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Sexualidad en la vejez, mujeres y disidencias

La sexualidad en la vejez sigue siendo un tabú, un aspecto altamente invisibilizado


ligado a la heterosexualidad obligatoria y las normas conservadoras que
socioculturalmente impregnan la imagen que se tiene de los hombres y las
mujeres mayores. Sin embargo, aunque existen cambios fisiológicos, esto no
determina ni significa que estos sean personas asexuales o carentes de deseos
sin anhelos de compañía.

Existen diferentes representaciones o creencias culturales en la sociedad que


limitan la sexualidad de las mujeres mayores, tales como la relación sexualidad-
genitalidad, focalizando las prácticas sexuales solo en el coito, no viendo la
posibilidad de que existe un deseo por los afectos y la sensualidad. La
heterosexualidad como única elección manifiesta de las mujeres. La censura al
autoerotismo, sin mencionar la desaprobación de la misma en el ámbito religioso,
reprimiendo a las mujeres, quitándoles la posibilidad de autosatisfacerse como
única fuente de placer. El imperativo del amor romántico y su relación del sexo
con el amor, dando por hecho que las mujeres solo pueden tener relaciones
sexuales estando enamoradas. La suposición de que con la llegada de la
menopausia, hay un deterioro del deseo y la ausencia de la feminidad. La idea
extendida de que las mujeres deben ser pasivas ya que demostrar un activo deseo
en su sexualidad supondría una estigmatización. Todas estas creencias y
preceptos socioculturales, ponen en evidencia la gran diferencia entre hombres y
mujeres, siendo altamente permisivos y benevolentes con las conductas de los
hombres en torno a la sexualidad y delegando en las mujeres las funciones de
reproducción, los mandatos tiránicos de belleza, delgadez, juventud, volviéndolas
una mercancía o un producto de consumo para el sexo opuesto. La obediencia
sistemática que se espera de las mujeres y más aún, en las mujeres mayores,
redunda en una traba no solo cultural si no también subjetiva, terminando de
moldear y condicionar las conductas de aquellas mujeres que deberían transcurrir
este ciclo vital, como cualquier otro, sin prejuicios, discriminaciones ni limitaciones.

A las mujeres lesbianas u otras disidencias, se le añaden no solo la invisibilizacion


de su sexualidad como personas mayores, sino también el hecho de su elección
sexual y todo lo que aquello implica.

“No es de extrañar, pues, que no dispongamos de mucha información


documentada acerca de la evolución de la sexualidad de las mujeres no
heterosexuales (…) La investigación académica acusa también una doble fuente
de ceguera: una proveniente del ocultamiento histórico de las poblaciones
homosexuales y otra que tiene su origen en los diseños de investigación llevados
a cabo por investigadoras/es heteronormativos que ignoran las peculiaridades de
las distintas poblaciones” (Reflexiones feministas sobre la vejez, 2009)

Otro elemento de suma importancia es la falta de pareja o la dificultad de


encontrarla en las mujeres mayores. Teniendo en cuenta el cumulo de
estigmatizaciones que históricamente reproducimos, como tener una visión
despectiva en relación al sexo casual sin compromiso o no ser vistas como
personas deseadas en la edad adulta, conllevan otra clase de limitaciones,
sumadas a las ya descriptas.

Las personas mayores que viven en residencias geriátricas o aquellas que en sus
hogares conviven con familiares no solo no tienen privacidad si no que volvemos
al punto de partida sobre los prejuicios, que las mujeres mayores manifiesten
deseo sexual, es totalmente invalidado o en muchos casos ridiculizados por parte
de miembros de sus familias.

Numerosos factores que censuran la sexualidad de las mujeres mayores, generan


una nueva problemática para investigar cabalmente desde una perspectiva de
género que nos invite a deconstruirnos.

Bibliografia: Articulo, El secreto mejor guardado: la sexualidad de las mujeres mayores, 2009 Anna
F. Farre, Barbara Luque Salas y Amalia Reina Gimenez

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