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Destrucción masiva. Geopolítica del hambre [Ziegler, J.

2012]

Publicado en la revista nº042

Autores: Aznar Bolaño, Margarita

Reseña: Ziegler, J. (2012): Destrucción masiva. Geopolítica del hambre. Ediciones Península.
Barcelona. (2011) Destruction Massive. Editions du Seuil.

“Una llave gira en la cerradura”.

La muchedumbre formada por mujeres que llevan en sus brazos un hatillo de harapos con un niño
y, a veces dos, se acerca a la puerta. Llevan esperando desde el día anterior, desde varios días, bajo
temperaturas récords de 47,5º a la sombra. Dos años de sequía y una plaga de langostas han
extremado las condiciones. En la agrietada y reseca superficie de la sabana las mujeres han cavado
agujeros donde protegerse mínimamente del sol inclemente y refugiarse durante la noche.

“Una hermana de origen europeo con hermosos ojos circunspectos aparece y entreabre el portal
varias decenas de centímetros. El racimo humano se agita, empuja, se apretuja contra el portal. La
hermana levanta un trapo y luego otro y luego otro más. Con una rápida ojeada intenta identificar
que niños tienen todavía una oportunidad de sobrevivir.

Se dirige suavemente, en un hausa perfecto, a las madres angustiadas. Finalmente son admitidos
unos quince niños y sus respectivas madres. La hermana alemana tiene lágrimas en los ojos. Un
centenar de madres rechazadas ese día, permanecen silenciosas, dignas, totalmente
descorazonadas.

En silencio se forma una fila. Esas madres abandonan el combate. Se irán a la sabana. Regresarán
a su poblado a pesar de que allí no habrá alimento.

Un pequeño grupo decide quedarse en el sitio, en esos agujeros protegidos del sol con ramas o un
pedazo de plástico.

Volverá el alba. Y ellas volverán mañana. El portal se entreabrirá de nuevo durante algunos
instantes. Y ellas probarán de nuevo su suerte.” (pag. 17)

Este es el arranque del libro de Jean Ziegler con una escena presenciada por el mismo autor en una
misión desde su puesto de relator especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la
Alimentación. El libro conjuga la rigurosidad de los datos, el conocimiento y la experiencia del autor
sobre el tema, junto con un acercamiento al mismo a través de escenas como ésta que conectan al
lector con los dramas que hay detrás. Las cifras, los análisis son reveladores, pero el poder que tiene
el registro emocional de las escenas que el autor comenta, impiden al lector permanecer
indiferente.

El centro de las hermanas de la Madre Teresa en Saga (Níger) puede acoger simultáneamente a unos
60 niños. Con ellas un niño con desnutrición aguda y severa se puede recuperar en 12 días con
alimentación vía intravenosa. “Se curan casi todos” dice una hermana orgullosa, aunque al otro lado
del patio las tumbas son numerosas.
El escándalo de nuestro siglo es para Ziegler la destrucción cada año de decenas de millones de
hombres, mujeres y niños como consecuencia del hambre. La agricultura mundial podría alimentar
a 12.000 millones de seres humanos, el doble de la población actual, No es una fatalidad. “Un niño
que muere de hambre es un niño asesinado” (pag.19), concluye.

El libro se divide en varias partes. En la primera parte se aborda “la magnitud del desastre”. En la
segunda el “despertar de la conciencia” después de la Segunda Guerra Mundial con la creación de
los organismos Food and Agricultural Organization (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos
(PMA). La tercera parte del libro desenmascara a “los enemigos del derecho a la alimentación”. La
cuarta trata sobre las razones de la decadencia del PMA y de la FAO. En cuanto a la quinta y sexta
parte del libro explican cómo y por qué actualmente:

“La obsesión por el beneficio, el afán de lucro y la codicia de las oligarquías predatorias del capital
financiero globalizado prevalecen –en la opinión pública y ante los gobiernos- sobre cualquier otra
consideración, poniendo obstáculos a la movilización mundial.” (pag. 21)

La Matanza

El derecho a la alimentación es el más violado de todos los derechos humanos. Una sexta parte de
los habitantes del planeta padece permanentemente hambre.

La subalimentación está definida a partir de las necesidades calóricas de los individuos en función
de la edad. En un adulto serían 2220 calorías, por debajo de esa cantidad un individuo no puede
poner en juego toda su fuerza vital.

Morir de hambre es doloroso, es una lenta agonía en la que al sufrimiento físico se añade la angustia,
desesperación y abandono. En los niños es más rápido, se consumen las reservas de grasas y azúcar,
el sistema inmunitario se desploma, aparecen diarreas, infecciones bucales y respiratorias y pérdida
de masa muscular. Finalmente ya no se pueden sostener en pie, permanecen aletargados, con
rostros de viejos y llega la muerte.

La subalimentación deja secuelas en el cerebro de los niños menores de 5 años, que se añaden a las
derivadas de la subalimentación de su madre en el embarazo. El hambre provoca enfermedades
específicas como el noma que es un tipo de gangrena fulminante que se produce por la incapacidad
del sistema inmunitario frente a las bacterias de la boca y que “devora” el rostro fundamentalmente
de los niños. En enfermedades como el SIDA, habría una mayor resistencia a la enfermedad con la
alimentación adecuada. No se pueden dejar de lado los estragos psicológicos que origina la presión
de no poder alimentar adecuadamente a la familia.

El hambre invisible: La desnutrición, es decir la deficiencia en vitaminas y sales minerales, es el


llamado hambre invisible porque sus estragos no se aprecian a simple vista. Pueden darse en
personas con un peso normal. El cuerpo necesita los micronutrientes en cantidades ínfimas, aunque
su ausencia origina enfermedades y carencias que pueden ser severas tales como anemia, ceguera,
beriberi, escorbuto, raquitismo, bocio etc. La inversión necesaria para resolver este “hambre
invisible” es menor, pero no hay voluntad por parte de algunos estados. La degradación de los
servicios de atención primaria en muchos países incluso ha favorecido el aumento de las cifras. Las
encuestas realizadas desde 2004 muestran que un tercio de la población mundial infantil menor de
15 años no puede desarrollarse completamente por carencias de vitaminas y sales minerales.
Nuevamente azota a los menores de 5 años.

La geografía del hambre: La FAO tiene un modelo estadístico complejo y a la vez útil para determinar
las cifras del hambre basadas en las necesidades calóricas de los individuos junto con multitud de
variables económicas. El problema de la desnutrición es computado aparte.

Hay un hambre estructural en determinados territorios, y un hambre coyuntural fruto de unas


circunstancias adversas concretas. Los grupos más expuestos al hambre son los pobres rurales, los
pobres urbanos y los que son víctimas de una catástrofe.

Los pobres rurales representan la mayoría de los hombres que padecen hambre en el mundo. El
75% de los 1.200 millones de seres humanos que, según el Banco Mundial, vive en la extrema
pobreza pertenecen al medio rural y tienen rentas de menos de 1,25 dólares diarios.

No ser propietario de la tierra es una de las causas, pero también hay campesinos cuyas tierras no
tienen el tamaño y la calidad suficiente. En el hemisferio sur el 90 % de los campesinos no dispone
de herramientas más sofisticadas que la azada, ni tampoco del uso de abonos, ni de irrigación de los
campos, ni siquiera de estiércol pues no tienen animales. En estas condiciones la productividad es
escasa y a esto se une la presencia de roedores, las plagas de langosta, la insuficiencia de silos de
almacenamiento y la escasez de transporte hacia otros mercados. En 2003 en Etiopía Ziegler vivió
la absurda situación que en una parte del país el hambre devastaba a 7 millones de personas
mientras a 600 km. de allí, decenas de miles de toneladas de teff se pudrían a falta de carreteras y
vehículos para trasladarlas.

Los pobres urbanos, que pueblan, por ejemplo, las favelas de Sao Pablo, poseen una renta
extremadamente limitada, un mínimo incremento de los precios supone una catástrofe para ellos.

Las Crisis Prolongadas: El concepto “protracted crisis”, engloba las situaciones en las que el hambre
estructural y el hambre coyuntural conjugan sus efectos y el país no consigue recuperarse. Aunque
son diferentes suelen tener en común fenómenos como la larga duración o los conflictos armados.
Actualmente 21 países figuran en este apartado, en 18 de los cuales confluyó una catástrofe natural
junto con un conflicto provocado por el hombre.

La situación de Níger es un ejemplo. Es un país de mas de 1 millón de kilómetros cuadrados. Tiene


sólo un 4% de tierras cultivables. Los habitantes son, en su mayoría seminómadas con 20 millones
de cabezas de ganado. Los suelos son ricos en sales minerales y la carne es buena. Los nigerianos
están aplastados por su deuda externa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) arrasó el país en
10 años con varios planes de ajuste estructural. Particularmente obligó a la liquidación de la Oficina
Nacional Veterinaria dando paso a la entrada de las multinacionales de la farmacopea animal. El
estado ya no ejerce control sobre las vacunaciones ni los medicamentos que llegan muchas veces
caducados, siendo usados. Los ganaderos tienen que comprar en el mercado libre los
antiparasitarios, vacunas y vitaminas con precios marcados por las multinacionales. El clima es duro
y mantener a los ganados saludables cuesta mucho dinero y los ganaderos no los pueden pagar, los
animales perecen o son malvendidos antes. Los antiguamente orgullosos propietarios del ganado
se ven forzados a emigrar a los barrios de chabolas de los alrededores de las ciudades, con el
deterioro social y la desesperanza que lo acompaña.
Al mismo tiempo, este país con sequía recurrente, subalimentación y malnutrición, fue obligado por
el FMI a desmantelar los stocks de reservas de cereales que ascendía a 40.000 toneladas y que
estaban destinadas a resolver situaciones de emergencia alimentaria. El criterio del FMI es que estas
reservas pervierten el libre mercado. Desde mediados de los 80 Níger vive una hambruna cada dos
años de media.

Níger es el segundo país más pobre del planeta, pero también es el segundo productor de Uranio
del mundo. Explota el uranio en monopolio una multinacional, Areva, controlada por la antigua
metrópoli, Francia. El estado nigeriano recibe un canon irrisorio. Un intento de contrato con otra
compañía explotadora fue abortado con un oportuno golpe de estado y volvieron las cosas a su
origen.

El FMI hizo hace cinco años un estudio de viabilidad de un sistema de irrigación en Níger. Se podrían
regar 440.000 hectáreas de tierra y se garantizaría la autosuficiencia alimentaria del país, pero el
segundo productor del mundo de uranio no tiene dinero para financiar el proyecto.

La miseria de los pueblos del norte del Níger ha sido caldo de cultivo para organizaciones terroristas
como Al Qaeda del Magreb islámico. Han reclutado jóvenes tuaregs a los que la política de Areva ha
reducido al paro, la desesperación y miseria. La presencia de las temibles plagas de langostas es otro
elemento que se une al conjunto de los demás.

Níger es un ejemplo de la complejidad multicausal en las crisis prolongadas. El autor se detiene


también en el problema de Gaza con la destrucción sistemática del gobierno israelí de los
abastecimientos de agua y alimentación, es decir el uso del arma del hambre en un conflicto y
también a la actitud del gobierno chino con los refugiados del hambre que escapan de Corea del
Norte.

La distribución geográfica del hambre en 2010 colocaba a Asia y Pacífico con 578 millones de
personas de los 925 millones en total. Seguían el Africa Subsahariana con 139 millones,
Latinoamérica 53, Oriente Próximo y Africa del Norte con 37 millones y los países desarrollados con
19 millones de personas subalimentadas.

Hay que añadir en este marco geográfico que en las zonas rurales de Africa y Asia las mujeres y niñas
sufren una discriminación añadida porque pueden acceder al alimento solamente después de que
los hombres y los niños varones lo hagan.

El Despertar de las Conciencias

Malthus planteaba en el siglo XVIII que el hambre obedece a una especie de ley de necesidad ya que
establece un equilibrio entre la población en aumento constante y los recursos limitados. Hasta
mediados del siglo XX las ideas malthusianas han sido para los occidentales una forma de descarga
de su responsabilidad moral.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los sufrimientos compartidos relacionados con el hambre
favorecieron el despertar de las conciencias de los europeos. Una figura destaca sobre las demás.
Se trata del médico brasileño Josué de Castro. Su trabajo en la década de los 30 le permitió observar
y recoger datos de cómo la subalimentación y desnutrición provocaban estragos en la población y
como los latifundios y los monocultivos eran la causa del problema. Cómo la alta natalidad no era la
causa de la escasez, sino que la escasez promueve la alta natalidad, frente a las angustias del
mañana, se tienen muchos hijos para intentar asegurarse ayuda cuando pasen los años; también
mostraba la deslegitimación de planteamientos racistas acerca de la vaguería e indolencia de
determinadas poblaciones, que son fruto en realidad de los estómagos vacíos que impiden el
desarrollo de las capacidades.

Josué Castro le debe a Hitler su victoria sobre Malthus. Su libro geopolítica del hambre, mostraba la
estrategia deliberada de Hitler con respecto al arma del hambre: La acaparación de los recursos
alimentarios de los países invadidos y la existencia de varios tipos de categorías de ciudadanos y
diferente acceso a la alimentación para cada grupo. También describía los problemas concretos que
tenían las naciones europeas en su lucha para salir del hambre de la posguerra.

En este espíritu de un occidente concienciado se crearon las Naciones Unidas y en 1946 la FAO. En
1963, se creo el PMA como forma de responder a situaciones de urgencia. En el espíritu de los
creadores de los pactos está el que el hambre no es una fatalidad y que hay que intervenir con
acciones concretas, no dejando al libre movimiento de los mercados sino con reformas agrícolas,
subvenciones de los alimentos básicos, inversión pública para la productividad de las tierras etc.

Josué Castro fue perseguido y también reconocido con diferentes menciones internacionales a lo
largo de su vida. El subtítulo de este libro es un homenaje a su libro homónimo.

Los Enemigos del Derecho a la Alimentación

Los Cruzados del Neoliberalismo:

“Para Estados Unidos y sus organizaciones mercenarias –la Organización Mundial del Comercio
(OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial – el derecho a la alimentación
es una aberración”. Para ellos los únicos derechos humanos son civiles y políticos.” (pag. 143)

Detrás de la OMC del FMI y del Banco Mundial están las grandes compañías transcontinentales que
ejercen un control creciente, en concreto, sobre toda la cadena alimentaria. Controlan los
alimentos, cereales, carnes, pero también las semillas, los pesticidas, los abonos, el
almacenamiento, transporte y distribución de los productos. Su objetivo no es producir alimentos
sino obtener los mayores beneficios. Pueden fijar los precios y, como poseen grandes depósitos,
almacenar los productos para que suba el precio y después distribuir rápidamente cuando suben.
La empresa Cargill es un ejemplo.

Estas empresas poseen además organizaciones financieras que operan en las principales bolsas de
materias primas agrícolas y tienen un papel determinante en que los precios suban. Imponen los
precios del mercado y cuando quieren conquistar un mercado local inundan con sus precios bajos,
practicando el dumping. Así ocurrió con la producción avícola autóctona del Camerún. Se
suprimieron los aranceles a la importación de aves y las grandes compañías pusieron los pollos en
el mercado nacional a precios muy bajos, los productores locales de aves no pudieron competir y
tuvieron que dejar sus explotaciones. Una vez eliminada la competencia, estas compañías ya
impusieron los precios.
Estas grandes compañías son enemigas del derecho a la alimentación. El hambre, plantean, es una
tragedia pero la solución es el aumento de la producción con una industrialización enorme, la
eliminación de las pequeñas granjas familiares “improductivas” y la liberalización de los mercados,
cualquier intervención de los Estados o de los organismos internacionales entorpece este libre
comercio que llevaría a la producción necesaria para eliminar el hambre.

Hay un abismo en el planteamiento de los Estados frente al derecho a la alimentación. Estados


Unidos nunca ha aprobado el pacto de las Naciones Unidas sobre los derechos económicos, sociales
y culturales, el FMI y el OMC lo combaten.

Los estados firmantes del pacto de las Naciones Unidas se comprometen a respetar el derecho a la
alimentación de los habitantes, proteger este derecho frente a violaciones contra el mismo por
parte de terceros y a solicitar ayuda internacional cuando la hambruna golpee al Estado.

La India es el país con el mayor número de niños malnutridos del mundo, en proporción y en
números absolutos, existen grandes latifundios con una tierra muy rica y fértil aunque inexplotada
junto con una población sin ningún recurso. Además son exportadores de trigo. La Constitución de
la India defiende el derecho a la vida y dentro de ella el derecho a la alimentación. Se plantean leyes
que promueven dotar de tierra a los parias de la casta inferior y esto choca en la práctica con la
corrupción administrativa y la extorsión de estos latifundistas que llegan a asesinar a los nuevos
propietarios a los que la ley ha brindado una hectárea de tierra para cultivar. El tribunal supremo
indio defiende estos derechos, pero los campesinos ignorantes y desposeídos no saben de todo ello.
Sociedades civiles y otras instituciones están consiguiendo sentencias favorables a este derecho.

En Sudáfrica también la Constitución defiende el derecho a la alimentación. Se privatizó el agua


potable en una zona del país. Subió el precio del agua lo que imposibilitó el acceso a la misma a una
parte de la población. Apelando a este derecho constitucional, los tribunales pudieron intervenir
frente a un abuso del derecho al agua y por tanto a la alimentación.

Por último, los Estados con necesidades de intervención internacional para paliar el hambre se
resisten a esta petición muchas veces por el descrédito que conlleva.

Todas estas intervenciones son consideradas por el FMI atentados intolerables contra la libertad de
mercado. Los argumentos esgrimidos por los partidarios al derecho a la alimentación, son para ellos,
pura ideología con tintes comunistas. Hay un dibujo de Plantu en el que se ve a un orondo hombre
blanco delante una opípara comida y un niño africano escuálido a su lado le dice “tengo hambre”.
El hombre le contesta “¡Deja ya de hablar de política!”. (pag.159)

Los tres Jinetes del Apocalipsis son la OMC el FMI y en menor medida el Banco Mundial. Son los que
disponen de poderes excepcionales sobre la economía de los países más débiles aunque la Carta de
la ONU encomendó esta tarea al Consejo Económico y Social.

El FMI y el Banco Mundial se crearon en 1944 y forman parte del entramado de la ONU. La OMC,
que nació en 1995, no. Ésta vino a sustituir al GATT que se creó en la posguerra de la 2ª Guerra
Mundial con el fin de disminuir progresivamente las tarifas aduaneras de los países industrializados.
Con la liberalización total de los flujos de mercancías parece que se quiere conseguir “el desarme
unilateral de los países del sur” (pag.161). Los aranceles, el control del tráfico de mercancías hacen
de protección de la soberanía de los países más desfavorecidos. La experiencia acumulada en los
últimos decenios y estudios muy solventes lo demuestran. Tal es el caso de un estudio del Oxfam
(Oxford Committee for Famine Relief) que demuestra como:

“En todos los lugares donde el FMI aplicó a lo largo del decenio 1990-2000, un plan de ajuste
estructural, millones de nuevos seres humanos fueron arrojados al abismo del hambre” (pag.163).

La explicación es simple, el FMI se encarga de la deuda externa de los países. Estos países necesitan
divisas para poder pagar los tramos de la deuda que les corresponde. Para conseguir estas divisas
necesitan producir algún tipo de riqueza que sea susceptible de exportarse. Muchos de ellos son
eminentemente agrícolas y entonces se tienen que dedicar a monocultivos como el cacao o el café
por ejemplo y no a cultivos que permitan satisfacer las necesidades alimenticias de la población. Al
mismo tiempo, el FMI renegocia con moratorias la deuda, a condición de que los países establezcan
severos planes estructurales en los que se restringen servicios como la sanidad y educación y se
eliminan las subvenciones para los mas necesitados. Los profesionales de los servicios públicos que
se dedicaban a estas actividades son despedidos. También incluye en sus exigencias estructurales
las eliminaciones de las subvenciones a los productos alimenticios o la eliminación de los stocks de
alimentos que interfieren el libre comercio.

La evolución en las últimas décadas de países como Níger, Haití, Zambia o Ghana ejemplifican estas
aseveraciones. Haití, por ejemplo, en 1980 era autosuficiente en la producción de arroz, su alimento
básico. Los 2 planes de ajuste estructural que introdujo el FMI en esa década abrieron el mercado
local al arroz procedente de USA cuyo precio está muy subvencionado por Washington. Esto
aumentó las importaciones de arroz y el desplome de la producción de arroz local. Con el
consiguiente éxodo de los campesinos a los suburbios de Puerto Príncipe y el deterioro de los
servicios públicos por la masificación. Desde la década del 2000 el gobierno de Haití tiene que
conseguir dinero para importar el 80% de arroz que necesita y, por lo tanto se endeuda mas, si a
esto le añadimos subidas del precio del arroz que en 2008 se triplicó, pues tenemos un panorama
bastante completo de la hambruna.

Cuando el libre cambio mata: La distribución gratuita de alimentos en situaciones de necesidades


extremas, es para la OMC una práctica que contraviene los principios más elementales del
intercambio comercial. En 2005 en una conferencia interministerial en Hong Kong la OMC planteó
que era inaceptable que el PMA y otras instituciones distribuyeran gratuitamente en campamentos
de refugiados, sitios devastados por la langosta, hospitales de niños severamente desnutridos arroz
harina, y tortas de aceite... gracias a los excedentes de los países. En Hong Kong los países del sur se
sublevaron contra estas pretensiones.

Otra derrota de la OMC se la ha infringido la India. Este país está afiliado a la OMC y esto tiene un
carácter vinculante con el poder ejecutivo para el libre mercado etc., pero no es vinculante para el
poder judicial. Esto hace posible que en este país haya instituciones que reparten comida a bajo
coste con un protocolo específico por categorías de necesidad. Existe la correspondiente
malversación y abuso en el desarrollo de estas medidas pero se ponen en práctica. Otra de las
muchas contradicciones de este inmenso y complejo país.
La Ruina del PMA y la impotencia de la FAO

La FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) son herederas de las ideas de Josué de Castro.
En su origen el planteamiento de fondo era el derecho a la alimentación, a lo largo del tiempo se ha
perdido este concepto, pareciendo que se trata de instituciones de ayuda humanitaria. El autor
defiende mantener su espíritu original. Las dos instituciones tienen su sede en Roma, aunque las
instalaciones del PMA son mucho más modestas que las de la FAO. Ambas están amenazadas de
ruina.

El PMA se ocupa de la ayuda humanitaria de urgencia. Tiene 36 países miembros y emplea a unas
10.000 personas, el 92% de ellas sobre el terreno. Se abastece de las ayudas de los países miembros.
Estados Unidos aporta el 60% de las contribuciones. Durante décadas estas han sido
fundamentalmente en especie, con sus enormes excedentes agrícolas. Las cosas han cambiado en
los últimos tiempos, esta contribución disminuyó en un 80% a partir de 2005 por el uso de estos
excedentes como agrocarburantes. Europa tiene unas contribuciones menores.

El PMA se plantea intervenciones ante situaciones de urgencia alimentaria Sus objetivos de 2009-
2010 fueron las víctimas de las inundaciones de Pakistán de la sequía en el Sahel y del terremoto
en Haití, pero también sus objetivos incluyen eliminar la pobreza en el mundo y disminuir la
mortalidad infantil. Para ello hasta 2009, se encargó de las comidas de 22 millones de niños a los
que la asistencia a los centros escolares garantizaba la comida y además raciones adicionales para
llevar a su familia.

Otro programa interesante era el de comida por trabajo, cambiando la participación en tareas de
creación de infraestructuras por comida, las prioridades en estas obras eran decididas por las
poblaciones afectadas; de esta manera se dignificaba el trabajo que realizaba la gente convirtiendo
a las poblaciones intervenidas en actores de su propio crecimiento.

Ziegler nombra a muchos responsables de que los proyectos salgan adelante. Las misiones
realizadas por el PMA en conflictos bélicos son recogidas y valoradas por el autor con nombres
propios de personas al frente de misiones difíciles, con riesgos personales importantes en muchos
casos.

La gran victoria de los depredadores: Los momentos mejores para Ziegler en su tarea de relator
especial del derecho a la alimentación se producían en las cantinas escolares viendo los efectos de
las buenas intervenciones que solucionaban problemas. Las raciones de alimentos a los niños que
favorecían su escolarización y que llevaban comida a casa cuando esto era posible.

En 2008 se disminuyeron drásticamente las cantinas escolares. A partir del 22 de octubre cuando
los países de la zona euro destinaron 1,7 billones de dólares para desbloquear el crédito
interbancario, las financiaciones de los países al PMA cayeron a la mitad hasta finales de ese año. El
PMA ha ido suprimiendo país por país esta ayuda a los comedores y también a otras situaciones de
extrema necesidad como la de Bangladesh.

Aunque los líderes occidentales han intervenido disminuyendo el dinero destinado a estos
programas, no son los responsables últimos. Dice el autor que tienen que ocuparse de los intereses
de sus países y añade con un poso de ironía que los países del sur no son votantes y no hay gente
muriendo de hambre en la fachada de Nôtre Dame. Para él los verdaderos artífices del desastre son
los depredadores de los sistemas financieros que con sus actividades para conseguir lucro
arruinaron el sistema financiero mundial con las consecuencias acumuladas que se describen y que
para el autor merecerían ser llevados a los tribunales por crímenes a la humanidad. Sin embargo,
han continuado en 2009 alegremente con sus actividades con unos leves controles financieros y con
ejemplos de remuneraciones escandalosas en sus blindados puestos de trabajo en todos los países.

Ante la situación generada por la disminución de recursos el PMA tiene que establecer unos criterios
muy finos para dictaminar quien puede entrar dentro de las ayudas y quien no. Ziegler hace una
dramática comparación con los campos de exterminio nazi en los que al final de una cola se
determinaba la supervivencia o la muerte. De alguna manera, como consecuencia de las
restricciones que se han producido, personas como Joyce Luma, directora del Vulnerability analysis
and Maping Unit (VAM), aunque pretenden ser justas, tienen en sus manos decidir quien se salva y
quien no. Ziegler es más explícito y con un ejemplo hace visualizar la situación de una familia
concreta muy desfavorecida que se queda sin la ayuda porque existe un criterio objetivable y un
límite que hay que poner cuando no se puede abarcar más. El desgarro que conllevan las decisiones
se asemeja a la escena del comienzo del libro.

La FAO, en su acta constitucional con respecto a la nutrición, alimentación y agricultura, tiene como
funciones reunir, analizar, interpretar e informar; también estimular y recomendar acciones de
carácter nacional e internacional para la investigación científica tecnológica y social. La mejora de
métodos y técnicas de producción y transformación agrícola, comercialización y distribución de
alimentos y la adopción de una política internacional sobre los productos agrícolas

La FAO está lujosamente instalada en un palacio romano. Con esta presentación Ziegler recoge su
actitud ante esta institución en la que se hace eco de algunas de las críticas que recibe, como ciertos
excesos de burocracia, despilfarro en planes de acción inoperantes y en investigación, pero relativiza
el peso de las mismas porque defiende el fondo del cometido de la institución y atribuye gran parte
de las razones de las críticas a la carencia de medios que la han dejado “exangüe” (pag. 210) y a que
muchas críticas son interesadas y proceden del negocio agroalimentario que la combaten
abiertamente debido a sus funciones.

La política agrícola mundial está determinada por el Banco Mundial, el FMI y la OMC, la FAO está
completamente ausente.

Un apunte: En 2010 los estados industriales de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo


Económico) se gastaron en subvenciones a la producción y exportación de sus campesinos 349.000
millones de dólares. Estas ayudas a la exportación son responsables del dumping a los países de los
estados pobres. El presupuesto de la FAO es 340 millones de dólares.

El autor denuncia un caso en que la propia ONU ha sido responsable de la muerte de cientos de
miles de seres humanos por el hambre y se refiere al programa Petróleo por Alimentos que se
impuso al pueblo iraquí durante 11 años.
Los Buitres del Oro Verde

La mentira: Los trusts agroalimentarios que dominan la producción de los agrocarburantes hablan
de las excelencias de la transformación del uso del oro negro por el oro verde que representan los
biocarburantes para disminuir el deterioro del clima y del medio ambiente, pero sus argumentos
son engañosos. Hay dos tipos de biocarburantes: el bioetanol y el biodiesel. Bio indica que proceden
de materia viva. No hay que confundir con cierto sentido ecológico y limpio. El bioetanol se obtiene
de vegetales que tienen sacarosa (remolacha, caña de azúcar) o almidón (trigo, maíz etc.). Los
biodiesel se obtiene a partir del aceite vegetal o animal.

La degradación de la tierra por el cambio climático lleva aparejada en grandes zonas del mundo la
desertificación y la carencia de agua. Los argumentos a favor de los agrocarburantes no incluyen los
elevados costes que presentan en energía y en agua. Se necesitan 4000 litros de agua para fabricar
un litro de bioetanol. Para las reservas de agua del planeta esto es una catástrofe. Lo dice alguien
tan poco sospechoso de activista ecologista como Peter Brabeck Letmathe presidente del trust
alimentario Nestlé. “Con los biocarburantes enviamos a cientos de millones de seres humanos a la
más extrema pobreza.” (pag. 231)

La obsesión de Obama:

“En 2011, subvencionados con 6.000 millones de dólares de fondos públicos, los trusts
estadounidenses quemarán el 38,3% de la cosecha nacional de maíz frente al 30,7% en 2008. Y
desde el 2008 el precio del maíz en el mercado mundial aumentó un 48%.” (Pag. 232)

Las mayores producciones de biocarburantes proceden de Estados Unidos. Este país representa la
potencia económica más dinámica del planeta con el 25% de la producción industrial. El petróleo
que necesita procede en un 61% de la importación. Esta dependencia es preocupante para el
presidente, máxime cuando la producción procede de zonas inestables del planeta donde Estados
Unidos no es muy popular. Todo esto hace que para garantizarse el abastecimiento esté presente y
trate de controlar en todas esas zonas con un presupuesto militar enorme.

“También si el presidente Obama quiere tener la más mínima posibilidad de financiar sus programas
sociales, especialmente la reforma del sistema sanitario necesita urgente y masivamente disminuir
el presupuesto del pentágono... Esto es sólo posible si la energía vegetal de fabricación nacional
sustituye lo más posible a la energía fósil.” (pag. 233)

Se habla de una tercera generación de biocarburantes que utilizarán desechos alimenticios. Son
costosísimos en la actualidad y dado el interés por la rentabilidad que hay detrás, es dudoso que se
avance en su desarrollo en la medida que necesitarían las consecuencias que todo esto está
provocando.

Para llenar un depósito de coche de 50 litros que use biocarburantes hacen falta 385 kilos de maíz.
Amnistía Internacional lo resume: “Agrocarburantes: depósitos llenos, estómagos vacíos.” (pag.
234)
La maldición de la caña de azúcar: Grandes extensiones de Brasil se están dedicando en los últimos
años al cultivo de caña de azúcar destinado a la producción de biocarburantes. Este monocultivo se
instala en zonas en la que existían cultivos destinados a la producción alimenticia, en zonas nuevas,
en las que se está disminuyendo el territorio dedicado a la ganadería o arrancando tierras a la selva.
En todos esos casos, representan un peligro. En cuanto al monocultivo, porque modifica la
estructura económica del país, puesto que no se autoabastece en materia alimenticia y tiene que
importar productos alimenticios que antes producía y se ve, por lo tanto, sujeto a las fluctuaciones
del mercado. En cuanto a la mano de obra, aparte del hecho de los bajos sueldos y la
sobreexplotación, los cultivos estacionales como la caña de azúcar traen aparejados a una población
de temporeros que se ven obligados a grandes desplazamientos parar trabajar. (En Brasil se dan
cosechas de caña de azúcar en épocas del año diferentes a 2000 km. de distancia). Lula da Silva no
comparte la prevención de Ziegler sobre el cultivo masivo de la caña como agrocarburante, la caña
no se utiliza para alimentarse, dice, pero el autor piensa que el monocultivo de caña arruinó a Brasil
en el pasado y fue la base del mantenimiento del esclavismo durante siglos. De alguna manera, para
él, esto podría repetirse.

Recolonización: Multitud de países de Asia, Latinoamérica y Africa están sufriendo una especie de
recolonización como consecuencia del auge de los biocarburantes. Extensiones enormes de terreno
se están dedicando al monocultivo de caña de azúcar, de aceite de palma y todo ello con prácticas
extorsionistas y violentas en muchos casos. Se analizan en el libro las realidades concretas de zonas
de Colombia, Angola, Camerún, República Democrática del Congo, Etiopía y Kenia y Sierra Leona.
Como las grandes extensiones de tierras de los países africanos son del Estado y los campesinos las
tienen en usufructo, se van sucediendo toda una serie de cesiones de tierra, a través de prácticas
que van a empeorar el panorama de la alimentación.

Aunque el consumo de energía fósil deber reducirse masivamente, la alternativa es el ahorro de


energía y el uso de las energías alternativas como la eólica o la solar, no los agrocarburantes, porque
además de los efectos ya descritos suponen, para su fabricación, la emisión a la atmósfera de
ingentes cantidades de dióxido de carbono.

Los Especuladores

Los tiburones tigre: El autor equipara a los especuladores con el tiburón tigre, uno de los
depredadores más temibles del planeta. La voracidad de los especuladores detecta y se traga todo
lo que pueda conseguir pingües beneficios. Las materias primas alimentarias no se escapan a esta
depredación.

El especulador, a diferencia de otro operador económico, no compra nada para su uso. Compra y
vende y puede volver a comprar si la circunstancia le beneficia. No es la causa de la subida de
precios, pero con su actividad acelera el movimiento.

Para estabilizar el mercado de productos alimentarios hace aproximadamente un siglo se empezó a


cotizar en los mercados con productos derivados es decir, con un activo subyacente como es la
cosecha de trigo, se puede cotizar sobre el precio de la cosecha una vez recogida. Hasta 2005 los
productos derivados eran básicamente estables, sólo se cotizaba un 10% en los mercados y no
suponían mucha rentabilidad porque la demanda era fija y la oferta era dispersa y relativamente
volátil (sujeto a las sequías, la producción etc.).
A partir de 2007 los mercados financieros estallaron, billones de dólares de valores patrimoniales
se destruyeron. Decenas de millones de personas perdieron sus trabajos, disminuyeron las
prestaciones sociales de los gobiernos y multitud de pequeñas y medianas empresas quebraron.
Esto sembró la angustia y la precariedad social en el hemisferio norte y el aumento exponencial de
la carencia y alimentaria por hambre en el sur. No obstante “los depredadores bursátiles, en cambio,
fueron generosamente rescatados por los Estados.” (pag. 262) Los Estados se mostraron incapaces
de imponer límites jurídicos a los especuladores y como los mercados bursátiles habían
implosionado, los tiburones tigres se dirigieron a los mercados de materias primas agrícolas.

Se ha producido en estos años un aumento en las transacciones en las que, en un porcentaje


importante, los que las llevan a cabo, ni son los productores del mismo ni son sus destinatarios, es
decir especulan con los precios, pero en este caso está en juego la vida y la muerte de mucha gente,
porque los incrementos de los precios consecuencia de la especulación, implican que muchas
personas se queden sin acceso a alimentarse por no poder pagar el producto. No obedece a la
carencia del mismo por razones naturales sequías o catástrofes, sino a que se exprime el precio
como cualquier otro, sin considerar que se trata de trigo, arroz, maíz... materias básicas de la
alimentación de millones de seres humanos.

En dos ocasiones, 2008 y comienzos de 2011 los especuladores han provocado un aumento
desorbitado de los precios de los alimentos básicos, originando una convulsión social en 37 países
derribando los gobiernos de Haití y Madagascar y originando las protestas de El Cairo, Dakar, Túnez,
entre otros.

Varios han sido los factores del aumento de los precios de 2008, el uso de biocarburantes, la
disminución de reservas de cereales, condiciones climáticas particulares (sequía e inundaciones en
diferentes lugares), el aumento de consumo de carne de los países emergentes y, por lo tanto, de
la demanda de cereales y, particularmente, la especulación.

Un informe de la FAO de 2011 muestra como de 2003 a 2008 solamente el 2% de contratos de futuro
referidos a materias primas desembocan en la entrega de mercancía, un 98% se revenden antes de
la fecha de expiación.

Habría que abolir la especulación en las materias primas alimentarias mediante una mandato de
Naciones Unidas y con una solución a la que está adherida multitud de instituciones no
gubernamentales y que consistiría en que la negociación de cualquier mercancía agroalimentaria
derivara en una entrega del producto.

Ginebra, capital mundial de los especuladores agroalimentarios. La lucha contra los especuladores
llevaría aparejada la lucha contra los paraísos fiscales. Diferentes compañías desde Ginebra animan
a invertir en el mercado agroalimentario. Ponen el reclamo de la solidez y seriedad del país que les
acoge, pero ni tan siquiera es este ventajoso país en materia fiscal y de protección a los capitales, el
último destinatario de las operaciones. Dos tercios de sus depósitos en bienes de inversión están
instalados en paraísos fiscales con mucho menos control del que se ejerce en Suiza. Sin mecanismos
de control, sin presión fiscal, es un negocio redondo para los especuladores.
Los robos de tierras. La resistencia de los condenados: Inmediatamente después de la crisis
alimentaria de 2008, países con mucha población, pero escasez de tierra cultivable como China,
India y países del golfo comenzaron a comprar o alquilar tierras para garantizarse el alimento de sus
poblaciones. Al tener estar estas tierras un valor muy bajo en los países subdesarrollados y, al no
existir mecanismos de control para proteger a los residentes locales, la tierra se ha convertido en
un valor en alza para los especuladores.

Estos países están comprando tierras en países de Africa para especular con el precio o para
garantizarse el alimento para sus poblaciones. Los campesinos, que poseen el usufructo desde
tiempos inmemoriales, son alienados. La corrupción de las autoridades a alto nivel y también a
medio nivel es evidente. Hay varios ejemplos concretos de estas prácticas en este apartado, así
como de las iniciativas que se están tomando en estos lugares para neutralizar este estado de cosas,
denunciando a los especuladores y también a los corruptos en los Estados que las hacen posible.

La complicidad de los estados occidentales: El Banco Mundial financia el robo de tierras arables en
Africa, Asia y Latinoamérica, con el argumento justificatorio ideológico siguiente: Es mucho más
productiva la hectárea de tierra que se cultiva en Europa, por ejemplo, que la que cultivan los
labradores de los países de Africa gracias a sus recursos materiales, por lo tanto es mejor entregar
a los trusts alimentarios estas tierras que dejarlas en manos de “esos pobres africanos que son
incapaces de hacerlas fructificar.” (pag. 294)

El Comité Consultivo del Consejo de los Derechos Humanos apoyado por diferentes ONG y sindicatos
campesinos elaboró durante 3 años un informe sobre la protección de los derechos de los
campesinos. Se recomendaba que las Naciones Unidas crearan una convención internacional para
proteger a los campesinos expoliados defender sus derechos a la tierra frente a los “buitres del oro
verde” y demás “tiburones tigre”.

La cuestión es que si esta iniciativa prosperara en el derecho internacional, y los países firmaran y
ratificaran el convenio, frente a los atropellos que compañías particulares infringieran en los
derechos de los campesinos, la jurisdicción aplicable sería la del país de procedencia de la compañía
y de esta manera la justicia de este Estado entraría en juego y no la justicia local débil y corrupta.

Para que se debata este tema, un país miembro tiene que someterlo a estudio. El embajador de
Cuba en la ONU lo presentó en marzo de 2011, pero la obstrucción de los países occidentales obligo
a modificar la resolución.

La Esperanza

En los últimos 10 años se ha duplicado el número de multimillonarios y se ha multiplicado por 4 el


patrimonio acumulado que poseen, ascendiendo a 4,5 billones de dólares. Los ricos cada vez más
ricos, los pobres cada vez más pobres.

¿Qué hacer frente a todo esto? Gramscy escribía desde su cárcel: “El pesimismo de la razón obliga
al optimismo de la voluntad.” (pag 305)

En primer lugar combatir la corrupción de los dirigentes de los países pobres que hacen estragos en
sus poblaciones.
Para combatir a los especuladores que no van a despertar una conciencia moral se puede recoger
una frase que el Che Guevara citaba de un proverbio chino: “los muros más poderosos se
desmoronan por sus fisuras.” (pag. 304)

Hay que provocar fisuras en las actitudes de resistencia de los pueblos, en los parlamentos e
instancias internacionales, tanto global como localmente, tanto teórica como prácticamente.

“Imponer la prioridad del derecho a la alimentación, prohibir la especulación bursátil sobre los
alimentos básicos, prohibir la fabricación de biocarburantes a partir de plantas alimenticias, vencer
al cártel planetario de los pulpos del negocio agroalimentario, proteger a los campesinos contra el
robo de las tierras, preservar la agricultura hortícola en nombre del patrimonio, invertir en su mejora
en todo el mundo. Las soluciones existen, las armas para imponerlas están a nuestro alcance.

Lo que falta sobre todo es la voluntad de los Estados...

En los países occidentales existe el voto”. (pag. 305)

El Autor

Ziegler (1934) ha sido Relator Especial de ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008.
Actualmente es Miembro del Comité Consultivo del Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas. Es Doctor en Derecho y Sociología y Licenciado en ciencias políticas. Profesor de Sociología
en la Universidad de Ginebra y la Sorbona, París. Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad
de Berna.

Ziegler es un erudito que además conoce sobre el terreno la realidad de la que habla. En sus últimas
entrevistas hace hincapié en los problemas actuales, el azote de la crisis y en las salidas a la misma
a partir del crecimiento y no sólo de una política de ajuste. Cuando en el libro menciona los cambios
estructurales que el FMI impone a los países para renegociar la deuda, y que implican el
desmantelamiento de la sanidad, educación y los servicios sociales, resultan lamentablemente muy
familiares y cercanos los procesos que describe.

Valoración personal

Hay una visión del problema del hambre en el mundo que considera el hambre como una
consecuencia de la pasividad y de la falta de compromiso de los países ricos junto con la connivencia
de los corruptos de los dirigentes de los países pobres. Lo más importante que aporta el libro, desde
mi punto de vista, es demostrar como hay muchas intervenciones que activamente están
provocando no sólo que no se resuelva el problema del hambre, sino que se esté agravando en el
siglo XXI.

Supone una gran frustración que los grandes avances que ha conseguido nuestra civilización no
estén consiguiendo que seamos más civilizados y no se estén destinando estos progresos a mejorar
las condiciones de vida de todos los seres humanos.

Cuando se habla de los efectos del hambre se piensa en los efectos inmediatos, en la necesidad de
administrar alimentos y se pierde a veces la perspectiva de otros aspectos que el libro resalta: Los
efectos de la subalimentación sobre el sistema inmunológico y frente a las enfermedades, los
efectos irreversibles que provoca la subalimentación en los 5 primeros años de vida, cómo
condiciona el hambre psíquicamente las capacidades de los individuos. Ziegler hace hincapié
permanentemente en los estragos psíquicos que origina el hambre, la soledad, desesperación etc.,
lo que brinda un panorama biopsicosocial del sufrimiento.

A lo largo del libro aparecen villanos individuales y colectivos, como muchos burócratas instalados
en puestos cómodos, los corruptos, los especuladores, pero también hay muchos personajes que
se suman a Ziegler en su denuncia y su compromiso. Las personas que Ziegler retrata a lo largo del
libro muestran la cara mejor del ser humano, con su trabajo constante, con su compromiso, con el
riesgo de su propia vida muchas veces. Ellas son las que realmente representan la esperanza

El capítulo de la Esperanza ocupa sólo las 6 páginas finales de las 300 del texto. Espero que eso no
indique que la desesperanza se ha apoderado del autor, el hecho de hacer el trabajo de escribir este
buen libro debe ser un indicador de que tiene la creencia de que hay algo que se pueda hacer. En
todo caso yo lo siento como pasar el testigo a los lectores de hacer algo frente al problema. Estamos
rodeados por una situación de crisis en la que corremos el riesgo de que, ante cierta precariedad
de las condiciones en que se desenvuelve nuestra vida en este momento nos dificulte mirar más
allá, a la gran precariedad de los países desfavorecidos que también tiene su origen en los mismos
depredadores como a lo largo del libro se muestra.

Ziegler finaliza el libro con un párrafo de una canción de Mercedes Sosa:

“Solo le pido a Dios

que el dolor no me sea indiferente

que la reseca muerte no me encuentre

vacía y sola sin haber

hecho lo suficiente.” (pag. 306)

Y efectivamente no hay manera que el desarrollo de estas magníficas páginas deje indiferente al
lector que se ha acercado a ellas. Seguramente ya hay un sesgo en los lectores de este libro. El que
se acerca al libro con este título y esta temática ya tiene una sensibilidad previa, no obstante, es
importante la difusión de su contenido, es una forma de crear fisuras, de imponer el optimismo de
la voluntad.

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