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Un Sión tropical: el general Trujillo, Franklin

Roosevelt y los judíos de Sosúa

Es increíble pensar como a un grupo de personas tan extremadamente grandes se les


puede considerar seres inferiores tan solo por el lugar de su procedencia. Tal cual ocurrió
con los alemanes de descendencia judía que nacieron a inicios del siglo xix, que vivieron
y se criaron bajo la dictadura de Adolf Hitler, un desequilibrado mental que encabezó una
persecución con la finalidad de acabar con toda la raza que él entendía que era inservible
y que no aportaba nada a la humanidad. Este drama humano ocasionó que muchos
judíos alemanes tuviesen que buscar refugios para salir de su tierra y escapar por sus
vidas, con sus esposas e hijos.
Fueron muchos los judíos que estaban sufriendo persecución y clases de maltrato para
su muerte. Sin embargo, los que lograron salir, libraron una lucha para ser recogidos en
otros países, tal cual como ocurrió en nuestra isla de Republica Dominicana, donde el
dictador Rafael Leónidas Trujillo (lejos de moverse por misericordia), acordó con el
presidente de los Estados Unidos (Franklin Delano Roosevelt), recibir a un grupo de
refugiados judíos. Su finalidad no era protegerlos como seres humanos, él tuvo dos
razones, entre ellos está el limpiar su imagen después de haber causado el exterminio
de un gran número de haitianos, y por último, mezclar la raza de los judíos blancos con
la raza de los dominicanos, de piel y tez oscura. Trujillo no lo hacía por ser noble, él
buscaba que la raza dominicana se fuera refinando al casar un negro con un blanco, y
también que los demás países vieran que él había dado refugio a un grupo de personas
que escapaban de la muerte.
El presidente estadounidense Roosevelt, conmovido por la situación difícil de los judíos,
se reunió junto con algunos delegados de diferentes países, para buscar una solución
antes este problema. Su idea principal era que aceptaran a los refugiados en su territorio.
Pero llama la atención como muchos países les cerraban las puertas a esos refugiados.
Mayoría dudaban con respecto a su nivel de capacidad en hacer las cosas, y otros los
tildaban como ‘’cargas’’ para el país. La prensa alemana sacó el mayor provecho de los
asuntos tratados en la conferencia, acusando a los países occidentales de hipocresía,
porque aunque profesaban solidaridad se negaban a abrir sus puertas.
Fue muy poco lo que Roosevelt pudo conceder a los judíos estadounidenses, al no darles
nada como judíos estaba comprobado su estatus como estadounidenses. Lo que más
en el mundo deseaban aquellos judíos americanos, era el reconocimiento como
estadounidenses, y eso fue todo lo que pudo darles Roosevelt, pero para ellos fue más
que suficiente. Aunque todo parecía que se estaba perdiendo, la Republica Dominicana
ofreció su ayuda hacia esta terrible situación, cuyo ofrecimiento fue inesperado. Trujillo
solo dejaría a entrar a los exiliados alemanes, con la condición de cultivar la tierra cedida
por el Gobierno. La decisión de permitir entrar a los judíos, sólo ganó el impulso suficiente
tras la tormenta internacional que provocó ‘’el corte’’ y después de que Roosevelt le haya
ofrecido la oportunidad a Trujillo para entrar en Evian. Sosúa se convirtió en un elemento
clave de la estrategia de Trujillo para reparar el daño causado por ’’el corte’’ y para lograr
que Washington hiciera concesiones.
En cuanto se corrió la voz sobre la oferta de Trujillo, los consulados dominicanos de toda
Europa se vieron asediados por los refugiados. Para hacer frente a la marea de
solicitudes y asegurar que el país recibía el tipo de colonos que requería y no aquellos
con escaso interés en la agricultura, las autoridades dominicanas tuvieron que revisar,
en primer lugar, el indefinido código de inmigración.
Más que el rescate de los judíos, Trujillo tenía en mente la colonización, la inmigración y
la dominicanización, de las fronteras del país con Haití eran estrategias
complementarias, elaboradas para favorecer la base demográfica a lo largo de la frontera
occidental, con la esperanza de querer crear una barrera protectora contra la inmigración
haitiana en el futuro
Trujillo estuvo por mucho tiempo bajo una doctrina racista en el entrenamiento como
cadete por los Marines en la Academia Militar de Haina durante la ocupación
norteamericana. Se cree que por esos motivos, él consideraba la mejora de la raza más
allá del terreno puramente ideológico. El sentía mucha admiración hacia los nazis, pero
él era consciente de que el gobierno de los Estados Unidos no iba a pasar por alto su
relación con Hitler. Nunca permitió que la ideología se interpusiera a sus propios
intereses; hizo lo que tuvo que hacer y con quien tuvo que hacerlo, ya fueran refugiados
judíos, funcionarios del Departamento de Estado estadounidense, diplomáticos nazis o
políticos haitianos, siempre y cuando él obtuviera beneficio con el intercambio o viese
reforzada su capacidad para permanecer en el poder.
A Rosenberg y a Rosen les pesó enormemente la vital responsabilidad de decidir a quién
admitir. Los compromisos eran inevitables, aquellos elegidos estaban a menudo muy
lejos del robusto ‘’material humano’’ que les habían prometido a las autoridades. El
complicado proceso de seleccionar a los colonos de los campos de concentración
arrojaba resultados irregulares. Por tanto tan solo un puñado de los refugiados tenía
experiencia alguna como agricultores. En su desesperación por dejar Europa, con
frecuencia les dijeron a los agentes de la DORSA lo que querían oír: que estaban
dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para adaptarse a un nuevo modo de vida.
Luego de que los judíos que huían de la masacre nazi se establecieran, se formó una
nueva y próspera ciudad que aún hoy existe. Mucha de la ayuda que fue recibida
provenía de Estados Unidos, precisamente mediante el programa '’Dominican Republic
Settlement Association'’.
Los judíos que consiguieron llegar al país, aún a pesar de las múltiples restricciones que
encontraron en sus viajes desde Europa, hallaron una tierra en el que no eran
perseguidos y podían desarrollar sus vidas con normalidad. Poblaron la zona de Sosúa,
lugar en la que pudieron fundar escuelas, hospitales, entre otras cosas, formando una
ciudad en lo que antes era una tierra abandonada. En la actualidad sigue existiendo una
muy importante comunidad judía en este municipio.
Lo último que las autoridades deseaban era ciudadanos en tránsito que no tenían interés
en la agricultura y que consideraban su isla como un lugar de paso hacia los Estados
Unidos. El tener que aceptar a un considerable número de no colonos, no era algo
favorable.
Es admirable el proyecto de Crimea, que estaba cargado de simbolismo para los que
creían de verdad, como Rosenberg y Rosen. Era una oportunidad de oro para probarles
a los críticos, de una vez por todas, que los judíos eran algo más que prestamistas y
comerciantes; que podían tener éxito si se les daba la oportunidad. A pesar de las
creencias generalizadas de que los judíos no tenían aptitudes para ser agricultores, hubo
líderes que se vieron alentados por el libro de William Kirsch que defendía la colonización
como remedio a todos los males de la vida urbana.
Después de tanto esfuerzo, lamentablemente, las explotaciones agrarias colectivas
fueron aniquiladas casi por completo cuando el Ejército nazi invadió Crimea en 1941.
Algunos moradores de las granjas judías en Crimea fueron evacuados al este, otros
fueron abandonados o fueron enviados a las cámaras de asesinados por el Ejército
Alemán. A pesar de que las intenciones de Trujillo no eran nobles, el tan solo ofrecerle a
esos cien mil refugiados un hogar, era algo que llenaba de felicidad a cada uno de esos
judíos. La Dorsa fue la institución que organizó su llegada al país. Administrada desde
Estados Unidos, la Dorsa estableció un sistema de representación en Sosúa, encargado
de aprobar la entrada de inmigrantes y prestarle ayuda en el proceso de su
establecimiento.
Lo europeos refugiados se esforzaban por superarse cada vez más, cultivando: tomates,
maíz y bananas. Por otro lado trabajan en conjunto para cortar árboles con una sierra
doble y labrando el campo con la azada. Muestreándoles a los que los tildaban como
‘’cargas o parásitos’’ lo grandes cosas que podían hacer y la capacidad que tenían. El
progresivo proyecto de colonización transformó ingenieros y abogados urbanitas judíos
en modernos y productivos agricultores. Sosúa, era una victoria trascendental que
conllevaba enorme prestigio tanto dentro del país como en el extranjero.
Al principio La decisión de la Dorsa de acceder a la petición del Gobierno dominicano y
darles prioridad a los jóvenes solteros no logró generar las uniones deseadas. Lo que sí
ocasionó fueron serios problemas morales. Tan solo nueve de los colonos se casaron
con dominicanas en los seis primeros años lo que creó un amplia aparición de solteros
elegibles, con capacidad potencial de movilidad, que en general tenían menos
compromisos con el proyecto.
Sosúa nunca cumplió las aspiraciones ‘’raciales’’ de Trujillo. Ciertamente la colonia
tampoco cumplió las expectativas de Trujillo, pero la lealtad fue su propia recompensa,
ya que le garantizó el continuo apoyo de Estados Unidos. Su mandato no fue desafiado,
lo que siempre fue su prioridad.

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