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La meritocracia dentro del sistema educativo

mexicano.

El sistema educativo es sin duda uno de los sistemas más complejos y perfectibles
debido a los diversos factores que intervienen en su construcción, por este motivo
es fundamental conocer las problemáticas inmersas para mejorar su labor. Diversas
practicas incorrectas que se llevan a cabo dentro afectan la funcionalidad de esta,
una de ellas tiene su origen debido al desconocimiento o significado de las acciones
propuestas por el sistema educativo para mejorar la imagen del docente, por
ejemplo, la palabra “merito”.
Dentro del ámbito educativo se nos ha indicado que a base del “merito” un profesor
podrá obtener el reconocimiento tan anhelado a su trabajo o ascenso, pero cuando
se desconoce el significado u objetivo real de esta acción se pierde la esencia
fundamental de la misma, convirtiéndose meramente en “meritocracia mexicana”
o “jerarquía”.
Leyendo a diversos autores que favorecen o critican el mérito, ninguna definición
coincide con el mérito que en nuestro país se lleva a cabo como acción, por eso me
he tomado el atrevimiento de llamarla “meritocracia mexicana” debido a que
hemos modificado dicha palabra hasta desaparecer su objetivo primordial, el cual
consiste en permitir que cada individuo se convierta en la mejor versión de sí misma
como comentaba Michael Young.
En el interior de las instituciones hemos convertido el “merito” meramente en
ganarse al jefe a cuesta de lo que sea”, o como lo menciona el darwinismo social,
“sociedades agresivamente competitivas”; lo cual se interpreta dentro nuestro
sistema educativo como realizar actos deplorables en contra de los colegas para
obtener un puesto lo cual consiste en, chismes, lustrar zapatos, seguir indicaciones
sin tener derecho a opinar, atacar compañeros a diestra y siniestra, entre muchas
otras; estas acciones obstaculizan el crecimiento de las instituciones debido a que
nos limitamos a obedecer puntualmente, arrancándonos el derecho de opinar y
construir una mejor educación para los beneficiarios únicos, el alumnado. Es
redundante mencionar a cada momento la palabra “merito” pero en realidad el
sistema educativo desconoce el significado u objetivo de esta, el hecho de ganar un
puesto o reconocimiento de la población a partir del “merito” no es aplastar todo lo
que se encuentre a tu alrededor para poder encontrarte en un lugar privilegiado y
obtener beneficios que muchos otros no tienen.
El mérito va más a allá de lo que como burócratas consideramos; se refiere a la
construcción de una sociedad sin desigualdad de oportunidades, implica inteligencia
y esfuerzo, en la cual no esté inmerso el nepotismo, la corrupción, el compadrazgo
y la acción de lustrarle los zapatos al jefe para obtener un lugar en el cual me creo
privilegiado. El crecimiento profesional debe ser encaminado al desarrollo de la
inteligencia y a las acciones que muestren resultados positivos dentro del entorno
laboral.
No solo es modificar la percepción que tenemos del mérito de igual forma se debe
cambiar la imagen del jefe todo poderoso que puede interpretar y ejecutar las
normas a su conveniencia ya que si cambia la imagen de este, monitoreando su
desempeño psicológico, laboral y pedagógico más de cerca, el docente podrá
observar desde otro panorama en que consiste la función de cada actor educativo
y la finalidad de estos.
Existe hoy en día un papel fundamental para las autoridades educativas el cual
consiste en informar correcta y objetivamente a cada uno de los integrantes
educativos, dejando de lado la ambigüedad con la que se maneja constantemente
realizando protocolos eficaces y eficientes que dejen claro el objetivo del mérito.
Como menciono al principio el sistema educativo es perfectible y se puede guiar a
la mejora siempre y cuando exista información adecuada, puntual, monitoreo y
protocolos adecuados para guiar el cambio necesario del actual modelo educativo.

Reyna Martínez Flores

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