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(ARTICULO 1)

El desarrollo de los individuos no se da en forma aislada, ya que viven y se relacionan


con una compleja red de sistemas interconectados, como la escuela, la familia, los
grupos de pares y otras instituciones o situaciones que influyen en forma directa o
indirecta en el desarrollo de las personas, y cuyas características pueden convertirse
tanto en factores protectores (ver más adelante) como de riesgo. Es así como
actualmente se considera la situación de “estar en riesgo psicosocial” como un estado
complejo, que es definido por la intervención de múltiples situaciones.
(ARTICULO 2)
La delincuencia es un fenómeno mundial, pues se extiende desde los rincones más
alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde
las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres. Es un problema que se da en
todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización. Es como una plaga
que se ha extendido por todas partes, robos, tráfico de drogas, actos de terrorismo,
violaciones, asesinatos, violencia callejera, amedrentamiento ciudadano, etcétera.
(ARTICULO 3)
Perfil del delincuente juvenil.
La doctrina especializada está haciendo hincapié en los últimos años, en la importancia
de subrayar los aspectos cognitivos interpersonales en la descripción del carácter el
delincuente juvenil, como una prometedora vía tanto para establecer eficaces
programas de prevención como para elaborar modelos educacionales que permitan una
eficaz recaudación.
(ARTICULO 4)
Algo queda suelto en esta línea explicativa que nos impide generalizar el criterio. Lo
mismo habría que decir respecto a los datos que relacionan delincuencia con población
inmigrada de regiones menos desarrolladas. El hecho en sí de la inmigración no se
puede considerar desencadenante de la conducta delictiva: ni todos ni sólo los jóvenes
inmigrantes son los que delinquen. Ni siquiera nos sirve como fenómeno asociado a la
falta de empleo comentada antes, aunque sin duda desempleo e inmigración son
fenómenos íntimamente relacionados entre sí.
(ARTICULO 5)
Las causas, hay que cifrarlas en “un claro descenso en el grado de competencia
emocional”, considerando como ámbitos en los que se han producido “un franco
empeoramiento” los siguientes: marginación o problemas sociales (tendencia al
aislamiento, a la reserva y al mal humor, falta de energía, insatisfacción y dependencia);
problemas de atención o de razonamiento (incapacidad para prestar atención y
permanecer quieto, ensoñaciones diurnas, impulsividad, exceso de nerviosismo que
impide la concentración, bajo rendimiento académico, pensamientos obsesivos);
ansiedad y depresión (soledad, excesivos miedos y preocupaciones; perfeccionismo,
falta de afecto, nerviosismo, tristeza y depresión); delincuencia o agresividad (relaciones
con personas problemáticas, uso de la mentira y el engaño, exceso de justificación,
desconfianza, exigir la atención de los demás, desprecio por la propiedad ajena,
desobediencia en casa y en la escuela, mostrarse testarudo y caprichoso, hablar
demasiado, fastidiar a los demás y tener mal genio).
(ARTICULO 6)
La cuestión de la delincuencia juvenil está atravesada por discursos de orden, por lo
político y el reforzamiento del poder y del estado, todo eso lo sintetizamos al decir en
adelante que es una cuestión de control social. Esta ofensiva ideológica está asociada
con la ofensiva política neoliberal (o neoconservadora, si se quiere), que atraviesa a
toda la sociedad en una escala internacional y que no es otra cosa que la envoltura
ideológica y discursiva de las políticas de reacomodamiento hegemónico motorizadas
por sectores del capital transnacional que somete y renacionaliza a los estados
nacionales en términos de una sociedad “globalizada” y de “mercados libres”.
(ARTICULO 7)
Cuando se habla de delincuencia en el país, algunos tienden a vincular estos hechos
con población juvenil. Sin embargo, se sabe que la mayor parte de quienes cometen
delitos no son menores de edad. De acuerdo a la estadística de Carabineros de Chile,
en el año 2009, en el país se detuvo a 523.308 personas por diversos delitos; de éstas,
48.902 eran menores de edad (9,3%).
(ARTICULO 8)
Los jóvenes no son un grupo homogéneo, más bien el concepto juventud encierra en sí
mismo la suma de numerosos grupos, muy distintos entre sí, que algunas veces llegan
a ser hasta antagónicos. Por ejemplo, es un hecho que no todos los deportistas son
jóvenes y que no todos los jóvenes son deportistas; sin embargo, el deporte es una
actividad ligada intrínsecamente a la juventud. De la misma forma, no todos los jóvenes
son delincuentes ni todos los delincuentes son jóvenes, pero, al igual que en el ejemplo
anterior, existe cierta tendencia construida socialmente que, con frecuencia, relaciona
estos dos conceptos hasta llegar a hablar específicamente de una "delincuencia juvenil":
¿qué tan real es esta percepción?, ¿es sano para una sociedad pensar así de sus
"hombres y mujeres del mañana"?, ¿cuáles son los efectos que tienen este tipo de
interpretaciones sociales?
(ARTICULO 9)
Sabiendo dónde sucede y se concentra el delito, una de las cuestiones que se han
planteado los investigadores es cómo y por qué confluyen en dichos puntos víctimas y
delincuentes. Prestando atención a las características de trayecto recorrido por los
infractores hasta el lugar del suceso, es posible saber si los delitos tienden a ocurrir en
torno a los lugares donde residen y pasan gran parte de su tiempo, o en zonas más
alejadas de su cotidianeidad, lo cual supone un paso importante en la comprensión de
las dinámicas delictivas pues informa acerca de cuestiones tales como el grado de
planificación de los delitos.

(ARTICULO 10)
En las últimas décadas se ha experimentado en el ámbito internacional un aumento de
la delincuencia en general y de la delincuencia juvenil en particular. Además, señalan
que los delitos cometidos por los jóvenes han cambiado de naturaleza, haciéndose un
poco más violentos, con algo más de probabilidad de ser cometidos por mujeres jóvenes
y culminando en los últimos años de la adolescencia en vez de en los intermedios.
(ARTICULO 11)
Para entender cómo es que se produce efectivamente la constitución identitaria de los
jóvenes delincuentes y comprender además la participación de lo corporal y sensorial
en este proceso constitutivo es imprescindible volver por un momento a la noción de
flow. Esto porque, justamente, la identidad de los jóvenes delincuentes no puede
disociarse de la incorporación y naturalización de ciertas técnicas corporales que
definen sus maneras de ser en el mundo. La adquisición de estas técnicas forma una
parte fundamental del proceso de construcción de su identidad, y el uso de esas técnicas
es la expresión (acting out) más común de esa identidad.
(ARTICULO 12)
El punto de partida puede ser el preguntarse sobre hasta qué punto puede hablarse de
alguna especificidad del delito juvenil. Aunque vemos con desconfianza esa búsqueda
de particularidades a toda costa, casi una condición a priori de la mayoría de las
investigaciones académicas más como autojustificación que, como requisito del método
científico, hay que resaltar que está involucrado en un contexto singular. Nos referimos
a que es un tema puesto en el tapete constantemente por los medios de difusión pública
y encuentra resonancia en casi todas las instituciones, especialmente en el estado y las
instituciones políticas.
(ARTICULO 13)
La delincuencia, en definitiva, no es un fenómeno plenamente objetivable. Se puede
contabilizar con cierta exactitud el número de personas que se hallan desempleadas,
indocumentadas, marginadas, etc., pero la delincuencia no posee una naturaleza tan
meridianamente objetiva. Los delitos que se producen en una ciudad, en un país, en un
continente, no se pueden cuantificar sin margen de error, sino que su magnitud va a
depender de los dos factores que acabamos de mencionar: de cuántos
comportamientos delictivos se realicen y de cuánto control social se produzca sobre
ellos.
(ARTICULO 14)
La delincuencia es uno de los problemas sociales en que suele reconocerse una mayor
necesidad y posible utilidad de la psicología. Las conductas antisociales de los jóvenes,
el maltrato de mujeres, las agresiones sexuales, el consumo de alcohol y otras drogas
vinculados a muchos delitos, la exclusión social y la frustración como base para la
agresión, o el terrorismo, crean extrema desazón en las sociedades y urgen una
comprensión más completa que se oriente hacia su prevención. Aunque todos estos
fenómenos tienen un origen multifactorial, algunas de sus dimensiones psicológicas son
claves al ser el sujeto humano el que realiza la conducta antisocial. En los
comportamientos delictivos se implican interacciones, pensamientos y elecciones,
emociones, recompensas, rasgos y perfiles de personalidad, aprendizajes y
socializaciones, creencias y actitudes, atribuciones, expectativas, etc.
(ARTICULO 15)
La preocupación por el delito o la delincuencia va referida a la estimación general que
tienen los ciudadanos de la seriedad del problema de la delincuencia. Tal juicio, que se
supone cognitivo, no se sustenta en la sociedad española sobre la necesaria y adecuada
información, debido a la política de falta de transparencia y hermetismo de las
instituciones públicas con respecto a los datos oficiales sobre la delincuencia, como no
dejan de denunciar los criminólogos.

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