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En el punto que hemos llegado tras los dos artículos anteriores, es inevitable que lleguen
términos como la impulsión, la propulsión, la reunión y toda una serie de palabras que
vienen a ilustrar diferentes aristas de un mismo concepto que no es más que el avance
del caballo hacia adelante. Diferentes aspectos cualitativos y cuantitativos para hablar
de las diferentes vertientes que confluyen en la marcha del caballo hacia adelante.
En ocasiones, los límites son estrechos entre uno y otro y las consideraciones
equitacionales son muchas. Es por ello que he tratado de ceñirme a aquellos aspectos
que tienen un sustento biomecánico fundamentado en lo que sabemos del movimiento
del caballo a través de los estudios cinemáticos. Quizá en determinadas disciplinas no se
entienda exactamente lo mismo o tenga otros matices pero esto, como digo, ya
pertenece a las apreciaciones de cada modalidad deportiva.
Y así, vemos que en la misma línea temporal nos encontramos reunión e impulsión, y
que al primer término le otorgamos la consideración de la capacidad del caballo de
desarrollar progresivamente una carga y gestión de peso e inercia de movimiento en el
tercio posterior; aquí es importante la diferenciación entre posteriores y tercio posterior
y he usado deliberadamente el término “tercio posterior” toda vez que, como vimos en
los artículos en torno a la anatomía del caballo y su columna vertebral, la impulsión va a
surgir desde la región sacroilíaca y lumbosacra.
Es esa transferencia de peso desde los anteriores a los posteriores la que permite a la
nuca y cruz elevarse a través del mecanismo muscular que explicamos en profundidad
en el artículo dedicado a la cintura escapular y que si no has leído, te recomiendo leer.
Con la subida de la nuca y la cruz, se produce una flexión de la región lumbosacra que
permite al caballo realizar movimientos cada vez más reunidos.
Hasta entonces te dejo con una pregunta: ¿es la impulsión de tu caballo suficiente y
correcta?, ¿existe la falsa impulsión?