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BibJioteca de PSICOLOGÍA PROFUNDA Irene Greiser

Últimos títulos publicados


Directora de colección: Eva Tabakian

2 5 6. L. l lorn_stein, Las depn·.riou,:s 277. S. Cohen Imach, lnjimcir,


257. M. Safouan, Lacn:nitmrt. los maltratada en la posmodernidad
senúnnrios de ]acr¡ues Laarn, 278. L. N. Kaufmann, Soledades.
1964-1979 Las raíces inter.mbjetivas del
258. J .-D. Nasio, Edipo. El conapto #Utismo.
crucial del psicormáli.sis 279. S. Azar de Sporn, Tera¡,irr
2 59. l. Berenstein, Del ser aL hacer sistémica de la resiliencia.
260. A. Flesler, E/, niiio en rmáLisisJ' 280:0. Farbennan, .Et psicólogo
el Lugar de los padres en el hospital pediárrico.
281. J. P. Molla, Psicomuilisis y
Psicoanálisis sin diván
261. J. Bleger, Psfrología de la con­
ducta crinúnologírt.
J. BJeger, Psü·ohigiene y psico­
Los fundamentos de la práctica analft:ica
2 62. 282. J.-B. Pontalis, Al margen de
logía h1sr.it:uáonal las noches.
J.-0. Nasio, Nli cuerpo y .\'us
263.
inJ.1ígene.r
283. D. Valdez y V. Ruggieri,
Ai,tismo. en los dispositivos jurídicos-asistenciales
264. NL Tort, Fin del d.ogmrr paterno 284. M. A. Spivacow, Ltr. pareja
265. S. Vassallo, Escribir el 111aso­ en corifl.icto.
r¡te1s1no 285. C. JVIelman, Prnblet1u1s plan-
26(1. S. Pain, E11 sentidoJigurndo 1.Mdos al psicoanálisis.
267. A. Dagfal, Entrr P111-ísy Bue­ 286. Ortiz, Ltt mente en desttffolto.
nos Aires 287. S. Bleichmar, la constnh·­
268. P. Bayard, ¿Se puede aplimr la ci<ín deL sujeto ético.
ÜJ;e-raturtt rd psicoanálisi? 288. J. UJnik, El psicoantiiisis y la
269. S. Schlemenson, La clínica en piel.
et tmttmúento psicopedagógico 289. R. lacub, ldenú.dad y enveje­
270. G. Guilleranlt, Dolto / Win­ cimiento.
nicott. El bebé en el psicomuilisis 290. A. Flesler, El niño en anlÍ,lisis )'
27 l. R. Rodulfo, Trr.{.bojos ele la lei:­ las interver,ciones del rmalirt:a.
t11.ra, Lectur11s de la viokncia 291. L. Gusmán, La pregu.nt11
272. S. Ons, Violenáals freudiana
273. S. Bleichmar, lnteligencill y 292. J.-D:·Nasio, ¿Cómo actuar

�11�
simbolización con un adolescente difícil?
274. G. Musachi, El otro cuerpo del 293. R. Rodulfo, Padres e hijos en
1n-nor tietnpos de ta retirtulrr de /ns
275. N. Fejerman (comp.), Trns­ oposiciones. PAIDÓS
ton1os de desctrrollo en nii'ios y 294. S. Ons,· Comzmis-mo sexzwl Buenos Aires
,1do/e.rccn te.,·. 295. T. Greiser, Psicomuílisis si11 Bart:clonn
276. J. Vcgh, Yo, Ego, Sí-mi.mi.O tlivrin. México

l.
supervisión; otros participaron de una investigación acer­
ca de la intcrvenóón analítica en dispositivos no analíticos
(ta les como juzgados, tribunales de familia, mediaciones,
centros de atención a la víctima, institutos penitenciarios,
centros de atención de fa ni.fi ez en riesgo, adopciones). A
todos ellos, .rru agradecimiento.
Un especial agradecimiento a Lara Claudio, Mariela
Eduarda S::ínchez, Florencia Raffo, Julieta Eva Raffo, Sil­ Capítulo 1
vana Gilardon, Silvina González, quienes con su casuística
han contri.buido en este libro. La intervención analítica
en dispositivos no analíticos
IRENE GREISER

La práctica institucional del psicoanálisis necesariamen­


te hace que el analista se vea confrontado con el interro­
gante acerca de su quehacer. En los dispositivos que no son
analíticos, esta pregunta no es de orden pragmático, sino
ético. No toda pragmática se ajusta a los fundamentos pro­
pjos de una clínica analítica.
Con "dispositivos que no son analíticos" me refiero no
solo a los centros terapéuticos sino también a aquellos cuya
finalidad inmediata no es terapéutica, es decir, dispositivos
jurídicos, educativos, asistenciales e, incluso, carcelarios,
donde el analista se confronta con otros discursos distintos
al suyo.
En la práctica analítica, suele hablarse del "sujeto des­
brujulado", pero, en n1uchas ocasiones, el analista no lo
est:1 n:ienos. ¿Qué punto de partida tomar cuando la prácti­
ca del analist;J se sitúa por fuera de Ios muros de su consul­
torio y es demandada no por un sujeto sino por el discur­
so instituciomd que oficia como amo? ¿Cómo orientarnos
'10 !··,1� OANALISIS SIN DIVÁN LA IN l CIWEl'.UU"-1 ANALÍTICA IN DISPOSITIVOS NO /\l'-1/\Lll ICOS

ero a través del


Con la incorporación de los sólidos, aunque cesaron Los La niña, por tanto, se subj etivizó, prim
ose contra las pre -
vómitos, la cuestión se desplazó hacia una relación voraz r echazo del alimento, y Juego, rebelánd
con el alimento, que se ponía de manifiesto en un exceso tensiones de igualdad. ,_ . .
disc urso inst ituc iona l v e un de fic1 t s?c1_al,
en la d e manda: comía sin pausa y se ahogaba porqu e no Allí don de el _ .
llegaba a u-agar. el psicoanálisis inter pr eta
su reverso y ubica la d1�l ecnca
o. Es d ecir, solo
La indicación d e ] dispositivo asist encial es tratar a necesaria del lazo entre el sujeto y el Otr
ar esos �esechos
a partir de respetar esa di erencia y aloj
f
todos los niños por igual sin hacer difer encias. Los grados
t s, Aylen p u do
de socialización, por su parte, se rnjden en función <l e la de vómitos, caprichos, llantos y desaca �
s nmos. Sus llantos
aceptación o no d e Jas normas. Inv e rsame nte, el discurso comenzar a cantar y jugar con los otro
lant e .:1r un�1 marcha q ue la
analítico propone exactamente lo contrario: hacer diferen­ y caprichos eran un modo de p
cias. Como Aylén se ,·cbeló frente a este intento de equi­ ,1lojara como sujeto.
p;1r�1<.:ión y comenzó a mostr.1r preferencias por uno de los
opcr·aclores, se propuso que fuera alimentada y cuidada
por su preferi<lo, quien le había puesto un sobrenombre y
sacado sus primeras fotos. La respuesta del Otro dio lugar
a la d e manda d e la niña, y así fu e que cedierdn sus djfi­
cultad es con 1a alimentación. Sin embargo, lloraba c uando
esta persona se ausentaba y se negaba a se r atendida po,·
otra. Esa demanda, hecha de llantos y caprichos, se diri­
gía a un Otro que, para ella, volvía particular un deseo no
anónimo.
Idencificar un objeto de goce en el lugar del Otro pre­
c e de lógicamente a la sociaJjzación. Para poder ubicar ese
objeto es necesario producirlo con Jos m edios de los que se
disponga.
Aylén entró en la dialéctica de la demanda de amor
priv:índosc cJcl goce del alimento. Rechazando la comi­
da, extrajo de su propio cue rpo un objeto, y ese vacío le
posibilitó ,1lojar a Otro. La niña no rechazaba al Otro, sino
que, rechazando eJ alimento, comenzó a demandar a Otro.
Y es por medjo de esa extracción como se cava un aguj ero
en un Otro.
Capítulo 2

El psicoanalista en la época
de la regulación

PSICOANÁLISIS O SALUD MENTAL.


DELIRIO Y FUROR CURAND/S

Para el psicoanálisis, el enunciado de que no existe la


relación sexual implica que no está inscripto para el ser
parlante el modo de aparearse. El animal sí sabe cómo vivir
y cómo aparcarse; el hombre no, y eso nos convierte en
una especie de "cada loco con su tema", y cada familia es
loca .J su mam:i-a. "Cada loco con su tema", dice la canción
de Serrar, 11 cada uno es como es, cada quien es cada cual".
¿Qué lugar queda en este mundo para ser "cada cual"?
El enunciado de la imposibilidad de la relación sexual se
constituye como el real propio del psicoan álisis, y ese real
nos confronta con una clínica que, más allá de las clasifica­
ciones, pone en juego, por un lado, lo inclasificable de cada
sujeto, pero también qué es lo que hace cada sujeto con ese
desencuentro: esa respuesta es del uno por uno e inclasi­
ficable. La no relación sexual implica que no se ha escrito
PSICOANALISIS SIN DIVAN

Cu�rndo Lacan Lntroduce la lógica del significante, ubica


al sujeto entre dos s.i gn ificantes. El significante 1, que
repn.:sent:1 al sujeto, lo hace para otro significante 2. Esa
es Li �stnictura constitutiva y alienante, y sobre esa estruc­
tura es que se plantea el and::un.iaje de un anál:isis del cual
el sujeto obtiene w, saber en el lugar de la verdad; nwtea
podrá obtener ese saber de un DSM.
"Tú eres un SAP, tú eres violento" no es nn significante Capítulo 3
que anude al sujeto al Otro. Es que eso le viene dado por
un manual, es un calificativo que no está articulado a nin­ Práctica analítica
gún saber que lo represente en el deseo de ningún Otro;
es de hierro porque justamente no admite ningún deshza- Casuística
1niento ni sustitución significante. El DSM es uno de los
nombres de ese orden de hierro. Y en la judicialización de
la clínica son nombrados para ser judiciabzados.
Este capítulo constituye un testimonio de la práctica
analítica efectuada por analistas en diversos dispositivos
comunitarios; si bien se n·ata de dispositivos no analíticos,
la labor llevada a cabo en eJlos se orienta por los princi­
pios éticos que rigen al psicoanálisis. La suposición de un
sujeto es condición preliminar para un analista, y ello va
más allá de cualquier clasificación diagnóstica y también
de los muros entre los que su práctica se lleva a cabo. En
t.anto quehacer analítico por fuera del dispositivo analítico,
se trata de una verdadera invención y expone los hallazgos
clínicos en un,a casuística elaborada a partir de las repeti­
ciones encontradas en la práctica.
Aunque la demanda provenga de un juzgado o de una
institución asistencial o educativa, se pone en evidencia
en estos casos de qué modo el analista se hace presente no
como un clfrlico que aplica un tratamiento, sino en tanto
parte de esa experiencia. En este sentido, al tratarse de
una clínica en la cual la demanda es efectuada a partir del
9H 1 •,¡e_, lf,NAI l'.!S SIN DIVÁ"t

tiene tocio". También queda d,1ro que no hay lugar ni


Jeseo p�1ra un hijo y acepta entregarlo a esta madre. Es
decir, él es un hombre ''obediente" que "hace las cosas
bjen". O

Sobre éJ r·ccaían una serie de informes que, en lugar de


escuch::rrlo, lo encasilJaba n con distintas etiquetas, como
trastorno antisocial. de la personalidad. En función de este
diagnóstico, se le impide el contacto con su hijo y se le Capítulo 4
iITLp on e un tratamiento psicológico-psiquiátrico, que pare­ alítica I
cería funcion ar más como una sanción que como la escu­ Fundamentos de la práctica an
cha de un sujeto. El sujeto acude por obediencia. El psicoanálisis y el Otr o social
La escucha analítica puede proponer el reverso de
J::i sanción jurídica y en vez de impedir eI contacto entre
padre e hijo, procurar ayudar a este hombre (que se con­
sidcn1 víctim:1 de esta mujer-) ,1 habilitarse como padre y a
scp;:¡nJr él cse hijo de la posición de súbdito en la que lo ha ienen en los pre­
Los fundamen tos de la práctica se sost
coJocado su madre y que él ha consentido. clínica sin ética",
ceptos éticos del psicoanálisis. ('No hay
nos recuerda Miller en Matemas I (1986).
o fundament�r
Me interesa, entonces, en este capítul
nta en las consi­
desde el psicoanálisis aquello que nos orie
de "lo social" desde
deraciones acerca de la denominación
capítulo siguiente
el discurso analítico. Por otro lado en el
cificidad del saber
trataré de delimitar la pertinencia y espe
a otros saberes Y
del psicoanálisis y su posición en relación
discursos.

PSICOANÁLISIS Y SOCIEDAD

Si bien la experiencia psicoanalítica se lleva a cabo en


la intimidad del lazo transferencia! que se establece con el
analista, esa suspensión de la esce n a pública no conlleva
118 PSICOANALISIS SIN DIVÁN FUNDAMENTOS DE lJ\ PRÁCTICA AN/1LÍTICA 119

cia", pero dicha patología no se deriva de una simple deca­ cifra de las calificaciones, y muchas consultas de los jóve­
dencia de la función del padre en su discurso -no único, nes se deben a la desorientación a la hora de entrar a la
pero chísico- como discurso del amo. Se deriva de la rota­ universidad.
ción ck un cu:c1rto de vuelt�1 de este úlcimo, sustituido así Tocio el mundo está en la ideología Je la ev:1luación,
por el discurso universitario, como también enseña Lacan. asista o no a la universidad. El sujeto forcluido queda como
Esto último atañe asimismo a las burocracias .sanitarias, escoria. Jacques-Alain Miller y Eric Laurent (2005) sostie­
cuya irresponsabilidad es máxima. Con un padre que dice nen, con el término de "psicosis ordinarias" todo un pro­
que no, el sujeto se puede pelear, puede ser contestatario, grama de investigación para la clínica de Ja actualidad.
como lo hace la hjsrérica; pero con un escrito o un regla­ Esto es compatible con una clínica que se corresponde
mento, no hay con quién pelear. Es un régimen totalmen­ con casos que no son new-osis ni psicosis desencadenadas,
te anónimo dominado desde la administración, en el cual pero que presentan fenómenos forclusivos.
se rechaza al sujeto desde w1.a tiranía del saber. Nadie da Por eso es importante, si situamos a los discursos como
la cara para encarnar el no, porque el burócrata no toma modalidades del lazo, poder extraer también las conse­
ninguna decisión, obedece órdenes y cumple una gestión cuencias clínicas de cada lazo.
adn1inist:rativa. El amo sí toma decisiones.
Los modelos actuales que rigen el mundo moderno son
Los de la evaluación: todos deben ser evaluados bajo un
saber que no representa a ningún sujeto, pero tampoco hay
ningún sujeto que se coloque en nombre de la ley, porque
el S1 que antes podía decir "Se hace así porque yo lo digo,
porque soy l,1 autoridad" fue sustituido por la administra­
ción burncrática, en la cual ya no hay un sujeto que se pre­
sente como garante de su decir, sino personas que cwnplen
una función o estatutos, y frente a ellos el sujeto no puede
rebelarse.
El funcionamiento del saber en el discurso uruversita­
rio está en una posición que no produce estudiantes, sino
sujetos forcluidos, y aunque no siempre se verifique una
psicosis clínica, sí se da una caída del discurso. "Si no vas a
la universidad no sos nada" es una sentencia que rige para
muchas jovencitas a las que la materrudad o convertirse
en esposas ya no las representa. Hay toda una clínica que
cla cuenta de sfn tomas en los cuales el sujeto entra en la
Capítulo 5

Fundamentos de la práctica analítica 11


La ciencia, el saber del psicoan ..llista
y otros saberes

En capítulos precedentes vimos que el analista, cuando


ejerce su práctica en instituciones, se confronta con discur­
sos de otras disciplinas que, si bien pueden estar incluidas
en las denominadas "ciencias sociales", no por ello co1n­
parten el saber del psicoanálisis. Se habla de la brúju­
la necesaria para el analizante, y de una clínica de sujetos
que 1a han perdido, producto de la caída de los significan­
tes amos. Pero ocurre también que el analista confronta­
do con otros discursos y saberes muchas veces pierde su
orientación.
El trauma, el ciescubrimjento del inconsciente, la sexuali­
dad infantil, el más allá del principio del placer forman parte
del saber acumulado por el psicoanálisis. Es desde allí que
nuesu·as referencias pueden ser de interés para otros domi­
nios, como la sociología, la educación, la fi.losofia y la crimi­
nología, destacada tempranamente por Lacan.
Sin embargo, ese múltiple interés que pueden presen­
tar otros discursos por el psicoanálisis no siempre es aus-
1 ]IJ PSICOANÁLISIS SIN DIVÁN

para inscribir el modo de aparearse y es allí en donde cada


uno inventa s u modo de suplir eso que faila.
Frente a ese rea I que falla a la hora de inscribir el lazo
sexuado, no queda otra alternatjva qae la invención. El
régimen del discurso del am o a travé s del nombre del
padre ha respondido con ese semblante para regular el
goce disarmónico entre l o s partenaires, pero hoy en día ese
régimen desfallece y en ese lugar aparecen otros simbóli­
Bibliografía
cos alternativos a la ley. AIIS donde ese orden desfallece, los
juzgados inventan dispositivos de mediación, neg ociación
ele las penas, acuerdos, pactos y transas. Es en el contexto
de es;,1s otras disciplinas, también afectadas por ese desfa­
llecimiento del orden simbólico, que el psicoanálisis puede
ofrecer una práctica que permita reintroducir al sujet o
forcluiclo por la ciencia, el capitalismo, la ideología de Ja
Aflalo, Agnes (2011): El intento
de asesi nato del psicoanálisis,
evaluación y trunbién por los ideales humanistas, haciendo
valer la dignidad del síntoma y la singularidad que es cada Buenos Aires, Graina.
Bataille Georges (1987): La arte
p maldita, Barcelona, Icaria.
sujeto. Solo de esa manera el psicoanálisis es humanista y
y sex:uación", Del Edipo
solo así se podrá hacer en instituci ones una práctica que Brods�, Graciela (2005): "Síntoma
será. sin diván, per o no sin psicoanálisis . a la sexuación, Buenos Aires, Paidós.
orancia", Página/12, 23 de
- (2008): "La pasión de la ign
octubre.
é es la psicología? , Buenos
Canguilhem, Georges (1994): ¿Qu
ones de la Facult<1d de
Aires, Departamento de Publicaci
Buenos Aires.
Psicología de la Universida<l de
chos humanos", p onencrn
Cerdeiras, Raúl (2003): "Dere
Internacio�al de S_alud
presentada en el II Congreso
Buen os Aires, U� 1v_er­
Mental y Derechos Hmnanos, _
s de Pla za de Ma y o , Asociac10n
sidad Popular Ma dre
bre.
Madres de Plaza de Mayo, noviem
s, un callejón sin sal�da':,
- (2011): "Derechos humano
io de Psicól og os , d1stn-
ponencia presentada en el Coleg
to 11, 29 de septiembre.

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