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Adriana A. Billone
[1]
INTRODUCCIÓN
Este trabajo intentará dar cuenta del trabajo de transposición del cuento
tradicional “Caperucita Roja” desde las versiones de Perrault (publicada en 1697) y los
hermanos Grimm (publicada en 1812) a dos versiones líricas: una de Gabriela Mistral
(que data de 1925/26) y otra propia, escrita en 2002.
Decidí tomar las dos versiones recopiladas de la tradición oral más difundidas, las
cuales han servido de base para posteriores ediciones de la obra.
En cuanto al pasaje del género narrativo al lírico, la única versión a la que pude
acceder que constituye realmente una transposición, es la de Gabriela Mistral. Lo mismo
puedo decir de la propia, que decidí incluir para tener la oportunidad de confrontar dos
trabajos de transposición que parten de la misma fuente y derivan en obras del mismo
género, ostentando evidentes diferencias en el producto.
Mi hipótesis es que el proceso de transposición es bien distinto en ambos casos, y
que muchas diferencias están dadas por el contexto-histórico social que rodea el proceso
de producción. Incluso haré referencia (sin analizarla extensamente) a la transposición
de la oralidad al género narrativo, realizado de distinto modo por los recopiladores
citados, también en razón de sus contextos.
En resumen: hay aquí en danza cinco versiones del mismo texto: las versiones
narrativas de Perrault y los Hnos. Grimm; las versiones líricas de Gabriela Mistral y la
mía. Y por último, como material subyacente a todas ellas, la versión oral anónima
tradicional, que intentaré recuperar a través de otros recopiladores: Paul Delarue y
Marie-Luise Tenèze.1
a) LA VERSIÓN ORAL
1
Paul Delarue y Marie-Luise Tenèze: “Le Conte populaires française” (París, 1976) 3 vols. El texto se ha tomado del
libro “La gran matanza de los gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa” de Robert Darnton
(pag.15-16), editado por el Fondo de Cultura Económica, México, 1987, novena reimpresión 2013.
2
Op. Cit. Pag. 15 y 16.
[2]
Cuentos de la abuela
Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela.
Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó adonde se
dirigía.
El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su
sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un platón. Después se vistió
con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó a la puerta.
– Entra, hijita.
La pequeña niña comió así lo que se le ofrecía; mientras lo hacía, un gatito dijo:
Cada vez que se quitaba una prenda (el corpiño, la falda, las enaguas y las medias), la
niña hacía la misma pregunta; y cada vez el lobo le contestaba:
[3]
– Para poder cargar mejor la leña, hijita.
“Es un universo sin ton ni son. La desgracia llega fortuitamente. Como la peste negra, no puede
predecirse o explicarse. Sencillamente, debe soportarse. Más de la mitad de las 35 versiones
registradas de “Caperucita Roja” terminan como la versión que contamos antes, en la que el lobo
se come a la niña. Ella no ha hecho nada para merecer ese destino; porque en los cuentos
campesinos, a diferencia de los de Perrault y de los Grimm, ella no desobedece a su madre, ni
deja de leer las señales de un orden moral implícito que están escritas en el mundo que la rodea.
Sencillamente camina hacia las quijadas de la muerte. Este es el carácter inescrutable, inexorable
de la fatalidad que vuelve los cuentos tan conmovedores, y no el final feliz que con frecuencia
adquirieron después del siglo XVIII.
Ya que ninguna moral tangible gobierna el mundo en general, la buena conducta no determina el
éxito en las villas ni en los caminos […].”
3
Darnton, Robert. Op. cit; pág. 62.
[4]
a) LAS VERSIONES NARRATIVAS. Transposición de la versión oral a versiones
escritas.
1. Versión de Charles Perrault:
El Lobo se puso a correr con todas sus fuerzas por el camino más corto y la niña se fue por el
camino más largo, y se entretuvo en recoger avellanas, en perseguir mariposas y en hacer ramitos
con las flores que encontraba.
El Lobo no tardó mucho en llegar a casa de la abuela.
Golpeó: toc, toc.
– ¿Quién es?
[5]
– Soy su nieta, Caperucita Roja -dijo el lobo, disimulando la voz. Le traigo una torta y un tarrito
de manteca, que le manda mi mamá.
La buena abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
– Suelta la clavija, la aldaba cederá.
El Lobo soltó la clavija, y la puerta se abrió. Se arrojó sobre la buena mujer y la devoró en menos
de un instante, porque hacía más de tres días que no comía. Luego cerró la puerta para esperar a
Caperucita Roja, que, un rato después, llegó y golpeó a la puerta: toc, toc.
– ¿Quién es?
Caperucita Roja, que oyó la voz ronca del Lobo, tuvo miedo al principio pero, creyendo que la
abuela estaba resfriada, contestó:
– Soy su nieta, Caperucita Roja. Le traigo una torta y un tarrito de manteca, que le manda mi
mamá.
El Lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
– Suelta la clavija, la aldaba cederá.
Moraleja
Bien se ve aquí que los niños pequeños,
y las niñas, sobre todo,
hermosas, gentiles y buenas mozas
no deben prestar oídos a cualquier persona.
Y no es extraño
que sean tantas las que el Lobo coma.
Digo el Lobo, pero no todos los lobos
son de la misma calaña:
los hay que muy lisonjeros,
sin ruido, odio ni saña,
dulces, complacientes y amansados
siguen a las muchachas
por las calles, a sus casas.
¿Y quién ignora que estos lobos zalameros
son el peligro más certero?
[7]
Ilustraciones: Les Contes de Perrault, por Gustave Doré. Paris: J. Hetzel, 1867
[8]
En esta versión de “Le petit Chaperon rouge”, literalmente “El Chaperoncito rojo”
(elemento incluido por primera vez en la historia por este autor), Perrault suprime
escenas de la leyenda original poco apropiadas para la corte de Versalles, como cuando
el lobo invita a la niña a comer algo que ella no sabe que son los restos de su abuela. El
canibalismo y lo escatológico desaparecen, por tanto, del texto de Perrault, pero no la
crueldad, pues el lobo devora tranquilamente a la niña. Es el único de sus cuentos que
termina mal. Y es así para que sirva de lección a las niñas en sus encuentros con
desconocidos, tal y como se lee en la moraleja final, la cual es consecuente con el sentido
sexual incipiente de la historia:
“– Ponme la torta y el tarrito de manteca sobre la hucha y ven a acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desvistió y se metió en la cama. Allí se sorprendió mucho al ver
cómo resultaba ser su abuela sin ropa. …”.
Aún con sus evidentes distinciones de rasgo social y circunstancia geográfica,
Darnton4 afirma que hay un rasgo común entre los campesinos y Perrault. En principio,
comparten una tradición narrativa, ya que era habitual que las viejas sirvientas contaran
estas historias a los hijos de sus señores; y más allá de esto, una posición frente a la vida
que era común en la Francia de la época y que se sostuvo parcialmente hasta nuestros
días: la indiferencia irónica y la desilusión como estrategias defensivas, que resultan
adecuadas, tanto para los campesinos oprimidos como para un país ocupado por el
enemigo.
4
Darnton, R. Op. Cit. Págs. 70 a 72
[9]
2. Versión de Jacob y Wilhelm Grimm:
[10]
[11]
[12]
[13]
[14]
[15]
Jacob (1785- 1863) y Wilhelm (1786- 1859) Grimm
La figura del cazador es introducida por vez primera por Tieck y, aunque no logra
salvar a Caperucita y a la abuela, sí mata al lobo.
Entre los principales cambios introducidos por los Grimm, se pueden señalar: la
inclusión de nexos lógicos más fuertes –en línea con la mentalidad burguesa corriente y
su moral–, cortes de episodios truculentos, y una acentuada transmisión de virtudes
como la sencillez, la modestia, y la caridad; también la inteligencia que vence a la fuerza
bruta. Los finales son siempre felices y sus cuentos incluyen algunos elementos
descriptivos, más propios de la escritura literaria que de las versiones orales que les
dieron origen. La recopilación final, de 210 cuentos, publicada en 1857, conocida con el
nombre de “Cuentos de Hadas de los Hermanos Grimm”, no presenta el folklore del
pasado, sino todo lo contrario: los relatos para una nueva época, dirigidos, por vez
primera, a los niños.
Caperucita Roja de los Hermanos Grimm debió componerse entre 1806 y 1811 e
introduce ya importantes modificaciones con respecto a la versión de Perrault de 1697:
[17]
• El lobo se pone las ropas de la abuela después de devorarla (la desnudez
desaparece) y se mete en la cama de ésta. Además, Caperucita no se acuesta en la
cama con el lobo.
• Se añade otro final más al cuento (en las ediciones posteriores a la primera)
donde un segundo lobo es escarmentado por Caperucita y su abuela y acaba
ahogado. Este segundo final nos proporciona una imagen de la mujer que
contrasta con las ideas de feminidad dominantes en la época: Caperucita y su
abuela son aquí mujeres hábiles, no un par de mujeres indefensas que necesitan
ser rescatadas. Sin embargo, lo más notable de este epílogo no es la lección en sí
misma, sino el hecho de que se omita en las traducciones populares del cuento y
que incluso hoy sea prácticamente desconocido.
[18]
b) LAS VERSIONES LÍRICAS
[19]
De entre la cofia salen las orejas monstruosas.
«¿Por qué tan largas?», dice la niña con candor.
Y el velludo engañoso, abrazado a la niña:
«¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor».
LA AUTORA Y LA OBRA
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, llamada Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de
abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una poetisa, diplomática y pedagoga
chilena. Su poesía, llena de emoción y misticismo, influyó en la obra de Pablo Neruda y Octavio
Paz. En 1945 se convirtió en la primera iberoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura.
Posteriormente, en 1951, se le concedió el Premio Nacional de Literatura. Hija de un profesor
rural, Gabriela Mistral tenía vocación por el magisterio, pero no pudo estudiar para ello pues no
tenía dinero. Su fama como poetisa comenzó en 1914 luego de haber sido premiada en unos
Juegos Florales por sus –Sonetos de la muerte. A este concurso se presentó con el seudónimo
con el que actualmente se la conoce.
Gabriela Mistral escribe entre 1924 y 1926, una serie de cuentos infantiles versificados, inspirada
en las versiones escritas por Charles Perrault en el siglo XVII francés. Son ellos: La Cenicienta,
La Bella Durmiente del Bosque y Caperucita Roja, aunque también agrega a la serie Blanca Nieve
en la casa de los enanos, inspirada en el cuento recopilado por los hermanos Grimm.
Ejemplo:
[21]
b) El uso del hipérbaton responde, por supuesto, a cuestiones rítmicas; pero
también sirve a los fines de remitir al lector adulto a la poesía culterana, muy del gusto
de los modernistas.
La adjetivación es obvia en casi todos los casos, pero cumple bien su función de
sugerir candidez por su misma obviedad.
Entre los recursos utilizados por la autora se cuentan, además de la metáfora y las
comparaciones, algunas metonimias: “Le tiemblan en la mano gajos de salvia en flor”,
donde la acción de temblar se traslada de la mano a los gajos; también varias hipérboles:
“Tiene el corazoncito tierno como un panal”, “El Lobo fabuloso”. Las últimas estrofas
están construidas en su mayoría con antítesis6, sarcasmos7 y paralelismos8.
En general, todo el poema opera como una antítesis con función hiperbólica: a la
fragilidad y la inocencia de Caperucita, se oponen el salvajismo y la falsedad del Lobo.
Sus 12 estrofas, podrían dividirse en tres series de cuatro estrofas cada una. En la
primera serie, se presentan los dos protagonistas: Caperucita y el Lobo. Este último
identificado con el calificativo de “traidor”, que aparece con Mayúsculas y reemplazando
al sujeto, constituyéndose como nombre propio de este último (antonomasia).
6
“Y el viejo Lobo ríe, y entre la boca negra / tienen los dientes blancos un terrible fulgor”
7
«Corazoncito mío, para mirarte bien...»
8
“El cuerpecito tierno le dilata los ojos. / El terror en la niña los dilata también.”
[22]
En las cuatro obras hay un narrador omnisciente en tercera persona (por lo tanto,
extra y heterodiegético), con la siguiente salvedad: en Perrault, al narrador en 3ª.
persona le sigue un narrador en 1ª. que enuncia la moraleja.
La obra de los Grimm, por su parte, aún cuando no presenta una moraleja final,
viene incluida en un libro de “Cuentos para los niños y el hogar”, a pesar de que esta no
era la finalidad original del trabajo de recopilación. Esto motiva la supresión del
contenido sexual más evidente y el cambio del final. Aquí Caperucita es una niña, no una
jovencita, y el contenido, al modo de las fábulas, enseña las consecuencias de la
desobediencia a los mayores. El Lobo representa entonces los peligros del mundo
externo, en contraposición a la protección del entorno familiar.
[23]
Cabe preguntarse a esta altura, qué símbolos hay detrás de los personajes de G.
Mistral, y creo que la clave está en el último verso: “ha exprimido como una cereza el
corazón.”
No hay aquí, entonces, intención educativa; tal vez por eso desaparecen la Madre
-que tenía en la versión de los Grimm esta función-, y la moraleja, que cumplía igual
función en Perrault. Los valores se dan por sentados (nadie dudaría de que Caperucita es
como debe ser y el Lobo es malísimo). Lo que prevalece, es la voluntad de conmover al
lector.
9
“y ha molido las carnes, y ha molido los huesos, / y ha exprimido como una cereza el corazón...”
[24]
2. Caperucita (A. A. B.)
Caperucita
sale a dar de comer a los pájaros del bosque
si se la ve de lejos
parece
otra cosa
un animalito un hada una planta que se mueve
pero no es nada de eso
a Caperucita
le crecen plantas en el corazón y necesita el bosque
para tener dónde hacerlas
crecer
así que como siempre
hace de cuenta
que es educada
aparece el lobo
se acerca
huele la sangre en el hocico
ve
que el pelaje está sucio que trae la noche
dentro del cuerpo y en los ojos
[25]
imagina los pájaros triturados primero por las garras
después por los dientes y la lengua
que se detiene a recoger la sangre
sobre el pasto
siente que va a llorar
que le duele el estómago
que una planta nueva se puso a crecerle por dentro justo ahora y no la puede
sacar ahora no porque el lobo la mira
y le habla
no corre
cuando abre la puerta ya sabe que la abuela no está que los dientes tan grandes las
orejas tan grandes y el hocico
cuando entra
ve los frascos rotos por el suelo las ventanas arrancadas de cuajo el mantel a
cuadritos arrugado y sucio en un rincón
el miedo que fue de la abuela le muerde la cara hasta dejarle
la mueca de sonrisa conque enfrenta al lobo
y otra vez
cumple
pregunta estupideces igual que si hablara con la abuela
como si no supiera de las lágrimas y la planta no apretara el corazón semilla
estrangulada partida en dos ahogada entre las hojas y los tallos y las lágrimas que
tragaron al mundo
no hay más bosque para ella
ella quiere
que nadie más llore
que el lobo no tenga más hambre
que no esté tan solo
que los pájaros vuelvan a comer las semillas
que la abuela susurre para ella los cuentos
y no duela
tanto
por eso
aunque oye al cazador
no grita
tiene miedo
de que el lobo se quede con hambre
LA OBRA
El poema es el primero de una serie de doce, realizados todos con base en cuentos
de hadas famosos. En este caso, no se hizo referencia a una versión en particular, sino al
sustrato recibido en forma oral en la infancia.
Las figuras retóricas que más abundan -además de la prosopopeya que supone la
humanización del Lobo-, son las enumeraciones (simples y caóticas)10, las
comparaciones11 y las repeticiones, como la concatenación12, los paralelismos,
10
“las ventanas cerradas la ropa con olor a naftalina el mantel a cuadritos”
11
“contesta igual que si fuera inocente”, “pregunta estupideces igual que si hablara con la abuela”
12
“le dijeron que fuera a la casa de la abuela / la abuela tiene siempre
[27]
correlaciones13 y anáforas14. Todas operaciones de adjunción. En el caso de la repetición
“no/tampoco hay/habría (más) bosque”, se busca enfatizar: tiene función de producción
de sentido. Es de hacer notar que en los textos narrativos que originan este texto poético
también hay repeticiones. Esta es una característica muy propia de los relatos
tradicionales, y si bien en las versiones de Perrault y los Grimm casi se limita al diálogo
final entre Caperucita y el Lobo, en la versión recogida de fuentes orales, dicho diálogo -
construido en base a paralelismos y repeticiones-, ocupa la mitad de la narración.
La repetición, además de enfatizar sirve para marcar un ritmo y suele tener efecto
de encantamiento, en tanto que las enumeraciones sirven a fines descriptivos. Así, el
ritmo en el poema alterna con accelerandos en los versos largos, donde las
enumeraciones sugieren vértigo y bruscas detenciones marcadas por los versos más
breves. A partir del verso 66, el ritmo se modera y va desacelerándose hasta el final.
Entiendo que la mayor parte del poema funciona como una hipotiposis,
presentando una visión detallada, vívida e incluso dramática, de lo narrado.
En esta obra, si bien también tenemos un narrador en tercera persona, hay una
diferencia fundamental con las anteriores, en tanto se trata de una tercera focalizada
13
“que la abuela no está que los dientes tan grandes las orejas tan grandes”
14
“que nadie más llore / que el lobo no tenga más hambre / que no esté tan solo / que los pájaros vuelvan a comer
las semillas”
15
“parece / otra cosa / un animalito un hada una planta que se mueve / pero no es nada de eso”
“contesta igual que si fuera inocente”
16
“porque se inundaría todo con las lágrimas”
17
“trae la noche / dentro del cuerpo y en los ojos
18
“distraída, tal vez, pero educada”
[28]
interna, constituyendo un narrador extradiegético y homodiegético (narra desde dentro,
como si se tratara de una primera persona)19.
Diría R. Barthes:
“La desintegración del signo —que parece ser realmente el gran problema de la
modernidad— está por cierto presente en la empresa realista, pero de un modo en
cierta forma regresivo, puesto que se lleva a cabo en nombre de una plenitud
referencial, en tanto que hoy, por el contrario, se trata de vaciar al signo y de hacer
retroceder infinitamente su objeto hasta cuestionar, de un modo radical, la estética
secular de la «representación». El efecto de realidad. Roland Barthes, en “Lo verosímil”.
Ed. Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires (1970)
Lo que está en juego entonces, es una presentación que busca producir un efecto
de realidad.
¿En qué consiste esta tragedia? ¿Qué simboliza el bosque? En principio, sería el
lugar donde podrían realizarse los deseos de Caperucita: “que nadie más llore / que el
lobo no tenga más hambre / que no esté tan sólo / que los pájaros vuelvan a comer las
semillas / que la abuela susurre para ella los cuentos / y no duela / tanto”. Si
Caperucita hubiese sido religiosa, esta habría sido la oración que compusiera para su
Dios, pero no es el caso. Esta Caperucita tampoco es inocente, aunque finge que lo es.
19
Para ahondar en el uso de la tercera persona focalizada interna, ver “LA TERCERA PERSONA DESDE LA
FOCALIZACIÓN INTERNA: SU EQUIVALENCIA CON LA NARRACIÓN EN PRIMERA PERSONA” PILAR RUBIO MONTANER
Universidad de Valladolid, online: http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:Epos-151316B1-F8F5-C6BB-F56B-
561A65560583/Documento.pdf
[29]
Conoce la brutalidad del mundo, y frente a ello toma una decisión. Adopta una posición
existencialista.
Un paso más: el registro lingüístico, natural y fluido aún siendo poético, no sólo
responde a una posible Caperucita infantil, sino que hay expresiones y referencias que
denotan un contexto local y actual20.
Del universo presentado en esta versión, podría decirse lo que decía Darnton del
de la versión oral:
“Es un universo sin ton ni son. La desgracia llega fortuitamente. Como la peste negra, no
puede predecirse o explicarse. Sencillamente, debe soportarse.”21
Sin embargo, ocurre otra cosa: Caperucita toma decisiones basándose en lo que
quiere, y es consecuente con ello. Se vuelve, entonces, una figura redentora (esto es
apreciable en el dar a comer su carne en sacrificio), destinada probablemente al fracaso
en sus objetivos; pero que conserva, no obstante, la libertad de elegir.
20
“la ropa con olor a naftalina el mantel a cuadritos” […] “entrar de prepo a la casa de la abuela” […] “el problema
sería que a la abuela se le dé por llorar”
21
Darnton, Robert. Op. cit; pág. 62
[30]
CONCLUSIONES GENERALES
El contexto en la transposición
Esto la sitúa entre las pocas historias de las cuales es imposible situar un origen
geográfico y cronológico. Y mucho menos un autor. Pero que se recuperan en distintas
épocas y lugares para resignificarlas según las vicisitudes del contexto histórico-social. Al
respecto, dice Verón:
22
Verón, E: “El sentido como producción discursiva”, en La semiosis social, Ed. Gedisa; Buenos Aires, Argentina
(1998)
[31]
En cuanto a la versión alemana de 1812/1819, puede acotarse que la situación de
Alemania, recién recuperada luego de la dominación francesa, para terminar
desmembrada en una coalición de señores feudales, explicaría muy bien el cambio en la
composición del Lobo (y por lo tanto, en la percepción del peligro), que pasa de ser un
hábil seductor a una bestia cruel que devora lo que encuentra a su paso. Asimismo, da
cuenta de la construcción de una cultura nacional de cuño romántico.
La transposición lírica de la autora chilena, que data del primer cuarto del siglo
XX, se enmarca en un período chileno de gran desarrollo de la democracia, con
crecimiento económico y avances importantes para la clase obrera. El melodrama
siempre ha sido del gusto popular, incluyendo en este universo a la propia autora, de
orígenes humildes. Por lo tanto, no es casual que haya elegido darle esta forma al
dispositivo productor de sentido.
[32]
BIBLIOGRAFÍA
Darnton, Robert: “La gran matanza de los gatos y otros episodios en la historia de la
cultura francesa”, Fondo de Cultura Económica; Distrito Federal, México, (1987)
novena reimpresión 2013
http://www.poemas-del-alma.com/caperucita-roja.htm#ixzz4DBypMqlM
https://algundiaenalgunaparte.com/category/caperucita/
http://docslide.com.br/documents/soto-m-operaciones-retoricas-56af98a51e76a.html
http://dle.rae.es/?w=diccionario
[33]