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Historia

Julio López Saco

Apuntes arqueológicos e
iconográficos sobre el
surgimiento de la civilización
en Egipto
D urante el neolítico, los yacimientos que han saca-
do a la luz las más arcaicas aldeas agrícolas en
Egipto son, cronológicamente hablando, más tardías
que aquellos asentamientos neolíticos de las zonas
del suroeste de Asia. Además, se encuentran más
dispersos. Los célebres yacimientos de El Fayum
(Fayum A y B) ya presentan, en cualquier caso, una
economía aldeana bastante establecida.

La región había permitido el aprovechamiento de


los recursos hídricos para la agricultura a lo largo de
toda la depresión, si bien también se ha constatado
la cría de ganado, quedando la caza como un recur-
so limitado. Las viviendas, de pequeño tamaño y con
paredes hechas en barro, solían ser de forma oval y
semisubterráneas. La agricultura debió introducirse
en El Fayum no mucho antes del 5500 a.e.c., en una
época muy posterior al surgimiento de cultivos en las
tierras altas mesopotámicas. Este hecho, no obstan-
te, no significa necesariamente que la tecnología y
las ideas relacionadas con las actividades agrope-
cuarias hayan llegado a Egipto desde el suroeste de
Asia.

Estas primeras aldeas egipcias no tardaron en evolu-


cionar para dar lugar a asentamientos más extensos,
en los que la cultura material es abundante. Ya en el
Neolítico se precisa una diferencia entre los materia-
les sureños y del norte, consonantes con sus respec-
Ejemplos de cerámica de bordes negros badariense.
tivos espacios geográficos. Un sur estrecho con una
4400-3800 a.C. Metropolitan Museum of Art.
angosta franja cultivable, y un norte llano y bajo (el | Metropolitan Museum of Art.
delta). Las culturas son diferentes, en determinados
elementos, en uno y otro lugar. La administración po- queológica y una más débil colmatación sedimen-
lítica del estado egipcio medirá su éxito en virtud del taria. Las investigaciones sobre la primera fase del
mayor o menor grado cohesivo que consiga entre las predinástico del Alto Egipto, el badariense (entre el
poblaciones de ambas regiones. Neolítico y el Calcolítico o Eneolítico) han mostrado
que las antiguas gentes debieron vivir de un modo
Las culturas predinásticas egipcias, así como su análogo al de sus congéneres del neolítico. Agricul-
desarrollo, son mejor conocidas en el norte, gracias tores y recolectores, también moraron en cabañas
a dos factores relevantes: una mayor intensidad ar- de barro de reducidas dimensiones. Su cerámica

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minado El Amra, muy cercano a la célebre Abidos.
Desde una perspectiva arqueológica, los niveles
amratienses están ubicados encima de los depósitos
del estadio anterior, badariense, hecho que supone
una continuidad entre los dos períodos. Los habitan-
tes de esta fase siguieron empleando la cerámica
roja bruñida de bordes ennegrecidos badariense, si
bien también fabricaron novedosos tipos cerámicos
en forma de vasijas bicromas y monocromas. El dato
más relevante de la fase es que surgen ahora las
primeras cerámicas con decoración en Egipto, que
presentan figuración naturalista sobre un fondo roji-
zo, así como elaborados diseños geométricos. Hay
ejemplos, no obstante, de cerámicas incisas blancas
sobre un fondo negruzco.

Es un período en el que la población egipcia pudo


empezar a usar maquillaje (gris o de color verde, a
partir de una base mineral de galena o de malaqui-
ta), sobre los ojos. Las mezclas necesarias para ob-
tener el producto cosmético se harían sobre paletas
pétreas. Se han encontrado también útiles en sílex,
y menos en metales como el cobre. De esta fase es,
además, la maza en forma de cono truncado, que se
Vasija del Geerzense (Nagada II) decorada con pre- empelaría como un arma.
sencia de animales (gacelas). Musée du Louvre.
| Wikimedia Commons.

presenta habitualmente un color rojo y es bruñida. La


cultura Badariense (entre 4400 y 4000 a.e.c.) inicia
un estilo de vida radicalmente diferente del prece-
dente. Se encuentra ahora un universo simbólico de
notable riqueza, que refleja una sociedad sofisticada
y crecientemente estructurada, un proceso que aca-
bará finalmente en la primera Dinastía de un Egipto
unificado. Se puede considerar esta cultura como
una variante local de la de Nagada, que surge más
al sur.

Los enterramientos empiezan a tener, en apariencia,


una mayor relevancia, pues un gran número de en-
terramientos badarienses fueron realizados en tum-
bas de madera bastante pequeñas, en las que había
espacio para depositar algunos alimentos y diversos
utensilios. No se debe olvidar que en este tiempo ya
se trabajaban en Egipto los metales, aunque a una
escala reducida y a través del batido del cobre. El ha-
llazgo de algunas cuentas de barniz con colores evi-
dencia la producción, por primera vez, de un esmalte
vitrificado. Del mismo modo, han aparecido paletas
fabricadas en esquisto con una finalidad cosmética,
actividad que tendrá una posterior y dilatada tradi-
ción. Otros materiales badarienses incluyen mangos
y peines, así como figuras en marfil y arcilla, objetos
todos ellos aparecidos en contextos funerarios.

El amratiense (Nagada I) o segundo estadio del ám-


bito cultural del Egipto del predinástico, recibe su Cerámica amratiense ( Nagada I). Michael C. Carlos
denominación de un yacimiento arqueológico deno- Museum. | Gary Todd.

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Hipopótamos. 3200 a.C. (Nagada II). Staatliche
Sammlung für Ägyptische Kunst. | Manfred Werner.

El siguiente período, mucho más dilatado en el tiem- importantes depósitos de oro y de piedras preciosas.
po que el amratiense, fue el conocido como geerzen- Se trata de una presencia en las tumbas que pue-
se (Nagada II; el semaniense sería Nagada III). de ser un claro indicio de una creciente participación
egipcia en el extenso entramado comercial próxi-
Se trata de un estadio en el que los hallazgos se mo-oriental. No sería extraño inferir aquí, a partir de
generalizan en el Alto y en el Bajo Egipto, un factor la presencia de los materiales exóticos así como del
que puede testimoniar una extensión cultural gene- paulatino aumento de la riqueza observada en las in-
ralizada y la configuración del período de apogeo del humaciones, un creciente aumento no solamente de
Egipto del predinástico, coincidente con lo que será la especialización artesanal sino también una conso-
el comienzo de un estado nacional. Tanto asenta- lidación de la estratificación social. El desarrollo de
mientos y enterramientos, como artefactos y útiles, la economía agrícola al final del período tal vez dio
adoptaron en esta fase nuevas formas. La cerámica lugar al surgimiento de una clase acomodada agraria
empleará ahora arcillas en las que se pintan motivos que podría constituir el núcleo de la elite religiosa
naturalistas en un rojo muy oscuro sobre un fondo surgida en Egipto, si bien no es descabellado pensar
gris claro. Aparece la representación de animales que ambas pudieron ser independientes entre sí.
como flamencos o íbices, así como formaciones na-
turales (montañas) y útiles de fabricación humana, Parece bastante factible que en los inicios del pe-
particularmente embarcaciones de distinto tipo. ríodo geerzense hubiese habido una serie de ciuda-
des en competencia entre sí, cada una de las cuales
Se trata de motivos que, acompañados por la figura- tendría una deidad patrona propia. Está bien docu-
ción humana, prefiguran el ambiente artístico y ritual mentado que en este estadio predinástico algunas
de los ulteriores períodos históricos. Es una época ciudades del norte de Egipto adquirieron una posi-
en la que destacan los útiles en piedras duras (reci- ción de preeminencia sobre aquellas meridionales,
pientes, mazas), caso de la diorita o el basalto, apro- un factor que explicaría cabalmente la generalizada
vechando estéticamente las vetas que suelen tener difusión por todo el territorio de los rasgos culturales
este tipo de minerales. Asimismo, se constata la que caracterizan al geerzense. En este sentido, el
elaboración de joyas piriformes y los trabajos meta- sur habría adoptado un gran número de innovacio-
lúrgicos. La importación de algunas materias primas nes septentrionales y, eventualmente, se erigiría en
exóticas se hizo también mucho más frecuente. la zona que capitalizaría los nuevos avances. Con
posterioridad, cada área concreta pudo aliarse en
En las inhumaciones geerzenses han sido hallados una suerte de confederación que sería dirigida por el

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Cerámica (Nagada II). 3500-3300 a.C.
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Brooklyn Museum.
2.0 | Brooklyn Museum.
gobernante de la ciudad con mayor poder o, tal vez,
que poseyera el culto más implantando y extendido.
Ciertas inscripciones halladas en monumentos pos-
teriores en el tiempo tildan y etiquetan la presencia
de tales confederaciones como auténticos reinos, en
tanto que sus líderes con considerados, en conse-
cuencia, reyes. No obstante, estas consideraciones
pueden haber sido una proyección hacia atrás; esto
es, hacia el pasado, de parte de instituciones más
tardías y bien establecidas. En cualquier caso, tuvo
que ser en este período caracterizado por las rivali-
dades y la presencia de confederaciones, cuando se
habrían fraguado los cimientos, y hasta el boato, del
ulterior estado faraónico.

Algunas famosas representaciones artísticas han


servido como medios para conocer los cambios po-
líticos que se tradujeron en la formación de las pri-
meras dinastías en Egipto. Las cabezas de maza y,
sobre todo, las paletas, halladas mayormente en los
templos más arcaicos de Hieracómpolis, muy proba-
blemente la última capital meridional previa a la unifi-
cación, contienen elaborados repertorios iconográfi-
cos que parecen representar acontecimientos de las
etapas protohistóricas.

Uno de los más notables ejemplos al respecto lo


constituye la denominada Etiqueta de Nagada, en la
que aparece la identificación del rey Aha y también
el nombre Nebti de Menes (quizá un epíteto de un
antepasado legendario asociado a la unificación de
Egipto, término encontrado en autores como Mane-
tón, Herodoto y Eratóstenes e identificado, bastante
especulativamente, con Narmer u Horus Narmer, el
magnífico siluro), el unificador del Alto y el Bajo Egip-
to. Para algunos estudiosos, es probable que las de- Etiqueta de Nagada y reconstrucción.
nominaciones Escorpión-Narmer-Aha puedan haber | The Ancient Egypt Site / John Garstang.
sido nombres de Horus de tres reyes distintos, uno
corada con las cabezas bovinas de la diosa Hathor
de los cuales sería Menes pero con su nombre Nebti.
(aunque quizá sean toros que refieran el poder, vi-
gor y fuerza del rey), entre las cuales está inscrito el
El nombre Aha podría haberse extendido desde el
nombre del rey en un Serej (armazón regular don-
momento en que la unificación fue efectiva. Parece
de generalmente se ubicaba el mismo). La escena
factible, en cualquier caso, asociar el nombre Nebti
central del reverso muestra al faraón, con la corona
Menes con el Horus Aha. Según los sellos de las lis-
blanca del Alto Egipto, golpeando y castigando a un
tas funerarias de Abidos, de la Dinastía I, los prime-
enemigo desnudo (que alude a su carácter bárbaro).
ros faraones aparecen con el epíteto Jentiamentyu,
Quizá simbolice al enemigo de un modo genérico, en
una arcaica denominación del dios Osiris, identifica-
una escena que se interpreta como la conquista del
do con el nombre de los faraones ya fallecidos. La
bajo Egipto por Narmer.
sucesión inicial sería, según las tumbas de Hiera-
cómpolis, Narmer-Aha-Djer.
Detrás se encuentra un ayudante (con una inscrip-
ción sobre su cabeza que puede aludir a su titula-
Otra de las piezas relevantes es la célebre Paleta de
ción), que lleva unas sandalias y un recipiente. So-
Narmer, custodiada en el Museo de El Cairo. Es una
bre la cabeza de la víctima que somete el rey se
paleta de esquisto que presenta relieves grabados
aprecia una personificación de las tierras pantano-
en ambas superficies. Este muy conocido objeto, tal
sas, en clara alusión al Bajo Egipto (presencia de
vez ceremonial, fue encontrado en la localidad de
una embarcación con seis papiros, planta alusiva del
Hieracómpolis, capital del Alto Egipto. Fue hallada
Delta del Nilo). El halcón, símbolo del faraón, ofrece
a fines del siglo XIX. La cima de la paleta está de-
hálito y, por lo tanto, vida, a la zona pantanosa del

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Paleta de Narmer (anverso y reverso). Esquisto verde. 3050 a.C. Dinastía I. Museo Egipcio de El Cairo.
| Wikimedia Commons.

Bajo Egipto, ahora recién dominada. También podría Alto y Bajo Egipto, pues esos animales, quizá mí-
referirse, no obstante, al oasis del Fayum. En la par- ticos, entrelazan sus largos cuellos. No obstante,
te inferior se ven dos enemigos muertos que simbo- nada indica que ambos animales deban ser nece-
lizan las ciudades conquistadas. sariamente identificados como símbolos de ambas
regiones del país del Nilo. En la parte inferior, un toro
En el anverso de la paleta vemos a Narmer, con la simboliza al faraón que destruye las murallas de una
corona roja del Bajo Egipto (quizá aquí representan- ciudad o fortaleza, siguiendo la secuencia de victoria
do no tanto la unificación sino un aspecto diferente y conquista. La paleta, en general, posee un simbo-
de la realeza, sin que se implique “conquista”), ins- lismo militar y alude a la fundación de una región,
peccionando un grupo de enemigos abatidos con las una provincia al este del Nilo, lo que podría suponer,
cabezas seccionadas tras la batalla, que están co- tal vez, que se esté narrando la conquista del sector
locadas entre sus piernas (representan la conquista oriental del delta en el Bajo Egipto.
de la región de Mareotis, séptima provincia del Bajo
Egipto). Lleva una maza en una de sus manos, en Gracias a estas fuentes, además de otras varias, se
tanto que la otra es colocada sobre el pecho mante- puede suponer que las ciudades septentrionales y
niendo un flagelo; delante de él los dos signos repre- las del sur mantuvieron una serie de conflictos du-
sentan su nombre. Una serie de personajes al frente rante bastante tiempo, incluso generaciones. Re-
(quizá portaestandartes con emblemas de la casa sulta bastante probable que cada bando en liza se
real de Narmer o de las regiones que pertenecen a uniese en confederaciones, claramente coyuntura-
su reino), y otro detrás, que lleva las sandalias y un les, encabezadas y dirigidas por algunos jefes mili-
recipiente, completan la escena. tares que, podría presumirse, fueron asumiendo una
mayor responsabilidad con el paso del tiempo. La
En la escena central del anverso vemos la domesti- victoria definitiva meridional supondría que su líder
cación o dominio de animales salvajes (con aspecto convertiría en permanente la confederación, a la que
de felinos), en clara metáfora de la unificación del sometería a su directo dominio.

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A partir de ese instante, la unificación de Egipto y el primer estado faraónico podrían permanecer al margen de
los conflictos militares, si bien el cada vez mayor poder del mandatario militar habría sido el resultado natural,
precisamente, de un dilatado período de guerras. La elite religiosa pudo ver ventajas irrechazables si tomaba
partido por este nuevo poder, especialmente ofreciendo una sanción religiosa, a la par que una justificación, a
la posición del “faraón”.

La unificación de Egipto se produjo de modo gradual, tras varias generaciones. La unidad nacional fue fomen-
tada a través del uso del ejército, las alianzas matrimoniales y la elección de una capital ubicada en un punto
equidistante.

En definitiva, la aparición tardía de las aldeas agrícolas conllevó un rápido paso hacia las ciudades y un fun-
damento agrario muy eficiente, en el que la irrigación y la actividad comercial fueron factores clave. Además,
y a diferencia de lo que aconteció en Mesopotamia, la fase de rivalidades entre ciudades no fue demasiado
larga ni se reactivó tras la configuración del primer gobierno estatal con un carácter nacional. Las ciudades se
desarrollaron notablemente, aunque sin alcanzar tamaños semejantes a los de núcleos mesopotámicos como
Nippur o Warka. Por otra parte, y ello resulta esencial, el poder no residía en la ciudad (como en Mesopotamia),
sino en el gobernante, garante de la creación y el mantenimiento de la unidad política y de la estabilidad interna.

Bibliografía Sobre el autor

Adams, B. & Cialowicz, K. (1987): Protodynastic Julio López Saco (Caracas, 1966), es profesor e in-
Egypt. Londres: Shire Publ; University College. vestigador titular en la Universidad Central de Vene-
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to. Madrid: Alianza. Ex-coordinador del Doctorado en Historia en la UCV y
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Brewer, D. J. (2007): Ancient Egypt. Foundations of a Es miembro asociado activo de varios centros de in-
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ca y Asia (ULA-Mérida), perteneciente a la Asociación
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la civilización y la monarquía faraónicas en su contex- Centro de Investigaciones Filosóficas y Humanísticas
to africano. Sabadell: Ausa. de la UCAB, además de autor de más de una decena
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Grimal, N. (2044): Historia del antiguo Egipto. Madrid: dicas cuyas temáticas se centran en los ámbitos cul-
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López Saco, J. (2010): “El Egipto predinástico. Entre Se ha especializado en el estudio de las antiguas tra-
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