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Emanuele Amodio, Formas de la alteridad. Construcción y difusión de la imagen del indio
americano en Europa durante el primer siglo de la conquista de América. Quito, Ed. Abya Yala,
1993.
FORMAS DE LA ALTERIDAD. CONSTRUCCION Y DIFUSIÓN
DE LA IMAGEN DEL INDIO AMERICANO EN EUROPA
DURANTE EL PRIMER SIGLO DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA
Emanuele Amodio
PREFACIO
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Estos procesos, activos durante todos estos cinco siglos, de cierta manera
parecen estar presentes en su globalidad ya desde los primeros años de la
conquista. Como si todas las imágenes futuras hubiesen sido producidas de
una vez y para siempre y después reproducidas, poco a poco, durante los
siglos siguientes. Es así como encontramos el origen del Buen Salvaje de la
época ilustrada ya en la mitología cristiana de Bartolomé de Las Casas; o la
“demonización” del indio por parte de los modernos misioneros
norteamericanos, presente también desde la primera mitad del siglo XVI.
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USO Y CONTENIDO DE LA IMAGEN DEL INDIO AMERICANO
Capítulo XI
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Sobre el tema de los gigantes americanos se volverá a hablar en el Setecientos, cuando sin
más se encontrarán... sus huesos en la región de Puerto Viejo en el actual Ecuador (cfr.
Archivo del Museo Naval, Madrid, Ms. 210). En 1767 el Abat FranÇois Gabriel Coyer publicará
su "Carta al Doctor Maty, secretario de la Sociedad Real de Londres, sobre los gigantes de la
Patagonia" (cfr. Coyer, 1984).
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gigantes ya no es completamente aceptada y hasta es motivo de bromas, como
la de Michael Lindener en una "Katzipori" alemana de 1558.
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Resulta interesante anotar que Cieza de León intenta salvar a los Incas de este tipo de
acusación, atribuyendo a ellos la destrucción de los gigantes sodomitas " y nunca se dice ni se
relata que nadie de ellos [los incas] usaba el pecado supradicho, al contrario odiaban a los que
lo usaban..." (Cieza de León. 1973: 98)
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So bre el te ma de la r epres ió n d e la ho mos e xua l id ad en Esp añ a du ran te e l
A n t ig uo R ég i men , c fr T om ás y Va l ien t e , 199 0 35 - 55 ; y C a r r as c o , 1 985 .
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el deseo de la mujeres indígenas de acostarse con los europeos (cfr. Gerbi,
1982)4.
“ ... Andaban todos desnudos, como sus madres los habían parido, con
tanto descuido y simplicidad, todas sus cosas vergonzosas de fuera, que
parecía no haberse perdido o haberse restituido el estado de la inocencia,
en que un poquito de tiempo, que se dice no haber pasado de seis horas,
vivió nuestro padre Adán." (Las Casas, I, 1951, p.221).
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mercantil: existen grandes riquezas de las cuales los habitantes de esas tierras
no saben que hacer, dado que viven en inocencia... De aquí, la justificación
fácil para apropiarse de esas tierras (cfr. Crovetto, 1990: 15). De este cruce
entre inocencia, desnudez y oro, la más alta representación iconográfica es
constituida por la imagen del rey de Manoa recubierto de oro, El Dorado,
dibujado por De Bry (figura 3).
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Vé ase , po r e jemplo la s igu ien te desc ripc ió n de las mu jer es y d e sus
p rác ticas se xua les e la bor ada p or Amér ico Ves puc io en su C ar ta a Pier
F r anc es c o d e M ed ic i d e 1 503 : “ O t r a c os tu mbr e ti ene n tan a tr oz y f uer a d e
to da cre dulidad huma na : s ien do sus mu je res lujur ios as , hac en h i nchar los
miemb ros d e sus ma ridos de ta l ma nera g ru esa qu e p arec en de formes y
b r u ta les , y e s to c on c ier t o ar t i f ic io s u yo y l a m or de du r a de c iert os an i ma les
ve nen os ; po r es ta caus a muc hos de e l los lo p ier den y qu eda n e unuc os . No
tien en p años d e lana n i de lino , n i a un d e bo mbasí, po rqu e n ada de ello
n eces i tan . No tie nen bienes p rop ios , s in o qu e tod as la cosas tie nen e n
c o mú n . V i ve n j un tos s i n r e y , s in a u tor id ad , y c ad a un o es s e ñor d e s í mis mo .
T i ene n tantas es pos a co mo lo des ean , y e l h i jo se acu es ta co n la mad re , y e l
h er m ano c o n la h er m an a , y el pr i mo c o n la p r im a , y el v i an dan t e c o n
cu alqu ier a q ue se encu en tr a . Cad a vez q ue q u ier en des hace n los ma tr imonios
y en es tas cos as ninguno observa orden... La mujeres , co mo ya te dije,
a unq ue van d esnu das y s on lujur ios as , no tien en na da de fec tu oso en sus
c u erp os her mos os y lim p ios , n i ta mp oco s on t an feas c o mo a lg u ie n po dr ía ta l
vez su po ne r, por que, au nq ue se an a bund an tes en car ne , no se e vid enc ia
fe aldad , la cua l e n gra n par te es tá d is imula da p or la bu en a c omp le xión . Un a
c os a n os h a p ar ec ido m il agr osa , qu e e n tr e e l las n in gun a s e v e í a c o n los
se nos ca íd os ; y las q ue h ab ía n pa rido e n na da se diferenc ia ban de las
vírg en es po r la forma de l vientre y e s trec hur a , y e n las o tras pa r tes d el
cu erp o , qu e por h on es tidad no menc io no , p arec ían se me ja ntes a és tas .
Cu and o con los cris tia nos p od ían un irse , lle vadas por su muc ha lu jur ia , tod o
su pud or co n ta minaba n y pr ostitu ían” ( en Amod io , 1992 : 57) .
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de los estamentos acaudalados de la sociedad europea, italiana sobre todo, del
siglo XVI.
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todavía menos, las posibilidades de una mujer de contemplar a un hombre sin
ropa. Las imágenes fueron así, tal vez, un sucedáneo útil para satisfacer tales
curiosidades.
"Esta figura nos indica la gente y la isla encontrada por el rey cristiano de
Portugal y sus súbditos. La gente es bonita, desnuda, de cuerpo café y bien
proporcionada; las cabezas, cuellos, brazos, genitales y pies de las mujeres y de
los hombres están un poquito cubiertos de plumas. Los hombres tienen también
muchas piedras preciosas en sus caras y en sus pechos. Nadie posee nada,
pues todas las cosas son comunes. Y los hombres tienen a las mujeres que les
gustan, sean madres, hermanas o amigas, en eso no hay diferencia. También se
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Se hac e a q uí re fer enc ia particu lar men te a un texto de Catar i no Politi:
D is pu t aci o .. . d e c u l to e t ado r a t ion e i ma gi num ( R o ma , 1 552 ) .
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D e c ua lq uie r ma nera , la re pres ió n de la cos tu mbr e de a ndar "d esn udos " ( po r
lo menos se gún la perce pc ión europ ea) fu e re pr imida , d ir ec ta e
ind ir ec tame n te , d esde los p rimer os años de la co nqu is ta . Co n ord enes r ea les ,
r ecog id os e n la misma “R ecopilación de las Le yes d e los Re ynos de las
In dias ", s e ind ica ba a los fu ncion ar ios , militar es y doctr in eros la n eces ida d d e
"co n venc er" a los in dios a an dar "ve s tidos co n más ho nes tida d y d ece ncias en
sus pers onas » ( lib. VI, tít. 1, ley XXI) . Sobre es te tema, c fr , Mar tín, 1972) .
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pelean entre sí. También se comen entre sí hasta a los mismos asesinados, y
cuelgan esa misma carne al humo. Llegan a vivir 150 años. No tienen gobierno"
(en Kügelgen Kropfinger, 1990: 474).
Por todo el siglo XVI, los cronistas oficiales y los viajeros llenarán sus
escritos con las descripciones de las prácticas canibalísticas de gran parte de
los indígenas del Nuevo Mundo. Aunque toca a Colón dar inicio a tales mitos,
es Vespucio quien elabora las comparaciones entre las prácticas de cocina
europeas y las prácticas caníbales, imponiendo una equivalencia entre dos
acciones que, al contrario, en la realidad etnográfica no son comparables: de
hecho, en un caso se trata del consumo cotidiano de comida (Europa),
mientras que en el otro del consumo ritual en el contexto de ceremonias
religiosas. Pruebas de esta ritualidad las encontramos, entre otros, en el mismo
Hans Staden, máximo propagador de la imagen de los caníbales.
Lo mismo pasa con Walter Raleigh que, con sutil observación etnográfica,
describe el mismo fenómeno, citando también la ingestión ritual de huesos
pulverizados: "Acostumbran moler los huesos de sus jefes muertos hasta
reducirlos a polvo, el cual toman después sus viudas y amigos disueltos en
diferentes tipos de refrescos” (Raleigh, 1596: 43).
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Aun que po der ía p arec er poco fu nda ta his tor ic ame nte la c ompa rac ión e ntre
“c omu nión” cr is tian a co n su in ges tión simbó lic a de l cu erp o d e Cr is to y
"co mun ió n " con e l ene migo muer to e n el cas o de a lgu nos pu eb los ind ígenas
d el C ar ibe - in ges tión n o simb olica -, es ta se impo ne ya que fuero n los mismos
mis io neros cris tia nos a p erce bir la "eq uivale ncia " en tre r i tos ind íg enas y ritos
e uro peos , En es te se n tido , la "es tirp ac ión de id ola tr ías " fu e pro duc ida
t a mb ié n a c a usa d e la s em ej anza de tec t ada .
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códigos. De hecho, el contacto con las sociedades incaica y azteca produjo una
reestructuración en la percepción europea, ya que se tuvo que tomar en
consideración que no todos los indígenas andaban desnudos y carecían de
gobierno.
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No ha y que menos prec ia r e l pro blema te ológ ico pr oduc id o p or es te tipo de
ca rac ter izac ión : s i los ind ios er an inoc en tes como Adá n , en to nces n o hab ía n
p ec ad o y , p or c onsecu enc ia , no t e n ía n n ec es id ad de s er r ed im id os ( es d ec ir :
co n ver tirse a la vers ió n h is tór ica de l cr is tian is mo) . Si as í h ubier a sido , se
v e n ta ab ajo u na de las jus t i fic ac ion es más i mp or tantes d e la c o nqu is ta : l a
e vang eliz ac ión (es dec ir : vinimos pa ra sa lva rlos ...). Ap ar te de los d eba tes
e n tr e Las C as as y Se pú l ved a , la s o luc ión f u e r el a tiv a me n te s im p le : a unqu e
viviesen sin pec ar , e n cu an to h i jos de Ad án , los in d íge nas c on lle van la
manc ha del p eca do or ig in al de l cu al só lo Cr is to re dime . Po r e l o tro lado , u na
v ez qu e e l c ód igo e dé nic o p i erde im por t anc ia, s u bs ti t uid o p or e l d e
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Para llegar a esta conclusión y era necesario reconocer antes que nada
que los indios poseían una religión. A este fin, de manera gradual, se
identificaron entre la población indígena unos personajes especiales como los
"curanderos" (en el caso de Benzoni) y los "adivinos" (Staden), con funciones
"sacerdotales” (Vecellio).
“ ador ado res d el diab lo ", e l p roble ma ya no ten ía s en tid o y la e vang eliz ac ión
ya era un hec ho d ado p or d esconta do .
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entre Las Casas y Sepúlveda (cfr. Hoornaent, 1970).
Es el caso, por ejemplo de un dibujo del pintor Blas de Prado que muestra
a Felipe III con la alegoría de las cuatro partes de mundo, mientras la mujer/
América, identificable, por las saetas que lleva en sus hombros, ofrece los
frutos de la abundancia americana (cfr. García Saez, 1990, 424).
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percepción y construcción del Otro. Véase, para terminar, el siguiente texto de
Sir Walter Raleigh de finales del siglo XVI:
ILUSTRACIONES
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Figura 2: Indios Acusados de sodomía y castigados
por Núñez de Balboa (De Bry, 1595), (Uslar Pietri, 1962)
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Figura 4: Traje de la Reina, (Vecellio, 1598; 497)
"La reina camina adelante con los cabellos sueltos, con muchos collares al
cuello, en la espalda y en las piernas; se deleitan mucho pintándose, se
cubren la espalda y las partes vergonzosas con hoyas de árboles; y en las
orejas llevan huesos de peces" (Vecellio, 1598: 498)
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Figura 6: Indios tupinambá con trajes a la moda europea (D'Evreux, 1613)
(Ribero, 1990)
Figura 7: Escena de la vida cotidiana de los caníbales del Brasil (1505), (Lehner, 1966)
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Figura 8
Figura 9: Indios del Perú que adoran al diablo (De Bry, 1594)
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Figura 10: América (Grasset de saint Sauveur), (Gheerbrant, 1989: 39)
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