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Carlos Dulanto
Resumen ejecutivo
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El gen Quijote: hechizando el cerebro del alumno
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Cuento breve “Dinosaurio” de Augusto Monterroso.
*
Juguetes que condicionan y crean pensamientos nucleares, sobre la función de los niños como futuros
consumidores.
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Quisiera contar que al iniciar el presente ensayo, se me vino a la mente el
segundo cuento más corto del mundo: “Dinosaurio”, y descubrí una asociación
infinita entre éste y el de desarrollo mental, que siempre es asistido desde el
exterior. Y creo no haberme equivocado. Ya que como bien dice el cuento
(tácitamente) alguien se despertó, símbolo de activación, signo de admiración
que busca reinterpretar los mismos datos que un mismo estimulo nos da. La
realidad social nos enseña a interpretar el lenguaje y con esto, el desarrollo de
nuestra mente. Somos docentes y conocer que despierta nuestra mente es el
paso mas importante para el desarrollo de la misma, despertar cada una de las
conexiones neuronales de nuestros alumnos, es un reto que implica el
conocimiento del lenguaje que es una herramienta maravillosa, una
herramienta que puede ayudarnos a que mañana al despertar dejemos de ver
al dinosaurio de la educación arcaica.
Los alumnos de hoy son personas con múltiples habilidades, tienen un gran
dominio del entorno virtual y el ser multitaskings, los favorece en un mercado
que desea rapidez y eficiencia. Aquellas cabecitas que vemos diariamente en
el aula, ya no pertenecen a nuestra generación, son chicos que viven el día a
día no planean mas allá de un corto periodo y buscan ser felices de otros
modos. Pero también, gracias a la tecnología y la virtualización de las
relaciones interpersonales, han desarrollado carencias emocionales que exigen
atención inmediata. La familia en su afán de satisfacer necesidades mucho
más físicas que psicológicas han llevado a los jóvenes a resolver sus
problemas entre ellos, creando un círculo vicioso. Es así que, el docente se
convierte en un factor de humanización, de espiritualizador de la educación.
Debe pasar de la enseñanza a la provocación y es allí en donde comienza una
nueva aventura docente y una nueva negociación de conocimientos.
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pensando que la ciencia no cambia, que las matemáticas siempre serán las
mimas, y eso es mentira. Somos la especie más extraña que existe y por lo
tanto un aprendizaje que no incluya el entorno sería impensable, es por ello
que cada ciencia siempre será diferente según nuestro entorno. Es importante
entender entonces, que nuestro cerebro y nuestra mente necesitan de
herramientas externas que complementen nuestras deficiencias, y afrontemos
de una vez por todas que no somos bases de datos, sino creadores de
realidades.
La primera gran idea se relaciona con que las realidades se venden como
exocerebros a todos aquellos postores, que habidos de un mejor desarrollo
intelectual, de una perfectibilidad, entran en contacto y se involucran en la
difícil, pero gratificante tarea de saber. Lo que quiere decir que nosotros
sabemos y crecemos en base a la interacción física e intelectual con nuestro
entorno.
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conocimientos que crecen paralelamente con una inteligencia emocional
saludable, derrocando ciertas distorsiones cognitivas que atrapan a los nuevos
aprendizajes en un laberinto sin salida.
Que duda cabe, que esta relación entre nuestro mundo mental y el mundo
físico, cultural nos han llevado como especie a la superación de nuestras
propias capacidades biológicas, fortaleciéndonos con herramientas capaces de
permitirnos una evolución social de manera sostenible e inimaginable.
¿Cómo no abanderar entonces una idea crónicamente positiva que nace del
fondo mismo de la necesidad humana y que pretende una mejor creación de
significados? Sería insano e involutivo. La mente posee un alimento
vitaminizador: el otro y su entorno, así como los alumnos de un profesor
provocador de experiencias, más que un facilitador de datos.
Continuo:
¿Olvida usted algo? - ¡Ojala!* y eso le grito a la educación con todas mis
ganas. Le grito la ceguera y la parcimonia de no preparar a los alumnos para la
vida, y si para un examen de admisión o para competir con una máquina
procesadora de datos, olvidando el desarrollo de las habilidades amplificadoras
de conocimiento. Bruner, Vygotsky y Piaget (indistintamente) propusieron el
desarrollo de una educación basada en significados. En construcciones en
relación a los exocerebros, en la alimentación de las esferas fenomenológicas
de los niños, y en el desarrollo del conocimiento de afuera hacia adentro, en
donde preguntarse es símbolo de aprendizaje. En donde la pregunta es más
importante que la respuesta.
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Cuento breve “el Emigrante” de Augusto Monterroso
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especie de feedback biológico y psíquico lo que el entorno le dio, y que el
regresa en pos de una evolución compartida. Es evidente que nuestro entorno
condiciona nuestros pensamientos y nos hace ver y sentir las cosas no como
son, sino como somos nosotros en relación a las mismas, allí esta lo esencial
en el proceso de intercambio de información, mejor dicho en la negociación de
percepciones y la creación cultural.
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De Bono (1973), manifiesta que durante el tiempo se han aceptado diversas
teorías que no promueven un pensamiento diferente, un pensamiento con
autocrítica, análisis y creatividad ante los problemas y esto debido a la falta de
interés por experimentar en las aulas.
No hace falta decir que el contacto con la realidad, con la vida real de los
alumnos y la relación con ese factor de transacción de cultura genera mejores y
adecuados estilos de pensamiento, promueve la creatividad, y un mejor
sistema pedagógico, en donde la calle y la teoría se convierten en una
pregunta dentro de los alumnos, y a sus respuestas en futuras y exquisitas
elucubraciones intelectuales. Cómo enseñarle a pensar a un niño, a un joven o
aun adulto, creo que la mejor manera es buscando en su vida, la misma teoría
de los libros. Hurguemos en su cultura personal, abramos caminos en los
cuales se enseñe a pensar y no tanto en el almacenamiento inútil. La magia de
las nuevas ideas se encuentra en la conexión constante del ser, y el no ser
nosotros mismos.