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IV Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y Población.

Instituto
de Investigaciones G Germani, Fac. Cs. Sociales, UBA, Buenos Aires, 2003.

Chicos de la calle: prácticas y


representaciones de la
carencia.

LLobet, Valeria.

Cita:
LLobet, Valeria (Diciembre, 2003). Chicos de la calle: prácticas y
representaciones de la carencia. IV Jornadas Nacionales de Debate
Interdisciplinario en Salud y Población. Instituto de Investigaciones G
Germani, Fac. Cs. Sociales, UBA, Buenos Aires.

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CHICOS DE LA CALLE: PRÁCTICAS Y REPRESENTACIONES DE LA
CARENCIA
Autora: Valeria LLOBET *

Introducción: Algunas consideraciones teóricas

Nuestra preocupación inicial surge a partir de un trabajo de campo realizado con chicos en
situación de calle, de la Ranchada de Flores, durante el año 1994. Dos aspectos del
problema persistieron como pregunta: por qué las destrezas y habilidades desplegadas por
niños, niñas y adolescentes para sobrevivir en la calle parecían ser relativizadas o
negativizadas por la legislación, las intervenciones y el pensamiento técnico. En segundo lugar,
nos llamó la atención cierta organización subjetiva alrededor de una temporalidad diferente de
otros grupos, en la que la identidad se reorganizaría con una historicidad particular, tanto a
futuro como respecto del pasado.
En ese contexto tomamos contacto (tres años después) con el concepto de “resiliencia” que,
en tanto se centra en desarrollos positivos, parecía permitir pensar algunas cuestiones acerca
de esta población.
Este concepto permite “(…) caracterizar a aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en
condiciones de alto riesgo, se desarrollan psíquicamente sanos y socialmente exitosos”
(Kotliarenco, 1997, 8). Surge como constructo teórico que intenta dar cuenta de las
situaciones de desarrollo saludable en presencia de factores de riesgo para patología o
deprivación. Las primeras investigaciones al respecto se centran en familias con uno o ambos
padres alcohólicos, cuyos hijos no desarrollan ningún síntoma de deprivación, mostrando al
contrario una integración normal.
Redefinimos el concepto como procesos resilientes, entendidos como posibilidad / potencia
de subjetivación y protección frente a situaciones de adversidad, con potenciales efectos
negativos (de riesgo).
Esta redefinición involucra aspectos procesales–históricos en su desarrollo y determinación, lo
que nos permite recuperar aquellas dimensiones culturales, simbólicas, asociadas a la calidad
de vida, relativas a la intersubjetividad que efectivamente condicionarán las posibilidades para
que cada sujeto escriba su historia, construya su identidad, elija su modo de andar la vida.
En este sentido, uno de las variables incorporadas por las investigaciones en resiliencia es el
peso que adoptan las relaciones con adultos significativos, y especialmente, la confianza que
éstos puedan tener en las capacidades de niños y niñas. Es prácticamente la única que
aparece sistemáticamente en todas las investigaciones. La combinación entre este dato y
nuestra concepción procesual e histórica de la subjetividad permite resemantizar “adulto
significativo”, despegándolo de las figuras parentales o sus sustitutos, para incluir también los
otros adultos, como "representantes" de otras instituciones sociales -ya no sólo la familia-
cuyas construcciones simbólicas respecto de niños y niñas determinarán algunos aspectos
concretos de sus condiciones de vida (por ejemplo, los/as maestros, el personal del sistema
sanitario, los/as vecinos y familiares, etc.).
Una de las peculiaridades de la población –chicos de la calle- es la institucionalización, es
decir, su surgimiento como categoría poblacional y problema social en un complejo proceso
histórico que cristaliza con la creación de instituciones especiales, en las que esta población
tendrá "su lugar". Tanto como categoría –minoridad, infancia en riesgo, vulnerable- cuanto
objeto de intervención, las instituciones “para la infancia” construyen una población y un
problemai. La preocupación por los efectos de las instituciones totales, así como las
posibilidades de otras formas de “ocuparnos del problema” promovidas por los cambios
legislativos e institucionales, nos llevó a centrarnos en tres propuestas institucionales críticas a
la institución total. Además, la perspectiva de entramar las construcciones representacionales
de los actores en sus posiciones institucionales, permite sortear, al menos parcialmente, un
enfoque excesivamente subjetivista.
En este sentido, nos pareció indispensable pensar la díada institución – chicos de la calle.
Las características del trabajo en estas instituciones–caracterizado como con un alto
compromiso afectivo, de alta dramaticidad, con escasas posibilidades de impacto- nos
llevaron a pensar que probablemente se tratara de un tipo de trabajadores con altos índices
de estrés asistencial –burn out. Incluimos en el diseño este aspecto, realizando con los
trabajadores la encuesta de estrés asistencial de Maslach, utilizada en la investigación "El
síndrome de estrés asistencial en Hospitales Públicos", dirigida por la Prof. Ps. Graciela
Zaldúa.

Metodología

El objetivo central fue relevar las representaciones que los trabajadores tienen respecto de las
condiciones de producción del problema, las características de chicos / as y sus familias; así
como las prácticas que aquellos desarrollan.
Se trabajó con dos instituciones de dependencia municipal y los trabajadores de un programa
desarrollado por una institución de dependencia nacional. Respecto de las primeras, se trató
de un Hogar de día que funciona de 9 a 5 desde 1992, cuyo objetivo es promover la decisión
de niños, niñas y adolescentes de "salir de la calle”, y su oferta va desde comida, baño y ropa
limpia a escolarización, talleres recreativos y ocupacionales, gestión de documentación,
contacto y derivación a otras instituciones, incluyendo la familia de origen de los chicos.
El otro caso es un Hogar Transitorio, cuya oferta es estadía completa y talleres, y su objetivo
es lograr una derivación exitosa y sostenida a Hogares permanentes o la propia familia. Se
encuentra funcionando desde 1999, y configura un circuito con el anterior.
En el tercer caso, se trata de un programa dentro de una institución específica para niños,
niñas y adolescentes, cuya oferta es asistencia psicológica a menores en conflicto con la ley.
Los chicos / as son derivados por el sistema judicial, en caso que se evalúe que pueden
regresar con las familias, y éstas sostener el tratamiento. En caso que se evalúe que esto no es
posible, los niños/as o adolescentes serán internados. En algunas ocasiones, desde el mismo
programa se solicita internación para alguno de los usuarios, continuando la asistencia durante
la misma. Los usuarios reciben una beca mensual que es destinada en su totalidad a pagar el
tratamiento. A su vez, el mismo no es vinculante jurídicamente: el juez a cargo del caso no
esta obligado a consultar la opinión del programa para decidir el destino de la causa.
El tipo de muestreo fue, para el caso de los trabajadores, por bola de nieve, definiendo como
criterio de inclusión que sean trabajadores de las tres instituciones (total de entrevistas: 15).
Para el caso de los niños/as y adolescentes, el criterio fue: niños/as y adolescentes de entre 11
y 16 años que se encontraran concurriendo al Hogar de Tránsito, accedieran la entrevista
previo consentimiento informado, y permitieran –por las características de permanencia en la
institución y accesibilidad constante- una serie de entrevistas suficientes para abordar temas
histórico personales.
Definimos como estrategias de recolección de datos: 1) entrevistas en profundidad, tanto a
trabajadores como a niños, niñas y adolescentes; 2) Observación participante en el hogar de
tránsito, relevando modalidades de vinculación, resolución de conflictos, actitudes cotidianas
de los chicos, circulación del poder, formas de intervención, actividades pautadas; 3)
Relevamiento documental: para establecer una comparación en el ámbito organizativo.
Construimos para ello un Sistema de Indicadores de Evaluación, midiendo la adecuación de
las instituciones a la Convención de Derechos del Niño y el Adolescente, y los niveles de
participación e integración comunitaria que tales instituciones promovían; 4) Encuesta de
estrés asistencial: para evaluar índices de estrés.
Se incluyeron los legajos institucionales de niños/as y adolescentes (para el hogar de tránsito
fueron 87 legajos, para el hogar de día 49) y las producciones del taller de historieta como
fuentes secundarias sobre la población asistida.
Como técnicas de análisis, trabajamos en cuanto a los datos cuantitativos con distribución de
frecuencias y construcción de índices (son interpretados cualitativamente también). Respecto
de las entrevistas y las historietas, hemos trabajado con análisis cualitativo y análisis del
discurso, que incluyó: análisis de contenido, determinación de actores, contradicciones,
metáforas utilizadas, supuestos del discurso, estrategias ideológicasii
Las entrevistas a los trabajadores fueron analizadas mediante triangulación de analistas, lo que
permitió tanto mayor riqueza en el análisis como la combinación de perspectivas y revisión de
sentidos construidos en las lecturas.
Interesa aquí discutir especialmente algunos resultados del análisis de las entrevistas a los
trabajadores.

Resultados

Dentro de las líneas de indagación a los trabajadores, surgieron en el proceso de análisis y


transversales a las tres instituciones iii las siguientes categorías: “La sociedad”; “La familia”;
"Las madres", "El padre", "La voluntad", entre otras. Éstas en particular, permiten revisar
tanto las relaciones causales establecidas como, consecuentemente, las formas en que son
definidos los problemas para los que las instituciones operan. Implican atribuciones de
identidad sobre los actores involucrados y, en su dimensión de práctica, incidirían en las
posibilidades de las intervenciones. Considerando a éstas últimas en su capacidad de
promoción de resiliencia y ciudadanía, la revisión crítica de estos resultados permitiría analizar
las condiciones que limitarían o potenciarían estos procesos.

La sociedad humanizada

“No se toma mucha conciencia de qué hace la sociedad para que esto {que el chico
se vaya de la casa} ocurra, y que la responsabilidad {es} de la comunidad en
general(PLA 1).
“Maltrato social quizás buscado por ellos, de ponerse en el lugar del malo de la
película () Pero en general hay un maltrato social () Cuando el barrio se entera que
tiene una causa lo señalan con el dedo y queda excluido" (PLA3)
“{nuestro objetivo es} darles una nueva posibilidad y tratar de abrirles las puertas a
una sociedad que es bastante injusta (HPL1)
“Esto es así porque te hace bien, porque la sociedad pide que se haga de esta forma,
y bueno, la forma de insertarte y de volver a () de seguir creciendo pero desde otro
lugar y desde otra mirada es esta” (HPL1)
“Porque en estos pibes hay una suerte de destinación.(C3)
La sociedad es tratada, mediante estrategias de humanización (la sociedad hace, el barrio se
entera, la sociedad es injusta), cosificación (maltrato social) y metáforas de lugar (abrirles las
puertas a la sociedad) como una entidad con localización y capacidad de acción propias,
externa a los sujetos.
Quienes enuncian, aparecen “fuera” de la sociedad. En la primer frase, el entrevistado apela a
alguien que debiera tomar conciencia (aparentemente “la comunidad en general”) de lo que la
sociedad hace. En la tercera, aparece como el “portero”, quien mediará con su intervención
para que los chicos entiendan que la sociedad “pide” la buena forma. También se ubica (en la
segunda frase) como quien dará la nueva oportunidad de inserción, por más que sea a una
“sociedad injusta”.
En estas estrategias discursivas, los sujetos se extraen de “la sociedad”, en un movimiento que
al mismo tiempo que parece desresponsabilizarlos, también limita sus posibilidades de acción:
las intervenciones se limitarán a reintegrar a los chicos, “abrir las puertas”, mostrarles las
formas en que deben seguir creciendo, homologando “lo que pide la sociedad” a lo que “hace
bien” a los chicos, al ser los representantes (dar la posibilidad) e interpretantes (saber lo que
pide) de “la sociedad” para los chicos. Pero, el mismo movimiento, aporta una contradicción
interesante, visible en la última frase.
Al tratar a la sociedad como “algo” que tiene voluntad, pide, exige, hace, “me está dado” por
nacimiento, los sujetos renuncian a la posibilidad de cambio, y, en el mismo movimiento,
asumen “lo social” como destino. Sin embargo, “destino” como concepto explicativo de los
devenires individuales no tendría lugar en el corpus teórico del psicoanálisis, al que todos los
profesionales psi entrevistados adhieren (incluso de manera crítica). Contradicción que
aparece expresada en la última frase con el neologismo “destinación”: es un destino que no se
atreve a ser tal.
“Yo estoy más con el chico desde lo individual, pero también es tener una sociedad
con todo un problema, carencias políticas, estatales, historia nuestra, () que es
notorio, pero creo que en el ámbito institucional padecemos la dictadura del ‟76
rompió al país, o sea, ¿cómo que nos hubiera interrumpido una fase del crecimiento?
Bueno, se interrumpió, esto no está, se cortó, y quedamos medio psicóticos Bueno,
así estamos, entre psicótico y perverso. Porque como sociedad no pudimos crecer”
(PLA7).
En este caso, pareciera un intento de relación entre los niveles individual y general, por la vía
de una analogía, lograda mediante el uso de metáforas de crecimiento, humanización y
cosificación: la "sociedad" es algo susceptible de tener un problema, el "país" algo que puede
romperse y cortarse, hay un "nosotros" que debiera haber crecido pero fue interrumpido por
esta rotura en una fase -podemos suponer- anormal, a medio camino entre la psicosis y la
perversión. Esta organicidad del pensamiento sobre lo social, al mismo tiempo que recuerda
(con matices) la ideología higienista en que estas instituciones fueron fundadas, homologa a los
colectivos sociales con sumas de individuos, y a su vez, construye explicaciones
psicopatológicas para las dimensiones sociopolíticas.
El inicio de la frase, "yo estoy con el pibe mas desde lo individual" abre un cuestionamiento
sobre las formas en que se construyen las formas de pensar lo individual y lo social. La
reducción de la dimensión general a la singular, la atribución de características de los sujetos a
los procesos sociales, la invisibilización del lugar de las instituciones y los grupos, la reducción
de las determinaciones a "la pobreza", plantean un necesario cuestionamiento al tipo de
practica posible. En la misma línea, que en la mayoría de los casos los trabajadores no
incluyan alguna consideración respecto a su función como efectores de políticas publicas del
Estado: es mas, el que no parezcan incluirse en el mismo llama la atención sobre estos limites.
Causas y efectos son psicologizados o generalizados, tratándose los problemas a nivel
individual, en un intento de promover mayores posibilidades de protección y disfrute, que esta
asociado a una sutil demanda de "regeneración social", posibilitada por una construcción
ideológica como la anteriormente descripta. Así, hay una reducción de las causas a la
dimensión individual -en tanto se construyen las intervenciones en este sentido.

"También hay que ver la singularidad de cada uno de los chicos, hay chicos que se
adaptan muchísimo más rápido y que pueden egresar más rápido" (HPL1)
Asimismo, el fracaso de las intervenciones o sus límites también se encuentran -
contradictoriamente- en "lo social":
“Las redes sociales no funcionan.” (PLA3)
“No existe la posibilidad de que estos pibes puedan estudiar, no existe posibilidad
que puedan tener una casa, un laburo, () este es el punto más grosso” (PLA5)
La absolutización de las imposibilidades pareciera confirmar la naturalización de "lo social", así
como también extrae a la sociedad de la historia. En el mismo movimiento, impotentiza a los
sujetos como actores sociales, puesto que estas características del orden natural aparecen
como heterónomas y, por lo mismo, no modificables. Se reúne con la afirmación de
"destilación", y pareciera que el movimiento total de construcción del problema es naturalizar
y reducir lo social a lo individual, reificando como destino los procesos sociales. Esto permite
justificar ideológicamente las intervenciones, sosteniendo la necesidad de un culpable.
Creemos que esta se basa en el cruce entre una racionalidad social esperada, promovida
como ideal, y los procesos sociales reales. Al ser los protagonistas de los hechos que resultan
"irracionales" y particularmente dramáticos, sujetos que concitan protección y amor incluso
desde distintos discursos (científico, político, religioso) la necesidad de construir un culpable
aparece como más acuciante. En este espacio surgirá primordialmente la familia, y
particularmente la madre, como "el" actor al que reclamar por los niños.

Familia
Algo pasó
"como que algún problema familiar grave hay para que el chico haga esto" (PLA1)
"tratar de aclarar cosas que por ahí fueron detonantes y por eso ellos salieron a la
calle, porqué pasó esto, cómo se podría solucionar () siempre con acuerdo del chico"
(HPL1)
"hubo algo que detonó de decir bueno, basta con mi familia eh () y prefiero estar en la
calle" (C2)
Esta línea de explicaciones al hecho “chico/a viviendo en la calle” se centran en la presunción
de un hecho / aspecto desencadenante. Ellos son susceptibles de ser incluidos en una cadena
explicativa histórica, con antecedente – consecuente o bien causa – efecto. Implican una
concepción de las relaciones como racionales, y de las acciones como motivadas, acorde a
fines, o reconducibles a la razón por la vía de la reparación. Podríamos denominar a estas
concepciones como “modelo de vinculación secuencial – racional”, en donde aparece por un
lado, una gradación de “problemas” en esta modalidad de vinculación que explicarían la
“salida”, por otro, la sorpresa, imprevisibilidad y destructividad de los mismos (explosión,
detonación). De cualquier modo, la trascendencia del vínculo hace que sea posible la
reparación, “si el chico quiere”, y aunque se parezca más a una bomba de tiempo...
Pareciera funcionar, entonces, una particular suerte de naturalización de la familia, con un alto
componente de racionalidad en los vínculos, que sin embargo contrasta con la asociación
entre familia y afectividad.
Por otra parte, se plantea una causa eficiente. La explicación existe, es del tipo de la
determinación causal, casi ontológica, en tanto es ubicable como ley general en la familia. Se
plantea una matriz general que funciona como desencadenante, “algo grave”, matriz que
tomará diferentes valores en su particularización:

acciones / características de la familia


"lisa y llanamente con los pocos recursos de la familia, con los malos tratos, con las
nuevas parejas que se arman de padres separados, o viudos, padres o madres, ¿no?,
eh, que han vuelto a formar pareja, con la mala relación que tienen con este tercero o
tercera, eh () son diversas las causas" (HPL1)
"se da esto de las nuevas parejas de no soportar la nueva pareja del padre o de la
madre, el tema del alcohol de los padres, y el tema de la drogadicción, de los malos
tratos, por ahí no sé, en algunos casos abandono por parte de alguno de los dos eh ()
padres y el que queda no puede hacerse cargo, son muchas las causas como chicos
hay en la calle" (HPL2)
"pero chicos que por ahí estuvieron pidiendo con los padres, que estuvieron
vendiendo estampitas y un día decidieron bueno, hoy no vuelvo a casa" (HPL2)
"El maltrato tiene distintas maneras () Padres golpeadores en general pero no siempre,
no es necesario" (PLA3)
"Muchos de ellos, este () golpeadores y golpeados" (PLA5)
"() mucha violencia, promiscuidad" (C1)
"Este () muchas veces contrariamente a lo que uno piensa, reciben afecto, pero
reciben un afecto de una calidad..." (PLA6)
“Lisa y llanamente”, es explicable... Es llamativa la insistencia repetitiva de los mismos
términos, que se concentran en: Pobreza, Promiscuidad -incluso sexual- y/o conductas
adictivas, Maltrato en cualquiera de sus versiones, incluyendo explotación económica. La
familia tipo construida en estas afirmaciones es de tal grado de desintegración que incluso
cuando da afecto, lo da mal.
Las formas de la explicación enfocan en un hecho o característica que “detona”, funciona
como el motivo de la expulsión, sea acción contra el/la niño/a, sea algún otro hecho que
repercute negativamente en el niño, como la inclusión de un nuevo miembro de la familia en un
lugar conflictivo (nuevo “rol parental”). Si bien la repetición de estos hechos, o su
transformación en “condiciones de vida” introduce una dimensión temporal, es una dimensión
de repetición de lo uno. Esta variedad temporal, circular, se centra alrededor del “hecho”,
construye y busca su “confesión”, establece a los unos y los otros, actores y espectadores,
victimas y victimarios... La trama busca establecer la novela: tal vez hay un antes, mítico e
hipotetizado, donde no pasaba (antes que llegue la nueva pareja, antes que empiecen a
tomar); un comienzo del hecho, un “crescendo” y un descenlace: la salida del hogar...
Sorprende entonces, frente a tal convergencia de características y vínculos negativos, que el
primer objetivo de las prácticas sea que el niño/a regrese con esta familia. Sorprende también
que en ningún caso sea formulada la pregunta por los/as hermanos/as que permanecen en
estas familias... Tal vez se busque restablecer el estado pre conflicto, lograr el retorno al
pasado feliz...
Estos son los contenidos de “lo grave” que motiva la salida de los/as niños/as de estos
hogares. Pareciera, entonces, que suficiente motivo tienen para querer huir. Sin embargo, casi
como se tratara de alguna enfermedad infecto contagiosa, una de las intervenciones se
propone que sean los chicos quienes sean modificados. Es representativa de la modalidad de
intervención predominante de los pequeños hogares en general.
Siguiendo con la línea de la sorpresa, llama la atención que las intervenciones se limiten, en lo
que a tales familias se refiere, a evaluarlas, si su intención es lograr que los chicos puedan
regresar...
Parece producirse una ontologización de rasgos morales desviados, considerados esenciales,
y no verificados en su operatividad ni en su existencia, que toman forma narrativa
constituyéndose el núcleo de lo que podemos llamar la novela familiar. La materialidad del
hecho, en una temporalidad que es la narración del trabajador, es la causa, y permite explicar
el hecho "chico viviendo en la calle”. Al mismo tiempo, la causa es individual, y no incluible en
un "tipo", según se desprende de la segunda frase. Este tratamiento individualizado de la
causalidad, si bien se sostiene en el intento de oponer a la categoría "menor" la realidad de
cada niño en tanto sujeto, colaboraría en la escisión del problema del orden social,
psicologizando el proceso y tratando a "lo social" como una variable para la intervención, en
el mejor de los casos.

Las carencias
"no tuvo una familia que se encargara de él" (C1)
"Algo que es social, pero más del primer grupo, primario de ellos, es la desintegración
familiar, o una familia, bueno, poco o casi nula, en el aspecto de contención, con muy
pocos elementos para poder brindarle" (PLA7)
"son varios los problemas () En principio quilombos familiares muy grossos: No-
contención, no límites, no-familia estructurada" (PLA3)
"Los padres suelen ser personas que no creen en la capacidad de la palabra, que no
creen en la palabra" (PLA3)
"() el contexto familiar, que es fundamental, en donde se trata de () si no la hay de
entramar, de constituir algún tipo de red, que sea la familiar, o que sustituya la familiar
y que funcione como contención, apoyo, y también involucramiento, porque si no el
pibe solo no puede hacer. Y más cuando el pibe, en realidad es emergente de lo que,
de lo que sucede en su medio, de lo que pasa en su medio. O sea, el entorno próximo
y el más alejado. Este () esto es." (PLA4)
"Son familias carenciadas, son familias también con poca trama simbólica, con poca
capacidad simbólica" (PLA6)
"() falta de satisfacción de necesidades primarias, esto tiene que ver con nutrición,
afecto y educación" (PLA6)
En estos casos, a diferencia del grupo anterior, no se trata solo de fallas morales de la familia,
sino de carencias en su estructuración. La remisión a la carencia simbólica es tanto o más
insistente que a la carencia moral. Se reifica la existencia supuesta de una “subcultura de la
pobreza”, no tanto como existente sino como ausente. Esta falla en la estructura simbólica
deviene malla que dotará a los niños/as de un lenguaje concreto, que es notado como
precariamente simbólico. La palabra misma se transforma en un objeto de creencia. Se puede
creer o no en ella, y esta operación la dota de remisiones simbólicas.
Al mismo tiempo, la malla simbólica se transforma en el correlato de la red que contiene, y en
el soporte anexo a los satisfactores de necesidades primarias.
La remisión de la carencia parece instalarse del lado del “no-poder”, ubicando a niños/as, por
yuxtaposición discursiva y remisión explicativa, en la misma ausencia.
Es de notar la mención de la “contención” como un “aspecto” que la familia “brinda” al niño.
En este sentido, parece tratarse de límites, incluso materiales: que esté adentro, de algún lugar.
Es este aspecto el que es evaluado como central para definir la derivación de un niño/a
institucionalizado.
Parece operar una doble transformación: de la predominancia de lo concreto, a carencia, y
posteriormente, como "lo simbólico”. Es interesante que no se afirma: “hay poca
simbolización”, que remitiría a operaciones del pensar. En contraposición, “lo simbólico”
como trama o capacidad; espacio de subjetivación, de existencia subjetiva, marca una
identidad cuyo signo es esta ausencia.
En esta construcción de la familia y sus características, la actora mas nombrado para explicar
con mas especificidad aquello que producirá "niños deprivados" es, por supuesto, la madre.
Parece incluso que en algunos casos "familia" es simplemente un genérico para "madre". Ellas
serán mencionadas específicamente en todas las entrevistas. Por contraposición, "el padre"
aparece como tal solo en tres, y solamente en una entrevista aparecen mencionados en una
oportunidad, tios, abuelos y hermanos.

Las Madres

"claro vos sos una tipa que vas, tenés buena onda, con la cual pueden conversar, les
prestas atención, te preocupas, entonces se juega mucho, de elegir una mama que sea
así, y no como la que tenés" (PLA1).
"[la madre] no hizo absolutamente nada nunca, no pudo entenderlo" (HPL1)
"[Las madres] Dejan, dejan y después se agarran la cabeza y dicen „yo no sé que
hacer con esto!‟" (PLA8)
En estas afirmaciones, la “madre” es alguien que no es como la que tienen. Estas, las madres
"reales" aparecen como aquellas que no hacen, que no son, que no saben qué hacer. Es
interesante reenviar estas afirmaciones a sus remitencias. Son frases que aparecen casi
textualmente en el discurso cotidiano, cada una de una manera diferente. La primera, puede
bien ser el texto de la novela familiar de cualquier adolescente cuando comienza a visitar a
amigos / as, y por supuesto, los padres del amigo/a son mejores que los propios, son los
deseados... En el segundo caso, parece la queja adolescente tardía, que frente a los reclamos
de responsabilidad o nuevos acuerdos, responde con un “y que querés, si vos!”, reclamo
directo de una atención que nunca alcanza, y que en ese momento, si está presente molesta e
incomoda, si esta ausente es un motivo mas de reclamo y de separación de esos padres
incompetentes.
El tercero, es tanto escuchable en el comadreo de vecinas como en muchos offices de los
servicios de salud mental de hospitales públicos, especialmente aquellos que asisten a
adolescentes...
Lo llamativo de estas co-pertenencias discursivas no es tanto la diferencia de registros y
géneros, sino que aparezcan inmediatas e incuestionadas, afirmaciones de sentido común que
desde la teoría tienen, al menos, una relativización. Son enunciadas por trabajadores psi, que
como presentación se asumen psicoanalistas, y en su práctica toman un encuadre
privilegiadamente clínico.
Al mismo tiempo, cuando en los propios chicos aparece algo del afecto por "esas madres", es
tratado como parte de un ideal completamente inexistente:
"los pibes están pensando en esa mama, y tienen que inventarse eso que no hay"
(PLA7)
Esta absolutización del lugar y rol maternales parece dar cuenta de una representación social
asociada a las características de la maternidad en situaciones de pobreza: mujeres que se ven
superadas por la situacion, que no resultan afectuosas, que no brindan los cuidados que
debieran brindar. Parece establecerse una línea de continuidad entre las representaciones
higienistas de principios de siglo sobre la "pobre madre pobre"iv sin el correlato de
abnegación que este ideal suponía. Permanece claramente la idea de soledad materna: la
madre pobre es una mujer sola, al menos, casi no hay padre a la vista...

El padre
"después de una pelea, o de una situación con el papá, terminan robando" (PLA1)
"O ese padre que no existe, que es mas mafia que ellos, que los pibes no son nada,
están intentando, y el padre es un mafioso absoluto que encima que los usa, y vos ves
que el pibe esta intentando" (PLA7)
Parece interesante plantear que la perspectiva teórica de los entrevistados reduce el rol
paterno a su función simbólica -como ley. Es desde el fracaso en esta transmisión que
aparecerá el padre en el discurso, como inexistente o como promotor de un acting. Parecen
aludir a la necesidad de "matar al padre" como tramite necesario de subjetivación en la
adolescencia, pero en cualquier caso, es posible afirmar que el padre es claramente la figura
del culpable, por acción o transmisión.
Así construidos, las acciones de los padres son la comisión o la promoción de delitos, de
conductas antisociales. Combinado con la inacción atribuida a las madres, se termina de
configurar la representación de la familia pobre: padre delincuente, madre "mala" o inútil o
superada por la situación que no defiende a sus hijos del padre.
Por otro lado, y nuevamente al tratar de explicar el bajo impacto de las intervenciones,
aparecen los mismos padres, esta vez tratados en su situación:
"Él iba a aprender lo que su padre hacía. Ahora no hay nada de eso" (PLA7)
"No hay proyecto () si ven a los padres que no tienen laburo o tienen poco, que no
han logrado nada en su vida, y trabajaron toda la vida" (PLA3)
La transmisión fallida anula, por identificación, el futuro. No hay proyecto porque no hay
presente en un “adentro” de lo social, por la vía del trabajo. Esto deja a los padres “sin haber
logrado nada”, incluso, sin formar una familia cuando la forman. Por otra parte, justifica
parcialmente por que los adolescentes (centralmente los mayores) rechazan los valores
propuestos por las instituciones como centrales para lograr la integración social -educación y
trabajo- generando trampas infranqueables para los trabajadores.
Se atribuye la transmisión de valores identitarios -un hacer que apuntala el ser- al rol paterno,
lográndose la integración social por medio de la transmisión en la familia. En este caso es
interesante marcar que la escuela como institución socializadora no aparece mencionada en
ningún caso. Sin embargo, según pudimos constatar en los legajos, mas del 90% de los niños,
niñas y adolescentes en estas instituciones había tenido una escolaridad de mas de dos anos.
Tampoco se confronta con la calidad de la oferta educativa efectivamente realizada por las
instituciones, que suele limitarse a educación primaria y algunos talleres de oficios. Incluso en
estos casos, cuando los adolescentes logran establecer tal oficio como su fuente de ingresos,
es a costa de ser "chicos de la calle modelo", exhibidos como prodigios por la prensa...
Estos son los casos paradigmáticos de "lo que puede un chico si quiere", en donde el núcleo
critico de las intervenciones alternativas, esto es, el hecho de no ser realizadas bajo coerción,
parece transformarse en "la voluntad", forma adaptada a la demanda social del deseo, que
permitirá la integración exitosa y la felicidad de todos...

La Voluntad/ La Decisión

"...chicos que por ahí estuvieron pidiendo con los padres, que estuvieron vendiendo
estampitas, y un día decidieron bueno, hoy no vuelvo a casa porque la plata que hice
me la quiero gastar yo" (HPL3)
"Yo creo que tomar la decisión de irse a vivir a la calle o de sobrevivir en la calle
nunca es buena" (HPL1)
"Están en la calle por un montón de otras cosas que nada tiene que ver con su propia
decisión" (HPL1)
Si bien, como vimos antes, la familia aparece como el desencadenante de la "salida" a la calle,
parece necesario agregar un "ese hecho" que es el antecedente inmediato, y que permitiría a
los protagonistas construir un relato al estilo "me fui porque...", estableciendo antecedentes y
consecuentes. Así, aparece definido en el discurso de los trabajadores la existencia de un
momento de decisión.
En la primer frase parece subyacer una cierta idea de justicia, de reacción contra una suerte
de explotación. En la segunda, aparece una valoración de las consecuencias de la decisión,
que se sostiene en la valoración de "la calle" como un espacio negativo, y "la casa" como, a
priori, el lugar adecuado. La tercera, que niega esta decisión, parece fundamentada
centralmente en la lógica de victima / victimario, consonante con la valoración negativa de la
calle: el chico no puede haber decidido algo malo, tiene que ser victima de los actos de otros.
Confrontado con relatos o comentarios de los propios niños y adolescentes, así como con
resultados de otras investigacionesv, este tipo de afirmaciones parece estar dando cuenta de
cuestiones ideológico-institucionales mas que de la tendencia en los usuarios.
Se trataría mas bien de afirmar que muchos chicos no se "van" de la casa en el mismo sentido
que un adolescente de clase media hace un bolso para escaparse porque tiene conflictos con
sus padres. Es cada vez (por diversos motivos que combinan las estrategias de supervivencia
familiares y del propio niño o adolescente, aspectos económicos, formas de relación y
disciplina familiar, y dinámicas sociales del núcleo de pares) más difícil volver. Los primeros
regresos luego de ausencias mas prolongadas que las usuales, que incluyen un menor aporte
dinerario porque el niño o adolescente tuvo gastos extra, generalmente implican conflictos mas
o menos serios. Las formas de autoridad y de resolución de las tensiones en grupos familiares
pobres o pauperizados pueden estar sostenidas en actitudes de mayor o menor violencia en
otros contextos sociales o en otros momentos históricos. Esto, sumado a la independencia
temprana que es correlato de la también temprana inclusión de los miembros en la economía
activa, parece permitir a niños y adolescentes una prolongación de las estancias fuera de la
familia, como estrategia de resolución del conflicto así como autoafirmación. Sin embargo,
raramente el vínculo con la familia se corta de manera definitiva. Asimismo, niños y
adolescentes tienen la mayoría de sus pertenencias de valor en su casa, raramente en la calle,
excepto por breves periodos. Es incluso bastante usual que regresen a sus casas cíclicamente,
llevando aportes de dinero o artículos de relativo valor. La independencia económica y de
movimiento de los miembros de familias de sectores populares parece situarse en la mayoría
de los casos, alrededor de los 12/ 14 anos, en la minoría de los casos alrededor de los 8 /
10vi. A partir de esa edad, parece asumirse la capacidad de autoabastecimiento y por lo
mismo, la ausencia de riesgo o peligro si no conviven con el núcleo, por lo tanto, abría una
suerte de permiso de exogamia temprana.
Frente a la demanda institucional de explicar que sucedió, niños y adolescentes responden
construyendo una suerte de novela familiar, en la que efectivamente algo sucedió. El proceso
suele implicar varias preguntas y repreguntas en las que los distintos entrevistadores van
reconstruyendo un relato coherente. Las contradicciones y faltas de claridad son tratadas
como errores o falsedad que deberán ser aclarados en una suerte de "versión pulida" de la
historia vital. Luego, frente a nuevas inquisiciones, esta versión aprobada será repetida por los
chicos, en la certeza de su operatividad y de ser la versión deseada por la institución.
En este punto, los programas se distancian. La posición del programa de asistencia
psicológica se plantea más cercana a relativizar la importancia del relato pormenorizado y
verídico, la confesión, que los otros dos programas buscan con mas ansia. No obstante, esta
relativización, según lo planteado en la primer frase, no es sin tensiones.
"Se contó con la voluntad del chico para venir" (HPL2)
“Marcando siempre que el chico está acá porque quiso: Nadie lo trajo, nadie lo
obligó, nadie () 'se nos ocurrió porque estabas en la calle'. Acá eso no cuenta, se
trabaja con la voluntad del pibe” (HPL1)
"A partir de la voluntad, yo creo que todo se puede" (HPL3)
Esta apelación a la voluntad como eje, resulta un nivel importante para pensar las
intervenciones como promotoras o no de resiliencia. Por un lado, construyen efectivamente a
un sujeto responsable, en oposición a un niño victima. Pero sutilmente introducen un
deslizamiento omnipotente que transforma "responsabilidad" en culpa, transformando en una
suerte de trampa la manifestación, por parte de los chicos, de querer "salir" de la calle.
De esta manera, los objetivos planteados por los trabajadores, mas allá de los consignados
formalmente por la institución, dan cuenta de esta solicitación subjetiva que parece estar
anudada al querer / desear constitutivo de identidad:

Objetivos de la intervención

"El objetivo de la intervención para mí es darles una oportunidad mas y en un entorno


diferente al que están acostumbrados, y confiar en ellos (HPL2)
"El objetivo principal es darles una nueva oportunidad y tratar de abrirles las puertas a
una sociedad que es bastante injusta, que siempre o casi siempre los más débiles o los
que tienen menos recursos son los que pagan los platos rotos" (HPL1)
"Empezar a que recuperen de a poco () y a que dejen atrás todo el bagaje que
trajeron de la calle y de la forma que tenia de defenderse, esto de, bueno, () del
vocabulario () con X en especial se trabajan todas estas cuestiones, de volverla al
lugar de nena, eh () y de que vuelva a reconquistar todas esas cosas que tuvo que
dejar a un lado en la calle" (C3)
“Bueno, yo creo que tienen la posibilidad de ver una forma de vida diferente, eh ()
que de pronto puede cambiar su historia, con el tema de lo que puede ser lo marginal,
y () bueno, es una muestra que puede recibir ayuda si se dejan ayudar, y que tienen
una posibilidad, ¿no? Con referencia () en relación a esta casa con su inserción en
otro hogar” (HPL3)
"tratar de ubicarlo, de volverlo a ubicar en el rol que le corresponde que es el de
chico, al de nene o al de nena" (C1)
"uno esta como en una tarea fundante, uno esta como el primer impresor de digamos,
de vivencias, situaciones, afectos, es () muy primario. Que tiene que guardar () que
son agujeros, que son vacíos" (PLA6)
Estas ideas asociadas a los objetivos de las prácticas cotidianas y de la intervención en
general permiten establecer algunos de los aspectos centrales de las instituciones para la
infancia, en especial aquellos en los cuales el trabajo desde la perspectiva de resiliencia puede
resultar un aporte significativo.
Exceptuando la ultima frase, representativa de ciertas diferencias interinstitucionalesvii, las
escansiones producidas por la intervención serian: el establecimiento de un tiempo y un estado
anteriores potenciales, la existencia de una oportunidad anteriormente desaprovechada, el
establecimiento de un estado diferente al que arribar, y la afirmacion que el "puente" entre el
estado actual y el deseado se halla en la decision de los chicos: si se dejan ayudar.
Esta suerte de narración, en su función casi mítica, parece afirmarse en un ideal social de
igualdad de oportunidades. Todos los individuos de una sociedad tienen, de base, las mismas
posibilidades, o cuando menos algunas posibilidades equivalentes. El hecho planteado en las
respuestas de los trabajadores: "darles una nueva oportunidad", marca al menos dos aspectos
de este mito. Por un lado, que es posible pensar algo del orden de la responsabilidad por el
desaprovechamiento de la/s oportunidades originales. En segundo lugar, que las instituciones
son el espacio - tiempo, y los trabajadores los dadores, de las nuevas -y definitivas-
oportunidades.
Ayudar, dar, abrir puertas, mostrar, confiar, son los verbos que delimitan las acciones
oportunas y efectivas. Asimismo, el establecimiento de un estado / rol ideal anterior que
debiera ser recuperado parece señalar que operaria una construcción ideal de "niño" y "Nina"
que anula diferencias y particularidades. Particularmente en lo que respecta a las niñas, la
afirmación "reconquistar todas esas cosas que tuvo que dejar de lado en la calle" parece
operar naturalizando las identidades de genero, al mismo tiempo que elimina el proceso
identitario realizado en la calle.
Esta idealización de un tipo de niño como "el niño", que fueron en un pasado mítico y que
volverán a ser como resultado de la intervención, plantea el problema central de la identidad
de chicos, chicas y adolescentes reales. La intervención efectivamente se plantea ser este
espacio - tiempo en el que los niños dejaran de lado lo que eran para ser lo que la sociedad
les pide (traducción de las instituciones mediante) que sean. En el marco de la anulación de
diferencias de clase, de naturalización de los procesos sociales y de idealización de un tipo de
niñez, este proceso deja de ser el acompañamiento del proceso identitario y de subjetivación
adolescente, para transformarse en la solicitación de una adaptación modelizada dentro de
estos parámetros ideológicos, anulando así la posibilidad de historizacion, en tanto "la calle"
pasa a ser el espacio - tiempo rechazado en su totalidad, incluso en sus marcas subjetivas:
"que dejen atras todo el bagaje que trajeron de la calle" no es la afirmacion de un proceso,
sino el borramiento de las marcas peyorizadas, como ejemplifica tambien la siguiente escena,
registrada durante un almuerzo en el Hogar Transitorio:
Trabajadora: "A., no comas eso así!"
A (mujer, 13 a.): "Pero si siempre lo comí!"
T: "Bueno, pero eso era antes, esto no es la calle"
A: "Pero mi papá lo comía"
T: "Era otro medio. Acá no se hace"
La falta de reconocimiento del hacer, su negativización o su peyorización actúan, según
Dessors (1994) desconfirmando la identidad, en tanto esta requiere confirmaciones de los
otros tanto en el plano del ser como en el del hacer. El proceso identitario implica estos
materiales identificantes provistos por los otros, en tanto la identidad nunca "esta terminada",
sino que se trata de un proceso de historizacion permanente (Aulagnier, 1997).
La ultima frase, parece maximizar este sentido de borramiento, en tanto la intervención es una
primera impresión. Parece aludir casi directamente a la definición freudiana de "primer acto
psíquico" que constituye el yo del sujeto. Previamente a la intervención, en este caso,
directamente no hay sujeto. Hay solamente "agujeros" y "vacíos".

Algunas Conclusiones
El empleo recurrente tanto de estrategias discursivas ideológicas como de metáforas viii,
tendría como función principal la justificación del tipo de diseño institucional, que incluiría
a las prácticas de los trabajadores y a los objetivos de las mismas. Incluso el aspecto no
menor, de las posibilidades de satisfacción de los trabajadores con su propio trabajo.
Al mismo tiempo, refleja un modo privilegiado de construcción de la sociedad y los procesos
sociales, así como la relación individuo - sociedad. La matriz psicologista y naturalista de
estas versiones, la mitificación de los procesos, la reducción de lo social a versiones de lo
individual, la construcción de víctimas y victimarios, la adjudicación de papeles a los distintos
actores, suponen la construcción de una explicación narrativa que excluye las
dimensiones sociopolíticas, limitando así la explicación a aquello alcanzable por la práctica
de las instituciones, en un círculo vicioso que construye problema /institución de forma tal que
uno y otro se requieren necesariamente. Efectivamente, las instituciones recortan de la
realidad, determinados problemas y/o poblaciones que constituirán su objetivo. Proponen
explicaciones más o menos científicas, que derivan en formas de intervención supuestamente
apropiadas. El proceso así pensado no sería necesariamente errado si, frente a las prácticas
concretas y a los problemas efectivamente existentes, las instituciones reaccionan repensando
las definiciones previas. No es nuestro interés aquí discutir las formas que adopta la
institucionalización de políticas sociales, ni como se planifica la oferta, o que grado de
participación o clientelismo se pone en práctica en ellas. Sí interesa plantear que en las
instituciones estudiadas, aparece la mayor parte del tiempo una construcción del objeto que
dificultaría visualizar –y tender a resolver- los problemas existentes.
La construcción de ideales, y la escisión de un aspecto central en la determinación del
problema (con la reducción de la dimensión social) plantearía una predominancia de
reproducción ideológica en las prácticas. Estas, si bien permiten en algunos casos que
niños, niñas o adolescentes construyan modos de subjetivación y formas de andar la vida con
menos riesgos y más posibilidades de gratificación personal (promoción de resiliencia) en la
mayoría de los casos sólo logran el regreso a la calle y una nueva frustración (que apareja más
y más graves consecuencias para los usuarios) para niños, niñas y adolescentes, o bien su
instalación como población dependiente de las instituciones del campo de la infancia.
En un movimiento en donde se priorizan la suposición de la voluntad del chico como motor
principal de sus acciones, y la eficiencia y la eficacia del como-sí del hogar para garantizar el
éxito de la intervención, los regresos a la calleix son raramente vistos de otra manera que
como culpa del chico. Son difícilmente complejizados y son evaluados como fracasos. Al
mismo tiempo, la derivación exitosa es pensada como un indicador de impacto de la
intervención, pero por la dificultad de su operacionalización, y porque redundaría en
evaluaciones negativas del impacto de las intervenciones, ni se implementa ni es aceptada
formalmente como indicador.
Estos problemas hacen aparecer a las instituciones y a los trabajadores en su dimensión
intencional. Existen diferentes niveles de objetivos e intenciones, muchas veces
contradictorios, que operan productiva y reproductivamente. En la medida en que se privilegia
el funcionamiento reproductivo, operando negaciones e invisibilizaciones, las posibilidades
de transformación parecen mínimas, amplificándose los aspectos reproductivos de la
exclusión.
Las representaciones ligadas a la idea de "voluntad", si bien se posicionarían reconociendo a
los usuarios como responsables -correlato necesario de la titularidad de derechos- también
culpabilizan y obligan a sostener como decisión una manifestación de fantasía de retorno al
hogar o "salida" de la calle, homologada en las instituciones a la aceptación, por parte de los
niños, de sus propios objetivos.
Por otro lado, la voluntad responsabiliza por haber estado / elegido la calle, y se requiere
voluntad para dejar la calle... En esta idea que funciona como eje de las instituciones
alternativas, en su diferenciación de las tutelares o francamente coercitivas, parece haber un
equivalente con las comunidades terapéuticas en las que se apela a la voluntad del adicto
(enfermo por identidad desviada) para "salir de la droga", objeto demonizado y espacializado,
tanto como la calle, que también es "algo de lo que hay que salir". Se puede pensar en un
doble juego: 1) por un lado, en la paradoja que significa que la oferta se modifique por
medio de la reconstrucción de la demanda: prácticas similares a las tutelares, con afines
sustentos ideológicos y relativamente análoga forma de construcción del problema, se
transforman en alternativas por ser elegidas por el usuario, incluso permaneciendo la
espacialidad como eje del diseño de la oferta (hay un lugar); 2) calle y droga funcionan
como marcas de identidades sociales: De objeto demoníaco en el segundo caso, que
elimina la voluntad y objetiviza criminalmente al agente, en el primero hay una distorsión
negativa de la voluntad, una elección desviada (la "libertad" de la calle) y una consecuente
posibilidad de peligrosidad en el agente. En ambos casos se presentifica la ausencia de límites:
lugar (calle) / objeto (droga) en donde se privilegia el puro placer, incluso placer que mata, o
la muerte de placer. Esta asocialidad refleja lo social como precario, inestable y no natural.
Incluso, plantearía la labilidad de la inscripción de la socialidad en la subjetividad. Los
sujetos aparecen en su constitución de identidades desviadas, como riesgo para la
sociedad, en tanto la muestran en su falla. Por lo mismo, se reaccionaría cristalizando las
construcciones ideológicas que refuerzan la individualización de los problemas, como una
forma posible de garantizar una permanencia. En última instancia, estas instituciones son
efectoras de políticas públicas, dependencias del Estado, o bien de grupos cuyo planteo es,
en diversos grados, heredero de la filantropía -tales como diversas instituciones eclesiásticasx.
La construcción de diferencias jerárquicas y de poder, visibles en los objetivos institucionales,
parece indicar la necesidad de construcción de determinados tipos de niños. La otredad de
niños, niñas y adolescentes de la calle, los constituye como peligrosos. Sus familias, ausentes y
negativizadas, no constituyen una alternativa. La familia nuclear esta recluida en el hogar, su
eje es la madre, es el centro de la reproducción legítima y de la reproducción social, de la
producción de normalidad. Las familias de los niños de la calle son el espacio de
producción de lo anormal, del desvío, aquello de lo que deben ser definitivamente
separados. Este desvío se replicará y amplificará en la calle, en la banda en lugar de
la amistad escolar, en la niña sexuada y activa pero no feminizada, en la ausencia de
límites que la vida callejera parece plantear.
Es este conjunto de excesos lo que será, casi como una mala pesadilla, borrado por la
intervención, que creará un niño integrable donde hubo un chico de la calle.
Esta tarea imposible que las instituciones proponen a los trabajadores parece ser aquello que
debe ser reconfirmado por medio de estrategias ideológicas, metáforas y construcciones
sociales que obligan a elidir aspectos críticos de la realidad para la que desarrollan las
intervenciones.
Sin embargo, casi al modo del retorno de lo reprimido, algo de este forzamiento ideológico
reaparece, bajo la forma de la insatisfacción y el sufrimiento de los trabajadores. La
satisfacción afectiva lograda en los vínculos que establecen con algunos chicos, en la elección
de algún /a trabajador/a como sucedáneo de los propios padres, se ve minimizada al hacerse
carne la solicitación omnipotente de "crear un niño", y enfrentarse con la realidad
socioeconómica y los límites de la intervención real. Estos requerirán de un esfuerzo de
negación y un desplazamiento (de la institución a los chicos) que, si bien oculto tras el
resultado, operaría casi sintomáticamente.
Los objetivos de autonomía, protección, satisfacción de derechos, tendrían que poder ser
incluídos en las agendas institucionales. Aparecen incluso como más realistas y menos
dogmáticos que el abandono de la vida callejera por parte de los chicos.
Es aquí donde resultaría operativo el trabajo considerando como un eje la resiliencia, en tanto
tal vez permitiría retrabajar estas construcciones representacionales polarizadas, recuperando
los aspectos concretos de los niños, sus capacidades reales, y reconocer los procesos
necesarios para alcanzar posibilidades de gratificación y protección. Ello podría posibilitar una
reubicación de las instituciones en una oferta posible, incluso en un nivel singular, pero que no
se vea obligada a negar las condiciones de producción de los problemas sociales, ni su
psicologización, para poder operar.

Bibliografía
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1870 - 1930, (Buenos Aires: Taurus)
Aulagnier, Piera (1997): El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. (Buenos Aires:
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Dessors, D. y Molinier (1994): La Psicodinamia del Trabajo. Seminario del PIETTE del
Conicet. (Buenos Aires)
Grotberg, Edith (1998): "I am, I have, I can: what families worldwide taught us about
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Kotliarenco et al. (1997): Estado del Arte en Resiliencia, (Washington: OPS - Fundación
Kellog, Agencia Sueca de cooperación internacional)
Lezcano, Alicia (1994): Chicos de la calle: estrategias de supervivencia,
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Lucchini, Riccardo (1999): Niño de la calle: identidad, socialidad, drogas. (Barcelona:
Libros de la Frontera)
LLobet, Valeria (1997): "Chicos de la calle, trabajo e identidad", en Primer concurso de
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Nari, Marcela (1996): "Las practicas anticonceptivas, la disminucion de la natalidad y el
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enfermedades: Lecturas de historia de la salud en la Argentina,
Mirta Lobato (ed.), (Buenos Aires: Editorial Biblos - Universidad de
Mar del Plata)
Vasilachis, Irene (1999): "La construccion de identidades en la prensa escrita. Las
representaciones sociales sobre los trabajadores y los pobres o las
otras formas de ser de la violencia" en Revista Sociedad, (Buenos
Aires), Vol. 15.
Notas
* Psicóloga, Especialización en Problemas Sociales infanto juveniles (CEA, UBA) Becaria
Doctorado UBACyT

i
Esta forma de plantear el tema no elude la relación entre industrialización, urbanización y
migraciones propias de la modernización y el quiebre de formas de solidaridad e integración
sociales anteriores, que revierte en nuevas formas de pauperismo al comienzo del siglo XX en
nuestro país. No pretendemos que el higienismo y las políticas poblacionales eugenesicas no
hayan sido otra cosa que una nueva forma de tratar "la cuestión social", adquiriendo esta
estatuto científico y, por lo mismo, nueva visibilidad. Es en este sentido que se trata de una
nueva población y un nuevo problema.
ii
Se trata de "modos de pensamiento mediante los cuales [los actores sociales] codifican su
discurso, que devienen instrumentos de apoyo retórico, en los cuales la ideología que
sustentan se apoyara para establecer sus argumentos" (Montero, 1994:53)
iii
Exponemos las similitudes entres las tres instituciones analizadas. Las diferencias entre ellas,
resultan parcialmente atribuibles a la institucionalidad de las mismas y sus diferencias
organizacionales.
iv
Ver Marcela Nari, "Las practicas anticonceptiva, la disminución de la natalidad y el debate
medico, 1890 - 1940" en Políticas, médicos y enfermedades, Mirta Lobato (ed).
v
Ver Lucchini, R (1999), Lezcano, (1994), LLobet, V, 1997 y 2000.
vi
Es interesante hacer notar que estas edades corresponden con bastante simetría a las pautas
de crianza que en nuestro país se verificaban incluso a principios del siglo XX. Por ejemplo,
los contratos de cesión, por los cuales los padres entregaban un niño para su crianza a otra
familia (los "criados"), generalmente de mayores recursos, implicaban como obligaciones que
el receptor se encargara de la educación del niño, pudiendo a partir de los 8 anos iniciarlo
como aprendiz en algún oficio (si era varón) o en las tareas domesticas si se trataba de una
niña. A partir de los 14, cesaba toda obligación de educación, pudiendo el cedente contratar
al aprendiz mediando algún tipo de pago (Cfr. Cicerchia, R. 1997, y también "Historia de la
vida privada en Buenos Aires, tomo 2)
vii
Entre el programa que brinda asistencia psicológica y las otras dos instituciones
viii
Según I. Vasilachis, el uso de metáforas "consolida los modelos interpretativos de la
realidad presupuestos por el hablante y las formas de diferenciación social que ese modelo
contempla" (1999:69)
ix
Es interesante hacer notar que en el Hogar Transitorio, estos regresos fueron denominados
durante largo tiempo "fugas", coincidente con el cierre con llave de la puerta... del hogar de
puertas abiertas.
x
Como tales, dificultosamente admitirán una suerte de “crítica radical” tal como la planteada,
por añadidura, por estas problemáticas

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