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LOS DOS GRANDES PROPÓSITOS DEL DISCIPULADO

unidoscontralaapostasia

8 años ago

MATERIAL DE ESTUDIO DE
BRIGADAS DE AMOR CRISTIANO REVISADO POR Mario E Fumero

En la vida de la Iglesia lo más importante no es nacer de nuevo, sino


perseverar hasta el fin y para ello es vital el crecer sanamente en la doctrina
de los Apóstoles. El discipulado tiene por lo tanto dos
dimensiones esenciales e irrenunciables, sin las cuales es imposible cumplir
la Gran Comisión y de ello vamos a hablar en este escrito.

1ª.- LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER DEL DISCÍPULO

El discipulador o maestro debe enseña la verdad revelada y transmitirla al


nuevo discípulo o alumno, siguiento el modelo bíblico, el cual tratara de
moldear el carácter del discípulo al modelo de Jesús y esto se obtienen por el
conocimiento y el ejemplo del maestro o discipulador. Esta formación del
carácter nos lleva a la madurez. ¿Qué es madurez? es la capacidad
para discernir entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso,
y actuarconforme a ese discernimiento adquirido por la Palabra y la obra del
Espíritu Santo. El discipulado es el mejor camino de un cristiano hacia la
madurez.

El discipulado se basa en la premisa de que el desarrollo del carácter es más


importante que el perfeccionamiento de habilidades. Usted debe ser la
persona de Dios, antes de que pueda hacer el trabajo de Dios. El
discipulado implica vidas cambiadas, transformadas. El énfasis principal de
Jesús en el Sermón del Monte, y en muchas de sus otras enseñanzas, fue la
rectitud de carácter, que es interior, y que es la que se manifiesta en la
conducta externa. Tiene que ver con la humildad, el perdón y la
mansedumbre. También la formación del carácter está vinculado alfruto del
Espíritu, no a los dones del Espíritu. Debemos diferenciar entre frutos y
dones. Los frutos son cualidades, los dones capacidades.

2ª.- LA REPRODUCCIÓN DEL DISCÍPULO

El discipulador enseña a su alumno a que sepa reproducirse, le enseña a


cumplir la Gran Comisión. El discipulado implica vidas cambiadas y vidas
fructíferas, con frutos permanentes de reproducción. La evidencia de la
madurez espiritual está en la capacidad en podernos reproducir. Un discípulo
maduro debe enseñar a otros creyentes como vivir una vida agradable a Dios
y debe equiparlos para adiestrar a otros, para que éstos, a su vez, enseñen
a otros. Es una cadena reproductiva, una transmisión de vida a vida, de
ejemplo a ejemplo. A continuación se tratan detalladamente cada uno de
ambos propósitos.

EL CARÁCTER

Dios demanda que seamos discípulos de Cristo antes de que pueda usarnos
para hacer su obra. La evidencia irrefutable para discernir a un verdadero
discípulo… es la presencia de un carácter como el de Cristo. Si el carácter
de Cristoestá ausente, su “yo” no ha muerto y usted no es apto para
reproducir. Es difícil aceptar que nuestro carácter es más importante
que nuestras habilidades. De hecho, no sucede así en la sociedad. No
obstante, para Dios lo prioritario y lo más importante es tratar con nuestro
carácter.

Dios no necesita personas de gran ingenio o de grandes habilidades. Necesita


personas que se entreguen a Él para ser transformadas a la imagen de su
Hijo, nuestro modelo. No podemos colocar nuestro activismo y nuestros
talentos por encima de la integridad personal. Sólo después de ser
semejantes a Cristo, podremos hacer bien el trabajo de Cristo.

El carácter cristiano se forja mediante la intervención del Espíritu Santo de


Dios, que nos da de su gracia. Pero para ello es necesario, no sólo nuestro
consentimiento, sino también ejercitar nuestra voluntad. Lo que Dios haga
en mí va depender de mi sometimiento a su Señorío (o soberanía). Dios va a
obrar hasta donde tu les deje llegar. Esto se logra mediante la obediencia y
muerte a nuestro “yo”. Esta son dos verdades complementarias, dos caras de
la misma moneda. El llamado de Cristo apela a nuestra obediencia. Y Cristo,
por su Espíritu, nos ayuda a morir a nuestro “yo”, para que Él pueda
comenzar a forjar su carácter en nosotros. Tal y como dijo Juan el
Bautista, “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe”(Juan 3:30)

OBEDIENCIA

La obediencia debe de ser la primera característica de un discípulo.


Dice Mateo 9:9 “… y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió” ¡Sígueme!
ha sido siempre unaorden; nunca una invitación. Jesús nunca le rogó a nadie
que le siguiera. El nunca rebajó sus normas. Los primeros seguidores de
Cristo se convirtieron en discípulos cuando ellos le obedecieron,
cuando “… dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron”(Mateo
4:22)” . “Ninguna persona recibió alabanzas por obedecer el mandamiento
de Cristo a seguirle y ser su discípulo. Y el Señor enseña que después que
hagamos todo lo que el nos manda:“…Siervos inútiles somos, pues lo que
debíamos hacer, hicimos.” (Lc. 17:10)”. Jesús ordenó a cada
persona renunciar a sus objetivos personales, abandonar sus pecados
y obedecerle completamente. El discipulado no es posible si no hay
obediencia , asi lo dice Lucas 6:46 “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no
hacéis lo que yo digo?Nuestra salvación se debe a la gracia de Dios y se
fundamenta en ella. La gracia de Dios es la fuente. Nuestra fe es el
instrumento. Pero nuestra obediencia es a la vez, la respuesta

humana obligatoria y la evidencia innegable de la salvación. La obediencia


es la prueba de nuestra fe. Por esto Santiago dice que “… la fe sin obras es
muerta” (Santiago 2:20 ” Quizá el error fundamental de muchos cristianos
consista en que separan el hecho de recibir la salvación del hecho de
convertirse en discípulos, … asumiendo que es posible ser salvo sin la
obligación personal con las demandas más radicales de Jesús, como la de
tomar la cruz y seguirle. Nadie que entienda el propósito de la salvación, se
atrevería a especular sobre si una persona puede ser salva sin aceptar el
señorío de Cristo. Él no puede ser el Señor de mi vida si yo soy el señor de
mi vida. Jesús, o es Señor y Salvador al mismo tiempo, o no es ninguna de
las dos cosas. No puede ser Salvador sin ser Señor. Para ser salvo debemos
someternos a su señorio, y el término Señor procede del griego KYRIOS que
indica soberano, supremo, dueño de un reino.

Ahora bien, en muchas áreas de la sociedad actual, el motivo de la


obediencia es el miedo o el interés. Pero en la vida cristiana la motivación ha
de ser el amor a Dios. Nuestra obediencia es la única respuesta aceptable al
inefable amor de Dios manifestado en el sacrificio de la cruz. La obediencia
a la que Dios nos llama es una obediencia en sumisión.
Sumisión es mucho más que obediencia. Es una actitud interior
de confianza en un Dios soberano, amante y omnisciente. Sólo desde la
sumisión es posible la obediencia que Dios nos reclama.

MUERTE A NUESTRO “YO”


El mandamiento de Cristo de “sígueme” es una orden a participar en su
muerte para experimentar una nueva vida. Es imprescindible para ello
crucificar nuestro “ego”. Un discípulo sigue a su Maestro aún hasta la cruz.
En el discipulado, “es básica la necesidad de morir a uno mismo, para que
Cristo tenga el gobierno indisputable en el corazón. Dice Lucas 9:23-24: “Y
decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí,niéguese a sí mismo,
tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará”. Jesús
redujo a dos las opcionesde sus oyentes. Si la respuesta del hombre es la
incredulidad o la desobediencia, sigue muerto espiritualmente, siendo
enemigo de Cristo. Si responde en fe y obedece, y se convierte en discípulo,
muere a sí mismo y reproduce. Cristo es el Señor de su vida. Jesús es claro:
para compartir su gloria, primeramente hay que compartir su muerte. La
obediencia al mandamiento de Cristo “¡sígueme!”lleva a la muerte de uno
mismo”. No puedo convertirme en un discípulo sin morir a mí mismo e
identificarme con Cristo que murió por mis pecados. El cristianismo sin la
muerte a nosotros mismos es meramente una abstracción filosófica, es un
cristianismo sin Cristo”. La evidencia de que hemos muerto a nuestro “yo”
es nuestro carácter transformado.

Si no hemos muerto a nosotros mismos, pondremos nuestra confianza en


nuestras acciones y habilidades, y caeremos en el activismo, en la
autojustificación y en el orgullo, lo cual será un impedimento para nuestra
madurez cristiana. Por el contrario, una persona que ha muerto a sí misma se
enfoca en Dios; procura, ante todo, ser en carácter semejante a Cristo. Pablo
fue un ejemplo en esto.El mismo apóstol Pablo tuvo que morir a sí mismo
para que fuese Cristo el que viviese en él.Gálatas 2:20;“Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí…” No hay
discipulado sin reproducción y no hay reproducción sin muerte. Para dar
vida debemos tener vida, porque nadie puede dar lo que no tiene. Así que
cuando vivimos a Jesús somos “cartas escritas, no con tinta, sino con el
Espíritu del Dios vivo” 2 Corintios 3:3.

Bibliografía utilizada

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