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EL PAPEL DE LA ESCUELA EN TIEMPOS DE CRISIS

Claudia Elena Ruiz1

Las crisis son inherentes al ser humano en tanto que su humanidad implica constante
cambio. Es una condicionante de la humanidad su crecimiento y en sí misma esta condición
posee un carácter cambiante. Por lo que el ser humano no puede considerarse estático, su
evolución o involución, personal o social, implican movimiento y transformación, ganancias
o pérdidas, subidas o bajadas constantes; y es en este movimiento perpetuo que las crisis
de dan. Ahora bien, si las sociedades se conforman por seres humanos, bajo este
pensamiento las sociedades también se encuentran en constante cambio, transformación
y por ende en crisis.

Alberto I. Vargas en su ensayo: “Crisis personal y desgobierno contemporáneo” citando a


Polo (2003)2 expresa que el hombre es un ser perfeccionador perfectible para aludir al
carácter solucionador del hombre frente a los problemas pero especialmente a, que al ser
parte de un colectivo esa condición lo lleva a un ejercicio colaborativo, recíproco,
participativo que conlleva a la mejora de sí mismo y de sus miembros. De esta manera que,
al no estar solos en el mundo, al pertenecer a una sociedad, a una serie de instituciones,
las crisis como la evolución es algo que compete a todos y cada uno de sus integrantes.

Visto de esta manera, existe una completa responsabilidad del individuo en el tratamiento
resolutivo de la crisis social. Pero antes de plantear, de manera un poco pretenciosa, una
propuesta de solución a dicha crisis desde el individuo, es necesario aproximarse un poco
el entramado del que habla Sellés (2013) cuando hace referencia a los tres agentes del
cambio social que pueden y deben ayudar en la transformación del mundo.

La familia, la escuela – en palabras de Polo, Sellés y Vargas, la universidad; sin embargo,


en el presente ensayo se amplía el término para aludir a “una de las importantes funciones
que le ha delegado la sociedad, la de validar el conocimiento de los individuos que se
forman, de manera que pueda garantizar que contribuirán al bien común mediante sus
destrezas, habilidades y conocimientos adquiridos” (Campos, 2007) – y la empresa son las
tres bases de toda sociedad. La familia como articuladora de vida, y la primera llamada
fortalecer al individuo; la familia entendida como una estructura estructurante3, siempre y
cuando su razón de ser se mantenga en el crecimiento gradual, de engendrar hijos, educar
niños y formar hombres. La escuela como espacio de descubrimiento de la verdad, donde
se construye conocimiento y se valida con otros, y la empresa donde se ponen en práctica
dichas verdades teóricas y se establecen productos para el bien común. Es así como esta
triada determina el crecimiento del ser humano y por esto también tiene su parte en la crisis
contemporánea.

Bien lo han afirmado Polo, Sellés y Vargas en sus textos filosóficos cuando hablan de cómo
la transformación de la sociedad ha traído consigo una serie de fenómenos de crisis familiar,
escolar y empresarial. Cada vez está más desarticulada la familia, desempoderada la
escuela y fatigada la empresa; pero todo esto tiene su punto de convergencia precisamente

1
Estudiante dela asignatura: Antropología de la acción directiva. I semestre.2018. Maestría en Dirección y
Gestión de Instituciones Educativas.
2
POLO, L. (2003), Quién es el hombre. Un espíritu en el tiempo, Rialp, Madrid, p.119
3
POLO, L. (2012), Hacia un mundo más humano. Extracto de Filosofía y economía, Eunsa, Pamplona.
en el hombre, en la escasa perspectiva, en el pesimismo del que habla Polo, en la
inmediatez que exigen los estándares de éxito que propone el materialismo contemporáneo
o en la falta de trascendencia producto de la pérdida de la espiritualidad y afán de poder
mediocre, basado en meros resultados económicos. Es por esto que vale la pena afirmar
que cualquier crisis social de la que se hable en la actualidad vale la pena abordarla desde
esta perspectiva y enfrentarla desde el hombre y su propia crisis.

Y si liderar es educar4, es a la escuela a quien le corresponde accionar de manera


intencionada estrategias que favorezcan la resolución de la crisis personal de los individuos.
Es quien deberá dar el primer paso. La familia no podrá rearticularse en tanto que no se
formen individuos conscientes del perjuicio que ha traído dicha desarticulación a la
sociedad. La empresa por su parte, seguirá su marcha económica y política sin mayores
cambios hasta que se formen individuos consecuentes con la responsabilidad social que
tienen en la constitución de asociaciones en pro del desarrollo humano y no en contra del
mismo. Entonces queda la escuela que, desde prácticas reflexivas, debe comenzar a
generar ese hábitat ecológico del que habla el profesor Assirio.

Sin embargo, el trabajo de la escuela no deberá ser ajeno al de las demás instituciones,
bien lo dicen Sellés y Vargas en su artículo: “ha de concederse no solo respaldo a la familia,
sino también a la empresa y a la universidad en la tarea de organizar ese mundo más
humano”5, solo que desde la visión de los educadores, se busca echar mano de las
herramientas del campo para aportar en dicha tarea.

De esta manera, se propone la visión de las instituciones educativas como uno de los
mejores espacios donde se puede liderar para formar de manera trascendente. Esto
conlleva una doble misión, liderar para educar y educar en liderazgo. Todo el que pase por
una institución educativa debería ser formado desde un liderazgo transformador y para un
liderazgo trascendente. En principio, se tratará de una labor de auto liderazgo, donde el
aprendizaje podrá basarse en el autodominio, la autonomía, el autogobierno; ya que desde
el conocimiento, reconocimiento y potencialización del yo se puede comprender el
funcionamiento del otro y se logrará una mirada altruista, constructiva, cargada de empatía
y actitud de servicio. Y posteriormente se deberá trabajar en la misión del líder y su
compromiso con el mundo, su aporte en la resolución de las crisis y la labor que conlleva
en la articulación de instituciones como la empresa donde se pone en evidencia su potencial
en pro del bien común.

La escuela puede convertirse, cada vez más, en la pieza clave para la formación de
dirigentes que venzan sus miedos. Ya que han aprendido desde las diversas actitudes
frente a las crisis que se puede actuar, sabrán cuándo atacar, huir, resistir o rectificar6
porque entenderán que son responsables de sí mismos, de lo que hacen, lo que tienen;
pero también de otros, porque no están solos en este mundo y como seres humanos que
cambian, ganan o pierden, hacen parte de la crisis y por ende de la solución.

4
ASSIRIO, J. (n. d.) Liderar es educar. Texto proporcionado en la asignatura de Antropología de la acción
directiva, Maestría en dirección y gestión de instituciones educativas. Universidad de la Sabana Chía, 2018.
5
VARGAS, A. y SELLÉS, J. F. (2013), Raíces antropológicas de la sociedad civil. Pág. 10.
6
POLO, L. y LLANO, C. (1997), Los miedos del directivo. Extracto de Antropología de la acción directiva, Unión
Editorial, Madrid.
Referencias

Assirio, J. (n. d.), Liderar es educar. Texto proporcionado en la asignatura de Antropología


de la acción directiva, Maestría en dirección y gestión de instituciones educativas.
Universidad de la Sabana Chía, 2018.

Campos, N. (2007), El concepto de escuela. Filosofía de la educación. 5 de diciembre de


2007. Consultado en: http://filo-edu.blogspot.com.co/2007/12/el-concepto-de-escuela.html

Polo, L. (2012), Hacia un mundo más humano. Extracto de Filosofía y economía, Eunsa,
Pamplona.

Polo, L. y Llano, C. (1997), Los miedos del directivo. Extracto de Antropología de la acción
directiva, Unión Editorial, Madrid. Artículo proporcionado en la asignatura de Antropología
de la acción directiva, Maestría en dirección y gestión de instituciones educativas.
Universidad de la Sabana Chía, 2018.

Sellés, J. F. (n. d), 9 Consejos al gobernante. Artículo proporcionado en la asignatura de


Antropología de la acción directiva, Maestría en dirección y gestión de instituciones
educativas. Universidad de la Sabana Chía, 2018.

Vargas, A. (n. d.), Crisis personal y desgobierno contemporáneo. Artículo proporcionado en


la asignatura de Antropología de la acción directiva, Maestría en dirección y gestión de
instituciones educativas. Universidad de la Sabana Chía, 2018.

Vargas, A. y Sellés, J. F. (2013), Raíces antropológicas de la sociedad civil. Artículo


proporcionado en la asignatura de Antropología de la acción directiva, Maestría en dirección
y gestión de instituciones educativas. Universidad de la Sabana Chía, 2018.

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