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Aquel sueño

Prólogo
La suave brisa acaricia el gigantesco campo de pasto, un campo de pasto que no necesita ni una flor
para ser hermoso, mientras desaparece en el horizonte con el enorme fuego en lo alto del centellante
cielo. Ese gigante campo de pasto tan brillante como la luz está en absoluta soledad, al igual que mi
corazón; pero lo único que tiene este radiante campo de pasto es un, igual de bello y majestuoso, árbol
que no podría ser identificado con la ciencia moderna; un árbol sobre una única colina del campo de
pasto resuena en el corazón de todo ser vivo que lo ve. Aquel árbol tan alto, que podría tocar las nubes
si lo quisiese, tiene relucientes tonos tropicales y otoñales conservando su verdor y resplandor de oro;
un tronco imposible de talar en toda la vida del planeta tierra está dando sombra a una única
existencia bajo su delicada y segmentada sombra, aquella existencia es perfectamente visible desde la
distancia del joven soñador, una hermosa joven reposa en las raíces más cercanas al divino árbol, árbol
que pareciese hecho de cristal opaco de colores tan naturales como los originales.

La suave brisa y la delicada sombra acentúan la belleza de la joven de pelo largo y castaño azabache, su
vestido veraniego de color blanco incrementa su aspecto delicado. Esa joven se encuentra mirando el
tronco del árbol mientras parece estar esperando a alguien, está reposando sentada sobre sus rodillas
con una serenidad que no puede ser descrita. El joven soñador no puede distinguir su rostro; pero no
lo necesita, sabe que esa persona es familiar, esa persona lo está esperando, lo sabe con toda certeza y
no le importa que no tenga prueba alguna. Por algo el joven soñador está en ese lugar tan alejado de la
sociedad, por algo está frente a ese hermoso campo de pasto con ese majestuoso árbol como
ornamento principal. Él lo sabe. Toda esa belleza lo ha guiado a un mayor tesoro, sabe que ese tesoro
es la joven, debe de ser un encuentro del destino.

En ocasiones el destino es verdaderamente injusto, las personas son consumidas por la idea del futuro
escrito en piedra, siempre habrá algo que podamos cambiar, nuestras decisiones son clave para
cambiarlo ya sea para bien o para mal. No obstante, siempre habrá cosas que no podremos cambiar; si
el efecto mariposa es capaz de cambiar toda una vida, no podrá cambiar el hecho de que esta esté viva
en el momento de decidir o simplemente la existencia misma de esta. Siempre habrá un encuentro del
destino, no importa lo que hagamos; conoceremos a personas, lucharemos por lo que nos importa,
padeceremos altos y bajos en cualquier momento de nuestra vida. El destino puede ser y no ser
cambiado, siempre será relativo. El joven soñador es la persona que más sabe de esto, él lo ha
experimentado y lo experimentará hasta sus últimos días.
El joven soñador quiere acercarse más al tronco del árbol; pero no puede. No puede moverse, no
importa cuánto lo intente, no puede lograrlo; una fuerza invisible suprime a su cuerpo de su facultad
de movimiento, lo único que puede hacer es quedarse mirando y lamentarse por lo que le ocurre,
intenta desesperadamente guardar en su memoria lo que ve, intenta gritar y llamar a la joven que se
encuentra esperando mientras esta le da la espalda.

- ¡Voltea, por favor, voltea! ¡Estoy aquí, he venido, por favor voltea!

No hubo respuesta de la joven de pelo castaño azabache, nada reaccionó ante el llamado del joven
soñador, sólo pudo sentir la suave brisa de verano rozar entre las hojas del majestuoso árbol. Por favor,
mírame, quiero que me mires para poder verte, por favor, por favor… Piensa. Esto es lo único que
recorre en la mente del joven soñador, una plegaria y un escenario ante él. El joven soñador no puede
evitar sentirse impotente, no puede lograr algo que quiere, las lágrimas no pueden quedarse dentro de
sus ojos…

- Si verdaderamente esto es obra del destino… por favor, cuando vuelva, déjame acercarme más
a ti.

La presión interna de la cabeza del joven soñador está haciendo que pierda la conciencia de todo a su
alrededor. Por favor… El joven soñador vuelve a su mundo una vez más, después de dos años de
espera desde la primera vez que estuvo en el mundo del campo de pasto y la joven. El joven soñador
despierta.

Muy triste, muy triste, muy triste… Sólo así puedo describir la situación del joven soñador en aquella
oportunidad. Su encuentro con el destino está a galaxias de ser completado en ese mundo, en su
verdadero mundo, y en su mundo imaginario mas no soñado. ¿El joven soñador sabrá qué espera en su
futuro? ¿Sabrá qué hacer para encontrar la ruta correcta en el ramificado universo? ¿Acaso él está
seguro de poder ser feliz? Estas y más preguntas son hechas para el joven soñador, y serán
respondidas a lo largo de su historia.

La vida es un remolino de situaciones en donde todo puede suceder, todo es fusionado y separado
dependiendo de la fuerza de cada cosa a tratar; nuestra vida está en constante movimiento y colisiona
con la vida de otros, muchas veces la mezcla obtenida en la colisión es harmoniosa; pero en otros casos
se crean chispas y toxinas capaces de acabar con nuestra harmonía. La vida del joven soñador no es
una excepción a esta teoría, el joven soñador la ha creado y escrito, y estará escribiendo su perspectiva
de vida durante todo su recorrido.

Espero que disfrutes junto a mí esta historia, la historia de un joven que sólo quiso conocer a una
persona, la historia de un joven que luchó con todo para mantenerse cuerdo, la historia de un joven
que fue derribado, pero nunca derrotado, la historia de un joven que siempre soñó con la felicidad y su
único amor. Ahora, bien, te contaré sobre el joven soñador y su maravilloso sueño, aquel sueño.
Capítulo I
Comienzo verdadero (1era parte. Despertar)
Era un día pesado para el joven soñador, ese 7 de octubre del 2015 fue despertado por el llamado de
su madre a las 5:50 a.m. El joven no quería levantarse de su confortable cama de colchón y madera
viejo, aún quería permanecer en las suaves telas peludas de su cobija. La noche anterior no pudo
aguantar los nervios ya que en la mañana sería un estudiante de segundo año de bachillerato, cada año
era la misma sensación nerviosa para el joven. El año pasado fue igual a éste mismo año, pesado por
las mañanas; pero diferente en cuanto a iniciación pues fue su transición de primaria a bachillerato,
fue una época de cambios para el joven soñador. El joven soñador tenía que levantarse de su cama,
tenía que cumplir con su único deber actualmente, el cual es estudiar; no tenía ninguna otra obligación,
sólo esa era su obligación; el peso de su cuerpo no es suficiente para detenerlo ya que logra levantarse
mientras intenta obtener nuevamente todos sus sentidos, sentado en su cama revisa la hora en su
anticuado IPod, regalo de su hermano mayor a su padre, y de su padre a él; eran las 5:55 a.m. cuando
pudo salir de la habitación fría en donde dormía con sus padres en camas separadas.

El joven soñador ha vivido en un galpón industrial por casi toda su vida, es una construcción muy
grande que posee mucho espacio para almacenar maquinaria; pero tiene un apartado con
habitaciones, cocina, baños y sala. El joven soñador siempre pensó que era normal vivir en ese galpón,
nunca se quejó, ni siquiera sabiendo que su padre ha estado trabajando en la construcción de una casa
desde hace unos once años. En los, actualmente, 13 años de vida del joven soñador ha existido una
estrecha relación con el silencio, él nunca ha sido de muchas palabras ya que fue criado en el silencio
acogedor de Merecure en las afueras lejanas de Caucagua, aunque él siempre fue el único de pocas
palabras en esa zona. La verdad detrás de su silencio es el hecho de haber sido criado con máquinas a
su alrededor, casi nunca salía de su galpón, mejor dicho, de su habitación; no le importaba en lo más
mínimo la vida de sus vecinos, los cuales son pocos, ni la vida de quien pueda estar en su localidad;
todo por estar sumergido en las aventuras gráficas de personajes en historias fantásticas, por
interesarse en historias ficticias y la información destacada de internet. Realmente no fue del todo
malo, pues no conoció el dolor de las traiciones, no conoció lo desquiciada y podrida que puede ser la
sociedad, no conoció la desesperanza en la vida… Fue afortunado por seguir siendo un niño a esa edad,
por ser un niño con conocimiento técnico mas no social ni psicológico, por ser diferente al resto de
individuos representantes de su generación, por ser capaz de tener madurez a la vez de tener
inocencia, de ser más de lo que era… Pero nunca lo supo hasta cierto futuro.

El joven soñador prepara su bolso escolar con los cuadernos que nunca han de faltar para él, los
cuadernos de Castellano y matemática, eso siempre se lo recalcó La profesora coordinadora de
bachillerato del año pasado. Guarda dos lapiceros azules de tinta borrable en el bolso y se prepara para
vestirse mientras su madre está haciendo el desayuno y su padre empieza a despertarse por su tardía
alarma. Su rutina se le hacía tan automática que no sentía casi nada al saludar a su madre en la
mañana, no se daba cuenta de que estaba vestido hasta haberse puesto los zapatos, no sentía nada al
responder a la bendición de su padre al encontrarlo ya listo antes que él aún después de haberse
levantado más tarde. Todo eso ya se le hacía normal desde hace tiempo. No sabe lo que pasará con él
por no darse cuenta de su frialdad a tiempo.

Al estar vestido, arreglado, con bolso en espalda y ya haber desayunado, lo único que faltaba era
esperar a que su padre terminara de fumar el cigarrillo de cada mañana antes de encender el auto; un
Chevrolet 1.8 blanco, el joven soñador no recuerda para nada de qué año es ese carro; pero le parecía
confortable por tener aire acondicionado. Cada vez que veía a su padre fumar, le venían a la mente
todos los recuerdos del internado clínico de su padre por una operación en los pulmones; estuvo
alrededor de 1 mes bajo cuidado intensivo debido a una infección pulmonar generada por el cigarrillo y
acompañada por las gotas de tormenta recibidas una noche que estaba limpiando el techo del galpón
sin equipo alguno. Era una tortura para el joven soñador recordar eso; pero no podía evitarlo, su
mente siempre hacía lo que se le viniera en gana y el joven soñador no podía hacer nada. No sabía
controlar esa parte de él mismo. Al haber terminado el padre del joven soñador con su droga, éste se
dirigió al auto, lo encendió y llamó al joven soñador.

- ¡Hijo, es hora de irnos!

Y sí que era hora de irse, ya eran las 6:25 a.m. y la unidad educativa a la que asistía era muy estricta
con el horario, siempre ha de llegar antes de las 6:40 a.m. pues se tenía que hacer fila para entrar
después de ser abiertas las puertas de la institución. El viaje en auto particular demoraba de 10 a 13
minutos, dependiendo de la velocidad.

El joven soñador entró al auto después de despedirse rápidamente de su madre, colocó su cinturón
con la misma rapidez y puso su canción favorita en el reproductor del auto; “Quijote” de Julio Iglesias
era su canción favorita, siempre se sintió identificado con esa letra y con el artista mismo. El auto salió
del galpón en donde estaba para dirigirse al portón del terreno, el joven soñador siempre abría el
portón y regresaba al auto; pero fue su madre quien lo hizo en este caso. El auto pasaba por baches,
tierra, hundimientos y pasto, antes de tocar el asfalto de la ruta principal a Caucagua; era un tanto
molesto pasar por los baches ya que era un auto que no fue diseñado específicamente para ese
terreno. Pero ese viaje fue igual que el resto, exitoso.

Ya estando en Caucagua, llegó un pensamiento fugaz al joven soñador. Miedo, el joven soñador sintió
por un momento miedo, miedo a no saber qué pasaría ese día, miedo a encontrarse con alguien tóxico,
miedo a no estar listo para volver a hablar con alguien, miedo a volver ser tachado por loco…
Afortunadamente todo ese pensamiento fue momentáneo.
El joven soñador por fin llegó a la institución, extrañamente no se veía mucha gente en los alrededores;
él quería bajar lo más rápido posible ya que no quería mantenerse mucho tiempo con su padre, pues
siempre que empezaba el primer día de clase su padre le daba un discurso que no quería escuchar por
estar cansado de escuchar lo mismo día tras día. No descuide sus estudios, no se relaje en clase, no se
quede dormido, preste atención, pórtese bien… El joven soñador ya sabía todo eso, estaba cansado
de siempre escucharlo ya que siempre lo cumple; pero no parece que su padre lo reconozca.

- Hasta luego, padre.


- Que te vaya bien, hijo. Dios te bendiga.
- …

El joven soñador permaneció en silencio y bajó del auto, cerró la puerta, bajó la cabeza y deja atrás a
su padre. El joven soñador no ha dicho un amén ante ninguna bendición de sus familiares, él no cree
en Dios y piensa que, si dice un amén estará faltando el respeto a la religión de su familia, si dice un
amén estará siendo hipócrita, si dice un amén estará faltando a su creencia. Esto le ha traído y le traerá
problemas en su vida. El joven soñador levanta su tez y empieza su nuevo momento.

Capítulo I
Comienzo Verdadero (2da Parte. Encuentros)
No hay nadie que conozca… No ha llegado nadie que conozca… No hay vista de alguien que
conozca… Estoy nervioso. Eso piensa el joven soñador al percatarse de la inexistencia de algún
conocido. Habrá alrededor de diez personas frente a la unidad educativa, tres chicos de un curso
superior, cinco niñas de primaria, una chica de un curso inferior y un chico de un curso inferior. Los
chicos de curso superior están en toda la entrada hablando de algo que no llama el interés del joven
soñador, las niñas juegan unas con otras chocando sus palmas, la chica de curso inferior está sentada
en un banco de concreto, el chico de curso inferior anda caminando de un lado a otro buscando a
alguien conocido.

El joven soñador observa por un segundo a cada una de las personas cercanas a su edad, se percata de
un hecho horrible para él… No ha podido superar su androfobia. El joven soñador mantiene un miedo
hacia el género masculino que no le ha permitido hacer amigos, sólo ha podido relacionarse con
mujeres; es muy extraño de su parte, es hombre y tiene miedo a los hombres. El joven soñador decide
que es mejor ir a un extremo del frente de la institución, pasando por los bancos de concreto muy
incómodos que hay en todo el camino. Pero algo llama su atención, la chica de curso inferior de hace
un momento saca unos cuadernos de su bolso, el joven soñador vio que sus cuadernos tenían portadas
hechas a mano con dibujos temáticos de anime. ¿También le gustarán los animes? No sé… No la
conozco; no quiero pasar pena con alguien que no conozco… Pero tengo que dejar ese estúpido
miedo a hablar con desconocidos. No estoy del todo seguro. ¿Sabes? Sólo actúa con naturalidad,
eres mayor así que no hay problema. Tienes razón. Ese monólogo pasó lo suficientemente rápido
como para verse natural el saludo que dio el joven soñador a la chica sentada en el banco mientras él
se sentaba a su lado.

- Hola. Oye, perdón que te lo diga así de repente; pero ¿te gusta el anime?
- He… sí. Me gusta… ¿Lo dices por los cuadernos?

La chica luce extrañada por lo directo del joven soñador, él cree que la asustó un poco ya que notó que
intentó dar distancia entre ellos. Se sintió extraño; pero siguió tomando el ritmo de la conversación.

- Sí. Es que me pareció interesante que tus cuadernos tengan portadas hechas a mano. Es que no
sé dibujar y me gusta ver los dibujos de otros.
- Ya veo.

El ambiente se tornó un poco pesado, el joven soñador pensó que no quería hablar con él en absoluto.
El joven soñador recordó haber cometido un gran error, no se presentó. No se presentó ante la chica
de pelo ondulado con ojos igual de castaños y piel melocotón.

- Ah. Por cierto, soy Jonathan. No había dicho mi nombre. ¿y tú cómo te llamas?
- Me llamo Rachel.
- Mmmm… Rachel… Rachel… No es un nombre común, intentaré recordarlo por tus rizos. Es que
soy un desastre recordando nombres.
- Eres raro.
- ¿Eh? ¿raro? ¿A qué te refieres?
- A nada. Sólo que no me conoces y me saludaste de lo más normal. Hasta me dices que no
puedes recordar bien los nombres y repites el mío en voz baja para después decirme que lo
recordarás por mi pelo. Eres raro.
- ¿Eso crees? Mmmm… perdón. Es que me llamó la atención que estuvieses sola, después vi tus
cuadernos y quise ver si podía hablar contigo.
- Así que es eso.
- Sí. Mmmm… ¿Rachel? Sí, Rachel. ¿estás en primer año verdad?
- Sí, lo estoy.
- Así que eres nueva en la institución.
- No. Realmente he estudiado aquí desde preescolar.
- ¿De verdad? Nunca te había visto. Seriamente pensé que eras de nuevo ingreso, además de
haberte visto aquí sola.
- ¿Me estás diciendo que no tengo amigos?
- No, no, no. No es eso.
El joven soñador cometió otro error, no pensó sus palabras. Pero el joven soñador no recordaba de
ningún modo a los estudiantes de primaria ya que nunca pasó tiempo con ellos. El joven soñador
empezó el bachillerato en esa institución el año pasado, toda su primaria fue en una escuela pública
cercana a Caucagua, esa escuela está próxima a una extensa carretera de asfalto que une a una vía
interestatal con el pueblo de Caucagua. La chica llamada Rachel coloca su bolso sobre sus piernas y lo
abraza, haciendo que el joven soñador sintiera que quería cortar la conversación.

- Cambiando un poco de tema. ¿No estás nerviosa por las clases?


- Por supuesto que sí. No sé cómo me irá este año.
- Realmente no es difícil. Sólo tienes que mostrar que puedes hacer lo que te pida el profesor y
estudiar mucho castellano. Así te empezarán a tomar cariño los profesores. Bueno, lo digo
porque así es mi caso.
- Eso dices, pero no es tan fácil hacerlo. Además, cómo sabes que me irá como a ti.
- No lo sé, pero tómalo como un consejito. Después de todo…

En ese momento alguien dio una palmada a la espalda del joven soñador, éste dio la vuelta y se
percató que era alguien conocido, una conocida no tan amiga del año pasado y perteneciente a un
curso superior a él.

- Hola Marta.
- Hola Marta.
- ¿Eh? ¿Rachel, conoces a Marta?
- Sí. La conozco desde hace tiempo.
- No lo sabía.

Marta es una chica muy poco convencional, le atraían las cosas violentas como armas y peleas, pero
también las caricaturas para niñas e infantes. Nunca se preocupaba por su físico o cómo se viese con el
uniforme, con cumplir con las normas del uniforme le bastaba. Su cabello era un posible nido por lo
disparejo que estaba, no se sabía si su piel era blanca con pequeñas manchas morenas o morena con
enormes manchas blancas, ojos completamente marrones azabache y contextura obesa.

- Tiempo sin verlos, pulgas.


- Sabes que no me gusta que me llames así, Marta.
- Tranquilo Jonathan, sabes que es jugando. Por cierto, ya estamos pasando, apurémonos antes
de que cierren la entrada.
- ¡Tienes razón!

El joven soñador, Rachel y Marta se retiran de esos bancos de cemento tan incómodos para iniciar su
primer día en un curso superior al anterior. Pero, al entrar en la institución, se separaron antes de
darse cuenta debido a la cantidad de gente. Creo que me quedé sin compañía, creo que los de mi
curso deben estar por aquí cerca. El instituto era pequeño; pero tenía pisos aéreos y subterráneos a la
vista, lo que daba una sensación de espacio enorme. En ese momento el joven soñador fue hasta el
sector de bachillerato para encontrarse a algún profesor, así sabría en qué salón lo asignarían este año.
Pero llegando al sector de bachillerato, pasando por medio del sector de primaria, ve espaldas nuevas
y conocidas interactuando entre sí en una esquina de la cancha de deporte múltiple de bachillerato.

- Hola Adelaida, tiempo sin verte.


- Jonathan, cuánto tiempo. Pensé que habías muerto. Nunca me escribías cuando estaba
conectada en Facebook.
- Sabes que no tengo Messenger en mi IPod. No puedo responder mensajes.
- Sí, sí, sí. Te creo señorito.
- Tú voz no dice lo mismo.

Adelaida, una reciente amiga del joven soñador que lo ayudó a interesarse un poco más por la cultura
pop y lo poco convencional, se empezaron a llevar muy bien el año pasado debido a que podía contarle
de todo porque ella pensaba como un chico; agregando el hecho de ser lesbiana, le daba más
comodidad de trato al joven soñador. Una chica de un año mayor que él que cursa en su mismo año
por circunstancias de papeleo de ingreso. Es una chica muy baja, pelo un tanto maltratado, piel oscura
al igual que sus ojos negros mate y contextura robusta, pero su tamaño engañaba dado que tenía la
suficiente fuerza como para dejar tumbado a un deportista de 85 kilos de músculo con un solo golpe.

- Sí, sí, sí. Lo sé señorito obvio. No hacía falta recalcarlo. Por cierto, te presento a una amiga. Se
llama Carolina. Es de nuevo ingreso, pero la conozco desde hace unos años.

El joven soñador había olvidado por completo la presencia de la persona al lado de Adelaida. Observó
casi al instante que se trataba de una chica un poco más alta que él, es de piel morena y cabello
castaño azabache un tanto corto, muy delgada y arreglada. Por un momento el joven soñador pensó
que se trataba de una chica de dinero; pero obvió la idea rápidamente, pensó que fue maleducado de
su parte pensar así.

- Hola, soy Jonathan. Un gusto conocerte.


- Hola, igual, igual.
- Carolina, a veces eres desesperante, ni presentándote a alguien puedes hablar sin nervios.
- Perdón Adelaida. Es que sabes que no me gusta hablar con chicos.
- Tienes que aprender, si no lo haces, terminarán creyendo que eres lesbiana como yo… Aunque
no es muy mala la idea ahora que la pienso.
- ¡No juegues así conmigo! Jonathan y los demás pensarán cosas raras. ¿Cierto, Jonathan? ¿Eh?
- ¿Jonathan se fue?... Bueno, no importa, él es así.

El joven soñador dejó el lugar unos segundos después de presentarse, no le gustó haber sido ignorado
y se sintió incómodo. Siguió su camino en busca de un profesor. Al joven soñador nunca le gustó estar
entre multitudes, se sentía sofocado ante la presión social del resto; por eso dispuso en tomar
anteriormente el camino de la distancia social, pero ahora ha intentado, en lo posible, no caer en ese
camino; estos cuantos minutos son fruto de su esfuerzo tras experimentar toda la presión social del
año anterior. El joven soñador encontró a un profesor.

El joven soñador ya estaba otra vez en sintonía con sus estudios, estaba en su salón silencioso, estaba
escribiendo su nuevo horario y planes de lapso, estaba seguro de haberse percatado de no encontrar
nada extraño en la multitud de su salón. Estaban quienes tenían que estar, únicamente conocidos de
poca relevancia en su vida; Adelaida; Samantha, la cual es una amiga de la infancia poseedora de la
particularidad de siempre quedarse dormida y llegar tarde a clases; Natasha, amiga del año pasado que
lo ayudó junto a Adelaida, poseedora de la extraña habilidad de no hacerse notar a menos que hable
primero; y Estefany, la amiga divertida del grupo que siempre los hacía reír. Pero no pudo hablar
mucho con ellas, pues se sintió mal de la cabeza y no quería hablar con nadie; siempre le daba dolor de
cabeza al no dormir bien de noche.

Los pocos encuentros del joven soñador el día de hoy fueron los necesarios para desencadenar algo
que lo haría cambiar. Algo que le daría una razón para seguir esforzándose. Algo que sería
completamente nuevo para él. Algo tan fuerte que puede romper con las reglas del mundo físico. Pues;
tras haber terminado su día de estudios trivial, tras estar en casa después de haber sido recogido por
su padre, tras haber almorzado y cenado, tras arreglarse para dormir; en ese momento tuvo por
primera vez el mayor encuentro de su vida, y ese encuentro se encuentra en aquel sueño.

Capítulo I
Comienzo verdadero (3era parte. Sueño del destino)
¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? ¿No recuerdo qué pasó? Esto es extraño… No entiendo por qué estoy
en un campo de pasto. El sol está muy brillante, casi no puedo ver al cielo. ¿Eh? No puedo moverme,
es arduo el esfuerzo para mover apenas mi cuello y brazos. ¿Qué me está pasando? Intentaré darme
vuelta, he notado una sombra aparte de la mía; pero el sol probablemente me segará si intento ver
directamente, lo intentaré de todas formas. ¿Qué extraño, eso es un árbol? Es extrañamente
fastuoso como para ser un árbol normal, estará como a unos ochenta metros, quizás cien metros de
distancia. Hay alguien sentado en sus raíces, creo que es una chica… ¿Eh? ¿Qué es esto? ¿Por qué
estoy llorando? Oye, para, deja de llorar; no entiendo por qué lloro, por qué me siento así, es
extraño… Siento que me espera, siento que la conozco, no entiendo, no me entiendo. ¿Por qué estoy
viendo imágenes repentinas? Son de nosotros… No recuerdo esas cosas, en una de ellas ya soy un
adulto, es extraño; no puedo percibir su cara en las imágenes; pero siento que la conozco, la conozco
desde hace tiempo. Sigue sentada de espaldas, no creo que vaya a moverse. ¿Me estará esperando
verdaderamente? ¿Eh? Mi voz no sale de mí, no puedo llamarla. Es de pelo castaño, tiene un vestido
veraniego, no pudo describirla más; mi vista no llega a detallar su aspecto correctamente. Ella… ella
me está esperando, tengo que ir, eso es seguro; tengo que estar allí, no sé por qué y no importa, lo
que me importa sólo es llegar hasta allá. Mi cuerpo ya no responde. No logro moverme para nada,
tampoco siento dolor como antes, no entiendo. No me fastidies, tengo que ir. Mi cabeza está
doliendo, me duele, me duele mucho, mis ojos no pueden sostener las lágrimas, mis párpados no se
mantienen; pero tengo que ir, sé que tengo una conexión con esa persona, debo ir, debo ir… Por
favor, antes de irme, antes de perder el conocimiento, mírame; quiero que me mires para poder
verte, por favor, por favor…

- ¿Quién eres?... ¿Quién puedes ser?...

La primera experiencia del joven soñador dentro de aquel sueño del destino. Las únicas palabras que
puede pronunciar son simples preguntas, ambas sobre la identidad de aquella joven chica, la joven que
cambiará su mundo por completo, la joven que mantiene el lazo rojo del destino junto al joven
soñador. El joven soñador con sólo unos doce años de edad pudo reconocer el fuerte significado de la
palabra “destino”, él ya podía pensar con mayor profundidad que el resto de su edad; pero aún
mantenía un poco de la credulidad de un crío. No obstante, supo que lo ocurrido no era trivial para él.
Su credulidad realmente lo inspiró para esforzarse por encontrar a esa persona; sabía que, si no podía
llegar a ella en el mundo del campo de pasto y el árbol, tenía que encontrarla en el injusto mundo real.

El joven soñador, tras haber experimentado su primer encuentro en el mundo de los sueños, despierta
con lágrimas en los ojos alrededor de las 5:30 a.m. Recordaba a la perfección todo lo ocurrido, se
quedó pensando en todo lo ocurrido. Seriamente pensó que era real hasta que vio el techo oscuro de
su cuarto. No supo qué lo llevó a tener ese sueño. El joven soñador sabía que los sueños son
experiencias del día a día interpretadas por el cerebro en forma de imágenes, que sólo pueden tener
significado para nosotros; pero ese sueño se sintió tan real para él como tener la misma experiencia a
vivir y sentir.

Si lo que sé sobre los sueños es cierto, entonces el sueño que tuve se debió a que me encontré con
alguien el día de ayer; ese alguien pudo haber sido un conocido o un desconocido… La sensación que
tuve corresponde a ambos tipos. No entiendo… Pelo castaño, el pelo castaño es la única
característica física que logro recordar; pero casi todas las personas que vi ayer, y conozco, son de
pelo castaño. ¿Quién eres? ¿Quién puedes ser, chica del campo de pasto?

Es irónico. El joven soñador, siendo tan joven, piensa en cosas que no debería para su edad; sin
siquiera saber si es posible que exista aquella persona, pero eso no le importa, ahora tiene un sueño a
cumplir. Encontrarse con la joven chica. Dará todo lo que tiene para encontrarla en ambos mundos. De
eso no hay duda alguna.

Mientras el despertar del nuevo día del joven soñador está empezando, en otro mundo muy diferente
al suyo está una chica sentada en las raíces de un árbol comparable al árbol de la creación. La joven
simplemente espera pacientemente a ese alguien, pero sin aviso libera un pensamiento enterrado en
su silencio.

- Te estaré esperando, Jonathan. No importa cuántos años pasen, te estaré esperando.

Capítulo II
Primera búsqueda

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