conoce como Ejecución Extrajudicial, no obstante en el Derecho Penal Colombiano está
contemplado en el capítulo III, como “homicidios en persona protegida” (Martín córdoba
2015), así pues una ejecución extrajudicial se traduce según el derecho internacional
humanitario en una “ violación a los derechos humanos que consiste en el “homicidio de
manera deliberada de una persona por parte de un servidor público que se apoya en la potestad
de un Estado para justificar el crimen”. (Martín córdoba 2015).
Luego estas ejecuciones extrajudiciales, de las que fueron víctimas miles de civiles, que
sufrieron una guerra que quizás les fue ajena, fueron presentadas por los grupos militares
como “guerrilleros dados de baja en combate, luego como arte de magia este ejército se
enorgullece en mostrar estos resultados a la sociedad a través de los medios de información
haciéndose ver como los “héroes de la patria “, lo que suscita un efecto simbólico del poder
el cual se va incrementando gracias a los avances de las tecnologías mediáticas, mediante
la cual se da a conocer un fragmento de la “verdad”, no obstante el hecho de reportar
resultados de bajas en combate por parte de las fuerzas militares con el fin de establecer un
orden político que permita ostentar el poder, y por lo tanto se considera como una “estrategia
militar de categorizar los crímenes de los militares bajo el concepto de “falso positivo”, es
darle apariencia de legalidad al mismo acto ilícito” (Rojas Bolaños Benavides Silva, 2017,
p.p 50).
Si bien este término “falso positivo”, fue el nombre que recibieron las ejecuciones
extrajudiciales en Colombia por parte de los medios de información, con el fin de restar
importancia a la gravedad del asunto, ya que no fue un error de la Fuerza Publica el confundir
civiles con personas guerrilleras, así el papel que cumplen los medios de comunicación que
a lo largo del debate sobre la relación entre política y medios de masas, en el que hay quienes
aseguran que lo político ha quedado disuelto y en consecuencia, subordinado por lo
mediático, Balandier sostiene que: “La multiplicación y difusión de los medios de
comunicación de masas modernos han modificado en profundidad el modo de producción de
las imágenes políticas. Éstas pueden ahora fabricarse en gran número. (Balandier p.p.118),
en ese orden de ideas se puede insinuar que Balandier llega a la conclusión de que lo político
no ha desaparecido ni pasado, sino que las reglas del juego han cambiado de tal forma que el
poderío que reproduce el telón de las apariencias va en constante crecimiento hasta llegar a
permear la sociedad.
En tanto los medios cumplen su función de actuar frente a ciertas situaciones que tienden a
manipular la “realidad” de los hechos, según sus intereses o el beneficio del interés de otro
siempre termina imponiéndose como única verdad…sabiendo entonces de donde viene la
orden de lo que se va decir Todo esto como una constante estrategia dramática que en últimas
quiere apropiarse del poder……………
Bibliografía.
 Balandier, George. El poder en escenas. De la representación del poder al poder de
la representación, Barcelona. Paidós. 1994. Cap. 4. La pantalla.
 Teófilo Vásquez Investigador de ODECOFICINEP/ Programa por la Paz
www.cinep.org.co/publicaciones/PDFS/20101101.ciendias70.pdf.
 Programa por la Paz
 http://www.oas.org/csh/spanish/documentos/Colombia.pdf
 Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002-2010: Obediencia ciega en campos de
batalla ficticios/ Ornar Eduardo Rojas Bolaños y Fabián Leonardo Benavides Silva,
Bogotá: Universidad Santo Tomás, 2017.
 GMH. ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta
Nacional, 2013.
 https://repository.unimilitar.edu.co/bitstream/handle/10654/7068/FALSOS%20POS
ITIVOS%20EN%20COLOMBIA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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