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MESA 24: ​¿Para qué enseñamos historia?

TEMA: ¿Qué historia se enseña hoy en argentina? Los desplazamientos de una pregunta y sus
respuestas a lo largo de 45 años y el futuro del trabajo docente en historia.
Nicolás Perrupato DNI 35156232
Ignacio De Bonis DNI 32272914
Presentación del tema

“Menos memoria y más historia”


Diego Suñer, jefe del ejército argentino, 29/1/181

"una agenda que sea 10% pasado, 40% presente y 50% futuro
porque no podemos seguir discutiendo hasta a Cristóbal Colón"
Eduardo Duhalde en seminario de prospectiva, diciembre de 2016

A partir del trabajo realizado con la revista crisis ¿qué historia se enseña hoy en la
argentina?2, un interrogante surgido en el marco de la práctica docente que tuvo como objetivo
abrir la pregunta a públicos más amplios que los que acostumbran a pensar estos temas, se
propone abordar algunos puntos de reflexión: la comparación entre las contestaciones que podían
darse en 19733 y las que se dan en 2018 a una pregunta similar; los tópicos que predominaron en
las contestaciones de 2018 y algunas preguntas acerca del trabajo de los profesores de historia
hoy. Si bien este trabajo se presenta en una mesa que se interroga respecto del ​para qué,
pensamos que el ejercicio de retomar las dos encuestas de crisis se vincula con el de pensar los
fundamentos de nuestro trabajo. En aquellos dos mencionados materiales sobrevuelan ideas
respecto del ​qué ​y el ​cómo ​en la historia, lo que nos permite ensayar un breve estado de la
cuestión historiográfica para intentar unos comentarios respecto de los desafíos actuales que
tienen los profesores de historia.

1
https://www.pagina12.com.ar/92246-suner-pide-menos-memoria
2
http://www.revistacrisis.com.ar/notas/que-historia-se-ensena-hoy-en-argentina
3
http://www.ahira.com.ar/revistas/crisis/01/CrisisN08.pdf
Pretendemos participar de un debate clásico convocado desde una de las universidades en
la que identificamos un buen -y sistemático- trabajo respecto de la enseñanza de la historia. Por
eso comenzaremos la presentación haciendo una confesión: nos sumamos a un trabajo
comenzado hace varias décadas y lo hacemos actualizándonos en un estado de la cuestión que
estamos reconstruyendo aún. Para dar un ejemplo: supimos de Esquizohistoria, de Gonzalo de
Amézola recien el año pasado. Confiamos en las virtudes de un aporte hecho entre la intuición,
las preguntas que surgen de la práctica docente, el trabajo de las encuestas y nuestra procedencia:
el Joaquín V. González (que, dicho sea de paso, parece ignorar también gran parte de esta esfera
de estudios). Por algún motivo que buscamos desentrañar, el trabajo que se viene haciendo desde
distintas instituciones y equipos docentes se desconoce puertas adentro de varios de los
profesorados con los que mantenemos un intercambio. Hecha la digresión, volvemos a nuestro
tema.
La comparación entre las dos fotos del estado de la historiografía que intentó revista
crisis servirá a modo de introducción para pensar los vínculos entre la política y la historia y las
vías muertas de la polémica histórica que tantos jóvenes historiadores hoy están dispuestos a
retomar. Vale la pena aclarar que el presente trabajo toma dos fechas arbitrarias, producto de dos
encuestas separadas en el tiempo, al margen de reformas de planes de estudio que se han
estudiado en otros trabajos4 y que el presente trabajo se sirve de un encuentro en abril de 2018 en
el Cabildo de Buenos Aires en donde se presentó el mencionado dossier5.
Contrastando ambos materiales, y partiendo de una lectura general, vemos que mientras
que en 1973 se discutía la pertinencia de un revisionismo que cuestionaba la historia oficial y
quería reescribir los mitos fundantes de la nación, la cuestión en la actualidad pasa por el intento
de desalojar al pasado de los debates políticos del presente. La pregunta ya no es tanto qué
contenidos deben enseñarse, sino cuál es el lugar que ocupa la historia en nuestras sociedades. El
informe de este año nos permite palpar, además, cuánto se parecen los historiadores de hoy a los
de ayer, y cómo mutó la disciplina. Adelantados algunos de los elementos principales del

4
Tenemos un registro variado de los distintos espacios que vienen prestándole especial atención a estos temas. Por
eso comenzamos hace un tiempo a mapear dichos espacios para acercarnos a esas preguntas y no comenzar de cero.
Son varios equipos de trabajo en varias universidades: Maria Paula Gonzalez (UNGS), Gonzalo de Amézola
(UNLP/UNTREF), Silvia Finocchio (UBA), Maria Elena Barral(UNLU). Un mapa por completar.
5
https://www.youtube.com/watch?v=CnFXVGnstgU
ejercicio, lo que sigue será un repaso de testimonios que distintos historiadores dieron en
coyunturas bien distintas y cómo de esas opiniones -que funcionan como hipótesis- se
desprenden tareas y urgencias para el trabajo docente en historia.

AYER: 1973

La vieja revista crisis salía a la calle en diciembre de 1973 preguntándose ¿se enseña en
la argentina la historia real del país? Aquel viejo número iniciaba con una introducción
-probablemente a cargo de Anibal Ford-, en la que apuntaban que ​“la enseñanza de la historia
plantea problemas que trascienden el campo historiográfico”, u​ na advertencia para nada
secundaria​.6 ​Por aquel entonces, según la revista, se acentuaba la polémica respecto de la
rehabilitación ​“de Rosas y los caudillos”, habiendo asumido Perón la presidencia hacía dos
meses y quedando atrás rápidamente la primavera camporista en la que la ​historia militante7
parecía avanzar algunos casilleros.8 Este contexto nos permite pensar la relación de aquel tiempo
entre un campo historiográfico y una política bastante diferente de la actual: una relación mucho
menos mediada y, podría decirse, más simbiótica. A la luz de estas características es que
podremos identificar en los testimonios de aquel tiempo las presiones del campo historiográfico
sobre las políticas públicas y viejos problemas, algunos de los cuales tienen vigencia y otros no.
Intentando transcribir lo menos posible los testimonios de los historiadores de 1973
-porque para eso está el dossier-, diremos que las contestaciones de aquellos historiadores están
dominadas por una primer fractura: quienes pensaban que la historia se enseñaba bien y quienes
pensaban que se lo hacía mal. Si bien los entrevistados contestaron una pregunta apuntándole a
lo ​real, l​ a pregunta por la enseñanza quedaba un poco relegada frente a los discursos
historiográficos en combate. Así y todo se podían distinguir intervenciones que ponderaban un
trabajo más o menos bien hecho (por supuesto a cargo de quienes habían protagonizado la
producción de materiales considerados por ellos mismos y por sus oponentes como oficiales).
Entre estos Enrique De Gandia, el que había escrito “más de cien libros”. Por otro lado, los que

6
Revista Crisis N° 8, 1973
7
Aquí de acuerdo a Campione Daniel Argentina: la escritura de su historia
8
Decía Sergio Wischnevsky respecto de la UBA en los setenta “había cátedras que se llamaban “Historia Antigua
para la Liberación Nacional”, eso siempre me da risa, había que ponerle Liberación Nacional a todo”
entendían que aún no había llegado el aporte que diera a la historia su función política. Entre
estos últimos, podemos leer a los más conservadores bramando contra la historia oficial -​”es
preciso acabar con tanta falsía” decía Furlong- y a otros historiadores, entre el progresismo y la
izquierda, que apuntaban algunos matices y especificidades que detallaremos brevemente a
continuación.
Osvaldo Bayer nos pareció de los testimonios más ricos porque marcaba un llamado de
atención respecto de los usos de la historia que hacía el propio Perón: ​“no les vaya a pasar lo
que les ocurrió en el primer gobierno peronista cuando todos eufóricos preparaban el gran
retorno de los restos de Juan Manuel de Rosas y de pronto Perón bautizó a los flamantes
ferrocarriles…”. ​A favor de Bayer habrá que decir que más allá de la materia “cultura
ciudadana” que Gonzalo de Amézola analizó en un trabajo9, podríamos decir que el peronismo
pasa sin pena ni gloria por la enseñanza de la historia en las escuelas.
Sumado a lo anterior, el legendario periodista -quien todavía recordaba que aquel dossier
fue muy discutido por entonces cuando lo fuimos a ver- criticaba el estado de las cosas,
destacaba un ​“verdadero revisionismo” y, entre otras cosas, marcaba que era ​“increible que
nuestros alumnos secundarios sepan todos los detalles del fusilamiento de Dorrego e ignoren el
fusilamiento de centenares de obreros en la Patagonia en 1921”​. Un comentario que ilustra
cierta función que las escuelas cumplían para este periodista: los estudiantes sabían detalles del
fusilamiento de Dorrego. El código disciplinar10 de Raimundo Cuesta en acción. Además hablaba
de cierta ​“guerrilla revisionista dentro de los claustros” y le apostaba a la historia social
argentina para enseñar que ​“la historia del hombre es la historia de la lucha por el poder”.
Dentro del amplio campo del revisionismo. en la línea de pensar las posibles presiones
del campo historiográfico sobre las políticas públicas, el testimonio de Fermin Chavez -quien
denunciaba 80 años de reinado del manual de Alfredo B. Grosso- es interesante porque
denunciaba el ​“llamativo silencio en el ámbito del Ministerio de Educación sobre los reclamos
legítimos y realistas de una nueva historia, asumida como instrumento cultural de

9
De Amézola G, El pasado Servicial. En:
bibliotecavirtual.unl.edu.ar/publicaciones/index.php/ClioyAsociados/article/.../2283
10
Este es un concepto muy retomado a partir de Esquizohistoria de Gonzalo de Amézola
descolonización”. ​Un testimonio que muestra las tensiones dentro del movimiento nacional y
reedita los eternos desencuentros entre nacionalismo popular y nacionalismo oligárquico.
Felix Luna es otro de los más lúcidos testimonios. Se preguntaba si ​¿Acaso el
revisionismo no está tan anquilosado y agotado como la propia versión liberal?​. En la búsqueda
de reemplazar a los mitos se esperanzaba en que ​“probablemente en un futuro muy lejano los
argentinos no tendrán que aguardar a salir de la secundaria para aprender una historia que los
​ ás allá de preguntarnos por la realización o no de la anterior afirmación, hay en este
satisfaga”. M
punto un elemento rescatado por Barral en 2018 que desarrollaremos más adelante. Cabe decir
que si bien la discusión que atravesaba el dossier en 1973 tenía que ver fundamentalmente con el
duelo entre historiografía liberal y revisionista, varios de los entrevistados ya apuntaban a la
superación de dicha dicotomía. Podemos sumar a las afirmaciones de Luna las de Leonardo
Paso: ​“ni el liberalismo ni el revisionismo rosista podrán rescatar la historia real y verdadera”.
Con esto podemos apuntar que cierto agotamiento ya percibido por entonces de abordajes
dicotómicos respecto de cómo pensar la historia argentina no fueron monopolio de los
historiadores profesionales que pusieron las piedras basales de la historia social. Para seguir con
Paso, quien desde el materialismo histórico se enredaba en cuestiones doctrinarias, pero le
apuntaba también a la enseñanza:
“Si no se explican sus causas concurrentes (...) y las raíces de sus limitaciones,
la historia no resulta enseñanza verdadera. (...) si en nuestro país no se ha
contribuido a enseñar una historia real, ello se debe a la orientación filosófica
que ha presidido la investigación en la materia: idealista y en muchos casos
irracionalista.”. 11
Algunos entrevistados defendían su posibilidad de diseñar planes de estudio en el
ministerio y otros aprovechaban la ocasión como tribuna de doctrina. Entre estas dos
motivaciones, Puigross señalaba que al intervenir la Universidad de Buenos aires, una de las
primeras cosas que hicieron ​“fue declarar materia obligatoria en todas las facultades y los dos
colegios que dependen de la Universidad una “Historia social de las luchas del pueblo

11
Paso Leonardo en Revista Crisis N°8, 1973
argentino”12, que atienda en particular a los períodos yrigoyenista y peronista” con el objetivo
​ ecía también que ​“hay que cambiar
de que los investigadores ​“no vivan fuera de la realidad”. D
la historia pero hay que ponerse de acuerdo entre los revisionistas porque no todos coinciden”.
Por último, sumaba un comentario que hoy repica en la distancia temporal: “la historia es
indispensable para el político de nuestros días. Un político que no conoce la historia de su país
​ n este punto su testimonio dialoga con el actual de
es simplemente un politicastro de comité”. E
Javier Trímboli, uno de los más agudos y que deja más tela para cortar respecto del trabajo
docente contemporáneo en historia.
Por último, Romero (padre) criticaba que la historia ​“tanto en la primaria como en la
secundaria no se enseña como una ciencia”.​ Agregaba que ​”en la secundaria no se enseña a
pensar históricamente (...) acostumbrar a mirar el revés de la trama”​. Él no se negaba a que se
aprendan de memoria los hechos políticos y jerarquizaba estos como ​“epifenómeno de planos
más profundos de la vida histórica”​. Así acompasaba el famoso tiempo corto y largo en su
presunción de enseñanza.
Dejamos testimonios fuera pero no seremos exhaustivos en este punto por los límites de
la presentación. Siguiendo con una lectura general de aquellos testimonios de 1973 señalaríamos
algunos otros tópicos además de las dicotomías respecto de la valoración de la enseñanza en
aquel entonces y el antagonismo historia liberal vs historia revisionista ya mencionado. Había en
muchas intervenciones una perspectiva que funcionaba como una especie de luchismo
historiográfico. Esta fue la perspectiva más funcional a las complacientes críticas que en la
vuelta a la democracia se le hicieran a la historiografía militante. Aquello de “ponerle Liberación
Nacional a todo” que mencionaba Wischnevsky fue una de las expresiones más exageradas de un
clima de época que no se resume para nada en eso y del cual algunos contrapuntos siguen siendo
luminosos.

12
​La fuente que nos permita ver el programa de esta materia obligatoria para todos los ingresantes de la UBA de por
entonces es difícil de conseguir porque no se conservaron archivos. En septiembre de 1974 esta materia tuvo un
espaldarazo con el reemplazo de la dirección en la Universidad y en diciembre de 1974 quedó sin efecto por
decisión de la nueva intervención.
Esta materia podría haber funcionado como antecedente en la práctica de lo que hoy conocemos como Historia
Reciente. Res. CS. Nº 285 del 6/12/1974, tomado de Friedeman, S El marxismo peronista. En:
http://webiigg.sociales.uba.ar/iigg/textos/documentos/dji39.pdf
Además de esta dimensión, en el viejo dossier estaba bien presente la tensión entre
entender a la historia como ciencia y a la historia como política. Este punto es una discusión que
siempre inicia a los estudiantes de disciplinas históricas y que tiene en el testimonio de Trímboli
-con referencias a Guinzburg- un contrapunto actual, pese a que otros testimonios -sobre todo
por parte de quienes trabajan en formación docente- jerarquicen el carácter científico de la
producción de conocimiento en historia junto con su dimensión política. Ampliando el
comentario, cabe apuntar que de los noventa para acá, el eje de equilibrio entre esos dos polos se
desplazó hacia la literatura y tiene hoy un intento de síntesis en el trabajo de Jablonka ​La historia
es una literatura contemporánea13.
En resumen, hablamos de un dossier encaramado entre la urgencia de la historiografía
militante y la defensa de lo hecho por algunos de los protagonistas de aquel tiempo. La tónica
con la que Inés Prat -la entrevistadora desconocida para nosotros- busca los testimonios parece
estar en sintonía con lo descripto por Giorgieff respecto de aquella ardiente coyuntura que
envolvía la práctica historiográfica: ​“la verdad historiográfica no servía de nada si no era
capaz de engendrar nuevas realidades históricas. La revisión de la historia no tuvo entonces
​ os
como objetivo lo académico o los logros historiográficos sino la memoria colectiva”14 N
queda hoy tamizar esa pregunta a la luz de la presente mesa, cuando estas preguntas ingresan y
salen de la academia, evidenciando una porosidad que no se explica a fondo en las explicaciones
que a continuación retomaremos respecto de la historiografía en democracia.

Medio siglo en el medio

Antes de abocarnos a los nuevos testimonios hay que decir lo obvio: 45 años de historia
separan un trabajo del otro. Entonces nos toca recuperar brevemente el hilo de lo que fueron los
encuentros y desencuentros entre la práctica historiográfica, la política y la memoria colectiva en
nuestro país, enfocándonos en los historiadores porque a ese sujeto apuntamos con esta
intervención.

13
Jablonka La historia es una literatura contemporánea. FCE. 2016
14
Giorgieff Nacionalismo y revolución. Prometeo. 2013
Desde inicios de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país se fueron planteando las
primeras líneas de profesionalización de la investigación histórica. Nuevos horizontes teóricos y
nuevas lecturas que abrevaban fundamentalmente en las tradiciones historiográficas del
marxismo británico, la historia social de los Annales francesa y la sociología histórica
estadounidense. Las bases de la historiografía académica que se desarrollaría en Argentina a
partir de la recuperación democrática estaban puestas, aunque quedaron detrás de escena varios
años: el antagonismo estelar reviosionismo-historia liberal se lo comió todo.
Sin tanto espacio para reponer las discusiones en el campo historiográfico que surcaron
aquellos años, retomaremos algunos testimonios para graficar la profesionalización de la
disciplina y sus candores, intentando asomarnos a una caracterización un poco más compleja que
la mera crítica superficial a la profesionalización de la historia en democracia, una lectura que no
encuentra puntos de comunión entre la práctica política y la producción historiográfica y que
engloba en un mismo mote a un heterogéneo y expandido campo:15
“Fui parte de los movimientos de renovación política, institucional y de la
disciplina que se iniciaron en los 80’s. Apostábamos entonces a la democracia, a
la refundación de la universidad pública y al fin de las ortodoxias
historiográficas (…) Entonces –se refiere a los años de la dictadura–
entendíamos al trabajo de historiador como una forma de resistencia. Hoy
somos, en cambio, universitarios, profesores, investigadores. Ni héroes ni
resistentes. Tampoco somos adelantados. Algo parecido a la normalidad”16
Un testimonio al borde del precipicio del 2001. El campo historiográfico por esos años
parece animado por la revista Entrepasados17, en la cual la discusión por las ​posibilidades del
parricidio18 a​ parece como parte de los debates de una generación de historiadores que hoy
ocupan lugares importantes en lo que Romero gusta llamar la ​comunidad de historiadores.​

15
Raúl Fradkin en el homenaje a a Garavaglia-Gelman repasa los vínculos entre política e historia de estos dos
investigadores dejando un saldo interesante al respecto:
https://web.facebook.com/iehsunicen/videos/2060983087520510/
16
Hilda Sábato en Punto de Vista N°25 Historia y Nostalgia, 2001
17
Juan Suriano, recientemente fallecido, es un historiador importantísimo por animar aquella publicación y
coordinar la Nueva Historia Argentina, que fue uno de los emprendimientos editoriales más importantes y parecidos
a una síntesis (aunque tuviera la forma de compilación).
18
Dicha discusión comenzó con un artículo de Ema Cibotti y continuó con una respuesta de Trimboli y Hora,
sumado a una intervención de Beatriz Sarlo.
Siguiendo un rápido racconto, diríamos que si a un moribundo enfrentamiento entre revisionistas
e historia oficial Menem le dió el tiro de gracia en los 90 con la repatriación de Rosas y el abrazo
a Rojas, posteriormente el refrito de algunos reivisionismos volvería sin la tensión polémica que
los caracterizaba. Mucho más acá, en la entrevista que le hiciéramos para el dossier de crisis en
2017, Ema Cibotti decía que ​“mi militancia podía creer en los grandes relatos cuando mi
práctica disciplinar ya no creía”19. ​Testimonios que abonan a las tesis del ​el conformismo
democrático, la comunidad de historiadores y la profesionalidad de la que habla Campione20 y que
aprendimos en los últimos años de cursada del profesorado​. Salimos con esa idea a las escuelas y a la
continuidad de nuestros estudios superiores: ¿lecturas generales y alejadas del campo
historiográfico desde los profesorados o resultado de la división de tareas en el campo de la
educación superior? ¿distinción complaciente de profesores frente a investigadores o realidad
actual del campo historiográfico? Preguntas que dejamos para el intercambio presencial.
En una vereda distinta los recuerdos de Fradkin de la militancia, el exilio y la vuelta de
Jorge Gelman y Juan Carlos Garavaglia, protagonistas de la renovación historiográfica que se
activó en los ochenta y artífices de una historiografía profesional que se vinculaba activamente
-aunque muchos lo supiéramos algo tarde- con el presente: ​“(...) tanto para Juan como para
Jorge la historia debía ser erudita pero no debía ser solo erudición (...) no debiera ser un lujo
cultural cultivado por los neutrales que lavándose las manos se desentienden y evaden”21.
Declaraciones de principios que, bien tomadas, nos empujan a seguir trabajando.
Siguiendo con una explicación de los 45 años que separan un trabajo del otro, como
simplifica Di Meglio en su testimonio, de un costadito de las tres grandes ramas de la historia -la
liberal, la marxista y la revisionista- surgió la madre de la historiografía actual, la renovación, de
la cual los historiadores arriba mencionados son protagonistas junto a otros. Siguiendo con este
autor, podría marcarse al 2008 como vértice en el que renació un discurso pretendidamente
neorevisionista que, a su parecer, aparecía más como farsa. A tiempo con los debates de la
militancia -en este plano sí-, el 2001 fue dejándole lugar a 2008 como punto de inflexión y centro
de las reflexiones: el surgimiento de una nueva fuerza política que articuló demandas

19
Entrevista a Ema Cibotti. Inédito. Fuentes para el dossier ¿qué historia se enseña hoy en Argentina? Crisis, 2018.
20
Campione D Argentina: la escritura de su historia. Emecé. 2009
21
Tomado de la intervención de Fradkin en el homenaje a Gelman-Garavaglia organizado en el IHES en 2017:
https://web.facebook.com/iehsunicen/videos/2060983087520510/
heterogéneas, propias de este tiempo. Este último punto es fundamental para pensar nuestro
trabajo. Afortunadamente brotan espacios para pensar la especificidad de la imagen, la cultura
digital y los consumos culturales de los jóvenes y en diálogo con estos podremos arribar a
mejores hipótesis22.
La historiografía parece ir por otros carriles, concentrada en la producción de
conocimiento, mientras la divulgación se ocupa menos del calendario patriótico y más de una
historia reciente que Lorenz destacaba en su particularidad: ​¿Por qué parece más reciente en
nuestras discusiones el asesinato de Rucci que el de Darío y Maxi en 2002? La verdad que no lo
sé. En gran medida tiene que ver con que las preguntas sobre el pasado y la politicidad de la
historiografía volvieron de la mano con los estudios sobre la memoria. Y eso abrió una cantidad
​ eremos más adelante cómo coinciden distintos docentes
de posibilidades y cerró otras”. V
respecto de la lucha del movimiento de derechos humanos -con las madres de plaza de mayo a la
cabeza- como pieza estructurante en el sentido de las futuras generaciones. Contemplada cierta
amplitud posible dentro de lo que se caratula como historiografía profesional, nos toca abocarnos
a la encuesta de 2018.

Digresión halperiniana

Revisar la herencia halperiniana implica revisar una de las vertientes fundamentales de la


historiografía argentina contemporánea, fundamentalmente para el estudio de lo que solemos
pensar como los orígenes de nuestro país: de las reformas borbónicas a la conformación del
Estado Nacional. Él es un caso particular: es el gran patriarca de la historia argentina para el
siglo XIX pero es abandonado por muchos para estudiar el siglo XX. En palabras de Fradkin:
“buena parte del impacto renovador de la contribución halperiniana estuvo en su capacidad
para inscribirse y al mismo tiempo reformular la tradición historiográfica nacional”23.
Siguiendo con este autor, la obra de Halperin ​“giró en torno a un problema central: la crisis
hegemónica abierta por la revolución y la dificultosa construcción de lo que el mismo Halperin

22
El observatorio de usos juveniles de las nuevas tecnologías (UNSAM) que coordina Fernando Peirone es un
ejemplo de esto.
23
Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, Número Especial,
Año 2018, p. 37
llamaba “la hegemonía oligárquica”24. Problemas que en la escuela se trabajan en los espacios
que dejan las discusiones que habitan a los adolescentes. La casi futbolística discusión de si la
planificación se toca o no. ¿Cómo se traducirían estos problemas a la historia por enseñar?, o
bien ¿cómo colar ​la formación de una elite dirigente en la argentina criolla?​ A lo mejor son
preguntas para otro trabajo.
Lo que nos interesa tocar es esta opción selectiva que hace nuestra historiografía respecto
de Halperin Donghi: tiene centralidad al momento de pensar el período que puebla la mayoría de
nuestros feriados nacionales -siendo cada vez relativamente menos. Grafica en algún punto algo
que Di Meglio comparte como pregunta respecto de los consensos sobre el pasado y los disensos
en el presente: podemos acordar en las invasiones inglesas como episodio fundamental a la hora
de pensar la dinámica política de un periodo entendido como fundacional en nuestro país pero
nos costará mucho más acordar algunos ejes de análisis de la crisis del 30 para acá. Tomada la
periodización recién mencionada ¿Serán las discusiones sobre nuestra “inserción en el mundo”
las que explican estos disensos? Actualidad plena en un mundo que quita horas de historia en
unas secundarias a las que cada vez se les pide más (por mencionar algunas: lenguaje de la
programación, educación sexual integral, educación para el consumo, etc25).
Fradkin decía respecto de las lecturas de Halperin que ​“de alguna manera esos textos se
autonomizaron aun de la propia prédica de su autor, y su influencia historiográfica fue más
polimórfica; y las lecturas y apropiaciones de sus textos fueron extremadamente diversas”​. De
esta manera ​“la influencia halperianiana en la historiografía posterior se ramifica en varias
direcciones y no tuvo un sentido unívoco.”26 Si bien las distintas lecturas de su obra implican una
especie de herencia disputada, podríamos decir que el grueso de problemas trabajados por el
autor constituyeron la agenda que hoy en día continúa en las investigaciones de muchos
historiadores. Pero -como aprendimos de Raúl también- la historia que se enseña no debe
tomarle el pulso al último grito de la investigación historiográfica sino más bien estar atenta a
cierta demanda social que solo se interpreta con sensibilidad social.

24
Ibidem. p 37
25
La tendencia mundial se registra como signo de estos tiempos: de Capital Federal a Pekin. En:
https://www.nytimes.com/2006/09/01/world/asia/01china.html
26
Ibidem p 34
HOY: 2018

La revisión de los tópicos que predominaron en las contestaciones que hoy daban los 15
historiadores entrevistados tenían que ver con la memoria/historia reciente, el lugar de la historia
en las sociedades contemporáneas y una superación de las “viejas dicotomías” en una clave que
dejaba poco saldo para una interpretación del papel que cumple la historia social. Junto con estos
tópicos, la continuidad del debate respecto de los mitos de la nación y la controversia
ciencia/política que continúa. Mientras los testimonios de 1973 tienen como centro la escuela, en
2018 el centro ha sido desplazado: la televisión y cada vez más las redes sociales monopolizan
los intercambios culturales y las disputas por el sentido histórico y ciudadano. Junto con algunas
generalidades más, apuntaremos algunas especificidades a continuación.
Una demanda específica entre los nuevos testimonios tiene que ver con la enseñanza de la
historia como conocimiento científicamente elaborado. Dice Barral: ​“La historia que se enseña
en las escuelas se plantea como verdadera y listo. Ya está escrita y es esta que te cuento.” J​ unto
con ella, Claudia Varela -también profesora de enseñanza de la historia- enfatiza este aspecto:
“Hoy se enseña una historia conceptual, pero como si estuviera acabada. Hay que enseñar los
procedimientos de análisis histórico para que el estudiante aprenda cómo los historiadores
​ n llamado al trabajo en la interpretación de distintas miradas
llegan a sus conclusiones.” U
respecto de un hecho, práctica necesaria y difícil en un tiempo de trabajo que se acorta en el
secundario y unos clivajes que se pierden sin una mirada atenta en la abundancia informativa de
internet.
Felipe Pigna, recordando sus años de profesor en aulas secundarias, opina también:
”parece ser que la materia historia no tiene su parte práctica sino que es un reservorio de
archivos y datos, cuando en realidad debería ser una materia con la misma practicidad de las
matemáticas, que ayude a resolver problemas, que ayude a entender el presente, una
herramienta de trabajo y no solamente un elemento memorístico.” Hablando puntualmente de la
escuela, Pigna contesta apuntándole a la utilidad de la historia, a la tan mentada por profesores
necesidad de ​pensar históricamente. ​Al respecto Romero dice que ​“difícilmente un profesor hoy
emocione a los chicos”​. Le apunta a las emociones como le apuntaba Fernando Salem en la
charla TED27 tan viralizada -y algo discutida- en torno de la politicidad de Zamba en tiempos de
recorte y abandono de aquellas líneas de acción. A continuación dice que ​“La profesión de
historiador consiste en producir un conocimiento que creemos que es científico”
Frente a estos testimonios aparece Trímboli pateando el tablero: ​“uno de los principales
elementos que la hace difícil es que la historia no es una ciencia. Está de moda decir que lo es,
como si fuera una buena etiqueta, pero la historia no es una ciencia. Por la sencilla razón
—creo que Carlo Ginzburg lo decía así— de que la ciencia implica repetir un fenómeno una y
otra vez en un laboratorio. En historia no hay manera, los fenómenos no se repiten, son
acontecimientos. No hay laboratorio posible”. ​Un testimonio que carga las tintas contra
determinación en la historia y apuesta por los sujetos pero dejando al margen lo específico de la
ciencia social.
Siguiendo con un punteo de las demandas que aparecían en el nuevo dossier, la
participación de sectores subalternos y el trabajo específico en torno a eso aparece en la
intervención de Barral y en los trabajos -de investigación y divulgación- de Di Meglio. Una línea
de trabajo importantísima porque conecta la ​vida histórica con la especificidad del ​común a​ pesar
de la distancia -mencionada ya- respecto de la experiencia histórica contemporánea. Qué comían,
qué vestían, qué sabían y querían aquellos desconocidos se parece a la distancia entre las
inquietudes de un curso cualquiera y los temas tantas veces alejados de la vida de las personas de
la “política profesional”. Sugestivo desencuentro este también pero que excede a esta
presentación.
Otro punto importante, que atraviesa los 45 años entre una publicación y la otra, son las
discusiones respecto de la tarea desmitificadora hoy, que de la mano con una historia académica
que ganó lugar en los manuales, aparece también como un problema. Las esperanzas de Felix
Luna se cruzan en el tiempo con las preguntas de Maria Elena Barral. Las historias que valen la
pena recuperar, mencionados por Barral, tienen que ver con la historia reciente y con los
derechos humanos: un consenso duro y trabajado que moviliza los sentidos más progresivos de la
sociedad argentina pero que no es para nada ​irreversible28.

27
https://www.youtube.com/watch?v=Ft_IO42_lVg
28
Feierstein Daniel Los dos demonios recargados. Marea. 2018
Desvinculado parcialmente de la enseñanza, pero apuntando a lo que interesa hoy a los
investigadores, la renovación de tópicos es otro punto marcado por varios de los historiadores
consultados: la historia reciente, la de las mujeres y las historias regionales son novedades con
respecto a las discusiones que cruzaban el panorama intelectual en 1973. Por eso para Dora
Barrancos ​“no se retienen tópicos de los setenta” y​ para Lorenz ​“ha habido una gran
renovación de temas pero no de preguntas”.
Finalmente, algo de lo que marcaba Novaro -desde afuera, a destiempo y siempre
antipaticamente- habría que atender: la necesidad de darle a los debates específicos una
dimensión más pública. Por ahora no obtuvimos buenos resultados: hicimos nuestro modesto
aporte al debate, con la intención de reabrir la polémica, y esta parece moverse solo por el carril
de los especialistas. De la mano con esto, Di Meglio coincidía con Novaro al marcar las marcas
del mundo académico posterior a la dictadura, rígidas, ​“que hacen que una ponencia, paper o
artículo sea muy interesante para colegas y estudiantes pero muy difícil de ser consumida por
fuera de ese circuito”. De esto se ha hablado largo y tendido pero por ahora -corriendo del medio
a Gabriel y otros grandes trabajos- no tenemos grandes novedades en el frente de batalla, quizás
por eso que él mismo marca, de que la divulgación tiene una agenda propia. Retomando lo
anterior, queda un aspecto jerarquizado por Di Meglio: los consensos sobre temas del pasado que
no se continúan en una mirada sobre el presente, que estarían explicados por las reglas del campo
profesional pero más por algo que sugiere Barrancos y que tiene que ver con la inexistencia de
fracturas políticas formidables en la Argentina. Al respecto Romero señalaba que ​“se produjeron
muy pocos libros de síntesis, más bien lo que predomina es la idea de abrir el campo y no
preocuparse mucho por cómo se integra lo de uno con lo de otros”.​ Consultados Barrancos y
Amézola al respecto eludían la respuesta en nombre de la función del CONICET o de la
investigación de la enseñanza de la historia. ¿Hay aquí una clave a la vista de todos que no
terminamos de atender?
Javier Trímboli, en un testimonio que retomamos largamente comparaba las dos encuestas de
revista crisis:
En 1973, previamente a la crisis del fordismo, del estado de bienestar,
había una lengua que hablaba la política y esa lengua era casi indisociable
de la historia. No había forma de sostenerse en la política, y el Estado no
tenía manera de pensarse a sí mismo, si no era a través de la historia.
Incluso hasta los propios gobiernos dictatoriales se fundaban en
apreciaciones ligadas al pasado, anclándose, filiándose con determinadas
líneas históricas, con tradiciones. Me parece que de un tiempo a esta parte,
sobre todo a partir del agotamiento que produjo la dictadura militar,
incluso también cierto hastío después de la Guerra de Malvinas, hubo como
una suerte de “basta de Historia”. “Basta de Historia” que en buena
medida antecedió el “Fin de la Historia”.29

Esta historización, complementada con una explicación del consumo como articulador de
identidades contemporáneas, es uno de los puntos más interesantes para la reflexión de una mesa
que se propone pensar en torno a una pregunta. Explica en parte la paradoja que Romero marca:
“Me parece que estamos en una época de baja en la conciencia histórica y de muy buena
calidad en la producción histórica”​ Si como dice Lorenz ​“los historiadores hemos perdido el
monopolio de la enseñanza de la historia” ¿será cuestión de seguir mezclándonos como hicieran
quienes trabajaron tanto y tan bien en las producciones de Canal Encuentro?; ¿será cuestión de
seguir ensayando producciones a pesar de que ministerios y gobiernos prohiban los materiales?.
Algo es seguro: algo siempre queda de los trabajos de síntesis.

El trabajo docente en historia hoy

Por último, la reflexión acerca del trabajo de los historiadores hoy tiene que ver con la
revisión de algunas obras actuales -historiadores globales, futuristas-, algunos interrogantes sobre
la disrupción producida por las nuevas tecnologías y las construcciones identitarias. Estos
elementos serán analizados como parte de una interrogación mayor, que en instancias futuras
deberá incluir el análisis de materiales de estudio (gráficos y multimediales) y, por último, los
saberes adolescentes.

29
Trimboli J tomado de ¿qué historia se enseña hoy en Argentina? Revista Crisis 32, Abril de 2018
Mientras trabajamos en torno a estos temas, más de 15 millones de ejemplares del libro
Homo sapiens, de Yuval Harari ocupan librerías y estanterías en todo el mundo. Virtudes de la
divulgación acompañada por una oferta mercantil que va encontrando su demanda. Un
interesante trabajo de síntesis que parte del pasado remoto humano para despacharse respecto del
mundo actual y la filosofía de la historia. Al respecto, por tomar una cita, dice que:
Las culturas humanas se hallan en un flujo constante. Dicho flujo ¿es
completamente aleatorio o sigue una pauta general? ¿la historia tiene
dirección? (...) Haríamos mejor en adoptar el punto de vista de un
satélite espía cósmico, que escudriña milenios en lugar de siglos. Desde
esta posición ventajosa resulta clarísimo que la historia se desplaza
implacablemente hacia la unidad”30
La combinación que hace este libro de buenas síntesis en cuanto a los nuevos
conocimientos respecto de la hominización o la antiguedad global -al estilo de la mejor
divulgación- con un liberalismo global que trafica elementos de consenso con el mundo actual (y
está a la ofensiva) tiene que ser algo de lo que tomemos nota antes de que las aplicaciones
futuras para el estudio de la historia en las escuelas traigan en su bibliografía las pocas variantes
que ofrece una historiografía globalizada.

Primeras conclusiones

Raphael Samuel afirma que ​“la historia no es una prerrogativa de los historiadores, ni siquiera,
como sostiene el posmodernismo, una ‘invención’ de los historiadores. Es, más bien, una forma
social del conocimiento; el trabajo, en cualquier circunstancia, de un millar de manos
diferentes. Si esto es cierto, la discusión central de cualquier debate historiográfico no debería
ser el trabajo individual del académico, ni siquiera acerca de escuelas interpretativas rivales,
sino más bien el conjunto de actividades y prácticas en las que la idea de historia está presente o

30
Harari Y Homo Sapiens p 102. Critica. 2006
la relación dialéctica pasado-presente aparece”.31 Reproducimos la cita entre las conclusiones
porque nos representa.
Para aportar lecturas propias entre tantas novedades historiográficas, podríamos decir que
lo más interesante vino y viene de los que investigan a los sectores populares en archivos
judiciales o policiales, los que en vez de hablar de las masas las buscan y se encuentran con que
la apelación al pueblo no alcanza. Serían algo así como la síntesis profesional de la formidable
intuición histórica de tantos protagonistas de nuestra historiografía del siglo XX con archivos
que sustentan. Y afortunadamente asoman quienes, preocupados por el trabajo docente y su
eficacia, estudian la continuidad de este saber en ámbitos más amplios. La misma pregunta de
siempre pero aplicada, como superación del conversatorio y afirmación práctica.
Entre los espacios vacíos en las nuevas contestaciones que podían dar los historiadores a
la misma pregunta, quizás fueron poco retomados en el dossier actual los temas que se vienen
investigando desde varios lugares, siempre desarticuladamente32: ​“los deslizamientos entre la
cultura del libro y la cultura digital presentes en los libros de texto de Historia y Ciencias
Sociales de reciente edición, qué desafíos constituyen estos deslizamientos para las prácticas
docentes mediadoras de la apropiación de estos textos y cuáles podrían ser las claves para una
formación docente que considere la fusión de lo antiguo con lo nuevo”33. ​Junto con este punto
nos quedó sin contestar una pregunta en la entrevista que hiciéramos a Gonzalo de Amézola34
hace poco: ​¿cómo acompasar la didáctica de la historia con la producción de conocimiento sin
grandes obras de síntesis? ¿cuál dirías que es hoy la gran síntesis desde la cual partir para
armar, por ejemplo, una estructura curricular de la secundaria?

¿Para qué enseñamos historia?

31
Raphael Samuel, Theatres of Memory, London, Verso, 1999, p. 8., tomado de Lorenz F Combates por la memoria.
Capital Intelectual. 2007
32
Entrevista a Gonzalo de Amézola, Revista Peripecias N°3, 2018
33
MASSONE M La nueva generación de libros de texto de historia. En:
http://educacion.flacso.org.ar/files/webform/eventos/Ponencia%20Marisa%20Massone.pdf
34
https://www.revistaperipecias.com.ar/entrevista-deamezola
Romero llamaba -y llama en los encuentros que organizó sobre polémicas históricas con
una marcado sesgo en la convocatoria a los paneles- a “​una acción colectiva para devolverle la
libertad a la mirada de la gente sobre el pasado”​. Lo hace embarcado en una tarea: fundamentar
en el pasado ciertas políticas del presente mientras el gobierno pendula entre una pulsión
deshistorizante y otra tradicionalmente liberal, que complementa con novedades35.
Son las luchas por la historia pública, la memoria, o bien, la conciencia histórica
argentina, que es algo que existe bien al fondo de todas las discusiones diarias que tenemos como
sociedad. Manuel Becerra, en un artículo de reciente publicación36, sugiere que debemos
“contrarrestar una enseñanza caduca y enciclopedista con las gestas de las Madres y Abuelas
de Plaza de Mayo, parteras de nuestra democracia”. ​¿Le apunta a la forma con el contenido?
Aunque así fuera coincidimos con él en lo fundamental del contenido pero apuntamos para
nosotros la urgencia de estimular espacios que promuevan cruces entre el oficio de despertar el
sentido histórico y el arte de articular los nuevos lenguajes.
Si como dice Maria Paula González retomando a Chervel ​“aquello que se enseña en la
escuela no es producto externo -resultado de una vulgarización y transposición de saberes
académicos- sino una invención, una creación histórica de la propia escuela, por y para la
escuela37”, l​ a pregunta por el qué se enseña tiene un reverso en el ¿qué historia se aprende?, del
cual en Proyecto Zorzal tenemos un modelo de trabajo para una posible y futura interrogación.
“La historia está mucho menos inserta en el debate nacional.” Lo decía Romero y lo
explicaba Trímboli con mejor tino. El lugar que el consumo, la conectividad -el eterno presente
de las redes- y otras tantas formas actuales de una identidad global que por momentos parece
arrinconar las preguntas por el pasado hasta que lo inesperado se presenta y acudimos a la visión
retrospectiva: la democracia muriendo democráticamente en el Brasil de Bolsonaro, que atiza la
conflictividad en el cono sur38. La historia aparece con su especificidad dentro de las ciencias

35
El libro Homo Deus: breve historia del mañana de Yuval Harari aparece como ejemplo de cierta narrativa
histórica global que permea en algunos circuitos de gobierno a tono con una subjetividad laica, modernizante, liberal
y globalizante.
36

https://fuelapluma.com/2018/10/18/una-patria-para-el-siglo-xxi-apuntes-y-propuestas-sobre-la-ensenanza-de-la-hist
oria-en-el-nivel-medio/?fbclid=IwAR0keCBGLCBRX_Ij-ptaHyWBR1H-wcQhf4ji9mDMifntlyvu4c50xQnRoaU#_
ftnref8
37
González M P La historia en el nivel secundario hoy História & Ensino, Londrina, v. 19, n. 2, 2013, p. 13
38
https://docs.wixstatic.com/ugd/b628dd_f16f8088c3f24471a43c52a93e25e743.pdf
sociales para explicar algunos fenómenos largos y separar las novedades de las continuidades. En
definitiva, ganar perspectiva histórica. Nuestro trabajo.

Bibliografía

- Acha O Historia crítica de la historiografía argentina. Prometeo. Bs As. 2013


- Amézola G Esquizohistoria. Del Zorzal. 2008
- Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera
serie, Número Especial, Año 2018,
- Campione D Argentina: la escritura de su historia. Trasfondo. 2016
- Cattaruza A Las representaciones del pasado: historia y memoria. En:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0524-97672011000100023
- Fontana J Análisis del pasado y proyecto social. Crítica. Barcelona, 2003
- Giorgieff G Nacion y revolución. Prometeo. 2011
- González M P La historia en el nivel secundario hoy História & Ensino, Londrina, 2013
- Harari Yuval Homo deus. Crítica, Barcelona. 2016
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https://www.academia.edu/15022599/Memoria_verdad_y_futuro
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http://educacion.flacso.org.ar/files/webform/eventos/Ponencia%20Marisa%20Massone.p
df
- Punto de Vista N°25 Historia y Nostalgia, 2001
- Proyecto Zorzal: ​http://proyectozorzal.org/
- Revista crisis: N° 8, 1973: ​http://www.ahira.com.ar/revistas/crisis/01/CrisisN08.pdf
- Revista crisis: N°32, 2018:
http://www.revistacrisis.com.ar/notas/que-historia-se-ensena-hoy-en-argentina
- Trimboli J Consideraciones sobre la nueva presencia pública de la historia. En:
http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto/article/view/1215
- Vilar P Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Crítica. Barcelona. 1996

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