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Entendiendo la anatomía de tu caballo: a

vueltas con la grupa, la propulsión o el


avance, la impulsión y la reunión Parte 1
abril 30, 2019 by Mario Soriano

En el punto que hemos llegado tras los dos artículos anteriores, es inevitable que lleguen
términos como la impulsión, la propulsión, la reunión y toda una serie de palabras que
vienen a ilustrar diferentes aristas de un mismo concepto que no es más que el avance
del caballo hacia adelante. Diferentes aspectos cualitativos y cuantitativos para hablar
de las diferentes vertientes que confluyen en la marcha del caballo hacia adelante.

En ocasiones, los límites son estrechos entre uno y otro y las consideraciones
equitacionales son muchas. Es por ello que he tratado de ceñirme a aquellos aspectos
que tienen un sustento biomecánico fundamentado en lo que sabemos del movimiento
del caballo a través de los estudios cinemáticos. Quizá en determinadas disciplinas no se
entienda exactamente lo mismo o tenga otros matices pero esto, como digo, ya
pertenece a las apreciaciones de cada modalidad deportiva.

Y ya entrados en faena podemos empezar hablando de la impulsión. Desde un punto de


vista estrictamente biomecánico McGreevy y McLean circunscriben el término
impulsión dentro de un concepto inicial etológico y así, lo entienden en primer término
como la respuesta de un caballo que se encuentra correctamente entrenado a las
respuestas de parar y andar hacia adelante, de manera que es capaz de moverse
enérgicamente hacia adelante con un ritmo autosostenido y una rectitud.

De esta manera, conciben la impulsión como una expresión “temprana” o incipiente de


la reunión en la cual el caballo acaba cargando progresivamente más peso en sus
posteriores. Estos autores han descrito tres tipos de impulsión:

Instintiva: como la tendencia inherente de todo cuadrúpedo a tener mayor o


menor tendencia de desplazarse hacia adelante. A pesar de que no me gusta
mucho el término “instintivo” por lo que se sabe hoy día en materia de ciencia
del comportamiento, esta impulsión responde a lo que en neurología
denominamos como un patrón neuromotor. Para hacer algo más próxima esta
palabra, un patrón neuromotor no es más que una “app” que viene de serie en el
hardware o sistema nervioso de nuestro caballo y si algo sabe nuestro caballo ya
desde recién nacido es eso: andar hacia delante de manera eficiente. Por esto
mismo no tiene mucha base neuromotora el introducir en potros jóvenes
constantes trabajos en dos pistas e incubaciones forzadas; al contrario, hay que
trabajar la franqueza y las ganas de ir hacia adelante lo cual, no nos olvidemos,
va indisolublemente unido a la flexibilidad de la columna de la que nace la
rectitud (ver la serie de artículos dedicados al entendimiento de la columna en
mi blog).
Mecánica: el desarrollo y perfeccionamiento de una impulsión instintiva y su
mejora a través del trabajo y el entrenamiento gimnástico.
Transmitida: aquella que se le proporciona al caballo a través del jinete.
Así pues, la verdadera impulsión es aquella que desarrolla el caballo por sí mismo, con
una acción neutra de la rienda y evitando la presión constante. En definitiva, la
impulsión requiere de una autopropulsión del caballo y esto es bien diferente de las
situaciones en las que vemos un estado de excitación generalizado del caballo con un
esfuerzo constante por animar su ritmo con diferentes ayudas, a la par que se trata de
controlar con un esfuerzo desde las riendas y el contacto.

Inevitablemente la consideración de la impulsión nos lleva pues a la consideración de la


autopropulsión, entendiendo por ésta a la posibilidad del caballo de mantener por sí
mismo el ritmo, tempo, dirección, rectitud y postura…este es el punto en el que nos
damos cuenta que tratar de zanjar cuestiones en el ámbito de la mecánica equina, y más
aún en el ámbito equitacional supone un no parar de “abrir nuevos melones” pues con
cada definición surgen conceptos nuevos que debemos, a su vez, de definir y
contextualizar adecuadamente….¿necesitaré una segunda parte de este artículo?, me
temo que sí.

Y así, vemos que en la misma línea temporal nos encontramos reunión e impulsión, y
que al primer término le otorgamos la consideración de la capacidad del caballo de
desarrollar progresivamente una carga y gestión de peso e inercia de movimiento en el
tercio posterior; aquí es importante la diferenciación entre posteriores y tercio posterior
y he usado deliberadamente el término “tercio posterior” toda vez que, como vimos en
los artículos en torno a la anatomía del caballo y su columna vertebral, la impulsión va a
surgir desde la región sacroilíaca y lumbosacra.

Es esa transferencia de peso desde los anteriores a los posteriores la que permite a la
nuca y cruz elevarse a través del mecanismo muscular que explicamos en profundidad
en el artículo dedicado a la cintura escapular y que si no has leído, te recomiendo leer.
Con la subida de la nuca y la cruz, se produce una flexión de la región lumbosacra que
permite al caballo realizar movimientos cada vez más reunidos.

La reunión puede suceder en cualquier aire y en términos de entrenamiento proviene de


la acción combinada de las transiciones, la impulsión y la flexibilidad de la columna
para acoplar todos los cambios cinemáticos demandados al caballo. El ejemplo más
gráfico que se me ocurre al respecto es visualizar un látigo. Para que la energía se
propulse por éste y acabe en un auténtico estallido en la punta no solo necesitamos
aplicar una fuerza en el mango sino que ésta se desplace haciendo agitar el látigo en
forma de “S”. Si no existe esa flexibilidad, no va a haber un buen traslado del
movimiento en nuestro caso hacia el contacto.
Como ves, para profundizar en un tema tan apasionante como éste necesitamos abordar
toda una serie de conceptos que a su vez nos abren los ojos hacia otros que quizá no
habíamos siquiera imaginado. Seguiremos en el próximo artículo hablando de todo ello,
abordando cuestiones como el ritmo o la cadencia o analizando desde el punto de vista
biomecánico cómo se han enfrentado al desafío de la impulsión diferentes escuelas
equitacionales clásicas.

Hasta entonces te dejo con una pregunta: ¿es la impulsión de tu caballo suficiente y
correcta?, ¿existe la falsa impulsión?

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