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Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de

Jesús o simplemente Santa Teresa de Ávila (Gotarrendura o Ávila, 28 de marzo de


1515-Alba de Tormes, 4/15 de octubre de 1582), fue una monja, fundadora de
la Orden de Carmelitas Descalzos —rama de la Orden de Nuestra Señora del
Monte Carmelo—, mística y escritora española. Beatificada en 1614 (a poco más
de treinta años de su muerte), canonizada en 1622 y proclamada doctora de la
Iglesia católica en 1970

Teresa nació hacia las 5 de la mañana del miércoles 28 de marzo de 1515. Suele
considerarse que nació en la ciudad Ávila, pero es posible que naciese en la casa
de campo del municipio de Gotarrendura, en la provincia de Ávila. En cualquier
caso, fue bautizada en la Iglesia de San Juan de la ciudad de Ávila. Sus padrinos
fueron María del Águila, hija de Francisco Pajares, un amigo de la familia, y un tal
"Vela Núñez", que tal vez fuese familia de Blasco Núñez Vela, primer virrey de
Perú.
Según relata la propia Teresa en los escritos destinados a su confesor y reunidos
en el libro Vida de santa Teresa de Jesús, desde sus primeros años mostró una
imaginación vehemente y apasionada. Su padre, aficionado a la lectura, tenía
algunos romanceros; esta lectura y las prácticas piadosas comenzaron a despertar
el corazón y la inteligencia de la pequeña Teresa con seis o siete años de edad.
Aficionada a la lectura de libros de caballerías, escribió:
“Comencé a traer galas, y a desear contentar en parecer bien, un mucho cuidado
de manos y cabello y olores, y todas las vanidades que en esto podía tener, que
eran hartas, por ser muy curiosa... Tenía primos hermanos algunos... eran casi de
mi edad, poco mayores que yo; andábamos siempre juntos, teníanme gran amor y
en todas las cosas que les daba contento, los sustentaba plática y oía sucesos de
sus aficiones y niñerías, no nada buenas... Tomé todo el daño de una parienta (se
cree que una prima), que trataba mucho en casa... Con ella era mi conversación y
pláticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempo, que yo quería, y
aun me ponía en ellas, y daba parte de sus conversaciones y vanidades. Hasta
que traté con ella, que fue de edad de catorce años... no me parece había dejado
a Dios por culpa mortal.”

También le gustaban las vidas de santos. Le impresionaba mucho el heroísmo de


los que preferían morir antes que renegar de su fe. También meditaba mucho
sobre que el infierno y del paraíso fuesen para toda la eternidad. Con su hermano
Rodrigo, dos años mayor que ella, repetía las palabras "Para siempre, siempre,
siempre".
En su biografía dice que, cuando era niña, siempre estaba leyéndose algún libro.

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