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PATRICIA IBETH MUÑOZ ANAYA

28 AGO 2019

REPORTE DE LECTURA “EL ARTE DE FALLAR”

México es un país donde nos queda mucho por aprender. Como empresas, como personas,
como familias, yo creo que la necesidad de desarrollar nuestra creatividad debería de estar
encima de todo. Debemos de buscar nuevas formas de mejorar en cualquier sentido, ya sea
crear un nuevo proceso en una empresa, otra manera de educar a los hijos, otra forma de dar
clases.

En nuestro país desafortunadamente se cumple esa parte de que no se aprecia el fracaso. O


quizá lo dije mal. Más bien malinterpretamos lo que significa el fracaso. Fracaso sería no
intentarlo, digo yo. “Fracaso sería no fallar”, dice Carlos. Me gustaría decir que muchos lo
saben y pocos lo saben. Pero creo que ni siquiera son pocos los que están conscientes de que
la prueba y error son un método fiable para lograr la innovación.

Creo que es de nuestra naturaleza humana alejarnos de la incertidumbre, la ambigüedad y la


ignorancia. Pero todo depende de cómo percibas el concepto de cada uno de ellos. Debemos
empezar por ahí, a redefinir en nuestras cabezas el significado de ignorancia, por ejemplo, y
entender que entre más ignorantes somos más tendremos por aprender y por lo tanto más
oportunidades tendremos de crecer. O la ambigüedad, si la vemos como un reto, una aventura,
apuesto a que cambiaría la actitud que tenemos mucho frente los riesgos.

Incluso si lo vemos desde una perspectiva económica (que pareciera que hoy en día es lo que
más importa y es el único y último fin de las empresas y personas), Carlos nos demuestra en
su investigación que la mejor forma de ahorrar es fallar. Equivocarnos más rápido, más
seguido y más barato, a largo plazo creces más rápido, más seguido y ganas más dinero. Que
ironía que nuestras mentes pequeñas no nos permitan darnos cuenta de eso. Que ironía que
usamos frases como “lo bueno tarda” y aún así no lo llevemos a la práctica.
PATRICIA IBETH MUÑOZ ANAYA
28 AGO 2019

Considero que nuestra cultura es una de sentimentalismo, nos casamos con nuestras ideas
porque creemos que son las mejores. Somos contradictorios porque queremos conseguir eso
que deseamos con todas nuestras fuerzas, pero al mismo tiempo le tememos al desafío, a caer
por la flojera a después levantarnos. Nos “anclamos” con un ideal, pensando que el camino
para llegar ahí tiene que ser lo más pulcro y menos manchado. Yo en lo personal no conozco
un solo caso de éxito, entendiendo el éxito como algo que aporta valor en todos los sentidos,
que haya sido de la noche a la mañana, o que todo haya sido arcoíris de colores.

Mi filosofía de la innovación es esa; buscar crear algo que primero, aporte valor. Y segunda,
disfrutar el proceso para llegar a ello. Incluso si ‘disfrutar’ incluye sus bajadas, sus esfuerzos,
sus fallas. Recuerdo una frase que decía “sólo se considera fracaso si no se aprendió de él.”

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