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Apuntes arqueológicos e
iconográficos sobre el
surgimiento de la civilización
en Egipto
D urante el neolítico, los yacimientos que han saca-
do a la luz las más arcaicas aldeas agrícolas en
Egipto son, cronológicamente hablando, más tardías
que aquellos asentamientos neolíticos de las zonas
del suroeste de Asia. Además, se encuentran más
dispersos. Los célebres yacimientos de El Fayum
(Fayum A y B) ya presentan, en cualquier caso, una
economía aldeana bastante establecida.
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minado El Amra, muy cercano a la célebre Abidos.
Desde una perspectiva arqueológica, los niveles
amratienses están ubicados encima de los depósitos
del estadio anterior, badariense, hecho que supone
una continuidad entre los dos períodos. Los habitan-
tes de esta fase siguieron empleando la cerámica
roja bruñida de bordes ennegrecidos badariense, si
bien también fabricaron novedosos tipos cerámicos
en forma de vasijas bicromas y monocromas. El dato
más relevante de la fase es que surgen ahora las
primeras cerámicas con decoración en Egipto, que
presentan figuración naturalista sobre un fondo roji-
zo, así como elaborados diseños geométricos. Hay
ejemplos, no obstante, de cerámicas incisas blancas
sobre un fondo negruzco.
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Hipopótamos. 3200 a.C. (Nagada II). Staatliche
Sammlung für Ägyptische Kunst. | Manfred Werner.
El siguiente período, mucho más dilatado en el tiem- importantes depósitos de oro y de piedras preciosas.
po que el amratiense, fue el conocido como geerzen- Se trata de una presencia en las tumbas que pue-
se (Nagada II; el semaniense sería Nagada III). de ser un claro indicio de una creciente participación
egipcia en el extenso entramado comercial próxi-
Se trata de un estadio en el que los hallazgos se mo-oriental. No sería extraño inferir aquí, a partir de
generalizan en el Alto y en el Bajo Egipto, un factor la presencia de los materiales exóticos así como del
que puede testimoniar una extensión cultural gene- paulatino aumento de la riqueza observada en las in-
ralizada y la configuración del período de apogeo del humaciones, un creciente aumento no solamente de
Egipto del predinástico, coincidente con lo que será la especialización artesanal sino también una conso-
el comienzo de un estado nacional. Tanto asenta- lidación de la estratificación social. El desarrollo de
mientos y enterramientos, como artefactos y útiles, la economía agrícola al final del período tal vez dio
adoptaron en esta fase nuevas formas. La cerámica lugar al surgimiento de una clase acomodada agraria
empleará ahora arcillas en las que se pintan motivos que podría constituir el núcleo de la elite religiosa
naturalistas en un rojo muy oscuro sobre un fondo surgida en Egipto, si bien no es descabellado pensar
gris claro. Aparece la representación de animales que ambas pudieron ser independientes entre sí.
como flamencos o íbices, así como formaciones na-
turales (montañas) y útiles de fabricación humana, Parece bastante factible que en los inicios del pe-
particularmente embarcaciones de distinto tipo. ríodo geerzense hubiese habido una serie de ciuda-
des en competencia entre sí, cada una de las cuales
Se trata de motivos que, acompañados por la figura- tendría una deidad patrona propia. Está bien docu-
ción humana, prefiguran el ambiente artístico y ritual mentado que en este estadio predinástico algunas
de los ulteriores períodos históricos. Es una época ciudades del norte de Egipto adquirieron una posi-
en la que destacan los útiles en piedras duras (reci- ción de preeminencia sobre aquellas meridionales,
pientes, mazas), caso de la diorita o el basalto, apro- un factor que explicaría cabalmente la generalizada
vechando estéticamente las vetas que suelen tener difusión por todo el territorio de los rasgos culturales
este tipo de minerales. Asimismo, se constata la que caracterizan al geerzense. En este sentido, el
elaboración de joyas piriformes y los trabajos meta- sur habría adoptado un gran número de innovacio-
lúrgicos. La importación de algunas materias primas nes septentrionales y, eventualmente, se erigiría en
exóticas se hizo también mucho más frecuente. la zona que capitalizaría los nuevos avances. Con
posterioridad, cada área concreta pudo aliarse en
En las inhumaciones geerzenses han sido hallados una suerte de confederación que sería dirigida por el
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Cerámica (Nagada II). 3500-3300 a.C.
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Brooklyn Museum.
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gobernante de la ciudad con mayor poder o, tal vez,
que poseyera el culto más implantando y extendido.
Ciertas inscripciones halladas en monumentos pos-
teriores en el tiempo tildan y etiquetan la presencia
de tales confederaciones como auténticos reinos, en
tanto que sus líderes con considerados, en conse-
cuencia, reyes. No obstante, estas consideraciones
pueden haber sido una proyección hacia atrás; esto
es, hacia el pasado, de parte de instituciones más
tardías y bien establecidas. En cualquier caso, tuvo
que ser en este período caracterizado por las rivali-
dades y la presencia de confederaciones, cuando se
habrían fraguado los cimientos, y hasta el boato, del
ulterior estado faraónico.
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Paleta de Narmer (anverso y reverso). Esquisto verde. 3050 a.C. Dinastía I. Museo Egipcio de El Cairo.
| Wikimedia Commons.
Bajo Egipto, ahora recién dominada. También podría Alto y Bajo Egipto, pues esos animales, quizá mí-
referirse, no obstante, al oasis del Fayum. En la par- ticos, entrelazan sus largos cuellos. No obstante,
te inferior se ven dos enemigos muertos que simbo- nada indica que ambos animales deban ser nece-
lizan las ciudades conquistadas. sariamente identificados como símbolos de ambas
regiones del país del Nilo. En la parte inferior, un toro
En el anverso de la paleta vemos a Narmer, con la simboliza al faraón que destruye las murallas de una
corona roja del Bajo Egipto (quizá aquí representan- ciudad o fortaleza, siguiendo la secuencia de victoria
do no tanto la unificación sino un aspecto diferente y conquista. La paleta, en general, posee un simbo-
de la realeza, sin que se implique “conquista”), ins- lismo militar y alude a la fundación de una región,
peccionando un grupo de enemigos abatidos con las una provincia al este del Nilo, lo que podría suponer,
cabezas seccionadas tras la batalla, que están co- tal vez, que se esté narrando la conquista del sector
locadas entre sus piernas (representan la conquista oriental del delta en el Bajo Egipto.
de la región de Mareotis, séptima provincia del Bajo
Egipto). Lleva una maza en una de sus manos, en Gracias a estas fuentes, además de otras varias, se
tanto que la otra es colocada sobre el pecho mante- puede suponer que las ciudades septentrionales y
niendo un flagelo; delante de él los dos signos repre- las del sur mantuvieron una serie de conflictos du-
sentan su nombre. Una serie de personajes al frente rante bastante tiempo, incluso generaciones. Re-
(quizá portaestandartes con emblemas de la casa sulta bastante probable que cada bando en liza se
real de Narmer o de las regiones que pertenecen a uniese en confederaciones, claramente coyuntura-
su reino), y otro detrás, que lleva las sandalias y un les, encabezadas y dirigidas por algunos jefes mili-
recipiente, completan la escena. tares que, podría presumirse, fueron asumiendo una
mayor responsabilidad con el paso del tiempo. La
En la escena central del anverso vemos la domesti- victoria definitiva meridional supondría que su líder
cación o dominio de animales salvajes (con aspecto convertiría en permanente la confederación, a la que
de felinos), en clara metáfora de la unificación del sometería a su directo dominio.
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A partir de ese instante, la unificación de Egipto y el primer estado faraónico podrían permanecer al margen de
los conflictos militares, si bien el cada vez mayor poder del mandatario militar habría sido el resultado natural,
precisamente, de un dilatado período de guerras. La elite religiosa pudo ver ventajas irrechazables si tomaba
partido por este nuevo poder, especialmente ofreciendo una sanción religiosa, a la par que una justificación, a
la posición del “faraón”.
La unificación de Egipto se produjo de modo gradual, tras varias generaciones. La unidad nacional fue fomen-
tada a través del uso del ejército, las alianzas matrimoniales y la elección de una capital ubicada en un punto
equidistante.
En definitiva, la aparición tardía de las aldeas agrícolas conllevó un rápido paso hacia las ciudades y un fun-
damento agrario muy eficiente, en el que la irrigación y la actividad comercial fueron factores clave. Además,
y a diferencia de lo que aconteció en Mesopotamia, la fase de rivalidades entre ciudades no fue demasiado
larga ni se reactivó tras la configuración del primer gobierno estatal con un carácter nacional. Las ciudades se
desarrollaron notablemente, aunque sin alcanzar tamaños semejantes a los de núcleos mesopotámicos como
Nippur o Warka. Por otra parte, y ello resulta esencial, el poder no residía en la ciudad (como en Mesopotamia),
sino en el gobernante, garante de la creación y el mantenimiento de la unidad política y de la estabilidad interna.
Adams, B. & Cialowicz, K. (1987): Protodynastic Julio López Saco (Caracas, 1966), es profesor e in-
Egypt. Londres: Shire Publ; University College. vestigador titular en la Universidad Central de Vene-
zuela y en la Universidad Católica Andrés Bello.
Armour, R. A. (2014): Dioses y mitos del antiguo Egip-
to. Madrid: Alianza. Ex-coordinador del Doctorado en Historia en la UCV y
ex-coordinador Académico en la Escuela de Historia.
Bard, K. A. (2015): An Introduction to the Archaeology
of Ancient Egypt. Oxford: Wiley Blackwell. Doctorado en Historia y doctor en Ciencias Sociales.
Brewer, D. J. (2007): Ancient Egypt. Foundations of a Es miembro asociado activo de varios centros de in-
Civilization. Londres: Pearson Longman. vestigación, entre ellos el Centro de Estudios de Áfri-
ca y Asia (ULA-Mérida), perteneciente a la Asociación
Cervello Autuori, J. (1997): Egipto y África. Origen de Latinoamericana de Estudios de Asia y África, y el
la civilización y la monarquía faraónicas en su contex- Centro de Investigaciones Filosóficas y Humanísticas
to africano. Sabadell: Ausa. de la UCAB, además de autor de más de una decena
de libros y múltiples artículos en publicaciones perió-
Grimal, N. (2044): Historia del antiguo Egipto. Madrid: dicas cuyas temáticas se centran en los ámbitos cul-
Akal. turales de la historia antigua.
López Saco, J. (2010): “El Egipto predinástico. Entre Se ha especializado en el estudio de las antiguas tra-
el neolítico y las dinastías Tinitas”, Revista de Arqueo- diciones míticas y sus referentes iconográficos, de-
logía del Siglo XXI, 348 pp. 50-56. sarrollando una línea de investigación que lleva por
nombre: El mito como sustrato de la cultura.
Millet, N. B. (1991): “The Narmer Macehead and Rela-
ted Objects”, Journal of the American Research Cen- Enlaza con el autor
ter in Egypt, 28 pp. 223-225.
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