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A los ojos de Dios, la vida —sobre todo la vida humana— es sagrada (Génesis 9:6; Salmo 36:9).

También lo es la vida de la criatura que está en el vientre de su madre, el lugar que Dios diseñó
para que los bebés estén protegidos durante su formación. Un escritor de la Biblia cantó a Dios:
“Me tuviste cubierto en resguardo en el vientre de mi madre”. Y añadió: “Tus ojos vieron hasta mi
embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron
formadas” (Salmo 139:13, 16).

Lo que Dios piensa sobre la vida de un bebé no nacido se refleja, por un lado, en la Ley que dio a la
nación de Israel, y por otro, en nuestra propia conciencia. La Ley establecía que si una mujer
embarazada perdía el bebé a causa de una agresión, el culpable merecía la pena de muerte. Así, el
asesino pagaba la vida de la criatura con la suya propia (Éxodo 21:22, 23). Los jueces primero
tenían que evaluar las intenciones y circunstancias de cada caso (Números 35:22-24, 31).

Además, Dios ha dotado a los humanos de una conciencia o voz interior. Cuando una mujer le
hace caso a su conciencia y cuida de la vida de su bebé no nacido, se siente bien con ella
misma. * Si hace algo en contra de esta, tal vez la atormente o incluso la condene (Romanos
2:14, 15). Es más, algunos estudios afirman que las mujeres que tienen un aborto corren más
riesgo de padecer ansiedad o depresión.

Pero ¿y si no pensaba tener hijos y esta responsabilidad le parece abrumadora? Fíjese en la


promesa tan reconfortante que Dios hace a quienes siguen sus consejos, tanto hombres como
mujeres: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el hombre físicamente capacitado, exento de
falta, tratarás de un modo exento de falta” (Salmo 18:25). También promete: “Jehová es amador
de la justicia, y no dejará a los que le son leales” (Salmo 37:28).

En el Antiguo Testamento, en el libro del profeta Jeremías se presenta el relato vocacional del
momento en el que Dios lo llama con estas palabras: "Antes de haberte formado en el vientre ya
te conocía, antes de que nacieses te había consagrado a ser profeta".

"Este texto da a entender que el Señor considera y valora la vida de Jeremías desde el seno
materno",

En el Salmo 139, el versículo 13 también hace referencia al inicio de la vida dentro del vientre de
la madre: “Porque tú has formado mi cuerpo me has tejido en el vientre de mi madre”. Un salmo
es una oración que compuso un orante anónimo y los creyentes, creen que dichas palabras son
sagradas. Por lo tanto, para Dios el valor de la vida no comienza en el nacimiento sino desde
antes.

La biblia nunca menciona específicamente el problema del aborto. Sin embargo, hay numerosas
enseñanzas en la Escritura que hacen totalmente claro la visión de Dios sobre el aborto. Jeremías
1:5 nos dice que Dios nos conoce antes de formarnos en el vientre materno. El Salmo 139:13-
16 nos habla del papel activo de Dios en nuestra creación y formación en la matriz. Éxodo 21:22-
25 prescribe el mismo castigo para alguien que cause la muerte de un bebé en el útero que para
alguien que cometa un asesinato. Esto indica claramente que Dios considera a un bebé en la
matriz del mismo modo que lo hace con un ser humano plenamente desarrollado como adulto.
Para el cristiano, el aborto no es un asunto de elección de los derechos de la mujer. Es un asunto
de vida o muerte de un ser humano hecho a la imagen de Dios. (Génesis 1:26-27; 9:6).

El primer argumento que se levanta siempre contra la posición cristiana sobre el aborto es, “¿Qué
sucede en los casos de violación y/o incesto?”. Tan horrendo como sería el quedar embarazada
como resultado de una violación y/o incesto, ¿es el hacer asesinar a un bebé la respuesta? Dos
errores no hacen un acierto. El niño que llega a ser el resultado de violación y/o incesto puede ser
dado en adopción a una amorosa familia que no haya podido tener sus propios hijos, o el niño
puede ser criado por su madre. Nuevamente, el bebé es completamente inocente y no debe ser
castigado por los actos malvados de su padre.

El segundo argumento que usualmente se levanta contra la posición cristiana sobre el aborto es,
“¿Y qué sucede cuando la vida de la madre está en riesgo?”. Honestamente, esta es la pregunta
más difícil de responder en el tema del aborto. Primero, recordemos que esta situación es la razón
detrás de menos de un décimo del uno por ciento de los abortos realizados en el mundo hoy en
día. Hay muchísimas más mujeres que tienen abortos porque no quieren “arruinar sus cuerpos”
que mujeres que tienen un aborto para salvar sus propias vidas. Segundo, recordemos que Dios es
un Dios de milagros. Él puede preservar la vida de una madre y su bebé, a pesar de que todos los
pronósticos médicos estén en su contra. Aunque finalmente, esta pregunta solo puede ser
decidida entre el esposo, la esposa y Dios. Cualquier pareja que enfrente esta extremadamente
difícil situación deberá orar al Señor por sabiduría (Santiago 1:5) para saber lo que Él quiere que
hagan.

El 99% de los abortos ejecutados en el mundo actual involucran a mujeres que no quieren tener
un bebe. Menos del 5 por ciento de los abortos son por razones de violación, incesto o riesgo para
la salud de la madre. Incluso, en el más difícil 5 por ciento de los casos, el aborto nunca debería ser
la primera opción. La vida de un ser humano en el vientre vale la pena cualquier esfuerzo para que
el niño pueda nacer.

Para aquellos responsables de un aborto, el pecado del aborto no es menos perdonable que
cualquier otro pecado. A través de la fe en Jesucristo, todos los pecados pueden ser perdonados
(Juan 3:16; Romanos 8:1; Colosenses 1:14). Una mujer que ha tenido un aborto, o un hombre que
ha animado al aborto, o aún un doctor que ha ejecutado uno, todos pueden ser perdonados por la
fe en Cristo Jesús.

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