Pensamientos: dificultad para concentrarse, pensamientos repetitivos, excesiva autocrítica, olvidos, preocupación por el futuro.... Conductas: dificultades en el habla, risa nerviosa, trato brusco en las relaciones sociales, llanto, apretar las mandíbulas, aumento del consumo de tabaco, alcohol... Cambios físicos: músculos contraídos, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, malestar estomacal, fatiga, infecciones, palpitaciones y respiración agitada...
Tipos de estrés Existen diferentes tipos de estrés, que se clasifican en función de la duración:
Estrés agudo
Es estimulante y excitante, pero muy agotador. No perdura en el tiempo.
Ejemplo: una serie de entrevistas de trabajo en un día. Puede aparecer en cualquier momento en la vida de cualquier individuo.
Estrés agudo episódico
Es cuando se padece estrés agudo con mucha frecuencia. La gente
afectada reacciona de forma descontrolada, muy emocional, y suele estar irritable, y sentirse incapaz de organizar su vida.
Estrés crónico
En estado constante de alarma.
Cualquier suceso puede dar lugar a una respuesta emocional y generar
estrés, por ejemplo, el nacimiento de un niño, el matrimonio, la muerte de un familiar o la pérdida de empleo. No se trata necesariamente de eventos muy intensos, es suficiente con que se acumulen durante largos períodos de tiempo; y la manera en que la persona los interpreta o se enfrenta a ellos le afecta negativamente.
Es importante destacar que ciertas situaciones que provocan estrés en
una persona pueden resultar insignificantes para otra. Cualquier tipo de cambio puede generar tensión, pero lo realmente significativo es la manera de afrontar ese cambio, y cada persona tiene una tolerancia diferente a los problemas y un umbral del estrés distinto.
Fases del estrés
Cuando el organismo se encuentra ante situaciones de peligro, se prepara para enfrentarse o huir, lo que origina una serie de cambios biológicos de origen autonómico.
En este proceso se distinguen tres fases del estrés:
Fase de alarma o huida
El cuerpo se prepara para producir el máximo de energía, con los
consecuentes cambios químicos.
El cerebro, entonces, envía señales que activan la secreción de hormonas,
que mediante una reacción en cadena provocan diferentes reacciones en el organismo, como tensión muscular, agudización de los sentidos, aumento en la frecuencia e intensidad de los latidos del corazón, elevación del flujo sanguíneo, incremento del nivel de insulina para que el cuerpo metabolice más energía...
Fase de adaptación
También llamada de resistencia, que es cuando se mantiene la situación de
alerta, sin que exista relajación.
El organismo intenta retornar a su estado normal, y se vuelve a producir una
nueva respuesta fisiológica, manteniendo las hormonas en situación de alerta permanente.
Fase de agotamiento
Sucede cuando el estrés se convierte en crónico, y se mantiene durante un
período de tiempo que varía en función de cada individuo.
Esta fase provoca debilidad, se descansa mal, aparece sensación de
angustia y deseo de huida.
Los síntomas de estrés más frecuentes son:
Emociones: depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo, nerviosismo, confusión, fluctuaciones del estado de ánimo, etcétera. Pensamientos: excesivo temor al fracaso, excesiva autocrítica, olvidos, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, pensamientos repetitivos… Conductas: risa nerviosa, trato brusco hacia los deás, incremento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, aumento o disminución del apetito, llantos, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas, etcétera. Cambios físicos: tensión muscular, manos frías o sudorosas, insomnio, dolores de cabeza, fatiga, problemas de espalda o cuello, indigestión, respiración agitada, perturbaciones en el sueño, sarpullidos, disfunción sexual, etcétera.
Diagnóstico de los niveles de estrés
Existen unos parámetros que determinan el nivel de estrés en el que se encuentra una persona:
Nivel cognitivo: la persona presenta inseguridad y tiene problemas para
concentrarse; no encuentra solución a sus problemas por pequeños que sean, y tiene la sensación de haber perdido la memoria. Nivel fisiológico: el estrés se puede presentar mediante síntomas físicos como dolores de cabeza, tensión muscular, alteraciones del sueño, fatiga, enfermedades de la piel. El individuo se siente mal, acude al médico, pero sus resultados son normales. Nivel motor: la persona tiende a realizar acciones no habituales como llorar, comer compulsivamente, fumar más de lo normal, aparecen tics nerviosos, etc. En definitiva, la persona siente deseos de huir para evitar la situación de estrés.