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CINCO COSAS QUE RECORDAR para cuando enfrentes gigantes

Dice el relato de 1 Sam.17:1 que el pueblo de Israel se encontraba en guerra contra el pueblo
filisteo. De un lado del monte estaba Saúl y su ejército y del otro los filisteos.
Todas las mañanas se preparaban para la guerra; pero ninguno comenzaba el combate. Los
filisteos llevaban un arma secreta; un gigante oriundo de Gat de casi tres metros de altura. Era un
guerrero gigante, imponente y preparado para la guerra.
Para evitar mucho derramamiento de sangre, el gigante lanzó un desafío, bastaba que un israelita
peleara contra él. El vencedor declaraba la victoria para su pueblo y el perdedor y su pueblo serían
esclavos de los ganadores.
Los israelitas temerosos no respondían al desafío de Goliat. Cuarenta días por la mañana y por la
tarde, el gigante los desafío e insultó.
Enfrentar gigantes siempre es problemático. De hecho todos los tenemos que enfrentar de vez
en cuando: una contienda legal, una lucha con el patrón, una tentación muy fuerte, una relación
tirante. Pueden ser presiones de la vida, desafíos amenazadores, son muy reales y tenemos que
enfrentarlos. ¿Cómo podemos derrotar a los Goliats de la vida?
(1). LOS GIGANTES APARECEN CUANDO MENOS LOS ESPERAS (17:12-23)
David cuidaba las ovejas de su padre; pero sus hermanos mayores se encontraban en el campo
de batalla. Su padre lo envío a traer noticias de sus hermanos. Él nunca se imaginó que unas horas
después estaría enfrentando a un gigante.
Los días cuando los gigantes aparecen en la vida de uno comienzan como cualquier día. Todo va
bien pero de repente… una carta por correo, un telegrama, el teléfono suena y la noticia no es
agradable, una consulta con el doctor y …, el cónyuge simplemente dice adiós … El gigante
simplemente aparece.
David llegó al campo de batalla (17:23) precisamente cuando el paladín filisteo salía para lanzar el
desafío. No hay duda tarde o temprano te tocará enfrentar un gigante.
(2). UNO PUEDE ENFRENTAR LOS GIGANTES CON FE O CON TEMOR (17:24-27)
Saúl y todo su ejército estaban llenos de temor. Nadie quería enfrentarlo. Entonces el rey Saúl
hizo una oferta tentadora para el que se batiera en duelo con el gigante.
A David no le impresionó la oferta, lo que lo llenó de indignación fue que el gigante blasfemara el
Nombre de Dios (17:26). ¡Deberíamos tener un corazón como el de David! Oímos que día tras día
se blasfema el Nombre de Dios – y nosotros como si nada.
Cuando los gigantes aparecen en nuestra vida podemos tener miedo o enfrentarlos con valor y fe
en Dios.

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(3). SIEMPRE HABRÁ QUIEN INTENTE DESANIMARTE (17:28-33)
A uno le parece que cuando alguien tiene problemas todos los que lo rodean le darán apoyo y lo
fortalecerán, pero no sucede así muchas veces. Más bien escuchan lo contrario: “ya ríndete”, “tú
no vas a poder salir de esto”; “NO creo que puedas”.
Sus hermanos le dijeron “eres inmaduro”, Saúl también trato de disuadirlo (17:42,43). David tú
no vas a poder, tú eres pastor no guerrero”; “no estás armado”.
Muchas veces cuando uno enfrenta gigantes en lugar de escuchar palabras de ánimo más bien
puede recibir palabras desalentadoras. Pueden provenir de la familia, de uno alguien que
consideras amigo, de alguien que no nos quiere. Por eso prepara tu corazón y no te sorprendas
que la gente te diga que tú no puedes.
(4). PON TUS ARMAS EN LAS MANOS DE DIOS Y DEPENDE DE ÉL (17:37-47)
Saúl estaba desesperado y finalmente permite que David se enfrente con el gigante. Así pues,
David armado con su honda y cinco piedras se dirigió a enfrentar al gigante. Sabía manejar con
destreza su honda pero lo más importante era su gran confianza en Dios. Le dijo al gigante: “Tú
vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel”.
Apréndete este texto, subráyalo en tu Biblia. Este era el sencillo principio que regía la vida de
David.
Cuando enfrentes gigantes impresionantes y tus armas parezcan inútiles recuerda que de
Jehová es la batalla. Esta es la victoria que ha vencido al mundo ¡Nuestra fe! 8! (1 Jn.5:4).
La victoria no depende del tamaño, ni la destreza física, sino de nuestra relación con Dios.
(5). UNA VICTORIA NOS PREPARA PARA OTRA VICTORIA (17:51-54)
Cuando el pueblo de Israel vio que Goliat había sido vencido, el entusiasmo y la fe de David
motivó a todo el pueblo a seguir su ejemplo.
Luego David se llevó las armas de Goliat a su casa y cada mañana al despertar podía recordar y
decir. “¡Dios me dio la victoria!”. Las armas de Goliat eran un recordatorio para él que cuando uno
se mantiene andando con Dios, uno tiene la victoria.
Cada vez que Dios te dé una victoria, graba los detalles hermosos de ese suceso; ¡eso te dará
fortaleza para futuras batallas!
El pensamiento final de esta reflexión es:
¡¡¡PARA Hacerles FRENTE A LOS GIGANTES, NECESITAS A DIOS!!!

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