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TEMA: VIVE CRISTO, ESPERANZA NUESTRA, JUVENTUD DE ESTE MUNDO.

CHRISTUS VIVIT
#1
“Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo.
Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces,
las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son:
¡Él vive y te quiere vivo!”
- Papa Francisco.

[FILTRA FONDO INSTRUMENTAL]


ORACIÓN:
Dios de infinito amor, luz y esperanza nuestra, te damos gracias por ser el sostén
de nuestra vida, el pilar que nos sostiene, el agua que nos da vida, la guía a
nuestros pasos y el fragmento de amor que nos lleva hacia la luz de tu Espíritu
Santo.
Oh Jesús, Maestro, Amigo fiel, nos encomendamos a ti en nuestra jornada del día,
para que nos cuides y nos concedas la gracia de alcanzar la mayor alegría en
nuestro corazón, para así poder ser discípulos auténticos y llevar la felicidad a
este mundo que tanto necesita.
Te pedimos por los jóvenes de nuestra ciudad y del mundo, para que encuentren
el verdadero sentido a la vida que está en el prójimo que necesita y merece ser
escuchado amado, y servido sobre todo Señor.
Te pedimos por nosotros para que nos llenes de tu amor y así encontrarte en el
rostro de los jóvenes extraviados, para poder permanecer unidos en tu gozo y tu
amor. Amen.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

REFLEXION:
Hace un tiempo vi un cuadro de una vieja cabaña en las montañas que había sido
destruida por el fuego. Lo único que quedaba en pie era la chimenea […] entre los
escombros achicharronados de lo que había sido la única posesión de una familia.
Frente a ese hogar destruido se hallaba un anciano con cara de abuelo que
estaba vestido solo con su ropa interior, y junto a él un muchachito que se
aferraba a un sobretodo remendado. Era evidente que el niño estaba llorando.
Debajo de la fotografía estaban las palabras que, según el artista, el anciano le
estaba dirigiendo al niño. Eran palabras simples, y, sin embargo, contenían una
profunda teología y filosofía de vida. Decía:
“¡Tranquilo, niño; Dios no está muerto!”.
Esa representación vívida de la cabaña destruida por el fuego, del anciano, del
niño lloroso, y de las palabras “Dios no está muerto”, llegan una y otra vez a mi
mente. En lugar de ser un recordatorio de la desesperación de la vida, se han
convertido en un recordatorio de esperanza.
“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos
de angustia. Por eso, no temeremos, aunque se desmorone la tierra y las
montañas se hundan en el fondo del mar.
- Salmo 46: 1 - 2.
Necesitamos recordar que hay esperanza en este mundo. En medio de todos los
problemas y fracasos de la vida, necesitamos contar con imágenes mentales que
nos recuerden que mientras Dios esté vivo y en control de este mundo, no todo
está perdido.
[FILTRA PRIMERA PAUSA: TE ENTREGO]

P1- ¿LE HE ENTREGADO A DIOS TODAS LAS ÁREAS DE MI VIDA?


De vez en cuando, batallamos con ciertas áreas en nuestras vidas; áreas que
desearíamos que fueran diferentes. Pueden ser fallas morales o hábitos que nos
desaniman. ¿Cómo quiere Dios que tratemos ésas áreas? ¿Existe un camino para
encontrar libertad y un cambio real? Sí. Lo que yo he comprendido acerca de la
gracia de Dios ha hecho una poderosa diferencia en mi vida y creo que puede
hacer una poderosa diferencia en la tuya.
Cuando escuchas la palabra gracia, ¿qué viene a tu mente? Creo que la mejor
definición que he encontrado es la que hizo el autor Joseph Cooke cuando
escribió: “Gracia es ni más ni menos que la cara que se pone el amor cuando se
encuentra con la imperfección, la debilidad, el error, o el pecado.”
La gracia de Dios derrama amor, bondad, favor a todos los que confían en Él. No
tienes que ganártela. Sólo tienes que tener una relación con Él para recibir su
gracia.
Necesitamos la gracia de Dios mayormente cuando nos damos cuenta de que hay
aspectos en nuestra vida que sabemos que están mal, como: malas decisiones,
hábitos, conductas de las que nos avergonzamos, áreas que queremos que Dios
cambie, pero tenemos miedo de que nos condene. Si hemos recibido a Jesús en
nuestros corazones, hemos sido declarados de Su propiedad, perdonados y ahora
bajo Su gracia. Es Su gracia la que nos libera y nos cambia. Por esto es tan
importante que sepamos lo que nos dice la Escritura acerca de la gracia de Dios.
Hebreos 4:13-16 dice: “No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo
queda desnudo y al descubierto a los ojos de aquél al que rendiremos cuentas.
Tenemos, pues, un sumo sacerdote excepcional, que ha entrado en el mismo
cielo, Jesús, el Hijo de Dios. Esto es suficiente para que nos mantengamos firmes
en la fe que profesamos. Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante
nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a
excepción del pecado. Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza a la sede
de la gracia, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno.
¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros? Si ni siquiera se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás? ¿Quién acusará a los
elegidos de Dios? Dios mismo los declara justos. ¿Quién los condenará? ¿Acaso
será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios
intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las
pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la
espada? Como dice la Escritura: Por tu causa nos arrastran continuamente a la
muerte, nos tratan como ovejas destinadas al matadero. Pero no; en todo eso
saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó. Yo sé que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ni el presente ni el futuro, ni las
fuerzas espirituales, ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura
podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
- Romanos 8:31-39.

[FILTRA SEGUNDA PAUSA: MI PENSAMIENTO]

P2- ¿QUIÉN OCUPA EL PRIMER LUGAR EN MIS PENSAMIENTOS?


Todos tenemos ambiciones y deseos. Y aunque eso no tiene nada de malo,
debemos analizar nuestras prioridades preguntándonos: ¿En qué invierto mi
tiempo y energía? ¿Qué o quién ocupa mis pensamientos? Por muy importantes
que sean nuestras actividades, responsabilidades y relaciones terrenales, no
pueden compararse con el valor de una vida dedicada a buscar al Señor.
En primer lugar, piense en lo que significa buscar algo con afán. La palabra
connota un fuerte deseo y una búsqueda enérgica para lograrlo. Supongamos que
usted descubrió una veta de oro muy productiva en su propiedad. No saldría a dar
un paso, y a mirarla de vez en cuando. No. Conseguiría el equipo adecuado, y con
ahínco quitaría las rocas y recogería el metal precioso.
De la misma manera, buscar al Señor no es un encuentro rápido u ocasional, sino
un esfuerzo sincero para conocerle con mayor intimidad y seguirle más de cerca.
Quienes buscan sin reservas este tipo de comunión con Dios, están decididos a
pasar tiempo con Él y a abandonar cualquier cosa que pueda obstaculizar el
crecimiento en su relación con el Señor. Los seguidores comprometidos de Dios
reclaman con audacia sus promesas y confían en que Él cumplirá su palabra. Sus
experiencias con el Señor les brindan una satisfacción asombrosa y, sin embargo,
les causan más hambre de Él.
La vida cristiana está destinada a ser una búsqueda de Dios. Pasar por la puerta
de la salvación y quedarse inmóvil, sin acercarse nunca más a Él, es
desaprovechar los tesoros que están disponibles en Cristo. Quienes le buscan
descubren pronto que conocerle es la mayor recompensa de todas.
Allí en Gabaón Yavé se le apareció en sueños a Salomón durante la noche. Le
dijo: «Pídeme lo que quieras y te lo daré».
- 1 Reyes 3: 5.

[FILTRA TERCERA PAUSA: EL REY DE MI VIDA]

P3- ¿REALMENTE DIOS ES EL DIOS DE MI VIDA?


Dios viene a ser en nuestras vidas como el eje sobre el que gira la rueda. Sin él, la
rueda no puede funcionar. Nuestra vida sin Dios no tendría sentido. Si se borrase
Dios de nuestro horizonte, nos sentiríamos frustrados. Dios lo es todo. Es nuestro
único punto de apoyo; es lo que motiva todas nuestras decisiones y proyectos.
Imagínate situaciones como la pérdida del padre o de la madre o de un gran
amigo en quien confías o del novio o de la novia con quien se va a comenzar una
nueva etapa de la vida. Todas las esperanzas puestas en ellos se vienen abajo. El
futuro se derrumba.
Esas personas vienen a ser como puntos en que nos apoyamos en la construcción
de nuestro futuro, pero no son los únicos puntos de apoyo; son siempre apoyos
relativos.
El único punto de apoyo absoluto es el Señor. Prescindiendo de Dios, te
encontrarías sin horizontes y sin futuro y da la casualidad de que ese absoluto no
es un ser lejano sino un amigo íntimo.
Dios está presente en Cristo, el Dios encarnado, el Dios cercano, el Dios amigo
que se te presenta con un cariño impresionante. Cristo nos ha enseñado a llamar
a Dios, Padre. Por eso debemos sentirnos amado y querido por todo un Dios que
te ha entregado a su Hijo que ha dado su vida por ti y por mí.
Podemos percibir dentro de nosotros la acción del Espíritu que nos va
conduciendo hacia el Padre y tenemos con Él esa confianza que cualquier hijo
tiene con su Padre. Pero lo que más notamos es la cercanía de Cristo. Y ahí es
todo confianza, amistad, sinceridad, ausencia de temor, paz; es sentir la seguridad
de estar con el amigo.
Lo que sentimos es no ser como Él quiere que seamos. Y queremos cambiar y
nos cuesta y no acabamos de conseguirlo; a pesar de ello, somos consciente de
que no perdemos ni su cariño ni su confianza. Seguimos sintiéndonos amado y
querido por Él. No nos sentimos recriminado; nos recriminamos nosotros. Y nos
arrepentimos, pero sin desesperanza, y vemos que tiene paciencia y aguante con
nosotros; y eso nos estimula más puesto que no vemos en Él al amigo que
siempre se está quejando.
Y te habla, y claro que percibes su voz. Te habla a través de tantos hermanos que
le están entregando sus vidas con una entereza Y con una generosidad
impresionante; porque es que percibes la acción y la voz de Dios. Y si está
presente en cualquier hombre de buena voluntad, lo está de manera especial en
aquellos que se le entregan sin condiciones.

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