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¡Basta!

Cien mujeres

contra la

violencia de

,
genero

Edición mexicana

Coordinación de
Extensi.n Universitaria
más de cuarenta años de difundir la cultura
Univt:rsjda(1 Autónoma Metropolitana

Dr. Salvador Vega y León


&ctorgel/eral
Mttn Norberto j\,hnjarrcz Álva.rez Índice
Se(Y'fflano l/neral

Universklad AutónQma Metropolital1a- Xochimiko

Dra. Patricia E. Alfaro Mocte2\lma


Rro'ora de la unidad
lJc. Guillermo Joaquín Jjmenez Meocado
Seere/ario de la unidad

Coordinación de Extensión Universitaria

Reué Avilés Fabila


Coorr/inr:tMrdl! Ex/emMn Umwnilarla Nota preliminar 7
David Gutiértcz Pur.:mcs
la Jmion dI' ProducárJn EdilonaJ
Prólogo 9
Hugo Adrian Ábrego Garda
Diseño jformadtil1
Lourdes Góm~z Voguel Cien cuentos desde México
Cuidado de la edición
contra la violencia de género 13
Alicia Ortiz Serna
Rc.rponsable del ComiJi Bditorial

'SEN: 978607-28 0338-1

D.R. Universidad Autónoma Metropolitana

P edición: México 2014


1- reimpresión: México 2015
Universidad Autónoma MetrofK>litana
Unirlad Xochimilco
Cal?.ada del 1rueS(} 1100, Col. Villa Quietud,
Delegación Coyoada
México UE, CP. 04960
Sc(;c!ón de Producción Editorial

Impreso y hecho el} Méx:k,o


~
-

Nota preliminar

l'] libro que el lector tiene en sus manos proviene de una histo­
ria que me permito contar. Durante la celebración número 41
de La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, René Avi­
lés Fabila, Coordinador de Extensión Cultural de la UAM-X, fue
invitado a participar en la Jornada de Microficdón. Después de
una de sus intervenciones se acercó un grupo de microficdo­
nistas que le entt~) un libro titulado: ¡Basta! Gen HI,,!jere.r contra
la 1!J'okl1cia degénero, publicado por Macedonia Ediciones. En rea­
lidad se trataba de los editores, o cuando menos de alb'1lnOS de
de la edición argentina: Amor Hernández, Fabián Vique,
I.,-andro Hidalgo, l\1iriam Di Geronimo y Sandra Bianchi, quie­
nes dan cuenta en su prólogo de los antecedentes de esta mag­
nífica apuesta editorial, proveniente de un proyecto más ambi­
cioso que tuvo su origen en Chile.
A regreso a nuestro país, René Avilés Fabila me propuso
hacer la edición de esta obra. Como se trata de un proyecto en
nmtra de la violencia de género y en esta tarea está inmersa la
11,\l.i-X. nos pareció oportuno realizar la publicadón mexicana

de ¡Basta! para dar cuenta del elevado y lamentable número de


ft'minicidios en un entorno de violencia generalizada que nos
í"()I{)ca. por desgracia, entre los paises más violentos del mundo.

I":n este con[exto~ la Coordinación de Extensión lJtuversita­


ria se puso en contacto con las creadoras del concepto o.riginal
l. desde luego, del primer libro publicado en Chile por editorial

¡\sterión, En ese momento nos dimos cuenta de que el éxito de


Ll" réplicas de ¡Basta! en varios países, obedece a la relevancia
,1.-1 tema, y a que existe un protocolo original elaborado por
b" l'scritoras Pía Barros, Gabrjela Aguilera V, Susana Sánchez,
Silvia Guajardo, Ana Crivelli y Patricia Hidalgo. Gradas a la ini·

7
dativa de estas mujeres, se ha consolidado una red femenina
de microrrelato con alcance internacional que dará lugar a un Prólogo
amplio encuentro internacional.
Además de Chile y Argentina, la edición de ¡Basta! ha ger­
minado en Peró, Colombia, Venezuela, Bolivia y Estados Uni­
dos. Sus promotoras nos cornentan que pronto habrá edicio­ dificil es para la ",ujer de bqy liberarse de esa capacidad, que
nes en fkuador, Brasil y Europa. Otra de las condiciones del l/rllfos de sij,los le han forjado dentro, de asimilarse al hombre que
Protocolo ¡Basta! es que en el equipo de trabajo encargado de ti iks/¡'w ,de "o otor!fJdo Como ¿licio»! ¡Qué dificil convencerse ti si
publicar la antología e&ista la paridad de género. HIIIII/1.I de que, también para la mujer, resNlta Ul1 crimen renunciar ti

René Avilés Fabila, Cecilia Ezet. Genis, David Gutiérrez iJt propia personal¡{lad, por más que se ha.J!,a en prot)ccho del amado)

Fuentes y Eisa Muñiz Garda trabajaron en las redes sociales y /111/" /IItÍJ que Sea en nombre del amor!
en 1ft difícil selección de lus materiales. El equipo de producción Alejandra Kollontai
editorial contribuyó a materializar este libro sin fines de lucro
que ve la luz en México con el propósito de mostrar las distin­
tns miradas femeninas sobre la 'violencia de género.
El prólogo de Eisa Muñiz, coordinadora de la Maestría en LA MUJER NUEVA Y LA MORIIL SEXUAL
Estudios de la mujer en nuestra universidad~ aborda el tema de
las condiciones de violencia hacia la mujer en México y la fuer¿a l·j Jeas vt.'ces la aparición de un libro ha sido tan oportuna como
de la literatura para denunciarla y combatirla. l. I (Os ¡Basta! t (JO !HJyeres contra la violencia de género en su versión
Es un honor para la Universidad Autónoma Metropolitana ~lcxtco. Las circunstancias de '\1.olencia generalizada en las que
Unidad Xochimilco asumir la edición merican. de ¡Basta! CIen 'It' ('ncuentra nuestro pai~ r~uieren de una mirada reflexiva. Las

!!,'(jeres contra la violencia de ,Jf,énero. ,hvt:r!'>as formas en las que se expresa cotidianamente la vI0­
InIcia que vivimos hombres y mujeres parecen estar cada vez
Patricia Alfaro Moctezum. lIl;i~ presentes y adquieren un mayor peso en nuestra definición
Rectora t 111110 sujetos de género. Sin duda, los mic[orrelatos que for­

Ulall c~ta antología condensan las diversas formas de violencia

¡llu' ",i'ten las mujeres en las ,soc.iedades actuales.


I,ü lUstoriadora Joan W Scot~: tan influyente en las discusio­
1I1'~ contemporáneas sobre las relaciones entre hombres y mu­
¡rrt's, ruzo célebre la afirmación de que las relaciones de género
1111111 relaciones primarias significantes de poder. En djcha enun­

\ lari/)o ha resumido la contradicci6n fundamental que sustenta


\11 n:.islencia de las soded.ades desde los inidos de Ja 111odernj­

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dad y es la que se establece entre sujetos femeninos y masculj I,.,{"uchar esas voces imaginadas, desatadas.. con plena libertad de
nos a quienes la cultura define como opuestos y antagónicOI nt'ación. de mujeres que suelen expresar sus puntos de vista en
No obstante, tal afirmación resulta un eufemismo cuando nln IS foros, en formas constreñidas a usos y costumbres de la

la vida de las mujeres las relaciones de género son en realidaA 111 adcmia o del periodismo.

relaciones de violencia. 1,:1 lector encontrará aquí lo mismo ensoñaciones poética;:;


Gracias a la ini~iativa y .1 compromiso para combatir la (IIH' ficciones ingeniosas, pasajes llenos de dolor () de alegría,

lenda de género hacia las mujeres desde el espacio creativo, 1l!1:1 suma variopinta de sucesos que han sido hechos con un

han recogido algunos relatos que dan cuenta de las múltiple ,,4 !lo objetivo: darJe voz y sentido a las mujeres que, de una u
condiciones de existencia de muchas de ellas en nuestro ulra t(lrma, habitan historias en donde la violencia está presente
Amas de casa, profesionistas, mujeres indigenas~ trabajadoraj \' ,leja una marca, un testimonio que, reconstruido como una
domésticas, de todas las edades y de todos los niveles sodoecc> htTi()n, logra transmitir toda su carga emotiva como sólo pue-·
nómicos enfrentan la violencia sexual, los castigos corporales, ~!t'n hacerlo tos textos literarios.
abandono, la violenda simbólica, la discriminación y la Es claro que la vida de las muieres transita de la ficción a
en un dia a dia que parece no tener fin. 1,1 h:andad como en un contüluum1 las prácticas de la violencia
De este mudo, la imaginación literaria traduce~ en las l., dctlnen y la materializan en tanto la quimera las interpela.
ciones aqui compiladas, la experiencia, la memoria y la pos= !..¡ ¡¡cdún no sólo propicia su palabra silenciada, también les
de diversas voces ·fe~e~11~frcnte_a la vi91~~ia. A través
~ ~ ~
IIfl't,t'C mundos posibjes y les permite deconstruir a la víctima v/
la inagotable capacidad humana de construir relatos en '1m' las encarna.
antes sólo hay intuiciones y silencios, las mujeres que escribet 1,] alcance de esta poderosa iniciativa se encuentra no sólo
ficción se mimeozan con sus personajes, habitan una voz ,<" I:t viabilidad de cQnstrui, un. subjetivigad ciistin!.a la_~.L'
no es la suya sino la de las protagonistas, que confrontan \' Irl ima, que faculta a las mujeres para tomar decisiones so­
tencias adversas de forma radical y fabulan ahernativas que IIre sí mismas y sobre sus cuerpos, al mismo tiempo~ incide en
chas veces la realidad ha clausurado. d resto de las congéneres. La violencia no es un evento íntimo
La ficción es el vehículo que permite a todas las mujerCli 111 restringido a la relación ~ntre un h6mnre"y 'úna-muT~rJ la v-io- .
que participan de esta antología transitar escenarios en 1m; Il'llt'ta tien~ i~plicaciones bíopolícicas sobre el cuerPo' colectivo"
les la violenci~ nos in:tp5>ne su cr~_~~za,! y para ello se valen dt" las mujeres. "_"
los recursos más variados: diálogos, voces disímIles, Difundjr eventos victimizadores recrea a las víctimas, ex­
asombrosos, vueltas de tuerca, inversiones de sentido y pl"r~lr otras posi);Jilidades, promueve el proceso contrario. La
dotas que provocan en el lecror la sensación de que el punto j H,t'ibn es una".,:ía infalible como facilitadora en el p.~g~es"o ~le
vista de las mujeres suele estar borrado, acallado o neutr.ilizado dl"(onstruir a la ví<;ttma,. como atinadamente lo señaló Alejan ­
en otro tipo de discurso institucional, político o académico. tlfa Kollontai en su obra señera La mlfier tluevay la moral sexual,
Lo más relevante de esta antología, además de la riqueza ~ ('11 la cual aJcntaba a las mujeres a seguir una vida "célibe" guia­

narrativa de cada una de las mini ficciones, es la posibilidad d;1 por sus propias decisiones y deseos, Al retomar las obra;:;

10 11

literarias de su época definió a sus heroínas como aquellas mu­


jeres cuyas iL'Ciones independientes encarnarían a la que llamó
«mujer nueva".

Eisa Muñiz

Cien cuentos desde México


contra la violencia de género

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- -
Ojos ciegos a oídos sordos

Adaliz Patricia Estrada Torres

Todos los días Carmen Se levanta a las cinco de la mañana, se


da un baño, desayuna y sale a toda prisa para tornar el camión
d., las 6:15 am, Un retraso puede costarle una tercera parte de
'11 sueldo, Su blusa blanca lleva grabado el nombre del centro

'tlmercial donde trabaja, El gafete que cuelga de su cuello la


id('ntifica como Carmen Plores, cajera.
'lodos los días Manuel se levantJl a las seis de la mañana, se
,1" un baño y le exige a su esposa el desayuno, No le preocupa
1It'f',ar tarde al trabajo, Sabe que no pasa nada. Su gafete lo iden­
hllra como -rvfanuel Torres, cajero.
(:armen y Manuel trabajan en el mismo lugar. Fueron con­
11 lirados el mismo día y bajo las mismas condiciones, al menos
1'110 le hicieron creer a ella.

}nginaria de 1'cziutlán, Puebla, es licenciada en ljngiiísúca y Literatura

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.4A

Carne de edecán Arrullo

Adela Margarita Lucero Hernández Adriana eandia

-i..evanta la cara, párate o baila sexy, ¡que todos te vean!, I ,H!' rniró por la cámara y pensó que de haber tenido hijos, estos
no sabes que la que no enseña no vende? ¿O cómo crees muchachos pudieron ser suyos: tersos, atléticos, calmados. Uno
los verduleros venden sus mercancias? Pos dejan que los hus¡-ezó en la puerta mientras el otro con esa paz que parece
chantes toquen y algunas veces les dejan dar "probadltas". ¡le )jeta en los jóvenes. le preguntó a la secretaria por eHa, Anda­
r!;Ul en sus velnte~ '''tan monos y estiraditos", Deseó que fueran
Yo no rcspingué~ sólo me tragué la humillación porque
ocupaba el trabajo, ya se acercaba el día de pagar el semestre hijos que se negó a parir para ser ella misma, Iba a
aún no tenía el dinero; entonces.. coquetarncnte, empecé a llamar para que los pasaran, cuando descubrió en la mano dere­
reír mientra.<.:; bailaba al ritmo del reglietófl. (ha del más alto una pistola, Vio el rafagazo en el rostro de su
-Esa v-leja c~tá bien buena \'mplcada antes de escuchar el estruendo, Clavada en su asient~
-Yo sí me. la 11I~'1l pudo verle los ojos al otro: enmelados y profundos, como

-¡Muévete más sabroso! Lit· ¡¡rtista, cuando se le paró enfrente apuntándole casi parsi­
-¡Mamadtal monioso. No tuvo tiempo de arrepentirse de no haber pagado
Eso decían, gritaban y ordenaban los hombres que 1.1 ruota a la mafia, ni de haber imaginado el abrazo, el beso, la
ttTIlUra.
han al taller mecánico donde yo era la L--decán que promovia
aceite lubricante para autos; pero para aquellos hombres yo
!\:arradonl jU¡lren.se, profesorA, periodista 'i maestra en artes. Autora j' edi­
era un comercial, era cafne cocinada con el calor de los "",1 tk'vanos libros.
y las miradas morbosas.

Nacida en Et:atepcc", P,stado de Méxko pero "tijuanense" por adopción


OrguUlliamente cimarrón 'i sOl:ÍóJog<l en formación.

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Los efectos y las imposibilidades El rosario de mamá

Alejandra N allely Collado Campos AJicia Valencia Reyes

Lo que más llamó su atención fue su cabello corto y verde. Ves~ f\1amá reza y reza y las cuentas del rosarIo se detienen mientras
tía ropa de bombre y caminaba baío la lluvia un sábado por l. Papá se despide porque se va poi 110m. Mamá llora durnnte días.
noche. "Machorritas como esas sólo están buscando una cosa", 1\ mis cinco años no sé qué es el norf(}~ sólo que está bien lejos y
pensó el violador. hlSe papás no vienen pronto.

Le preb'1lntó la bora y después la siguió por el camellón. La


Mamá reza y reza y no escucha mi voz ahogada por las ma­
amenazó por la espalda rodeándole el cuello con el otro brazo. llOS de su hermano que recorren mi cuerpo. Una cuenta del
Ni siquiera llevaba pistola, el ITÚedo fue suficiente para para­ 1'1 'sa do de mamá se desprende y cae al suelo junto con un hilillo
lizarla. La llevó con amenazas a un parque solitario y le ama­ dl' roi sangre. Cada noche mi infancia se hunde en la oscuri­
rró LIs muñecas con las agujetas mientras lloraba y temblaba de dad frente a la mirada ciega de las imágenes de santos a los que
miedo. Ella sintió que no podía ganarle, ni siquiera sabia bacia 1m madre prende '\reladoras. Ya no juego a corretear mariposas,
qué lado del parque correr para escapar. IBI me subo a los guayabos ni salgo a hacer presitas al callejón
La vieron llegar tambaleándose, llorando, con las agujetas i Ii;lndo llueve. Extraño a Papá. El miedo se metió en mi cuerp<>,

enredadas en los dedos y los hombros descubiertos bajo L1l1u­ duerme de día y despiertll de noche.
via... Rt-dira nada más Cómo viene ... y luego no quieren que Quiero que mi tío se vaya de casa.
las violen".
Mexicana, profesora; cuenta hjstor1as. Vive en Cuernavaca.
Licenciada en Comunicact()n y casi maestra en Estudios de la Mujer. Pro­
motora cultural uf1dergffJund, con serías debilidades por las cosas enfermas,
proscritas y rota".

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Doble ejecución Queridlta llÚa

AnaR.
Anabel C..crón

Esta Vez se salvó, pero el poder de los muyahidines es tan


de que acabará por alcanzarnos. Ella violó los sagrados
Ahlla rota. Sueños. Rostro. Píel. Cuerpo. Miles de trozos nues,
pios del Islam. La prevíne, pero no quiso obedecer. En vez
lIo~ en el sudo. Sangre y lodo como uno solo. Llanto, rabia,
permanecer en casa, limitarse al estudio del Corán y salir
nlh"do. Toda la furia que cabe en ]a punta de una bota vaquera
talmente cubierta, se valió de mi debilidad para presentarse
tlllC golpea, que se Incrusta en nuestra carne una y otra y otra
la escuela vestida como americana y leer Jos libros traídos
,t'/" Fue tu sangre, queridita mía~ pero también la oúa y la de to­
Jos occidentales. La hallarán donde sea que yo la oculte y,
ti.,,, las mujeres de todos los tiempos. También fueron mis ojos
importarles que sólo sea una cl:'tUpida mujer t otra vez lntentarárJ
tOl, que lloraron. Los que Hotan. La sangre no para. Hoy sa­
matarla. y si lo consi.hruen, moriré también.
hnnos Jo que no sabíamos, 10 que nunca imaginamos siquiera,
Vive en 1:1 dUliatl de Me.xico. Es hislOriadora y c!'crirnra,
111 tlile nunca debimos saber, lo que nadie nunca debería.
1I,IIH,'1110S de golpes, dolor y miedo. I\.fañana deberemos saber

.I.. "'peranza y luz y fuerza, de esa fuerza que sale del fango y
'l' ,,,dve fuego y orgullo de mujer. Hoy no podemos porque

r .. l:lll10~ rotas pero pronto estaremo~ de pie. Otra vez. Juntas.


Pllr li, queridita núa.

\'j\T rEl la c:i.mhd de México, escribe pOr'que, n.cc:e~¡ta cJ vértib>o de la ho}a


' " hl,UlCO para vivir.

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El aparente abandono De mitos a mitos

Anabell Estrada Angélica Santa Olaya

Hace unos meSeS durante el desayuno leí una nota sobre un H sacerdocio de las mujeres no puede ser, porque no es divin(~
perimento social llevado a cabo en una universidad de Estados ;t'nal" el clérigo mientras se rascaba el ombligo. Cibeles, desde
Unidos. Se abandonaron un par de autos de hl misma ;IITiba, reía y arrojaba el cordón umbilical del homhre a los leo­
color y modelo en dos barrios, el primero adinerado y el IIt'S.

do marginal. El auto de la colonia marginal fue desvalijado


las pocas horas y en el barrio rico pasaron días sin que nadie I,iccnciada en Pcriod¡~rno y maestra en Historia y Etnohistoria, Es poeta.
,',1111 \!lista, dramarurga y narradora. Nació en la ci~ldad de México.
prestara atención. Semanas después, como parte del experimen­
to~ al auto que seguía intacto le rompieron una ventani.lla. y
unas horas estaba desvalijado también. El aparente abandono
había alentado a las personas a arremeter contra él.
Yo era como el auto abandonad~ pensé. Ese día. terminé
con Jorge.

Radica en la Ciudad de México, actualmente estudia un posgmdu en


visuales.

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-

Muñeca Un mes en la vida de Irene

Angelina Zamudio Arlen Grijalva

1vlienrras confeccionaba vesddos de novia soñaba con su I mmdo eran novios,Juan le regalaba flores y tenía muchos de­
vestido. Cuando Pedro le pidió casarse) pensó emocionada ¡"lb con ella. El dia que le propuso matrimonio, ella le dijo que
hacerse el más bonito de todos. -1, llllt' claro que si. Su felicidad era completa.
Familiares y conocidos le aconscíaron que no se casara Pi'ro una vez casados., él le decía que su falda era muy corta:
él pero la ilusión de la boda, del vestido y de una familia "¡Ic'\carada) zorra",
l. llevaron a aceptarlo. Muy pronto comenzó la pesadilla:
I '~n otra ocasión~ después de unos besos que la transpor­
pes, insultos~ otras mujeres, alcoholismo, drogadicción y
. !,~n)l) al paraíso, la volvió a insultar: "se ve que has besado a
na ayuda económica,
InHchos. ¿a cuántos has besado? dímelo, zorra".
Una noche, Pedro llegó borracho y drogado. En la
Tras un mes de matrimonio, Irene se dio cuenta que ese
dormian Muñeca y sus dos pequeños. Se fue sobre ella, Sin
hombre con quie.n Se había casado eta un desconocido.
le oportunidad de despertar la golpeó y la violó. Después, fren­

te a los niños que lloraban, Ja estranguló con un cable de la 1m.


P\lcóloga y docente, Actualmente vive en Monterrey,
Fríamente, Pedro se subió el pantalón y huyó en su tráiler.
En el pueblo ya no habría quien confeccionara, nunca más,
vestidos de novia.

Periodista, tiene una columna en el t\hJI'()¡,".rte de CuliadJ't

24 25
Inquiriendo La niña

Ary Ordoliez Corde.. Atúmba Gabriela Aguilar Nájera

Olvidada en aquel páramo, arrojad. a la tuerza de la naturalez:


~lire don, la chamaca está tierruta. Sabe limpiar la casa, cocinar
sin sombra. que la cubra, sin carretera que la guíe, sin llanto
""'" buenos frijoles. Ahí se la dejo pa que la pruebe. Si no lo
la moje, crece ligera.
nhnlece, dele sus crungadazos, que es hembra y para servir al
-Mamá, cómprame un libro.
lu;\cho está. Si no le gusta~ le traigo otra. Tengo puras hiJas; que
-Toma, necesitas un azadón. Idrvan de algo.
Pero se dejó tievar por el viento CJue la arrastró en búsCJued l':! padre se fue. La niña se CJuedó. El bombre se le acercó.
de dónde enraizar, encontró tierra fértil en un libro, Al día sib'1.lÍcnte los policías la sacaron de las greñas y la
- ¿Qué pretendes? La literatura no es para todos, ¿Te .I!r:lstraron a la comisarí::.. Que ni protestara porque las viejas
mirado? ", , hablan, obedecen y ya. Sus padres no la defendieron. La niña
- Sí, el arroyo también pinta mi reflejo... linio entcndió~ (~a la cárcel para síempre t >. Se limpió las manos
l'I1~~tngrentadas y se recostó en el petate mugroso. Mejor asesina
Pintom. ha publicado poemas y relatos el1 la tevÍsta. Mo!itw de letras, tpW asesinada.
creaCión literaria.

lIustradora, escrirora.fruhnre.

26 27
Desamparo Aranza en las nubes

Azucena Franco Beatriz Angélica ]iménez Gallegos

Asesinaron a la hija. La madre gritó, lloró, aventó, pateó, (\ r:lIlza sale de la secundaria, camina rápido cuando se percata
testó, señaló, acusó, manoteó, corrió y la mataron, frente al 'IHl' la noche ya cubre la ciudad. Preocupada, recuerda la gol­

lado de Gobierno. 1'1/,,:1 que le dio su padre la última vez que llegó tarde, y la rabia

14111 la que escupió la palabra "puta" al verla usar la minifalda

Maestra en Letras Latinoamericanas por la Facultad de Filosofía y 'ltlC k regaló su mamá.


de la l"Nt\;\1, México, donde actualmente reside.
Surgida de la oscuridad, una sombra con voz de hombre la
¡wr:--igue descaradamente pero ella, por permanecer abstraída en
~tI" pensamientos, no nota que le comen los pasos. Un empujón
\" la sombra la alcanza, la golpea, la invade. la hace vomitar, le
IIhre d cuerpo. "Para que no sigas de puta como tu madre" le
dH"l' una voz conocida desde la lejanía de la inconsciencia. ¿Es­
Iilr.i soñando? Pero la vida ya no le alcanza para averiguar si su
p;ldrl' realmente estuvo ahí o era una voz que retumbaba en su
I al)l'za.

I'.studia la maestría en Estudios de la Mujer en la 01\1\\ Xochimilco.

28 29
La lavandera El silencio invisible

Beatriz Beatriz Rarrúrez Grajeda

La lavandera siente la frescura del río que juguetea entre :--'n invisible tiene sus ventajas, no hay nada como hacer lo que
pechos desnudos. Detiene su labor por un momento. El sol 'lIucres y pasar inadvertida. Las cosas importantes se hacen sin
crepúsculo inunda de rojos el revuelo de las aguas, No hay n,l'ándalo, decía mi abuela, y pasó su vida en la contención y
die que lave esa tarde. Sólo ella. Le gusta ser la única que tlnlicada a abrigar y alimentar a los suyos. Era un lugar vital
el aire perfumado: el shishi con que lava, los quelites de la pno nadie lo veía. Aprendí esa disposición de ella; tuve mejor
Guarda su ropa en el tenate. Ya la oscuridad envuelve el lorluna, pensaba yo. Para mi abuelo, lo peor que podías decir
que la llevará a la ciudad de Puebla, Un vozarrón a sus espalda1 n,l "no puedo" pues montaba en cólera ante la frase. Mi padre
la obliga a buscar con premura su camisa seca. No alcanza , 4 >n fiaba en mí, mi madre siempre exigió que fuéramos buenas

ponérsela. El asaltante la derriba de un zarpazo. Más tarde t'll lo que hacíamos ... Eso sí, profesionistas. El problema está

hombre le dice, mientras se cala de nuevo el chambergo: 'liando alguien advierte lo importante de tus acciones y no lo
sabías, india estúpida, que el bando del virrey decretó toque lolera, le abruma, lo odia porque no sabe cómo, pese a ser mu­
queda? La lavandera llora bajito, No sabe qué es un bando, ¡t'r, pudiste llegar ahí, hacerte un lugar y ser exitosa. Entonces,
aunque lo supiera, una sirvienta no sabe leer. l'1l vez de enfrentarse a sí mismo, a su miseria e impotencia, te

.I1~lCa inclemente y te difama, en busca de mejorar su condición.


Originaria de México, D.F. Ha publicado ocho libros de cuentos y tres
velas. La más redente se titula: El mJlndo de tJqui (EyC, 2014). Profesora universitaria. Radica en México.

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pto,crllOÚ (Violación) Reversa

Betsabec Álvarcz Camelia Rosío Moreno

Siento su cuerpo descansar sobre el como si hubiera "' Úf1:1Utismo me asusta: preJeriria escuchar tu voz, tu grito~ tu
minado una lucha incansable. Me pregunto, una y otra vez, llanto.., Perdóname: no quería golpearte:; por favor despierta.
qué lo hizo?, ¿quién lo obhgó? ¿quién 10 condujo?, ¿por
yo?, ¿por qué a mí? Mis pensamientos se pierden en esa ,\crualmenre radIca en Acámbat'Ot Gro. C::oorilina el Círculo de Lectura y
¡r,IC¡Ón Lireraria de Acámbaro. Promotora Cultut'dl por: fnución,
de sudor frío.
Estaba desfallecida, sjn habla. Me veía desde lejos y
no estar ahí. ¿O estaba sin estarlo, qué pasaba?, ¿quién era
¿por qué la miró así?) ¿por qué 1'10 tuvo fuerza para detener!
y para escupirle la verdad, para arañarlo y humillarlo como
hizo cuando la violentó?
Observo cómo Se viste. Se aleja mientras permanezco
ji muda. Alguien entra~ recoge ml ropa y me cubre con la
sábana de la derrotA.

Maestrante de la Maestría en Diseno en la t,'<'\EMFX.

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Carga Cortina

Carla hzel Landaverde Carla Patricia González Canseco

Imperiosa necesidad de contar mi pena, recordar sin esta vez (:",h día te veo salír del trabajo desde mi ventana. Sé <¡ue de­
romper en llanto. El remordimiento me carcome y también las ""s querer llegar a algún lado, tú quieres llegar y yo saber hacia
entrañas~ me cuestiono, me condeno por optar por lo incorrec­ {IDnde te diriges. Qué luminosa morada es la que contiene tu
tO. Me Rcñalan, me sentencian a los confines del infierno por nlerpo tus manos. tu mentón. Tarde a tarde be buscado
fallar ante los ojos de Dios y de la sociedad porque soy una ase­ rl sonido de tu voz, pero sólo he podido imaginarlo) mientras
sina. !vfc duele cada detalle retenido en la cabeza, ese scncimicn~ llIantcn.6ro la imagen de tu piel. de tus labios. Retengo una
to insuperable, los insultos de quienes me rooean y tener que 111;1. aprieto las manos. pienso en tus ojos. oculto mí presencia

soportarlos porque aS1 lo he deeidjdo y así 10 merezco. Yo no I ras la cortina, recorro en un sueño tus vértebras y tu ombligo.

deseaba la suerte de las abandonadas. esas chicas de entre quin­ ,\ veces quisiera ser como lo son los hombres de verdad e ir
ce y \'Cinte años sin esperanza de superación. madres soiteras, 11':\5 tus pasos. aunque sé de sobra que no lré~ no iré porque

esclavas modernas que pasan la vida tras los aparadores, y vis­ H;ltlic va a presentarme, porque soy mujer, y al serlo, tendré que
ten a mujeres de clase alta, en la añoranza de algún día ser como permanecer callada y tranquila, en la evocación de la tela de tu
ellas. Este es el pago por hacer su pendejada, por haber cedido. o la línea marrón de tu corbata.
a dar vida y por decidir no hacerlo~ cargamos con esta cruz.
Pileta, narradora y guionista. ] la publicado el libro de reta tos El Calo Pro·
Estudiante de la üccnciatura en 1Jistoria de la l1AM Iztapruapa, Mlffffl, la novela Hit de ¡'l¡fejü/o y libros de inve~tigar.ion,

34 35
~ ~

Rut Ciudad

Carmen Carrillo Carmen Guadalupe Cardozo Pineda

Convencida de que era el hombre que había estado esperando l.1egó de su pueblo a la dudad porque su esposo acababa de
toda Su vida, se olvidó de las advertencias de su madre morÍr y tenía que realizar los trámites correspondientes. Traía
los tipos que buscan muchachitas por inrernet. Hizo la maleta en brazos a su bebé y de la mano a su hija, en su espalda carga­
y huyó con él. Se encontraron en una calle del centro. No se 1,:1 algunas pertenencias y alimentos. Vestían indumentaria trJ.di­
pareda al de la foto de Facebook, pero el romanticismo de los nonal indigena y huaraches.
dieciséis años es algo Contra lo que la razón no puede competir. Bajó en San Lázaro para tratat de abordar el tren del metro
Al verlo, ella le dijo: "adonde tú vayas, iré yo". pero nunca habia estado en la ciudad; se acercó a varios hom­
Un año después e.ncontraron su cuerpo tirado en un ba­ hrcs para pedir ayuda. Ningono de ellos qULSO auxtliarla. Des <

rranco. Las pesquisas llevaron a la policía a "El Paraíso", un pués de un largo tiempo, una mujer que escuchó su demanda
prosubulo donde su príncipe azul la llevó a vivir, b ayudó.
otras chicas. Una vez que estuvo en las oficinas del ministerio, se acercó
" preguntar acerca de los trámites y el hombre encargado excl.­
Vive en Monterrey. N,L. y esrudJ6 1a bcenciatura en LeI.l.'aS españolas. n
HU'): "No sé señora~ suba al tercer piso ,

Arriba otro hombre malhumorado espetó: "Las mujeres de­


hen esperar más, siéntese y quite sus pertenencias porque aquí
l'storban",

Origlnaria de México, D.f', Consultora. artesana y escritora de pasatjcmpo.

36 37
Ciudad Juárez
Amor, miedo y costumbre

Cecilia González

A JlIJ muertas '-'(Amor, amor dd bueno?, pues no; solidaridad y Jásci1TIa~ vo­
.€ :llcÍón de pedagoga) costumbre, pereza y miedo, ¿Comenzar?}
Esperabas mi muerte como quien espera una cerveza helada.; ~con la titulación de la maestría y la escuela? Después. pero
Aquella noche, llegué con la ropa hecha j~rones y el euerpol~ ¡no más! Nunca permitiré que me pongas otra mano encima,
"descarnado, lleno de sangre y uerra. Las unas que me hablan, no necesitaré pretextos, ni mirar e1 reloj n1 esperarte angustiada~
arañado seguían incrustadas en mis costillas. Ordenaste que lampoco alargar los lilas en la escuela o con mis hermanas.
levantaran de la calle igual que se levanta un desperdicio. "Me encantan estas fechas, quiero comer la manacata que
cuerdo el sonido lejano de las campana~ una) dos" tres violacio-, prepara mi abuela y ya puse la ofrenda de mi suegra. 'Mi sue­
nes., cuatro hombres encapuchados; cinco, gra), qué chistoso, cómo fui tan tonta por hacerJe la prornesa
ser las siete de la noche cuando toJos se fueron a jugar absurda de 'cuidarte. Hoy se termina todo,"
y me abandonaron en la carretera, scmienterraaa; ahí, entre y se terminó. Fue declarada mucrta al dia sjguiente, las
basura del pueblo. Recuerdo los ojos de mi patirc, brillantcs,J pruebas fueron insuficientes pero presentaba golpes en el ros­
dulcisimos, que me miraban llenos de amor: uY llegará el . Iro y cuerpo. Su victimario quedó libre porque no hubo restigos
en el que un hombre bueno y trabajador te pedirá que seas : "porque si lo conocía, ella se lo buscón A nosotros sólo nos
esposa y tú, muy enamorada, le dirás que sí, y harás una hermoJ. restan los recuerdos.
Sil familia". No tuve hijos. Sólo esta memoria que no aJcanza

contar heridas ni madrugadas. Ingeniera clvillk: profesión, amantt.: de las l~tm$ por lo que comunican y
.¡dmitadora confc~a d(: la protagoni~ta y víctima de este microrrdato, la pmfe­
"<lra 1.upjt:a González Gutiérrez.
Escrirurn y poeta.., aurora de varios libros"

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La verdadera sombra Fibonacci

Gtlally Guadalupe Villarejo Gómez Cynthia Menchaca

Un afilado cuchillo pasó por su estómago, esto no era como los


libros que había leido, el BDSM tenia que ser de mutuo acuerdo Después de lanzar las altas zapatillas, el vestido ajustado, las os­
o simplemente no ser~ pero mamá le habia enseñado a '(mante­ curas medias~ el sostén asfixiante~ la tiránica faja, las postizas
ner" un hombre a Su lado. pestañas, el par de peinetas afiladas y aquellas falsas y pesadas
Las cuerdas de las manos le apretaban y las de los pies ni se joyas, dis&utó de un largo baño. Al hacerlo, sintió deslizarse por
diga, hada ya como veinte minutoS que no tenía sensaciones en la coladera los últimos vestigios del yugo permitido: el artificial
las piernas. Félix pa.,ó una cuchilla por su senos y las lágrimas aroma de su disfraz. Su cuerpo, libre al fin, sintió el agua re­
vinieron, "no, por favor, ya basta, no, ya no qU1erd', él reía y corriéndolo. Y reconoció sus verdaderas dimensiones: libres y
parecía excitarse con sus gritos. perfectas.
No, no era como en los libros ni como en las películas por­
nográficas, ésta era la realidad. Félix la cortaba, pero, como de­ Vive en Torreón; estudió maestría en Desarrollo Humsno, da clases y ha
publicndo Lo prin(flSa l/He 110 pod/Ii ~jpr de eslormitiar, ArlUjllitl/!J, calabazas. y
da mamá "el sexo no se disfruta~ se coge para hacer feliz al 11fS y LA nJfla vegefan'alfd.
caballero". Si su sangre y dolor lo hadan feliz, se dejaría desapa­
recer con tal de cumplir el ideal de mamá.

Originaria de Taxco de AlaT<'ón, Gut:rrero. Egresada de la licenciatura en


Comunicación.

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Carrusel Curación

Claudia López Dina Grijalva Monteverde

Cbeco y yo nos paramos en medio del patio. El orinó trazando Tras intensas sesiones, el terapeuta la ayuJa a superar el delirio
un surco en la tierra. Yo hice lo mismo, pero sólo sentí frío en de persecución: "pueden ser las hormonas las que la traicionan,
las piernas, La jefa me dio una chinga, cómo iba yo a creer que eSo les sucede a muchas mujeres", le dice con tono docto.
podía orinar como el Checo si era vi~ja. Esa tarde, ella camina feliz por el parque y decide ignorar
Yo quería ir a los bailes pero la jefa me decía: "puedes salir' los pasos 'lue cree «cuchar a sus espaldas.
panzona". Lo cabrón vino cuando el Tato me dijo: ~'Te doy un Piensa "fue lo imagina cuanuo siente unas manos oprimien~
H
tostón, pero siéntate en mis piernas Jmaginé que compraría
, uo su cuello.
muchos dulces, Cuando rcacdoné~ ya me había dadeado. Sentí
vergüenza porque me vio los calzonc¡;. EJ Checo le puso una Doctora en Letra¡; por la UN/\M. Profesora en la Facultad de 1·'ilm:ofia y
Letras de la UIlÍversid"d Autof\oma de Sinaloa. E\'iCritum. l\ulOra de los libro'"
m.driza y la jefa lo mandó pafa Ozumba con el que decía que
de minific<:iún Goza k if,lih Y1AS do.. taras de Id Im!d.
era mi papá. Nunca lo volví a ver.
Bueno, ya te conteste, ora vamos~ ¿no? Te lo dejo har(J~ pa
qUe' veas que soy cUtltila.

Nadó en la ciuJaJ de México. El>tudlÓ Lctra~ f-hspánicas en la UNAM. Ha


publicado ruc%, rc~cña y una invcsligílci6n sobre tt:rapia familiar sistémk-a.
Pertenece al Colectivo de Escritore~ de la eudad de México "Puro Cuento",

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Pornografía Mariposa

Dulce L. Chávez Eglé Margarita Hernández Grijalva

El imbécil aprieta mi tobillo derecho y me separa las piernas, Tenía todo lo que siempre quiso: un esposo, una casa~ una her­
las abre cOn fuerza. Me sujeta el cabello. lo jala y voltea mi ca­ mosa niña y un valiente niño. Pero al mirarse al espejo, día a día
beza para verlo a los ojos. Al tiempo que me penetra, se pone veía cómo su tez perdía brillo, se opacaba. Ella dejaba de ser
una máscara que deja asomar la sonrisa burlona~ me estremece. se perdía y no entendía por qué.
Escucho mis gemidos falsos. Este placer me enferma, ya no es­ Una tarde al revisar el álbum de su niñez encontró una carta
toy aquí. Él dice palabras románticas y hermosas. actúa junto en la que figuraba la pregunta: ¿Qué quieres ser de grande? Ella
conmigo. en el fondo me odia tanto como yo a éL Rasga mi piel de diez años escribjó: libre como una mariposa o presidenta de
con furia, golpea mi cuerpo cada que puede y se ríe de mi dolor. mi país.
Gira mi cuerpo en una y otra posición~ mis piernas y brazos Esa tarde entendió que nunca quiso lo que ahora terúa,
ya no responden. Debo seguir gimiendo. Hace una pausa para
amarrarme las muñecas y me sodorniza. Ha prendido la cámara Culiacán, Sinaloa. Politóloga,

desde antes de entrar. Le doy un último sorho a la botella y me


dejo caer en la oscuridad de la habitación.

E~tudianre de Letras Inglesas en la VNt.M, cucntista )' profesora de inglés.

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Más allá del vado El curso de inglés

Elizabetb Vivero Elodi. Corona Meneses

Se fue. Ella. Sola. Sin nada. Porque al principio quiso creer que Dieron un curso de inglés en la oficina por la entrada del TILo
creía en el amor infinito. Porque al final supo que el silencio Acepté~ es una vez a la semana todos los sábados.
ardia con su indiferencia. Se fue. Para escuchar un compás dis~ Reorganicé las actividades de mi casa. Desde el viernes por
tinto, un mundo donde sí importara. Y no regresó. Más allá del la noche remojo la ropa y preparo la comida. Al irme dejo listo
vacío estaban las palabras. el desayuno y le indico a Pablo qué comida calentar. A mi sólo
me da tiempo de tornarme un ca fé y un pan.
Narradora tapatí:L Ha publicado libros de cuentos, novelas y algunos poe­ Aun con todo dispuesto para que él no tenga molestias y
mas sueltos.
pueda atender a Pablito como debe, el niño se ha enfermado
del estómago y su padre ya no quiere cuidarlo.
Es el segundo mes de clases y no puedo concentrarme. Lle­
go cansada y no tolero más los reclamos de Pablo. Me dice que
no ve a sus amigos y que no puede salir porque quiero superar­
me y estndiar inglés.
¡[nventos tuyos! Grita, Ya 110 me sirves ... Voy a buscarme
otra.

Licenciada en Lengua y 1 jteratura Hispánicas por la UNAM. Ha impartido


talleres de lectura y escritura a jóvenes y niños, Escribe poesla. Está en prensa
su primer Uhro.

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Sumisión: enseñanza mortal Violencia en la cantina

Emma Irene L. Martínez EtheI Krauze

Cuando Ana cumplió clnCO años, Esther, su nladre, le enseñó Son cuatro. Piden whisky, tequila, vodka y vino. Un plato de
que la porción más gtande de comida siempre debía ser para el pulpo, bacalao y setas que circulan. Mucho picanre. Mediodía.
esposo, • quien se le obedecia, se le pedia permiso y se le aguan­ -Yo me suicido. Sí, lo prefiero.
taban los golpes callada, así nunca la abandonarlan. -Sí, no hay que perder la di¡,midad.
A los dieciséis años Ana se casó con José, lo conoció en -¿Que te limpien el trasero? ¿Que carguen contigo? N01
un baile de su puehlo, en la frontera sur de México; no habían graCJas.
pasado quince días después de la boda cuando fue golpeada por -l\fi hermano dijo: "Es un chimpance'. Fue la última "'ez
primera vez, y aunque quiso regresar a su casa, Esther no lo que vísító a mi mamá.
permitió. Las amigas suspiran. Van por los postres. Primero dicen
Una noche de 2002 Pedro huyó del pueblo, a! darse cuenta que no. Ante la lujuriosa carta, deciden finalmente compartir
que había dcjado inconsciente a Ana debido a varios golpes en un modesto panqué de elote.
el estómago. I.una~ su pequeña hija. corrió a pedír ayuda a los Han arreglado su futuro. Antes de claudicar en la vejez y
vecinos, pero el feminlcídio se habia concretado. En el funeral, ser una carga para los hijos. como ahora sus madres lo son para
Esther con voz quebrada le dijo a Luna: "tu madre no supo cUas, se retirarán de la vida con dignidad.
obedecer". Llega el panqué, rey de la mesa. Otro suspiro. Lo dividen,
pero salen cinco pedazos.
Chíapaneca y vive en el D.F. Periodista, dedicada a la investigación social.
El último queda intacto. ¿Gordas? j~fejor muertas!

Escritora mCX1cana, doctora en literatura y profesora de posgradu,

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Modelo Los perros

Fabiol. Morales Gasea Fernanda Monsalvo Basaldúa

Enamoró a Elena con las imágenes de su cámara fotográfica. El pasillo se reduce, se achica coo l. presión de las botas, lo
Al poco tiempo de conocerlo Se fue a vivir Con él. Desde niña siente en el golpe palpitante en sus oídos. "No quiero parecer
le encantab. posar. A su padre le fascinaba lo fotogénica de su paranoica". El mundo queda detrás, cargado de gritos y harto
hija y a su pareja ~.mbién. Las fotos se multiplicaron. Pero los de soledad. "Es tan tarde". Se inflama la yugular y vibra hin­
celos lo consumieron y el amor se esfumó a los seis meses. Ele­ chada sobre el cuello de su camisa. uMierda~'. A~ B, C, D, E ...
na tenía magia. El atti sta empezó a detestar la helleza capturada "Ya casi", Muy cerca Se escuchan los rezagos de la lluvia que en
por su lente y la golpeaba con fue!"la. Después, entre lágrimas un delicado goteo, golpean contra el conc.reto y los asientos de
y con cámara en mano, suplicaba arrodillado que no lo dejara. metal que se subliman en su cercanía. f: G, H ... Caminando en
Por cada golpe hada una foto. Le gustaban las de color mo­ direcci6n contraria se avecinan unas sombras. ruja mantiene su
rado sobre piel apiñonada. andar con la cabeza en alto; maquilla su seguridad con la espe­
Durante un roes de hospitalización por diversas fracturas, ranza de dísirnular el olor a miedo. De noche todas conocemos
cesaron las fotos. Repuesta y cansada regresó del nosocomio :a la cereama de los perros. 1,], K. .. "Por fin". Atraviesa el andén
tomar ella la última imagen. Se había hartado de ser modelo. La casi corriendo. Llega al camión, la siguiente pesadilla.
fotografia reveló a un corazón marchito que alojaba un. bala.
Oriuncl" del Distrito Federal, es f'_<;t:udiantc en la Un1ven;idad Nadonal Au­
EgrCSOO3 de la 50(;EII1, Puebla. Ha publicado en suplementos literarios y . tónoma de MéXICO.
blogs. Le gusta devurar libros. Ama tanto la escritura COtl1() jg vida.

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Duelo eterno ... Infraganti

Gabriela Morales Rios Gabriel. Turner Sud

Sí, ellos se .m.ban. Desde lepes siempre andaban el uno pega­ Mónica abrió la puerta del despacho, allí estaba Javier con Dul­
do a la otra. ce. Ambos semidesnudos. Ella no contuvo la impresión. H¿Lo
Ella gozaba) luna tras tuna, subir con él a la azotea de su quieres?, te ]0 regalo y ¡Tú. no vuelvas a casal", Velozmente, él
casa~ recostarse en su pecho y mirar juntos aquel cielo tan ne­ se vistió. Fue hacia ella y la jaló del brazo; la empujó fuera de
gra, con un mont()n de estreUas. Él, nada disfrutaba más que " la oficina. «¿Qué te pasa?11 pero no recibió respuesta, salvo la
observarla, memorizar sus gestos, contarle historias ... palidez en el semblante. Caminaron y él la suíetaba cnn fuerza.
Esa tarde, él sintió cómo el COraZón en verdad le dolía, "¡No hagas ningún escándalol". La apretó firme y baíaron al
profunda e interminab1emente; Ella no llegó a refugiarse en su estacionamiento. l,a aventó hada las puertas de su auto y se fue
abrazo. Había desapareddo~ corno muchas otras, como miles de contra su cara. Mónica intentaba defenderse. Javier la golpeó
mujeres que también desaparecieron y no merecieron más que ~ una y otra vez y la subió a ;alones. Ya en el asiento, la tomó
una nota pequeñita en el periódico local de Chihuahua. por el cabello y azotó la cabeza. Sin soltarla, reclinó el respaWo,
¡Era ella!, ¿no lo ven? ¡Ella que es éJl Él que muere con dla, toqueteó con la otra mano las piernas, le bajó las pantaJetas,
que aún llora y extraña y busca... hurgó el sexo y la penetró. "¿Esto es lo que querías?".
Más, ¿acaso importa? Él es sólo uno más1 corno muchos
Docente, poeta y e~ctítom.
otros, como miles a quienes la indolencia les arrebató el amor...

Nadó en Chihuahua, Chih. Es psk~log¡:¡ y actualmente trabája en un Cen­


tro para el TtaUIln1énrO de Adicóones en el O.F.

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La consulta Revancha

Gise/a Oliva Balderas Guadalupe Azuara Foreelledo

Pálida como la luna de enero, vulnerable hasta el limite, con el Ella enjuga una lágrima que corre por su amoratada mejilla,
dolor en la mirada y el miedo en los pensamientos, es obligada mientras su más grueso libro de derecho civil machaca limpia­
a tenderse. El frío le recorre bajo la insuficiente bata que le han mente la dormida cabeza.
forzado a usar. Sin una idea clara de 10 que acontecerá con su
ser, escucha murmul1o~ voces frias y miradas que le ruborizan. Proft'sora. narradora y pút'ta. Publicó DivtrJi/'llfftlos, Cronica de $Ombral,
Lágrima; de mrodrilo y CorplJJ NOJlnlm. Vi\-'C en ViUahcrmosa, Tabasco. Mé:xko.
Se sabe a merced de ellos; se siente cada vez más pequeña, no
entiende, no los entiende y nadie le explica. Uno a uno~ de a
dos o incluso tres o más de eUos se turnan para torturarle, el
ultraje es constante. Sin la menor sutileza destrozan su pudor, le
ordenan cambiar de posición, mostrarse completa, palpan aquí
y apretujan allá, la dejan al borde de/llanto. Emplean arrefactos
para consolidar su obra. Si no fuese porque ostentan e/ título de
médicos. Mary jamás habría consentido su intervención.

Amante de la lectura, andonada a la escritu~ participa en foros y blúgs


de redes sociales. Actualmente vive en Teorihl.UtCllll, México.

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Infante mercancía y del veneno una flor

Gloria Domínguez Castañeda Helena A. Vilchls

Se escucha en el vagón la candón: '~fuera nada existe, IJ n dia desperté enferma de abismo, los hombres que dijeron
adentro"', Los usuarios oyen a Caifanes. Al fondo del vagón amarme se transformaron en lenguas negras, escupen, dejan
escena: pegado al tubo está el hombre joven que carga a la segtnentos de pus y recuerdos falsos que escurren por mis mus­
de tres años. La sujeta con fuerza. La niña desplaza Su los., el veneno humedece el girasol de mis labios, mis palabras
derecha a su espalda en el intento por liberar esas manazas se pudren adentro, flotan. se pierden en el segmento mental
la oprimen al cargarla, Balbucea el hombre algo, La pequeña:: que alguna vez formó un suspiro, se agrupan en mis lagrimas~
ahora golpea el pecho del sujeto que la lleva adonde ella no es' forman un mar. Decido caminar, y cambio de escenario. Junto
niña sino mujer~ más bien rncrcanda: corte de pelo estilo hon-, mendras marinas y dolores que punzan en el ayer. El magma de
go, vestido verde brillante, cara pintada, medias y zapatos mi sangre se levanta aote la cicarriz y recuerda:
gros; mirada enojada, de tiniebla. Ve cetcano el ojo lascivo Manos masculinas entregan dincro, dos Misoprostol en mi
vendedor. La niña ciene como razones dos nudillos que golpeanl boca triste, vjentre en ehullicidn. Deliro ante eJ nombre imagi­
hasta encontrarse con la pared de u n parque. nario de una niña que no existirá. Finge comprenderme, un ho­
Golpea por última vez, antes de beber el arscruco. tel; me ve como foco de infección, una cama; un no recurrente
en mi boca, furia que sale de él; mi cuerpo, depósito de su mi·
A,1tropól,>gttsocia~ csccitora y editora. Se dedica a la investigaóón seria. El dolor resbala por mi vulva, hilos rojos en la coladera y
rica, a la poesía y la novela,
me vuelvo mapa de emociones,

Actriz en formJición con tend('"11c:ia~ flrarm.túrgicas, se dedica a compartir


palabms en voz y letnll\..

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Antojo Desde aquel día

Hortensia Carrasco Horteosia Rosas Pineda

La licenciada leía con preocupación el caso de un joven de Sara no sabía por qué estaba allí. Luchaba en aquel espacio es­
veinte años. Ella lamentaba que su jefe inmediato le asignara trecho, oscuro y silencioso. Sintió una fuerza brutal que sacudió
la defcns~ de los victimarios. Pensaba en Sonia, su hija de trece todo su cuerpo y le provocó un profundo dolor. Sus gritos des­
y se decía: si alguno como este que tengo enfrente le hiciera garraban su garganta. El (error se apoderó de ell•. Le atormen­
algo ... Sus cavilaciones terminaron cuando vio entIar a Ja ma~ taba morir. Percibió un olor nause.bundo y perdió la noción
dre dei acusado, una mujer bien vestida y con aire suplicante. del tienlpo y de la conciencia. ¿Cómo lle¡.,'" allí? Iba de regreso
Dejó que ha blat•. Al principio, la señora resaltó las cualidades a casa cuando...
de su muchacho: estudioso, buena gente, bien parecido y sobre Una luz La despierta abruptamente. Le toman futos desnu­
todo, un caballero. La licenciada tomó un fajo de hojas y des­ da. Unos hombres no dejan de mirarla y la tocan con manos he­
pués se dirigió a la madre: ¿Sabe usted que ahora quien roma ladas y lascivas. Persiste el olor nauseabundo. Siente que algo se
a una mujer en el metro se va directo al reclusorio? La madre, desprende de su cuerpo. Horrorizada, logra verse mutilada, su
ahora con gesto y tono burlón le respondió: le aseguro que si sexo desangrado. No se reconoce, piensa que- no es eHa. Desea
usted hubiera visto a la muchacha también se le habría antojado. abrazar a Su hij•.
De pronto ya no existe el dolor, aquel olor ha desaparecido
Mexicana, se dedica al peciodísmo virtual También es poCUl, y ya no le atormenta la muerte.
Sara no regresó a casa ... Ellas tampoco... Luisa~ .Marisol,
Martha, Rosario, Jacinta, Claudia, Lucía, Elena.. .

Pertenece a la Academia de Letras en Cuermwaca. Motejos. Ha cursado


talleres de ~uento corto, Rs anlculist¡l en derechos labotalts, ambientales y
critica

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Bonhomia contra sexto sentido Amarás

¡rma Rojas CastcU Isa González

En una residencia estudiantil parisina, una doctorantc latinoa~ Temblarás al escuchar el toque de la puerta. Te estábamos espe­
mericana tomaba sola su desayuno en la cocina comunitaria del rando, dirá. Le acariciará la mejilla; mirarás una mancha al pie de
piso. Entonces un doctorante árabe entró. la cama. Él la tomará de la mano, observarás las uñas postizas.
Era la primera vez que se veían y después de platicar sobre I.a besará antes que a ti. L.os celos habItarán tu eSlómago. Te
sus estudios él le invitó un té de la colección que tenía en su ha­ convenció con palabras melosas en el hotel Benidorm. Siempre
bitación. Ella le respondió que podían ir a escogerlo y después fue así. Te desnudati y pasará sus labios por tu hombro hasta
regresar a la cocina a prepararJo. ro"r el hueco de la axila. Un líquido amargo subirá por tu gat­
Mientras caminaban presintió algo y pensó en dar marcha ganta. Repetirá: te amo. Necesito ir al baño~ dirás. 1'\1 regresar,
atrás. Cuando escogía el té escuchó la puerta cerrarse y de Ímne­ estat'á montado sobre ella) presionando sus muñecas encima de
mato sintió culpa por no seguir su intuición. su cabellera revuelta. Los ojos de ambas reReíarán rcsignadón.
Intentó salir pero él la sujetó de los brazos. Al pasar una Amárra!., ordenará. Obedecerás y esperarás tu turno.
mano por debajo de su vestido, ella le gritó ¡No! Pero él hizo
caso omJso. Lo persuadió diciéndole que se quedada y cuando :Maestra en Letras Iberoamerícanas. Escritora de los libros De lliIZ fI1 (,NJnJo,
1-'i IJIi me amerdo y A qJté UiJ!ila",().f {litio!'. Fundadora de DJtfnJlfveia, donde
}i te
la soltó~ salió para encerrarse en su habitación.
imparte cursos de cuento..
Lo denunci6 ame las autoridades francesas. Pero se enfren­
tó a un muro de burocrada y machismo.
Desde ese día perdió la bonhomía.

Licenciada en Derecho, vive en o. 1',

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De eunucos, hijras y transexuales Vulnerabilidad

1sis Saavedra Judith Maricela García Reyes

Soy Chandini, a los catorCe años me fui a vivir a una comuna Se casó por amor con un hombre callado y sin muchas ganas de
de eunucos. Conocí a Manjularnma, me ofreció café, pastelillo"l ser activo. Asistían a reuniones familiares o sociales y él siempre
y me dijo, "vente a nueStro hamam a Bangalore". l\li padre permanecía callado. Después de dos o tres copas se volví. ale­
llevó porque pensó que tenía que 'vivir con gente corno yo. gre, participativo, luego llegaba a la inconciencia y clIa, en el de­
giné un hotel de cinco estreUas~ baños turcos, cientos de SarlS seo de retirarse con él. lo instigaba. Así pasaron casi veinte años
mil colores y como tampoco conocía el sur de la India. acentéi hasta que a él se le presentó la oportunidad de participar en
No volví a ver a mi familia. Aquí sornos hijras. repartirnos política. Necesitaban gente así. que obedeciera y sin protestar.
diciones a diestra y siniestra cuando nace un niño o hay En ese medio conoció a una damisela que le habló bonito y se
boda. La gente debe darnos dinero a cambio de no maldecirlol¡ enamoraron. A )0 largo de nueve años estuvo al tanto del en­
con que sus hijos serán como nosotros. Lo que nadie me g'año, pero él le decía: "sí, ando con otra y no me voy". Él llega
es que me castrarían en una operación infernal e ilegal, que con una sonrisa de hombre repomable, una sonrisa que no le sirve
glamour de las historias del Kama!lItra y del Mababbarata, .. de nada a clIa.
clásicos de los primeros siglos de nuestra era, fueron sólo Ella permanece en un estado vulnerable, de apatía o de
historias. norancÍa. Mientras, la vida pasa.

HisroriadoC'J. y socibloga~ es profesora de la UAM, Nació en 'Ibloca, Estado de México, laboratorista iubilada de la UAE.".fEX.

64 65
Disfraz ¿Por qué las leyes son así?

Julie Furlong Laura Edith Saavedra Hernández

Sergio, hijo de un político, había bebido mucho esa noche de L,o primero que hicieron cuando llegué, fue hacerme esperar.
excesos. detuvo el coche pata cargar gasolina. De repente me Hada frío y estaba lloviendo. Había mucha gente a mí alrededor
sacó y me arrojó al suelo, a gritos aludió a que en la fiesta todos pero ninguna mujer, sólo la amiga que me acompañaba. Tenia
miraban mi vestido que parecí. de puta. Empezó a pate.rme sentimientos encontrados; por un lado, quería hablar de lo que
el estómago y la cara, y repetía una y otra vez: ¡puta~ puta! Los me había pasado, por el otro, tenía miedo y pena de exponer mi
hombres de la gasolinero y su escolta sólo miroban y quedaron caso ante extraños.
azorados cuando vieron mí sangre hacer hilillos por el suelo. Tocó mi turno, pasé y le dije a la señorita: "mi esposo me
Al día siguiente recibí una llamada de su hermana que me pe­ golpeó tan fuerte que quedé inconsciente en la cama, cuando
día que fuera porque Sergio intentó suicidarse y quería verme. desperté estaba desnuda con mordidas en los senos pero no sa­
Con la caro moreteada y mi cuerpo hinchado por los golpes, bía qué hacer. terna miedo .. ,". En ese momento solté el llanto.
fui. Pidió que te llarnara, dijo la hermana, es la cuarta vez que lo Me preguntaron sí había testigos, si traía golpes y sí tenía al­
intenta, la última porque una novia lo dejó. No llega a mayores, guna prueba de la violación, sin embargo ya había pasado tiem­
pero nos asust~ mañana se repone como siempre. Al yerme de po y las marcas habían desaparecido. Entonces me dijeron; "si
frente preguntó; ¿Ya ti, qué te pasó? no hay pruebas [\0 se puede levantar una denuncia, ni se puede
hacer nada, eso dice la ley". Entonces pensé; "¿por qué las leyes
Nació en México. Es escritora, pe:riodista, confett:ndsta y ex diplomáuca son así?",
del Servido Exterior.

Feminista, maestra en Estudios de Género, integrante de Gener@ndo


Sentidos, 5. c. Vive ~n el D. 1'. Estudia actualmente antropología ju:rídica,

66 67
Calladita te ves más bonita Despierta

Lautll Elisa Vizcaíno Leticía Romero Cbumacero

¿Pues qué le cuento? ¿De la primera vez? Pero estaba yo muy Corre. Tumba con estrépito sillas y trastos. FJ corazón casi la
espantada y me acuerdo más del dolor; ni sé cómo empezó. Ah, abandona en esa fuga angustiada. No grita. No puede. Apenas
eso sí, al otro día vino mi periodo y creí que la sangre salia por logra respirar. Lo adivina detrás de sí: bufa, ansioso por alcan­
la tunda que me puso. Ya luego entendí lo que era. zarla, saborea incluso el primero de muchos guIpes. Por eso sal­
Bueno, le podría contar de la vez que me rompi6 una falda. ta veloz cada obstáculo a su paso. Pero la habjtación no alcanza
Yo me la acababa de comprar pero me dijo que no iba a salir así para eludirlo más. El sudor escutre por su espalda y las piernas
a la calle y la hizo jirones. se aflojan extenuadas. Su cuerpo cede. Duele. Y se detiene sú­
Y de lo que acaba de pasar no le quiero decir porque me hitamente.
va a preguntar que por qué no lo demaudé, si hasta el bebé me Cierra los ojos. Respira hondo, muy hondo. Se distienden
arreható. los músculos y el temor. Se sabe arropada con calidez, como
Es muy vergonzoso ¿Pa qué me piden esto? Nomás porque entre sábanas recién planchadas e impregnadas de perfume. La
vio cómo traigo el ojo. Pero yo no cuento ni ando ahi diciendo, rodea un silencio tranquilizante y dichoso, capaz de dibujarle
ni hablando, ni platicando nada. una sonrisa.
Entonces despierta. En efecto, sonríe. Mira en derredor,
Originaría del Distrito rederal donde es lUdia el doctorado en Letras Lati­ con la confianza de quien ya no tiene razones para huir; con la
oDarnerlcanm> en la UNA\!.
tranquilidad de quien decidió poner fin a un mal sueño.

Profesora de UtCratllra. Vive en la ciudad de México.

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Poeta diabla
Relato verídico de una Rl

Lucero Balcázar Lucía Palma Narv:áez

Metro Insurgentes, 11 :50 p.m. Vestido rojo, Iiguero, tacones de Con ilusión logré entrar al prestigioso hospital Hl'GIM a realizar
aguja, larga cabellera y cola. Fiesta de disfraces, invitación en mis estudios de pediatría. Éramos la generación más pequeña,
mano; y el inf.ltable abrigo encubridor de hermosuras, en este los Rl o residentes de primer año. Rl, R2 YR3 podrían ser tam­
país que es dueño de la necrópolis femenina más grande del bién los nomhres de máquinas.
mundo. En pocos días mis compañeros fueron renunciando, devas­
Un dispositivo de policías vih>i1an la caUe Álvaro Obregón tados por los malos tratos de nuestros superiores, todos hom­
en la colonia Roma; me quito el abrigo y caigo en la trampa bres. Mi sistema fallaha ante tanta presión, hambre y desvelos.
de los uniformados. Disparos, un gorri6n se desangra en mi Una mala instrucción me hizo cometer un Herror" y de inme­
pecho, giro, cámara lenta. ¿Por qué, por qué? Avanzan y una diato ejercieron el autoritarismo.
obsidiana refulge en lo alto. Alcé mi voz.
Zarandeos. Me llamaron a una hahitación pequeña y cerrada con segu­
-¿También ibas a la fiesta de las palabrejas? Apodo: ¿Tertu­ ro. Cuatro erres de cirugía me amenazaron e intimidaron. Sentía
lia o Poeta? su olor masculino y poderoso en la cara. Recuerdo la parálisis.
-Tres corazones esta noche para mi comandante que las Pero me moví finalmente.
rx:ba por puras. Gracias DIos ... Una mañana denuncié en Derechos Humanos y poco des­
Malditos. Abro mis alas y les arranco la vírgula. Má.. dispa­ pués cesaron los maltratos en el hospital.
ros, sangre, sangre y no es azul. Mi vida y nú trabajo han dado y siguen dando /lores bellas
Saco del abrigo libreta, pluma y mi me7.cal rojo. Qué sabro· e inesperadas.
so su gusanito...
Pediatra y espedaIJs;ta en Parentalirlad. Vive en México.
México D,F. Periodista, e..iitora y caricatudsta en la. Sociedad Mexicana de
Caricarudstas, Publicada en antologías de varios paises, Traducida al portu­
gués e italiano.

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U n mes sin ti... ¿Ya para qué?

Luz Tbrres Margatita Alicia Ortega González

Apenas este 4 de junío se cumple un mes sin ti y siento que Ahora mi marido quiere dejar la bebida. Los hijos ya crecieron
ha sido una eternidad. Primero fue el gran vado. Aunque en y mientras dormia la cruda y se poma la siguiente borrache­
el fondo deseaba ya no vivir dcscalificacione.s y maltrato pensé ra, cUos jugaron~ pasearon~ salieron con sus amigos) batallaron
que moríria sí te ibas. en la escuela. tuvieron novias" se casaron. J\.fientras él bebía, yo
Viví algo cercano a la muerte cuando vi la cama vacía, sin vendía, tejía, limpiaba casas" lloraba en las fiestas escoJares> me
tu ropa y sin tus pertenencias ... Pensaba que no tenía sentido enfermaba y me curaba sin avisarle. Enterré a su mamá~ a la
salir adelante. Pero a 10 largo del mes pasaron muchas cosas: de mía, empeñaba lo que podía para pagar las cosas de los
repente, no tema que pensar en preparar de comer algo que te ponía mi puesto de jugos y galletas. Sí deja de beber, ahora sí
gustara ni dejar todo como querías; tampoco tenia que evitar lo dejo.
acciones que te molestaran. Fue entonceS que me di cuenta que
mi vida había girado en torno a ti y era algo que no quería vivir. Es investigadora, cuentista y feminista. Directora de Rumbo !I.e. Actual·
mente reside en León, Gto.
Ahora cada mañana picnso: "Por mi y para mí", Aun así
ha sido difícil hasta escoger el postre sin pensat en ti.... y sigo
compraIldo para dos....Todavía me falta aprender.

Re¡¡ide en Guadalajara, Jalisco, MéxJco. Es maestra de Matemáticas a nivel


mt:dio j' superior.

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Manipulación Despedida

Margarita Pulido NavattO María Cristina Tamaríz Estrada

¡Pretende contradecirnos una mujer! -exclamaba indignado Diciembre del 2003. En su apartamento una pareja a punto de
Narciso a Leoruna- ¡Hay que recordarle quíén manda aquD brindar por el desencanto. De lejos llegan las notas de cum­
En la reunión, tras ser cuestionada por '''sus actitudes bias distorsiolllldas por el olvido. Ella lo ruir. ruientr.s reparte
tivas" con el grupo, f\.fana tiene Hpermisd' de hablar. Habitada la CCllll. Él por instinto sirve la cerveza. Qué malle sabe todo.
por la incertidumbre, la angustia y la persecución, revela con Lo '1ue ena piensa lo dice alguien más. El estribillo de un bolero
genuídad sentirse fuera de lugar: sólo desea compartir sus' tropical le pregunta, "Te vas, te vas, ¿Por qué te vas?, ¿Es que
y cuando por fin logra hacerlo sus palabras se malinterpretan. no me quieres o es que tienes miedo de quererme más?". I~lla
Como resorte, Narciso salt. enfurecido del asiento y la toma de la mano y la lleva como la primera vez a la habitación.
mina con la mirada al tiempo que grita exaltado: ¿Qué La puerta y su mundo se cierran mientras se deja caer en la
¿Cómo te atreves? ¡Aquí a nadie se le bloquea jamás, cualquiera cama. Cierra los ojos para que las lágrimas no corran. En silen­
puede expresarse y elegir libremente, todas las opiuíones cio grita, "habría preferido la Despedida de Daniel Santos para
aceptadas! ¡Por eso nuestras decisiones son unánimes, fraterna­ este momento, pero así es la vida y los sonidos que desde la
les, sin sombra de duda! ¡Todos saben '1ue somos los más respe­ lejanla envuelven nuestros recuerdos. H

tuosos y honestos!
U n eco resuena en María: HCalladita te veS más bonita". Nezllhualcóyotl, Estado de México. estudió Periodismo Cilla CN¡\M y ac­
Pero su ser se rebela: ~'iNo, no!" tualmente cursa el doaorado en Cicncial'i Sociales en El Colegio de México.

Reside en México, n,!'" es doctora en Salud Colectiva, da dases en la Ut\M~X.


Editorial POrtUll publicó Sil libro: El L...Nji tb e~fem/(.lr; Hútoria tU vidaY trabajv.

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Bnla cocina Largamente oscuridad

María Eugenia Metino Mariángel Gasea Posadas

¡Nunca más!, se dijo M'anuda por enésima vez peto siempre


Ahí donde el macho te mm/la a los pocos días de haber parido,
todo terminaba igual: Juan titado en la cama durmiendo la bo­
ahí donde el madlO te puñetea por haberte bañado en :m au­
rrachera. Mientras, ella frente al espejo limpiaba el hilillo de 'an­
sencia -pues lo estás haciendo "güey"-, ahí donde el séptimo
gre que le corna por la boca o por la nariz y traraba de esconder
hijo enrebozado a la espalda pesa más que los sjere sellos del
los ojos amoratados tras una onda del cabello que le cubría casi
apocalipsis, ahí donde el amaneCer es largamente oscuridad para
rnedjo rostro.
la mujer <¡ue desafía al reino de los ciclos, ahí donde el poeta
Luego, iba a la cocina, lavaba los trastos y se juraba que ésa
solemnemente indiferente celebra el paisaje y escríhe odas a la
seda la última vez. As! hasta la sigttiente ocasión en que
vida ...Ahí en La Sierra, ocurre la endiablada historia:
lleg"ca borracho.
De doce anO.< la n¡.a, flÍofada por el borracho de .<JI padre, deja caer
Pero hoy sena distinto, se dijo, mientras limpiaba la sangre . tristisíl1la wz .robre .rtl hijito recié.fallecido:
de su rostro y manos.
"Me ranuó el hambre...
"Nunca más", repitió mientras ponía en su lugar las ollas y Comí el jongo, le di la chichi
los cuchillos que acababa de lavar.
y los brazos colgóH •
¡Nunca más!, gritó sin preocuparse de despertar a Juan que
se"",la tirado en la cama. No debía preocuparse porque él ya no Agua Dulce, Veracnlz. Maestra normalista. Mediadora de salas de lectUl:a,
iha a despertar jamás. Poeta, ensayista y gestora cultural. Sus textos han sido rubli~
rv¡.:c-< 'ONACm;r/L
cados en diversas antologías.
Escotor.t y perjüdistll. Autora de varios libros. Articulista del scrnanariü
.Wempre!

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Encerradas A la mar volvemos

Maria Luisa Mariela Zavala Hernández

Buscaba desesperadamente, igual que un adicto. En la casa Zarpamos con poca luz y con 1. brisa salada en los ojos, al cla·
existían más de diez libros, sm contar los vemte tomos de la rear el horizonte. Desde hace diez años anticipé tu viaje. Son·
ciclopedia ilustrada Salvat. A ése lo encontró entre la ropa de reías como otras veces cuando ellos te cedían el paso o eras
7

madre, detrás de un suéter de angora. En sus páginas centrales' siempre complaciente con todos los que te observaban y se re­
había una muchacba escondida en el clóset comiendo la lamían en ti. Y yo aguardaba. En sueños ellos te buscaban y te
ctuda de un gato, mientras afuera la ciudad se desplomaba gustaba saltar de uno a ouo sin hnportar cuánto sufriera yo,
los enunciados de una guerra iniciada en la anarquía. Nínguna~ cuánto era cap.z de soportar Ahora en la proa ereS mía. Nadie
mujer estaba a salvo en la c.lle. Ese di. descubrió dos te ve, sólo yo y la mar, azul, inmensa.
pertutbadoras: que el homhre más malo del mundo no era Desprovista de lasdvi~ tus muslos fueron míos en el ins­
jinete sin cabeza, y que la carne de gato sabe a pollo. tante que me duró tu vida, tu cuello y mi soledad de ti: "A barco
desesperado, Dios le encuentra puerto". Y encontré el mío. Mar
Cuentista poblana. Sus cuentos aparecen pcrtoo.icamente en la revista
/Tat Rard!.
abogada de quietud e infestada de piel. '~ mar volvemos" cario
ño oúo y estamos en paz: tú, yo y ahora la mar.

Vive México" en el Distrito Ft:der.u es diseñadora gráfica y escritora.

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Sueño imposible Tragedia doméstica

Mariluz ,:)uarez, '! Manha Bátiz Zuk

REINA: Siempre supimos que el bebé sería prematuro. La


Ay amiga~ no sabes. Tuve que correrla. Resultó como todas,
cuentas pagadas~ dinero en efectivo~ todo lo teníamos listo
ladina y mentirosa. Uno las mete en su casa, les da de comer
el momento.
como la gente, todo para qué. Me salió con que Jorgito abusó
YnclN" ¿Sabias que iba a ser niña?
de ella, ¿puede< creerlo, amiga? Se la ha de haber cogido quién
REINA: Era mi mayor deseo pero nunca lo dije. sabe <¡uién, bien que andaba meneando sus nalgas de flan por
YEONA: ¿A qué hora te diste cuenra? todas partes, y nos <¡uería colgar el rrúlagrito. Casi le pego. Que
REINA: Muy entrada la madrugada, después del parro, hasta. iba a ir " l. delegación, dijo. A lev.ntar un acta. A la chingada
que pude dormir. Al despertar vi su gesto adusto, agarró sus tú y tu acta, no sabes con quién te estás metiendo. Iba a decirle
cosas y salíó de sin hacer ruido. Después de ... "pinche india paratr.jada", pero me aguamé. Luego encima te
VEfJNA: ¿Después de acusan de racista. No, amiga, una tragedia. ¿Sabes de .lguien de
REINA: Después de que la partera le dijo que había confianza? Pero no de entrada por salida. De platlta, prefereme­
niña, exactamente lo contrario de Jo que él tlue!Ía escuchar. mente ya mayor~ <lue cocine y limpie bien, me ;npenfrge, Si llegas
VJi(]NA: y ¿Cómo, cuándo fue eso? a saber de alguien, ¿me avisas?
REINA; Fue cuando azotó la puerta, después de gritarme
"¡Otro par de putas!" DOClor3 e.n J A!<:ra1Ufa Hispanoamcrkanu. Su obril <:tendva ha sidu pu
blicaJa tanto en inglés como en español en varios y ha recihido prc~
VFJ;lNA: No, pus sL. ¿qué nadie te dijo que en este pueblo
croos en diversos concursos litcranos interna<:lonaJes de prestigio.
como que no les gustan mucho las hembritas?

Traductora, dramaturga, pertenece al Seminario ue Cultura Náhuatl en la


UNAM,

BO 81
A mis 63 anos Vendedora

Martha Garcia Miguelina Reyes Hernández

Soy... ¿Quién soy? Hija de, madre de, esposa de, abuela de ... María Candelaria Citláhua, indígena de la Región montañosa
Cocinera, ama de casa, "sirvienta" (que barre, que plancha, que de Veracruz llega al Mercado Zapata. Está exhausta. El reco­
cocina). Educada para servir y atender a la familia. Cada día me rrido desde La sierra de Zongolica hasta la ciudad más cercana
levanto con la idea de que todo esté en orden, que todo funcio­ le abrió grietas en los pies descalzos, cansados y sucios por el
ne bien, ver que todos tengan un buen día, aun cuando no esté polvo del camino. Se arrodilla para sacar del canasto los aguaca­
en mis manos y salgo corriendo al trabajo para seguir sirviendo. tes que trae para vender. Empieza a colocarlos en el piso sobre
He visto crecer a mi familia, vivo con lo que les emociona, un plástico, cuando escucha una voz. Es la misma mujer policía
sufro con lo que les entristece, me enorgullecen sus logros, pero de siempre que le grita: "¡Que no entiendes india, que aquí no
¿es que sólo vine al mundo para acompañarlos en su realiza­ puedes ponerte a vender porque está prohibido! La próxima ya
ción? ¿Sólo soy un soporte para su crecimiento? ¿Qué hay de no te aviso, te voy a llevar derechito al 'bote', a ver si así es­
mi? No encuentro una respuesta ¿Será que a mis sesenta y tres carmientas". María recoge su humilde mercancía. Callada, sólo
años debo asumirme únicamente como lo que he sido hasta agacha la cabeza. Entiende poco el español, porque sólo habla
hoy, hija de, esposa de, madre de y abuela de? ¿Qué hay de mí? náhuatl, su lengua materna. Tampoco entiende su estigma: ser
mujer e indígena.
Reside en el Distrito Federal, es dueña de un pequeño restaurante, lucha­
dora empedernida y ~oñadora ineansable. Nació en Orizaba, Veracruz. Es lieenciada en Enfermería y Obstetricia.
Cuentista y novelisra.

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Mí príncipe azul Rosa

Mónica lnari Hernández Grijalva Monserrat Cru2 Reyes

Era cariñoso y mí mundo giraba en torno a él. Desde pequeña En memoria de mí abuela Rosa Sánchez Carté.r (19.17-2010)
esperaba a mí príncípe azul y un día entró en mi vida. Me <lijo
que el amor que sentía por mí era más inmenso que los mares Cada una de las manchas que la sociedad le dejó a Rosa Sánchez
que separan los continentes. la hicieron valiente rero sumisa, Así fue desde niña~ cuando
Desaparecíó para siempre el dla que le dije que la prueba aprendió a trabajar en el campo. y aunque vivió humillaciones~
dio positivo. se enfrentó a una vida llena de machismo. Alli creció bajo la
Hoy me encuentro asfixiada entre paredes oscuras~ más sola consigna de que las mujeres no podían opinar. Su obligación em
que nunca. Espero mi juicio porque decidí no tracr al mundo a obedecer.
su criatura. En busca de una vida mejor se enamoró y se casC>o Su espo­
so llegaba borracho, le gritaba y siempre terminaba por golpear­
Cullacin, Sinaloa. Estudiante de Uiotecnología, la. El terror que esto le causaba a sus lujos era tan hrrande que se
escondían en un cuarto sin querer salir.
Pese a que sufrió maltratos e jnfidelidades, Rosa nunca olvi­
dó el funeral de su padre. Tenía seis años entonces y no cnten~
dió qué significaba aquella frase con que la consolaban: "Tienes
que ser fuerte, valiente y aguantar de todo como las machas H •
Rosa luchó hasta que su corazón dejó de latir.

Nadó en México, Distrito FederaL E~rudió la carrera de Ciencias de In


Comunicadón y también e~ pwfe~orn de ingles.

84 85
Media luz Mataré a quien amas

Montserrat Moreno Osuna Natxielly Zarco Cruz

Dicen que los gemelos tenemos un vinculo que nos une toda )a Escuchas llegar el auto de Jorge y el dolor de estómago se
vida. Así debe Ser porque en cualquier parte me siento ajena, in­ vuelve insoportable. Sabes que si tu mamá pdea COn é~ llegará
completa, como si mi mundo afectivo sc hubiera apagado antes a tu cama y abusará de ti~ como ya eS costumbre. Cuando tu
de existir. mamá sale al fileteado, Jorge se encuentra sentado en el baño
Mi adopción se negoció antes del alumbramiento en una y te ordena que le hagas sexo oral; tienes que hacerlo oliendo
comunidad rural.lejada de la sutileza; quizá no se siguieron los el excremento del hombre que constantemente te humilla y no
pasos legales para el trámite, pero la buena intención si fue le­ puedes rehusarle porque las golpizas son tremendas. Sólo tienes
gítima. seis años y no entiendes lo que sucede.
Cuando llegó el momento, vimos la luz los inesperados ha. Hay días que sin más, te sube al lavadero y te baña, te mira
bitantes del vientre de mi madre. Y en un generoso gesto, el desnuda~ te toca~ te arroja agua fría. Lo peor es que cuando te
ofrecimiento se ex tendió a mi hermano y a mí. Sin embargo, viola susurra al oído: "sj dices algo, matare a tu madre y a tu
por ningún dinero mi madre quiso vender a mi gemelo porque abuela, recuerda que soy polida". A veces te obliga a ver pclicu­
él sí le servía, el hombrecilo. las pornográficas.
Has pensado en la muerte y en varios intentos la has visto
Nace, vive y es docente en la CIudad de México.
muy cerca, desde la oriUa.

Nadó en México D.f. Licenciada ea ComunÍc.1Ción y Periodismo por parte


de ia UNAM, ha publicado diversos articulos, ha sido docente y conectot<l de
tesis,

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La decisión Palabras

Ninfa Adríana Estrada Orozco Norma Pinal

Mariana se levantó a las Sc1S como es costumbre en esa casa


Esa mañana era como cualquier Otra. Se levantó antes de que
donde vive desde hace veinticinco años, cuando se casó loca­ sonara el despertador, Él dormía plácidamente, Sin hacer ruldo
mente enamorada de José ManueL
entró a la ducha, el agua estaba tibia pero cada gota que caía so­
Desde el prindpio él decidió cada cosa, los invitados, las bre su cuerpo era un recordatorio de lo fea y estúpida <lue era,
flote~ el vestido de novia, comprar un auto nuevo en lugar del de lo poco que valía como mujer. Sí, le dolían los golpes pero
viaje que tanto soñaba ~fariana, el no tener hijos~ eJ que ella se más intenso era el doJor que le provocaba recordar Jas palabras
quedara en casa, Todo era resuelto por.losé ManueL
que acompañaron a cada porrazo. Ese sufrimiento era insopor­
Pero Marialla tomó una decisión, la primera en muchos table. Despertó a su hija, la alistó para la escuela. r':ra una niña
años. Se sentó en el sillón azul de su habitación rnjentras miraba tan dulce, ella no pasaría por lo mismo.
a través de la ventana con una suave sonrisa en los labios, hasta Decidida tomó un cuchillo de la cocina, salió a la parte tra­
que de sus manos cayó un frasco de pastillas vacío y Su pulso sera y desenterró una lata que habia escondido tras el guayabo.
dejó de latir, lentamente,
No era mucho pero para pagar un pasaje de camión alcanzaría,
Entró a la casa, tomó de la mano a su pequeña y salió.
Originaria de Veracruz, cgrc$ada de la Facultad de Ciencia!> y Técnic3.!i de
la Universidad Veracruzana.
Nadó en Río Bravo, Tamautipas. reside en Ciudad Juáre:t, Chihuahua. Es~
posa, madre de tres es también estudiante de la mat:stría t:n Estud.ios Litera~
(jos en la rile;!.

ss
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Las manecillas de la muñeca Frente al destino

Paola Villa.L:>redo Paulina Calderón Ramos

La muñeca envuelta en plástico negro estaba alú bajo la tierra con lJara const'gUir una 'vida mejor, las unicas opciones ¡msibles Son
un reloj que marcaba la hora. EUa sabía la hora de su muerte. volverse prostituta o lichera. Ella goarda una noble reminiscen­
cia de la infanda y de los gostos burdos de su padre por las pe­
Mexicana, estudió creación lite:raria y ha sido colabot'adota de Poesía y
Múvimicnm. lículas de meretrices. Noche tras noche, viste minifalda y calza
tacones de quince centímetros de alto.
Cobra por beber una copa con algún hombre, regala besos
y no deja que las manos masculinas toquen su antiguo tesoro.
En ocasiones la resistencia cae y admite una que otra caricia. Si
la quieres llevar a otro lado, debes pagarle a quien le regatea una
cierta cantidad que debe acordar.
Un día la invitaron a salir y pese a su oposición, la lIeva­
roo. La desesperación por lo 'lue le esperaba la lúzo abrir des­
cuidadamente la portezuela del coche y una combi la embistió.
Como ave libre voló por el aire y su craneo se rompió en mil
pedazos al estrellarse, seco, contra el pavimento.

Vive en j11 Ciudad de México. Es c~critorn y bloguer'd..

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La cita Violación

Patricia Gutlétrez··Otcro Patricia Karina Vergara Sánchez

¿De dónde surgía esa rabia impotente que Lucía sentía aroer en Esa muj er la violó.
sus mejmas ligeramente maquilladas, y que subía hasta su ca­ Las autoridades dictaron: señora, necesitamos pruebas)
bello largo y bien peinado? Desde su lugar vcía al hombre. La ¿cómo que fue una mujer? ¿Está loca? Presente pruebas.
adolescente llevaba el vestido que compró para salir con Mateo Las heterosexuales opinaron: ¿por qué no nos sentamos to­
en Su primera cita. "Basta de coger con cualquiera", se había das a platicar?~ cada una tendrá su versión de los hechos,
dicho. Ella, que tanto había luchado, le pidió que se pusiera ese I.as feministas la negaron: está mintiendo. Habla de nuestC"J
vestido; ella le puso el maquillaje que Luda nunca usaba y le amiga. Es por rencor, por desamor.
dijo que sonriera; y ella, sentada a su lado, también esperaba Las amigas le aconsejaron: olvida. Dios, el karma, el devenir
la hora de la cita. <~No olvides sonreír", le dijo, "No quíero", cósmico castigará. Olvida.
pensó. Las lesbianas cai1a.ron: que no se sepa.
¿Para qué tanto arreglo si es un trámite burocrático? El Las enemigas: hicieron escarnio.
hombre sentado llevaba un traje fco y trabajaha en un escritorio. La familia: biza silencio.
"¡Sonreír con el vestido parA Mateor'. 1..,os hombres: sonrieron.
La llamaban. "Sonríe bija, para que te den la beca", le dijo Ella: trató de hablar, seis veces sus labios fueron cosidos.
su mamá.. mientras Jc arreglaba el cabello. Está sola~ con el cuerpo y con las certezas adoloridas.
El sol le quema el rostro.
EstuJió Comunicación, es maesrna en Teologfa y actualmenre cursa la
maesuia en Literaturn iberoamericana. i la sido docellte universitaria, editora,
Ella mira las puntas de sus pies que sobresalen de la línea de
traductora y correctora de estilo. tjerra en donde está parada.
Un paso adelante sólo habrá viento.
Su cuerpo s:e balancea adelante y atrás, antes de caer al prc­
ciplcm.

Maestra en Estudios de la Mujer, poeta lesbofeminista.

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Cátedras misóginas Juana

Patricia Valladares Perla Berenice Bernaué Ramos

Me habían dicbo que era un profesor extraordinario. La noche· Juana, sola ante el mundo, sin la esperanza de dar vida por los
anterior no dorllÚ pensando que junto a él me iniciaría como múltiples golpes que recibió donde albergaria a eSe Ser que
defensora en Derechos Humanos. Por eso me resultó extraño j siempre anheló; agotada de implorar compasión, víctima de
cuando aprisionó mi mano entre las suyas en Su primer salu­ maltratos, humillada y ultrajada en el momeoto que Pancho lo
do, También dudé cuando su mirada se quedó prendida deseaba. ¡No puede másl ¿A dónde ir? ¿D6nde encontrar refu­
mis pechos. Me incomodó mi paranoia. Regresé a clases sólo gio sí a nadie le interesaba su vida?
para probar que me equivocaba. Cambié de opinión cuando:: De repente a su mente llega la solución: las autoridades.
noté que mi amiga también se echaba para atrás cada vez que La justicia se aplicó eo repetidas denuncias pero él, después
maestro se acercaba. Cuando redamamos~ nos acusó de malin-~ de ser liberado al cumplir condenas cortas, volvió para vcngar­
tcrpretar sus nobles intenciones. Así que bumillar, se~ cada vez con más saña.
gunear eran parte de la cátedra del insi¡,'ne mentor. Un día, ~jn poder más con ese destino y tras fallidos inten'·
Después de todo, aprendi bien de sus teorias sobre los tos por quitarle la libertad permanente a su esposo, se arma de
rechos de las mujeres: a pesar de la ven!,'llnza colegiada y mediá-j valor para insultar y agredir a un policía con el objeto de ser
rica, nosotras supimos llegar hasta e1 final. reeluida y alejarse del verdugo de su vida.
Esposada se deja conducir pensando: ¡Por fio estaré libre y
Doctora en Literatura, escritora, investigadora eH violencia de género segural
la IJNAM, L7.lacala, México.
Profesora, cs:tudió la licenciatura en Educación Primaria para el Medio
lndígena con maestría en Educación Baska. Pertenece a una ONG. Reside en
Papantla,. Veracruz,

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Lupita Presencia y ausencia

Pilar Alba Rebeca Monroy Nasr

Como apestan los bebés, piensa Lupita mientras le cambia por ter­ No sé qué duele más: si las heridas silentes, que se esconden a la
cera vez el pañal a Pedro. Segllro sigiles malito, pero qué hago. Va a vista de los demás o aquellas visibles que muestran y dejan claro
la cocina y regaña a Caroi porque aun no termina de lavar los el desamparo y desamor.
trastes. Ya Jabes que te totan. Caroi deja en la mesa su muñeca, No sé cuál de las cicatríces perturba más: las de niña irre­
agarra el banco y se sube a lavarlos. Pedro empieza a vomitar; denta sometida por una madre fuerte, sólida y amorosa hasta
lo cambia de ropa. Olra "'zle has hecho del baño, ¡"'tÍ! rapa que la­ asfixiar el aliento; o las del padre lejano, sólo presente bajo los
var! En la cocÍna Caro} rompe un plaro. tlJ hace a propósito, ti mí efectos etílicos. Médico trabajador que no perdonó ser el pro­
tampoco me gllsta lavarplalos o cuidar l/illoS pero I/i modo de límelos... Se ducto del amor joven de sus padres.
enciende un brillo en su mirada que de innlcdiato se apaga, De El ser mujer aumentó la gravedad. El silencio: terrible agre~
verdad que SOIl apestosos los b,iJ¿r... MI/cIJo. No sijlDe qué (J mi m_á le aunado a negadones, grilos silentes~ presencias femeninas
gustan tanto, se la pasa 1f'i1J"l/do bijos al mUl/doy "'ego s"1yo quien tiene que dejaban huellas, índices de su existencia. Dolor acuñado
que cuidarlos. por años que no deja respirar, que sólo el trabajo permite orear,
y que no debe contagiarse a los hijos. Silente agresión, pasiva,
Reside en Zacatecas en OOfldc se divi..lc entre las Jeu'as, el teatro y la dQ~ profunda y penetrante que deja los huesos flacos y la carne sen­
cenda,
sible. El cerebro tocado, el alma perturbada ... ¿Se podrán res­
taurar?

Doctorn en Historia del Arte de la "!"MM (: investiglldora del JN,\H. Tiene


varios libros publicados.

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Lucrecia Cincuenta grados

Rocío Fiallega Rocío l\fanzano

Al cerrar los ojos, luvo una certeza: no merecía nada~ ni esa Con un ángulo de cincuenta grados dominan el espacio y con­
cama, ni esa ropa, ni ese techo, por eso temu tantos muretones; trolan su entorno. Todos los días las piernas masculinas abor­
todo esto jo deletreaba Su mente mjentrus recorría con la uña la ' dan el camión, se posesionan dd lugar~ se extienden a 10 largo y
cicatriz de su brazo) en un balanceo que la remontaba al arrullo ancho de un a:-;iento corto y estrecho, El ángulo entre estas pier­
materno. nas crece hasta toparse con lInas piernas femeninas. Las piernas
Trataba de no hacer ruido al barrer, al trapeat~ al layar, al femeninas buscan limites, se contraen~ las masculinas se extien­
vivir; sin embargo, cada movimiento se convertía en un sonido den más. Los miembros femeninos se estrechan, se refugian <11
sincopado y ella tela por dentro, aunque no supiera c6mo ha­ lado contrario y las extremidades masculinas aprovechan para
cerlo. ganar territorio. Las adoctrinadas piernas femeninas se parali­
Pensó 'lue todos vendrían en la mudanza: el hombre al zan. Ellas conocen lo inútil del c:-;fuerzo por defender su espa·
que ama, los niños y el cachorro Sandro. Pero ella tiene pocas cio, saben que tocar o empujar las extremidades masculinas es
pertenenclas~ sólo tiene un cuarto y um\ vecina sin moretones avivar su domiruo, excitar su poder.
que le habla sobre las voces gue escucha. Así en silencio, extremidades masculinas con un amplio án
gulo de apertura y extremidades femeninas, en una posición in·
Rcsirle en la Ctudad de Mi!::m.o, es lectora independiente y rc<lllctora de la. cómoda ji cerrada, conYJv(:n en paz, sin la mediación de espado,
vida.
limites o respeto.

Nad(', en 'i'lat.¡ucp....qm; rc~icle en Guadalnjara, Jali:-;C(). P~icóloga de pwte­


sión y ensayista de narración.

98 99
Hijo Padre muerto

Rosa María Alcalá


Rosa Sánchcz

El primer grito estridente perturbó la calma me.zquina de Tere­


Ayer murió mi padre, ya soy huérfana.
sa. Abrió la boca con desmesura, se llevó las manos a la gargan­
Aunque en realidad para mí, él murió cuando yo tenía quin­
ta y de sus ojos brotaron lágrimas. Dicen "'lue a todo se acos­
ce aIlos y desapareció de nuestras vidas. Fue entonces cuando
tumbra uno, menos a no comer. Pero Teresa no terminaba de
lo lloré.
acostumbrarse a la violencia y exigencias de su hijo, f.luien a sus
Uoré su ausencia. Le lloré a mi necesidad de padre, le Uoré
cuarenta años seguía siendo el "hijo de mami",
a mi vado de él. I....e lloré a mis noches desoladas, a mis dias sin
Hacía mucho, quizá desde siempre, que no proveía nada
rumbo.
para la casa, ni recordaba los cumpleaños de su madre ni las
Muchas noches lloré por su violencia, por Jos miedos ta­
urgencias familiares. Era, soUa gritarlo, merecedor de todo. Con
tuados en mi. Lloré para arrancar de mis ojos cada golpe mar­
su "yo no te pedí nacer" eliminaba cualquier Íntento de insu­
cado en la piel de mi madre. Lloré cuando lo busqué después
rrección por parte de su madre.
de treinta años de no verlo y por no correr a refugiarme en sus
Hoy terminó pronto la discusión. Un infarto fulminante l¡­
brazos. Lloré hasta que mis lágrimas limpiaron mi alma y hoy,
beró a Teresa de una vida llena de humillaciones alIado de un
no tengo por quién llotar.
hijo a quien amó de modo equivocado.
Sólo deseo con todo mi cora7.ón que se haya ido en paz, se­
Maestra en Literatura Mexicana por la l\VAP, ha publicado artículos de in­
reno. Que en Su última exhaladón haya soltado las amarras que
vestigación cientHica, ensld}'os, cllf'hulos ue libros. cuenlOS y lo ataban a esta tierra. Que se haya ido sin dolor, sin angu,tia.
Que se haya perdonado, que haya perdonado.
Que descanse en paz.

Autora del primer AgcndiorilJ dirigido a mujeres. Su gran pasión es tejer


redes tle mujeres.

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La delegación sos ¿Nos ayudamos?
Rosario Gutiérrez Rosario Moreno

Su boca en la cara de ella, sus golpes, su miembro penetrándola. En 1998 comencé a trabajar en una dependencia gubernamen­
La ropa rota recordándole que lo que acababa de vivir no era tal e ilusionada aporté mis ideas. Era dificil pues el director,
una pesadilla sino una realidad. Revivido todo durante la decla­ subdirector, jefe de área, jefes y subjefes de turno eran hom­
ración frente a ese policía tan indiferente y ese cuarto frío don­ bres. Recibí maltratos y burlas.
de todos la veían era un martirio; pero ella tenía la esperanza de Cambió la administración y el director apoyó mis ideas, me
hacerlo pagar, de que ninguna otra mujer cayera en sus manos. nombró la primera jefa de turno mujer y logré conformar el
~Una última pregunta señora ¿Qué hacía usted vestida de grupo de colaboradores, con hombres y mujeres. Por esto gana­
forma tan provocativa? mos un premio de calidad a nivel nacional.
Llegaron una nueva directora y una subdirectora. Entre mis
Colima, México. Periodista y l()cutora. propuestas se encontraba apoyar al grupo de colaboradores que
había aprobado su eficiencia. La subdirectora me dijo "eso te
funcionó a ti pero ahora yo estoy en este escritorio y así serán
las cosas". Después de varios abusos y hostilidades renuncié
tras quince años de trabajo.
Resulta irónico que entre mujeres no nos apoyemos.
Ahora trabajo en un bospital y mi jefe, un médico, me per­
mite generar equidad en el trabajo con las madres.

Madre, c()ntadora, enfermera, próxima maestrante en Rehabilitación Neu­


rológica.

102 103
La mujer de don Marias XV versión 757

Ruth Pérez Aguirre Sandra Luna

Don Matías, viudo de pueblo, deddió comprarle la hija a un "Que ya es cancha reglamentaria", responde alguien. El padre
peón~ ¡Treinta años más joven! OIga, converrida en esclava. balbucea. tambaleante, ante un micrófono con está rica. Poco
arriesgó su vida al darte una hija, lo cual le mereció una severa antes, seis primos se desplazan sin scgur4iad ni gracia ~ohre el
reprimenda. Cuando ésta se casó con un doctor, fue una libe­ patio, y elevan a una joven aterrada sobre una multitud que aúlla
ración para Oiga verla emprender el vuelo. Pero el casamiento y festeja a quien ya no es quíen era.
despertó en ella una sensación de asfixia ante la presencia del Esa mañana, el esmero de las tías convirti6 a sus 1.55 me­
tirano que, a sus Setenta y seis años, era aún fuerte y receloso. tros~ cincuenta kilogramos, tez morena~ cabello castaño yausen­
Una noche, OIga le gritó. Jamás lo había hecbo, obliga­ cía ele señas particulares, en un personaje del pasado. Con astu­
da a bajar la caheza cada vez que él se envalentonaha. En una tos artificios, la madre rellenó el vestido número 757 de Maty's
distracción, le descargó un candelabro de hierro en la cabeza. Fashion que el cuerpo publirlo no alcanza a colmar. Las abuelas
Cuando el tipo pudo arrastrarse, lo llevó a la cama y con una calcularon meticulosamente grandes cantidades de arroz,
almohada, lo asfixió. mole y ron. Cosas todas que Perla detesta. Pero nadie lo sabe
Resignada a parar a la cárcel llamó a su yerno. f:ste, sin re­ potque, ¿quién pregunta que quiere una niña? Sólo saben, dcsde
visar el cuerpo anotó en su libreta, Hcausa de muerte: paro res­ que cumplió catorce, que hay que celebrarle SliS quince.
piratorid'.
Comurüt-1tdonl. en la Ciudad de México. Empieza a escribir.
EscritOra de novelas, cuento, poesía y literatura Jnfamil. Editonl de Edi­
dones htuRqucsa.

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Caja de pintora Ignominia

Samlra Marrí Silvia Ruíz Maruri

J~sta historia narra c<-l:mo personas infames me provocaron un La noche era lúgubre, lluviosa y el tránsito vehicular desespe·
angustioso e injusto temor. El suceso se desató una noche de rante por el nervlosismo colectivo de los conductore$ que que­
ínvíerno~ lejos de rol:» padres, en un hotel dc familiares ubicado rían pasar al mismo tiempo. Sucedió el día sábado 24 de mayo
en la CordiUcra de Ins Andes. Tenía sólo once años. de 2014, cuando el reloj marcaba las veintidos horas menos die
Cenábamos y me pidieron que pusiera música. El tocadis­ docho minu~ os sobre la ayenida '1 'alismán.
cos se encontraba lejos, corn emocionada. Mientras selecciona­ Álvaro y Sdene regresaban dd cine mientras su auto
ba el disco, se apagó inesperadamente la luz y vi que un fami­ avanzaba lentamente entre el cnngestionami{~nto. De pronto
uar se acercaba. l\1c besó, abrazó y tocó bruscamente el cuerpo. -a una distancia de dos vehículos compactus- vieron la silueta
Ante semejante abuso ~enti una anormalídad indescriptible. En de una mujer delgada qU{~ caminaba sobre el arroyo vehicular:
ese momenro desplegué una fuerza única porque logré empu~ descalza, con las piernas oesnudas y ensangrenu.H.!as, sólo traía
y cayó al suelo. Desconcertada salí al encuctuto de mí pri­ pantaleta y corpiño.
ma. Le conté lo sucedido y descaradamente me culp<:>, amena­ La sangre le escurría ahundamcmentc entre las pk~rnas; lle­
zó y conminó a guardar sjlencio. Esa injusta vivencia la congelé vaba en sus manos un poco de copa, que :apretaba con fuerza
por años. hacia su cuerpo. Parecía caminar sin rumbo con la mirada per­
Cuando resolví a los cuarenta hacerme cargo de mi autode­ dida.
el hombre había muerto. Los conductores varones le gritaron insultos y nadie se
atrevió a darle auxilio.
PCr!ormancera, cúit(¡tll, {:ntllsiasta y libre. Nlldó en McndoLa, Argentina.
Actvl\lmef1!c dcsp1cna día a día t';rl .l\U:x¡(o.
Nanó y r~sidc en (.'JUlhJ dc México, u: d(1n;:ntc~ filósofH y po(,:ta.

1()6
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Cuerpo oculto Bendito sea

Sofía de la Mora Campos Sofía Hernández

Obscuro y asfixiante, pensamientos pesados, paralizados; el aire Tú no usas maquillaje. Y ese es el meollo del asunto. La marca,
permeado de carburantes e insuficiente para oxigenar el mie­ d círculo amoratado, infame, acusador, vil. Podríamos adjetivar­
do, la angustia. Sentir que mi vida me pertenecía: imposible. lo más pero basta con que aquel trozo de carne lo represente
Cuerpo encogido, espacio mínimo para no ser vista, no ser es­ y con eso se justifique a sí mismo; y la bulla del vecindaje y las
cuchada ... Debía pasar inadvertida; el pensamiento, el movi­ habladurías de unos cuantos y el sentimiento de humillación.
miento, las palabras eran incorrectas, sólo deseaba ser libre, ver Por él tus recuerdos vuelven a la noche: los golpes, los gri­
la luz. Si quería conservar algo de mí, debía someterme. Todo tos, el chillar de los niños en la esquina del cuarto y el vaho
el peso de la ley, perfilar violentamente la condición de mujer, alcohólico que inundaba la estancia.
madre, profe sionista. Gritar o llorar, sentimientos estigmati­ El perdón posterior, las lágrimas. Tú no tuviste la culpa,
zados; observada, amenazada: sería juzgada. Se abultaron pen­ ¿el camión, el tráfico?, llegar un poco tarde, luego la catarsis.
samientos, sensaciones, impotencia, dolor, injusticia. Aquellos ¿Quién tiene la culpa? Ah, esa pregunta se pierde en algún rin­
hombres venían a cumplir la orden de encerrarme, pisoteaban cón de la memoria. El rincón que siempre ignoras.
y abusaban de la ley. Unos quince o veinte minutos, sentí topes, Bien, el maquillaje es una opción. Tendrás que comprar
vueltas, silencio. Se abrió la cajuela, una cara amable, no po­ uno, recuerdas (eso sD. Tú no usas maquillaje. Pero es la solu­
día moverme, ya podía salir, ¿era libre? el llanto incontenible, el ción. Bendito sea.
abrazo. Mi cuerpo no olvida esa pesadilla, esa violación negada.
Reside en México, D.F. Actualmente cursa la licenciatura en Lengua y Li­
teratura Hispánicas.
Reside en la Ciudad de México. Profesora universitaria, comunicóloga y
editora.

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Lucinda Más de tres motivos

Tania Cruz SaIazar Teresa Isabel Ruv.lcaha Rodriguez

(:intalapancca) diecinueve años, casada, embarazada y madre de Nunca la insultó por sus grandes escotes. Tampoco la golpeó
dos niños. Su casa a la orilla del río if,1? Guapo, alto, fuette: por celos. De ninb'1.1na manera su sonrisa que cautivaba a cual­
irre~istible. Cuando la exigió en matrimonio, los padres acep­ quier hombre provocó su desdén: (lesas son vulgarú.laJcsh .
taron gustosamente pues aquel varón ¡tenía huevos! A ella le Ella aprobó el exameO de selección a la universidad. f:I no.
pareció muy guapo. Nunca imaginó su carácter unilateral e hi­ Por eso la mató.
riente, el malttato de la suegta y la, friegas de la cocina. Era
poco menos que sirvienta. Poeta y asesora de preparatoria, Forma parte del grupo de Escritoras dd
Norte dt~ Mexiro.
¡Tannn bonita la Luclnda! Decían las señoras y 10s preten­
dientes.
Llantos porque él desaparecía en los burdeles. Gritos por­
(Ille él se hundía en tequila al traficar estupefadentes de media­
na calidad.
Una madrugada) eUa despertó con un dolor que no era de
parto pero si del embarazo. Lo encOntró enroscado con otra
desnudez que no era la suya, cnlol)uedó y él aún más. Los fe­
roces forcejeos la dejaron en el suelo con un par de patadas en
el vÍentre.
Tendidas, murieron dla y Lucindita.

Amropf'l!oga chiapaneca, gu~ta de la poesía, la prosa poética y b:-; in!'t;ln­


tli.n(~(\$
de: la minlda,

110 111
Mutterschaft
Un matrimonio perfecto
Vivian. López
Yunuen Esmeralda Díaz

Hace poco más de nueve años que Georgina llegó a mi vida. La

primera vez que la vi vagaba, lamia el desprecio de esta cruda


Su amor COmenzó como una espiral, él llevaba tijeras en sus
ciudad, sin cabello que delineara algún elemento de su género,
manos y le dio forma, un pliegue filosófico aquí, uno~ ojos
con aspecto repugnante, pero con una mirada profunda que pe­ corra zarianos allá, la fragilidad baeomana y las piernas al estilo
día paz.
I 13rancusi. Vertió en ella sus sueños, también sus pesadillas; de
La llevé a casa, no dijo palabra alguna dutante una semana,
un lado remendaba, acomodaba, esculpía; del otro agujereaba,
sólo comía y dormía en la estancia. Fuimos al médico y el regre­
sujetaba, vaciaba. Un día soltó el cincel. Cuando le dio vid. a
so al pasado resultó inevitable.
Aftodita, no pudo soportarlo. Hubiera preferido destruirla.
Gifia fue rechazada por sus padres por ser mujer, al parecer~; Ella sacó sus manos de ese molde y cuando sintió el aire fresco,
le dieron una segunda oportunidad cuando la sometieron a una sacó también la cabeza. Luego sus piernas brotaron ficílmente
histerectomía para negarle todo futuro. Tan pronto mostró cul­ y cuando menos se dio cuenta, ya llevaba muchas mHlas lejos.
dado por sí misma, la expulsaron de su casa. Sentía en su corazón un río de peces. Nadó con ellos lejos de
N o podría decir si ah"ra ella es feliz, pero se ve tt'J.l1quila las manos violentas de Pigmalión.
cuando contempla su entorno desde la ventana. Si pones
Poeta,. ensayista y académica. Ha puhlicado los poerT'U<!ios 1, '¿rt(f!,oJ'fruto y
dón puedes ver sus hermosos ojos y el silencio que surge Aronu;reno.
lo profundo.

'L'icne formación fikmófica y es bibliotecaria por destino.. Actualmente


inicia en el ámbito de Ja muscQlogía, Oc espíritu rudo)' corazón nohle.
mejor herramienta. el humor negro.

112
113
,
Unica

YuyulCarmen Castro

Naces, comes, duermes; llotas~ comes, duermes; te enferlnas,


lloras, comes, te curas, comes, creces; estudias, comes, duermes,
creces más, estudias cosas más complejas, lloras, comes; crecen
tus caderas, duermes, sueñas, comes; Crecen tus senos, mens­
truas, te enamoras, comes, sueñas, duermes; te desenamoras,
lloras, comes, duermes, sueñas, te ilusionas, comes, duermes;
menstruas más y más, no comes, sueñas, duermes, te desilu­
sionas, lloras, no comes, creces, duermes, decides, lloras. odias,
amas, sueñas, duermes; amas con todo tu ser, te casas, besas,
perdonas, intentas vivir, comes y no comes, sueñas, duermes)
tienes hijos, te sientes sola, tienes pesadillas, lloras, te rompes, ya
no sueñas, duermes poco) crias, educas, vives para ellos. olvidas
soñar, olvidas comer, te olvjdas de ti. Vives en ellos, cambias de
sueños, recuperas tus ganas, prefieres que coman ello~ enseñas
a andar, velas su sueño... y sigues siendo única.

Nadó en el Distrito Federal, es hija de Martha y Raúl, hermana de Rulo.


Lllo y Panda, nieta de Carmen.

114
f ,2 edicíón de esu:.> libro

estuvo a cargo de la

Sección de Producción Edimrial de la

Universidad Autónoma Metropolitana,

Unidad Xochimilco.

Se terminó de imprinuI dur-,¡,nte el

mes de octtlbre de 2015, en Tjnta

Negra Editare.$. Segunda cerrada

de: Altamirano No. 6, Col. Hank

González, CP. 09700, México D.E

Se elaboró con tipos Gararnond en


vurios estilos y puntajt:'~_ El t¡raje es de
1000 ejcmpiares más sobrantes para
reposición.

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